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MI VOTO EN CONTRA

Aunque en la sesión de ayer, al discutirse la Ley de Seguridad Nacional, el Senador


Ricardo Monreal expresó a nombre del Grupo Parlamentario del PT nuestra opinión y el
voto en contra de la misma, quiero, de todos, dar explícitamente mi posición. No pude
hacerlo ayer durante el debate debido a que salí de la sesión a atender a los campesinos
chiapanecos que han venido a la Ciudad de México exigiendo la libertad de presos
políticos, muchos de ellos en huelga de hambre y que ayer pidieron ser recibidos en el
Senado.

Tuve que salir porque el caso de los presos políticos, como el del creciente número de
desaparecidos me lo exige. En cosa de semanas he recibido al denuncia de desapariciones
hasta de policías federales como 7 de ellos, junto con un civil, en Michoacán, 9 empleados
de Nextel en Tamaulipas y otros más.

Adicionalmente, con las prisas que ayer mismo denunció el Senador Monreal con que se
está legislando, me sorprendió el que habiéndose aprobado al inicio de la sesión la primera
lectura, una hora después ya se estuviera discutiendo en segunda lectura para someterse a
votación.

La aprobación de esta reforma a la Ley de Seguridad Nacional es muy grave pues me


parece que va en la lógica que señalé en tribuna en días pasados al aprobarse la reforma
constitucional sobre derechos humanos. Se aprueban ciertos aspectos positivos en un caso y
otro, pero se presentan como un gran avance global con respecto a los derechos humanos
para encubrir aspectos esenciales de las violaciones que se están cometiendo. Me confirma
esta preocupación el que inmediatamente después de la reforma constitucional que
consagra los derechos humanos, como si fuera el pago a una concesión, se hace aprobar una
reforma a la Seguridad Nacional que mantiene lo más grave de la presencia del Ejército en
las calles como es el fuero de guerra. Les quiero recordar que ya había advertido sobre este
tema al aprobarse el días pasados la mencionada reforma.

En la reforma a la Ley aprobada ayer es cierto que se limitan las condiciones para que el
Ejecutivo declare el estado de excepción y se precisan las condiciones en que el Ejército
pueda salir a las calles,

por un lado y por otro explícitamente se le impide participar en la represión a movimientos


sociales, laborales o cívicos como ha ocurrido antes. La reforma parece ser la respuesta al
reclamo que desde la sociedad hacemos cada vez más para que el Ejército regrese a los
cuarteles y para que no haya impunidad en los atropellos y violaciones a derechos humanos
cometidas por personal militar en su actuación en la pretendida “guerra contra el
narcotráfico”. Sin embargo, en este aspecto la reforma se detiene y se rechazó ayer
explícitamente la urgente y necesaria supresión del fuero de guerra.
Dice la minuta aprobada que busca proteger en todos sus extremos a los derechos humanos;
nada más falso. El artículo 72, con una redacción ambigua, señala que cuando miembros de
las Fuerzas Armadas realicen conductas que pudieren ser constitutivas de delito afecten a
personas civiles, serán perseguidas y sancionadas por los tribunales competentes, con lo
que se mantiene el fuero militar; mantener esta jurisdicción excepcional en un momento
crítico de terrible descomposición social y política marcado por la militarización del país,
constituye un terrible riesgo para las libertades públicas de las personas que, me atrevo a
decir, causará peores males que soluciones para el problema de la delincuencia organizada.
De acuerdo a la ley actual, tribunales competentes quiere decir tribunales militares, lo
correcto y necesario era decir, como se propuso pero fue rechazado, tribunales civiles.

He insistido en la supresión del fueron de guerra, el cual bajo su actual estructuración ha


permitido que cualquier delito que pueda definir la legislación común, se convierte en un
delito militar por el hecho de haber sido cometido por un miembro de las fuerzas armadas,
permitiendo que el fuero de guerra se convierta en un privilegio y en un sistema punitivo
parcial en detrimento de la igualdad ante la ley y del principio de división de poderes que
establece que las penas solo las puede imponer el juez ordinario, según el artículo 21 de la
Carta Magna. Esto debe atenderse a nivel constitucional mediante una reforma al artículo
13 que derogue ese coto de impunidad bajo el cual se han cometido y se siguen cometiendo
delitos y violaciones a los derechos fundamentales.

La contradicción entonces es que aunque se limite en un sentido la acción del Ejército y se


le prohiba reprimir movimientos sociales, en el caso de que ocurran estas violaciones, la
reforma de todos modos les mantiene el privilegio de ser juzgados por tribunales militares.
Es una trampa que permite usar la reforma como propaganda del gobierno al mismo tiempo
que mantiene la nefasta actuación violatoria de derechos humanos.

Es más, alguien dijo que se trata de legalizar ya la presencia del Ejército en las calles y los
propios mandos militares han reclamado que se reglamente lo que están haciendo para no
tener que ser juzgados en el futuro. Con la votación en el Senado este 27 de abril se ha dado
el primer paso para legalizar lo ilegal, lo anticonstitucional, es decir la presencia del
Ejército en las calles en labores policiacas. Y ¿eso resuelve la preocupación de los mandos
militares? ¿Y la actuación del Ejército por fuera de todo marco legal antes del 27 de abril?
¿La militarización impuesta por Felipe Calderón desde 2006? Como reconocen los mandos
militares, su actuación ha estado por fuera del marco legal. Eso debe ser juzgado y
sancionado. Sancionando también a los responsables civiles que usan y ensucian a las
Fuerzas Armadas. Pero por eso no basta con decir que se imponen restricciones al Ejército,
sino que se debe suprimir el fuero militar. Como eso no se toca es que, pese a detalles
positivos, nuestro voto es en contra.

La preocupación que el alto mando militar expresó en el sentido de que han sido empujados
a una acción anticonstitucional es correcta y por eso reclamaba reglamentarla. Sin embargo
la reforma aprobada ayer no les servirá como amnistía y efectivamente, tarde o temprano,
seguramente con otro Presidente, las violaciones que hoy se encubren mañana serán
juzgadas.
México, D. F. A 28 de abril de 2010.

ROSARIO IBARRA

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