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llev a reconocerlo como Mesas e Hijo de Dios (Mt 16,16). Tiene que
estar alimentada por la reflexin sobre el mensaje de Jess, pues el
grupo vive para seguirlo, confrontando con l las actitudes personales y
comunitarias. Para los discpulos, el Seor glorioso es la salvacin, la
vida, la alegra, la fuerza y la esperanza (Col 3,4); Jess en su vida
terrestre y en su muerte es el camino y la verdad (Ef 4,20-24).
Solo esta experiencia en la oracin comn y en la eucarista mantiene la
cohesin de la comunidad y da solucin a las tensiones y dificultades
que puedan surgir; ayudar tambin a recuperar a los vacilantes (Mt
18,12; Gl 6,1). Los bajos instintos que pueden retoar, las rivalidades y
partidismos no tienen ms antdoto que el Espritu de Dios (Gl 5,16); y
misin del Espritu es recordar e interpretar el mensaje de Jess (Jn
14,26; 16,13-15).
La oracin comn expresa al mismo tiempo la alegra de la fe, que se
traduce en accin de gracias a Dios por Jesucristo (Ef 5,18-20; Col 3,16)
y la hermandad, que desemboca normalmente en la eucarista (Hch
2,42).
Por definicin, el grupo no vive para s mismo, los discpulos son
pescadores de hombres que tratan de atraer a otros a la nueva
manera de vida. Esto no se hace por afn de imponer las propias ideas,
sino por la experiencia de la propia felicidad: el que ha encontrado el
tesoro y la perla quiere que los dems los encuentren tambin (Mt
13,44-46).
Para la misin, lo primero de todo, lo ms importante, es la existencia
del grupo mismo. Si no existe la nueva sociedad de hermanos como
Jess la quiso, todo es intil, no hay nada que ofrecer ms que palabras
e ideas sin realidad. Tiene que verse que el amor y la felicidad son
posibles. Da pena ver cristianos amargados que intentan hacer felices a
los dems sin tener ellos experiencia de lo que es la alergia y la paz
cristiana. La renuncia a los valores del mundo se hace por la alegra
de haber encontrado el tesoro (Mt 13,44).
El grupo debe ser visible y ha de percibirse a su alrededor el bien que
hace (Mt 5,14-16); hay que proclamar el mensaje sin miedo (Mt 10,2627), pero con prudencia (Mt 7,6; 10,16).
El que anuncia la buena noticia aparece en el Evangelio (Mt 10,5-15)
como pobre (sin dinero, sin provisiones), amable (saludar), sencillo
(aceptar la hospitalidad), no exigente (no andar cambiando de casa, Mc
6,10), eficaz, convencido de la urgencia de su trabajo (no perder el
tiempo con saludos interminables, Lc 10,4), y de la seriedad e
importancia de su misin (si no escuchan, echrselo en cara sacudiendo