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A 8 de febrero de 2001.
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Despierto
Los ojos despiertan cansados a pesar de que escasea el sueño. Mi
cama se hunde ante mis más de setenta kilos. No estoy gordo para mi
edad. El silencio es roto por los coches, que aunque no pitan porque
demasiado normal para la edad que tengo. Y de eso trata esta historia
años. Camino suave hasta el cuarto de baño. Las maderas del suelo
los grifos; ya me da igual que sea agua caliente que fría. Me da igual
ducharme con agua fría que caliente, creo que mi cuerpo ha dejado de
del agua fría hoy está atascada, pero hago un pequeño esfuerzo más y
Estoy allí con mis manos juntas, ambas recogen agua y me la lanzan a
Estoy de pie, con mis dos calcetines blancos, deportivos los dos
inquiete cortarme el pelo, porque rememoro que una vez, tuve el valor
cadenas, llevan perros también, pero lo que más gracia le hace a uno
es que los chicos llevan más cadenas que el propio perro. Y a veces
huelen peor que sus perros, aunque para eso habría que tener un
“medidor de olor”. Porque los habrá, imagino que los habrá, como los
muchos años. Justo cuando la vida no nos iba tan mal, y cuando nuestra
única hija Cristina vivía con nosotros. Cristina me dijo el día del
entierro que vendiera mi piso y que me fuera a vivir con ella. Me puse
Carmen arreó una patada al aire, aunque ese aire fue a topar con el
que me cojo unos pantalones del mismo color que la puerta del cuarto
agujero ya muy cedido, está desgastado, pero aún sirve para sujetar mi
ochenta y nueve. Normal que tengan esa cólera, pero se les pasará
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veréis!
-¡Oye! Con tu verborrea... ¡Umm! ¿No serás tan bueno con la pluma?
-¿Por?
genial.
-¿Qué desea?
Sabía que la chica podría darme gato por liebre, sabía que tampoco
quería nada del otro mundo, meramente quería aprender a usar aquel
ordenador, pero jamás había llegado a teclear con los nuevos modelos;
quería poner las cosas claras ante aquella chiquilla antes de que se
joven?
creímos, y...
Los dos mozos no instalaban sin cobrar, por lo tanto, les tuve que
pagar dos mil pelillas para que me instalaran todo. No me dijeron nada
con dibujos que ahora llamo iconos; en uno ponía mi PC, en otro mis
Durante diez días estuvo apagado, hasta que mi vecina otra vez
atrapé el truquillo. Es como todo, ¿no? Me sonrío ella una vez hubo
Mis pasos ahora, ya con unas botas marrones de cuero falso, me han
llevado hasta la cocina. Estoy ahí, mirando por la ventana sin apartar
las cortinas. Hay niños como decía; siguen ahí. Unos corren porque
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llegan tarde, otros ríen, otros tienen sueño, y todos, van al cole. Es
corretear por el patio, y jugar al balón. Yo quiero vivir mis doce mis
trece, catorce... todos esos años que ahora creo que son mucho mejores
Los colocaron hace meses mis nietos durante los últimos quince días
que estuvieron aquí. Tengo dos nietos. Los dos niños, y no sé si los
volveré a ver algún día. Espero que sí, pero no lo creo. En la nevera
del brebaje en un vaso que saco del armario blanco con tonos
están muy limpios, y es porque aún me cuesta hacer esas tareas. Aún me
tantas cosas; como ir a hacer las compras, como sentarme a ver la tele
mucho.
también tiene una mesilla donde reposan las llaves, cartas, y mucha
Con las llaves entre los dedos, doy dos giros a la cerradura y
cuerpo.
brazo.
con mis seis botones de este abrigo negro, con mis zapatos marrones y
Desayuno
El bar esta mañana está como siempre, muy temprano aún; vacío.
siempre te deja una sonrisa marcada para todo el día. Dentro hace
crees?
la boca.
declarado, más.
y yo, hablando. Somos tan necios a veces, son los medios los que nos
fútbol, ¿verdad?
gusto la tortilla.
un poco todos los días, tiene una mirada entre inocente e infantil.
Y debe estar aún muy caliente, porque tan sólo de vez en cuando
¿qué haces?
-No le tengo, tranquilo. –Se acerca hasta los cafés de las mujeres y
vida jovial.
cansado pecho. La primavera que ahora espero que llegue, puede que, si
otro sorbo al café, aparece Pedro. Este chico tiene apenas treinta y
cuatro años y tiene el culo tan pelado como yo; casi. Su voz es grave,
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lleva una de esas perillas que tan de moda se ha puesto ahora con
bigote. Lleva un traje lila, camisa grana y una corbata a juego con el
buen café antes de ir a clase. Aunque sé que viene aquí, ya, por
-¡Qué pasa Miguel! –Su voz, que me inunda los oídos, sigue siendo
miro con ojos que asienten que estoy bien, continúo terminándome el
taburete. Y lee, lee todo lo que pone, y se le forman unos ojos medio
ese gesto realiza un paso de página lleno de rabia- ¡No hay derecho!
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18 años era terso como una tabla. Y me contó más cosas que, si surgen
que ahora nos escucha, y que se divierte. Pero su rostro precioso, tan
-¿Te trabajan?
-Los chicos nunca trabajan, Miguel, los chicos se las saben todas.
Hay alguno que se curra algún trabajo, eso sí, de verdad, para qué
de vez en cuando.
al sentir el suelo.
-¿Marchas? –Me pregunta con la mirada más firme que antes, con el
se despide.
El bar está mucho más lleno que cuando yo entré, tiene grupos de
cáfilas que conversan de manera continua y alta. Cada cual lo hace más
alto para poder oírse, y ahora que estoy fuera, me doy cuenta de que
las ideas perdidas. Tengo ideas, pero las olvido segundos más tarde. A
veces tengo miedo de olvidar cosas importantes, aunque por ahora, las
Personajillos, unos más mayores, otros más jóvenes, otros más lentos,
son sólo jóvenes los que usan este entretenimiento de viaje; veo una
señora mayor con bolso que lleva los dos pinganillos abrazados a sus
orejas. Todos ellos caminan por la gran acera, cruzan el puente que
por ahí nunca que ha llovido. En los bancos de estos parques hay
observar.
espacio que han dejado para el tranvía. Dentro de unos años, esto
joven, que tuve novias, que podía correr, que podía hacer el amor,
Creo que no. En mi vida no hay alguien que se merezca que le haga el
otra tarea que hacer, y leen los periódicos. Y disfrutamos con ello.
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lejos. Unas veces las noticias son malas, otras interesantes, y de vez
cuando, buenas.
escaleras, luchando contra mis pies cansinos, que sufren cada peldaño.
porque hacía años se robaban libros muy a menudo y, eso sí que era un
En la biblioteca
El señor es de una edad llegada a los cuarenta. Lleva barba de dos
planta. En esta planta hay una sala de conferencias, creo. Y otra sala
una piel morena y hace gestos amenazadores. Viste una camisa de rallas
derecha nada más entrar. Dicha mesita posee forma de media luna.
por favor.
luz la antesala.
para hojear.
casi sin quitar sus ojos de los míos, abre la puerta de la sala.
gritar.
-¿Sí?
intento saludar a Miren con mi mirada, pero está con la cabeza gacha y
solamente se le ve la coronilla.
que discutía con Miren, pero tras varios vistazos, doy con su figura.
y el que parte a la sala en dos, dejando a los lados las sillas y las
mesas. Las mesas tienen un diseño que dibuja una montaña de madera con
alguien acaba sentado delante de ti. Las sillas también de madera con
inquieto más bien, de pelo corto al igual que yo, blanco y, que está
todos los días aquí. Tiene la piel roja, por lo menos la que le
años bajo la mirada de su aún viva esposa. Tiene tres hijos, una niña
Una vez, dos años antes de que le jubilaran, -él dice que le
relajada con la joven Miren de ojos verdes claros. Ella llevaba rato
paz, pero Miren, esa mañana, me iba a tener que apuntar en esa lista
secreta que por algún lugar debía esconder; esa lista debía darme el
que no iba a aparecer hasta dentro de siete días como mínimo. Y yo,
escribía a papel y bolígrafo. Desde pequeño –once años tal vez- era, y
que caminaba erguido, con su jersey de punto rojo oscuro, del tono de
corto blanco, dejando entrever el tiempo en que fue rubio. Cruzó Los
mangas cortas, por las que salían sus brazitos blancos, débiles,
negro se veían más finitos, los otros de color morado, más anchos. A
la altura del pecho dos botones, uno de ellos sueltos. Al chico del
esos collares hawaianos que ahora tanto se ven en los mozos. Don Luis
aún, en una mano portaba el folleto. El chico vio que el hombre mayor
aquella sería la última vez que vería a Don Luis de pie. Mis ojos iban
“Don Luis”. Se ganó ese nombre debido a lo educado y dandi que era
escaleras, con una lágrima en cada ojo. Ambos eran dos estrellas
dejó asustado. Creí que moría. Pero no lo hizo. Simplemente, tuvo tres
un poco.
lleva una camisa a cuadros, de color azul con rayas de tonos verde
leo, la que tanta verdad posee, y tanto nos quiere enseñar; siempre en
El mundo cada día vegeta más loco. Noticias que divagan como pura
nada. Pero yo, aún tengo miedo, porque hace que te acostumbres a las
Desde los sucesos, hasta los hechos políticos; estamos locos. Te das
cuenta que las chicas cada vez están más indefensas, aunque también
lo que fuera que se lleve ahora. ¿Qué se lleva? ¿Hay más sorpresas
para este gran hombre? Las habrá. Yo solamente pido justicia, nada
más.
los días que llevaba enterrada, un color morado junto con el negro del
uno no quiere despertar para ser una buena persona. Cuál es el lapso
diecinueve años. Porque yo soy el primero que quiero llorar ante esto,
sirve para exacerbar a este pueblo tan enojado. A veces esto enternece
con otro, unido, debería dársele una oportunidad. Si sale que no, pues
denegado y ya está. Si sale que sí, pues para que retener a un país
pero no sentía que vivía. Creo que sentirán algo similar los vascos
aferrados, los que se dicen llamar ¿cómo es? ¿Nacionalistas? Creo que
también usan otra palabra, aunque esta es para los que dan la vida por
deben sentir como cuando yo me sentía con Franco, cuando tenía tantas
horóscopo. Soy muy mayor para hostigar en esas cosas, pero me produce
mí.
padre vestía con unas botas de monte y tenía unos brazos recios; muy
estómago tan grato, que reía y le pedía más y más. De él recuerdo que
preguntó qué tal en clase, nunca me preguntó por las notas, nunca. Las
cerezas bajo un árbol. Era junio cuando llevé las notas a mi madre,
que las vio, y sin decirme nada, las guardó. Pero a la noche, cuando
había dejado dos. Lloré de rabia porque sabía que la culpa era mía y
ahora las mujeres hablen del pasado que tuvieron que vivir sus
cuenta cuando estoy a más de cinco pasos de ella, por lo que decido no
días hay poesía de aquí, del pueblo vasco. Hace dos semanas entré a
que poseen algunas bibliotecas. Luego, una vez sabido autor, título, y
una clave que te cita el mismo ordenador, debes apuntarlo todo en una
que anoté y, es Miren quien guarda una de mis hojitas. Hoy no había
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nada interesante que fotocopiar así que no he apuntado nada. Doy dos
pasos más hasta la mesa, miro a las escaleras de palacio que llevan a
la planta de arriba, y veo pasar gente que sube, y otra que desciende.
literatura y uno de mis relatos, Miren pestañeó dos veces dejando caer
libro...
-¿Qué tal los relatos? –Sus dedos pasan una y otra vez las
hojitas. Las cojo con mis rugosos dedos. Siento el suave papel, la
me voy.
atento, con cara de asustado, niño bueno. Lleva una trenca larga y
En la otra mano ¡el impúdico móvil! Parece tener prisa porque anda
cinco veces más rápido que yo, levanta la vista, se cruza con mis ojos
abrigado y con las notas entre los dedos, llego a la ventanilla. Hay
varios chicos antes que yo, unos han facilitado ya las notas y
aprendí de joven, y lo recito tumbado boca arriba con las manos juntas
aquí esa moneda. Creo que no podría convivir con tanto desconocimiento
Le he visto leer “El señor de las moscas”, le he visto leer “La piel
del Tambor”. Le he visto hace dos días con un libro de Cela. El chaval
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anuncio?
que algo afable pueda salir de aquella maquina de café; tan rápida y
degusto.
-Un poco –me dice girando solamente el cuello, esta vez hacia la
derecha.
son callejeos con mis cansados tobillos, con mis ojos abiertos, mi
en verde oscuro. Fijo más la visión, pero no puedo sacar nada más en
limpio.
difícil adivinar que está asustado y, que pensará que soy un loco
los ojos, él la baja e intenta recoger los no menos de cien folios que
literatura?
-Sí, bueno.
última mirada.
Yo que le miro con los dos periódicos aún entre los dedos, lo veo
folio y me encuentro con palabras. Las leo una vez y otra vez. De
reposa caliente. En ese momento baja Don Luis, con su bastón, su cara
las palabras.
-¿Fotocopiaste?
-No, no, -digo doblando la hoja lo más tranquilo que puedo. Pero
cinco duros, fotocopio las seis noticias. Dos me salen mal, así que
mis hijos, y con... –Se muestra cauto. Los dos nos mantenemos en
fotocopiadora.
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noticias económicas. Con los dos periódicos de la mano y con las hojas
-Pues tarde. Cuando llegue a casa, igual las doce, si me tiro una
tarde?
¿comprendes, verdad?
despierto solitario todas las mañanas y sin nadie con quien convivir.
quiero morir.
despido con un hasta mañana, débil, triste pero firme. Don Luis me
Una chica me mira con cara de susto, como si fuera un bicho raro. Mi
más cansada.
Mientras bajo por las escaleras que cayó Don Luis, doblo las seis
sofá todo el día. Cristina, mi hija, creyó que yo había obrado como un
esperara que volviera a pisar ese entablado, (dio dos golpes fuertes
Algún día residiré allí, quizá cuando amanezca tan viejo que no me
acuerde de quién era, cuando mis bisagras dejen de caminar, cuando mis
de Carmen que, esta vida sea tan sólo un prefacio. Pero por ahora no.
dos coches muy apurada. Pobre enfermo pienso. Cuando llego al portal
sé casi nada del idioma vasco, algo tal vez, aunque éste es un Euskera
diferente. Doy unos pasitos quedando a unos cinco metros del coche. Mi
tiene unas escaleras que te acercan hasta la puerta que ahora está
abierta del todo y que queda lejos del coche que han dejado aparcado
creo que rapado, aunque no lo sé porque lleva una gorra- quiero saber
Huelo a tabaco; son ellos dos los que desprenden dicho aroma. Uno
Tardes y noches
Me dijo el doctor que caminara, que si no me quería morir sentado,
que caminara. Que si no quería sentir los gritos de mis rodillas cada
mis tobillos, que caminara. Y así lo hago. Todas las tardes, camino
Desde que dejé mi trabajo de banquero, allá por los años en los
que Cristina correteaba por nuestro primer y único piso, dedico las
que aún quería amar, y una buena hija, que aprovechaba su noviazgo con
muchas tardes sentado frente a billetes de mil, dos mil, cinco mil,
que ahora mata su vejez en colocar letras una tras otra para contar
cada una de mis palabras que se lee. Aún, mi vecina la del primero, no
dos mil ejemplares, aunque su difusión puede llegar a los cinco mil.
Empecé a escribir desde joven, siempre con una ilusión vaga, con
ojos, su cabello claro. Ella entera era bella. Su sonrisa atacada por
A esta edad, me doy cuenta que la peculiar imagen que poseo de ella,
es tan sólo la vejez. Los años jóvenes me vienen muy borrosos y esto
deslizan en las líneas de algún libro, que ante una gran trama me
tiene prendido.
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novelas, sólo cuentos cortos y largos. Los primeros tan mal escritos y
igual que ahora ignora que tiene un padre que publica en un periódico
algunas personas, le cogí los siete folios y dando vida a una sonrisa
porque hacía de mis fines de semana un abandono a ella para vagar por
mirarme sentía que el amor no podía ser tan grande como ella lo
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sentimental. Durante los últimos años juntos, fue cuando más quise
existe.
tiempo.
paisajes. Durante los últimos años con Carmen, ambos paseábamos mucho
que me dejó mi amor, que camine hasta que me encuentra con ella. Pero
¡Qué bien sienta este orujo de hierbas después de comer! El sofá
se hunde y mi culo con él. La tele deja un sonido leve en mis oídos
semicírculo considerable.
oigo a los vecinos que dan porrazos suaves, luego parece que mueven
muebles...
luz, que traspasa siempre las dos ventanas del salón, una frente a la
hora de llamar con el dedo que señala; el índice. Gira más, o menos,
de un móvil, pero me da igual (Lo digo por el coste). Este chico tiene
paredes de las calles para vender qué. ¿Es una novela o qué narices
puede ser esto? Igual es una vida real, nada más, y lo único que pide
es ayuda para esa chica; Laura. He de hablar con él, no sé cómo pero
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madera.
un bic negro que está medio roto en la parte superior. Ahí es donde
Cierro mi entrada y el chico, que lleva entre las manos una bolsa
mano.
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espaciarse del clavo y a la vez del suelo, sus ojos alicaídos, sus
Hastiado.
de joven, pero también recordar que vivo enfrente, soy mayor, y duermo
pocas horas.
La chaqueta ha de abrigarme el cuello. El viento es un conductor
cinemascope.
Las obras se están acumulando. Las que terminan es para dar paso a
las siguientes, y existen otras obras que, una vez terminadas han de
adoquinar. Tablas que nos forman caminitos, que evitan de esta forma,
algún tronco ancho y gordo. Cerca unos guantes usados, una carretilla
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con dos azulejos, un casco de algún dueño que descansará a estas horas
protegidos por esas celdas del color del cielo, aquellos que nos
los que vienen de frente, incluido yo. Debo esperar a que el grupo de
momentos de mi niñez...
debajo el abismo infinito. Con mis pasos suaves, mis botas marrones de
azoradas.
golpea cada cuerpo con ferocidad. El mío ha sido atacado en los huesos
¡Paf!
Lo siento.
Han sido dos segundos; uno de dolor, y otro de dos palabras que
libreta y apunto. Lleva una falda roja, ceñida, que rubrica su adufe
el río humano sube y baja, yo, prosigo sentado, con las rodillas
fueran su defensa.
ante la lluvia. Elevo mis hombros, meto las manos en los bolsillos,
quitar de la orilla del edificio que nos cubre de los celajes oscuros
cara del escritor y una sinopsis breve, a veces muy mala, y otras tan
entre la mano; una de las obras selectas que habíamos comentado antes,
-No importa.
que toma entre sus manos. Miro su mano izquierda y observo una alianza
mismo momento que voy a darle la espalda, algo del interior, como un
-¿Qué?
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número de teléfono...
Sus pasos se pierden por la vereda que marca una de las mesas que
sin ganas.
que las cejas, aprieta los labios dejando el inferior en forma de ola
que huye a otra ciudad. Impotente porque su alma viaja a otra región,
joven.
asemejan más, ambos cabalgan con sus pasos más oscilantes. Los trajes
corren, sino que avanzan a tirones de una cuerda que ahora puede
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llegar a coger tantos metros... Del cuello van blandidos. Existen dos
tipos de paseos:
Hay más coches y más cansados, más frenazos, más acelerones. Las
luz toda la calzada, y gran parte del edificio de uno de los bancos
regalando sus rayos pinta las hojas de los árboles con un tono
llegar al hogar sería desmesurada, puesto que los huesos todas las
tacto de los azulejos, sentir que vivo, que respiro, que el viento me
de pie, y los puedo mirar sin que ellos sepan lo que estoy pensando.
catre, quiero otorgar a mi talle una altura que siempre tuve desde la
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fría en los poros de mi seca piel. Quiero sentir todo eso y olvidar
que vivo solo, que soy viejo, y que nadie me recordará en mis
vivo, deseo reparar como mi corazón aún puede enviar cosquilleos a los
conozco a ninguno de esa tanda que está apilada en unos alzapiés. Dos
llevan bastón, dos calvos, rugosos como yo, ropa de punto; chaquetas.
exceso, y el escaso intersticio de cielo azul que han dejado las camas
dos bolsillos, cerca de los riñones, pero son tan menudos, que me es
a pesar de que la derecha está vacía, tampoco cubre toda mi mano. Por
lo que desisto, las dejo firmemente tensas, y con medio cuerpo fuera,
frente al viento frío. Avanzo encogido, y cuando paso por delante del
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que querrán decir algo así: Ahí va, es de los nuestros, ¿sabéis? Un
lleva una rosa en la mano y un libro en la otra. Lleva una falda larga
y la rosa.
del hombro. Hubo un tiempo en que esa parte de mi brazo tenía fuerza,
abrazados hasta que el sol nos llamaba a la ventana con sus duendes en
forma de luz.
conserva muy bien. Debajo del maquillaje está su cara. Sus pestañas
un gránate suave, y que resalta ante el rubio claro que cae hasta bien
unas posaderas redondas y unas piernas siempre ocultas tras una falda
paseo.
-De la feria del libro, me regalaron una rosa y compré este libro.
dedos.
otro hombro.
vamos a hacer.
un néctar adorable.
-¡Cuídate! ¿Vale?
-Lo que desees –le digo dejándole pasar e invadido de una sonrisa
nítida y perenne.
dormir.
abril que cede el paso a la noche con su luna redondita, sus estrellas
Acongojadas y sujetas unas con otras se hallan las estrellas en el
trasero mío yerto, perdido en una muerte que espero lejana. Y mis
Habitan junto a mis pies los restos de una cerveza que ya no está
más de una vez para que engañara a Carmen. Pero el sueño no se regodea
con esas imágenes. Lo único que fantaseo es que vuelvo allí. Sin
embargo, esta vez soy viejo. Las colas de gentes sin final que vienen
eleva por los aires como si fuera un can pequeño. Encojo hasta
setenta; soy un enano que sale del banco por los aires sujeto por la
grúa de mi jefe, el cual, sin reparo alguno abre las dos puertas, me
inalterablemente
la una. Es muy tarde para que yo esté aquí deambulando, quieto y con
los ojos abiertos mirando al frente sin percibir más que recuerdos que
alfombra, con mis dos pares de calcetines sucios y mal olientes, -lo
incurrido. Pero prefiero ignorarlo por hoy y quizá por siempre. Sería
lo idóneo.
ruleta rusa del sueño de este ya viejo de sesenta y siete años. Igual
conquistara la escalera.
última vez fue aquel día después de reyes, en el que Cristina vino por
última vez (sola claro está) para invitarme a vivir con ella en
Cuando luego detectó que yo seguía en mis trece, dejó todo y empezó a
tenía la piel lisa, del tono del alba, y un rojizo débil en sus
carrillos. Los ojos cristalinos del champán y las copas al igual que
yo, que iba con un traje negro. Tan joven y tan delgado estaba; tan
que ella tanto creía. Nunca fue una mujer robusta y, siempre poseía en
su cara ese gesto que a mí, en esta noche de hoy memorándola, aún me
enamora; esas cejas rubias y ese beso en los labios que hacía de mi
Se cuela por las celdas de los balcones, por las prendas que marías
aislarlos del frío, sigo imaginando un pasado que siempre me fue mucho
coma que imagino aparcados uno tras otro, árboles que respiran
haberme acostado.
esta noche que aún vuelan por la avenida. Ya veo las sombras largas
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¡No! ¿O Sí?
portal. Un ritmo vivaz y sin tregua, les coloca a uno delante del otro
El chico,
nunca hallé razón; uno de ellos el presente. Y es que soy muy viejo
también, creo atisbar que le acompañan varios papeles bajo las axilas.
tal vez.
Seguía a...
fallar. Sólo lo veo evidente en este momento, cuando sus voces inundan
bornean por mi cintura escuálida. Pese a que los pasos de los dos
chicos que suben crujen más que todo el ruido que yo pueda dar,
únicamente vigilar o, si salir y discutir con ellos por las voces que
-¡Shhh!
dos: A Iker, ¿era Iker? Sí, di que sí; mi memoria gana adeptos en lo
arma plateada.
duermo.
“La gente ha sacado a pasear las bufandas, los abrigos, los paraguas y, todo ante la paradoja
del cartel del “C.I” que anuncia a bombo y platillo la llegada de la primavera.”
“Veo padres y madres en casa, abriendo cajas enceladas, de cartón claro y, sacando guantes y
bufandas, los mismos que sacan una vez al año. Y se los tienden a los niños y al marido, que ya
“Llegan a pie de puerto, y, la nieve que cayó durante la semana, en esos extraños, fríos y
testarudos días, los que se vivieron en la ciudad mientras grandes almacenes insistían con la
primavera, está allí, tumbada. Alguna nieve duerme en las campas, otra en las ramas de los
árboles, en las orillas de la carretera, en los tejados, en unos columpios desiertos, en escaleras
lisas, que han sido usadas como rampa de descenso por algún otro niño acompañado por su
familia...”
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“Los niños casi sin esperar a que su madre les abrigue bien, bajan, corren, y juegan a bolas,
entre todos hacen un muñeco: Con su nariz, con sus ojos, con sus orejas... Y cuando están
cansados, calados y fríos, no pueden más, entonces la mamá les da ropa seca, se cambian en el
coche y, ante el sonrojado sol, se toman una sopa que mamá trae del bar de enfrente; caliente.”
“Y antes en la urbe, miles de personajes urbanos maldicen el agua nieve, el frío, el viento”
“Y finalmente, cuando llegan, fríos, mojados y cansados, se duchan, se ponen al calor de una
estufa, mientras la incesante agua nieve sigue susurrando en las ventanas y persianas de las
casas.”
Los días se cumplen en esta ciudad. Aún despierto todas las
menos frío y acompañados de mayor calor. Ahora que los días son más
mi abarrotada miente.
Aterrizar en la estrella
que abanica el viento...
Cada vez que mi arena
navega en silencio por tu cuerpo...
pelota, cesta punta o cualquier derivado que mane de esa bola tan
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acabo viendo son a los dos hombres corriendo en un frontón. Así que,
novela de Torres.
la gran vía, hacer de cada día uno más, y vivir. Lo sé. Porque la vida
puedes vivir todos los años de tu vida sin tener un altercado con
Hace poco hablando con Luis, Nacionalista moderado, (cada día más
algo, había sido por la tele. Lo más próximo que había oído explotar
algo, había sido por la tele, y lo más cerca que había sentido morir a
alguien, había sido por la tele. Y Don Luis vive en el mismo País
sensación de que ETA circulara en sus vidas. ¿Ha tenido fortuna hasta
el día de hoy?
moriré sin poder hacer nada y sin percibir una solución clara para
Yo tuve el primer trato con esta banda a mis cincuenta años. Fue
Recuerdo que bajábamos por Hurtado Amézaga; una avenida ancha que
Viajaba con un libro entre las piernas, tan aburrido que llevaba a mis
tenían como destino su casa; unos para tumbarse en el sofá, otros para
puedo revivirlo...”
Yo, que seguía con el libro entrecerrado y reposado sobre mis muslos,
de mano. Coches salen despavoridos por ambos lados. Veo un SEAT panda
rojo al que le chirrían las ruedas, y se pierde entre más coches y los
luego exacerbado de odio, grito que son unos salvajes. Fuera de mí les
dos jóvenes, al igual que la niña y yo, tenían cortes en los brazos,
La vida aquí mientras tanto sigue igual. Son otros los que viven
la quema del transporte público de vez en cuando. Son otros los que
realizan esos actos, y somos los mismos los que percibimos las
ahora sean unos pocos, no significa que haya unos pocos, sino que
que desean es el mismo. Los medios no. Aunque si bien, uno no puede
ser tan crédulo, y yo sé que si hubiera aquí una guerra civil, muchos
cajeros...
palabras salir de su boca. Sobre todo con la última, que inundó mis
momento se pudo atisbar gota de tensión; con Don Luis la tensión era
esta época. Todos sus alumnos quieren saber lo que no han aprendido en
encabronado mientras ve, que con el paso de las semanas, poco a poco,
crisis. Y mientras eso sucede, en él, crece aún más su odio hacia ese
hubiera sido entre dos equipos españoles, (así lo siento) para ganar
biblioteca donde Miren guarda mis notas. Allí vivo en paz: Donde las
noticias bullen sobre los posibles pactos que podrían originarse entre
guerras ilógicas, donde los televisores luchan por medio tanto por
Cada micro mundo en el que vivimos cada individuo, posee un micro
que debería circular ya por las paredes de esta ciudad, hacen que yo
aún creo que volverá a aparecer en mi vida. Sólo queda que yo tenga
ese vigor interno, saber de una vez por todas cual es su propuesta y,
que ellos fueran los que realizaron aquel atentado, pero realmente, ir
con el arma en la mano y que esa misma noche muera un alto cargo
ruidos nada más. Pero como dijo Iker; “somos muy estudiosos, no sabrás
que estamos aquí”. Realmente sólo me he dado cuenta un día, pero vaya
día fui a elegir para percatarme de su presencia; miro, y les veo con
y que tiene a dos vecinos estudiantes, entre los cuales uno posee un
arma, o eso es lo que creí ver. Estoy viejo para saber si la mirilla
muerto? Hubiera sabido la verdad, eso seguro. Tal vez erré, y no fue
sí.
Son muchas las noches que deambulo a pasos suaves dando rodeos
esa noche, pero, los días amanecían, luego surgía la luna y su noche,
Esta vida la odio. A mi edad quiero verme más relajado, (más ahora
quiero estar, porque aquí, en esta tierra de asfalto o vida real, los
que posee mi vida. Adoro decir “mi vida”, adoro vivir y comunicar a
5
Amisto
Ciudad bella, ciudad hermosa. Un solo ojo, una sola vida y un solo
dejaron rastro tras su muerte. Y al igual que mis piernas, mis brazos
Ahora tengo más miedo que nunca a mi vida, tanto, que un cambio tosco
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por una asfalto rojizo y liso bajo unos rayos de sol filtrados entre
hace varios años en una de esas Navidades que pasamos solos en casa, y
que no fue de las peores- de suela fina, no reparan ninguna giba que
entorpezca mi andar.
alguna hoja aún del lejano otoño, y con las margaritas exhibiéndose en
vaqueros y unas botas marrones. Las pulseras ajadas, que tanto adornan
Temo que decida ponerse de pie, huir del modo que lo hizo aquella
¿Te importa?
-¿Sí?
-¿Quién es Laura?
fuerte, ¿a él?
-¿Cómo sabe...?
factible.
mismo.
-¿Por?
años que debiera estar en casa estudiando, más ahora ¿No? Que si no,
finalmente ininteligible.
otro dónde registrar. Permanezco sentado con las rodillas juntas, con
pelo negro cortito y liso, su collar rojo, verde y blanco, junto con
un amarillo desgastado.
-¡Ja, ja! Imagino. –Por fin cruzamos la vista; una mirada sutil
decirte, que ese papel era un proyecto que se me ocurrió para publicar
quiero serlo.
-Te cuento: Mira, había una empresa que te daba formato a tus
Yo, entonces, pensé: Pongo más o menos doscientas copias como la que
enorme, tal vez multiplicada por cinco, diez o veinte, ¿cuánta gente
puede leer un cartel al cabo del día, siempre contando con que no lo
arranquen?
87
dinero, me dijo tal que así: -Y con un tono burlón femenino arremete-
-¿Cómo?
vez sí de manera fija.- Había otra opción; una tirada mayor, abaratar
cedértelo.
-Ya, pero...
pensar que cerca de las diez. Pero aún no quiero que se vaya, por lo
-¿Qué crees? Quería salir de fiesta con mis amigos, ¿sabes? –Me
-¿Estudias?
-Lo dejé. Lo dije antes. -Me mira, cada vez más asiduamente a los
recuerdos...
pregunta.
-¿Trabajas?
-Mentiría si dijese que no, pero aún no te diré tanto de mí, ¿de
para ello, dos cosas: Una, que me dejes leer la novela, libro, o
-¿Quieres dinero?
-Te daré lo que cuesta. Pero si voy ayudarte, antes deberé saber
de tus actitudes.
libros.
responde.
-¿Sí?
extraño. ¿Usted cuántos años tiene? ¿No será un loco? Perdona, pero no
-De usted por favor no. –Le vuelvo a insistir mientras palmeo su
siete años. Soy viudo, amo en cierto grado la literatura y, sin más,
pasado, pero eso acrecentaría más su idea de mí: Que soy un loco.- Con
tus libros bajo el brazo, tal vez podría haber errado y hoy tú,
él es un poquito más alto que yo. Más fuerte, más joven, más serio, y
libro.
-No, no lo hagas.
-Lo dicho, me llamas el domingo. ¡Ah! Una cosa, vivo en Getxo, así
-Hasta luego.
su silueta.
92
diez menos cinco a juzgar por el reloj que se ubica frente a la plaza
ría de un tono cobrizo oscuro a ambos lados, no hago más que pensar en
gallina sin plumas. Mis rodillas oxidadas y, que tantos pasos, ya han
paso de cebra. Avanzo lánguido y dócil hasta que un veloz auto aúpa un
izquierda... –Recuerdo que cuando era niño hacíamos la broma. Una vez
madera con la que jugábamos, bien trabajada y, ¡ras & ras! Era muy
-¿Está bien?
-Sí gracias.
inspira, expira...
-¡Es increíble! Para haberle matado. ¡Van como locos! –El chico
útil, y se coloca bien la chaqueta vaquera con las dos manos, sin
mi gris pelo que se desbordó en los hoyuelos que ubican a mis otoñales
ojos.
-¡Es un paso de cebra! ¡Qué dice culpa suya! Son estos jóvenes de
hoy en día, que se creen amos de la carretera. –Me traba de nuevo del
modo cortés. Cruza la carretera por el mismo sitio por donde casi soy
algo, del mini bar, -que uno va acumulando con el paso de los años- o
un tema sobre la bebida que acabo de citar y, que quiero comentar como
mi memoria:
manda que las neuronas se adormezcan. Ante tal dispar situación, las
pie en el escalón superior y el otro atrás, veo a los dos que me ceden
paso.
compañero, Aimar.
siendo la hora y el día que es... ¿Será de la cena? ¿Con vino? Tal
vez.
Yo con la puerta entre los dedos, los veo marchar. Uno con
chapotear del whisky. La silla se ladea sin peso -pero mis lindantes
vacía y untuosa, de una tele que estropeé hace meses y que nadie ha
yodo que rociarla, se está sublime. Juro por mi Carmen, que no hace ni
Desde aquí veo el recipiente donde ella estuvo varias horas; descansa
al igual que no tiro sus ropajes de la vida, tampoco tiro el tarro que
quiero mucho! ¡Te quiero mucho! Le decía, ¡no me dejes!, ¿vale? ¡Por
conceder a mi mente una imagen futura mía en un barco con sus cenizas;
emergieron.
Y se durmió.
desmayo fortuito. Estuve unos días con mi hija, pero el panorama allí
huella que los vasos previos hicieron, ando más ligero, menos agotado,
pero sin abandonar del todo ese paso renco. El frigorífico imantado de
sentar. Entre los dedos mantengo el vaso, tenso mis piernas hasta
liviano...
¿Ocho años? Tal vez sí. Fue la última vez que le abracé allí, -
transcurrido ocho años. Porque recuerdo que hace menos, nos hicimos
noche aún. No recuerdo porqué surgió, pero sucedió como nuestra última
ceremonia carnal.
Estas noches tan yermas, necesito más que nunca a mi mujer, o tal
Acabaré dormido aquí en el sofá como siga bebiendo tanto. Pero bebo
Clamo sublime. Ando hasta la ventana, cuando aún quedan unos sorbos de
whisky en el vaso que vaga entre mis dedos. Me siento superior esta
esta ciudad. Tengo ante mí una calle prolongada y acuciada por algunos
un poco más.
tonto, estoy pellejo o casi, para que negarlo. Cuando quiero reposar
cuello de pico y con dos botones a la altura del pecho. Me ato uno, y
¿A quién se lo alquilaron?
pasillo.
102
Puedo hacerlo –me digo al tiempo que limo mi hombro con la mano
adversa, como que pudiera afilarlo para la gran batalla-, pero primero
menos doloridas por los duendes dadivosos del alcohol. Emprendo camino
de nuevo; las escaleras del cuarto y quinto están más firmes, las
algo de miedo. La idea de hablar con él, que tan maravillosa sonaba
¿Por qué ahora que estoy aquí arriba me parecen menos terroristas?
pálida. Sin querer esbozo una cantidad de aire que le debe llegar
sumo.
104
Mar adentro van barcos solitarios sin tierra en la que anclar. Mar
-¡Los vecinos! ¿No sabes? El otro día los vi llegar con un arma,
son horas.
breve...
105
verde. Cuando por la mañana, quiera ver ese prado verde, amarillo
patinan cuando reculo mi mano. La inercia me hace dar otro paso atrás,
mejor.
106
mi cabeza olvidadiza...
Estoy sentado con los pies calzados, que cuelgan de mis tobillos y
recuerdo era que subía por las escaleras. Luego recuerdo haber llamado
asusto más aún. Tengo miedo, mi cuerpo anduvo por ahí sin mí; son las
19:55.
Creo que la puerta desaparece por segundos. Una voz femenina llega
a mis oídos y luego, un portazo fuerte los ensordece de una manera tal
pie.
bajo la axila.
racional.
tú, ¿verdad? Yo únicamente les vi con el arma, y creo que son lo que
que tiene con sus vecinos, si quiere mañana más temprano conversamos.
un poco más de mí, y finalmente, me dice que lo siente, que estoy muy
hombro derecho tan dolido que no puedo moverlo nada. Intento saber qué
¿Cuándo?
¡Qué no!
108
Visto el mismo polo verde que anoche. Me levanto la manga con el brazo
exterminarlos.
De pie, con las zapatillas azules que aún llevaba puestas de ayer,
Pongo una mano en la cama que aún queda detrás de mí. Debo tener
llega más, que a los dos siguientes escalones, bajo de uno en uno,
poco a poco.
Intentaré abrir la puerta con algunas de las llaves que tengo yo,
¿podría ser?
vida, deberías saber más sobre cerraduras y cómo abrir puertas, ¿no
crees?
Anochece...
Tapado hasta el cuello, sin tiritar y, con una calidez que acomoda
cuarto. Los minutos fueron muchos. Minutos que sembraron una hora y
que sucedieron a más sueños, dando tales minutos los amargos frutos de
harta de mí. Las luces llevan casi veinticuatro horas dando albor y
borracheras más jaraneras que he tenido desde que dejé de ir con los
del trabajo, después del susodicho. Nos juntábamos unos cuatro, cinco
decidíamos ir a tomar tintos o zuritos por los bares del circuito que,
ellos debieron dibujar algún día, mucho antes de que una tarde, yo
111
existiera. De bar a bar y tómate otra más, era la frase que Sergio
tanto adoraba salpicar; uno de los altos cargos que se mató hace tres
que con cada bar pasado, parecían más reales. De mujeres, que a cada
una mala racha para mi mujer y para mí. Mi niña, estudiando día y
noche para sacar unas oposiciones que, tardó tres años en dar su jugo,
nos lavaban la ropa. Ropa que salía de ese bombo y, que mi Carmen
tendía en la calle para que se secara. Ropa que mi Carmen recogía del
aferraron como una piña. Puede que lo hiciera yo, pegarlos los unos a
los otros de tal manera que ahora separarlos se convierta en una tarea
harta difícil. Seguramente fueron mis dedos quienes apretaron ayer los
pastosidad de mi boca.
hueca puerta.
nudillos con levedad, miro mi borrosa mano y tan solo percibo raspones
altura.
maligna y divertida.
luchar contra la falaz e inamovible cerraja. Ahora ya, tan sólo quiero
noche...
115
Son las siete de la mañana cuando mis pies atinan sus primeros
menos resacoso, no dudo que, los paisajes soleados de esta tierra, son
los más hermosos del universo. Diez minutos permanezco estribado con
nuevamente humano.
mi cuarto que lleva día y medio encendida. Ahora lo hago con la del
fin y al cabo que lleva con anhelo la savia que retoza dentro, me
invita a retirarla del fuego. Tras varios minutos con el pecho desnudo
despensa extraigo unos bollos que no son del día, pero que guardan su
exquisitez más sabrosa, y más para mí, debilitado por el paso de todo
piel, aquella que fue y que tantas veces afeité ante un fin de semana
con cuidado. Yo no tengo “after save” pero sí masajeo por mi piel una
crema que aún dura y que Carmen compró. Un corte ligero se desangra en
ascenso de mi brazo. Pero cada vez que mi hombro rota, éste crepita, y
suelo. Y ante tal grado, mis ojos gritan y lloran. Le engaño por otro
que lo revise.
del último artículo que mañana daré a mi vecina. De vez cuando no dejo
desnudo hacia mi alcoba. No hay nada mejor que, ante un día caluroso,
primitiva, que cada vez que centrifuga baila, y hace bailar a los
mi cuello.
respiro hondo. Está de pie y firme. Así que, sin pensarlo, abro,
de unos rayos cada año más vándalos. Y, sin embargo, respirar y ver
revista que hace días salió. En una silla de camping lineal de colores
-¿Qué novela?
se unen formando una sorpresa visceral, una mueca dichosa, una lágrima
Son las doce cuando cojo el teléfono. Un tono, dos, tres y
tan sólo una voz que carece de idioma. Es un humano emitiendo vocablos
recónditos. Pasan dos minutos, tal vez hasta que la voz cansina,
-¿Miguel?
balanza del castigo por estar en un sueño resacoso del que tú, has
añade:
Le doy el número y con un hasta luego seco y rápido, los dos nos
madera y la botella cerca del barranco. Ella, seguirá con sus a saber
que no deja ver un teléfono muerto. Y son casi las tres, una hora que
día que esperaba. Puede que el chico decida pasar de mí. Miguel,
tinto.
muy bien para la digestión. Algo acerca de que el alcohol produce una
plastificado en rojo, semi nueva y, muy poco usada desde que Carmen se
fue. El recogedor, una bandeja verde que, cuando empujo con el cepillo
hacia ella, acaecen de manera muy dócil. Tres barridas son suficientes
mientras extiendo una bolsa para depositarlos ahí. Ahora ya, cualquier
agujas, que marca las cuatro menos cuarto, y en ese mismo momento, el
rodillas, mas cuando únicamente tengo un brazo como báculo. Otro tono,
Son tantos los coches que circulan a estas horas, y tantos los
soleada. Son tantas las veces en esta vida que he tenido que
Han sido tantas las noches que, impaciente por pasarlas de farra con
literario, las horas, que en mi vida tan solo pasaron como tiempo, el
sin función alguna, río abajo hasta llegar al mar... Ahora espero a la
¿Desde el entierro de Carmen tal vez? La puerta por la que entro queda
a la piel.
de hojas encuadernadas.
El coche sigue parado. Suena un tic tac que viene de algún punto
afónicos.
Le noto una voz densa y, los ojos que se ocultan tras las gafas,
escrito entre las manos, no puedo más que abrirlo, con el corazón
vehículo?
127
Regalo de mi padre.
hojas.
ignorado.
-¡Ah, eso!
hace larga y ancha. El azul del cielo me lleva a una zona costera
donde las familias tienen más dinero que las de ciudad, o lo aparentan
128
que da sombra a una toalla vacía y, que descansa a pocos metros de una
cubrir más del sesenta por ciento de la página. Bajo el título, una
conversación.
Se puede ver la toalla naranja y verde que aún continúa solitaria bajo
Se aprecia un azul manso del mar, menos manso y más lóbrego que el
combinado con los sofás- por dos operarios. Todo lo que pueden ver mis
crepita el hombro dolido. La rodilla, sin embargo, con sus huesos, los
131
que pasaron un invierno duro y afligido, hoy, por gentileza del calor,
erizan.
-¿Sube? –Insiste.
(Es hermoso)
del chico.
-Entiendo –reafirma.
gigante, me expando a otra vida, otra nebulosa. Olvido ser quien era
ayer para creer que percibo de un modo pleno tal momento. Allí, yo, de
anciano que pasea renqueante los ocasos que visten las calles y los
sentir en sus pupilas una vez en la vida. Melódicamente donada por una
fotografía ahí, como una postal, su fin, su cielo, su playa con sus
-¿Estás solo?
apoyando sobre el manuscrito mis dos codos, uno, más sufrido que el
otro.
134
-¿Le gusta?
-Es una vista hermosa, la mayor que había visto nunca. –Le miro y
una de las puertas que fuimos dejando a los lados al dirigirnos hacia
la terraza.
amontonadas, y en una esquina de una mesita, más aún. También una cama
deshecha que dispone dos pasillos, justo a los lados, a uno su equipo
-Sí. Veo que posees obras y autores muy interesantes. –El chico se
queda de pie a mi zaga. Yo, sigo pasando el dedo por los perfiles de
-Eso no me falta, como ves, no vivo tan mal. –Él desvía la mirada
es precio?
-No, no lo es.
siento con recelo, insiste.– Ser lector es muy barato, sin contar con
las bibliotecas. Sí, lo que debiera decir sería que, ser coleccionista
concienciarme y desdeñarlo.
¿entiendes?
-Puede ser.
los muslos.
-Dispara.
-Bien.
jactaba. –Imita su voz llorona, o creo que debería ser esa su voz
contó lo que realmente pasó, no habla del tema. Y creo que es mejor.
aventuro.
-El accidente conmocionó a este pueblo. Yo, por primera vez, sentí
de la derecha sin sus pasos, su música, sus voces, sus amigos, bla,
bla. Sigue con la mirada desconcertante cuando los dos nos quedamos en
-¿Mis?
tienen posibilidad, los plastifico con ese plástico que sirve para
asa de tres dedos de larga, y dos a lo sumo de alta. Una tapa con
soltarla.
-Escribo con uno de estos rotuladores gordos y que huelen tan mal,
enterrado en el ataúd para objetos que acaricia con los dedos en estos
mismos segundos.
sincera.
me quedo sorprendido.
es la tele.
pero, ¿no entiendes que todo esto de las cajitas es algo absurdo? Y
-¡No, que va! Imagina que dentro de unos años alguien encuentra
cuarto- ¿No te gusta la idea? Además, todos los escritores tenían sus
excentricidades.
-¿Todos?
Los dos nos encontramos a dos pasos uno del otro. Él de nuevo
saber qué pasará. –Respira hondo- Aunque no lo sabré. Quizá mis libros
un semi dios en forma de humano, terso y ante mí, con sus dos brazos
lo que los jóvenes de hoy en día ejercen como afición. Y los padres
esa ventana de persianas levantadas; soy un aún humano que, amista con
que hago con todos mis libros transcurridos un tiempo... ¿Éste qué te
parece?
miro por encima del hombro, con una sonrisa impropia de mí, cómodo;
sobrantes...
-¿Me ayudarás?
mismo modo que un viejo sabio entonaría sus palabras (que no soy), le
cementerio de libros.
más bien lento, torpe. Su nuca limpia, tersa. Su pelo corto, oscuro.
-No se nota que es un cementerio. –Se explica yendo dos pasos por
reparar en que soy mayor, y ahora con él, me siento más añoso aún. He
fiesta. A veces creo que no les gusta nada de lo que hago, ¿sabes?
llevar a un vergel trasero se abría por una de las manos del chico. La
143
popa, lejos del patio de atrás –vergel-, siempre que lo haya. Y, sin
tantos minutos. Una gran ráfaga de sol se inyecta en mis pupilas que
que quiere enseñarme, y cuando lo hago, siento que tan sólo deseo
cuerpo.
-¿Tu novia? –Una pregunta que ahora soltada al aire, pienso que me
que antes, hace ya un tiempo, llevabas un anillo, ¿ahora por qué no?
alianza...
comienza hablar.
que por las noches era otra persona. Con la bebida, sí, eso mismo. –Lo
-Lo siento.
amigos, pero que mucho, sin embargo, dice que por su bien no quiere
nada más.
145
heridas.
-Si tan sólo bebo los sábados, y puede que algún viernes. – Se
controlo. Hoy por ejemplo, una resaca de espanto, ¡y mira! ¿Crees qué
-¿Por?
-¿Siempre?
Con las retinas inundadas de una fantasía que hace tiempo dejó de
salón grande, las figuras, la tele, los sofás, el lujo bla, bla,
bla...
sí, que van unidos por una red pesquera que fenece clavada en la
tierra y, que goza de un color verdoso. Bien porque el tinte era así,
ellas. Un campo pequeño que cruzamos a paso lánguido y, que tiene más
murieron sin jamás ser leídos más que por esa chica a la que antes
justo.
antes olvidar que ambos nos hemos quedado contemplando de pie, con
viernes, comienzo a pasar una gran ansiedad. Dentro hay que estar con
Más dolido cada segundo de mi brazo; hombro, que creo que hasta se
adormila. Mi cabeza, que desde algún presumible golpe del otro día
durante un año de instituto. Muy mal escrito, por cierto. Pero la idea
era bonita. Hace ya dos años caí en la cuenta de que estaba muerto.
hace rectificar.
escondida dentadura.
-Lo enterré hace tres meses, cuando terminé Telaraña. Estaba tan
ilusionado con ese libro, que me dio mucha pena, casi lloro, ¿sabe?
149
Pero había que hacerlo; Enterrarlo para dar vida a éste en el que creo
-Bien.
respuestas, así que paciencia que todo llega, –pienso, y sé que no soy
joven.
verdades.
el bar.
asesino declarando que había matado a dos niños ¡Imagina! Porque dos
contrato muy estricto que afectaba a todo el que entrara allí. Toda
150
-Me parece.
Tengo una idea del bar, del humo, de los vasos de tubo, de las
sumerge de vida por segundos, de historias frescas. Puede que los dos
camino hacia la cancela que nos dejó frente al mini campo de fútbol.
-¿Por?
Él me cuenta que también tiene algo de poeta, pero que tan sólo
portada color pajizo débil por abajo y verde por arriba. Tal vez se
Hasta que el telón azul dio fin a aquella obra de domingo, ésta
espinosamente.
152
dos de ellos van sueltos. Un vestido sin vuelo alguno, que a la altura
el sol va muriendo tras una peña, y con él, su calor, -el mismo que
justo, en ese instante otro coche, uno negro y grande –BMW- se detiene
enfrente a esa persona, de la cual no tengo más que una vaga idea de
quien pudiera ser. Por lo que quedo de pie a varios pasos de él cuando
estudios? -Ha sido una bronca que ha hecho eco en veinte o treinta
que llamas tus libros. Mucho más que aquí, ¡vamos! –Manda haciéndole
Ella casi coge de nuevo rumbo hacia el coche, pero de pronto las
Dani.
acerque. Dani lleva siempre una sonrisa amplia cada vez que dice la
palabra publicar.
Los Vecinos
Cada amanecer es un misterio. Puede salir el sol, puede llover,
éste último el mayor drama del mundo mundial, más aún para el humano
que lo sienta. Cada amanecer es como una ruleta rusa. Se jugaría con
dijeran que la bala debiera salir una vez entrado en nuestras vidas el
edad, que ya ha oído cantar durante muchos años su corazón. Quién sabe
canción.
156
amigos que siempre tienen algo que enseñarte, y más en aquella edad-
aquel que lee estas frases, tal amigo murió, a la edad de setenta y un
Estamos a finales de junio, siempre que mire el calendario y me dé
leídas y hay que retocar muchas expresiones y enlazar las frases. Son
Este armario cada día huele más a rancio. La lavadora cada día se
deja llevar más por la tregua que nos hemos ofrecido. La plancha se
mantiene aterida hace mucho tiempo y, el único nicky que tengo está
advierto una brisa estival junto a un aroma a mar. La ría debe pasear
crecida, y con ella, la mar; tal vez lo haga con la intención de ver
158
colores, con sus dibujos abstractos o no, con sus mensajes... O tal
del cocodrilo, arrugado, y que fue el último que tuvo un viaje en ese
abajo.
encontrarse conmigo, creo. Yo, sin mirarle a los ojos, sin entonar en
había olvidado.
vergonzoso.
delgado, está de pie sobre su felpudo –Ongi etorri-. Esa mirada fija y
que voy a tener que aguardar. Quién sabe si antes habré de hacer
encuentro con más ganas que nunca de escapar escaleras abajo; huyendo
veloz como si esto nunca hubiera ocurrido. Miguel no salió jamás por
Unos ojos que buscan el rostro de Aimar, que aún sigue de pie a su
florecer sedientamente.- Eso era una cosa entre tú y yo, ¡joder! –La
terroristas, o que andamos dentro de esa panda que va por ahí quemando
hunda y me muera ahí mismo. Tengo la boca tan seca y la mente tan en
acaba con una sonrisa y un que no vuelva a pasar, creo que voy a
calle.
casa, –señala con el pulgar hacia atrás- y pegarle ahora mismo un par
noche y estoy jodidamente medio dormido. –Le dice a Aimar que sigue
entrecerrados formando así esa sonrisa que cada segundo me parece más
estúpida.
-Descansa un poco, anda, eta gero arte. –Se despide Aimar con una
que siento su aliento dulce y fresco. Iker baja unos escalones pasando
162
nos vamos dentro de dos semanas, no jodamos esta breve amistad, ¿le
parece?
-Me parece.
misma sonrisa; ese gesto alegre y extravertido, ese pelo largo, piel
donde defeco y orino, sin dejar dentro a la vez, varias lágrimas que
puede que este relato tampoco; igual hubiera acabado en una caja gris
163
Aún, caminando por estas calles calurosas, sombrías en las laderas
camisetas de tirantes, de madres con sus madres o con sus hijas dando
veo.
-Así es.
sonriente.
bar.
-Demasiado joven para ti, ¿no? Miguel –vacila Pedro atinándome con
otro a cada senda que sus hechiceros pies dejaban. Minifalda que,
mis ojos su melena negra y lisa, siempre recogida por un moño cuando
serio.
en cada amanecer donde nacen los buenos o los malos días. Este día,
mañana era tan sólo un escarmiento, una broma. Cuando haya terminado
tuviera, habrá volado al igual que vuela un billete de diez mil tirado
en una acera.
166
leyendo noticias deportivas, olvidándose así del día laboral que aún
-Acaba la semana que viene, pero papeleo tengo hasta casi mediados
acontecido.
manuscrito -¿Crees que vale el chico ese? –Sorbe los posos del café y
se levanta.
-Me parece bien lo que estás haciendo por ese chico. –Coge el
-Lo haré.
mi figura que está pensativa en el día que se prevé. Tengo entre mis
Si tuviera muchos años menos... –De cerca eres más guapa –le
piropeo.
-Y tú un mar.
Miriam quien me deleita con sus movimientos, sino Carmen. En mis ojos,
vez.
con fuerza, me ha dicho que me cuide y, que por favor le diga al chico
ese que le deje leer su libro. Sé que es porque hace tres días le
gustaría que lo leyese para que nunca saldara su vida como Laura.
infinitos minutos que regala la vida, y los bellos que son estos ahora
murieron, como ahora yo me muero poco a poco por dentro. Sueño, eso es
tan sólo lo que hago; poseer un sueño despierto. Y sé que los sueños
son imposibles. Que yo ando renco, que voy a cumplir sesenta y ocho
cumpleaños de plata?
viejo, ese que abandera las múltiples tiendas de moda que se agolpan
caqui, con sus zapatos a juego, casi de un tono castaño, con su camisa
barriga.
-Sí, un poco.
con un vistazo, una mueca, o un gesto afable con el brazo libre, que
-¿Cómo va?
malos.
Entonces una señora con un perfume barato que a ambos nos engendra un
rostros al tiempo que nos palmeamos los hombros, y nos despedimos con
viceversa.
dejé, cuando veo que uno de los tantos individuos, suelta de sus dedos
pasados varios minutos, comienzo con el libro, que casi me tira toda
la mañana.
Dani le siente mal ver reemplazado su texto, pero, creo que si leyera
aprender. O tal vez no, porque sé que para escribir no existen reglas,
párrafo que leo y releo una y otra vez, imagino la escena; lejos,
171
a leer el texto.
TELARAÑA
Todo, le dolía todo. Sus ojos se mantuvieron cerrados durante varios segundos. La nariz le dolía cada vez
que movía la mandíbula. Sentía y sabía que había un dolor más: La rodilla y el hombro. ¿Qué le/me había
pasado? Su posición era de costado. Su hombro izquierdo estaba apoyado fuertemente contra un suelo
blando y húmedo. La esponjosidad del terreno no hacía que el dolor fuera menor. El sol parecía querer
despertar pero el día oscuro y gris se lo impedía. La nariz le dolió cuando abrió la boca para poder coger
una bocanada de aire. Era un dolor que le pinchaba hasta la garganta. Se relamió aún con los ojos
Todo, le dolía todo. Sus ojos permanecieron cerrados unos segundos más. La nariz le dolía con cada
movimiento de mandíbula que intentaba realizar, y sentía, y supo que, en su cuerpo debía residir algún
daño añadido que le provocaba malestar –rodilla y hombro-. Allí, tumbada, se preguntaba qué le había
pasado. Estaba tan desorientada. Lo primero que adivinó fue que su cuerpo se ubicaba de costado, y que
su hombro estaba apoyado en un terreno tierno y húmedo, lo cual, no evitaba que los dolores manaran una
y otra vez. El sol azotaba sin conseguir que sus destellos rebasaran el cielo nuboso, oscuro y gris. Abrió la
172
boca para coger una bocanada de aire que pudiera hacerla sentir más descansada, si bien, no consiguió
más que, el dolor que le nacía de la garganta, volviera a azotarle. Posteriormente se relamió los labios con
la lengua, suavemente, aún con los ojos cerrados, y, cuando sus papilas gustativas paladearon la sangre de
su cara, el miedo comenzó a buscar en la memoria y a preguntar qué había pasado; ¿Qué me había
pasado?
azul marino por delante, íntegro, y no así por detrás; donde una ola
tabla de surf. Sus vaqueros desgastados y rotos por las rodillas. Dos
piernas. Calza unas botas negras de suela ancha. Su collar ¡Cómo no! Y
-Es... –Le miro atento mientras busco las palabras- Un texto tuyo,
Hemos farfullado cada una de las palabras, sin que nuestra voz
halla llegado a ser auténtica, del modo que le gusta hablar a Dani. Él
una mano el libro del otro día, y ahora cuando se adosa a mi vera en
-¿Por?
-Me gusta saber siempre dónde voy, ¿Le parece mal? –Continúa
inquieto.
la mirada.
-¡Ah, sí! Perdona. –Me muestra las palmas como el que pide calma,
barras de latón que hay próxima a las paredes, Dani, aún inseguro,
-Sí. –Dice.
que crees.
nos llevan calle arriba cruzando por delante del bar de Miriam, que
-Sí.
¿No te parece?
voy con él a todos partes. Además, ¿Te importa? ¿No era eso lo que
querías?
175
de cebra...
se baña con una mirada al horizonte. Yo, en que con el buen tiempo que
escribir algo sobre el artículo. Él, quién sabe; tal vez en su chica,
-¿No lo está?
-¿Por?
tanto que me sonrío. Mientras tanto yo, eludo a cada señora o señor
otra persona que les habla por el móvil. O bien lo buscan en el bolso
una, sino tres o cuatro, haciendo a veces su figura andante dos veces
mayor. Las bolsas salen de todas esas tiendas de moda que posee el
casco urbano, cada cual más vistosa, y para cada prenda una. Es éste
dañar la nave.
Y aunque la bruma del mar que esta mañana a las diez consumaba las
cada vez que aceleran, bañan al aire con una bocanada negra de humo
noche, tal vez ellos sí, y si llegara ese momento, no sabría como
actuar; improvisaremos.
-Lo sé. –Afirmo serio sin mirarle, buscando a las eminencias, las
extrañaría que saliera ahora mismo veloz por donde hemos venido. O
-¡Tú! ¿Vives aquí? ¡No jodas! –Da dos pasos atrás, y se descarga
aparcados.
que hay otras cosas en las que pensar. La una se resuelve sola cuando
sudoríparas pidiendo ¡Más líquido, más líquido! Así hasta que frente
al pomo que esta mañana agarré, los dos nos detenemos. Me tiemblan los
salón por aquel viejo medio calvo de coleta gris, y aquel mozo de pelo
fotos, figuras, y una careta enorme que su hija, la nuestra, nos trajo
mira.
más, reclino hacia atrás la cabeza, y siento sed. -¿Algo para beber,
quieres?
-¿Qué?
sigue tendido aprovechando casi todo el respaldo del sofá, y aún sigue
180
prolonga su mirada perdida para no encontrarse con mis ojos, algo que
no me extraña.
alto y de vez en cuando a mí.- Como los de tu copia, los del libro
¿Sabes?
¿Sabes? Pues esa. Quería ver si el coche estaba bien aparcado, nada
más. Cuando veo a los dos chicos forzando mi coche recién aparcado.
cuando les dije por segunda vez ¡Eh, hijos de puta! Salieron corriendo
hacia acá. Les seguí corriendo hasta que no me quedó más remedio que
muy de lejos, con la vista más o menos, que como comprenderás tampoco
momento, así que pensé vengarme. Sabiendo donde vivían no era tan
publicar, bla, bla, bla. Y nada, hasta hacía media hora se me había
ahí verás una nevera, quedan tres. Coge una o dos, o tres, las que te
creas capaz.
día del entierro de Carmen para encontrar algún humano que se hallara
en este piso de una guisa afable. Fue cuando vinieron mis primos, sus
intuirán que tal cosa sería hastiar al lector, así que: ¡Sentir que os
cáncer, temimos lo peor. Fueron dos años inhumanos esperando algo que,
182
cada día se vaticinaba como una espera agónica y, que terminó como el
guión narraba.
gotas que suda la lata entre mis dedos. ¡Estás loco, viejo!
cambiarlo.
intimar.
-Enfrente.
183
sus carrillos dos globos, y bebe otro trago que le remoje el seco
paladar.
-Yo creo que nada, dejarlo pasar. Además, hay algo que me da muy
mala espina.
suavecita.
-¿Adónde?
-Son estudiantes. Acabó el curso, así que se van. Aunque creo que
has contado una de las cosas que quería saber. Ahora pasemos al libro,
¿te parece?
-Me parece.
remedio; un ventilador que el otro día saqué del cuarto que habitó mi
sido difícil bajarle del burro, pero las palabras, el mejor invento
del mundo, le han hecho reconocer que mi párrafo se leía de manera más
comenzar a pasarlo a limpio; con mis apuntes, sus ideas, las mías y
instante hace falta el ventilador. Cuando son las tres, a los dos nos
a paso ligero cada uno de los escalones que tanto nos trajinaron al
Uno se acuesta por la noche, en una penumbra etérea, tumbado panza
libro, y finalmente, con una tarde paseando hasta que el ocaso casi
periódico: Infinitas Vidas. Sin mucho sueño, pero con ganas de vivir.
más.
ha de hacerlo?
sueña.
187
¡Despierta!
El sol lleva acometiendo con sus rayos solares hace rato, pero,
¡Despierta!
algunos mejores, otros peores, pero nadie esperaba que alguien los
¡Despierta!
día florecería marchito, de tal modo, que la única flor viva que
dibujaba algún pétalo, era su bebé en brazos. Horas más tarde, daría
gracias a Dios por seguir viva, las daría, ¡joder que sí las daría! A
¡Despierta!
porque hacía tiempo que no latía tan raudo. Tiemblo, todo mi cuerpo
tiembla, desde mis manos navegando por mis rodillas, hasta mis pies
con mi mustia y blanda piel. Oigo gritos, algo derruirse. ¿Ha sido una
que entra más aire del acostumbrado por el pasillo. Céfiro que viene
levantarme. ¡Ahora tendrá dos, tres agujeros! Je, je. ¡Viejo loco! No
¡Ayúdenme!
189
de la calle, ya no existe.
¡Ah!
de hacer bromitas.
sin darme cuenta me escoltaron -las que esta anterior noche tan buen
de madera que hoy parece más frágil, llego hasta el armario. A cada
llevara hasta la planta baja. Por lo menos que me lleve con los
la mesa del salón –siempre que perviva tal recinto- donde él lo dejó.
quedado tan magullada, que únicamente puedo coger ropa por la derecha.
sirenas. Y lloros, puede que sean dos, puede que sean tres, pero
Salgo del cuarto asomando primero la cabeza, y sin saber muy bien
arriba, intuyo.
una isleta del suelo en el salón que ahora, se une con la mirada al de
Falta el sofá grande del fondo, y el mío, el que pegaba con el piso de
los vecinos, han debido caer abajo, imagen difícil de asimilar. Salvé
sorprende como hace unos minutos. Cerca de nuestra careta, muchos más
corazón.
La veo gracias a que parte del tabique que cubría nuestro rellano, se
ha desmoronado.
polvoriento que entra a través del muro derruido que siempre estuvo
ello sin desahogar mi curiosidad. Seca, sangre seca, como una costra
piso una tabla suelta, por suerte he andado hábil pisando primero
quedo donde estaba. La tabla cae, cae durante tres segundos; ¡Paf!
calle junto a las sirenas, los gemidos del niño y el crepitar del
fuego.
ahora quiero subsanarlas, saber qué ocurrió, por qué vivimos esta
pesadilla.
Ha debido oírme llorar. Está tan asustada como yo, quizá más, o
muerte. Las escaleras casi ni existen. Las que te llevan para arriba,
estudiantes.
-Puede ser. –Me vuelvo a rozar la nuca y siento que mucha sangre
permanece aún reseca. Eso es bueno.- ¡Quédese ahí! Ahora nos salvan.
que también tiene manchas de sangre, son arañazos, más ríos; esta vez
lágrimas.
silencio.
-¡Ayúdame!
palpándolos.
Pero hay silencio hasta pasados unos segundos; los que me han
-¡Señora!
pisando el parqué inestable. Sí, yo también sigo vivo aún. Y aún con
sufrido toda esta vecindad, o bien por el sentido que adquiere ahora
Tal vez, ahora esté tras el cordón policial, pensando en Carlitos ¡Oh
pueda salvar al niño de nueve años que lo haga, ¡por favor! Pienso
viva, pelo chamuscado; sin forma alguna. ¡Es Aimar! No me mira, pero
imagino que lo hace, que un averno se asienta en todo este piso; pavor
convincente.
fluido salino junto a mis ojos cristalizados que no ven con claridad
Las caídas son siempre breves, y la gravedad las abrevia más aún. El
abajo, y el polvo que se levantó imaginé que sería por los restos de
dos, tres pisos, bla, bla, bla. ¡Exageras, viejo loco! Oigo un está
bien en tono de pregunta. Abro los ojos y no veo nada. ¿Ahora vendrá
Los segundos traen más voces, más sirenas, más ruido, más lloros,
curiosidad mató al gato, ¿no lo sabías? Las bromas siguen siendo unas
lloro. Voy a morir y puede que nadie sepa que una vez quise regalar
Aún, me despierto
Tenía trece años cuando me caí en aquella poza y casi me ahogo.
regalar, y yo, tuve la suerte de ser la ola de mar con la que se bañó
por primera vez. Aquel bosque en verano era lo más bonito que he visto
nunca. Cuando teníamos trece años, todos éramos tan inocentes que, ni
A esa edad, recuerdo que vivíamos buscando tan sólo el beso de una
marihuana, tal vez sí. Y sé que, aquello era lo que nos subía la
adrenalina, y sólo aquello, nada más. Aquella tarde que hoy os cuento,
debía precipitarme desde la rama más alta a la poza que poseía aquel
acepté el reto, ¡tonto de mí! Se dice que a la edad de los trece años
osadía, fueron los únicos que me escoltaron cuando pisaba con mis pies
descalzos aquella rama que tan lejos del río vegetaba. Fumaba mi
tierra y paja. Deshice los nudos que tenían los cordones de aquellas
extranjero que comparecía por el barrio cada primer lunes de mes. Ante
altura indicada; más arriba. Nunca debí subir y nunca debí mirar
equilibraban mis pies en paralelo del río. Y los cuerpos de mis amigos
que era el que yo apreciaba, lo podía imaginar con tan sólo cerrar los
ella, fue por una esquirla descuidada que se clavó en mi dedo gordo
sí, batí mi récord, ¡para no! Porque cuando les iba a saludar y
he dicho, la gravedad las abrevia mucho más. ¡De verdad! Aquel día,
un silencio donde el viajar del río junto con el piar de algún pájaro
nunca la estudió. Que tu cuerpo pueda andar por ahí, lo que se dice
cuando sin explicación alguna que acoger, abrí los ojos llorosos y
que mucho.
paso del tiempo sana, así que me sané. Cuando di a Eladio y a Mario
las gracias por haberme sacado, me bañé de nuevo para quitar el miedo,
Dale al sol un respiro, mi amor, dale corazón y un beso de adiós.
Dale un poco de atención a esta alma que vaga sin dirección. Dale un
suspiro tan sólo, un beso en los labios de amor o una chispa que
aterra.
ya creía que era mi despedido mundo. Las fluorescentes blancas han ido
seré uno de tantos que, tras salir del puñetero coma, anhelan la vida
más que antaño. Yo no, yo creo que ya he peregrinado bastante por las
calles del día a día. Creo que soy lo suficientemente viejecillo como
que aprendí de niño. O también puedo estar muerto y, que todo aquello
que aprendí o leí -ve tú a saber dónde- una vez acerca del paraíso
verdad de que tal paraíso pervive, junto a que no he sido tan malo,
donde ahora me hallo. Aunque como bien es sabido, cuando uno pasa a
mejor vida el dolor también muere, y el dolor que vaga por mi rodilla
encubiertas por unas rejas cuadradas. Luego los he vuelto a cerrar sin
otra no. Ahora tengo miedo de volver a abrir los ojos, miedo a que me
digan que estoy paralítico, o que me voy a morir pese a todo. Tengo
lado.
conversar durante mucho más tiempo. Creo que deberé dar luz a mis
mano.
aguijonea cuando digo esas dos palabras. Y una vez oída mi voz, creo
guadañada.
-¿Y los demás vecinos? –Le pregunto al tiempo que recordando, dejo
memoria.
-Algunos sí, otros no. –Junta los labios y arquea las cejas.
mano en el bolso.
-¿Qué?
con una sonrisa de rojo anémico, me los muestra como si de dos cartas
con la mano libre, me seco de las bolsas de mis otoñales ojos un par
sonreímos, nos reímos, tal vez por estar vivos, o tal vez por algún
insólito, tanto para ella como para mí, ya que yo también le había
olvidado.
las cortinas para evitar al sol, camina hasta el armario que queda
mucha sed.
-¿Cuál es mi diagnóstico?
debo tener una venda o algo por el estilo. Cómodo al fin, desdoblo la
nota y leo:
anoté...
...Para los lacónicos minutos que restan por regalar, pienso que
rellano cuando aquel chico me amenazó con lo del arma. Hubiera dado
fin a mi andar del día a día por alterar el rumbo de las vidas que se
oscurecieron.
¿Por qué? Lo sé, tal vez lo sé, o tal vez no lo sé, pero como
todos, me callaré.
hora que corre en este estío, tan sólo me queda imaginar que vivimos a
que me cuesta menos mostrar una sonrisa, tender la mano, aguantar las
largo bla, bla, bla con el que no aburriré. Tan sólo, imaginen mi
tímido y me observa con los ojos bien expeditos, azules, con las
-No hacía falta –le digo con la lágrima tonta brotando de mi ojo
-Me alegro de verdad –le digo sin dejar de mirar al niño que sigue
oír sonidos que no llegan a darnos una imagen nítida de qué es lo que
-Su padre le llevó a Durango, para que viera una carrera ciclista.
Fue una suerte. –La sonrisa parece que se esfuma, pero sienta al niño
211
es Miguel.
-Mamá dice que tú eres el señor de las historias. –Dice aún tímido
-Sí.
lo creía. Ya sabes como son los chicos de hoy, se imaginan “un héroe,
¡ja, ja!
-Así es.
-No quería que fuera ese el último recuerdo en vida, así que no
intenta, ya que sus ojos no llegan a poder ver más allá de lo que yo
claridad...
-Sí, tranquila. –Le miro y ella asiste al cruce que, sin embargo,
poco después corta para pesquisar a su niño, que ahora juega con unas
paranoica mente.
medio triste. Ella guarda esa sonrisa que tan sencillamente aflora, y
que siempre luce escoltada por esos ojos chinos de color azul.
Los dos nos callamos y yo tan sólo puedo afirmar reiteradas veces
con la cabeza.
deleitado. Me dice que la semana que viene si sigo aquí, se dará otra
En ese instante yo abro los ojos, y estos se topan con su soma dormida
desnuda. Cristina aparecería con unos cafés y unos bollos minutos más
tarde.
ayuda de las muletas, eso sí, muy despacio. Durante todo ese día
de antes.
ojos- con la palma de su mano libre. Por último, ya más cómodo, coloca
su rostro, aún permanecen esos hoyuelos firmes que sus labios pegados
esto.
otra silla que en estos días, sin saber cómo, ha aparecido en esta
bolsa que le resguardó sigue mojada, arrugada y dentro del puño del
derecha.
enseña un tachón.
–Lo he cambiado.
216
-¿Puedo?
Lo cojo con las dos rugosas manos y veo que el cambio reside en la
dedicatoria. Antes ponía algo sobre su familia, tal vez para sentirse
mejor con ellos ¡A saber! Ahora a boli negro pone: Miguel puso un
-Sí hacía falta, ¿sabes por qué? Pues porque tú me has enseñado y
escribo buscando las palabras, ordeno las frases, releo cada párrafo
tres veces. Y ahora cuando imprimo, ¡joder! Que queda bien y todo.
San Fermín.
217
me río, pero ella no. Es un once o doce de julio cuando me suelta toda
sala donde al oír el runrún de las bisagras, su cara más delgada, más
morena y sin afeitar, se queda frente a la mía. Ese día también está
sus historias, las cuales creo más fascinantes. Cuenta que estuvo
pasó genial, que conoció mucha gente –conocieron, ya que fue con
notable.
-Me dijo que me anduviera con cuidado, je, je, que había mucho
loco suelto.
la muerte de Carmen. Así que, no creo que debas temer nada de mí.
-En una semanita estaré fuera, andaré por la playa de Castro todos
lo que resta.
mirándome inmutablemente.
-¿Qué crees? –Le digo con una larga sonrisa que quita cualquier
intranquilidad al asunto.
temprano.
Me mira con esos ojos que hoy trae tan firmes, y trastoca un
-¿Cuáles?
la compra. Son pocas, pero importantes para que el viaje salga según
lo previsto.
Ver la luz con tus propios ojos, avanzar por tu propio pie y
este hospital, siempre decía: Si vamos a Basurto mal asunto. Esta vez,
Debido a la muleta de apoyo, sé que camino del mismo modo que Don
Luis, –no vino a visitarme- lo cual me hace gracia. Voy vestido con
otro nicky nuevo, azul marino, y, sin embargo, con el mismo chándal.
Fuera me lleno de luz, y pese a que las nubes dejan tramos de cielo
nietos que son algo mío y que salen disparados como dos hormigas
que no veía hace meses. Aquel niño de dos años que ya corre y que se
acerca a mí sin saber bien porqué; ni yo, ni él. El otro nieto de seis
junto a Cristina, la cual no hace más que decirme que lo baje, que no
que sale del grifo se vierte caliente, y sin pensar en el ahorro, uso
Cristina lleva años pidiéndome dinero, que venda el piso y... ¡Leches!
mar, que me dejan palpitante. Es un cuarto piso con una terraza donde
mirando al frente, cautivado por las vistas que son de una sublime
de aceite, cuantioso él hasta que choca con las nubes blancas allá en
orilla, o que bien nadan hasta una plataforma que flota lejos sin
cristal granulado, y, que días después supe que daba la hora a tres
ahora apagada. El piso, -me entero más tarde- tiene una piscina
del baño que alguna vez pienso darme. Y hasta cuatro duchas ubicadas
tan sólo afirmo que bien. Ella se marcha a la cocina, y entonces creo
que miento.
disquetes, pero creo que aún es muy pronto para emprenderme con el
las figuras creando una torre firme y colorida, como tuerce la cabeza
ves?
salón.
cuando la han visto todos los que habitan este hogar, se aleja de ella
es vivir.
224
Me queda tan sólo la escayola, mientras que las heridas de la
esas locas ambulancias, y que el mayor peligro que pasé fue debido a
que había perdido mucha sangre. No tuve ninguna lesión cerebral, así
tomado estos días aquí como unas vacaciones amplias y apacibles, que
Carmen
Sube la marea de una manera exigua gracias a una ola débil que
desaparece. Camino descalzo por toda la orilla sintiendo como mis pies
paseo solitario desde las diez hasta las doce y media de la mañana.
familiar con cada amanecer que acontece. Cada día que amanece olvido
que tuve un ayer, así, cada rostro que se cruza con mi silueta
226
el día en que no le conocía. Cada curva, cada imagen, cada ola, cada
roca, cada momento y ubicación del sol, hasta cada sombra que alguna
mísera nube quiere dibujar, parece única. Paseando por esta orilla los
momentos borran lo anterior, olvidando así que una vez viví solo, y
más, que viví en otra ciudad y con mi mujer; olvidando que tuve otro
me brota, que junto con la brisa, a veces me hace llorar. Hace poco mi
hay nada que hacer. Tal vez esté de vacaciones con su mujer, sus
imposible, por lo menos a día de hoy, así que les he escrito unas
cartas que, espero que reciban algún día, y a poder ser pronto. El
Cuando la marea está alta por las mañanas, la arena aún recién
entre charcos que ellos han concebido, por las olas que llegaron ya a
mayor, y los paseantes, tanto de mi edad como de otra más joven, pese
y sobre las doce y media, baja a preguntarme qué tal estoy. No lo hace
Hace ocho días que me quitaron la escayola, y hace diez que paseo
largo de la playa mucho más lejos del peligro de las olas. Y no hagan
que no había ninguna fisura. Los dos primeros días que anduve por la
donde hacía pie, pero la sensación fue tal, que no pude esperar al día
siguiente para bañarme en la mar. De modo que esa misma tarde, con el
transparente, nadé por un mar algo bravo. Cuando evitaba a las olas
resplandor del sol, con la toalla azul de la mano, dentro del agua
lado.
pisito de mi hija, así que haré aún un par de orillas más sintiendo
como las olas acarician mis tobillos cada cuatro o seis segundos, y
arena, y según sus planes, tendría el barco preparado para las doce,
que hemos quedado, será el reservado al pueblo, creo, no sé, tal vez.
Me llamó hace cinco días, me dijo que el sábado día cuatro sería
cuanto antes, hace que mi piel arda. La charla aquel día fue breve, ya
que siempre que le preguntaba por cómo iba a navegar hasta acá, él me
culminó finalmente ¿Te parece bien? Preguntó irónico. Yo, aún bastante
adiós colgó.
era nada más y nada menos, que habiendo salido hace dos días de un
Dani, algo que puede fastidiarnos en algún momento del viaje, pero
me llamó después, nunca dijo nada, así que cuando nos veamos en la
nado sedoso por la mar mansa, que me mece con un vaivén efímero donde
230
ni siquiera rompen las olas más que en la orilla, me cruzo con varias
que cotillean, que sonríen y que poseen cuerpos divinos para mis
que te sujetan el pie a la altura de los dedos, del tobillo, y que son
llevo una fiambrera con una tortilla de patata, cocinada por la buena
esos que sirven para embalar los alimentos. Puesto que aún goteo,
bronceada.
mochila de manera cuidadosa. Poco después, una vez quitada gran parte
copistería.
Su
rostro
afeitado
se alza de color,
Él, Dani, sin gesticular, espera paciente, vestido con una camiseta
que yo: El suyo de color azul marino y beige, y el mío de rayas rojas
-¿Cómo?
-El chapuzón que te diste, digo –se explica al tiempo que mira mi
siempre extienden sus pétalos cuando vas a descubrir algo por primera
alegre.
-¿El qué?
mirarme.
gente que nos sigue, sin tropezar con la que viene frente a nosotros,
la pesca de ballenas. Se habla que tuvo batallas con los franceses por
con sus barcos, sus pescadores, los cuales se arriman al borde del
con historia, con sus paseantes, con sus regatas, su cielo azulado, su
-¿Qué?
-Sí, algo de magia puede tener –afirmo convencido.- Tal vez sea
vida.
-Es raro, lo sé. Pero te juro que me sucede, a veces me sucede –le
-Tal vez sea que el accidente te ha hecho volver a... ¿Ves aquel
barco?
tenuemente.
pocos metros del muelle, sin camarote, y con tan sólo la cabina de
decía: Puede ser, que todo el rollo ese que me contabas se deba al
maldito accidente, ¿no crees? Tal vez volver a estar vivo te haya
hecho creer que empiezas otra vida, y por eso quieres aprovechar ésta
ancho, las que el paseo del rompeolas ubica cada ciertos metros para
casi todas los peldaños para arribar hasta el casco del barco.
barco.
una historia de amor que nació cuando eran jóvenes. Bonita, ¿verdad?
-Sí, lo es.
tiende la mano.
-Sí, pero aún no sé cómo narices sabes manejar este trasto –le
protesto.
tenido apenas que manejarlo más que de la playa la arena aquí, y eso
padre por el mar. Creo que desde los doce. En cuanto salgamos a mar
susurro del mar, idea, que mana más próxima cuando tras rebasar el
día que ofrendamos al mar con sus cenizas, las de Carmen. ¡Ay mi amor!
239
mar.
ancla?
-Aún no sabes para qué la quiero. –Digo serio- ¿Te llegó con el
8,5 varas, y dado que una vara llega a ser unos 835,9 milímetros,
barco inestable.
240
mis minutos. Los meto entre las hojas del libro, allá por la mitad, y
años tal vez, quién sabe. Al igual que decía el chico, quizá nunca
hallen nada. Pese a todo, ha de aguantar, así que gasto todo el rollo
tapadera y lo dejo caer, suena tosco, pero encaja con una exactitud
observo ahí, quieta, con su pesantez, ahora más que nunca, parece
que el mar desprende, con los destellos que el sol impregna a las
241
Me sobresalto y lo miro.
-Nada.
acomoda.
atrás.
deseaba embalar.
242
Más que nada, porque bajo el agua, seguro que se abriría. –Me mira
El silencio muchas veces niega, así que durante minutos callo. Sin
comida.
-La llave te la quedas tú, ¿de acuerdo? Está ahí –le señalo con la
hasta la proa, donde transcurre más de media hora hasta que ambos
libreta, que le sirve para anotar frases que buscan tal vez,
incoa la forma divina del ser de mi Carmen. Yo, aunque tengo una
ahora, quien quiera saber de ellos, deberá escarbar bajo el mar como
así, es como voy entrando en una depresión cada vez más cegadora e
caricias a una coraza del yate inerte. Son sus nudillos menudos,
débiles y suaves, los que hacen ¡taca, taca! Ven acá. El sol
lo veo pienso que si hubiera venido solo, habría sido más sencillo. Él
no lo va a permitir.
¡Taca, taca!
marineros de hace siglos, los que oían sirenas, tal vez sentían algo
vida. Ahora, cuando abro los ojos en esa cama tan diferente a la que
sonriente.
-Sí.
dar fin al mar, y me conmuevo tanto, que me siento como rodeado por
para muchos de los que hoy se atezan en la playa, playa que ahora no
llega a verse mayor de dos dedos, tal vez tres. Detrás expectante, se
245
qué?
dando...
especulo.
realizarlo...
nerviosismo enhiesto.
Una vez retiradas mis lágrimas, esta vez sí, los dos aguantamos la
logro arrastrarla lejos del chico, para luego alcanzar el celofán que
le pedí comprar.
246
hará si seguimos con esto. Tal vez prefiero que no llore, si bien, en
delicadamente. Y yo, que tengo las pestañas bastante húmedas, sigo con
hacerlo.
escritor, ¡puf! –Aplaudo con las dos manos, y la caja junto al celo
tono calmado.
-¿Tú sabes lo qué es, que después de vivir toda tu vida con una
que amas, ¿Sabes lo qué es, que luego debas ocupar la cama en la que
dormir todos los días en una cama diferente, asomarme al balcón y ver
¿Lo imaginas? Pues yo sí, y me parece muy duro, así que lo siento
llegar a observarla.
Soy yo quien alcanza la soga y corta metro y medio, puede que algo
cuerda quedan a mi vera. Miro a Dani que gira de nuevo la llave del
suelo de su yate.
-Yo también estoy nervioso, pero cuanto antes terminemos mejor -le
Doy otro rodeo al rollo de celo, cada vez con más dificultades y
uso la máxima fuerza, pero entonces, sé que Dani tiene más, y le miro
pidiéndole ayuda.
cabeza y me mira.
-¿Por qué? Busca tan sólo una razón por la que sí quieras seguir
alicaído.
249
-No sólo no te daré ni una, sino que, además, añadiré alguna más
de las del por que sí, por si acaso las de antes no te fueron
sin los pocos amigos que tenía antes, ¡ah! Sin olvidar que mañana
caja anudada, y con el sueño de poder sentir a Carmen, que aún vaga en
yo. Tan sólo quiero que aprietes fuerte cuando te diga, ¿de acuerdo?
lo hago hasta que se acaba el rollo. En una de las revueltas veo que
Dani sigue acodado a sus rodillas, con la cabeza entre sus manos y
esfuerzo, pero que pese ser agotadora, consigo. Sin casi querer
dirijo al chico.
¿no te parece?
-No.
quedarme quieto, sin gesticular mientras apuro para que el dolor huya.
-¿Qué te pasa?
agarrotando la mandíbula.
sentar, pero como hemos de atar la cuerda que cuelga del ancla a mi
normal, pero fuerte. Después la pasamos por mis dos ingles, y, tras un
nervioso. Miro atrás y veo que Dani se pone de pie, a mi zaga, mirando
251
nada, y Carmen. Finalmente a mí, con una pinta cómica, y a Dani que
sigue absorto, seguramente esperando que diga que todo se trata de una
broma.
¿De acuerdo?
de la barandilla.
Su cara larga no me dice nada, así que antes de que diga algo,
segundos que demora en llegar a mí, son los que paso yo en el aire.
el silencio es neto, pero que muy neto. La vida, la que fue vida hace
ella lo hace.
si el mar es ella, me
tiene atrapado,
abrazado,
difunto,
amado.
Arrigorriaga a 13 de septiembre de 2001.
254
Epilogo
DOS AÑOS DESPUÉS, TAL VEZ.
“Que estos minutos te sirvan más de lo que me sirvieron a mí. Gracias por los tuyos y
Sus palabras se clavan como cuchillos de recuerdos, que por desgracia, aún vagan cuando
me acerco al mar. Aquí, en este risco, frente al mar donde falleció Miguel, en una noche de
media luna, de estrellas desdibujadas, libres de nubes, y ante el cantar sedoso de un mar manso a
dúo con el incesante céfiro, yazco reclinado, solitario, pensando y recordando sus minutos, los
Lo encontraron allá, ¿verdad? Lo encontró una chica del pueblo, creo que se llama Silvia,
bla, bla, que finalmente tras varios meses, acabó. Me dieron lo que se dice su herencia; el libro y
255
un sobre, y sin más, se olvidaron de mí. En el sobre se reflejaba la frase que ya hemos leído. En
dedos temblorosos se aferraron a él, mis ojos leyeron, Aún me despierto. Atónito, estuve a punto
de decir que no era mío, pero algo interior me retuvo. Luego supe que tenía una función, y era
La noche deja un céfiro nadando a ras del mar, canturreando sin timidez. Las farolas
dejan un tinte rojizo en el leve oleaje; olas que llegan baldías a la orilla densa y húmeda. Las
rocas que anclaron a Miguel, hinchado, despojado de gran parte de sus ropas, pero con la caja
Todavía lloro cuando recuerdo que tuve que tirar el ancla y huir veloz de aquel mar
profundo. Todavía lloro cuando me pregunto qué debió sentir ahí, bajo el mar. Todavía se me
ahoga el corazón cuando lo recuerdo allí de pie, con aquel aspecto estrafalario, en la orilla del
yate y saltando torpe a un mar infinito. Y más cuando pedía que le lanzara ya el ancla.
Quizá, sin más que narrar, con el recuerdo de sus minutos, de sus aventuras como Miguel
decía, la muerte más dulce que pudo tener, fue morir cerca, rodeado, hundido y pegado a lo que
Mikel Crespo
en nuestros recuerdos.
Fin
256
Recapitulando:
1. Despierto...............
Despierto.............................................
erto............................................. 4 PAG
2. Desayuno ..........................................
............................................ 11 PAG
3. En la biblioteca .................................
................................... 19 PAG
5. Amisto .............................................
............................................. 81 PAG
6. Vecinos .............................................
.............................................. 155PAG
8. Carmen .............................................
............................................. 225PAG
Epilogo..............................................254PAG