Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
I. )QUÉ ES LA POLÍTICA?
La política es, en cuanto espacio social, el sistema de convi¬vencia org
anizado con el objetivo de establecer cauces para resolver racionalmente los con
flictos de la sociedad y evitar que impere la ley del más fuerte. La conflictivi
¬dad latente en las sociedades complejas modernas es una consecuen¬cia de su het
eroge¬neidad: son muchos los intereses distintos de individuos y grupos, y frecu
entes las ocasiones para que entren en colisión .
La estructura política tiende a establecer instancias legiti¬ma¬das para
estar por encima de todo poder fáctico e imponer la fuerza de la razón objetiva
donde, dejadas las cosas a su propia dinámica, es fácil que sea el interés part
icular el que prevalez¬ca. La legitimación del poder político ha conocido, histó
ricamen¬te, diversas fuentes; hoy es difícil concebir otra que no sea la que pro
cede del pueblo, que la otorga a través de las urnas. Es¬tamos con eso situados
de lleno en el terreno de la democra¬cia. Sin embargo, en lo que nuestros con¬te
mporá¬neos entienden por de¬mocracia se superponen dos realidades dife¬rentes e
histórica¬mente diferenciadas. La primera, que sólo im¬propiamen¬te merece ese n
om¬bre, procede de la tra¬di¬ción libe¬ral: tiene por objeto la defensa del ciud
adano frente al poder del Estado, cuan¬do éste pierde su carácter de instancia n
eutral y objetiva para inmiscuirse más allá de lo debido en la vida priva¬da de
cada uno. Según esta corriente, basta que el poder sea controla¬do por algu¬nos
en re¬presentación de todos: esos pocos serán la expresión de la volun¬tad popul
ar única. Pero un segundo aspecto de la democra¬cia se apoya en el convencimient
o de que esa voluntad única no existe, o al menos que, a la hora de la verdad, s
on más decisivos los inte¬re¬ses diversos y contrapues¬tos: por eso es indispens
able que todos ellos estén presentes en los órganos que ejercen dicho poder so¬b
e¬¬ra¬no. Los partidos pueden ser los ins¬trumentos que articulen ese abanico de
intereses.
Pero la democracia moderna no se reduce a armonizar intereses. Tiene que
habérselas también con otro factor de diversificación: el pluralismo de cosmovi
siones o de sistemas éticos. Al hablar de los intereses particulares no salimos
del ámbito reducido del grupo; cuando decimos cosmovisiones aludimos a algo más
ambicio¬so: una visión global del ser humano y de la sociedad junto con unos cri
terios para organizar ésta (si bien es cierto que todo esto no estará inmune de
los intere¬ses antes mencionados). No seríamos justos con el pluralismo de nuest
ra sociedad si lo dejáramos sólo en el nivel de los intereses de grupos y no rec
onociéramos que llega también al de los sistemas éticos. Nuestra socie¬dad es pl
ural también en lo ético.
Pero tampoco sería completa esta breve presentación de la política si no
añadiéramos que, en nuestros tiempos, asistimos a una creciente desideologizaci
ón de la misma. La sobrecarga de pragmatismo, que afecta a toda la vida social,
no está ausente, por supuesto, de la actividad política. Esta renuncia a elabora
r grandes programas explica esa cierta pérdida de identidad que caracteriza hoy
a los partidos y la consiguiente desorientación de los electores. Unos califican
este proceder de abdicación intolerable motivada por el afán de poder al precio
que sea; otros ven en esta orientación una consecuencia del creciente corporati
vismo de nuestra sociedad, donde los intereses organiza¬dos de grupos tienen una
fuerza cada vez mayor. En cualquier caso, frente a la antigua clasificación de
izquierda-derecha, muchos politólogos prefieren hablar hoy de centro-periferia.
Serían partidos de centro aquellos que aspiran a englobar el mayor número de int
ereses sociales al margen de planteamientos ideológicos, para los que la socieda
d actual es escasamente sen¬sible (partidos "atrápalo-todo"). Los partidos de pe
ri¬feria bus¬carían, en cambio, su inserción en pequeños colec¬tivos que se cara
cterizan por su discrepancia con el sistema dominante de valores (el de la socie
dad mayoritaria, pragmática y satisfecha), y que no siempre se pueden identifica
r con lo que tra¬di¬cionalmen¬te se llamó "izquier¬da" .
Este análisis me parece especialmente útil para comprender la realidad c
ambiante de la política hoy: en efecto, creo que detrás de muchos desencantos an
te la política hay una falta de compren¬sión de los cambios que se están produci
endo en ella y una cierta rutina perezosa para salir de los enfoques de siempre.
A una so¬ciedad fragmentada y corporativizada, como es la nuestra, los partidos
apenas pueden responder con los rígidos planteamientos ideo¬lógi¬cos de antaño:
aunque siempre cabe preguntarse si a éstos no les queda otra opción que plegars
e a tales exigencias del prag¬matismo renunciando a toda actitud crítica y más c
reativa.