Sé que muchos niegan al diablo; también gente religiosa niega la
existencia de Lucifer, y para cientificistas y fanáticos racionalistas creer en “divinidades”, el diablo y demonios “no” es propio de gente de ciencia porque “nada de eso es demostrable”. (¿Por qué será que me parece ver a Satanás y los demonios reírse de estos “científicos” y de razonamientos tan ingenuos?) Una de las primeras mentiras que Satanás, padre de la mentira, deposita en la mente del humano es que “el diablo no existe”. Sé (no creo únicamente) que el diablo es real no porque no sea científico, sino porque la Biblia, máxima autoridad sobre asuntos espirituales, habla del diablo, y porque he visto situaciones de gente endemoniada liberada en el Nombre de Jesús. Además, considero saber discriminar entre una posesión demoníaca y ataques epilépticos, convulsiones y disociaciones. Ni caigo en la trampa de creer que todo es posesión diabólica ni tampoco que toda posesión es una disociación, aun cuando el poseso pierde sus facultades y contacto con la realidad. San Marcos 9: 14-29 narra que Jesús sana a un chico con ciertos síntomas parecidos a la epilepsia. El fanático racionalista o cientificista dirá que el joven era epiléptico. Empero, el padre del joven y los discípulos de Jesús por lo que veían sabían que era un demonio. Además, Jesús habla con el demonio y le manda salir del chico y no entrar más en él. ¿Se equivocó el padre del muchacho y los evangelistas que registran este pasaje al señalar que el joven tenía un demonio? ¿Erró Jesús el diagnóstico? ¿Estaba loco al hablar con el demonio y mandarle salir del muchacho y no volver más a él? Si leemos la vida de Jesús escrita por sus cuatro calificados biógrafos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) nos percatamos que Jesús no tenía ningún trastorno de personalidad. Sus hechos y palabras siempre son cuerdos. Si Jesús fuese un invento humano, tocaría adorar al que lo inventó. Por lo general, las películas sobre exorcismo y demonios son basadas en casos de la vida real. ¿Fueron esos hechos casos reales de posesión demoníaca o simplemente eran graves trastornos de personalidad o alteraciones químicas del cerebro? El inconveniente surge cuando el cristiano lo atribuye todo a los demonios y el cientificista considera que su ciencia es capaz de explicar y probar hechos intangibles que trascienden la razón y el laboratorio. 2
Variables como los demonios y fenómenos sobrenaturales están fuera de
las capacidades intelectuales humanas y del campo de estudio de investigaciones naturalistas y sociales. Y meter la política y la corrupción en el mismo saco con los demonios es hacer mofa de quienes creen y saben que los demonios son reales. ¿Hasta cuándo la burla en nombre de las ciencias naturales? Algunos que se han percatado que ciertas sesiones espiritistas son falaces creen haber descubierto el agua tibia. Que algunas sesiones sean shows para estafar no significa que todas son fraudulentas. Hay gente endemoniada con trastornos de personalidad y también existen disociaciones con fuerte ingrediente demoníaco. El pastor cristiano de almas y el especialista en la conducta y la mente se necesitan, y cada uno debe tener la suficiente humildad a fin de admitir limitaciones y retirarse cuando sus conocimientos y recursos estén agotados, permitiéndole al otro hacer su labor. Mucha gente es oprimida por el diablo y pocos son los casos reales de endemoniados. Aquí es donde algunos creyentes se equivocan al confundir la opresión e influencia satánicas con la posesión. Y el incrédulo mezcla lo natural con lo sobrenatural, pues para él las cuestiones sobrenaturales no son tema de discusión por ser “superstición”, “charlatanería”, “autosugestión”. Esto es, “hechos naturales que pueden explicarse y curarse naturalmente”. El filme El exorcismo de Emily Rose es un claro ejemplo de cientificistas tratando de dar explicación naturalista a hechos sobrenaturales. Las dos posiciones son equivocadas por extremas. No toda opresión e influencia diabólica es posesión ni necesariamente el poseso está trastornado mentalmente. El diablo existe, pero tampoco se mete en alguien sin ser invitado ni puede ser introducido en un tubo de ensayo. Sabido es que las ciencias naturales y sociales creen que temas como el diablo y los demonios tienen un fuerte ingrediente con sabor a trastorno sicológico. Resulta presumido y ridículo diagnosticar sin tener al paciente en el consultorio como pretenden algunos al hacer señalamientos disparatados en cuanto a la conducta de ciertos personajes bíblicos. En otras palabras, si por lo complejo de la conducta humana es extremadamente complicado dar con el diagnóstico de un paciente que va al consultorio, ¡cuánto más difícil es pretender diagnosticar conductas de personajes de hace más de 2 mil años! La incredulidad es insolente y lejos está el conocimiento humano de saber, entender y poder explicar la sicología humana. El humano no se sintetiza -como creen muchos- en dos más dos son cuatro. Quienes se empeñan en rechazar lo sobrenatural y la existencia de Lucifer deberían conversar (sin consultar) con quienes dirigen sesiones espiritistas sobre la realidad o no de fuerzas buenas y malas que operan en 3
una dimensión inmaterial. A partir de ahí los honestos intelectuales cesarán