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Todo indica que hace falta un cambio radical en la forma en que las
empresas son manejadas.
La situación ha llegado a un punto crítico.
Gerentes estresados, empleados presionados,
trabajo a destajo y sueldos recortados, caída en la
productividad, “quintas”, luchas de poder,
insomnio, corrupción, dobles mensajes,
enfermedades crónicas, taquicardia, “serruchadas
mutuas de piso”, números “dibujados”, intereses
personales que priman sobre los generales,
“overtime” indiscriminado, vacaciones
postergadas, despidos masivos, entre otras,
parecen ser las “delicias” inevitables del actual mundo empresario.
En su carrera por el éxito económico las empresas lamentablemente
se han enredado en esta telaraña de mutua tortura diaria.
Y lo más preocupante es que las empresas cada vez más influyen en
el modo en que vivimos, y con cada vez más poder establecen el
camino por el que evoluciona el mundo.
Las empresas generan de una u otra forma la tecnología, los
productos y los servicios que prácticamente determinan nuestra
forma de vida.
Es más, muchos grupos y empresas multinacionales hoy ya son tanto
o más influyentes y poderosos que países enteros... y siguen
avanzando.
Y a partir de su amplia influencia las empresas han llevado su estrés
interno a la sociedad, a las familias, a la vida personal.
La calle está que arde.
Esto es un hecho.
Sin embargo, este problema encierra una oportunidad...
¿Una oportunidad..?
Si. Sobre la base de este poderío económico y de gestión, la
empresas se yerguen como formidables agentes de cambio en el
mundo actual.
Es así que, si pudiéramos lograr que las empresas en su conjunto
enfoquen sus esfuerzos hacia el desarrollo de un determinado
objetivo, la enorme energía desplegada generaría con seguridad un
rápido avance hacia dicho objetivo.
¿Y si pudiéramos hacer que dicho objetivo fuera la genuina evolución
de la sociedad..?
Es decir, si fuera posible, a través de un nuevo
paradigma de gestión, lograr que las empresas
dirijan todo su poderío hacia la evolución positiva y
hacia el desarrollo de una superior calidad de vida,
sus efectos serían probablemente mucho más
fuertes y profundos que los que un gobierno sería
capaz de lograr.
Esta nueva forma de ver al rol de las empresas en
el mundo actual, y en Argentina en particular,
podría generar cambios que tal vez hoy mismo las
instituciones no logran comenzar.
El poder de las empresas e iniciativas privadas, alineado bajo esta
nueva visión de la administración podría ser una clave para la
solución de nuestros múltiples problemas.
Posicionar a las empresas en este nuevo rol y orientar sus energías
hacia la mejora de la calidad de vida requiere sin duda de un nuevo
paradigma de gestión.
Un nuevo paradigma de la administración.
Un nuevo paradigma de la función del Gerente.
El manejo de las empresas bajo este nuevo paradigma, visto como
medio para un mejoramiento del sistema global, conforma una nueva
visión de la administración.
Una visión refrescante de la administración... más amplia, más
integradora...
Una visión que “humaniza” la administración...
Que la lleva de los números, las estadísticas y los balances hacia las
necesidades de la gente...
Hacia el fin que las empresas nunca deberían
haber perdido de vista... lograr la superación
del hombre y el avance hacia superiores
niveles de calidad de vida.
Una visión de la administración que podría
terminar definitivamente con la artificial
dicotomía “capitalismo vs. socialismo”...
Un modelo en el cual ambas ideologías se
integran... poniendo todo el “know-how” y
poderío de gestión y tecnológico de las
empresas en pos del fin más elevado... el
“desarrollo de la humanidad”
Un modelo que daría a la Administración un sentido más allá de lo
técnico y económico...
A este nuevo modelo lo podemos bautizar como
“Administración Holística”.
¿Perdón..? ¿"Administración holística"?
SI.
"Holística", del griego "holos", "todo".
“Administración holística” es una nueva forma de administrar las
empresas... con un objetivo básico, no ya de "rentabilidad
económica”, sino de “rentabilidad social”, o sea, de generación de
una superior calidad de vida... teniendo en cuenta TODOS sus
impactos en el sistema.
En el nuevo paradigma el valor agregado no se mide en $, sino en
incremento de la calidad de vida.
La definición clásica de empresa es simple: "un conjunto de personas
con el objetivo común de ganar dinero".
En este nuevo modelo la mismísima definición de empresa es
diferente: “un conjunto de personas con el objetivo común de mejorar
la calidad de vida en la sociedad”.
Este simple cambio en la definición del concepto de “empresa”
generaría cambios muy profundos en todos los criterios que se
utilizan actualmente para la toma de decisiones gerenciales.
Es interesante ver como, desde sus orígenes, la evolución de la
ciencia de la administración gradualmente nos está llevando, de
manera natural e inexorable, hacia esta nueva visión holística de la
administración.
Veamos como se fue dando esta evolución.
La administración nació como una ciencia dedicada al estudio de las
mejores prácticas en el manejo de las empresas, siempre con el fin de
lograr mayores niveles de eficacia y eficiencia.
Desde principios del siglo pasado, y por
décadas, en un contexto relativamente
estable, con medios de comunicación
relativamente lentos y por lo tanto con una
baja velocidad de cambio contextual, la
problemática de la administración se centró
"hacia adentro" de las empresas.
El estudio detallado del contexto no era lo
fundamental, ya que éste variaba lentamente.
Los niveles de demanda eran estables y
suficientes para todas las empresas.
La competencia era leve o inexistente en
algunos casos.
Este marco dio forma a la administración de
empresas en su forma "tradicional".
En la administración “tradicional” se trataba principalmente de
controlar, registrar, ordenar, mantener. Nadie hablaba de la
necesidad del "cambio"...
Era un paradigma de la administración centrado en el
"mantenimiento"... en desarrollar todas aquellas tareas requeridas
para sostener la organización en un contexto relativamente aislado y
estable.