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Inmortal, Eterno, Inefable y Sagrado Padre de todas las cosas, que eres
llamado sobre el carro rodando sin cesar de los mundos que ruedan
siempre.
Dominador de los campos etreos donde se halla el trono de tu potestad, de
cuya elevacin tus ojos tremendos lo descubren todo y tus santas orejas lo
oyen todo, atiende a tus criaturas, que t has amado desde el principio de
los siglos, pues tu duracin y grande y eterna Majestad resplandecen ms
altas que el mundo y el cielo de las estrellas.
T ests elevado sobre ellas. Oh fuego relumbrante!, y t te enciendes y te
sostienes t miso por tu propio resplandor, y salen de tu esencia ros
inagotables de luces y alimentan tu espritu infinito. Este espritu produce
todas las cosas y hace este tesoro inagotable de materias que no pueden
faltar a la generacin que rodea siempre a causa de las formas sin nmero
de que est rodeada y que t has llenado al principio. De este espritu sacan
tambin su origen reyes muy santos que se hallan en pie alrededor del
trono que componen la corte.
Oh, Padre universal! Oh, nico Padre de los bienaventurados e inmortales!
T los has criado con particulares potencias que son maravillosamente
semejantes a tu eterno pensamiento y a tu esencia admirable. T los has
establecido superiores a los ngeles que anuncian al mundo tus voluntades.
En fin, t nos has criado una tercera especie de soberano en los elementos.
Nuestro continuo ejercicio es de alabarte y de adorar tus deseos.
Nosotros nos abrasamos del deseo de poseerte. Oh, Padre! Oh, Madre, la
ms tierna de las madres! Oh ejemplar admirable de los sentimientos y
Nmero de todas las cosas! Oh Hijo, la flor de todos los hijos! Oh Forma de
todas las formas! Consrvanos y senos propicios! Amn.
Encender las velas con una cerilla de madera empezando siempre por
la derecha. Se enciende la varilla de incienso con la llama de la vela
derecha.
Se da una vuelta por la estancia en torno al altar formando un crculo
y se coloca la varilla en su soporte.
Se recita el Salmo 23:
Ya est todo preparado. Levantar las manos con las palmas abiertas,
mirando hacia delante, deben de hacer como de espejo, como si reflejan la
luz de las dos velas hacia el punto medio de la estancia. No debe estar
encendida ninguna otra luz en la habitacin.
Mientras concentra su mente y reflejos de las manos hacia el punto
indicado de la estancia se recita: