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IntroducciónalaEstructuraPolíticade
Israel
Lic. Sara Lazar
Entre el estado de derecho y las leyes de los gobernantes:
La cultura legal Israelí reflejada en la Suprema Corte de Justicia
Introducción
1. Los criterios principales para definir a un régimen político como
democrático son:
elecciones libres, existencia legítima y legal de una oposición, transiciones
pacíficas en los gobiernos y en la jefatura del Estado, transparencia pública
básica de la gestión del grupo gobernante, respeto por los derechos civiles,
igualdad generalizada de derechos políticos, libertad de expresión y de
asociación.
2. No todos los regímenes democráticos respetan estos derechos en la
misma medida y de la misma forma. La interacción entre procedimientos
democráticos y culturas políticas ha sido a menudo problemática: los
procedimientos practicados son expresados como valores civiles y
democráticos y dependen de la cultura política dominante (incluida
en ella, la cultura legal).
¿Cuálessonlosfundamentosdel "Estadode
derecho" enIsrael?
¿Cuálessonlascaracterísticasfundamentalesdesu
culturalegal?
Lasupervisióndelosasuntosdeseguridadnacional
En Israel, el peso funcional de los organismos de seguridad,
su compromiso estructural en los procesos de toma de decisiones y su
prestigio público requieren una supervisión civil y una transparencia
pública.
Debido a la relevancia de las fuerzas armadas y de los
servicios de seguridad en el conflicto árabe-palestino-israelí, éstos podrían
plantear un peligro para las instituciones y los fundamentos de la
democracia israelí.
La Ordenanza de las Fuerzas de Defensa de Israel (1948)
estableció el marco legal, donde se declaraba con cierta vaguedad que el
ejército estaba subordinado al gobierno. Las IDF obedecían al Primer
Ministro y al Ministro de Defensa (En realidad, la élite política había creado
el ejército como parte de su estructura de poder, y no se habían
constituido aún las pautas legales específicas para la supervisión civil del
ejército).
El modelo de control civil sobre los militares tiene dos
características clave:
o Las fuerzas armadas son parte integral de la estructura del
Estado (un medio indispensable de control y conservación del
poder político en manos de la élite): el gobierno podía ejercer la
fuerza a través de los militares como derecho de prerrogativa, y no
había disposición legal alguna que impidiera al gobierno recurrir a la
fuerza militar de así decidirlo.
o las fuerzas armadas y la población civil se influyen mutuamente de
forma simbiótica. Lo militar se había hecho "cívico" (esto se basaba
en un amplio reclutamiento militar, lo cual conformaba un ejército
de civiles), así como la sociedad civil se había militarizada: la
opinión pública israelí judía tenía una gran confianza en las fuerzas
armadas.
La movilidad social desde el ejército al mercado de trabajo y
de éste a las altas esferas políticas es bastante común. El hecho de ser
oficial de alta graduación es visto como una importante plataforma para
una futura carrera política.
El "mito de la seguridad" es la faceta pública más crítica
en el panorama político de Israel: los partidos políticos, las formaciones
extraparlamentarias, los grupos de presión, los medios de comunicación,
el sistema educativo, las universidades y los organismos judiciales están
todos movilizados en torno a los asuntos de seguridad.
En este contexto cultural, los militares pueden participar
decisivamente en los procesos de toma de decisiones, a la vez que se
someten y cumplen con los procedimientos democráticos.
Con todo, la ingerencia judicial en el ámbito militar es débil:
los militares gozan de una autonomía legal, bajo la cual funciona su propio
sistema judicial (tribunales militares).
Aunque el TSJ no suele intervenir en las facultades judiciales
o administrativas de los militares, los errores militares cometidos durante
la guerra de 1973 desataron una ola de protestas (ola que se vio renovada
con la guerra del Líbano en 1982 y resurge a raíz de la última guerra, en
julio del 2006) que exigieron su competencia.
En 1973, y dado que la élite política se desentendió de las
presiones políticas (alegando que los culpables eran el mando militar y los
servicios de seguridad), el gobierno impulsó una legislación destinada a
simbolizar una supervisión política más eficaz sobre los militares y así
surgió la Ley Básica: Los militares (1976).
Esta no agregaba gran cosa a lo declarado en la ordenanza
de 1948, y se limitaba a afirmar que los militares debían estar
subordinados al gobierno, especificando que el Jefe del Estado Mayor debe
ser recomendado por el Ministro de Defensa y nombrado por el gobierno.
Sin embargo, la verdadera contribución de esta ley al
"Estado de derecho" en Israel quedó confinada al dominio de lo
simbólico únicamente.
En 1979, el TSJ falló contra la expropiación de tierras con
fines de asentamiento (Dowyakat/ Alon Moré) y ordenó al gobierno de
Beguin que desalojara a los colonos judíos. Sin embargo, el fallo del
Tribunal Supremo no se basó en el fondo del asunto sino en el
procedimiento: no veía nada "ilegal" en el principio de la expansión judía
ni en los asentamientos en los territorios ocupados. El TSJ encontró que
existían contradicciones básicas entre la posición del Ministerio de
Defensa, que sostenía que el asentamiento en Alon Moré no constituía un
"imperativo de seguridad", y la posición del ejército, que alegaba lo
contrario. Frente a esta contradicción, el Tribunal decidió aceptar la
apelación.
En el 2005- 2006, siguiendo el mismo patrón de conducta, el
TSJ falló puntualmente al respecto de cambio en el trazado para la
construcción del muro de división entre Cisjordania e Israel, pero se
abstuvo de opinar sobre el tema de base - también durante y después de
que el tema fue elevado a la Corte de Justicia de La Haya.
En unos pocos casos, el TSJ admitió apelaciones contra el
Estado. Así, falló que las autoridades no deberían usar tácticas militares
radicales como demoler las viviendas si antes no se había recurrido a
tácticas menos drásticas. En otros casos, el TSJ falló que los palestinos
tenían el derecho a ser oídos ante un tribunal militar y a apelar ante el TSJ
antes de que se produjeran deportaciones o demoliciones de viviendas.
En general, el TSJ funciona como un agente
legitimizador que proporciona los instrumentos formales para
legalizar el control ideológico y político en los territorios
ocupados, confiriendo a la cultura política y legal de Israel la ilusión
colectiva de que en los territorios prevalece el "Estado de derecho".
Asimismo, el Tribunal no es proclive a aplicar acuerdos
internacionales como la Convención de Ginebra, por considerarlos que no
pertenecen al cuerpo legal israelí.
El número de apelaciones presentadas ante el TSJ contra los
militares ha aumentado desde los '90, acorde con la tendencia de las
sociedades liberales a utilizar instrumentos legales y resoluciones
judiciales para solucionar los conflictos sociales.
Un caso paradigmático ha sido el presentado por Alice Millar
contra la Fuerza Aérea (quien quería presentarse a los exámenes para ser
piloto de guerra, en tanto que su petición fue denegada solamente por el
hecho de ser mujer). El TSJ discutió sobre dos problemas:
o El alcance de las medidas a favor de las minorías y
o La autoridad del Tribunal para intervenir en la potestad judicial de
los militares.
El fallo del TSJ indudablemente fue un reflejo de valores liberales en
una sociedad comprometida con un proceso de paz. Basándose en
sentencias anteriores que ampliaban la doctrina de medidas a favor de las
minorías, El Tribunal declaró que una distinción basada
exclusivamente en diferencias sexuales era discriminación sexual.
El TSJ aceptó la apelación y obligó a la Fuerza Aérea a admitir a Alice Miller
a los exámenes de rutina. Esta apelación abrió las puertas a otras mujeres
y hace algunos años la primera mujer (nacida en el Kibutz Lohamei
Ha'Guetaot, nieta de un sobreviviente de los campos) recibió las alas de
piloto.
La Paz puede proporcionar un mayor contenido al significado
de "Estado de derecho", lo cual permitiría una supervisión judicial más
eficaz de las fuerzas armadas; de agudizarse el estado de
beligerancia entre Israel y su vecinos, podría mantenerse o
incluso ampliarse la autonomía de los militares y disminuir el
alcance de la supervisión democrática.
La lucha contra el terrorismo ha provocado un dilema en
relación con el alcance de la supervisión democrática de los organismos de
seguridad: si bien los militares estaban subordinados al gobierno en el
marco de la Ley Básica: Fuerzas Armadas, no existe una legislación similar
para los servicios de seguridad.
Al igual que el ejército, los servicios secretos son parte
integral de la estructura de poder político, y su dependencia del partido
gobernante es considerable.
La supervisión de los servicios de seguridad es, de facto, una
competencia del Primer Ministro. Además, las comisiones de Asuntos
Exteriores y de Defensa, incluyendo la subcomisión de servicios
especiales, proporcionan cierto nivel de supervisión democrática.
De jure, aún no se han establecido criterios legales
claramente definidos, y gran parte de la supervisión se basa en acuerdos
no escritos entre la cúpula política y sus directivos: un fenómeno habitual
es la presentación, ante los tribunales, de documentos falsos y pruebas
inventadas con el fin de obtener autorización judicial para interrogatorios y
detenciones. En realidad, los gobernantes habían decidido que el
"Estado de derecho" no se aplicaría a los servicios secretos.
La censura predomina en cuestiones de libertad de
expresión relativas a la seguridad nacional. En 1953, el TSJ debatió sobre
la definición de la censura legal, y estableció que, dados los riesgos para la
seguridad del Estado, se debía respetar la libertad de prensa siempre y
cuando no planteara un "peligro inmediato" para la seguridad nacional. El
TSJ rechazó el criterio estadounidense de un "peligro claro y presente", y
sentenció que en un "país en armas" como Israel, la censura era más
legítima que en "otras" democracias.
En el periodo 1984-86 se discutió en el TSJ la cuestión de la
supervisión del Shabak (el Servicio General de Seguridad) a raíz de que
dos palestinos capturados después de un ataque terrorista fueron
ejecutados en el transcurso de los interrogatorios. El asunto salió a la luz
pública en un artículo de prensa que eludió la censura y fueron preparados
cargos penales.
Debido a enérgicas demandas de los órganos de defensa y
del gobierno, el Presidente decidió hacer uso de su facultad constitucional
para conceder el indulto antes del juicio.
En la apelación ante el TSJ contra el indulto, el asunto formal
en cuestión consistía en definir si el Presidente podía conceder un indulto
antes de que se presentara la acusación criminal y antes de un veredicto
que emanara de un juicio. El TSJ declaró que el indulto era legal, y que el
cumplimiento del "Estado de derecho" se impondría sólo parcialmente en
los servicios de seguridad. El TSJ aceptó el alegato del Presidente según el
cual, considerando los riesgos a los que se enfrentaba el Shabak (es decir,
con el terrorismo) y los desafíos que debía asumir (con tácticas
contraterroristas efectivas), el perdón era legítimo y legal. Influido por el
mito de la seguridad y en su calidad de agente legitimador del
Estado, el TSJ rechazó la apelación.
En 1987, la Comisión Nacional de Investigación presidida por
el Juez Landau publicó un informe en el que se describía el sistema de
tortura que empleaba el Shabak con los palestinos - sin contar con
autoridad judicial - y su sistema de presentación de pruebas falsas en los
tribunales. La Comisión recomendaba nuevos procedimientos técnicos
para aumentar la supervisión gubernamental, parlamentaria y judicial de
sus actividades.
En lo relativo a la tortura, la Comisión recomendaba sólo
un uso moderado de fuerza física durante los interrogatorios, pero
a los efectos, estaba legalizando la tortura como método de
interrogatorio a pesar que lo que intentó fue establecer un equilibrio
entre el "Estado de derecho" como reflejo democrático de la justicia, y los
imperativos de la seguridad.
En 1989, se solicitó al Tribunal que restringiera la censura
ejercida contra las críticas de la prensa hacia el Mosad. El TSJ, bajo el
liderazgo del juez Aarón Barak, decidió aceptar la apelación contra la
censura militar, y falló declarando que la prensa no sólo gozaba de
protección ante la prueba del "peligro inmediato", sino que, además, el
peso de la prueba del peligro debía ser asumido por el Estado (es
decir, el censor militar). Más específicamente, el TSJ falló declarando
que la crítica directa al Mosad y al director del Mosad, relativa a
su deficiente desempeño, era legal.
En Israel, al igual que en otros países, las distinciones entre derecho, política y
sociedad son artificiales. Las leyes no son sólo los criterios por los que se rige la
vida cotidiana: también son el producto de una ideología y una cultura
dominantes. Las exigencias de democracia, de la condición judía como
nacionalidad, la seguridad nacional y las relaciones entre la mayoría judía y la
minoría árabe palestina continúan definiendo las principales tensiones de la
cultura legal israelí. Estas tensiones influyen en la situación de los derechos
humanos y civiles en Israel y en los territorios bajo su control. La tendencia liberal
que Israel ha experimentado recientemente ha dado mucho más relevancia a las
luchas en torno al "Estado de derecho", más las resoluciones judiciales sobre
diversos problemas sociopolíticos no pueden ser su solución. Los conflictos entre
árabes y judíos en Israel a propósito del carácter del Estado, las tensiones entre
religión y Estado, el problema del equilibrio entre la seguridad nacional y la
democracia seguirán creciendo en tanto no se defina claramente desde una
constitución escrita.