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1.1 Introducción
Los historiadores tiene opiniones diferentes. El Régimen fue una mezcla de dictadura
militar, Estado totalitario o fascista y monarquía absoluta sin rey. Ahora bien, no se le puede
considerar una dictadura militar porque, aunque en su origen lo es y el ejército fue siempre la
base del sistema y no discutió nunca el poder del Generalísimo, como institución no gobernó el
país.
Tampoco se le puede considerar un régimen totalitario, ya que no se basó en el poder de
un partido único. La Falange jugó un papel de complemento de la vida política y nunca llegó a
ser un partido de masas. Había diferentes “familias” sobre las que se apoyaba el Régimen, que
no presentaban una ideología cerrada: había monárquicos, católicos, falangistas, ... Tampoco se
tiene un control total sobre la vida no política, aunque algunas de estas parcelas estén en manos
de la Iglesia, no es el Estado el que controla la socialización. Antes de 1945, tenía más relación
con los totalitarismos europeos, después empieza a ser más un régimen autoritario.
El Régimen se caracterizó por la concentración de todos los poderes en la figura de
Franco. Todas las instituciones le estaban completamente subordinadas. Se accedía a ellas a
través de mecanismos que dependían de la voluntad de Franco. Para hacer carrera política había
que ser totalmente fiel al Caudillo. Los símbolos y los lemas estaban encaminados a resaltar el
liderazgo y el papel providencialista de Franco: “Francisco Franco, Caudillo por la gracia de
Dios"”–en las monedas–; "“El Jefe sólo responde ante Dios y ante la Historia” –nuevos estatutos
de Falange Española Tradicionalista y de las JONS–. Su retrato (con uniforme militar o de
Falange) presidía todas las dependencias de los edificios públicos. El grito “Franco, Franco,
Franco” estaba presente en todo acto público.
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La legitimación del Régimen vendrá en sentido tradicional y se lo va a dar la Iglesia –
Caudillo por la gracia de Dios–. Ésta, a cambio, recibirá el control de la vida privada y la
educación.
El Régimen se cimentó sobre los esquemas que ya se habían difundido durante la Guerra
civil:
1. El anticomunismo, entendido en términos amplios, ya que “los rojos”
abarcaban desde la extrema izquierda revolucionaria hasta la burguesía
democrática por moderada que fuese.
En los años 50, al ser admitida España en las organizaciones
internacionales, se centró la propaganda contra los comunistas,
moderando su ataque contra los estados parlamentarios, pero el
franquismo siempre presentó al sistema parlamentario como un régimen
débil, frente a su democracia orgánica.
2. Identificación con el catolicismo (nacionalcatolicismo). La jerarquía
eclesiástica se identificó con la sublevación; la llamó cruzada.
El dominio de la Iglesia sobre la vida socia española fue total: actos
religiosos públicos –misas y fiestas eclesiásticas– podían más que el
control del Régimen o de Falange, símbolos católicos por doquier,
influencia absoluta en la educación, plenas competencias en materia de
censura, que fue constante en los medios de comunicación. Se impuso una
estricta moral católica, cuyo incumplimiento llegó a castigarse en el
Código Penal.
3. Tradicionalismo; derivado en parte de ideas carlistas, pero sobre todo
arraigado en valores militares –la unidad de la patria–, que buscaban en el
pasado la justificación de esa unidad. Se harán referencias constantes al
Imperio, a la Reconquista, a los Reyes Católicos, a los conquistadores,
etc.
Los símbolos militares y la organización castrense impregnaron
muchas manifestaciones de la vida cotidiana: uniformes, desfiles,
emblemas, exaltación de la bandera, educación física como instrucción
militar, se recordaba por radio y prensa la guerra y la victoria, ... A partir
de los años 60 las ideas extranjeras hicieron pasar a segundo plano estos
valores. La propaganda del Régimen se basará, entonces, en la paz interior
conseguida.
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1.5 La organización del nuevo Estado
Entre 1939 y 1951 se toman una serie de medidas económicas cuyo objetivo era la
autosuficiencia económica, lo que se denomina autarquía, basadas en el aislamiento exterior y
en la intervención generalizada de la Administración en la economía.
Los dos grandes ejes de la autarquía fueron:
a) A corto plazo:
– Hambre y miseria para muchos españoles.
– Desabastecimiento de alimentos, al fijarse precios por debajo de la
oferta y la demanda.
– Racionamiento; la Administración compra y vende los productos.
– Mercado negro.
b) A largo plazo:
– Bloqueo del crecimiento económico.
– Economía muy poco competitiva.
– Se desaprovecha la bonanza económica europea.
– Tardía incorporación al cambio tecnológico.
Pocos meses después de acabar la Guerra Civil estalla la II Guerra Mundial (sept., 1939),
que determinará totalmente las relaciones del Régimen en su primera etapa.
En 1939, Franco sabía que el país no estaba en condiciones de participar en una nueva
guerra, por lo que se adopta la neutralidad ante el conflicto europeo.
Hasta 1941, las potencias del Eje sondean las posibilidades de que España entre en la
guerra. Franco se entrevista con Hitler (Hendaya) en 1940 y con Mussolini (Bordiguera) en
1941. El ministro de Asuntos Exteriores, Serrano Suñer, era partidario de la entrada en la guerra,
pero Franco exige grandes compensaciones (económicas, de apoyo a la expansión territorial y de
armamento) que parecen excesivas a Hitler. España se declara no beligerante, estableciendo una
alianza con las potencias de Eje pero sin compromiso efectivo de entrada en la guerra. España
ocupa la ciudad de Tánger y envía un cuerpo de voluntarios al frente de Rusia, la División Azul.
En 1943, la guerra empieza a volverse desfavorable para el Eje, por lo que España vuelve
a la neutralidad, con un progresivo alejamiento del Alemania y la retirada de la División Azul.
El final de la guerra (1945) señala los peores momentos para el Régimen de Franco, el
aislamiento del exterior. España no será admitida en la ONU, y en la Conferencia de Postdam
(EEUU, Gran Bretaña, URSS) se propone el derribo del régimen español por medios pacíficos.
Asimismo, hay un aumento de la oposición al Régimen en el exterior –Manifiesto de
Lausana de don Juan de Borbón defendiendo una restauración monárquica– y un aumento de la
guerrilla en el interior. En este momento se produce la retirada de los embajadores extranjeros.
La respuesta del franquismo será el rechazo de Europa y la movilización de los
ciudadanos contra “la conspiración judeo–masónico–marxista”, que se convirtió en un eslogan
constante.
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Finalmente, en 1947, se produce el fin del aislamiento como consecuencia del
enfrentamiento entre las democracias occidentales y la URSS –Guerra fría–. España y su
régimen, manifiestamente opuesto al marxismo, interesan a EEUU y a Gran Bretaña, a pesar de
que no entra en la OTAN ni recibe ayudas del Plan Marshall.
Esta nueva situación provoca una reorientación política y económica del Régimen. En
1951 hay cambios en el gobierno. Los falangistas pierden peso a favor de los católicos. Entra,
además, el almirante Carrero Blanco, hombre clave en la continuidad del Régimen. Esto le da
cierta homologación en el exterior.
La situación económica sigue siendo negativa a pesar de las ayudas. Surgen los primeros
conflictos: huelgas, disturbios en medios laborales y en la Universidad. En 1957 entran
miembros del Opus Dei en el gobierno, lo que supone un giro importante en el Régimen, que sin
abandonar sus bases dictatoriales, cambia su política económica abandonado la autarquía.
La oposición al Régimen en sus primeras etapas es poco importante, sólo tiene relevancia
la guerrilla –maquis–, localizada fundamentalmente en el norte peninsular. La represión. el
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miedo a la delación, la miseria, el hambre y el hundimiento moral de la derrota impiden
cualquier reacción; es lo que se ha dado en llamar exilio interior.
Después, la propaganda, el bienestar que aumentó a partir de los 50 y el relevo
generacional hicieron que los sectores obreros y campesinos adoptaran una actitud de
acomodamiento y de apoliticismo.
A. La represión: Acabada la guerra, la represión contra los enemigos del Régimen fue
absoluta: varias decenas de miles ejecutados, casi trescientos mil encarcelados. A
partir de junio de 1940, los penados con menos de seis años fueron indultados, pero
muchos de ellos en lugar de salir a la calle, fueron a redimir su pena a la Colonias
Penitenciarias Militarizadas, donde se encargaron de trabajos como los del Canal del
Bajo Guadalquivir o los de la construcción del Valle de los Caídos. Los jóvenes de las
quintas de 1936 al 39 declarados prófugos fueron a para a los Batallones
Disciplinarios de Trabajo. Todos fueron juzgados por tribunales militares hasta 1963.
Además, se llevó a cabo una depuración, para eliminar cualquier rastro de la
República. Se controlaron todos los archivos de los sindicatos, casas del pueblo y
partidos políticos, y, sobre todo, se controló al personal de la Administración, al que
se le exigía una adhesión inquebrantable al Régimen. Fueron expedientados y
sancionados con la pérdida de puesto miles de maestros y profesores. A los que
pudieron escapar hacia el exilio se les destituyó sin más de sus puestos; así perdieron
sus cátedras universitarias más de un centenar de profesores.
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