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O ELEMENTOS CONSTITUCIONALES
DE MÉXICO
Un año más tarde, el propio Congreso dio forma política a la nación con el Decreto
Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, sancionado en Apatzingán el
22 de octubre de 1814. A partir de entonces, las arraigadas convicciones de Morelos lo
hicieron planear todas sus operaciones militares de acuerdo con el propósito
fundamental de defender las actividades de los miembros del Congreso. Después del
fracaso sufrido en las lomas de Santa María, a las puertas de Morelia, y del fusilamiento
de Mariano Matamoros, la campaña militar se convirtió en una gran persecución contra
Morelos y las tropas insurgentes. Por último, Morelos fue capturado en Tezmalaca el 5
de noviembre de 1815, siendo llevado a la Ciudad de México, donde se le sometió a un
proceso civil, militar y religioso, y murió fusilado el 22 de diciembre en San Cristóbal
Ecatepec.
En ocasión de haber sido designado por el Congreso como depositario del poder
ejecutivo, Morelos rechazó el tratamiento de alteza serenísima, prefiriendo exaltar la
soberanía de la nación declarándose su siervo, de una manera sinceramente humilde y
apasionada.
Soy siervo de la nación —decía— porque ésta asume la más grande, legítima e
inviolable de las soberanías; quiero que tenga un gobierno dimanado del pueblo y
sostenido por el pueblo; que rompa todos los lazos que la sujetan, y acepte y
considere a España como hermana y nunca más como dominadora de América.
Quiero que hagamos la declaración de que no hay otra nobleza que la de la virtud,
el saber, el patriotismo y la caridad; que todos somos iguales, pues del mismo
origen procedemos; que no haya privilegios ni abolengos; que no es racional, ni
humano, ni debido que haya esclavos; pues el color de la cara no cambia el del
corazón ni el del pensamiento; que se eduque a los hijos del labrador y del
barretero como a los del más rico hacendado; que todo el que se queje con
justicia, tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte
y el arbitrario; que se declare que lo nuestro ya es nuestro y para nuestros hijos;
que tengan una fe, una causa y una bandera, bajo la cual todos juremos morir,
antes que verla oprimida, como lo está ahora y que, cuando ya sea libre, estemos
listos para defenderla.