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Introducción
Hoy no podríamos estar hablando de los resultados del evangelio, en la
magnitud que lo conocemos, sin la participación de la mujer. Pablo no hubiera
podido contar con colaboradores tan fieles y determinados; si madres piadosas no
hubieran participado en la instrucción de sus hijos en la fe
El evangelio introdujo nuevas ideas que aun perduran en nuestros días; las
personas que hoy denigran al cristianismo no tienen idea de cuanto elevo a las
personas, especialmente a las mujeres en el mundo helenista.
Fue durante aquellos días difíciles de la crucifixión del Señor, cuando dieron
muestra de su gran valor.
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Estas mujeres no solo estaban reunidas por un acontecimiento tan grande,
como el que estaba ocurriendo, sino que fueron ellas las que habían seguido al
maestro a lo largo de sus ministerio por galilea, Judea y Samaria. Los evangelios
afirman que: la misma María Magdalena de la cual habían salido siete demonios,
Juana mujer de Chuza, procurador de Herodes y Susana y muchas otras le habían
servido de sus haciendas. Y habiendo hecho el viaje desde Galilea, ahora; eran
ellas mismas las que sabían todas las cosas acerca del maestro.
Es por eso que los testimonios de aquellas mujeres, jugaron un papel muy
importante hasta los días de pentecostés; momentos en que la iglesia se dio a
conocer como tal y empezaría su conquista del mundo.
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Una discípula llamada Tabita
Sin embargo el evangelio tenia que ser esparcido por el mundo entonces
conocido y los mismos discípulos a medida que la palabra de Dios se esparcía
eran trasladados a las diversas ciudades ya sea por las persecuciones o por
voluntad de Dios. Fue durante ese tiempo cuando el Apóstol Pedro se encontraba
en Joppe en la costa mediterránea, ciudad donde resucito a una discípula llamada
Tabita o Dorcas (en griego). Ella era llena de buenas obras y de limosnas que
hacia4 y que a su muerte provoco el dolor y llanto de todas las viudas; al parecer
ella se dedicaba a la elaboración de túnicas y vestidos. Esto era una práctica
común entre las mujeres del primer siglo.
Lidia de Tiatira
Con ocasión a su segundo viaje misionero, el Apóstol acompañado de
Silas, se detuvo en la ciudad de Filipos en la provincia de Macedonia; hacia tres
siglos que de esta ciudad había salido Alejandro Magno justamente a hacer la
conquista de unos de los imperios mas grande que el mundo ha conocido, ahora
las cosas se invertían; eran Pablo y Silas quienes entraban en aquella ciudad en
la que a la postre quedaría establecida la primer comunidad cristiana en Europa.
Es muy conocida entre nosotros la epístola a los Filipenses.
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encontraban confiados del respaldo del Señor; y al llegar el día del sábado fuera
de la puerta de la ciudad junto al rio, donde solía ser la oración, sentándose,
hablaron a la mujeres que se habían juntado.
El Señor abrió el corazón temeroso de una mujer llamada Lidia para que
estuviese atenta a lo que Pablo decía. En igualdad de circunstancias un hombre
por lo general tiene el corazón más cerrado a la palabra de Dios; aun hoy en día
han sido innumerables los casos, en donde el evangelio ha entrado a un hogar por
la esposa, y posteriormente el Señor comienza a trabajar con los demás miembros
de la familia. Lidia fue bautizada juntamente con su familia, rogando a Pablo y a
Silas entraran en su casa y posaran. Parece ser que se quedaron en la ciudad de
Filipos durante muchos días.
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Durante su segundo viaje misionero el Apóstol había conocido en la ciudad
de Derbe a un joven hijo de una mujer judía fiel más de padre griego7. De este
daban buen testimonio los hermanos que estaban en Listra e Iconio, ciudades que
pertenecían a las provincias de galacia. Muchos habían sido los judíos que se
habían establecido por diversas regiones del imperio y al parecer esta era una de
ellas.
Uno de los aspectos mas importante de este joven, fue el buen testimonio
del que los hermanos de aquellos lugares daban de el, que sin duda consistía en
los buenos comentarios acerca de su conducta así como pudo ver sido sobre la fe
que el profesaba y que era el reflejo de un corazón temeroso en Dios. Es casi una
regla general y bien entendida entre nosotros que, los buenos modales y
ejemplos, siempre se aprenden en el seno del hogar. Timoteo había nacido en el
seno de un hogar cristiano y temeroso de Dios, tanto su abuela como su madre
tenían una fe muy arraigada en el Dios de Israel, quizá muy posiblemente vivieron
en el periodo de la crucifixión y muerte de Jesús, pero entre las dos habían
educado a Timoteo en aquella misma fe. Este quiso Pablo que fuese con el
acompañándolos en sus viajes misioneros, también fue el primer obispo ordenado
en Éfeso; Timoteo seria uno de los pocos que estuvo con el apóstol hasta el final
de su vida. Aquí bien podemos decir que cuando los hijos son guiados en el temor
de Dios, surgen los buenos hombres. No se pueden pasar por alto aquellos sabios
consejos del apóstol en las cuales dijo con respecto a la mujer: que amen a sus
hijos y en otra de sus epístolas dice: empero se salvaran engendrando hijos si
permaneciere en fe, caridad y santidad, con modestia.
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vosotros padres, que eduquéis a vuestros hijos en la fe, en las promesas, en el
temor de Dios; no espera que dejéis a vuestros hijos a merced del enemigo.
Una de estas y que la escritura tuvo a bien dejar asentada para que hoy
conociéramos de ellas es Febe, diaconisa de la iglesia de Cencreas; puerto
oriental de la ciudad de Corinto, celebre ciudad Helena y una de las más
importantes de Grecia en la época de Pablo. Allí se encontraba una comunidad
judío cristiana, pues siendo esta ciudad de aproximadamente 400,000 personas
en aquellas épocas, y de un nivel cultural elevado, es casi seguro que muchas de
las personas se sintieran atraídas por aquella gran actividad comercial, que
aseguraba un porvenir provisorio; es por ello lógico suponer que la comunidad
cristiana de aquella ciudad fuera una de las mas importantes; allí donde Febe
ejercía su oficio con toda solicitud.
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dieron forma a la iglesia primitiva. Expondremos algunos que estén más
relacionados con el tema:
Fueron muy nutridos los pasajes en los cuales el apóstol Pablo desbordaría
en ejemplos y consejos en el trato de los maridos hacia sus esposas; amad a
vuestras mujeres, les decía, así como Cristo amo a la iglesia; y expondría: así
como el Señor se entrego asimismo por ella santificándola para presentársela
gloriosa para si; así también los maridos deben amar a sus mujeres 12; con motivo
de otra de sus cartas escribió amad a vuestras mujeres y no seas desapacibles
con ellas13. Todas estas cartas eran enviadas a las diversas comunidades
cristianas, en las cuales el Apóstol a través de sus viajes misioneros había
establecido a los largo del imperio; y que el sentía en sus corazones un grande
amor por cada una de las iglesias, pues sabia hasta donde el evangelio sirvió para
sacar de la ignorancia a tanta gente, en aquel tiempo aun muchas de las
provincias eran regiones apartadas y obscuras en donde por mucho tiempo las
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religiones paganas habían hecho presa de las mentes y corazones de aquellas
gentes.
La Señal de Potestad
Esto era no solo un reto para el Apóstol hacerse entender entre aquellas
primeras cristianas, tan diversas en cuanto a su cultura de procedencia se refiere.
Quizá para las cristianas hebreas no fue tan difícil explicarles acerca de
esta enseñanza. Con respecto a esto escribe a la iglesia Corintia: Cristo es la
cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer; y Dios la cabeza de
Cristo16. Partiendo desde este punto de vista, explica después: la mujer es gloria
del varón, y el varón gloria de Dios. Era pues un orden de menor a mayor,
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teniendo que la mujer cubrirse su cabeza debido a la afrenta hacia su marido si no
lo hacia, que era su cabeza; pues al no hacerlo se ponía en la misma condición
del marido para con Dios, cosa que al orar o profetizar era necesario hacer para
tener esa señal de potestad o autoridad.
No hemos de concluir por tanto que el apóstol ordena que las doncellas se
casen o permanezcan virgen. Pues en un estado u otro se sirve y agrada a Dios.
Ya sea permaneciendo doncella, teniendo cuidado de las cosas que son de Dios,
o bien casándose, sirviendo a Dios, teniendo cuidado de los hijos y del marido.
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Otro asunto no menos importante de la iglesia primitiva era el asunto de las
viudas. San Pablo aconseja al joven Timoteo al respecto: Honra a las viudas que
de verdad son viudas19. En la mente de Pablo estaba esa posición especial que
ocupaban las ancianas; pues le dice; la que de verdad es viuda y solitaria, espera
en Dios, y es diligente en suplicaciones y oraciones noche y días.
Conclusión
Todo lo anterior nos dan una idea de cómo la mujer fue una pieza
fundamental para el esparcimiento y consolidación del evangelio en la humanidad
de los primeros siglos después de Cristo.
No fueron tan solo los discípulos los que estuvieron a cargo de la obra
evangelistica en el mundo entonces conocidos. También fueron cantidad de
mujeres que con su buen testimonio al cuidado de su casa y de sus hijos se
ganaron el respeto e impresión de la opinión pública. El libro de los hechos es tan
solo una porción de conocimiento de hasta donde las cristianas habían hecho por
el evangelio; y tiempo después el apóstol en sus epístolas a las diversas iglesias
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nos dejaría una prueba mas de cual era su modestia, su entrega y sumisión a
Dios.
Amen.
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