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Jos Mart
Crnica publicada en el diario La Amrica, New York, Octubre de 1883
Es maana de otoo, clara y alegre. El sol amable calienta y conforta. Aglpase la gente a
la puerta del tranva del puente de Brooklyn: que ya corre el tranva y toda la ciudad quiere
ir por l.
Suben a saltos la escalera de granito y repletan de masa humana los andenes. Parece como
que se ha entrado en casa de gigantes y que se ve ir y venir por todas partes a la duea de la
casa!
Bajo el amplio techado se canta este poema. La dama es una linda locomotora en traje
negro. Avanza, recibe, saluda, lleva a su asiento al husped, corre a buscar otro, djalo en
nuevo sitio, adelntase a saludar a aquel que llega. No pasa de los dinteles de la puerta.
Gira: torna: entrega: va a diestra y a siniestra: no reposa un instante. Dan deseos, al verla
venir, campaneando alegremente, de ir a darla la mano. Como que se la ve tan avisada y
diligente, tan til y animosa, tan pizpireta y gentil, se siente amistad humana por la linda
locomotora. Viendo a tantas cabecillas menudas de hombres asomados al borde del ancho
saln donde la dama colosal deja y toma carros, y revolotea, como rabelaisiana mariposa,
entre rieles, andenes y casillas,-dijrase que los tiempos se han trocado y que los
liliputienses han venido a hacer visita a Gulliver.
Los carros que atraviesan al puente de Brooklyn vienen de New York, trados por la cuerda
movible que entre los rieles se desliza velozmente por sobre ruedas de hierro, y, desde las
seis de la maana hasta la una de la madrugada del da siguiente, jams para. Pero donde