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Nadie logra contemplar a Dios que pasa por su vida, si est dormido y no
despierta a la fe.
Un hombre y una mujer
Pero el momento culminante de la narracin y de alguna manera el centro
de todo el relato, lo constituye el detalle de la mujer formada de la costilla
de Adn.
Nuestro autor emplea aqu una bellsima imagen para dejar a los lectores
una leccin grandiosa. Para crear a la mujer, Dios no tom un hueso de la
cabeza del hombre, pues ella no est destinada a mandar en el hogar; pero
tampoco la hizo del hueso del pie, porque no est llamada a ser servidora
del hombre. Al decir que la crea de su costilla, es decir, de su costado, la
coloca a la misma altura que el varn, en su mismo nivel y con idntica
dignidad.
Tal atrevimiento de declarar a la mujer semejante al varn, debi de haber
irritado enormemente a sus contemporneos, y sin duda constituy una
idea revolucionaria en su poca.
El relato termina con un ltimo detalle sugestivo: Los dos estaban
desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban el uno del otro
(v. 25). Ms adelante, cuando se desate el drama del pecado original sobre
Adn y Eva, dir: Entonces se les abrieron a ambos los ojos y se dieron
cuenta de que estaban desnudos (3, 7).
Esta alusin aliment la imaginacin de millones de lectores a lo largo de los
siglos, y llev a pensar que el pecado original tena que ver con el sexo. Pero
en realidad el autor con esta observacin solo buscaba transmitir un ltimo
mensaje a sus lectores, basado en la experiencia cotidiana. En ella vea
cmo los nios pequeos andaban desnudos sin avergonzarse. En cambio al
entrar en la pubertad, perciban su desnudez y se cubran. Ahora bien, esa
poca coincida con la edad en la que todos toman conciencia del bien y del
mal, y son responsables de sus actos.
El yahvista quiso decir que toda persona, al entrar en la adultez, es
pecadora, y por lo tanto responsable de las desgracias que existen en la
sociedad. Nadie puede considerarse inocente frente al mal que lo rodea, ni
puede decir: yo no tengo nada que ver. Por eso todos sienten vergenza
de su desnudez.
La Biblia no ensea cmo fue el origen real del hombre y de la mujer,
porque el escritor sagrado no lo saba.
Pero, como vimos, tampoco le interesa contar cmo apareci el hombre
sobre la tierra, sino de dnde apareci. Y su respuesta es: de las manos de
Dios.