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C. DE MERGELINA A XEITO DE PRESENTACION Nestes momentos en que o Padroado Municipal «Monte Santa Trega» recolle nun volumen por autor as actas das distintas excavaciéns levadas a cabo na primeira parte do século vinte, consideramos que ainda que algun- has das afirmaciéns feitas estén hoxe xa superadas, 6 importante que tédo- los interesados na arqueoloxfa en xeral ou na historia de A Guarda en particular poidan acceder a ditos documentos. Os informes de Calvo, Mergelina e Jathay foron o estimulo para a crea- cién do Museo da Sociedade «Pro-Monte» asi como os que potenciaron a ampliacién dos seus fondos e que en distintas etapas se levaran a cabo novas excavaciéns e traballos de consolidacién do poboado castrexo. Debemos destacar que cada pedra movida, cada achadego que saia 4 luz, era unha nova sensaci6n, un latexo dun mundo soterrado que se recu- peraba do silencio de séculos, ¢ asi o reflexan nos seus informes estas per- sonalidades do mundo da arqueoloxia que naqueles anos vifieron 6 noso pobo para intentar conocer as stias orixenes, as nosas raices. Este mesmo sentir, nétase nos traballos sobre o monte de Dominguez Fontela ou nas crénicas escritas nos xornais da localidade polos membros da Sociedade Pro-Monte que adicaban todo 0 seu tempo a axudar e a colaborar en ditas excavaciéns. Esperamos que estas publicaciéns sexan ben acollidas e que este esfor- zo editorial consolide 0 fondo bibliografico do Padroado, asi como tamén sirva de acicate para que se siga estudiando e facendo conocer os segre- dos do Monte de Santa Trega. A Guarda, 2001 Padroado Municipal «Monte Santa Trega» LA CITANIA DE SANTA TECLA | C. DE MERGELINA (Cayetano de Mergclina. en la excaleras dela Casa Forel con miembron de la tedad Pro-Mom ergelina, r 4 Forestal, con miembros de la «Sociedad Pr «Sociedad Pro-Mon UniversIDAD DE V ALLADOLID FACULTAD DE FiLosoria Y LETRAS LA CITANIA DE SANTA TECLA por C. DE MERGELINA C. DE MERGELINA LA CITANIA DE SANTA TECLA La Guardia (Pontevedra) 1.- LA CITANIA SITUACION Un alto monte (360 metros), aislado, dominando el mar (Léminas I y Tl) y emplazado al final de dos valles maravillosos: el del Mifio, cuyas aguas le Timitan por Oriente, y el del Rosal, que muere a sus pies. Sobre el monte, que por su lado N E. se eleva en suave pendiente, y hacia la mitad de su altura, una vieja ciudad abandonada. Los trabajos de explanacién de una carretera, los Hevados a cabo por el Sr. Calvo, y los nuestros, descubrieron tan interesante estaci6n. Ccupa lo estudiado, una zona extensa limitada en parte por murallas, midiendo de eje N.S. més de setecientos metros y de eje E. O., en lo que hasta hoy es dado colegir, cerca de trescientos (Fig. 1). Tiende a ampliarse hacia el lado Este del monte, buscando mejor orientacién, y por quedar a cubierto de los fuertes vientos del Norte. Con fécil acceso al mar, bien por el Mifio bien por la pequefia ensenada del N. ©., donde hoy se abre el puerto pesquero de La Guardia, y al final de tres valles de féeil comunicacién, el amplio del Mifio y los del Tamuje y Coira; defendida de posi- bles acometidas por las rapidas pendientes de peiiascales que aparecen al Oeste y al Sur y por encintado de murallas en el lado accesible, presenta situacién privilegia- da. (1) Ignacio Calvo. La Guardia Pontevedra). Exploracones arqucl6gics venificaasen los aos 1914-1920" Rev. de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1920. i LA CITANIA DE SANTA TECLA LAS EXPLORACIONES Sisteméticamente se han realizado dos exploraciones; la que iniciara D. Ignacio Calvo, continuada en posterior campaiia y las llevadas acabo por nosotros. La Sociedad Pro-Monte, benemérita entidad encargada de la guarda y sosteni- miento de lo descubierto y del embellecimiento del incomparable lugar, con ante- rioridad a nuestros trabajos, realiz6 también exploraciones. Resultado de todos ellos ha sido el que pudiéramos levantar un plano de una parte importante de la citania y el que se pudieran estudiar particularidades de su organizacién. DESCRIPCION La parte descubierta parece constituir un sector medio de la ciudad (Fig. 2°, Plano general), pues a juzgar por los restos de muros defensivos, por los mismos de habitaciones, y por el hecho observado en otras citanias andlogas (Briteiros, por ejemplo, y las estudiadas por nosotros en Domayo, Eird dos Mouros, en San Jorge de Sacos y en Taboexa), el tipo general aparece formado por agrupaciones de viviendas, unidas y al mismo tiempo separadas o limitadas por murallas, de modo que constituyen diversos sectores, El superior puede determinar una act6poli; los inferiores, en el caso de haber més de uno, como parece ocurre en nuestra citania, recogerfan distintos nticleos de poblacién, Hoy por hoy, de estas observaciones matura toda hipétesis, la ciudad como de una nada concreto puede deducirse, y es pre- Pues lo mismo puede tratarse de sucesivas ampliaciones de ‘ distincién establecida entre sus habitantes 0 de un procedi- miento de defensa. El hecho estidiase bien en Briteiros, y posiblemente se da en nuestra citania, La dist icin de acr6poli se marca en Domayo, Eira dos M Taboexa. 0, Efré dos Mouros y Estos grandes sectores quedan aislados por sus Correspondientes murallas, en las que se abren puertas, algui nas de tanta importancia como la puerta Norte (Fig. 3.*). Su organizacién es interesante, Se abre en la muralla con ancho de dos metros y 12 OITLINYTLV ONY C. DE MERGELINA Tig. P= Pla general T del monte de Santa Tecla y emplazamiento de la Citania 13 LA CITANIA DE SANTA TECLA ‘ctor medio de la Chania C. DE MERGELINA onservando su umbral, formado por una gran piedra, en la que se nota por siusiuras laterales el arranque de las jambas. Aparece cafdo su dintel, constitui- do por otra gran piedra sin mas labra que la necesaria para un desbaste sumario. Con Jas jambas, el hueco quedarfa reducido a proporciones menores, que no excederfan de metro y medio. Fig. 3 Planta de la puerta Nort. Hacia el interior del encintado, enfrenta con una calle; hacia el exterior, con el arranque de un camino, que en su tercio superior aparece enlosado, y después, por el mayor declive del terreno, escalonado (Lam. III). El camino, en la porcién des~ cubierta, se franquea entre muros, quedando encajado y defendido por ellos. Estos muros, por lo que se puede notar en el lado izquierdo, se doblaban, conteniendo las tierras que arrancan desde las murallas, formando un espolén defensivo, ocupado por un recinto de gruesos muros dispuestos en ligero talud (Lam. IV) con acceso inmediato a la puerta, y un rellano, sin restos de construcciones, al que se sube 15 LA CITANIA DE SANTA TECLA desde el camino por unos escalones. En el lado derecho debié existir una orjsiiza- cién parecida, pero sin el recinto indicado. Las murallas y los muros que forman estas construcciones aparecen constituidos por un aparejo de mampuesto malo y descuidado, con grandes piedras en el paramento extemo y mis pequetias por su cara interior. Otra puerta con disposicién distinta aparece en el lado Sur de la citania (Fig. 4% Lams. V y VD. Se llega a ella por una calzada (Lémina VII-D) empedrada de losas, con morrillos laterales formados por piedras hincadas. La muralla se corta sobre el camino, continuando luego frente a él, retraida en unos metros. Por este medio se establece un ingreso que obliga a quien entra a variar de direccién trazando un {ngulo recto y a quedar sometido a una doble accién ofensiva por parte de la cit dad, La puerta queda oculta, disponiéndose al final del trozo de muralla que enfren- ta sobre la calzada. A esta Iinea de muralla podfa facilmente subirse por una serie de escalones dispuestos a lo largo de ella por el lado interior (Lam. VII-ID, doblan- dose sobre el muro hasta llegar a la puerta, acceso que permitia salvar un desnivel aeusado y poner en comunicacién facil y répida con ella un grupo de casas {La puerta se abre interiormente sobre un ancho espacio enlosado (Fig. 4.1) que Presenta a la derecha un pequefio recint (0, cuya utilizacién debié ser andloga al sefia- [2do en la puerta Norte, dispuesto posiblemente para albergar una guardia o vigi- lancia. De este a modo de Patio inmediato a la entrada en el lado N. E,, se sefialan los arranques de tres accesos estrechos sobre niveles distintos que determinan a modo de calles o comunicaciones con otros, tantos sectores de casas, Es interesante esta disposicién, que nos rev: Es in ela el modo peculiar de organizarse 'a citania aprovechando la propia irregularidad del terreno, 7 ee de la muralla, en el tramo ms avanzado, se cimenta sobre la roca, y como letalle Curioso podemos apuntar la existencia de un Srupo de cazoletas que estu- vieron cubiertas por las construcciones, Del mismo modo, el tramo di mis le muralla retrafdo, SO, se cimienta sobre un Viejo €N su extremo opuesto al ingre- conchero. Con referencia ala Construccién, se Presentan las mismas caracteristicas que en 16 ay W5TT C. DE MERGELINA Tig. 3 Planta deTa puerta Sur 17 LA CITANIA DE SANTA TECLA Fe = nest C. DE MERGELINA ~ Conjunto de construccom Tg. OF Conjunto de construcciones del grupo TIT (Vease plano gral. Fig 2) STSONe Ge BOT (Wee Fane Fal Gy Fig. 6*= Conjunto de co gTupo 18 19 LA CITANIA DE SANTA TECLA ta puerta Norte. La citania se divide en grupos de viviendas limitadas por calles ("), Esta se disponen con cierta regularidad, correspondiéndose perpendicularmente. As el grupo I, a una calle A, que arranca desde la puerta Norte, corresponde otra calle B, dispuesta en sentido perpendicular a ella (Fig. 5.*). Se orientan conforme al emplazamiento general de la ciudad sobre el monte, y asf la calle A, corresponde a una direccién N. S., y la B, ala E. O. La disposicién de las calles no obedece al capricho. Se establecen generalmente conforme demanda la configuracién del terreno. Siendo éste irregular, y necesitan- do salvar en lo posible las diferencias de nivel, de trecho en trecho se levantan muros de contencién que determinan pequefias terrazas, las que, allanadas, hacen posible el emplazamiento de las construcciones. Asi, la calle A corre en gran parte sobre un muro y domina todo el grupo I. La calle D, paralela a la anterior, se dis- pone también sobre un muro de contencién y domina el grupo inmediato. Esta dis PosiciOn sé refiere generalmente a las calles orientadas en direccién N. S. por exigirlo asf la configuracién del terreno. Los que cruzan en direccién perpendicu- lar, por ejemplo la citada calle B (Fig. 5* -Lam. VIII), Corresponde a varios secto- res, salvandose los distintos niveles por rampas muy pronunciadas o por escalones, bien tallados sumariamente sobre la roca o formados Por piedras grandes. A veces, Para comunicarse con més facilidad de un grupo a otro, se establecieron escaleras que evitaban rodear todo un sector. Dentro de cada grupo pueden determinarse un nimero variado de niicleos de habitacién, los que aparecen constituidos por la casa propiamente dicha (véase XI en fig. 5*), rodeada por varios recintos proximos a ella que consideramos como dependencias, con el cardcter de almacenes 0 depésitos, Es decir, que dentro de un Sector, encontramos varias individualidades formadas por un ntimero variable de Construcciones. Asf, en el mismo plano, ademés de la citada, tendriamos otra (vil), , VI); otra casa (XII) a la que afectan otras depen: dencias (XII y XVI, esta tltira que afectan otras depen- pans 7 Me Te Ultima de tipo cuadrado); otra (XV), asimismo con sus Las construcci i i: “tones aparecen en cierto modo aisladas, mas cuando se trata de las C. DE MERGELINA Fig. 7*= Conjunto de construcciones correspondientes al grupo VIII (Véase plano gral. Fig. 2), 21 LA CITANIA DE SANTA TECLA inmediatas a una calle, se enlazan generalmente por muros, como Ocurte con ‘is que limitan la calle B en el grupo I y en el grupo V (Fig. 9*) con los recintos XII y XIV, pudiendo multiplicarse los ejemplos. Otras veces se consigue este aislamiento tinicamente por la aproximacién de las construcciones, y asf se observa en las casas contiguas a la calle C en el grupo III Cig. 6"). Forma este grupo uno de los conjuntos mds interesantes y completos. Le consti- tuyen dos casas (IV y III-Lém, IX) con sus depésitos (V y VI). Las casas se unen, pero los almacenes quedan separados por un patio cuyo ingreso se abre directa- mente a la calle. La calle C (Lam. X), correspondiente a este grupo, aparece limita- da por las construcciones indicadas y por la muralla, Para salvar una pendiente pronunciada, se transforma en escalera (Lam. XI), la que da acceso al grupo VIII (Fig. 7*). Este sector constituye otro de los mas curio- sos y complicados, tanto por notarse en él las posibles reconstrucciones que la ciu- dad sufriera, como por los detalles que pueden estudiarse. Asf vemos, conforme a lo que antes indicamos, cémo se cierran por un muro aquellos grupos que forman una individualidad. Tal por ejemplo el muro (N), que afsla y separa un conjunto de construcciones de otro, a pesar de que esta separaci6n se hace clara por lo acentuado del declive, que aqui determina un verdadero corte de terreno. Por esta misma irreg ularidad, vemos cémo para unir otros grupos disponen esca- leras (P), formadas por LL grandes piedras, y cémo ésta se bifurca. cones en este grupo un caso interesante de calle de trazado irregular. de deseender pan 7 Sobre um fuerte muro de contencién (Lam. XIV-Il), y después oF delante de ona ney nualles en forma de escalones, F, abiertos en la pefia, pasa P eine casa, B, y ensanchdndose viene a unirse a la escalera da, P, que variando de direccién da acceso aM, Es cerca de L atraviesa la calle B, mas g Pierde aquella primera disposicién general, convirtiéndose en antes cita- Sta calle es la misma calle C que Por las irregularidades y obstéculos del terreno ordenada, que paree: i a tortuosa (Lim, XV). Pn” Set debida a un replanteo En otros isposici Brupos pueden notarse disposiciones andlogas, presentando perfecto 22 C. DE MERGELINA Tig. 8'~ Conjunto de construcciones correspondientes al grupo VII (Véase plano gral. Fig, 2") 23 LA CITANIA DE SANTA TECLA trazado de calles, acusadas por el cierre y aislamiento de los conjuntos. ‘I: por ejemplo en el grupo VIL, la calle A y la calle B, con curiosos accesos a los nuicleos de casas. En este grupo se observa también, como caso raro, la formacién de un espacio libre, totalmente cerrado, salvo por uno de sus lados, constituyendo a modo de pequefia plaza (Fig. 8*-Lam. XV), lo que observamos también en los grupos V y VI (Figs. 9 y 10*) donde encontramos otros espacios amplios (A) limitados por las construcciones. Fig > Conjunto de comin ‘Swstusciones correspondientes al prupo W (Vease plano Beneral Fig> grandes, segiin el terreno ficios se procuraron form: C. DE MERGELINA 1 distincién, LAS CASAS Y SUS DEPENDENCIAS Invariablemente aparecen formadas las casas por un recinto circular de unos cuatro metros de didmetro (Lams. XIII, XVII y XVIII) al que se adosa, como cons- truccién independiente, un vestibulo formado por dos muros que, arrancando per- pendicularmente de la casa propiamente, y a distancias iguales de su puerta, se doblan hasta formar una curva concéntrica, interrumpida por otra puerta que se enfrenta y corresponde con la de aquélla. Asi queda constituido el tipo en lo esencial, pero a veces esta disposicién gene- ral se complica por lo irregular del terreno, y tal ocurre en el conjunto de construc ciones del grupo VII, donde tenemos una casa VII (Fig. 8*) con sus dependencias IEIIL, precedida de una especie de vestibulo (Lam. XVI-I) que comunica con la calle, Asimismo, la casa XIII, con disposicién andloga, aunque de mayor complica- cidn. En este sector es curioso observar que en algunas construcciones, como en el recinto IV, para conseguir mayor solidez, se reforz6 con un segundo muro, en parte concéntrico, el lado en que el declive del terreno es més pronunciado. Las irregula- ridades que se observan sobre el tipo general obedecen siempre a la necesidad de acomodarlo al terreno. Proximos a las casas, a veces tocando con ellas, y otras un poco separados, apa- recen otros recintos circulares u ovales, sin huellas, salvo contados casos, del lugar donde se abriera su puerta, lo que se explica porque, disponiéndose ésta a determi- nada altura, al venir la ruina desaparecieron sus umbrales. Estos recintos, por lo general, no presentan disposiciones especiales en su interior, salvo algtin caso, como en el recinto R del grupo VIII (Fig. 7*), donde una gran piedra puesta de canto le divide en dos partes, y en otro, donde un muro divide el recinto en sentido de su diémetro, apareciendo en una de las partes unos excavados en forma de silos. Es particular a estos recintos la disposicién de sus umbrales. En los pocos casos que hemos podido observarlos aparecen formados por grandes piedras dispuestas exteriormente en saliente con referencia al muro, en tal forma que estos umbrales vienen a constituir por esta disposicién, algo semejante a las grandes piedras inter puestas entre los apoyos y la caja en los modernos hérreos, es decir, lo que se lama tornaratos, lo cual comprueba que se utilizaban como almacenes o depésitos. LA CITANIA DE SANTA TECLA C. DE MERGELINA Sensiin pe ABCD, Fig. 11" Grupo Calvo, 26 27 LA CITANIA DE SANTA TECLA En algtn easo, junto a estos recintos, se abrié una pequefia estanci «ye pudo servir para criadero de animales. Otras veces, se adosan pequeiios recintox eon comunicaciones adinteladas que debieron servir para los mismos (Lam, XIX) Die Posiciones andlogas se encuentran en los vestibulos, En uno de estos recintos (en el Gry se ha encontrado a modo de una Pequeiia habit: Ge tiene toda la apariencia de una cuadra (Lam, XX-I) | lugar que es de supo- Para atar a los anima- les. C. DE MERGELINA = rrr elu onde al exterior; menos cuidado y de piedra més pequefia el interior. Se ota en todos los muros, y muy especialmente en los que forman las casas, una pequefia inclinacién hacia el interior, como si apuntara el arranque de una b6ve- da. A veces, se desvian en su base de la vertical hasta diez centimetros. Los aparejos son distintos: unas casas lo presentan muy cuidado, formado de piedras grandes bien labradas y dispuestas de un modo peculiar, pues, en vez de guardar hiladas horizontales, tienden a formarlas oblicuas. y como al mismo tiem- po la planta es circular y en su alzado se marca la especial inclinacién sefalada antes, pudiéramos decir que el despiezo se presenta en espiral. En algin caso (Lams. XXII y XXIID, las piedras son de una gran regularidad y la disposicién de hiladas en la forma que se indica casi perfecta. Se nota que la piedra fue labrada conforme lo pedfan caracteristicas de planta, y asf tenemos que las que forman Angulo exterior en el vestibulo de una de ellas, se han trabajado de modo que las mismas piedras desarrollan la curva exigida. En estos paramentos se observa un acuftado fino, y contrasta la riqueza y esmero que sefialan, con la pobreza del pars mento interior, formado por piedras de menor tamaiio, sin labras y con toda la apa- riencia de un mampuesto malo. Lo que acabamos de indicar no constituye regla general, siendo por desgracia Poco numerosos los ejemplos de construcciones cuidadas. Por el contrario, el apa- Tejo de la mayorfa de las casas es pobre. En otros casos, por el empleo de piedras de mayor tamaiio, la regularidad se acentia menos (Lam. XXIV-I); otras veces casi desaparece (Lam. XXIV-ID), y en Otras se pierde por entero (Lim. XXV-I). Lo general es el empleo de un mampues- to desigual algo cuidado exteriormente, como antes se indica. En algiin caso hemos Podido notar (Lim. XXV-II) que el paramento se alza sobre un anillo de cimenta- cién, algo mas ampli, que quedé al descubierto. Con miras a una economia, se aprovecharon a veces los excavados o desmontes Practicados con el fin de explanar o preparar el terreno para el replanteo de los gru- Pos de construccién. Asf, por ejemplo, una casa aparece formada por un estrecho Vestibulo del que se pasa a un recinto rectangular, en el cual uno de sus lados, el que forma el fondo y parte de uno de los laterales, estén formados por simple excavado (Lim, XXV1), Detalle interesante de esta casa es el de presentar en el vestfbulo una escalera, que hace suponer Ia existencia de piso elevado sobre el recinto antes des- 29 LA CITANIA DE SANTA TECLA crito, Constituyendo este acceso asf dispuesto algo andlogo a lo que en la region se denomina actualmente patin. Esta misma particularidad se nota en otra, cuya parte mis importante aparece excavada, siendo también interesante en ésta el aprovecha- miento de las construcciones préximas, para formar un vestibulo, indicando todo ello una pobreza grande. En otro grupo de construcciones, donde el Sr. Calvo ini- ciara sus trabajos (por cuya razén y en recuerdo del ilustre arquedlogo se ha con- Fig. 12 C. DE MERGELINA 14 parte de muro correspondiente al recinto circular, donde se abriera la puer- ta, tormado por tres grandes sillares labrados en curva. La casa R de este grupo, des- traida en parte, fue la explorada por el Sr. Calvo y bautizada con el nombre de "Castafiuela Dato que afirma lo indicado acerca de la pobreza de construccién y que convie- ne anotar por las consecuencias que de é! se deducen, es el del aprovechamiento de piedras labradas, utilizadas con evidente desconocimiento de su valor constructivo. Restos con decorado por sogueados 0 por entrelazados de bella traza han sido ut zados; asi, una piedra con el sogueado caracteristico, aparece como simple material de construccién empotrada en el muro de una casa (Lamina XXVILI-I); otra consti- tuye elemento de un hogar (Lam. XXVIII-ID; otra, con fino entrelazado, forma parte del fondo de un horno (Lamina XXIX-II). Otras piedras, al parecer de traza romana, sufrieron destino andilogo, tales las que aparecen limitando la entrada a una casa (Lam. XXIX-II y las bases y fustes aprovechados que aparecieron frente al recinto T del grupo VIII (Liam, XXX) PROCEDIMIENTOS DE CUBIERTAS. TECHUMBRES La inclinacién de muros que anotamos podria llevarnos a suponer se cubrieran las casas por falsas bévedas, conseguidas por aproximacién de hiladas; lejos de esto, la falta de piedra, que al cubrirse de este modo las casas hubiéramos hallado en su interior, hace suponer que el procedimiento consistié en el empleo de palos 0 Tamas que, descansando por uno de sus extremos sobre los muros, y unidos fuerte- mente por su parte superior, formarfan una techumbre cénica, la que se completaria con haces de paja. Estos haces pudieron sujetarse por Ifneas de cosido, establecidas de trecho en trecho, 0 por una serie de cuerdas que partiendo unidas del vértice de la techumbre y mantenidas en tensi6n por piedras atadas en sus extremos, impedi- rian que los haces se desplazaran por un fuerte viento o por cualquier otra causal De estas piedras, presentando un agujero por el que pasarla la cuerda para anudarla, son muchas las que pueden recogerse en nuestra citania. De esta organizacién de techumbres que suponemos para nuestras casas, pueden dar una idea las construcciones actuales que pueden estudiarse en el lugar del Cebrero, en la provincia de Lugo (Laminas XXXI y XXXII), donde encontramos los mismos tipos de edificios circulares u ovales, con techos de maderas y paja que suponemos para nuestra citania, Asi también, pueden encontrarse ejemplos en otras regiones de la peninsula, como en aldeas muy pobres del Sur de Extremadura, LA CITANIA DE SANTA TECLA supervivencias de formas y procedimientos de construccién que pueden scar su ascendencia entre los curiosos edificios del Tecla. LAS PUERTAS Generalmente se conserva de ellas, tanto de las de los vestibulos como de las de los recintos interiores, los umbrales, formados por una gran piedra o por dos, enca- jadas entre las jambas, determinando en algunas un pequefio escalén. En ellas se observan muescas 0 entalladuras que hacen posible el estudio de! pro- cedimiento de cierre (Figs. 12* y 13%). Debieron ser las puertas de una sola hoja, sujeta por su parte inferior al umbral Por una espiga que descansarfa en una muesca 0 entalle en forma de coma, con lo cual, en un momento dado, podrfa desmontarse facilmente. Sobre los mismos umbrales se notan otros entalles, de formas muy variadas, donde encajarfan fallebas de madera para su sujecién. A veces, el estudio de estas disposiciones se hace diff- cil, porque las piedras debieron ser utilizadas para la misma funcién repetidas veces, varidndose su posici6n y necesitando por consiguiente abrir en ellas nuevas mues- cas, Pero siempre se observa el detalle de que debieron estar formadas por una sola hoja. Estas puertas tuvieron a veces sus gusto, y aunque no hemos hall a encontrada en Cividade d’ ‘como las reconstruidas y gu: (Lam. XXXII), Posiciones andilo; jambas y dinteles decorados con riqueza y lado ejemplos tan notables como el que nos muestra ‘Ancora y conservada en el Museo de Guimaries, 0 ‘ardadas en el mismo Museo procedentes de Briteiros tenemos algunos restos que nos aseguran de la existencia de dis- Bas ¥ correspondientes al mismo perfodo. Tal por ejemplo el troz0 constituidos de muros en que se encajaban “a Nuestra), y otras puertas en las cua- citados de Ancora y Briteiros y |, tes las piedras labradas, en vez de unit au ‘lor decorative la funcién constructi- 32 C. DE MERGELINA Fig. 14h Piedras labradas de dinteles y jambas de casas 33 LA CITANIA DE SANTA TECLA va, s6lo realizaban lo primero, siendo como piezas en cierto modo sob: -puestas a la construcci6n. El poco grueso de la jamba y dintel dltimamente citado nos hace pensar en esta disposicién. A juzgar por las piedras encontradas, las dimensiones de las puertas en cuanto a su altura no debia exceder de dos metros, y atin esto debia de ser algo excepcional, Viviendas con puertas amplias, como la citada de Briteiros, debié quedar solamen. te para construcciones ricas, como indica en ésta, el mismo lujo de ornamentacién. Los muros de las casas, tanto interior como exteriormente, estuvieron enlucidos con una capa de mortero a base de cal, HOGARES Casi en el centro de las casas, li el hogar, formado por una losa hin dos piedras mas pequefias, hincad: de, con una ligera desviacién haci igeramente desplazado hacia su entrada, aparece ada de canto a lo largo. Hacia el interior, otras las también y colocadas a los extremos de la gran- ia afuera, limitan un pequefio espacio, que consti- otra de tamafio andlogo (Lam. “OXI tate sbarccom ate thet ioeo me . En ésta aparecen siempre una, dos o mas muescas circulares, de profundidad variable, a x i Puestas en igual orden. (Fig, 15). bis lingue siempre escasa, y munca dis- Se ha supuest o que estas muescas sirvier ara 'scas sirvieron para afianzar el pa ‘a e soporte mantenia la techumbre para afianzar el palo que a modo de PO. por st encaje en la mieten asf de la tierra y dandole al mismo tiem- mmiento. 4 mayor solidez, evitando su posible desplaza- cuenta una sola, sino varias sirvieran para la indicad, simplemente para mante; C. DE MERGELINA ore el hogar, a una determinada altura de las lamas. El hecho curioso de on cierta abundancia, fragmentos de vasijas con asas dispuestas inte- vie, nos da la seguridad que hubo de existir la costumbre de colocar suspen Jidos sobre el fuego los recipientes, y por ende la necesidad de habilitar un medio que las mantuviera en dicha forma. Por otro lado, confirma este supuesto el hecho de que en el Cebrero (localidad que tanta semejanza guarda con nuestra citania) se emplea actualmente un procedimient logo a tales fines. T= Tipos de hogares, s falta el hogar en la forma que acabamos de describir, no indicando su A vec ida. Otras veces se seiiala existencia mas dato que la presencia de la tierra carboniz; por haberse cubierto la casa con un piso de arcilla. Al hacer fuego en el centro de ella repetidas veces, la parte de el suelo que ocupara el hogar presenta Ia arcilla roja y endurecida, como de haber sufrido una coceién imperfect B HORNOS, Aparece generalmente en los vestibulos, en uno de sus lados: otras veces, las menos, en el interior de la easa adosado 0 embutido en sus muros. Son de propor. ciones pequefias y se levantan sobre un pequefio macizo de obra. Estin formados Por una gran losa que forma su suelo y por otras tres, talladas interiormente de modo Que sefialan una curva y colocadas de canto sobre la primera. De este modo forman Una caja que se cubre con una o dos piedras, y el lado libre, que forma propiamen- te su puerta, ¢s cerraba con otra piedra mantenida por el exterior con un palo que encajaba y quedaba fijo en dos muescas, talladas en sendas piedras dispuestas en salientes a un lado y otro de ella o fijos en agujeros abiertos en el frente de las pie- dras, 0 pos piedras horadadas sujetas en la construccién (Lam. XXXV, |, Il yl. ASi como es raro falte el hogar en una casa, es raro también que carezcan de su homo, dispuestos en el vestibulo, OTRAS PARTICULARIDADES Interesante es observar ciertas disposiciones de saneamiento, como las encami- nadas a desalojar las aguas, ab ndo canalillos, tallados a veces en las piedras, 0 forméndolos con pequefias lajas. Estos desagiies, estudiados conforme lo exigen las iregularidades del terreno, vierten en las calles Por lo general, Ilegando hasta aque- Mas que limitan con las murallas. En éstas, a ttechos, aparecen atarjeas o salidas, que Por su tamafio sefialan la mucha cantidad de agua que debié pasar por ellas. De este modo vertfa fuera de la ciudad. Cuando estos canales no podian establecerse entre Jas casas, las atraviesan, disponiéndolos Por debajo de sus pisos. No Pudimos estudiar lo referente a suministro de aguas a pesar de que existe una fuente antigua en el monte. se canaliz: Es de suponer que, como ocurre en Briteiros, las aguas ilizaran para abastecer In o, 4 oe caer ae oi | ciudad. El aprovechamiento actual de este caudal y ‘abajos realizados para embelleci i 5 imiento de! an de: que pudiera existir lel monte, han destruido lo q Suele ser ae nigh ‘4 Uerra, de forma, circular como a base decals Noni con una capa de mortero a deer is vers, pues tas gentes que inven eee &© depositos para gr queenaactiahentn ee ee * que inventan nuestros tipicos almacenes, y ae elas sores, saben que el pais no permite el uso de tales “08 creemos simplemente como Pequeiios algibes destinados a almace- a aparicion de excavados en | uidados inte 36 C. DE MERGELINA Fig, 16" Reconsiruccion de un hogar 37 LA CITANIA DE SANTA TECLA nar agua para usos imprescindibles. En algtin caso forma parte de la mis. vivien- da, situdndose detrés de una de las alas de su vestibulo, Otras veces se disponen en las proximidades de los depésitos 0 almacenes, Es curioso observar junto a las puertas de algunas casas, en el muro, dos o tres piedras pequeiias hincadas y dispuestas de m hueco. La utilizacién de ellas no es muy clara, de defender una planta, suelo y pegado al iodo que dejan un pero tal vez obedezea a la necesidad II.-LOS HALLAZGOS EL AJUAR DE LAS CASAS En realidad, para el 4 i rea que se lleva excavada, no ; a a ada, no sot a s siendo extrafio este fenémeno, cndennie Las excavaciones sefialan, donada, debiendo ocurrir el uestro juicio también, en ép seein nuestras apreciaciones, que la ciudad fue aban- echo tal vez de un modo lento y, como veremos, a Oca muy tardia. Viendas apenas se encui lentran objetos, y salvo algt Has proce dae rj Y salvo algtin caso concreto, lo cas en Por Consiguiente, el fendmeno de que un gran fala nuestra citania, dé relativamente un ajuar escaso, En las vi hallado en el centro de poblacién, puede explicarse, Podido recoger revelan con claridad trucciones se manifi Y Su reconstruccién algo que ya con refe- lesta, esto es, el aprovechamiento ¥ n en épocas distintas, con la particulari- ido determinar una estratigrafia, a pesar s trabajos, dado que las diversas recons- C. DE MERGELINA 1 sido de ejemplares pequefios y de importancia escasa. ¢ la cerimica de tipo avanzado (y esta observacién es muy interesante, f nos asegura mas en el supuesto de que la ciudad fue abandonada lentamen- te), (olalmente rota y ocupando por lo general, en un amontonamiento curioso, los pequieiios rincones que las viviendas dejan entre si, y en sitios en los que se ve que, depositados, no habian de estorbar. Asi, por ejemplo, en el espacio entre dos casas pueden recogerse cantidades grandes de fragmentos de dnforas romanas, con la par- ticularidad de que, a pesar del cuidado y el enorme esfuerzo que se ha hecho, no se han podido conseguir completar estas vasijas. Se trata por consiguiente de verdade- ros vertederos de época tardia, tal vez formados en momentos préximos al abando- no de la ciudad, ya que de ser vertederos antiguos en ellos mismos hubiéramos podido determinar una estratigrafia. Otros tipos cerdmicos aparecen sueltos, como procedentes de arrastres, segdn indicamos, siendo éstos los més antiguos y més interesantes. Por esta circunstancia, tampoco ha sido posible reconstruir ningtin vaso. Por otro lado los fragmentos son pequefios, raros los que se refieren a bordes, y por consiguiente ni aun determinar formas completas hemos podido conseguir. Estas mismas particularidades podemos referitlas al resto de objetos recogidos, lo que nos afianza més en la idea de que la citania del Tecla, a pesar de su gran inte- rés, no es hoy mas que el ejemplo arqueolégico de una vieja ciudad que sufrié diver- sas reconstrucciones y que fue abandonada en época muy tardia. Ante esto, el estudio que vamos a intentar sobre la cerdmica recogida, tiende s6lo a sefialar tipos y a encajarlos en su época correspondiente. Este mismo plan vamos a seguirlo, aunque también de un modo sumario, en las demas manifestaciones, y unido a lo que las construcciones nos muestran, intenta~ remos esbozar la posible historia de la citania. La cerdmica recogida nos da los siguientes tipos: Primero; una cerdmica, de un barro negro con bastante mica, lisa y muy pulimentada, con aspecto de ser muy anti- gua, tal vez correspondiente a la época del bronce. En ella a veces se nota la huella de la espitula con que se alisara. No esta bien cocida, y por tanto los fragmentos se quiebran facilmente. Por lo general estos fragmentos son pequeti guiente dificil precisar sobre ellos posibles formas. 39 LA CITANIA DE SANTA TECLA Segundo; otra cerémica de barro rojizo, amarillento 0 negro, en este siitimo caso algo pulimentado, con decoraciones puramente geométricas, conseguida con inci- siones hechas a punz6n y dispuestas en zonas limitadas por otras Iineas. Los moti- Vos son generalmente pobres, reduciéndose a rellenar las bandas de Ifneas cruzadas en diagonal o simplemente de lineas en zigzag, paralelas, oblicuas en un sentido o formadas por series de puntos, etc., ete. (Lams. XXXVI y XXXVI]. Corresponden a vasijas grandes con asas y con gruesos rebordes en su cuello, leva veces decoracién aniiloga conseguida por el mismo procedimiento. En mentos la omamentaci6n se complica, por alternar los motivos forma: Y puntos. Constituye el tipo mas abundante, ando éstos a algunos frag- \dos por lineas Tercero; otra més rica y mds cuidada en la que el barro es del mismo tipo, aun- que predomina el negro, a veces con pulimento y de pasta més fina, Hlevando menos ia ae oe | fr moti vos son mas variados, mostrndonos cfrculos con ced cinectian A 7 as cn zigeag finas, series de puntos, etc. Esta decoracién oe a nein npleo ie estampillas, algunas de gran finura, y ordenadas dobleso triples nak 7 Pr ae impronta pueden conseguirse espirales en nuestmactania) sopuessies Meu le estilizacién del tipo de ave, poco corriente altemadas, llenay ‘s cupemiea pon lo general se disponen Ilenando bandas que, Por trngulos en cuyer eared vaso, terminando estas bandas en algunos casos decoracién estampillada se ; aparecen circulitos concéntricos. A veces a esta ¢ Ta incisa, haciendo mds rica la omamentacién. Otras © entrecruzadas, 0 bien lineas de puntos que deter m 5 nan relieve y que se disponen rellenando zonas (Lams. XXVIII y XXXIX). Cuarto. Otro ti obtenida por fino: dimiento de barbotina A a arro, algunos al parecer conseguidos por el proc su valor decorativo, Otra . Otras vece: is Prismética (Lams. XL y XLEAy aia Otro motivo d le decoraci6n - “ en fray 7 7 Pequefas manillaso botones de batto, eonsee pease LPO Consiste en sobreponer mes de ta eaccign, cee ssid Con Molds y puestos a presién tiplicando estas manillas se Henan bandas L-a). Es posible que nce o de mbar, tipi- C. DE MERGELINA ¢ -ramica de la época. unto, Juntamente con esta cerémica encontramos otra, basta, de barro malo con mucha mica, desprovista de decoracién, en la cual ha de incluirse la que pre- senta recipientes con asas interiores (Lamina XLII-a). En cuanto a las formas de &stas, son generalmente las corrientes, y s6lo tenemos dos ejemplos que difieren de Jo comtin. Tal, una asa formada por un disco plano decorado, de cuya parte inferior arranca un vastago que le unfa al vaso, presentando éste como particularidad el ir agujereado (Lam. XLII-b). La disposicién de este tipo curioso de asa, suponemos podria ser la indicada en el dibujo que acompafia a la kémina; tipo extrafio que tal vez pueda proceder de una imitacién de vasijas en metal. Otro tipo de asa aparece determinado por un ensanchamiento ligero del borde de la vasija y un agujero en su punto medio (Lam. XLII-c). Los restantes tipos son mds usuales y no presentan par- ticularidad digna de mencién. Juntamente ha aparecido gran nimero de botones de barro, los Hamados fus- saiolos, entre los cuales los tenemos lisos, 0 decorados por incisiones o por estam- pillado. Sus tamafios varfan, y no solamente los encontramos tronco cénicos, sino también esféricos. También se encuentran en otras materias, como en pizarra (Lim. XLI-B). Hemos indicado la dificultad de reconstruir los vasos, por ser los fragmentos pequefios y por aparecer aislados. Solamente se han podido reconstruir, y atin de modo incompleto, una vasija de 157 milimetros de altura y 137 de didmetro en su boca, y de forma de olla; otra, mas pequefia, de 71 de altura por 62 de didmetro, que presenta panza desarrollada, estranguldndose luego desde un tercio de su altura a la boca; otra, todavia mas pequefia, con altura de 56, muy incompleta y de forma ané- loga a la anterior, Las tres vasijas presentan el solero plano, y no llevan decoracién. ima, viniendo a La cantidad de tiestos de tipo francamente romano es abundantis constituir el lote principal de los hallazgos de cerdmica. Estos fragmentos se refieren principalmente a dnforas de tipo corriente, con pedtinculo, en las que a veces, muy pocas, aparecen marcas, formadas por una letra © simplemente por unas rayas. A pesar de la abundancia no se han podido recons- truir, salvo dos ejemplares muy deficientes, y que por otro lado no ofrecen novedad. De otros tipos de cerdmica romana son escasos los hallazgos, reduciéndose a frag- mentos de aretino de baja época y generalmente sin marca (Lam. XLIII-g). Sola- 4 LA CITANIA DE SANTA TECLA mente en uno la presenta en las paredes del vaso, pudiéndose leer G. ANNI (Lim XLIIL-a). Es posible que, mis que marca de alfarero,indique nombre del propieta, rio. También se ha encontrado, aunque poco abundantes, algunos frasmennee dh Acco (Lim, XLIIFb, )y trozos del discus de dos candiles con representaciones fc sladiadores 0 guerreos (Lim, XLItLe, f). Por timo, un tnico trozo de cerdinin, Pintada, de barto amarillo claro con dos lineas de rojo. Por lo fino del barren €l tno del rojo, parece ser cerémica importada, de tipo tal vez piinieg, MOLDE DE FUNDICION Buel ineh Feel . interior de una de las casas, pudimos hallar curiosos fragmentos ceramicos deur i ici i in molde o matriz de fundicién, conjuntamente con trozos de escorias. El molde (que corresponde a un cuenco de ro, de parec 'y altas y sole gran didmetro, de pa s ; le paredes no muy altas Fane Su bode per enta una cuidada decoracién formada por dos }ogueado en dos bandas separadas por serie de puntos incisos, ‘sas rellenas de otras menudas ligeramente obli- 's quebradas, todo lo cual encierra el motivo prin- jas. Con indepen- 20 «Pro Monte», y procedente de nuestra 0 de Tecipiente 0 vaso en bronce, conser racion responde casi exactamente al molde Visita a Briteiros, estudiamos dos pequeiios sobre todo, revela la mi {Po € idéntica ornamentacién, uno de los cuales, n decorativa (Lim. XLIV-b-c), dete de los hallazgos en tacit . Fasimismo una serio de et MOS la época una hoz (Lém, XLV), si Serie de hojas de Puiial en ‘va podido tampoco detern ania en cuanto a la de las construccio- bronce, y con ellas de ninar en cuanto a estos 42 C. DE MERGELINA = ee het na estratigraffa, y por ende establecer relaciones claras. Un ato concretamente pone de relieve esta particularidad. La hoja (a) fue encontrada junto a una casa, en el fondo de una atarjea de desagiie y unida a abun- dantes fragmentos de dnforas. Las restantes hojas provienen de hallazgos ocurridos en parecidas circunstancias. En el caso que indicamos, la aparicién de esa hoja no puede explicarse mas que por una utilizacién muy tardia, lo que realmente asombra. En pocas regiones como en Galicia puede observarse mejor la convivencia de tipos artisticos, y con mayor motivo de tipos industriales actuales con tipos primitivos; ¢ dificil aceptar este fendmeno que las excavaciones acreditan. Si en un nivel inferior al que se seialan las construcciones encontramos estos ejemplares, la conjetura podria ser clara y facil: En la forma en que aparecen, s6lo pensando en una extraiia persistencia de valores puede explicarse. Y es de notar que en el hallazgo a que nos referimos concretamente no puede pensarse en que por arrastre fuera la hoja alli depositada, dado que aparecié en el dngulo formado por un muro de aislamiento con el que constituye el vestibulo de una casa, sobre una atarjea que por alli pasa y a poca profundidad. Estos hallazgos podrian revelarnos la existencia de una poblacién primitiva asentada en el monte, si a ellos pudieran unirse otras caracterfsticas mas definidas; pero, en nuestro caso, sdlo puede pensarse en la utilizacién de modalidades de una cultura muy antigua, procedentes de no sabemos qué lugar, denotando en las gentes que las usaron un grado de pobreza grande. Es mas, suponemos que el empleo de estas armas, tal vez procedentes de enterramientos primitivos (como de algdn campo de mamoas), debié verificarse en época muy avanzada. De otra cultura tenemos ejemplos, y aunque escasos, por unirse a otras modali- dades, nos permiten reconocer la existencia de una poblacién primitiva que tuvo en el Tecla su asiento. Afirmase esto por el hallazgo de una espada y de la empuiiadura de otra (Lim, XLVI, ay b), que nos permite, como mis adelante veremos, determinar una crono- logia. Ambos hallazgos no se efectuaron de modo que por caracteristicas bien defi- nidas nos ayudarin al estudio de la citania, pues sobre lo fortuito de ellos aparecieron como desplazados, fuera de recintos y en tales condiciones que 7 Puede suponerse sino como de arrastre. Cerca de uno de los concheros se encontré la espada que conserva parte importante de su hoja. 43 LA CITANIA DE SANTA TECLA En bronce, asimismo, y como correspondiente a armas, cabe regis: violas y regatones, yuna pequetia hachitabipenne, midiendo 65 milfmetros, anéloga n on, (Lam, XLVI-c) descubierta en Sabroso, aunque sin el curioso anillo de susponsicn que acredita en ésta ser objeto votivo o amuleto (). En hierro, puntas de dando hacha y hachuela de gume amplio, y hojas de euchillos pequeiios con espiga pars cranes. fol, port maturaleza dla materi, casi dest (Lim, XLVked, a,h). ; _ Aeste lote pueden unirse dos piezas importantes, que unen a sus valores de téc- nica y arte el ser verdaderas joyas y lo mas selecto que hasta ahora dio la citania, Se trata de un objeto de oro, osible por a i i 5 trazas (Lam. XLVILD, Pp Pomo 0 remate de espada, segtin todas las de factura tan extraordinaria que es pieza digna de estudio. En un principio crefamos pudiera ser tamafio, pues en la coleccién BI el supuesto; sin embargo, opto terminacién de un gran torques, a pesar del janco Cicerén se conserva alguno que hace posible Por lo indicado primeramente. Maravilla su técnica i won e Vie pues asombra la regularidad del fino hilillo que forma las también le fina “sieaes dos Fas opuestas, decoran Ia parte esférica, y asombra , inaria del granula ellend ests tage eae granulado, que rellena estas voluta En cuanto a arte, viene a mi mente ocupé el monte. ie nte, y es la curiosa faridades del tesoro hallado en Chan de (1) Mario Cardozo, “Ciinia © Sabroson. Guima aes, 1930, 44 C. DE MERGELINA Es ee oe Ra astancias del hallazgo, por sus caracteristicas, merecen ser anotadas; a ma os ayudan a puntualizar las conclusiones de nuestro estudio. Se exca bar | cuyo recinto, por situarse préximo a un declive pronunciado, presenta- ba parte de su piso a un nivel inferior en raz6n a la denudacién que suftié antes que las tierras cubriesen las ruinas. Este detalle hizo que en una parte de la casa la exca- vacién pasara de su piso, profundizando unos veinte centimetros. Casualmente, a esa profundidad aparecié nuestra joya. Por consiguiente, si bien la encontramos en el interior de una casa, en modo alguno puede referirse el hallazgo al recinto que la excavacién descubria entonces; si, a una ocupacién anterior, mds antigua ¢ intere- sante, y de la cual, por desgracia, no tenemos mis que datos sueltos, y, excepcio- nalmente, alguno més concreto y determinante, como veremos. Podemos unir a esta joya, desde el punto de vista de ser también pieza de valor, un mango de pumalito, de plata baja, que conserva parte de su hoja de hierro, y que se decora bellamente por hojitas nieladas. Muestra ser pieza de importacién, de arte greco romano excelente. Falta en ella dos aplicaciones, botones o perlas que irfan sobrepuestas y sujetas por un pequefio viistago de hierro del cual quedan restos La parte posterior es lisa (Lam. XLVII-ID. OBJETOS DE ADORNO PERSONAL Fibulas.- Son numerosas las encontradas. De ellas, hemos elegido los tipos mas caracteristicos y los ejemplares més completos 0 en mejor estado de conservaci6n. Con ellas hemos formado lotes que responden a una clasificacién cronolégica y a variaciones de tipo. Asf, tenemos una fibula (a) (Lam. XLVIII), del tipo caracteristico de Certosa, correspondiente en una clasificacién general a finales de la época de Hallsttat. Es el Unico ejemplar recogido en nuestra citania. Falta el botén caracteristico de su pie. Sigue una serie de ejemplares (b, c, d, e) de gran interés y correspondientes, del mismo modo, en una clasificacién general, a finales del segundo perfodo de Hallst- tat y primero de La Tene. Presentan especial desarrollo del pie y un niimero de variaciones y modalidades curiosas. Podemos distinguir los grupos siguientes: Primero (b). Fibula de bronce, de muelle bilateral, arco 0 puente ancho, con fuerte reborde en su centro; pie desarro- Hado que se dobla en un angulo recto y termina en forma de campanilta. En la 45 LA CITANIA DE SANTA TECLA Se misma forma se decoran los extremos del muelle. A este tipo deben corresponder otras (de las cuales en el Tecla no tenemos sino fragmentos), que presentan forrado el muelle por una limina de cobre, decorado a veces por ataujia o por niclado, Seri. an éstas piezas excepcionales. En Briteiros se conserva uno de estos muelles, En el ‘Tecla tenemos otro. 7 Aeeste mismo tipo corresponde la fibula (b), que no presenta otra la de ser mas pequefia. ferencia que — - a ornti forman fibulas (cy ¢*), que presentan como caracteristicas terminar Mee yy tsco plano (en estos ejemplares sin decoracién alguna) y cambiar el muelle por charnela, donde pivota su aguja, a veces de hierro Presentan menos anchura en su puente. as, eon cllo no se quiere indicar que sean tinicas de la cul- S se han encontrado en tiimulos de Avezac-Prat. tura de los castros, puc Otro tipo, 2 a (0) dhe ceurIMEnte puede corresponder ab, aparece formado por fu "ran desarrollo en su puente, y con pie terminado por un botén de forma éni i tro " 4 NCO cénica. Puede ser, como indicamos, una variante del tipo b, ing en ibulas que determinan otra variante (c,e*). El pie £1 un botén simplemente. Los ejemplares que foto- aci6n del pie. El segundo pre~ 7 : A ice en el tiempo, es simplemente debido a AS separamos porque, aunque incomple- falottigencom (©), debi6 ser de muelle unilateral y and- Fadas en Sabroso; la (c) parece corn ‘ponder @ igetesPondientes a época ya avan, cama difieren en absoluto de la ‘Mos, encajan en época romana ada, podemos incluir una anterior, hasta por origen, 46 a C. DE MERGELINA err — SS ‘erimos a fibulas anulares (Lim. XLIX), en las que es posible distinguir tres» dades: una, constituida por fibula formadas por un aro (a), mas grueso en su paite media, que al unir sus extremos lo hace doblindolos hacia fuera y termi- néndolos en botones de forma variada. En éstas, las hay muy decorada y lisas, Otra variedad la constituyen aquellas en las que su arco aparece formado por una lamina plana (b) cuyos extremos no se doblan hacia fuera. Los hay sin decorar y decorados, si bien en éstos la ornamentacién es mas pobre que en las primeras. Por tiltimo, otra variante (c) la forman aquellas que presentan su aro de seccién prismatica, no Hevando mas ormamentacién que ligeras incisiones en su extremo. Estas dos tiltimas variantes, que coinciden en no presentar el aro con un grueso mayor en su parte media, y en que no doblan sus extremos, parecen ser simples degeneraciones de la primera variante y seguramente de época muy avanzada. Torques.- De estos interesantes y tipicos elementos de atrezzo personal, podemos registrar un ejemplar incompleto, pues le faltan sus botones terminales, formado por una varilla de bronce de seccién cilfndrica y con su parte media més gruesa, recu- bierto de una fina placa de plata de la que quedan restos apreciables, sobre todo en el extremo derecho (Lam. L-a). Asimismo, dos trozos de otros en bronce, uno, torcido sobre alma del mismo metal (b), y otro acanalado (c). Los tres corresponden al mismo perfodo que los objetos antes reseftados como de especial importancia, ya que en cuanto a elemen- tos caracterfsticos de adorno y sin dejar de ser réplica de los collares rigidos tipicos de La Tene I, son al mismo tiempo indices de una modalidad regional que tiene en los abundantes ejemplos gallegos fabricados en oro, st expresién mas genuina € interesante. Agujas; elementos de collar, etc.- Entre otros elementos de atre jas (Lam. L = d, ¢, ) que por sus caracteristicas parecen corresponder a fina Hallsttat y principios de La Tene, pudiendo unirse, con las fibulas del mismo perf- odo, sefialando por sus formas un estrecho parentesco. Asf, es curioso encontrar 1a la que muestran determinadas fibulas. en forma de campanilla, idéntis agu Del mismo modo tenemos elementos de collar de tipos y formas muy variad 1s, tronco cénicas, cilindricas, etc., y de Constituidos por cuentas de vidrio, esféri i . colores diversos, formando generalmente ojos, por medio de zonas azules y blancas 47 LA CITANIA DE SANTA TECLA Fig. ~ Insculturas primitivas sobre roca, 48 C. DE MERGELINA conc: +s. Son elementos de clara importacién, procedentes de otras regiones de la pew 4a, y por consiguiente extrafias a la cultura peculiar del pats. También se han encontrado cuentas de bronce, entre ellas una interesantisima por estar decora- da con motives geométricos conseguidos por dos técnicas: ataugia y nielado (g). Anéloga a esta cuenta se conserva otra en el Museo de Guimaries, procedente de Briteiros, Juntamente con estas cuentas se han encontrado otros elementos formados por colgantes c6nicos 0 esféricos en bronce, tpicos de la época de La Tene en sus comienzos, a los que ha de unirse uno en forma de creciente que, de no ser macizo, podriamos suponer zarcillo (Lam. L-h). \ ’) OTRAS MANIFESTACIONES\ Insculturas.- Con este nombre nos referimos a los famosos y muy abundantes grabados rupestres, tan generales en toda Galicia, y de los cuales pueden presentar- se ejemplos en nuestra citania. Entre ellos tenemos las Hamadas cazoletas y las representaciones extrafias que en la superficie de determinadas rocas aparecen. Las primeras corresponden indu- dablemente a grados de cultura muy viejas, hasta el punto de que es imposible que la rara y misteriosa raz6n que las motivara desapareciera al llegar la €poca del bron- ce, sin que tal vez se perdiera en épocas posteriores por entero, dada la interesante continuidad de estos valores que atin hoy persisten con determinado cardcter supersticioso. Son varias las piedras que sefialan en nuestra citania, en un ntimero mayor o menor, estas pequefias cavidades, abiertas no sabemos con qué finalidad. Ademis, como correspondientes al perfodo que mds interesa a nuestro estudio, encontramos otras rocas grabadas con interesantes signos, determinados por gran- des espirales, generalmente lineas de significaci6n extrafia, etc., ete., todo ello, al parecer, en intima relacién con las cazoletas indicadas. Entre estas piedras tenemos la gran laja de las insculturas que aparece en el Grupo V1 (Fig. 17), con la curiosa particularidad de poder afirmar que estos valo- Tes, en la época avanzada de las reconstrucciones de la ciudad, cuando se levantan las murallas, © por lo menos la parte de encintado que hemos podido descubrir y estudiar, eran ya algo olvidado o de significacién totalmente perdida, pues Ia rmura- lla pasaba sobre ellas oculténdolas. 49 i LA CITANIA DE SANTA TECLA a C. DE MERGELINA prin SOS ws Fig. 19°. E; ‘svdsticas grabadas en piedra. A. B (post ae ® Ca Sinistrossum. SI 50 LA CITANIA DE SANTA TECLA Esta pérdida de su valor, y la total ignorancia que sefiala el hecho Puntado, no debe extrafiamios cuando vemos, segtin se apunté, que sufrieron idcntica suerts varios ¢ interesantes elementos de construcciGn,tipicos y curiosas, wilizados fe mismo modo, con un total desconocimiento, no sélo de su funcién propia, si ‘Sus mismos valores omamentales, ama signos? 'gNos? No creemos hoy posible hacer conjetu- ear Virtualidad a la especial audacia Nos limit ‘amos a regist i rar el h Publicarlas, en | el hecho (sob; en la creencia de re el cual son infinitos a s s itos los supuestos) ¥ @ ‘N©Por ver primera cremos se reproduacy cow ee 52 C. DE MERGELINA ee ee Ad Part conseguir esto nos pudimos valer del procedimiento que crefmos mis acer- lado, y que consistié en cuadricular la piedra (Lam. LI, I, 11) y dibujar después cui- dadosamente los signos sobre papel milimetrado. Debemos unir a estas representaciones otra sumamente interesante, aislada de una roca, Se la ha bautizado (Lam. LI) con el nombre de svdstica del alto Mito. Piedras labradas.~ Ya nos hemos ocupado de algunas piedras (jambas y dinte- les) con ornamentacién caracteristica. Son abundantes y forman serie curiosa. Con ellas pueden formarse dos grupos: uno, correspondiente a elementos arquitect6nicos, en los que cabe distinguir los pertenecientes a la cultura primitiva y los de tipo o influencia romana; otro, forma- do por elementos de cariicter vario, ajeno 0 desprovisto de valor constructivo. Entre los primeros tenemos, ademas de las jambas y dinteles ya citados, un grupo formado por grandes discos, cuya utilizaci6n ignoramos (aunque suponemos pudieron servir de ormato en las casas), donde aparecen svasticas (Figs. 18 y 19), motivo este de caricter religioso, posiblemente unido a las creencias funerarias. Otras piedras aparecen también en forma de discos, pero Hlevando unidos a ellos una parte sin labrar, que debié servir para sujetarlas empotradas en los muros, cons- tituyendo como a modo de repisas destinadas a mantener algo. De éstas hay algu- nas sin decorar, facilmente confundibles con estelas discoideas (Fig. 20-a, b y c). Otras se decoran, bien por un bordén sogueado en su borde 0 por motivos diver- Sos, por ejemplo espirales repetidas en Ifnea que ocupan, formando una banda, el grueso de la piedra (Fig, 20-d y e). Otro tipo de piedras labradas, con funcién pro- pia en las construcciones, viene a estar determinado por unos a modo de brazos 0 cuemnos, a veces decorados en una parte y a medio desbastar en el resto (Fig. 20-1). Como los anteriores, debieron de disponerse en los muros formando como a modo de perchas No deben confundirse éstas con otras piedras andlogas, sin decorar y apenas des bastadas, que constituyen elementos de cierre en los hornos. LA CITANIA DE SANTA TECLA nb West BE Wn } yn, it Fig. 21". Piedras labrdas C. DE MERGELINA +. »de estas piedras, cuya utilizacién apenas puede conjeturarse con visos de seguiiia, tenemos otras con bellos entrelazados 0 sogueados tipicos que por ser fragmentos nada nos dicen del uso a que pudieron estar destinadas. Tales las piedras con curtosas espirales 0 con entrelazados de rara complicacién de que ya nos hemos ocupado. Entre las piedras que muestran ser elementos de construccién, pero que sefialan tipos romanos, tenemos los fustes y losas que anotamos, burda imitacién de tipos clisicos, y los que referimos como aprovechados en el ingreso de una casa. Por tiltimo, podemos anotar otras piedras esculpidas con raros motivos (Fig. 21- ay b) a base de espirales, tal vez de posible significaci6n religiosa, por asociarse a ellas la representacién del hacha (), Otras, muestran dispositivos posiblemente des- tinados a juegos (c), y en otras, por ligera incisién, se marca la svastica en forma simplicfsima. Pudiéramos afiadir a esta larga enumeracién restos de otras que, pot lo fragmentarias, son dificiles de reconocer (Fig. 22). : } Escultura y relieve. Incluimos unas estelas con representacién humana; una extrafia y burda figura antropomorfa apenas esbozada, y una cabeza de animal, pos blemente de perro, con indicacién sumaria de orejas y hocico y dos entalles 0 agu- Jeros por ojos. De las estelas, Ia més interesante, aunque incompleta, representa a un hombre envuelto en un amplio manto cuyos pliegues se marcan por unas Ifneas oblicuas y paralelas y sobre el cual, y en ademén de tenerlos cruzados a la altura del echo, cruza los brazos (Fig. 23). Estas representaciones, dentro de su aspecto de tosquedad més acentuada, mues~ tran estrecho parentesco con las interesantes figuras que representan guerreros hallados en Portugal, y con relieves curiosos encontrados en Briteiros, demostran- do por todo ello corresponder a una misma cultura. Son muy escasas estas representaciones, lo que es general, no S610 a nuestra regi6n, sino a gran parte del territorio ocupado por este pueblo primitivo, sobre todo en los primeros perfodos del hierro. Hemos de considera nuestras obras como muy avanzadas ya en el tiempo, y probablemente debidas, més que a valores o determi- nantes propios, que nunca fueron al parecer bien sentidos, a influencias de otros pueblos asentados en la peninsula. Estas influencias debieron producirse a través de (1) PLE. Jathay. «El culo al hacha en el monte de Santa Tela, Bol, dé la Comision de Monumentos de Oren- se, nm 217, 55 LA CITANIA DE SANTA TECLA modalidades hispénicas (que en otros aspectos parecen llegar a tierra. -jaicoportu- guesa), 0 por contacto mas directo con valores romanos, lo que sittia a nuestras manifestaciones en momentos muy avanzados. Figura de bronce.- A propio intento hemos dejado para el final de estas notas el ocupamos de una interesante estatuita de bronce representando a Hércules, encon- trada casualmente enel SUS joyas, en el Muse. 0 0 i ’ kc tanto de lo intenso de teem Ella nos habla mejor que todo otro indicio. mica “2ci6n sufrida por nuestra citania, como de lo avan- C. DE MERGELINA a ee ae NOS ne ea curi xpresién de fuerza y energfa que revela esta representacién del famoso hijc sy Alemena. La cabeza, fuerte y poderosa, con cabellera y barba rizosa y cenidla por diadema, se acopla a un cuello musculoso y ancho. El térax, lo mejor de la estatuita, lo mas justamente modelado, muestra un vigor y una energfa cual conviene al tipo del famoso héroe. Las piernas, més descuidadas, revelan pesadez, que no corrige ni la clasica inflexién de la derecha al avanzar ligeramente. Da la sensacién de una obra impregnada de arcafsmo, y como estas caracteristicas no pue- den suponerse a través de la moda areaistica romana, cabe explicarlas por la perdu- raci6n de un tipo grato a nuestras gentes, cuyo tipo, en nuestro caso, tendrfa su precedente en el Hércules de Aleald la Real. Por otro lado debe de tenerse en cuen- ta que representa al héroe en una de las hazaiias més {ntimamente unidas a nuestra historia fabulosa (Hércules presenta a Euristeo las famosas manzanas del jardin de los Hespérides, 0 duefio de ellas, las ofrenda a Atenea), y por lo tanto, de estos dos aspectos cabe deducir que, aunque se trate de un bronce romano, importado al Tecla, tanto el tipo artistico como la significacién de la obra convienen a un valor tradicional fuertemente arraigado en la peninsula 1 : | HALLAZGOS NUMISMATICOS} No son muchas las monedas que hasta ahora se han podido recoger en nuestra citania, y salvo algtin ejemplar de acuftacién Ibero romana, los restantes son muy avanzados. Las monedas recogidas son las siguientes: Titzresen Terda-Cose). (Hiib- Un as de Ilerda-Cose (Vives) Lam. LVIII (Hei ner = Hbrcencen, Ilergetes). Unas de tipo especial clasificado en el grupo de las monedas imperiales incier- tas (Vives). Segiin el P. Flores, correspondiente a Carthago Nova, y segtin Delgado a Sagundo aliada con Seg6briga. Es Interesante el tipo: A/ Cabeza de Augusto, con caduceo detrés, como simbolo de emisién y leyenda IMP. AVG DI...-R/ Un escudo 0 rodela (caetra). Procedente de Os Castros, al hacer su estudio pudimos recoger un semis, con A/ en muy mal estado y R./ mejor conservado, del mismo tipo. El hecho de encontrar dos monedas del mismo tipo y por otro lado conocer que Sarmento, en Briteiros, pudo hallar otro as, nos hizo fijarnos en lo particular de esta acufiacién tratando de anotar cuantos ejemplares encontriramos. En el Museo de Lugo pudimos hallar cuatro de estas monedas, todas de emisién distinta, y entre ellas un as andlogo al de 57 LA CITANIA DE SANTA TECLA C. DE MERGELINA Brite) caracterizan éstos y se diferencian de las monedas del Tecla y Os Cas- tros, er ce el tipo del R/ se complica, apareciendo a los lados del escudo un pufial 0 parazonium y un sable o falcata. Ademés la caetra aparece atravesada por dos dardos (falaricae). Las restantes monedas de Lugo son del mismo tipo que las nues- tras, Es posible, y esto lo indicamos como simple conjetura, que la ceca misteriosa pueda hallarse en tierra galaico portuguesa. Las restantes monedas se refieren a acuftaciones de tipo imperial, registrando ejemplares correspondientes a cecas como Calagurris, Celsa, Turiaso, Clunia, Cesa- raugusta, Gracurris, Ebora y Colonia Patricia. Entre las acuiiaciones propiamente romanas, tenemos un denario republicano, de la familia Maenia, correspondiente a Maenius Antiacus (110). Denarios de Augus- to, veintiocho ejemplares, con la particularidad de ser éstas las tinicas monedas encontradas in situ. Se hallaron en el piso de una casa, en un pequefio hueco abier- to en él y cubiertas con una piedra. El tesorillo debié estar compuesto de bastantes monedas més, muchas de las cuales aparecieron cortadas en dos partes iguales. Otras muchas se perdieron por lo intenso de la oxidacién. A se ha encontrado un denario de Domiciano (72-26), un bronce a nombre de Adriano (117-138) y otras dos monedas correspondientes a Galiano (254-268) y a Claudio IT el Gético (269-270). De todas estas monedas, las mas interesantes a nuestro propésito son estas tilti- mas, puesto que nos dan una fecha, la més avanzada, con referencia a nuestra cita- nia. CONCLUSIONES Del estudio que antecede pueden deducirse las siguientes conclusiones, si bien es posible que ante futuros trabajos se modifiquen en algin aspecto. En sus Vineas generales creemos pueden aceptarse. y evidentes de que en el Tecla existié una ‘iltura amplia, perfectamente desenvuelta y nanifestaciones, importada por un pueblo, el celta, que en el siglo VI irrumpe definitivamente sobre la peninsula. La entrada ae pueblo se Verifica, por consiguiente, a finales de la primera Edad del Kierra, a terminat Primero. Tenemos pruebas claras poblacion primitiva poseyendo una cultura 59 LA CITANIA DE SANTA TECLA periodo llamado de Hallstatt. Podemos afirmar esto por dos razones: primero, por lo que se desprende de los textos Hesiodo, (S. VII)-Avieno (S. VI); segundo, por los mismos hallazgos recog dos en el Tecla, donde encontramos los puiiales de antenas tipicos de la civilizacién hallstdttica, correspondientes a finales del II perfodo. Ahora bien, mientras en nuestra citania se dan estos valores correspondientes a la época final de Hallstatt, se verifica en las regiones europeas ocupadas por los cel- tas una evolucién tipica que determina el segundo perfodo del hierro o de La Tene Sacra por una serie de modalidades distintas que no arraigan en nuestro solar. Distanciados de los centros innovadores y aislados, mantienen con curioso apego tradicional y con raro ahinco aquellos valores primitivos importados, de tal modo que nuestra cultura no es mas que un desdoblamiento de la primitiva en época més avanzada, debiendo reconocerla con el nombre de post-hallstattica y conside- ne como sincrénica al I perfodo (500 a 300 a. de C.) y parte del II (300 a 10a ea By id 7 eines ee a a No es necesario decir que cuanto acabamos de indi- eed guna. Merced a estudios interesantes y a valiosos intentos de nei gica puede afirmarse esto con visos de seguridad. Si algo Fo ae uestto estudio no es sino la confirmacién de lo mismo, lo que si en realidad s necesario, tampoco sobra. Atendiendo a otra manifestacién, f a aquella que viene a ituir ena logia unt q ne a constituir en arqueolog! 1 de los indices mAs seguros y co 7 de la evolucién de una cultura, ey 4 aoe €s posible jalonar momentos diversos 7 i ra, atendiendo a la lag. lacconfirmaci ante rior se hace mas segura, Nes s fibulas, la confirmacién de Io ante ‘s fibulas, a les del perfodo de Hallstatt y Ide een yaindleamos,conresponden # Is Asi, puede ase; . gurarse la ocupaci , ; poblacin celta, a raz tal wera ci6n del monte, en época muy antigua, por Uni plazarian al grupo indigena (oestrayeg nn esas Bemtes (saefes, en Galicia) des hojas de bro: igena (estrymnios) \) de ow is jos las nce halladas, aunque ya existencia son vestigios | , ells procedan de viet ; . Turis, como tl vez es lo més probable.” &° Wiis exploraciones de sept! indacién i de una gran ciudad, con las tipicas formas d& S08 aparejos ya descritos, embellecidos C. DE MERGELINA por un. “funda decoracién a base de roleos y espirales, wenzados y cordones, svéstica’ ids © menos complicadas y rosetas; con una cerdmica muy rica, amplia- mente decorada por incisiones 0 por estampacién de punzones; con magnificas manifestaciones de un cuidado arte industrial que culmina en el bello pomo de espada recogido, el cual, de poder Hegar plenamente a la seguridad de que sea tal elemento de un arma, nos darfa necesariamente un tipo de espada que habriamos de enclavar francamente en un perfodo avanzado de La Tene; con elementos de ajuar 0 de atrezzo variado y rico, en cuyo conjunto cabe distinguir lo propio a esta cultu- ra con matices de carécter local y lo importado, pero todo ello, por gran desgracia, violado, dislocado, confuso, sin que podamos casi determinar con seguridad algo que deje de presentar signo evidente de destruccién. Segundo, Hemos anotado como caracterfstica interesante el hecho de haber sufrido nuestra citania una romanizacién profunda. Esta no pudo iniciarse con ante- rioridad al tiltimo tercio del siglo II a. de C., puesto que la sumisin de los gallae- ci arranca de las victorias de Décimo Junio Bruto sobre la Lusitania (138 a 136 a. de C.). En estos momentos la influencia romana debié ser escasa, ya que lejos de seguirse un periodo de paz, los levantamientos continuaron, como lo prucban las campaiias de César contra lusitanos y gallecios (60 a. de C.), y por tiltimo las de Augusto, que terminan con hechos de armas tan resonantes como la cafda de Ara- cillum y la destruccién del poblado de Mons. Medullius. Iniciose entonces una era de paz, y en este momento cabe situar el comienzo de la romanizaci6n. Que Ia influencia fue una realidad lo prueban la serie de hallazgos francamente romanos que hemos anotado, principalmente de cerdmica. Entonces debié comen- zar una reconstruccién de la ciudad que, si bien no fue total, pudo ir lentamente cambiando sus caracteristicas primitivas. Los recintos de planta rectangular 0 cuadrada pudieron levantarse entonces con preferencia, a tiempo que aparecfan como novedad nuevas formas, nuevos elemen- tos constructivos, interpretados con cierto barbarismo; tales los fustes, basas y ¢api- teles hallados, las piedras con tépico almohadillado, ete. todo ello pobre, sin seftalar grandes arrestos y como obedeciendo a una lenta modificacién de To primitivo. En sus Ifneas generales el poblado debié continuar igual, persistiendo idén- tica organizacién. Al fin y al cabo las gentes hubieron de ser las mismas, las nece- olatnia en Galizav, Arquivos do Semi- (1) FLL. Cucvills e F Bouza Brey, «Os Oestriminis, os Safes € a Ofiolatna en Galizan, Ac tudos Galegos, Il, 1929 61 LA CITANIA DE SANTA TECLA sidades idénticas, y por otro lado el apego a lo tradicional, tan intevso y tan fuerte como pudiera ser o antes de que Ia conquista romana egada a la desembocadura del Mi Si acaso, puede suponerse también que en el andar del tiempo se reconstruyeran Jas murallas y hasta es posible que en parte se variara su disposicién primitiva, pero creemos que todas estas modificaciones hubieron de producirse conforme las nece- sidades las demandaran. Por lo tanto, la vieja ciudad no debié cambiar mucho al contacto romano; donde la influencia se hizo mis decisiva e intensa fue en aspec- tos y valores de caracter industrial, en lo que por contacto directo con gentes roma- nizadas y levado por un comercio activo pudo més ficilmente ir penetrando. Que la romanizacién fue tardia nos lo demuestran los mismos hallazgos numi mméticos. La mAs antigua moneda, entre las propiamente romanas, es, como se ha indicado, un denario de la familia Maenia, de principios del siglo II a, de C.; otro denario a nombre de Lucio Sempronio (174 a. de C.) no creemos, por varias razo- nes, que merece ser incluido. La més moderna, acufiada a nombre de Claudio II, corresponde a la segunda mitad del siglo 111 (269-270). Alrededor de esta fecha - colocar el final de nuestra citania, en cuyo momento comenzaria su posible andono y al mismo tiempo su ruina. Tre eA Ios ae esto ereemos que Ia ciudad sigui6habitada, sumiéndose en due fue cada nae as a misma pobreza de hallazgos romanos aeredita La viofundamente Per ‘an 7 asta el momento de la conquista romana, debié decaer de los galaicos en iss lucha ioe hubo de contribuir la participacion repetida de fines del siglo TIT de la en 7 hietne hubo i hacerse mas intensa a partir reconstrucciones, la pérdida de los om ee iniciarse, culmina a partir del sighe'V we ial 7 a partir del siglo V, momento en el vieja ciudad mas intensamente, y en el que aparece c pérdida casi total de la cultura harto ya olvi ravés de la romat vultura celta, ha » harto ya olvidada a través 1 zac a juzgar por lo mezquino de los pall gee a emPobFEcImiento mayor de la vida. 0s elementos imprenados dow Z89S: POT a carencia misma de aquellos me que se ignora todo el valor doe cnn ctistiano que debieran existir, el momento e” ecorativo maravilloso de las viejas piedras labradass comenzar, con otras Esta, que asf creemos podria cual parece se reconstruye !@ -omo fenémeno interesante I (1) Bs fen6meno curios obser tra hoy el que no encontremos, por ssn embargo pobre. La falta deep i bien la romanizaci¢ desgracia, opido o castro igrafa es nota caracterfi n de Galicia debi6 ser intensa, como lo demues- QUE NO nos muestre huellas profundas rormanas, (He 62 C. DE MERGELINA que «an, con desconocimiento absoluto de su importancia, en las nuevas reconsir'<"sones; es cuando se oculta un bello entrelazado grabado en una piedra en el piso de un horno, y otra, con trenzado, se aplica a un muro malo de mampuesto, y se desprecian las jambas y los dinteles ormamentados, y cuando se ignora el mismo valor de una columna de tipo francamente romano, que se aprovecha con desconocimiento de su funcién. Pero todo esto se hace sin que varie fundamentalmente el trazado de la vieja ciu- dad y persistiendo las mismas plantas de casas ¢ idéntico trazado de calles, porque de hecho varié en las gentes la ideologfa y el espiritu primitivo, pero ni variaron las necesidades ni se modificé el medio. Este valor de persistencia y un especial espi- ritu de oposicién a la novedad parecen ser determinantes primitivos gallegos. Asi se explica que formas artisticas plenamente evolucionadas y casi en desuso en otras, regiones, arriben tardiamente 'y se implanten al fin tras no pequefia lucha. Por consiguiente, lo que hoy nos muestra la ciudad, en sus limites generales, cre- emos que corresponde a una reocupacién que hubo de iniciarse a partir del siglo V de la Era. Podré indicarsenos que carecemos de elementos suficientes para retraer a manos barbaras lo que actualmente nos muestran los trabajos, y desde luego admitimos ta objecién considerindola justificada; mas este supuesto nuestro, tanto se basa en el estado de dislocacién en que aparecen los elementos primitivos de la ciudad (que en modo alguno podemos suponer se produzca en época romana, ya que elementos romanos se muestran disociados en igual forma), como en la observacién que hemos podido efectuar en otras citanias, como en Domayo, en Taboexa y sobre todo en Toralla, Aqui hemos podido descubrir, junto a una ciudad del mismo tipo ¢ idén- ticas caracteristicas, una necrépoli barbara, conceptuada como tal, no s6lo por tipos de sepultura, sino por su mismo ajuar caracteristico. Es la primera necr6poli barba- ra que se descubre en Galicia, Su interés, por esta misma circunstancia, lo creemos excepeional. Junto a esta necrépoli no aparece un tipo de ciudad que difiera de nuestra citania, en cuyo caso no cabria pensar en esa reocupacién que supone mos; antes por ef contrario, en kt pequefia isla no hay ms ruinas que aquellas que nos muestran un poblado idéntico al del Tecla, y como no es posible pensar que oo se utilizara en época barbara solamente como lugar de enterramiento, Per analogia, puede ser mantenido el supuesto de una reocupacién posterior al siglo V- C. DE MERGELINA. 63 & MERGELINA 2 MERGELINA “2UON esond vf v opeuo|eas9 Os999V ~ IIL WET fi M. ERGELINA DE MERGELINA ©. DE MERGELINA z ye zg : & = 3 5 3 g a 2 8 y 9g Lam, X1= Escalera de la calle C en el grupo It hi ~ Detalle de las construcciones del Grupo VII (tomacla desde f, Sha calle Ldel Grupo VIEL (lomada desde g. plano par 1+ Aparejo del muro de conten 1 MERGELINA MERGELINA DE MERGELINA DE MERGELINA ‘Lim, XVIII Dos aspestos de una casa. ‘© MERGELINA Lam, XIX.- Recintos para crfa de animales. MERGELINA Lim, XX.- 1. Establo, en el recinto VI del Grupo III (véase fig. 6°) Te Cuadra en el recinto XIX del Grupo VI (véase fig. 10". JE MERGELINA es talletes. ‘Lam, XXL- Recintos de forma varia destinados a pos! © MERGELINA C. DE MERGELINA C. DE MERGELINA Lam. XXV.- Tipos distintos de apare}os DE MERGELINA z a 2 g MERGELINA rovechadas en las reconstrucciones. Lm, XXVIIL- Piedras ap las en Tas 1 ‘Lam. XXIX.- Piedras aprovechad: s = a 3g £ g 8 8 C. DEMERGELINA : IL- Una casa de Cebrero, ©. DE MERGELINA Lim, XXXIL-1.- Ua casa de la aldea de Cebreto (Lt de Cebrero mostrando la organizacisn de CDE MERGELINA 2DODIALD 9p B8e9 wuN Op wuIond = (sous DE MERGELINA = iB 8 se é Ss DE MERGELINA se distintos Lim. XXXV.-Homos con dispositivos de cit MERGELINA ! C. DE MERGELINA Lam. XXXVIL- Diversos ejemplos de decoracion en cer DE MERGELINA Te monivos devorativos en ceramics VIL. Ejemplor C. DE MERGELINA 238 Lam, XXXIX.- Eyemplos de decoracion ceramica J DE MERGELINA Lim, XL-- Otros ejemplos DE MERGELINA DE MERGELINA Tam, XLII Tipos de asas en ceramics DE MERGELINA Tam, XLII Ceramica romana. ©. DE MERGELINA ‘ue 9 upto»pUN BP 2PIOWN “ALIX WEL DE MERGELINA j Tam, XLV~ Hojas de punal en bronce DE MERGELINA Tam XLVI- Armas en bronce y hierro DE MERGELINA Lam, XLVIL-Posiles remates de empattadura de espada en oro, y mango de pual en plata niclada DE MERGELINA Lam. Li 1 Petia de tas insculturas. I= La pea euadriculada para hacer el dibujo, 1 MERGELINA

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