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INTRODUCCIÓN
Me parece que este pequeño trabajo puede ser una buena pista
de lanzamiento para aprender a leer la Biblia en forma adecuada. Nos
daremos por muy satisfechos si alguien encuentra una ayuda en los
comienzos de un camino que otros libros más exigentes pueden
continuar y ampliar.
EL AUTOR
EL CATÓLICO Y LA BIBLIA
El lenguaje humano
Importa que quede esto claro. Es algo que nos pasa a nosotros mismos en
nuestro cotidiano modo de hablar. Una misma verdad la expresamos de
múltiples maneras. Corrientemente no nos importa demasiado el modo, sino
que vamos abiertamente a la verdad que queremos significar.
• Que la Biblia nos transmite la verdad que Dios nos quiere comunicar.
Esto trae una consecuencia que vamos a entender en seguida: Que no siempre
y en todas las afirmaciones podemos tomar la Biblia al pie de la letra. Si yo te
escribo una carta y te digo "Padezco un confusionismo de cabeza muy
grande", tú entiendes al pie de la letra e interpretas lo que quiero decir. Pero, si
por el contrario, digo: "Estoy hecho un taco” o "Estoy hecho un lío" es claro
que tomado al pie de la letra igualmente, resulta ininteligible lo que quiero
decir.
"Para descubrir la intención del autor (es decir, para descubrir lo que nos
quiere decir) hay que tener en cuenta, entre otras cosas, los géneros
literarios. Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras
de diversa índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros
literarios. El intérprete indagará lo que el autor sagrado intenta decir y dice,
según su tiempo y cultura, por medio de los géneros literarios propios de su
época. Para comprender exactamente lo que el autor quiere afirmar en sus
escritos, hay que tener muy en cuenta los modos de pensar, de expresarse, de
narrar que usaban en tiempo del escritor, y también las expresiones entonces
en la conversación ordinaria" (DV 12).
¿Qué significa esto? Que muchas veces no coincide lo que decimos con lo que
queremos decir. Y que lo que cuenta siempre es lo que queremos decir. El otro
día estuve en una romería e impresionado por el gentío que había comenté:
"Aquí está todo el pueblo". Estas fueron mis palabras; pero lo que quise
expresar es que había mucha gente. Quien captó esto segundo entendió bien,
entendió la verdad que encerraba lo dicho. Si alguien supuso al oírme que
estaba todo el pueblo, de tal modo que ni una sola persona quedó en su casa,
entendió mal, no alcanzó la verdad implícita en mi afirmación.
Hay una verdad en estas relaciones entre Dios y el hombre, la de nuestra total
dependencia de Él. El hombre no debe ignorarlo, cayendo en la tentación del
orgullo. Se le podría decir: "Tu vida depende totalmente de Dios". Es una
manera fría y contundente de expresar aquella verdad. Pero el autor sagrado
prefiere decir: "Dios es un alfarero y nosotros somos la masa en sus manos. Él
hace con su barro lo que quiere". ¿Hay mejor manera de expresar nuestra total
dependencia de Dios? Y, sin embargo, ni El es alfarero ni nosotros somos
barro. Esta es la gran verdad que nos quiere hacer llegar, por ejemplo, el Libro
del Génesis, cuando, en la Creación, nos presenta a un Dios alfarero
modelando la figura del hombre del barro de la tierra.
Una postura peca por exceso y otra por defecto. Por exceso, la
de aquellos que, materializando la imagen, la toman al pie de la letra y
con el mismo rasero miden la verdad que implica y la imagen que nos
la transmite. Y por defecto pecan los que, sabiendo sobradamente que
se trata de una imagen, la desdeñan entendiendo que es un lenguaje
impropio. Una actitud equivocada, porque cualquier imagen es lo
suficientemente explícita, "habla" suficientemente bien si se la sabe
interpretar correctamente.
No hay que olvidar, sin embargo, que toda imagen tiene "su"
significado y que, por tanto, no es indiferente el empleo de una que
todo el mundo entiende o, con el achaque de que es el suyo un
lenguaje impropio, inventarse cada cual la suya. Si yo voy de paseo y
en un árbol me encuentro pintado un corazón traspasado por una
flecha, aquello me habla muy claro de toda una realidad de
enamoramiento; si más adelante, en otro árbol, tropiezo con una oreja
grabada en su corteza, atravesada por una flecha, no tiene para mí
ningún significado. Y tan impropia es una pintura como la otra. La
diferencia estriba en que, en nuestra cultura, una imagen tiene
significado y la otra no.
Las dificultades propias del lenguaje humano
Claro que todo esto plantea una dificultad para leer la Biblia.
Una dificultad que es común a todos los libros de la antigüedad. Se
usaban entonces modos de expresión, imágenes que hoy no se
emplean corrientemente en nuestra conversación y que, en muchos
casos, son sólo conocidas de aquellos que se dedican al estudio de
tiempos lejanos. Un poco lo que ocurre con las modas, que hay
muchas que pasaron y que sólo conocemos por las fotografías que
aparecen en nuestros álbumes familiares. Por eso necesitamos saber
cuáles eran esos modos de decir y expresarse los que escribieron la
Biblia. En las Introducciones y Notas de las diferentes ediciones del
Libro Sagrado se nos explica esto claramente, para ayudarnos a
entender su contenido correctamente.
La Iglesia y la Biblia
- Y todo esto lo hicieron de tal modo que "obrando Dios en ellos y por
ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y sólo lo que
Dios quería" (DV 11).
Por tanto, que nadie nos confunda intentando que la Biblia haga
afirmaciones científicas en contradicción con lo que la ciencia moderna
asegure de un mismo hecho. No se le hace ningún servicio a la Biblia
queriendo que tenga razón en extremos en que no tiene por qué
tenerla. Y no tiene por qué llevar la razón en cosas que son del
dominio de las ciencias. Sencillamente esto cae fuera de la intención
de Dios al manifestársenos, que fue la de comunicarnos su salvación.
Si ha caído en vuestras manos algún libro de los Testigos de Jehová
referente a esta materia, habréis podido apreciar el afán desordenado
de que coincidan las ciencias y la Biblia en las afirmaciones que hacen
en el terreno científico.... ¡como si la Biblia fuese un libro de ciencia
más!