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Dardo Scavino
Para Tiempo Argentino
os estadou n idenses deba n inmiscuirse en los asuntos argentinos y lo hicieron: apenas llegado
de Washington, el embajador Spruille
Braden encabez una cruzada estridente
contra Pern exigiendo una democracia
constitucional y, sobre todo, cooperante. Los militares liberales deban intentar un golpe de Estado y lo intentaron: el
general Arturo Rawson sublev las tropas
en Crdoba con el propsito de derrocar
a sus pares nacionalistas. El presidente Farrell deba apartar a Pern del gobierno y lo hizo, y hasta lo confin, con
nfasis innecesario, en el penitencial de
Martn Garca. El temor a un triunfo del
peronismo deba abortar las negociaciones para cederle provisionalmente el gobierno a la Corte Suprema con vistas a las
elecciones, y no ocurri nada distinto: los
propios liberales que exigan un regreso
al orden constitucional contribuyeron a
prolongacin de la dictadura. Con
el pago de la quincena,
los trabajadores deban
descubrir que los patrones no les pagaban el feriado del 12 de octubre,
y fue exactamente lo que
sucedi (Vayan a reclamarle a Pern, les replicaban). La izquierda deba
mostrar un total desprecio
por la mult itud que el 17
se concentr en la Plaza de
Mayo y tampoco se priv de
hacerlo: hordas de desclasados, los llam el peridico del
Partido Comunista, y tambin
maln peronista. Ni siquiera
falt la oportuna intervencin
del embajador br it n ico, si r
David Kelly.
En aquellos das, cada actor de
este drama interpret concienzudamente su papel para cumplir al
pie de la letra los augurios peronis-
de Jos Domenech y de sindicalistas como Cipriano Reyes, no fueron evidentemente ajenos al fenmeno. Pero el propio
Pern lo reconocera en 1946 justo antes
de las elecciones: Si me llevo dos tercios
del electorado, un tercio se lo deber a
Braden. Y cuando deca Braden, claro,
se refera tambin a todos sus estrechos
colaboradores locales.