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GEOPOLÍTICA CRITICA

La Geopolítica tradicional, prescriptiva, consolidada entre otros por Mackinder es


acabada por el uso que de ella hace el régimen nazi especialmente de los trabajos de
Haushofer. Aunque intenta renacer a través de los discursos de políticos como
Kissinger, ellos solo buscaban justificar en sus discursos la política de Estado.

Sin embargo, en los años setenta aparece una nueva tendencia que consiste en analizar
críticamente las estructuras aparentemente sólidas e indiscutibles con el fin de ofrecer
perspectivas alternativas y desenmascarar los mecanismos discursivos del poder
establecido. Asi, la Geopolítica Crítica (Critical Geopolitics) persigue demostrar cómo
el discurso ideológico goza de una autonomía que genera unas relaciones de poder
propias que conducen a la toma de decisiones, cómo la ideología permite crear y
estabilizar una estructura social; se propone modificar la perspectiva nacional y estatal,
individualista que decíamos antes, desde la que se ha formulado la Geopolítica
tradicional, superando el fetichismo del Estado.

Además, la nueva geografía rompe con el discurso tradicional, estrictamente


descriptivo, que ignora que el espacio es un componente activo del poder; critica las
formas superficiales e interesadas en que la Geopolítica ortodoxa lee el mapa político
mundial proyectando su propia concepción cultural y política e intenta recuperar la
complejidad de la vida política global y exponer las relaciones de poder que
caracterizan el conocimiento geopolítico, ocultado por la Geopolítica ortodoxa.

De lo anterior se desprenden cuatro tendencias no conservadoras en esta línea, cada una


de las cuales centra su análisis teniendo como base diferentes matices: La primera de
ellas sería la seguida por Peter J. Taylor, que introduce la economía política en la
explicación geopolítica, superando el marco de la economía nacional para el estudio de
las relaciones espaciales. Utiliza el enfoque materialista desarrollado por Immanuel
Wallerstein, el análisis de los sistemas mundiales, y crea tres categorías: la economía-
mundo, el estado-nación y la localidad.

La segunda de esas tendencias es el estudio de las relaciones de poder bajo un análisis


espacial. Autores como Foucault y Claval, cuestionan la naturalidad de los procesos de
dominación que se presentan como necesarios para la supervivencia del grupo. Dicen
que las relaciones espaciales son relaciones de poder, pues los actores protagonistas de
la política del Estado construyen el territorio a partir del espacio dado.

La tercera, la Geografía Política Humanística, introduce un elemento fundamental para


la explicación de las relaciones sociales: el individuo, vinculado al Estado, como
constructor de la entidad espacial, que no es una estructura previamente determinada.
Sirve de nexo entre las dos anteriores explicaciones geopolíticas.

La cuarta, investiga cómo un conjunto de prácticas domina sobre otras, y se pregunta


por las condiciones que permiten que las cosas sean como son. Las dimensiones
ideológicas y sus discursos determinan las prácticas políticas, por lo que hay que
estudiar cómo se construyen esos discursos y los actores que los producen, demostrando
que las estructuras son creadas por la acción de determinados individuos. Se destaca la
figura de Simon Dalby.

La Geopolítica Crítica se ocuparía, entonces, de estudiar el espacio planetario y sus


modos de producción y reproducción, para lo cual sería necesario ver la interconexión
de elementos económicos, políticos, simbólicos e institucionales o legales en la práctica
humana histórica concreta, aceptando la espacialidad de los hechos sociales. Afronta un
análisis histórico de los discursos y prácticas de los Estados.

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