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La Ley Moral
Autor: Paulo Arieu

Administrador del blog www.lasteologias.wordpress.com

¿Que es el hombre?, reflexionaba el famoso rey David, rey de Israel, seguramente


en algún momento de soledad en que se ponía a mirar el cielo y no podía evitar
ponerse a pensar.

Sin duda, la naturaleza ejerce un atractivo y un especial interés al ser humano. Es


muy difícil escapar a la invitación que ella nos tiende a soñar, reflexionar e inquirir
en los porqués de las cosas.

No creo que el rey David haya sido un soñador, no me lo imagino así. Tampoco
creo que seamos simplemente idealistas por el mero hecho de preguntarnos las
razones de la creación, o los misterios de la naturaleza.

• “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que
tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él
memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? “(Sal. 8:4-5)

¿Acaso el apóstol Pablo no nos dice que el hombre no tiene excusas para no creer
en Dios luego de reflexionar y observar la hermosura de la creación? No es esto
una invitación a examinar la hermosura de la creación, para glorificar a Dios

Berkhof, conocido teólogo protestante, nos dice que

"El hombre no es solamente corona de la creación, sino también el objeto


del cuidado especial de Dios." [0]

En el artículo anterior vimos la Ley. Ahora veremos acerca


de la ley moral en el hombre.

En el artículo anterior, vimos que "intentar estudiar las


Escrituras sin un estudio de su ley es negarlas. Intentar
comprender la civilización occidental separada del impacto
que ha tenido sobre ella la ley bíblica es buscar una
historia ficticia y rechazar veinte siglos con todo su
progreso." [1]

Uno de los rasgos distintivos de los seres humanos es su


constante apelación a una ley moral que debería regir a
todos los hombres por igual. La mayoría de las veces lo
hacemos de forma inconsciente, pero todos tendemos
apelar al hecho de que "las cosas que deben hacerse de
cierto modo".

C. S. Lewis le llama a esto "La Ley de la Naturaleza Humana", y cita como ejemplo
algunas de las frases típicas que solemos escuchar cuando dos personas discuten:

"¿Qué te parecería si alguien te hiciera algo así?" "Ése es mi asiento; yo llegué


primero" "Déjalo en paz; no te está haciendo ningún daño" "¿Por qué vas a
colarte antes que yo?" "Dame un trozo de tu naranja; yo te di un trozo de la
mía".
2

En todos estos casos los individuos no solo están manifestando su desagrado con lo
que el otro ha hecho, sino que están presuponiendo un conjunto de normas morales
que todos deben conocer y obedecer.

No siendo la Biblia un texto de ciencia, vano sería intentar descubrir en sus páginas
una antropología, una biología o una psicología. La Biblia no da, pues, una
definición del hombre, sino que lo caracteriza existencialmente a la luz de su
relación con Dios.

La relación del hombre con Dios se hace evidente desde la creación misma del
hombre, Gn 1 y 2 afirma que Dios creó al hombre del polvo de la tierra. Por
consiguiente, como criatura, es parte de la creación. Sin embargo, el hombre no es
dios, como han pretendido los diversos humanismos. Está limitado en su poder (Mt
19.26; Jn 3.27; Ro 6.19), en su sabiduría (1 Co 1.25; 2.13; 3.18-20) y en su
libertad (Ro 7.14-24) y es un ser mortal (Gn 3.19; Ro 5-12; 1 Co 15.21).

Pertenece a la tierra (1 Co 15.47a) y está sujeto a las contingencias de los demás


elementos de la creación. Es innegable su semejanza física con los animales e
incluso en el libro de Génesis, se afirma que el hombre fue creado en un mismo día
con ellos (1.25-27). Es íntima su dependencia de la tierra, y su mortalidad apunta a
un destino común con las especies inferiores.

No obstante su íntima relación con la naturaleza y los seres inferiores, el hombre no


es una bestia. La Biblia destaca su noble dignidad (Sal 8.5: "Le has hecho poco
menor que los ángeles". El original dice: Elohim, es decir: los dioses o la
divinidad). Dios lo creó a su imagen (Gn 1.27).

Asimismo, al hombre se le dio autoridad sobre la naturaleza (Gn 1.28; Sal 8.58)
para dominarla según la voluntad del Creador (Stg 3.7). Ningún hombre, por tanto,
es despreciable (Hch 10.28), pues es "linaje de Dios" (Hch 17.28), y Él ha hecho
de una sola sangre todo el linaje de los hombres. Toda discriminación racial, social,
sexual, cultural, atenta contra el propósito creador divino (Gal 3.28). En beneficio
del hombre, criatura suprema de la creación, Dios ha legislado contra el crimen y el
ultraje entre humanos (Éx 20.13), y ha establecido el amor como el vínculo de
relación entre los hombres (Mt 7.12; 22.36-40; Ro 13.10).

La imagen y semejanza de Dios está grabada en el interior del ser humano. La Ley
moral es una de las características del interior del hombre que demuestran esta
imagen y semejanza divina. La Ley moral actúa en el seno del hombre, y es la
razón por la que la mayoría de las personas trata de justificar su comportamiento
cuando se les recrimina por haber actuado de cierta manera. El mero hecho de
excusarnos (o mentir abiertamente diciendo que nunca hemos hecho tal cosa) es
un reconocimiento implícito de que conocemos y aceptamos las reglas de juego que
deben regir a todos los hombres.[2]

La conciencia nos acusa


La conciencia es la capacidad que Dios nos ha dado de distinguir el bien del mal y
de inclinar nuestra voluntad a hacer el bien y evitar el mal. La conciencia es tu
propia inteligencia humana cuando juzga prácticamente sobre la bondad o la
maldad de tus actos. Te ordena en el momento oportuno, practicar el bien y evitar
el mal. Juzga las opciones concretas aprobando las buenas y denunciando las
malas.

La conciencia te dice a cada momento lo que se debe y lo que no se debe hacer.


Cuando haces algo bueno, la voz de tu conciencia te aprueba, cuando haces algo
malo, esta misma voz te acusa y condena sin dejarte en paz. Pero su función no se
3

limita a emitir un juicio después de que ya hiciste algo, sino que valora tus
decisiones antes de que actúes y es testigo de tus actos.

La conciencia no es algo que podamos ver o tocar. Sin embargo, podríamos


compararla con los elementos que forman un juicio: en él hay un juez que da la
sentencia, un testigo que dice qué fue lo que pasó y una ley en la que el juez se
basa para dar el veredicto. La conciencia es testigo de nuestros actos y para dar su
sentencia como juez, se basa en las leyes naturales que Dios ha escrito en el
corazón del hombre.

La conciencia recta conoce la verdad. Está atenta para iluminarte en cada momento
de tu vida. Te aplaude cuando haces algo bueno y te recrimina cuando haces algo
malo para abrirte el camino del arrepentimiento y del perdón. Una conciencia bien
formada siempre te invitará a actuar de acuerdo con tus principios y convicciones,
te impulsará a servir a los hombres, a promover lo positivo y eliminar lo negativo.
[3]

En el libro de la Sabiduría se menciona el “peso de la conciencia” que vuelve


temeroso al pecador. Parece un eco del proverbio que dice: “Huye el impío sin que
nadie lo persiga.” (Pr 28:1). El peso de la conciencia hace vivir a muchos
atormentados en medio del lujo y los vuelve incapaces de gozar de la felicidad que
tienen a su alcance, y a veces, hasta los hace enfermarse.[4]

2 Corintios 4:3-4

(BAD)

• 4:3 Por mi parte, muy poco me preocupa que me juzguéis vosotros o


cualquier tribunal humano; es más, ni siquiera me juzgo a mí
mismo.4:4 Porque aunque la conciencia no me remuerde, no por eso
quedo absuelto; el que me juzga es el Señor.

(DHH)

• 4:3 En cuanto a mí respecta, muy poco me preocupa ser juzgado por


ustedes o por algún tribunal humano. Ni siquiera yo mismo me
juzgo.4:4 Sin embargo, el que mi conciencia no me acuse de nada no
significa que yo por esto sea inocente. Pues el que me juzga es el
Señor.

(RV95)

• 4:3 En cuanto a mí, en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros o
por tribunal humano. ¡Ni aun yo mismo me juzgo!4:4 Aunque de
nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que
me juzga es el Señor.

F. Collins nos da una interesante ilustración en su libro que nos permite entender la
Ley Moral inherente al ser humano:

Había una vez una anciana que solía meditar a las orillas del río Ganges. Una
mañana, al terminar su meditación, vio a un alacrán que flotaba indefenso en
la fuerte corriente. Conforme el alacrán se acercaba, quedó atrapado en unas
raíces que se extendían dentro del río. El alacrán luchaba frenéticamente por
liberarse, pero cada vez se enredaba más. Ella se acercó inmediatamente al
4

alacrán que se ahogaba, quien en cuanto ella lo tocó, la picó. La anciana retiró
su mano, pero en cuanto recuperó su equilibrio, nuevamente trató de salvar a
la criatura. Cada vez que ella lo intentaba, el alacrán la picaba tan fuerte que
su mano se llenó de sangre y la cara se le descomponía por el dolor. Un
hombre que pasaba y vio a la anciana luchar contra el alacrán le gritó:
« ¿Estás loca? ¿Quieres matarte por salvar a esa cosa odiosa?».
Mirando al extraño a los ojos, la anciana respondió:
«Si la naturaleza del alacrán es picar, ¿por qué debo negar mi propia
naturaleza de salvarlo?». [5]

Del mismo modo que esta anciana afirmaba no poder negar su propia naturaleza
altruista, el ser humano no puede escapar a su propia naturaleza humana. Aunque
seguramente este ejemplo puede parecer más bien drástico, no muchos de nosotros
nos colocaríamos en peligro por salvar a un alacrán. La Ley moral es una
característica universal de la existencia humana. Hasta donde comprendemos, esta
ley parece aplicarse exclusivamente entre los seres humanos.

F. Collins comenta que


"si bien otros animales a veces parecen mostrar un destello de sentido moral,
no son muchos los casos, y en muchas ocasiones la conducta de otras especies
parece estar en dramático contraste con cualquier sentido de rectitud
universal."[6]

Es esa conciencia del bien y el mal, junto con el desarrollo del lenguaje, la conciencia
de sí mismo y la capacidad de imaginar el futuro, a lo que los científicos generalmente
se refieren cuando tratan de enumerar las cualidades especiales del ser humano.

Pero ¿es este sentido del bien y el mal una característica intrínseca del ser humano o
es sólo una consecuencia de las tradiciones culturales? Algunos argumentan que las
culturas tienen diferencias tan grandes en las normas de conducta que cualquier
conclusión relacionada con una ley moral común carece de fundamento.

C. S. Lewis, estudioso de muchas culturas, llama a esto


"una mentira, una mentira que suena bien. Si un hombre se pasa algunos días
en una biblioteca con una Enciclopedia de Religiones y Ética, pronto descubriría
la masiva unanimidad de la razón práctica en el hombre. En el himno
babilónico a Samos, en las leyes de Manu, el Libro de los Muertos, los
analectas, los estoicos, los platónicos, los aborígenes australianos y los pieles
rojas, el lector encontraría las mismas y triunfantemente monótonas condenas
a la opresión, el asesinato, la traición y la falsedad; los mismos mandamientos
de amabilidad a los ancianos, los niños y los débiles, de caridad, imparcialidad
y honestidad».[7]

Cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen y semejanza.


"Entre las criaturas ocupa un lugar especial el hombre, sobre el cual Dios sopló
su aliento, es decir, dejó una huella especial. El hombre es imagen de Dios por
ser espiritual, con capacidad para pensar y para amar." [8]

Aunque el hombre fue hecho después de todas las criaturas, lo que significa tanto un
honor como un favor para él, sin embargo, fue hecho el mismo día que las bestias; su
cuerpo fue hecho de la misma tierra que el de ellas; y mientras él está en el cuerpo,
habita en la misma tierra con ellas...

Dios en su infinito amor nos creó a imagen y semejanza suya, nos creó para su
gloria, para compartir su amor y sus riquezas con nosotros. Nosotros somos creados
por Él y para Él
5

Por lo tanto el propósito de Dios para nosotros es que seamos como Él. Esto es una
relación de Padre e hijo donde el hijo hereda las características de su padre.

• Entonces dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen,


conforme a nuestra semejanza; y tenga potestad sobre los peces del
mar, las aves de los cielos y las bestias, sobre toda la tierra y sobre
todo animal que se arrastra sobre la tierra". Y creó Dios al hombre a
su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Los
bendijo Dios y les dijo: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y
sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los
cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra". (Gén.1:26-
28 RV 1960)

Mattew Henry comenta que


"El hombre fue hecho para ser una criatura diferente de todas las que habían
sido hechas hasta entonces. En él tenían que unirse la carne y el espíritu, el
cielo y la tierra. El hombre, cuando fue hecho, fue creado para glorificar al
Padre, Hijo y Espíritu Santo… Es el alma del hombre la que lleva especialmente
la imagen de Dios."[9]

En el libro de Génesis vemos que Dios creo al varón y hembra a su imagen y


semejanza. En ese tiempo no había pecado en el ser humano y Adán y Eva gozaban
de perfecta comunión con Dios, vida eterna y de autoridad sobre el resto de la
creación. Fuimos creados por el mismo espíritu de Dios de forma similar a como el
saco la costilla del hombre para crear la mujer y entonces Adán dijo: carne de mi
carne y hueso de mis huesos, de esa misma forma Dios puede decir de nosotros

• "espíritu de mi espíritu" porque de su propio Espíritu sopló vida a


nosotros cuando fuimos formados por el.(Gen 2:7 RV 1960)

Aquí también vemos algo que nos hace diferentes al resto de la creación y es que Dios
creo todas las cosas y seres vivientes con solo decir la palabra sin embargo al ser
humano lo creo formándolo con sus propias manos y soplando vida en nosotros.

Al nosotros ser espíritu fuimos hechos semejantes a Él y heredamos las características


que nos dan imagen y semejanza a el. Por lo tanto podemos decir que esta imagen y
semejanza a Dios es espiritual y no física o del cuerpo pues Dios es espíritu.

Una vez que había creado las infinitas estrellas, la tierra con sus montañas, mares,
bosques y todo tipo de animales, Dios, según la Sagrada Escritura, formó su obra
culmen diciendo:

• "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,


conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en
las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo
animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su
imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó."(Gen
1:26-27 RV 1960 )

Robert Jastrow, astrónomo, dijo que cuando

"contemplaba la naturaleza del hombre, la aparición de este ser


extraordinario a partir de sustancias químicas disueltas en una charca de
aguas templadas parece tan milagrosa como el relato bíblico de su origen.”
[10]
6

A imagen de Dios fue creado el ser humano. Pero esto no quiere decir que Dios tiene
semejanza física con el hombre. Dios no tiene piernas, manos canas ni una barba
blanca. Cuando la Biblia habla del hombre a imagen de Dios, se refiere al hecho de
que el hombre tiene un alma espiritual. Está por encima de los otros seres vivientes
que habitan en la tierra. El hombre no es una cosa, sino una persona. El Hombre, por
tanto, puede pensar; puede amar a otras personas; puede componer una sinfonía;
puede escoger el bien; todas las cosas que ni un perro, ni una lagartija ni ningún otro
animal puede hacer. Pero, aunque podamos hacer todas estas cosas, debemos
preguntarnos ¿por qué Dios nos hizo así?

Ciertamente Dios, que sabe todo, no necesita que nosotros pensemos, ni que le
toquemos alguna sinfonía, pues los ángeles cantan mucho mejor que nosotros. La
razón es que Dios nos ha hecho a su imagen para conocerle y amarle. De todas las
criaturas visibles, sólo el hombre es "capaz de Dios." De todas las cosas de este
mundo, sólo el hombre está llamado a vivir con Dios en el mundo más allá. Y
siendo a Imagen de Dios, el hombre está llamado a amar: primero a Dios y luego a
todo el que tiene semejanza con Dios, es decir, a cada persona humana, pues cada
persona está hecha a imagen de Dios.

Catalina de Siena, platicando con Dios un día sobre la creación del hombre,
exclamó:

"Por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien
eterno."[11]

Por otro lado, cuando se dice que el hombre es imagen de Dios, se quiere indicar con
ello que tanto el hombre como Dios tienen algo en común y es el conocimiento, el
amor, la libertad; en otras palabras, el alma del hombre es lo que lo hace semejante a
Dios.

El hombre fue hecho recto,

• "He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto,
pero ellos buscaron muchas perversiones." (Ecl. 7:29 RV 1960)

Mattew Henry comenta que


"Su entendimiento veía clara y verdaderamente las cosas divinas; no había
yerros ni equivocaciones en su conocimiento; su voluntad consentía de
inmediato a la voluntad de Dios en todas las cosas. Sus afectos eran normales
y no tenía malos deseos ni pasiones
desordenadas. Sus pensamientos eran
fácilmente llevados a temas sublimes y
quedaban fijos en ellos. Así de santos, así de
felices, eran nuestros primeros padres cuando
tenían la imagen de Dios en ellos. " [12]

Placa en una pared en Kaliningrado, en alemán y


en ruso, con las palabras tomadas de la conclusión de
la Crítica de la Razón Práctica de Kant.

Hace unos 200 años falleció uno de los filósofos más


influyentes de todos los tiempos. Immanuel
Kant. Cerca de la tumba de Kant se halla una placa
con la siguiente inscripción en alemán y ruso, tomada
de la "Conclusión" de Crítica de la razón práctica:
7

«Dos cosas colman el ánimo con una admiración y una veneración siempre
renovadas y crecientes, cuanto más frecuente y continuadamente
reflexionamos sobre ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de
mí.»[13]

La ley por excelencia es la ley moral que entraña una referencia clara a una norma
cuyo autor es Dios y cuyo objetivo es regular, mediante la obligación, los actos
humanos en cuanto humanos [14]

Es clásica la definición de Santo Tomás de Aquino:


«Una ordenación de la razón, en orden al bien común, promulgada por el que
cuida de la comunidad»[15]

Detrás de toda ley hay un legislador. Esto es lógico y también es un concepto


metafísico válido, aunque hay personas, aun muy cultas, para quienes tales
razonamientos no tienen fuerza alguna. Pasa algo semejante a lo que sucede con las
matemáticas. Ninguno que esté en su sano juicio pone en duda la validez de los
razonamientos matemáticos, aunque sean pocos los que puedan seguirlos más allá de
cierto punto.

El hombre no tiene que responder ante una «ley abstracta» (si existe tal cosa y es
inteligible), sino ante Dios. No es por casualidad que la Biblia comienza con las
majestuosas palabras: «En el principio creó Dios» (Gn.1:1 RV 1960); y tampoco
podemos olvidar que el Decálogo empieza con esta afirmación: «Yo soy Jehová tu
Dios» (Ex. 20:2 RV 1960).

Sugel Michelen explica que

Para que la ley moral sea normativa para todos debe ser promulgada por un
legislador con autoridad sobre todos. Y Éste no es otro que el Dios que creó
el universo y puso en el hombre una conciencia moral. Él es la fuente y
fundamento de toda moralidad y justicia. [16]

Detrás de la Ley tenemos, pues, al Legislador. La ley es ley sólo en la medida en que
Dios es Dios; y tal es la conexión entre la Ley de Dios y su majestad personal que,
incluso si no existiera ley revelada, el solo hecho de conocer al mismo Dios ya
obligaría al hombre a tener en cuenta sus exigencias. La gloria de Dios es el objeto de
la creación entera, toda vez que cuanto fue creado lo fue no sólo por Dios sino para
él ("11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú
creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas."Ap. 4:11
RV 1960 ).

El hombre debe tener siempre presente la gloria de Dios ante sí, en todo tiempo y
lugar, y esto no significa meramente que cada trasgresión de esta Ley de Dios es una
afrenta hecha a la gloria del Señor -de manera que ningún pecado puede ser
considerado pequeño-, sino que también la acción más indiferente que podamos
concebir tiene que ser hecha para Dios.

Hay, en efecto, incrustadas en lo más vivo de la naturaleza humana, en la inteligencia


y en el corazón, tales exigencias de verdad, de belleza, de justicia, de amor, de
felicidad -insatisfechas aquí en la Tierra-, que son como la marca de fábrica de un Ser,
Fuente de Verdad, de Belleza, de Justicia y de Amor Infinito. El varón y la mujer
aspiran a conocer este Ser que está en el origen de todo y tienden con fuerza hacia El,
sin ser siempre plenamente conscientes de tal búsqueda.

Es por esto que la gravedad de cualquier pecado debe medirse -dice William Perkins-,
8

« no por lo que sea en sí mismo, sino por lo que representa y contenga de


ofensa contra la majestad de Dios» [17]

Por consiguiente, la relación de criatura que el hombre mantiene con Dios le obliga a
la admisión de una obligación personal con respecto a su Creador, cuyas exigencias
divinas le son presentadas con el sello de la máxima autoridad:

• «Yo soy Jehová tu Dios... No tendrás... No te harás... No te


inclinarás... No tomarás...» RV 1960

La Ley moral de Dios está íntimamente relacionada con la razón del hombre, y esto es
así porque el hombre participa de esa Razón divina que se halla en el corazón del
universo. Dios no es el autor de la confusión y, en consistencia con su carácter como
Creador fiel ("De modo que los que padecen según la voluntad de Dios,
encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien."1 Pe.4:19 RV 1960),
la razón que ha dado al hombre y el sentido de obligación moral no están en
desacuerdo.

De todas las criaturas terrenas sólo el hombre es consciente de esta Razón divina y de
la obligación de relacionarse con ella, lo cual, a su vez, le compromete al darse cuenta
cada vez más claramente de su obligación de obedecer a Dios tal como la voluntad
divina se ha expresado en los Diez Mandamientos. Esta obligación de obediencia, a
diferencia de la conformidad a la Ley que se efectúa sin volición en los seres más
bajos, da nacimiento al concepto de la Ley Moral.

Toda vez que la Ley moral está tan estrechamente vinculada con la naturaleza
racional del hombre, se habla a menudo de la Ley de la naturaleza humana. Esta
expresión exige una cuidadosa definición y debe entenderse como significando que se
trata de una Ley derivada de la acción de Dios al haber hecho la naturaleza humana
como la hizo; nada más que esto. En el contexto del uso actual, la palabra «natural»
se presta a cierta ambigüedad y acaso fuera mejor hablar de Ley «primaria», antes
que de Ley «natural», porque, en el sentido bíblico, una Ley de la naturaleza significa,
no una Ley producida por la naturaleza o meramente perceptible en ella, sino una Ley
determinativa de la naturaleza. Pero, seguramente, ya es muy tarde para cambiar el
vocabulario corriente.

Thomas Henry Huxley, biólogo británico dijo una vez


“Estoy más convencido que nadie del profundo abismo que existe entre [...] el
hombre y las bestias [...] porque sólo él posee el don del habla racional e
inteligible [y] [...] que nos eleva muy por encima del nivel de nuestros
humildes semejantes”. [18]

Limitar el término de «Ley moral» para expresar este aspecto particular no es negar
que todo el alcance de la soberanía divina sobre el universo no sea un gobierno
verdaderamente moral; toda vez que el conjunto de las acciones de Dios tiene por
objeto fines morales. Pero sería incorrecto afirmar que todas las partes de la creación
divina se rigen por la Ley moral. El gobierno de Dios en los tres reinos de su creación
-inanimado, animado y racional- es el de su soberana voluntad, pero en la vida del
hombre este gobierno se efectúa por la acción recíproca de la voluntad humana.

La Ley natural no tiene otra autoridad que la autoridad de Dios que se manifiesta a
través de ella, y nunca debemos considerarla como si se tratara de un ente en sí
mismo y en su propio derecho.

El uso poco vigilante de la palabra «natural» en expresiones tales como «la conciencia
moral natural de los paganos», puede dar lugar a la inferencia de que esta
«conciencia moral natural» pueda ser trasladada del reino de lo normativo al de la
9

descripción, reduciendo así toda la vida moral a una mera respuesta a estímulos
físicos. La única salvaguardia en contra de esta falsa inferencia estriba en insistir que
la conciencia moral es reflejo de la Ley de Dios.

Deberíamos decir, además, al llegar a este punto que el hecho de que la Ley moral y
la Ley natural puedan emparejarse de esta manera no implica, en absoluto, nada
sobre la habilidad o la impotencia del hombre, hoy, para obedecer la Ley moral, ni
siquiera en relación sobre su poder para percibirla. Es otra cuestión.

Antes de que abandonemos la discusión de los aspectos naturales de la Ley moral,


debemos observar que cualquier Ley hecha por el Creador para ser uno de los
principios constituyentes del ser humano debe constituir un elemento básico de su
bienestar. La Ley, pues, está siempre en favor del hombre, a su lado, y es esencial a
su verdadera libertad. La Ley moral no es simplemente una prueba de obediencia,
sino que es también una revelación de la realidad eterna. El hombre no puede
perderse para Dios sin que se pierda al mismo tiempo para sí mismo [19].

La Ley es como un vallado, no sólo para sernos límite, sino protección. Dios no sólo
exige, sino que protege también. La Ley es tanto la expresión del amor como de la
santidad [20].

Natanael Culverwel observa que la posesión de la Ley constituye un «privilegio tan


feliz» que su violación «es una injuria al ser humano » [21] tanto como a Dios, y
Richard Hooker afirma que los hombres tienen en la Ley la auténtica «madre de su
paz y su gozo » [22]

En realidad, la Ley no solamente es apropiada a la naturaleza del hombre –como


Stephen Charnock escribe-, sino que «no hubiera sido propio de la bondad de Dios
dejar al hombre sin Ley » [23]

"Mucho más hondo y misterioso que el cielo es el corazón del hombre. Los ojos
que ven millones de estrellas no logran descubrir un pensamiento que se
oculta." dijo Hugo Wast [24]

A veces, se plantea la cuestión de saber si es lícito dar el nombre de «Ley» a la


conciencia moral del hombre, y en la respuesta afirmativa se formula también la
pregunta que se preocupa de cómo esta Ley fue dada a conocer al hombre. Una de las
respuestas a esta cuestión la encontramos en

• Ro. 2:14, 15: «Porque cuando los gentiles que no tienen ley hacen
por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son
ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus
corazones, dando testimonio su conciencia y acusándoles o
defendiéndoles sus razonamientos.» RV 1960

El significado de este texto parece indicar que, aunque los gentiles no poseen la Ley
en la forma del sistema mosaico, encuentran ciertamente la Ley dentro de ellos
mismos. Hay una ley escrita en sus corazones de la cual sus propias conciencias dan
testimonio. La afirmación de que esta Ley se halla «escrita» en el corazón del hombre
implica que el conocimiento que éste tiene de la misma es algo más que la simple
posesión de la racionalidad.

Significa que el hombre, desde su mismo principio, fue el recipiente de una revelación
especial acerca de la relación moral que le ligaba a Dios, y que esta revelación
formaba parte de su constitución como ser hecho a la imagen de Dios.
10

El conocimiento de la voluntad de Dios se oscureció cuando el hombre cayó en el


pecado. Su «loco corazón fue entenebrecido» y cambió «la verdad de Dios por
la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que el Creador» (Ro.
1:21, 25 RV 1960).

El hecho de que el hombre se entienda a si mismo como creación de Dios o bien


como un mono que ha tenido éxito, establecerá una clara diferencia con relación a
hechos reales. También en ambos casos se oirán muy distintos tipos de mandatos
dentro de uno mismo. A. Gehlen. [25]

John Flavel describe gráficamente esta pérdida del claro conocimiento de Dios como
«la misma deshumanización del hombre»[26] Sin embargo, el conocimiento de la ley
de Dios no se extinguió completamente en el hombre y todavía es dable percibir sus
restos en el testimonio de la conciencia del hombre pecador, a quien acusa o defiende
en sus razonamientos ("15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones,
dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus
razonamientos " Ro. 2:15).

Y es sobre la base de este conocimiento continuo que, en el juicio de Dios, los


pecadores «no tienen excusa» (Ro. 1:20 RV 1960 ). Sin lugar a dudas, el hombre
es una ruina espiritual, pero, como todas las ruinas, los restos dan idea de la gloria
pasada.

La definición de los efectos de la caída en el conocimiento de la Ley divina por parte


del hombre constituye uno de los problemas más agudamente discutidos de la
teología contemporánea.

¿Posee el hombre caído algún conocimiento continuado de la Ley de Dios? No puede


darse una respuesta adecuada a esta cuestión independientemente del concepto que
sostengamos de la Ley natural. La creencia en un conocimiento continuado del
hombre pecador y la aceptación de la Ley natural son dos conceptos que J.
Newman expresó cómo la otra cara de la experiencia moral nos descubre a Dios, de
manera sencilla. Defendiendo su fe en Dios (católico), afirmó lo siguiente

"Soy católico en fuerza de mi creencia en Dios; y si se me pregunta por qué


creo en Dios, respondo que se debe a que yo creo en mí mismo: porque siento
que es imposible creer en mi propia existencia (y yo estoy completamente
seguro de este hecho) sin creer también en la existencia de El, quien vive en
mi conciencia como un Ser personal, que todo lo ve, que todo lo juzga" [27]

El carácter absoluto de la obligación moral, que obliga a nuestra conciencia, nos lleva
a descubrir por sobre nuestra misma conciencia, Uno mayor que nosotros, que nos
habla y está permanentemente en lo más hondo de nosotros mismos. Ese es DIOS:
¡Aquel que habla a nuestra conciencia con tan singular intimidad e ineluctable
autoridad!

"Esa ley de conciencia no es fabricación mía, se impone a mí aun a pesar de mi


voluntad [..] Tampoco procede de la sociedad que es tan solo un intérprete de
la ley de la conciencia y no su autor. Las leyes humanas pueden explicarla y
sancionarla, pero no la crean. La aprobación o desaprobación de la sociedad no
creó lo justo y lo injusto, lo recto y lo indebido de mi conciencia, porque a
veces la conciencia nos prohibe secundar las leyes de la sociedad, cuando, por
ejemplo, son contrarias a las leyes de Dios, tal el caso de los mártires que
dieron su vida por la Fe.
Por tanto, si la voz de ese interno Sinaí de la conciencia no procede de mí, ni
de la sociedad, y si es universal en sus sugerencias y expresiones, de modo tal
que ninguna criatura moral puede sacudirla enteramente de sí, entonces
11

necesariamente más allá de esa ley hay un Legislador, y detrás de esa ley hay
una Persona, y detrás de ese mandamiento hay un Poder, que es Dios.

De este modo, el examen de mi conciencia y de su triple papel, me obliga, me


fuerza a concluir en que exactamente como la vista corresponde a las cosas
visibles, el oído a las cosas audibles, la razón a las cosas inteligibles, así
también la ley de mi conciencia tiene que corresponder a un Poder que legisla,
el testimonio de mi conciencia tiene que corresponder a una Rectitud que
ejecuta, la alabanza o vituperio de mi conciencia tiene que corresponder a una
Justicia que juzga.
Puesto que el Poder y la Rectitud y la Justicia corresponden a atributos
esenciales de una persona, debo concluir que esa Persona Poderosa es
Inteligente a fin de legislar. Omnisciente a fin de aplicar rectamente, Suprema
y Poderosa a fin de poder juzgar. Ese Poder Sapiente, esa Rectitud
Omnisciente, esa Justicia Suprema es DIOS ante quien inclino mi frente
reverente" [28].

Sugel Michelen comenta

Pero ¿por qué todos presuponemos que hay ciertas cosas que deben hacerse
y ciertas cosas que no? ¿Y qué nos hace pensar que todos conocen las reglas
del juego y que todos saben que deben obedecerlas?
Si decimos que son leyes que los hombres han creado a través de su
evolución cultural, estamos afirmando también que tales leyes no son
morales en sí mismas y, por lo tanto, ni buenas ni malas; son simples
normas de supervivencia que la sociedad ha establecido.
Pero si esto es así, ¿qué argumento podemos dar a aquellos que deciden
pasar por alto tales reglas y vivir en anarquía? Si les decimos: "Porque esas
reglas contribuyen al bien de la mayoría", éstos pudieran replicar: "El bien
de la mayoría es un valor arbitrario creado por otros hombres igual que yo y
que no tengo ningún interés en alcanzar".
Para que la ley moral sea normativa para todos debe ser promulgada por un
legislador con autoridad sobre todos. Y Éste no es otro que el Dios que creó
el universo y puso en el hombre una conciencia moral. Él es la fuente y
fundamento de toda moralidad y justicia. [29]

Es una herejía moderna la que sostiene que la ley de Dios no tiene significado ni
fuerza obligatoria para el hombre de hoy. Eso es una faceta de la influencia
humanista y del pensamiento evolutivo en la iglesia, y postula un dios que
evoluciona y se desarrolla. Este dios dispensacional" se expresó mediante la ley en
una época anterior; más tarde se expresó por medio de la gracia solamente, y
ahora quizás se esté expresando de una tercera forma. Pero ese no es el Dios de la
Escritura, cuya gracia y ley siguen siendo las mismas en cualquier época porque Él,
que es el señor absoluto y soberano, no cambia ni necesita cambiar. La fortaleza
del hombre está en lo absoluto de su Dios. [30]

Myer Pearlman explica que:

La venida de Cristo efectuó un cambio en el trato de Dios con el hombre.


Introdujo una nueva dispensación. Durante siglos el hombre había estado
pecando y reconociendo la imposibilidad de abandonar o conquistar sus
propios pecados. Pero ahora Dios con claridad, y abiertamente, ha revelado
el camino. Muchos israelitas consideraban que debía haber una forma de ser
justificado, aparte del guardar la ley, por dos razones:
12

1) Percibieron un profundo abismo entre el nivel de Dios para Israel, y su


condición actual. El pueblo de Israel era injusto, y la salvación no podía
llegar por sus propios méritos y esfuerzos. La salvación debía de proceder de
Dios, por medio de su interposición en beneficio de ellos.

2) Muchos israelitas supieron por experiencia personal que no podían


guardar la ley perfectamente. Llegaron a la conclusión de que debía de
haber una justicia independiente de sus propias obras y esfuerzos. En otras
palabras, anhelaban la redención y la gracia. Y Dios les aseguró que tal
justicia debía de ser revelada.[31]

Desgraciadamente los judíos llegaron a exaltar la ley como agente justificador, e


idearon un sistema de salvación basado en los méritos de guardar sus preceptos, y
las tradiciones añadidas a ella. Habían interpretado erróneamente el propósito de la
ley. Habían llegado a confiar en ella como medio de salvación espiritual. [32]

• "Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la


suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios" (Ro. 10:3).

Campbell Morgan explica que

En nuestra Biblia hallamos el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento; y


pensamos en la dispensación mosaica y la dispensación cristiana, como dos
entidades separadas.[33]

Pero, continúa él explicando

"el Hebraísmo y el Cristianismo, no son sistemas religiosos antagónicos uno


a otro, sino constitutivos de dos estadios en la edificación del orden divino.
Aunque esto es verdadero en un sentido, la verdad más amplia es que un
reino, la casa de Dios, abarca toda la historia humana e incluye las dos
dispensaciones. En este conjunto, Moisés es visto en su grandeza como
siervo de Dios. " [34]

En nuestro Nuevo Testamento tenemos dos palabras que se traducen por «siervo»,
pero no se usaron en la descripción del ministerio de Moisés: [35]

• 1. Una es «doulos» ,que en sentido estricto significa esclavo. Podría haber


sido usado, ya que Moisés era ciertamente «siervo poseído» por Jehová,
pero no se usó.
• 2. La otra es «diakonos», un criado que hace encargos. También podía
haber sido usado, pues Dios lo usó para transmitir sus mensajes, pero no se
usó tampoco.

Pero ninguna de estas dos palabras fueron empleadas para describir el ministerio
de Moisés. El escritor a propósito elige una palabra que lleva su servicio a un nivel
más elevado que en los otros dos casos:

«therapon», la cual significa "uno que hace servicio voluntario, inspirado por
el afecto."[36]

"De modo que la misma palabra empleada hace énfasis en la grandeza de Moisés",
comenta C. Morgan. Además, se dice de modo claro "que fue designado por
Dios, y que fue fiel en toda la casa de Dios" [37]
13

Esta fidelidad, además, se declara por parte del escritor con miras a destacar que
fue «para testimonio de lo que había de anunciarse después»(9:5).

Al referirse a los diez mandamientos o Decálogo, dijo Moisés: "Jehová, tu Dios,


ha dicho estas palabras", Igualmente con referencia a la interpretación de las
palabras halladas en las leyes dadas al pueblo en detalle. Por ello Moisés destaca en
su persona una grandeza que el escritor de la epístola a los Hebreos reconoce.

Pero nada de lo que cayó de los labios de Moisés, sea en simbolismo material o en
la interpretación de la ley, fue abrogado, sino cumplido de modo claro por el Señor
Jesús:

• "No he venido para abrogar, sino para que se cumpla la ley y los
profetas."

Lo que quiere decir es que, por medio del Hijo, todo lo simbolizado en el ritual, y
todo lo exigido por la ley, ha hallado su perfecto cumplimiento. En el prólogo del
Evangelio de Juan se dice que:

• «La ley vino por medio de Moisés; pero la gracia y la verdad vinieron
por medio de Jesucristo» (Juan 1:17).

El escritor no sugiere que no hubiera gracia en la economía mosaica, sino que no


estaba manifestada de modo claro. Ni tampoco sugiere que no hay nada de la ley
en la economía del Hijo, pues la palabra «verdad» incluye toda la ley.

Incluida en esta comparación hay los requerimientos de Moisés y de Jesús. Las


leyes que procedieron de Dios a través de Moisés eran leyes de conducta. En la
enunciación de la ley por los labios del hijo, en el monte de las Bienaventuranzas,
hay referencia a la conducta, naturalmente, pero los requerimientos que se hacen
son sobre el carácter. Las leyes de Moisés eran leyes condicionadas a hacer las
cosas. Las leyes de Jesús exigían ser, es decir, una condición del corazón:

• "Bienaventurados los de puro corazón, porque ellos verán a Dios."

El intento de enfrentarse con las exigencias éticas de Jesús, aparte de su gracia


salvadora, implica el quedar lleno de un sentimiento de fallo total.

A través de Moisés, Dios habló al hombre en el trueno, la nube, el relámpago, el


pavor de la tempestad y el terremoto. A través de Jesús habló a través de un
hombre quebrantado y moribundo, que era infinitamente más que un hombre. A
través de Sinaí nos llegó la ley. A través del Calvario nos llegó un río de gracia. Las
palabras del Hijo, pues, son finales, cuando contemplamos la grandeza de Moisés
como un siervo, marcada por su fidelidad; y luego volvemos los ojos a Aquel que
como Hijo, es a la vez edificador de la casa y su gobernante. A través de Él habla
Dios al hombre. [38]

El gran reformador protestante Juan Calvino, hace 500 años atrás dijo que la
religión mosaica, fundada sobre el pacto de Gracia apuntaba hacia Jesucristo

"De todo cuanto hemos expuesto se deduce muy fácilmente que la Ley no fue dada,
casi cuatrocientos años después de la muerte de Abraham, para apartar de Cristo al
pueblo elegido, sino precisamente para tener los ánimos en suspenso hasta que
viniese, y para incitarlos a un mayor deseo de esta venida, y animarlos en esta
esperanza, a fin de que no desmayasen con lo largo de la espera.
14

Por Ley no entiendo solamente los diez mandamientos, los cuales nos dan la regla
para vivir piadosa y santamente, sino la forma de la religión tal y como Dios la
promulgó por medio de Moisés. Porque Moisés no fue dado como legislador, para
que abrogase la bendición prometida al linaje de Abraham, sino que más bien
vemos cómo a cada paso trae a la memoria a los judíos el pacto gratuito hecho con
sus padres, del cual ellos eran los herederos, como si él hubiera sido enviado para
renovarlo. "[39]

y también dijo que por lo que hace a los diez mandamientos, recordemos muy bien
lo que dice san Pablo

• "el fin de la Ley es Cristo, para justicia a todo aquél que cree" (Rom.
10, 4).

E igualmente lo que dice en otro lugar: que Jesucristo es el espíritu o el alma que
da vida a la letra, la cual por sí misma es mortífera (2 Cor. 3, 6).

Porque en el primer pasaje dice que en vano somos enseñados con preceptos en
qué consiste la justicia, mientras Jesucristo no nos la dé, tanto por imputación
gratuita, como por el Espíritu de regeneración; por lo cual con toda razón llama a
Jesucristo cumplimiento y fin de la Ley; porque de nada nos aprovecharía saber qué
es lo que Dios pide de nosotros, si Cristo no socorriese a los que se encuentran
oprimidos por un yugo y una carga insoportables.

En otro lugar dice que la Ley ha sido dada a causa de las transgresiones (Gál.
3,19); a saber, para humillar a los hombres convenciéndolos de su condenación.

Y como es ésta la única preparación para ir a Cristo, todo cuanto Él dice en diversas
frases concuerda muy bien. Mas, como tenía que combatir con engañadores, los
cuales enseñaban que los hombres alcanzaban la justicia por las obras de la Ley,
para refutar su error se vio obligado a tomar algunas veces en sentido preciso y
estricto el término de "Ley", como si denotase únicamente la norma del bien vivir,
bien que cuando se habla de ella en su totalidad, no hay que separar de la misma
el pacto de la adopción gratuita." [40]

El Catecismo Menor de las iglesias presbiteriana es como sigue: "Dios creó al


hombre varón y hembra, a imagen suya en cuanto a conocimiento, justicia y
santidad, con dominio sobre las creaturas.

La Confesión de Fe de Westminster formula en forma algo más explícita un aspecto


que está implícito en el Catecismo Menor cuando dice que Dios creó al hombre "con
alma racional e inmortal."

No cabe duda de que la Biblia habla de dos principios o sustancias distintas en el


hombre como el cuerpo y el alma.

Esto aparece con toda claridad en el primer libro de la Biblia, en el que, al relatar la
creación del hombre, se dice: "Jehová Dios formó al hombre del polvo de la
tierra, y sopló en su mal aliento de vida y fue el hombre un ser viviente. "

Pero esta idea forma parte tan íntima de toda Biblia que citar pasajes concretos
para demostrarlo parecería casi superfluo. Cuando Jesús distingue entre alma y
cuerpo con las solemnes palabras, "Y no temáis a los que matan el cuerpo mas
el alma no pueden matar; temed más bien aquel que puede destruir el
alma y el cuerpo en el infierno," no hace más que expresar en forma explícita lo
15

que en realidad constituye parte esencial de toda la enseñanza de la Palabra de


Dios. [41]

Es Dios el que escudriña la mente y el corazón del hombre y le hace sentir lo que Él
piensa de sus actos y pensamientos:

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo


conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente y pruebo el
corazón…” (Jer 17:9,10. Véase también Jer 11:20).

Esa idea se repite en el Salmo 7:9b, y coincide con lo que expresa el Salmo 139:
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón, pruébame y conoce mis
pensamientos, y ve si hay en mí camino de perversidad…” (23,24ª).

Es Dios el que habla a la conciencia del hombre y le muestra la maldad o bondad de


sus obras.

Me falta comentar un tema:

Algunos han dicho que la imagen de Dios en el hombre significa no que el hombre
fue creado en modo alguno como persona igual a la de Dios, sino simple y
solamente que es persona. No implica, dicen tales personas, ninguna semejanza
moral entre el hombre como creado y Dios. Los que esto afirman se dividen en dos
clases.

En primer lugar, hay quienes han dicho que el hombre antes de caer en el pecada
era un ser neutral respecto al bien y al mal. Era hombre, y esto era todo. No era
ni bueno ni malo, y a él le correspondió decidir ser bueno o malo. Nada había
decidido entre el bien y el mal. Si hubiera decidido algo bueno se hubiera vuelto
bueno y si hubiera decidido algo malo, malo: pero tal como Dios lo creó no era ni
una cosa ni otra. Era como Dios simplemente porque tenía libertad personal; y
la libertad personal, y no la bondad, es lo que la Biblia quiere decir con imagen de
Dios.

Esta opinión implica un error mortífero. Implica el error mortal en cuanto que
considera la voluntad del hombre como algo que oscila en una especie de vacío
que no se puede llamar ni bueno ni malo porque la persona lo sea. La Biblia no
contiene tal idea.

La Biblia dice:

• Mateo 12:34: Camada de víboras. ¿Cómo pueden hablar


cosas buenas siendo nulos? Porque de la abundancia del corazón
habla la boca.

• Mateo 7:18: Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni


un árbol malo producir frutos buenos

Según la Biblia las acciones buenas proceden de la persona buena y las acciones
malas de la persona mala; según la Biblia, la bondad y la maldad no es algo que
simplemente pertenece a acciones conscientes individuales sino que también
pertenece a algo que es mucho más hondo que las acciones individuales. Si somos
fieles a la Biblia, no podemos en modo alguno hablar de alguien que no es ni bueno
ni malo; no podemos hablar de alguien que es moral mente neutral, cuya calidad
moral depende sólo de acciones futuras suyas, que es buena sólo en cuanto cada
16

una de sus acciones concretas lo son y malo sólo en cuanto son malas. Deberíamos
descartar en forma total toda esa idea.

Otros teólogos han sostenido una idea parecida a la que acabamos de exponer,
poro se han esforzado en evitar algunas de las implicaciones mas obvias que
contiene.

Dicen que el hombre fue creado moralmente neutral. Con esto afirman algo muy
semejante a la idea que acabamos de exponer. La imagen de Dios según la cual
dice la Biblia que el hombre fue creado significa, dicen estos teólogos, sólo libertad
personal, no bondad. Pero luego, prosiguen, Dios dio de una vez al hombre aparte
de la creación - un don sobrenatural de bondad, que fue necesario para asegurar la
armonía en sus apetitos. Cuando el hombre cayó al pecar contra Dios, lo que
sucedió fue simplemente que ese don sobrenatural y agregado de la bondad se
perdió, pero la imagen de Dios, que consistía tan sólo en la naturaleza del hombre
como persona libre, permaneció intacta.

Esta idea también es completamente errónea. Implica una visión muy superficial
del pecado, y es del todo opuesta a la enseñanza de la Palabra de Dios.

No, cuando la Biblia nos dice que el hombre fue creado a imagen de Dios, quiere
decir algo más de que el hombre recibió libertad personal.

Esta libertad es, desde luego, un elemento necesario en lo que la Biblia quiere decir
por imagen de Dios; pero no es lodo lo que la Biblia quiere decir. La Biblia quiere
decir también que el hombre fue creado como semejante a Dios en cuanto que era
bueno. No fue creado moral mente neutral - en realidad la noción misma de una
persona moral mente neutra es una monstruosidad - sino que su naturaleza fue
positivamente dirigida hacia lo bueno y opuesta a lo malo. La bondad no fue algo
accidental, algo que le fue dado después de haber sido creado; sino que fue algo
que formó parte de su naturaleza en el mismo acto creador de la mano de Dios.
Acerca del hombre al igual que acerca del resto de la creación la Biblia dice: "Y vio
Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera."

Con todo el hombre cayó, i Qué caída tan grande fue! No fue simplemente la
pérdida de un don que no formaba parte del ser original del hombre, sino que fue la
pérdida de algo que desde el principio perteneció a la imagen misma de Dios en el
hombre. ¡Qué tristemente desfigurada quedó la imagen de Dios! [42]

Conclusión:

Parte de la decadencia moral y espiritual que se vive en el mundo de hoy en día, es


el abandono de los valores la fe cristiana y de la Ley de Dios. Hay un auge de la
delincuencia, del aborto, del índice de divorcios, de asesinatos, violaciones,
abandono de la fe, inestabilidad familiar, homosexualismo, ordenación de ministros
homosexuales, etc. No solo el índice de pecado es altísimo entre los no cristianos,
sino también dentro de las iglesias católica, evangélica. Aun la degeneración ha
salpicado (¡¡embarrado!!) los sacerdotes católicos y muchos ministros evangélicos
también han caído en lo mismo, quizás menos que el catolicismo, pero igual, es
alarmante.

Se observan los signos del deterioro de nuestro país y de la falta de valores, que
parecen haber desaparecido en algunos sectores de la sociedad. Todo no indica que
nuestra sociedad está enferma, gravemente enferma, tanto como para distorsionar
el sentido de las cosas que, desde el mundo de los adultos, no representa un
17

modelo ni un patrón válido y confiable para los jóvenes, que no deberían, de dicha
sociedad, recibir solo represión, sino curación de sus tremendos males.
De estos males somos, desafortunadamente, todos y todas responsables.

Volvamos a observar la Ley de Dios.

Notas

• [0] http://www.miapic.com/doctrina-cristiana-biblia-dios-creación-hombre
• [1] http://www.hombrereformado.com/Home/institucion-de-la-ley-biblica---
rushdoony
• [2] http://todopensamientocautivo.blogspot.com/2010/02/la-ley-moral-
dentro-de-mi.html
• [3] http://es.catholic.net/jovenes/148/2531/articulo.php?id=2404
• [4] http://lavidaylapalabra.com/index.php?
controller=contenido&action=ver_articulo&id_articulo=13
• [5] F.S.Collins, ¿Como habla Dios?,Pág. 35, ed. Temas de Hoy 2ª edición
• [6] Ibíd. Pág. 32-33
• [7] http://es.wikiquote.org/wiki/Hombre
• [8] C.S.Lewis, The Poison of subjetivism", en C.S.Lewis, Christian
Reflections, editado por Walter Hooper (Grand Rapids: Eedermans, 1967) ,
77 cit por F.S.Collins, ¿Como habla Dios?,Pág. 32-33 ed. Temas de Hoy, 2ª
edición
• [9] http://es.catholic.net/temacontrovertido/1/1560/articulo.php?id=113
• [10] Mattew Henry, Gen 1:26-28 Comentario Bíblico Mattew Henry, Ed.
Unilit
• [11] http://www.mercaba.org/ARTICULOS/D/dios_es_mi_creador.htm
• [12] Mattew Henry, Comentario de la Biblia Mattew Henry en un tomo, Gen
1:26-28, ed. Unilit
• [13] http://es.wikipedia.org/wiki/Immanuel_Kant
• [14] http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=5573&cat=etica

[15] http://es.wikiquote.org/wiki/Evolución_biológica

• [16] http://hjg.com.ar/sumat/b/c90.html
• [17] http://todopensamientocautivo. blogspot.com/2010/02/la-ley-moral-
dentro-de-mi.html
• [18] Golden Chaine, en Works, 1591, p.11 cit en Ernest F.Kevan - J.Grau,
La Ley y el evangelio,p.44, 2ª ed. Ediciones evangélicas Europeas, Barcelona
1973
• [19] A. H. Strong, op. cit., p. 539, cit. en Ernest F.Kevan - J.Grau, La Ley y
el evangelio,p.46, 2ª ed. Ediciones evangélicas Europeas, Barcelona 1973
• [20] A. H. Strong, op. cit., p. 542 cit. en Ernest F.Kevan - J.Grau, La Ley y
el evangelio,p.48, 2ª ed. Ediciones evangélicas Europeas, Barcelona 1973

[21] http://es.wikiquote.org/wiki/Hombre

• [22] Light of Nature, 1652, pp. 29, 30, 46. cit. en Ernest F.Kevan - J.Grau,
La Ley y el evangelio,p.48, 2ª ed. Ediciones evangélicas Europeas, Barcelona
1973
• [23] Op. cit., I, XVI, 8. cit. en Ernest F.Kevan - J.Grau, La Ley y el
evangelio,p.48, 2ª ed. Ediciones evangélicas Europeas, Barcelona 1973
• [24] The Existence and Attributes of God, 1682, en «Works»,II, p. 27. cit.
en Ernest F.Kevan - J.Grau, La Ley y el evangelio, p.46, 2ª ed. Ediciones
evangélicas Europeas, Barcelona 1973
18

• [25] The Reasonableness of Personal Reformation, 1691,p. 3. cit en Ernest


F.Kevan - J.Grau, La Ley y el evangelio,p.49, 2ª ed. Ediciones evangélicas
Europeas, Barcelona 1973

[26] Floreal Ureta, Elementos de Teología Cristiana, Editorial Casa Bautista


de Publicaciones, Pág.

• [27]http://webdelprofesor.ula.ve/cjuridicas/neirae/pdf/6%20respuesta
%20hombre.pdf
• [28]http://webdelprofesor.ula.ve/cjuridicas/neirae/pdf/6%20respuesta
%20hombre.pdf
• [29] http://todopensamientocautivo.blogspot.com/2010/02/la-ley-moral-
dentro-de-mi.html
• [30] http://www.hombrereformado.com/Home/institucion-de-la-ley-
biblica---rushdoony
• [31] Myer Pearlman, Teología bíblica y sistemática, Pág. 165, ed. Vida
• [32] Ibíd. , Pág. 166
• [33] G. Campbell Morgan, "El último mensaje de Dios al hombre. Estudio de
la epístola a los Hebreos",p. 34-37, ed. Clie
• [34] Ibíd.
• [35] Ibíd.
• [36] Ibíd.
• [37] Ibíd.
• [38] Ibíd.
• [39] Juan Calvino, Institución de la religion Cristiana, Tomo II, cap 7,Pág.
245-246, ed. Felire
• [40] Ibíd., Pág. 248

[41] J. Gresham machen, Visión cristiana del hombre, ed. El Estandarte de


la Verdad, Pág.124

[42] Ibíd., p.146-148

Bibl. Consultada

• http://www.hombrereformado.com/Home
• http://webdelprofesor.ula.ve/cjuridicas/neirae/pdf/6%20respuesta
%20hombre.pdf
• Ernest F.Kevan - J.Grau, La Ley y el evangelio,p.49, 2ª ed. ,Ediciones
evangélicas Europeas, Barcelona 1973
• F.S.Collins, ¿Como habla Dios?,ed. Temas de Hoy, 2ª edición
• http://es.wikipedia.org/wiki/Immanuel_Kant
• http://hjg.com.ar/sumat/b/c90.html
• http://es.catholic.net/temacontrovertido/1/1560/articulo.php?id=113
• Mattew Henry, Gen 1:26-28 Comentario Bíblico Mattew Henry, Ed.
Unilit
• http://www.mercaba.org/ARTICULOS/D/dios_es_mi_creador.htm
• http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=5573&cat=etica
• http://www.iglesiareformada.com/Bahnsen_Aqui_Estandar.html
• G.Campbell Morgan, "El último mensaje de Dios al hombre. Estudio
de la epístola a los Hebreos",ed. Clie
• Juan Calvino, Institución de la religion Cristiana, Tomo II, ed. Felire
19

• J. Gresham machen, Visión cristiana del hombre, ed. El Estandarte de


la Verdad,

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