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(Sal 11:6)
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Sabemos que somos de Dios (1 Juan 5:19a). Qu contraste con los inicuos!
El creyente se consuela y se desafa, pensando: No pertenezco a ese mundo de
maldad. Gracias a Dios por ello! Ahora debo aprender a vivir en tal manera
que agrade a mi Padre Celestial.
El problema con nosotros es que podemos mirar al mundo en su maldad, y casi nos
da igual. No tenemos la misma reaccin del Salmista! Y no lo tenemos, por la
sencilla razn que no amamos a Dios como l lo amaba.
No slo no reaccionamos con indignacin cuando vemos a las personas alrededor
nuestro quebrantando la ley de Dios a diestra y a siniestra, sino que nos
acostumbramos a ello y no hacemos nada por frenar tanta maldad. Cuando lo que
Dios espera de nosotros es que lloremos por los que rompen la ley de Dios, y tratemos
de hablarles del Seor. Debemos orar mucho por este mundo, y clamar a Dios que
tenga misericordia. Como dice Pablo, Conociendo, pues, el temor del Seor,
persuadimos a los hombres (2 Cor 5:11), rogndoles que se conviertan de sus malos
caminos antes que llegue el da del juicio. El Seor llor sobre Jerusaln, viendo tanta
maldad y tan poco arrepentimiento. Debemos tener la mente y el corazn del Seor
Jess, para que podamos decir de todo corazn:
Horror se apoder de mi a causa de los inicuos,
Que dejan Tu ley
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