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ASOCIACION PUERTORRIQUEÑA DE PROFESORES UNIVERSITARIOS

COMUNICADO DE PRENSA
Miércoles, 12 de mayo de 2010

APPU EXIGE INMEDIATA DEROGACIÓN DE LA CERTIFICACIÓN #98 Y


QUE PRESIDENCIA CUMPLA CON SU TRANSPARENCIA FISCAL

La Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU Nacional), con capítulos en los


recintos de Carolina, Ciencias Médicas, Ponce, Río Piedras y Utuado, reitera nuevamente las demandas
entregadas personalmente al Presidente el pasado 29 de abril que se derogue de inmediato la
Certificación #98 de exenciones de matrícula. Estas exenciones no son un regalo para los estudiantes
talentosos sino que es un pago por servicios en estudio y trabajo. Estos estudiantes con exenciones
realizan labores como ayudantes de cátedra o de investigación, se entrenan y compiten en deportes y
representan dignamente a la UPR y sus recintos en múltiples escenarios y actividades culturales.
Esta certificación responde -más que a un señalamiento de auditoría para uniformar las exenciones de
matrícula en los recintos- a una visión política elitista que pretende despojar a estudiantes talentosos
y de bajos recursos de aquellas oportunidades de estudiar una carrera universitaria, manteniendo una
calidad de vida. De hecho, esta medida surge del Informe del Comité Asesor de Financiación
Institucional (CAFI) que la APPU repudió por su enfoque mercantilista, propio de una empresa
universitaria de lucro sin fin.
Esta certificación #98 demuestra irresponsabilidad al no estar sustentada en estudios que midan su
impacto académico cuando el impacto fiscal de la exenciones es mínimo dentro del presupuesto
universitario. Es irresponsable también esta certificación #98 porque los pasados y presentes
incumbentes de la Junta de Síndicos y la Presidencia no demostraron ni demuestran gestiones
encaminadas a evitar afectar los servicios que reciben los estudiantes, mejorar las necesidades reales
de la academia y las condiciones laborales de los docentes y trabajadores universitarios con acciones
sostenidas de cobro de deudas de empresas y de agencias gubernamentales con la Universidad de
Puerto Rico. Estas deudas ascienden a cerca de 290 millones actualmente. Aunque no se justifica o
argumenta por parte de la Administración Central por qué existen supuestas cuentas lanzadas a
pérdidas y condonadas y cuáles son éstas, aún persisten 130 millones en cuentas por cobrar, lo que
debería ser –en tiempos de crisis- la acción más certera para abordar la situación presupuestaria
generada por la Ley #7 y no afectar a los estudiantes más pobres. Las cuentas incobrables son, por
tanto, otro de los tantos sacrificios de la UPR con el país como suele ser la atención médica que
reciben los médico indigentes en los hospitales y clínicas universitarias sin que se devuelvan estos
gastos por parte del Departamento de Salud, las deudas históricas del Departamento de Educación
en servicios prestados, la deuda de los ingresos del crudo que ascienden a casi 126 millones.
Esta certificación tiene, como otras de la Junta de Síndicos, un lenguaje ambiguo que se presta a
interpretaciones a conveniencia de este cuerpo rector, facilitando su meta de despojar de servicios a
los estudiantes o de derechos adquiridos a los docentes y demás trabajadores universitarios. Inclusive
aquel estudiante que tiene beca, la exención le permite rendir mejor su ayuda económica para
mantenerse estudiando y tener calidad de vida. La misma institución calcula los costos de estudio entre
12,000 dólares anuales a 15,000 con el alza en costo de vida, lo que implica que las becas federales no
son suficientes para los estudiantes de escasos recursos, pero la información o discurso público insiste
en ocultar esta realidad. Además, si sólo se dan exenciones a estudiantes que no reciben becas, se
premia o reconoce sólo a los que están en mejor condición económica, lo que no sólo es injusto sino
elitista, contrario a la misión social de la Universidad que debe ofrecer oportunidades de progreso, a
través de la educación superior pública, a todos los ciudadanos por igual.
En el caso de los estudiantes graduados -los cuales no reciben becas sino que tienen que endeudarse
con los bancos para poder tener un grado de maestría o doctorado- limitarles las exenciones tiene
efectos de mayor endeudamiento de esta generación de estudiantes, además de carecer la academia
de algún tipo de incentivo para atraer estudiantes del extranjero, lo que pone en riesgo la misión de
internacionalización y de investigación en la UPR.
A estas contradicciones se añade que esta certificación #98 establece límites a las exenciones de
los empleados universitarios que quieren estudiar y sus familias, al limitar a un primer
bachillerato, maestría o grado doctoral, sin aclararse en el documento si incluye o no las
preparaciones combinadas/conjuntas o dobles concentraciones. Estos son derechos adquiridos que
han permitido el progreso educativo del personal y la movilidad ocupacional. Esta certificación, en
su estrecha o insensible visión, promueve la desigualdad social al limitar el progreso de quienes tienen
menos y apuestan a la educación como el medio legítimo y productivo para hacerlo.
Por otro lado, expresamos nuestro repudio a la actitud intransigente de la Presidenta de la Junta de
Síndicos el pasado lunes 11 de mayo al condicionar las medidas en que se dará el diálogo, no dar
continuidad a otras fases de ese diálogo con el Comité Negociador y levantarse abruptamente de la
mesa de negociación. Debe entender la ciudadanía que en el 2005 los estudiantes llevaron a cabo una
huelga para evitar el aumento de matrícula y de los costos de estudio y se abrieron los portones para
que un Comité Asesor en las Finanzas Institucionales (CEFI), con una composición representativa de
todos los sectores universitarios, tuvieran acceso a los estados financieros de la institución y proponer
medidas alternas para evitar aumentar las matrículas, y el Presidente García Padilla y su Junta de
Síndicos no les entregaron documentos solicitados de carácter público y se burlaron de los acuerdos
para levantar la huelga. De ahí nace la desconfianza de todos los sectores con la Administración
Universitaria y sus acuerdos, sumado a la falta de transparencia con todo asunto financiero
institucional. La decisión de la huelga estudiantil y sus formas con portones cerrados o abiertos les
pertenecen a ellos, quienes han levantado una lucha en defensa de la universidad pública como un
derecho y una inversión social incalculable, y por eso estamos solidarios con ese proceso educativo que
es ejercer el derecho a expresión y los derechos ciudadanos a favor del bienestar público de todos los
puertorriqueños y las futuras generaciones.
En el afán de aportar a la situación fiscal generada por la Ley #7 en la institución y habiendo
prometido transparencia fiscal el Presidente de la UPR, Dr. José Ramón de la Torre, nuestra
asociación solicita públicamente, que en un plazo no mayor de 48 horas, nos hagan entrega de los
siguientes documentos públicos: 1) estados financieros auditados de los últimos cinco años, 2)
Informes detallados de ingresos y gastos auditados y de enero 2010 al presente, 3) “General
Ledger” o El Mayor, y 4)Cualquier otra información de naturaleza operacional sobre la estructura
de fondos creados para “gerenciar” la asignación interna de los fondos a los distintos recintos.
Toda información operacional deberá estar certificada correcta por los funcionarios responsables.
Nuestra asociación no es parte del Comité de Eficiencia Fiscal avalado por la Presidencia de la UPR,
aunque algunos destacados colegas y miembros de nuestra asociación hayan sido seleccionados en su
carácter como especialistas en economía. Exigimos transparencia total en tiempo de crisis y
eso es ahora.

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