Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
¿Verdad O VERDADES?
Una apuesta por la diversidad de pensamiento
Estudiantes de Economía
Las dos acciones mencionadas exigen cierto alejamiento del mundo. Es cierto
que poco nace sin el concurso de la soledad, sin un encuentro deliberado con
nosotros mismos. Sin embargo, la impresión de que algunas de las personas
que más asiduamente leen y escriben son seres huraños y hasta antipáticos es
en buena parte equivocada. El lector y el escritor han logrado compenetrarse
con su entorno en un grado más profundo que la mayoría y quizá, por
incomprensión, muchos crean percibir equivocadamente una cierta extrañeza
entre aquellos y su mundo circundante.
Ahora bien, es normal que en este punto se nos pregunte cuál es nuestra
posición dentro de este árbol de los métodos. Aunque el tema excede un poco
los propósitos de este escrito, creemos conveniente hacerlo. La renuencia a
tomar posiciones firmes, tan en boga hoy, porque supuestamente la firmeza de
pensamiento constituye además de una forma de credo o de radicalismo, un
irrespeto también de los puntos de vista de los demás, es la más
antidemocrática de las actitudes. El error no está en la firmeza con que
defendamos nuestras convicciones, sino en la resistencia que tengamos para
cambiarlas una vez descubramos que el argumento del otro es superior a los
nuestros. Aunque haya ciertas divergencias entre los autores, ellas no nos
impiden coincidir en que la Complejidad puede ser hoy el método de
conocimiento más deseable, esto por varios motivos. El primero de ellos es,
pese a estar encorsetado en un discurso netamente racional, que reclama con
mucha vehemencia un lugar para la no-razón en los procesos investigativos.
También porque supone la más animosa crítica a la disciplinariedad; porque
insiste como ningún otro método en la problemática ambiental, acaso el más
urgente problema que hoy afronta nuestro planeta y, finalmente, porque es
consciente de su carácter histórico y cambiante, es decir, porque por definición
es un método abierto a las críticas razonadas y en constante proceso de
construcción. No quisimos dar una definición técnica aquí. Simplemente
señalamos los aspectos más atractivos e importantes de este método en
nuestras propias palabras.
EL CARÁCTER HISTÓRICO DE LA VERDAD Y LA NEUTRALIDAD DE LOS
SABERES
La segunda actitud que refiere Wallerstein en su obra, es la que, como sea, con
su praxis, ya dijimos, es reivindicada por algunos grupos estudiantiles de la
universidad. Como es lógico, rechaza la neutralidad valorativa y plantea, en
contraposición, al científico comprometido. Esta actitud debe limitarse porque
también comporta sus riesgos, en alguna medida justifica las presiones y las
persecuciones de los científicos “no comprometidos” por parte del
establishment. Así ocurrió con Galileo en el siglo XVII, con algunos biólogos
soviéticos durante el estalinismo y con tantos otros durante el macartismo en
los Estados Unidos. A pesar de todo y por cuanto no podemos negarnos como
sujetos políticos, creemos que esta última es la más honesta de las dos
actitudes mencionadas.
Del anterior acápite se deduce que no se pueden aceptar leyes generales para
todas las sociedades, es decir, que no hay una realidad histórica, política,
social, o económica, única y general para todos los pueblos. La Organización
Colombiana de Estudiantes OCE, en un texto bastante abstruso, ha difundido
recientemente la idea de que existe una Verdad Absoluta y que tal verdad
viene, al menos en el campo de las ciencias sociales, de utilizar el método del
Materialismo Histórico, en una versión del mismo muy discutible conocida como
la Teoría del Reflejo, que, a decir del profesor Julián Sabogal, docente del
programa de Economía, es propia del estalinismo. Las definiciones del
documento [titulado “Verdad Absoluta y Verdad Relativa] se parecen bastante
a las de los manuales que los soviéticos produjeron con el nombre de
Materialismo Dialéctico, que es algo así como la lectura estalinista de Marx,
dice a propósito. (cfr. Carta abierta sobre “VERDAD ABSOLUTA Y VERDAD
RELATIVA”) Es cierto que el Materialismo Histórico, en la versión clásica
planteada por Marx es un método válido hasta cierto punto para la comprensión
del mundo y de nosotros mismos, pero no el único. La versión estalinista, por
su parte, debe ser tomada con mucha más reserva en la medida en que se
impuso a costa de sangre, fuego y trabajos forzados, por cuanto fue el
fundamento ideológico de una cruenta dictadura. ¿Pero qué dice exactamente
el materialismo dialéctico, esto es, la lectura estalinista de Marx? Dice Pessoa,
con poca verdad, que sabio es aquel que se contenta con el espectáculo del
mundo. Pues es precisamente esta clase de “sabiduría”, resignada e
inmovilizadora, la que enseña el Materialismo Dialéctico al postular el
conocimiento como una actividad objetiva a ultranza, al negar cualquier
participación activa del sujeto en el proceso cognitivo, al hacer del sujeto un
reflector pasivo de una realidad “objetiva” que le viene de fuera. Marx había
señalado ya que esta posición, aparecida mucho antes de Stalin por cierto, no
comprende la importancia de la actuación "revolucionaria", "practico-critica".
(Cita tomada de Carta abierta sobre “VERDAD ABSOLUTA Y VERDAD
RELATIVA”) El sujeto se niega al punto de anularse como motivador del
cambio social, como ser revolucionario, el sujeto debe contentarse con el
espectáculo del mundo, y vaya qué espectáculo. Difundir un pensamiento así y
aspirar a que sea el paradigma de la Universidad es abusivo, excluyente y
perjudicial para quienes piensan de manera distinta, las personas que llevan
ese tipo de visión de mundo serían muy peligrosas si obtuviesen el poder ya
que pueden llegar a eliminar a los utópicos, a los idealistas, indígenas, afros,
cristianos, místicos, budistas, en fin, a cualquiera que se atreva a negar o a
cuestionar que lo que ellos dicen es “la verdad”.
EL DESARROLLO
La idea de Desarrollo que nos han vendido los países del Centro es una
“ilusión”, una especie de espejo en el que se deben reflejar nuestros pueblos o
de gradas por las que debemos “ascender” para llegar a ser como ellos. ¡Qué
embuste! Esta forma de ver el mundo supone que todas las sociedades a
través de la historia atraviesan por las mismas condiciones, que no existen
particularidades culturales entre ellas, cuando la verdad es que salta a la vista
que los pueblos latinoamericanos tenemos condiciones históricas distintas de
los europeos o asiáticos o que incluso, como afirma García Nossa, dentro de
los mismos países desarrollados han habido procesos históricos distintos de
industrialización. ¿Debemos dejarnos llevar por la corriente que representa los
espejos del Desarrollo o debemos buscar alternativas nuevas y propias para
encontrar nuestro rumbo próximo?
Colombia vive una tragedia social inmensa, desde hace cinco siglos cuando
menos. Sin embargo, no saldrá de ella si pretende ser como los países que hoy
se llaman “desarrollados”. En este punto cabe distinguir el acto de
“desarrollarse” que es tan viejo como el Capitalismo, de la idea de
“desarrollarse”, mucho más reciente. La idea encubre al acto, trata de darle un
cariz filantrópico. La acción de desarrollarse que ineludiblemente requiere,
dentro de los límites del Capitalismo, el sometimiento de unas naciones por
otras y el deterioro del medio ambiente a niveles si se quiere irreversibles, se
vende, a partir de 1948, año de su elaboración como discurso por parte del
gobierno de los Estados Unidos, como un acto neutral, inofensivo y hasta
natural, que todas las naciones podrán, tarde que temprano, realizar. El
concepto, la idea de “desarrollo” es tan camaleónica, tiene tal facilidad para
transformarse en lo que uno quiere: derechos humanos, activismo de género,
salud, educación, defensa de las minorías, etc; y además es tal su
omnipresencia, estamos tan sumergidos en él, que es difícil advertir sus fallas y
enormes peligros y los intereses que oculta, que no es sencillo resistirle. Ya
decía Rist que la idea de “desarrollo” tiene una inmensa capacidad de
seducción (Rist, 2002: 13) Sin embargo, este hecho no nos puede servir de
disculpa y mucho menos a ciertos grupos estudiantiles de la universidad que al
tiempo que escriben un texto titulado “Universidad para el Desarrollo” se
autoproclaman adalides de la lucha antiimperialista.
LAS DISCIPLINAS
Ahora bien, no estamos diciendo que se retire el poco apoyo financiero a las
instituciones investigativas y generadoras de conocimiento que hay en el país.
Lo que hacemos, mejor, es una invitación a los científicos de todas las ramas a
pensar si precisamente esta forma de conocer, basada en las disciplinas es la
más conveniente para todos. De nuestra parte, creemos, modestamente, que
no. Como Braudel, pensamos que la Economía, en sí, es evidente que no
existe (Braudel, 1986: 10), porque sencillamente tampoco existe su objeto de
estudio, un hombre netamente movido por el egoísmo. Igual reflexión es
posible con muchas otras ramas del saber: el hombre no es aisladamente
psicológico, biológico, químico, físico, artístico, político. Es todo esto y a la vez
mucho más y mucho menos. Decía Morin que toda organización, y el ser
humano lo es, posee emergencias y constreñimientos, pierde y gana
cualidades como consecuencia de su forma de organizarse. Lo humano en
términos biológicos: su inteligencia, su capacidad para transformar el entorno; y
en términos culturales: el lenguaje, el discurso, las artes, la religión, los oficios,
son fruto de una superposición azarosa pero bellísima de emergencias y
constreñimientos, es decir, de cualidades ganadas y perdidas, debido a su
forma especial de organización y que no se explican por la suma o resta
aritmética de sus partes integrantes. Es, por tanto, equivocado pensar,
siguiendo el razonamiento disciplinar, que estudiar por separado al “ser
humano social” y al “ser humano biológico” equivale a estudiarlo todo en su
conjunto. Las disciplinas no pueden dar cuenta de las emergencias ni de los
constreñimientos que rodean a cada fenómeno y por tanto, en últimas, no
pueden dar respuesta a buena parte de los interrogantes del mundo de hoy.
EL MEDIO AMBIENTE
La primera está relacionada con el espacio. Sabido es que el Capital sortea sus
crisis, que casi siempre consisten en un exceso del mismo, ubicándose en
lugares relativamente vírgenes de su influencia. Sin embargo, la globalización
ha expandido el Capital a todos los rincones del planeta y cada vez será más
difícil que los capitalistas eludan sus crisis mediante una sencilla reubicación
geográfica, como se hacía con bastante regularidad hasta hace poco.
La segunda tiene que ver con los efectos que la producción capitalista, basada
en el principio de un crecimiento ilimitado, ad infinitum, tiene sobre los
materiales que directamente utiliza, esto es sobre las materias primas y
también sobre aquellos elementos que no son usados de manera directa pero
que se ven afectados por su mecanismo. El efecto claro, al ser dichos recursos
limitados, es que los mismos tenderán a escasear y a volverse más costosos.
Si se tratara solamente de materiales privativos de la producción industrial esto
sólo se vería reflejado en una menor posibilidad de acumulación de Capital por
parte de los propietarios, como ocurre con los combustibles fósiles. La cuestión
es que también están involucrados elementos cruciales para el sostenimiento
de la vida en el planeta. El caso más grave de todos es el del agua, no sólo
porque en sí ya es preocupante, sino porque de ella depende en buena medida
la producción de ciertos otros alimentos, si no la mayoría.
Dice William Ospina que la principal tarea que un conglomerado social debe
acometer es responder a la pregunta por su identidad, pues si no es claro lo
que es, menos lo será su derrotero a seguir. Cabe decir que esta pregunta
nunca se responderá a satisfacción, se rehace y transforma siempre con el
paso del tiempo. Colombia todavía no ha emprendido esta labor, ha pospuesto
demasiado tiempo la reflexión sobre su destino, la definición de su proyecto
nacional, la decisión sobre el lugar que quiere ocupar en el ámbito mundial.
(Ospina, 1997: 5) La pregunta que actualmente ciertas personas se están
haciendo en la Universidad de Nariño en torno al concepto de Región, apunta a
completar esta labor inconclusa señalada por Ospina, apunta a saber qué
somos y por lo tanto tiene enorme validez, más cuando es Colombia un país
tan diverso, un país que es a la vez tantos países, como dijera Aurelio Arturo.
Seguir pensando que nuestra identidad puede estar definida bajo los esquemas
del Estado nacional burgués, que debe ceñirse a la actual división político-
administrativa y a los cánones legales de nuestra endeble democracia
republicana, demuestra cortedad de miras. Algo nos hace intuir que somos más
que estas definiciones acartonadas. La pregunta por la Región sólo es un
reclamo a seguir indagando en esta sutil sensación de que somos algo más
que las frías conceptualizaciones de “los otros”. Porque cada sociedad debe
tener autonomía para decidir su camino, que no es un camino que está
determinado totalmente sino construyéndose a cada paso con fundamento en
sus circunstancias histórico-político-sociales. Los pueblos necesitan definirse,
porque definición es liberación; pero la liberación no puede provenir de los
caudillos, ni de los grupos parlamentarios solamente, sino y sobre todo de la
acción colectiva de insurgencia de los pueblos, desde ellos y para ellos. Toda
comunidad tiene el derecho y la obligación de ser más justa, más equitativa,
tiene el derecho a indignarse porque algunos de sus miembros se están
muriendo de hambre y porque sus bosques y sus ríos están siendo
contaminados. Toda comunidad debe tener la libertad para elegir que ni el
dinero, ni la acumulación, ni el poder per se son lo primordial para reconocerse
y entenderse y la autonomía para decidir los parámetros fundamentales de su
bienvivir, para decidir críticamente qué acepta y qué no de los diferentes
pensamientos existentes en el mundo.
BIBLIOGRAFÍA