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Esta carta, escrita en lenguaje y tono académico por un colega profesor, está dirigida a Antanas
como aporte detallado y crítico a una política para el Sector de la Cultura y las Artes.
Puntualmente:
° Æace ver que el Sector no ha recibido adecuado tratamiento en las intervenciones del
debate presidencial.
° Comenta que de tiempo atrás Antanas ha mostrado preocupación por las culturas o
sociedades como sistemas morales; y que dentro de ellas opera algo denominado
economía moral que, en el trámite de las transacciones económicas, atiende y da
preponderancia a valores distintos de los de cambio monetario, aunque estos no son
excluidos.
° uestra que sus razonamientos a partir de la tripleta ͞ley, moral, cultura͟ como reglas de
comportamiento que soportan la ͞cultura ciudadana͟ es un modelo restringido que
atiende a la lógica de lo que él denomina `
El modelo es superficial
porque no hace justicia a las implicaciones profundas de las culturas y economías morales
como sistemas complejos. La reducción operacional de los conceptos de moral y cultura
como reglas ha llevado a que tales planteamientos hayan sido criticados por un colega de
la Nacional como inmediatistas y con riesgo de llevar a autoritarismos, integrismos y
totalitarismos que aterran a la gente.
° Lo invita a ser consecuente con otros planteamientos suyos que dan importancia al plano
profundo de la cultura como núcleo de los sistemas y economías morales.
° Le hace ver que también en otros documentos Antanas ha reconocido el papel de las artes
como componente central y creativo de ese plano profundo de la cultura, denominado
magma, de donde emergen expresiones culturales de mucha riqueza y variedad. De estas
expresiones algunas se toman para las prácticas educadoras de cultura ciudadana, otras se
convierten en Bienes de Interés Cultural (BICs) que conforman las Listas oficiales de
Patrimonio y unas terceras los Bienes de Interés Turístico (BITs) que alimentan el turismo
cultural. Estos usos no agotan la potencialidad de la cultura y de las artes.
° Para concluir en algo práctico, trabaja dos temas centrales que ya habían sido
mencionados por Patricia Ariza en una nota crítica de prensa sobre la política cultural
actual: la conexión entre el olvido de los derechos culturales como fundamentales y la
dominancia excluyente de las industrias culturales.
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Apreciado Antanas
Es posible que tu apretadísima agenda impida que conozcas esta larga carta en los
próximos días o semanas. No importa: algún día lo harás. Lo importante es que cumpla su
cometido y que tus asesores, por lo menos, la tengan en cuenta si hay una oportunidad de
campaña o planeación del Programa de Gobierno en la que sirva de algo. i contribución
espontánea tiene el propósito de apoyar tu proyecto presidencial de una manera seria, de
acuerdo con mis capacidades, experiencia de décadas, y sentido crítico de responsabilidad
social.
Patricia Ariza, a quien conoces bien, titula una nota aparecida en El Tiempo de abril 21 de
2010 así: ͞La Cultura y el Arte los grandes ausentes del debate͟. Y agrega, con referencia a
tu campaña: ~
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Su argumentación sintética es clara y suficiente para una nota de prensa, capta lo
esencial pero no lo desarrolla. Patricia nos dijo:
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Æe revisado con detención en el sitio web del Partido Verde tu Programa de Gobierno, las
opiniones que allí te atribuyen y tus intervenciones públicas de las últimas semanas.
Concluyo que Patricia tiene razón. Las Artes y La Cultura como Sector específico dentro de
una concepción diferenciada de las sociedades modernas no reciben tratamiento
adecuado. Esto no quiere decir que no estén en tu programa intelectual de vieja y nueva
data como lo demostraré enseguida. Lo que falta es ser consecuente con este programa
que, enriquecido con las alianzas de asociados políticos claves, sin duda asigna al Sector
un lugar preponderante que es preciso explicitar tanto para los debates que requiera la
campaña como, y sobre todo, para la efectiva ejecución de un Programa de Gobierno. Un
editorial del último número de la Revista Arcadia confirma la ausencia de propuestas
específicas en el Partido Verde pero indica que la alianza con el equipo de Sergio Fajardo
salva la deficiencia. Textualmente dice:
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No me fue posible acceder por internet a estas propuestas que sin duda ofrecen
perspectivas interesantes, posiblemente en línea con el argumento que desarrollo a
continuación. i comentario está elaborado en un tono y estilo académico al que estás
acostumbrado con la esperanza de que aporte elementos para formulaciones sencillas o
sintéticas que vayan a la prensa, a las audiencias de las plazas y las mesas de trabajo. El
resumen ejecutivo puede cumplir ese cometido. Salvo cuando sea obvio por el contexto o
se diga lo contrario, las frases entre comillas están tomadas de tus textos.
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Antanas: nos conocimos, no sé si recuerdas, en una discusión habida por allá en 1983 en la
Universidad de los Andes en un Simposio sobre ͞El sujeto como objeto de las ciencias
sociales͟ organizado por la Sociedad Colombiana de Epistemología, bajo la dirección de
Guillermo Æoyos. Eras entonces, si mal no estoy, un profesor asistente en el
Departamento de atemáticas de la Nacional. Tu posición reflejaba la preocupación de
tratar a la sociedad humana como sistema moral, no sólo como sistema natural, como
pretendía la investigación positivista. Además, si bien recuerdo la discusión, estabas ya
obsesionado por las reglas, las que en matemáticas hacen posible un fluido proceso
argumental. El sistema moral de que hablamos los antropólogos, siguiendo a Evans-
Pritchard y en general a la tradición anglosajona del concepto, alude a condiciones
humanas globales, históricamente situadas, que denominamos, por lo general, ͞culturas͟.
Estas sociedades tienen una ͞cultura͟ que la Ley General de Cultura de Colombia,
siguiendo la propuesta de la UNESCO, define como ~
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Æoy, para la Colombia post
Constitución 91, esas sociedades morales serían ͞pueblos͟ como los indígenas, ͞etnias͟
como las afrodescendientes, regiones o subculturas, como las cundiboyacenses, las
pastusas o las comunidades barriales que tratan de reorganizarse en sitios como Ciudad
Bolívar o Distrito de Aguablanca. Algunos de estos sistemas morales, siguiendo la misma
tradición anglosajona del término ͞moral͟, tienen aún, o están dispuestas a construir si no
las tienen, sus propias ͞economías morales͟. En éstas las transacciones económicas de
mercado, que no se niegan, están dominadas por valores que no son los ͞de cambio͟. Son
preferentemente ͞de uso͟, ͞de signo͟, y ͞simbólicas͟ en el sentido propuesto por
Baudrillard. Todas estas modalidades de valoración están presentes pero una (no
necesariamente la de cambio) adquiere dominancia. Un ejemplo vivo está en los trueques
directos propiciados hoy por los indígenas del Cauca como parte de sus celebraciones y
festivales. El neoliberalismo ʹ que da predominancia al mercado, a los valores de cambio,
a la rentabilidad y a la acumulación de capital, y del que según algunos de tus críticos no
te has distanciado explícitamenteͶencuentra en estas formas de ͞economía͟ una
contraparte civilizatoria que es preciso atender en cualquier Plan de Gobierno que
busque, como tú proclamas, la justicia. Es entendible que el pensamiento neoliberal
dentro de su lógica absolutista las descarte. Æay en la literatura suficientes estudios que
indican que la economía moral (
) no es un anacronismo sino una
posibilidad digna de toda atención que incluye el mercado y la economía usual de los
economistas (
) pero la supedita a propósitos de importe mayor, por no
decir fundamental.
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Dejo este asunto de fondo y general, que valdría la pena discutir, como reconoces, con
gente que trabaje ͞historia del derecho͟, ͞antropología͟, ͞sociología͟ y ͞tal vez historia de
la cultura͟. e concentro en el asunto del campo de las Artes y la Cultura, en el sentido
restringido denotado por Patricia Ariza. Vale la pena hacerlo en la actual circunstancia
porque puede resultar estratégico no sólo para desvirtuar acusaciones que pueden
haberse originado de ciertas lecturas hechas de tus actuaciones y, sobre todo, de tus
dichos. Resultarían estratégicas, ante todo, para establecer una base sólida de un Plan de
Gobierno con respecto al ͞Sector͟ (démosle este nombre operacional). Æay algo en este
Sector que intuiste cuando, andando en bicicleta por la Nacional para hablar con los
profesores de la respectiva facultad, llegaste a la conclusión de que ͞las bellas artes͟
trabajan con ͞imágenes llenas de sentidos diversos y a veces contradictorios͟ que son otra
cosa respecto de la cartesiana argumentación racional de un rector matemático,
modélico, y bien intencionado. Es posible que ahora, de Presidente, tengas que
establecer en serio ͞una nueva relación con las artes͟, no sólo las ͞bellas͟, término que
algunos consideran demodé. También con las intrigantes, como las instalaciones de
Alejandro Restrepo o las excentricidades de Joseph Beuys (curiosamente también adalid
de un Partido Verde); y con las ͞feas͟, las que se han hecho con excrementos, con perros
que se dejan morir de hambre atados a una cuerda, con manchas de sangre menstrual o,
como en un consabido caso, con nalgas blanquecinas puestas al aire frente a un auditorio
hostil.
Estas artes, para tomar una idea de Paul Ricoeur o, si prefieres, de Nelson Goodman, no
trabajan con modelos ni con argumentaciones cartesianas. Trabajan con metáforas frescas
que nos trasladan de plano, como sugiere Goodman, a otro continente de sentido porque
nos hacen mirar el mundo a otra luz. No sólo trabajan con imágenes de todo orden
(pictóricas, olfativas, dancísticas, escénicas callejeras, etc.) sino también con palabras.
Creo que limitaste la posibilidad artística de la palabra al decir ͞cuando las palabras se
agotan queda el arte͟. Entiendo por el contexto que te referías a la palabra
argumentativa, razonada. No hay tal, pues su potencialidad es enorme cuando la dicen los
poetas. Por fortuna a renglón seguido de la frase en que recortabas la potencialidad de la
palabra para darle paso al arte añadiste: ͞Democracia deliberativa como línea de base y,
para circunstancias límite, arte que interrumpe el intercambio habituado y posibilita
desvíos inusitados͟. A la potencialidad estratégica y necesidad inaplazable de abrir campo
en tu programa de gobierno a estos desvíos inusitados dedico el resto de la carta.
Tomando como ejemplo el campo de las artes escénicas de calle que te gustan tanto y
generan los escenarios de los ͞intercambios habituados͟, no puedo menos de traer una
cita de Alfonso del Toro que caracterizaría la dinámica productiva de ese fondo profundo
(magma) de las artes y la cultura.
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Las artes escénicas así caracterizadas son apenas una instancia de la enorme y variada
potencialidad del Sector de la cultura y de las artes. Algunas servirán para alimentar las
prácticas educativas de cultura ciudadana, otras no. Pero todas merecen apoyo de parte
del Estado no sólo por su potencialidad como fuente de tales prácticas sino porque son
expresión genuina del ejercicio de los derechos culturales, productores y de disfrute, de
que hablaré enseguida. Espero que haya quedado claro que hay mucha distancia entre el
sentido restringido de esta ͞cultura-arte͟ (como magma de donde se emergen prácticas
seleccionadas de cultura ciudadana y otras expresiones más) y el de ͞cultura͟ de tu
modelo operacional ͞ley/moral/cultura-ciudadana͟. Espero también, que haya quedado
claro el contraste entre estos dos sentidos restringidos y el antropológico de cultura como
͞sistema moral͟ que los incluye y desborda. Espero también que quede ahora sí claro el
punto central del argumento: de este plano profundo de la cultura emergen los ͞motivos
de acción͟ que mencionas en tus exposiciones. Como constitutivos de esos ͞motivos͟
pones las razones (en las que eres un experto) las ͞emociones͟ y los ͞intereses͟. Estos
dos últimos elementos, para usar una expresión de Borges, son los que operan cuando
frente a las propuestas del arte, el espíritu no necesariamente convencido (que sería el
efecto de la argumentación) ͞se distrae y conmueve͟, es decir, ve el mundo en otra
dimensión. Como cuando uno disfruta ʹdice BorgesͶun relato de Las il y Una Noches.
O, digo yo, como cuando Christo y Jean-Claude nos hacen ver campos de ensoñación
cubiertos por paraguas enormes de colores en Japón y en California; islas frente a iami
decoradas con faldas rosadas; el Reichstag de Berlín cubierto con una sábana blanca; o el
gélido Central Park de Nueva York en el invierno con sus senderos enmarcados por
pórticos textiles color zanahoria.
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Después de este
académico en el sustrato de las artes-cultura paso a dos
cuestiones prácticas que se me ocurren cruciales en la circunstancia actual y nos llevan al
terreno de las propuestas concretas de una política cultural que daría sostenibilidad a ese
sustrato. Son dos temas polémicos que están entrelazados y constituyen el nervio fuerte
del reclamo de Patricia: la cuestión de los derechos culturales de los pueblos y la de su
correlato, las industrias culturales.
Nadie está en contra del fortalecimiento de las industrias culturales, creativas, turísticas y
demás. Son importantes elementos del desarrollo económico y social de la nación y, en
ciertas circunstancias, son una palanca importante para el pleno ejercicio de los derechos
culturales, tanto en el orden productivo como en el de disfrute, de los pueblos, en
particular por su papel en la modernización como empresas. Pero el ͞consumo cultural͟,
noción que es fuertemente dependiente de tales industrias, no puede agotar el ejercicio
de esos derechos como no se puede admitir el proceso reductor unidireccional arriba
mencionado.
En consecuencia, la diferencia que tendría una nueva política cultural radicaría en dos
puntos: (1) la revisión cuidadosa y exhaustiva, por parte del Estado, a fin de hacerlos
cumplir, de los compromisos internacionales, constitucionales y legales en relación con el
pleno ejercicio de los derechos culturales de los pueblos, etnias, y subculturas que
constituyen la nación; y (2) el giro a la inversión económica y la atención del Estado en el
Sector a fin de asumir un criterio de inversión directa dentro de un esquema de retorno
difuso en el mediano y largo plazo. Con toda seguridad los efectos serán claros y
satisfactorios para todos, incluso para las industrias culturales, creativas y turísticas,
menos para quienes simplemente se lucran del estado actual de cosas, que muchos
lamentamos.