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Para cuando ese lejano tiempo se haga presente, los viejos plsticos en
descomposicin estarn cubiertos con metros y metros de nuevos plsticos
desechados por el insaciable afn consumista que a todos nos ocupa Ya no
existe vuelta atrs: los plsticos forman parte de nuestro dramtico escenario
existencial; los usamos y usamos, pero no sabemos qu hacer con ellos.
Con el petrleo barato,
la invasin de los plsticos
es terror plastificado
Desde los primeros pasos se supo con certeza que el plstico producido
industrialmente no se descompona ni al poco ni al mucho. Entonces, por qu
se continu produciendo ms y ms, sin el menor respeto a los efectos
secundarios sobre el medio ambiente? Simplemente, por negocio, por
comodidad, por sentido prctico, sin darnos cuenta que hemos creado un
monstruo con millones de cabezas, un cercano enemigo que crece y crece
hasta el final de esta maldita civilizacin
Con todo y ese dramtico panorama, hoy el plstico an se ofrece como un
smbolo de identidad del mundo contemporneo: prctico y utilitario,
consumista y derrochador. A pesar de tener al enemigo en casa, los plsticos
los usamos y los tiramos con las manos como una simple saliva desde la boca.
Sin embargo, la saliva pasa de una vez, pero el plstico reluce en grandes
escombreras, se riega por el suelo de nuestros patios, en las calles y grandes
avenidas, por las orillas de los caminos, en las playas, entre las rocas, en las
altas montaas, en las quebradas y ros que van a dar hacia el Mar de los
Sargazos.
Los plsticos se han convertido en una pandemia inagotable: una maldicin
que brota de las manos de unos cuantos riqusimos productores y de millones
de consumidores adictos al plstico, indiferentes al futuro que llega plastificado,
cubierto de plsticos, preso de los plsticos, ahogado por los plsticos.
11 febrero 2016
Almirante (Bocas del Toro)
Jueves
xabierpatxigoikoetxeavillanueva