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Un mundo nuevo
Nace un mundo nuevo, baado en sangre. Primero, por las guerras entre el
Imperio (apoyado por Espaa) y Francia, para apoderarse de las ricas tierras
del Norte de Italia. Luego, en lo que puede ser considerado como la Primera
Guerra Europea, por la Guerra de los Treinta Aos (1618-1648), cuyo
resultado ser el declive inexorable del Sacro Imperio (y con l, de Espaa) y
el surgimiento de un doble poder, sobre los restos de la martirizada
Alemania: el poder continental de Francia, y el martimo de Inglaterra y
Holanda. En torno a ese tiempo turbulento, figuras como la de Galileo se
afanan en encontrar las leyes de la mecnica clsica mediante la matemtica
y la experimentacin (rompiendo as la dicotoma entre el orden perfecto de
los cielos y el imperfecto de este pobre orbe sublunar), o la de Descartes,
obsesivamente dedicado a la bsqueda de una mathesis universalis, de un
mtodo que permita la unificacin de todas ciencias y, por ende, la
construccin de un mundo nuevo, legaliforme, y tan claro y distinto como una
ciudad de nueva planta (ver el texto del punto siguiente). Ahora bien, el nico
retrato fidedigno que poseemos de Descartes nos lo muestra con un libro
abierto, en cuya pgina izquierda puede leerse: Mundus est fabula.
Parece que tan elocuente definicin del mundo nuevo procede del no menos
fabuloso padre de las matemticas: Pitgoras. Y desde luego, constituye una
donosa y burlona autocrtica de quien, en el Discurso del mtodo, afirmaba
que haba que dejarse de historias, para proceder cientfica y
metdicamente. Pero, ms all de la burla (si hayla), quiz pueda entreverse
algo ms profundo: el mundo nuevo, precisamente por presentarse como
mundus (pulido, lavado), no es sino una construccin artificial en la que,