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Traduccién del ruso por Agustin Puig Revisién técnica de José Luis Brasero El editor agradece a Pablo Mordn su colaboracién en la revisién de esta obra. No esté permitida ta reproduccién total o parcial de este libro, ni la recopilacién en un sister formético, nl la tansmisién en cuslquier forma © por cualquier medio, por registro © por otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de Ediciones Martinez Roce, S.A. © 1973, VAAP, Mosca. © 1975, Ediciones Martinez Roca, S. A. Gran Via, 774, 7.7, 08013 Barcelona ISBN: 84-270-0300-5 Depésito Legal: B. 4832-1988 Impreso por Diagrafic, . A. - Constitucié, 19 - 08014 Barcelona Impreso en Espaiia— Printed in Spain INDICE Prélogo En el hogar paterno Se cumplen las esperanzas En la embriaguez de la fama Después del fracaso anon e La guerra y el ajedrez Epilogo Vivir eternamente Resultados de Alekhine en torneos y competiciones individuales Indice de aperturas Indice de adversarios de Alekhine 55 147 181 201 261 265 269 an PROLOGO Hace unos veinticinco afios consegui reunir més de medio millar de partidas de Alejandro Alekhine, gracias a la cooperacién que me prestaron los aficionados al ajedrez y los admiradores, en todo el mundo, del talento artistico de este genial ajedrecista. Todavia me resulta agradable recordar las interminables horas que inverti en el andlisis de estas partidas. Consecuencia ldgica fue la publicacién de los dos tomos, titulados «El legado ajedrecista de Alekhine», que contienen las mejores. Aqui me he propuesto un nuevo objetivo: escoger, entre estas partidas ya seleccionadas, unas decenas de ellas a fin de poder ofre- cer al lector los principales rasgos del arte alekhiniano. O sea, no s6lo del perfil humano de nuestro biografiado, sino también de sus cualidades personales y de su criterio artistico: no podian quedér- seme en el tintero los hechos relativos a su azarosa vida, por cuanto estén enlazados esencialmente con el ajedrez; ademds, actualmente se conocen documentos y hechos inéditos. éDe qué forma comentar las sesenta y cinco partidas insertas en este libro? Pues Alekhine ya coments detalladamente la mayor parte de ellas. Tras una prolongada meditacién sobre este particular, elegi un método que consideré muy itil y provechoso para el lector; uno que contestase a las siguientes pregunta: Hasta qué punto son todavia instructivas las partidas de Ale- jandro Alekhine, jugadas hace casi medio siglo? ;Qué es vigente en ellas, y qué ha dejado de serlo? ¢En qué medida tienen valor sus ideas estratégicas en una época en que la técnica ajedrecista se ha desarrollado altamente y se ha profundizado en las variantes de apertura, complejas en extremo? En esto consiste precisamente el método que he elegido para investigar sus inigualables combinaciones y sus profundos planes 7 estratégicos. También acentuaremos su maestria en los finales, donde a una exactitud matemética junta una imaginacién inagotable. Al analizar las partidas, el lector se preguntard involuntaria- mente qué papel ha representado Alekhine en el arte del ajedrez y qué puesto le corresponde entre los mejores maestros. Hoy dia esta ea boga pedir a los maestros de todo el mundo su opinion sobre el ajedrecista mejor en la historia del ajedrez. Hay disparidad de cri- terios. Algunos cuentan a Alekhine en el ntimero de los cinco 0 diez mejores de todas las épocas. 4En qué consiste la celebridad de un gran maestro? A mi juicio en la huella que ha dejado en la historia del ajedrez, 0 sea en el aventajamiento a los demas en los siguientes puntos: 1) Los logros deportivos: resultados obtenidos en torneos y com- peticiones individuales. Aqui se deben considerar las circunstancias en que ocupé el trono ajedrecista y los resultados que obtuvo du- rante su «reinado». 2) Los logros artisticos: calidad de las partidas jugadas, maes- tria combinatoria y profundidad de las ideas estratégicas. 3) La aportacién a la teoria de las aperturas. La historia del ajedrez ofrece nombres de maestros que, aunque nunca cifieron la corona, idearon muchos sistemas de apertura; sistemas que han sobrevivido a sus propios autores. Ejemplificamos lo dicho con el nombre de Nimzovitch, Reti, Griinfeld y Rauser, entre otros. 4) El modo de tratar filoséficamente el ajedrez, la habilidad en descubrir sus profundas y ocultas regularidades y en conocer bien la psicologia de la lucha. Ser pensador es lo que se le exige tam- bién a todo aquel que pretenda sobresalir. Si se observa a nuestro biografiado segin los puntos arriba ci- tados, no serd dificil convencerse de que superé por lo general a sus contrincantes mds competentes. Sus éxitos deportivos superan con creces a los obtenidos por todos los campeones del mundo, a excepcién, quizé, de Emmanuel Lasker. Igualmente supera a todos en el aspecto artistico. Centenares de partidas suyas son objeto de estudio por los ajedrecistas de la generacién presente y lo serén por los de las venideras, pues sus combinaciones, sus planes de juego y su elevada técnica en los finales causan admiracién. Es igualmente valiosa su aportacién a la psicologia de la lucha y son notorios sus consejos e indicaciones. Esta obra ofrece, ademés, sus interesantes juicios emitidos en diversos articulos periodisticos. Durante la Olimpiada celebrada en Moscii en 1956, el autor de estas lineas se dirigié a muchos grandes maestros y a tedricos des- tacados y les pidié que expresasen su opinién acerca de Alejandro Alekhine; entusiasmados por la fisonomia artistica de éste, muchos comentaron a la vez sus cualidades humanas. La falta de espacio impide ofrecer al lector todo lo dicho por aquéllos; sélo hemos in- sertado los fragmentos que reflejan la vida, el cardcter, la fuerza de voluntad, la tenacidad y la perseverancia del hombre que, en vida, se Hamé genio de la combinacién ajedrecista. 1 EN EL HOGAR PATERNO Un entusiasmo incontenible Todo gran maestro ha Megado por diversos caminos al mundo del _ajedrez. Unos tuvieron éxitos ruidosos ya en su tierna infancia, y se les ha distinguido con el epiteto de nifios prodigio. El pequefio José Capablanca ganaba a su padre y a los amigos de éste cuando con- taba sélo cuatro afios, y al cabo de unos pocos més legé a ser un ajedrecista bastante bueno. Los progresos de Samuel Reshevsky en este aspecto son todavia més sorprendentes: a los ocho afios hizo giras artisticas por Europa y América, participando en sesiones de simulténeas y ganando a los mayores. El extremo opuesto lo constituyen los que empezaron tarde. Por ejemplo: Miguel Chigorin comenzé a los veinte afios de edad, y el gran maestro austriaco Rodolfo Spielmann ain més tarde. Sin em- bargo, esto no les impidié recorrer en poco tiempo las cetapas» necesarias para conocer totalmente la relacién interna entre las pie- zas y las leyes de la armonia, que viene a ser algo connatural a quienes han conocido el ajedrez desde pequefios. Alejandro Alekhine se cuenta en el niimero de los que comen- zaron normalmente; aunque no fue un nifio prodigio, se dedicé bas- tante pronto al ajedrez. En su persona, el desarrollo de su juego corrié parejo con el del adolescente. Recibié una sélida instruccién que lo convirtié en persona erudita; sin embargo, el ajedrez le cauti- v6 la atencién desde la tierna infancia hasta los ltimos momentos de su vida; por esta razén, le dedieé todo su tiempo libre y todo su fogoso temperamento. Aqui es oportuno sefialar que asi es como han aparecido 1a generalidad de los mejores jugadores del mundo del ajedrez, Emmanuel Lasker, Miguel Botvinnik, Max Euwe, Basilio Smyslov, Tigran Petrosian, Miguel Tal y Robert Fischer, se forma- a ron en los comienzos de su adolescencia o en el transcurso de la misma. Alekhine procede de noble cuna, si bien no puede decirse que tuviese una infancia feliz. Su padre, representante de la nobleza de provincia, solia tratar con excesivo regalo y condescendencia a su familia, y su madre Inés Projorova, hija de comerciantes y dueha de las acciones de la fabrica de tejidos de Krasni Presn, también hacia su vida particular A muchos les sorprende que el hijo de una familia potentada se dedicase al ajedrez, que no gozaba de gran predicamento entre la gente de negocios de aquel tiempo. Esto debe atribuirse a muchas circunstancias, y principalmente a la familiar que forzé al muchacho a recogerse en si mismo y en el mundo de las verdades abstractas. Alejandro Alekhine nacié el 1 de noviembre de 1892 en Moset. En aquel entonces, el ajedrez se movia con paso firme por el mundo. Aficionada a este juego antiguo, Europa ya habia celebrado su pri- mer torneo internacional y se dedicaba a organizar con bastante seriedad contiendas ajedrecistas de todo tipo; se celebraban muchos torneos a base de aperturas de gambito en los centros ajedrecistas de las capitales y ciudades de provincia de muchos paises, tenian lugar competiciones entre ciudades importantes y, consiguientemente, se proclamaron los primeros campeones locales. Finalmente, el no- table maestro Guillermo Steinitz es proclamado campeon del mundo en el afio 1886, lo cual contribuye a que se acreciente el interés por las competiciones. El ajedrez tiene aceptacién y aplauso en Ja lejana América. La espectacular carrera de Pablo Morphy, cuyo juego cautivd y con- quisté el continente americano y ei europeo, alimenté el patriotismo de los habitantes del Nuevo Mundo quienes gastaron de buena gana sus délares en diversos torneos. La capital de la isla de Cuba fue el lugar de varias contiendas apasionadas que trajeron hacia si la atencién de gran nimero de aficionados de muchos paises. Las paginas de los periddicos publicaban constantemente comen- tarios sobre los encuentros entre Guigermo Steinitz, envejecido hé- roe del ajedrez, y Emmanuel Lasker, representante de la genera- cién joven. Enrique Nelson Pillsbury, ajedrecista dotado de una capacidad poco frecuente, cruzé como un meteoro el horizonte del ajedrez; pero se desgasté pronto y murié muy joven. Contaba Alejandro nueve afios cuando presencié una sesién de simulténeas en la que Pillsbury participé a la ciega frente a veinti- dés tableros en el Circulo de Ajedrez de Moscu. Este espectaculo dejé una seria e indeleble huella en su memoria. Sin duda, también siguié con interés las actuaciones de Miguel Chigorin, de cuyas manos tomaria mds tarde y por imperativos del destino la bandera de 1a escuela nacional de ‘ajedrez. Otra de las circunstancias que influirian en su desarrollo fueron las frecuentes visitas que le hicieron los conocidos ajedrecistas B. Nie- narokov, B. Blumenfeld, Dus-Chotimirsky y otros. ‘Transcurridas unas décadas, Teodoro Ivanovich Dus-Chotimirsky 10 ies me conté en cierta ocasién que a fines del siglo pasado y principios dei actual dio al joven Alekhine lecciones particulares, por las que le pagaban quince rublos. Con el humor que siempre Je ha distin guido, Teodoro Ivanovich agregé que sus lecciones posiblemente se reflejaron en los defectos que tuvo posteriormente Alekhine en el juego. Pero el que més contribuyé ai desarrollo de las dotes ajedrecis- tas del futuro campeén fue su hermano mayor Alejo, jugador de primera categoria. Como suele suceder entre hermanos, Alejo ven- cia al principio a Alejandro; pero después éste le superd ganandole con facilidad. Segin 1a costumbre de entonces, a ius muchachos no se les -per- mitia frecuentar los circulos ajedrecistas; por ello, los hermanos Alekhine manifestaron su aficién al ajedrez y su entrega al mismo en las partidas por correspondencia que jugaron entre los afios 1902 y 1904; esta suerte de enfrentamientos con jugadores muy fuertes fue uno de los factores mas importantes en su perteccionamiento ajedrecistico. En la quinta década se hallaron dos cuadernos de los hermanos Alekhine, que contienen anotaciones de partidas, comentarios y andli- sis. Sus ideas acerca del ajedrez son todavia muy simples e inge- nuas, y sus partidas carecen de profundidad y precisién; pero en os breves comentarios de Alejandro se nota un gran amor al ajedrez que contribuyé légicamente ai ulterior desarrollo de sus enormes dotes naturales. Hemos de reconocer el mérito de aquellos desconocidos e inadver- tidos aficionados que dia tras dia se sientan al tablero y tratan de hallar la mejor jugada con que responder a su adversario, que, por lo comin, se encuentra a miles de kilémetros en otro pais o con- tinente. Las partidas por correspondencia representaron un papel importante en 1a evolucién artistica de Alejandro Alekhine. Aqui es oportuno sefialar que las partidas jugadas asi sirvieron de piedra pémez para pulimentar el vario talento ajedrecista de muchos ju- gadores, el de Pablo Keres, para citar un ejemplo. A tin de comprender 1a vida de nuestro biografiado, rica en acon- tecimientos y trégica en muchos casos, tenemos que detenernos en otra circunstancia importante: en varios libros sobre su vida, pu- blicados en el extranjero, se repiten noticias sacadas de no se sabe qué jugar, segin las cuales su padre perdié un millén de rublos en el Casino de Montecarlo antes de la Gran Guerra y estuvo pos- teriormente sujeto a fideicomiso. También se dice que su madre fallecié con las facultades mentales perturbadas por el hdbito pato- légico de tomar bebidas alcohélicas, el afio 1913 en Basilea. Francamente, he levado diez afios reuniendo materiales refe- rentes a la vida y al arte creador de nuestro biografiado y no he hallado ningin hecho que confirmase tales noticias. Es posible que sean el producto de la imaginacién de algunos autores; producto que suele manifestarse en casos asi. Pero hay un hecho cierto: los Alekhine heredaron de sus padres see el habito de tomar bebidas alcohdlicas, y no tuvieron fuerza de voluntad para librarse de él Volviendo sobre su infancia, puede decirse que sus padres no se cuidaron debidamente ni de él ni de su hermano; fueron la ma- yor parte del tiempo atendidos por su abuela. Esto podria ser una de las causas que indujeron al pequefio Alejandro a dedicarse con entusiasmo incontenible a los hechos abstractos, a los andlisis pro- longados, es decir, al variado mundo que los secretos del ajedrez ofrecen a todo aquel que se entrega en cuerpo y alma a ellos. Se tienen muy pocas noticias de este periodo de su vida; algunas referentes a un ajedrez que le regalé su abuela, a unos apuntes to- mados al desgaire y anotados en las paginas de cuadernos extensos, y que se dedicaba totalmente al ajedrez. Sus mayores no podian separarlo del tablero, ni obligarle a que se acostase; lo escondia debajo de la almohada y analizaba de noche posiciones, alumbran- dose con un candil. «Eduqué mi caricter...» Alekhine dice: «Practico este juego desde los siete afios; pero no me dediqué seriamente a él hasta los docey. Sin embargo, no vemos que su nombre figure en los torneos celebrados en el Circulo Ajedrecista de Moscii en 1905. Pero, en 1907, su talento ajedrecista ha madurado tanto que le permite enfrentarse con jugadores muy fuertes. En uno de sus cuadernos, conservado hasta nuestros dias, hay anotadas diecisiete partidas que jugé durante el llamado «torneo de primaveray, organizado por la Sociedad Moscovita de Aficionados al Ajedrez. Los comentarios acerca de estas partidas tienen un matiz ingenuo, lo cual debe atribuirse a que el futuro gigante ajedrecista no hizo mas que probar sus fuerzas. En aquellos afios, su juego atin no tenia la eficacia necesaria para alzarse con la victoria en los torneos importantes, pues en el que nos ocupa se situé en uno de los tiltimos puestos de la tabla de la clasificacién. Tras esto, seria injusto afirmar gue le basté su talento natural para alcanzar sus posteriores éxitos en las compe- ticiones, no; fue necesario un intenso trabajo, un anélisis asiduo y una autocritica severa para que este talentoso adolescente legase a ser el gigante que ha pasado a la historia del ajedrez como el inigualable genio de la combinatoria. La capacidad y disposicién para descubrir los contras en el juego propio, criticarlos severamente y extirparlos de raiz, la capacidad y disposicién para depurar escrupulosamente la técnica ajedrecista fue el procedimiento que siguié en su largo camino de principiante a gran maestro; este procedimiento supuso un enorme esfuerzo y una entrega absoluta a este arte. Acerca de ello dice: «Por un lado la busqueda de la verdad y por otro la tendencia a la lucha hicieron de mi un maestro, De 12 nifio ya adverti que tenia capacidad para este juego y que me en- tusiasmaba inconteniblemente. Eduqué mi cardcter en el ajedrez, que, como toda actividad humana, ensefia a ser objetivo y contri- buye a adquirir maestria si uno reconoce sus defectos y errores ‘Un poco més adelante analizaremos su primera partida jugada en un torneo. En ella, no veremos al Alekhine habitual, pues sus partidas, realizadas cuando tenia quince afios, no tienen la solidez en el planteamiento y solucién de los problemas estratégicos que tuvieron posteriormente y manifiestan una evidente tendencia a so- lucionar con métodos tacticos los problemas que plantea la po- sicién. Ya en sus primeros pasos se observa que trabajé incansable- mente en el dominio del ajedrez y progresé constantemente. Clara manifestacién de esto son los resultados de su participacién en los torneos: si en el «torneo de otofios del Circulo Moscovita de Aficionados al Ajedrez, celebrado en el afio 1907, se clasificé en uno de los tltimos puestos, en el celebrado al afio siguiente se situé en el primer puesto. Y en el intervalo entre los dos torneos en cues- tién tomé parte en el de Diisseldorf, acontecido en el afio 1908, y compartié con otro participante los puestos cuarto y quinto, lo cual fue un resultado satisfactorio para nuestro biografiado. A los quince afios arde en deseos de: participar en cualquier con- tienda ajedrecista. Tras el torneo de Diisseldorf, juega una serie de competiciones individuales en la patria y fuera de ella. Sorprende a propios y a extrafios al vencer por 4 % : % al maestro Bardele- ben; también sale airoso en la competicién individual con Fahrni, que consté de tres partidas y su resultado fue de 1% : 1 %4. En la vispera del decimosexto afio de su vida vencié al conocido maestro Blumenfeld por 4 % : %. Esto anunciaba la legada de un talento al mundo ajedrecista, destinado a ensalzar la escuela nacional de ajedrez. En uno de sus comentarios sobre los ajedrecistas moscovitas de aquella época, el comentarista R. Falk dice: «El menor de los her- manos Alekhine tiene una capacidad extraordinarfa, a pesar de tener sdlo dieciséis afios». Hemos hablado de sucesién, es decir, de que él tomé de las manos de Miguel Ivanovich Chigorin la bandera de la escuela rusa de aje- drez. A este respecto quisiéramos reproducir un fragmento de las memorias que el meritorio maestro Pedro Arsienevich Romanovski Publicé con motivo de la olimpiada, celebrada en Moscii el afio 1956. Como se sabe, Romanovski estuvo con Alekhine en Alemania en 1914; los dos participaban en el torneo de Mannheim cuando estallé la Gran Guerra y fueron internados. Acerca de ello dice: «En cierta ocasién hablamos de los maestros del pasado, de Pillsbury, de Zu- kertort y de Chigorin, y lo que ha perdurado en mi memoria fue la conversacién que sostuvimos acerca de éste. Alekhine dijo: “Pare- ce hallarse fuera de la serie de los maestros del pasado; ha sido una gran figura, y su enorme talento posiblemente le sitie entre los genios, pues la profundidad de sus ideas es a veces inescrutable a para el simple mortal. No sé si aleanzaré el nivel del pensamiento de Chigorin; como quiera que sea, procuraré organizar mi vida de otra manera, 0 sea, no permitiré que perturbaciones externas influ- yan en la clase de mi juego, lo cual le sucedié constantemente a Chigorin”. Y Alekhine cumplié lo dicho, en bien del arte ajedre- cistay. Su éxito en el torneo moscovita de 1908 le permitié participar en el torneo nacional de aficionados que se celebré al afio siguiente. Y esta competicién fue la etapa en que se cumpliria la esperanza de Megar a ser un maestro extraordinario, uno de los ajedrecistas mds competentes de Rusia. Al torneo nacional de aficionados, que tuvo lugar en San Pe- tersburgo el afio 1909, concurrié lo més selecto de la aficién; por es0, la victoria del joven Alekhine, que a la sazén contaba dieciséis afios, impresioné a todos, Si con anterioridad se habia hablado de su talento y de su futuro prometedor, este futuro se convertia en presente. Desde mucho tiempo atrés los mejores ajedrecistas rusos esperaban que un compatriota fuese campeén del mundo y se la- mentaban de que Chigorin no lo consiguiese al enfrentarse con Steinitz; después, cifraron las esperanzas en Rubinstein y, ahora, muchos las cifraban en el joven Alekhine. En el torneo de San Petersburgo, nuestro biografiado jugé die- ciséis partidas; gan6 doce, y entablé dos. Esto pone de manifiesto que era superior a los demés participantes. Asimismo es importante la calidad de sus partidas, aun cuando presenten muchos defectos. Pero lo principal es que su victoria anunciaba la aparicién de un nuevo astro en el mundo del ajedrez, con un cardcter, una tenaci- dad y una fuerza de voluntad inquebrantables. En 1956, y en su juicio sobre Alekhine, el gran maestro Sabelio Grigorievich Tartakower dice: «Conoci a Alejandro Alejandrovich en el torneo de San Petersburgo del afio 1909. Como participante y vencedor en la competicién nacional rusa, entonces ya manifesté aquella voluntad de ganar, aquella orientacién hacia un objetivo conereto, que caracteriz6 su vida entera y que no se debe confundir con la vulgar ambiciény. El ajedrez fue el principal componente en la vida de Alekhine, si bien cumplié perfectamente en todo cuanto estaba obligado a cum- plir un adolescente y, luego, un hombre de su clase social. Estudio en el gimnasio privado de Polivanov; hacia cumplidamente sus tareas escolares y sacaba buenas notas aunque, al decir de Jorge Alekseievich Korsakov compafiero de pupitre de él, la mayoria de las veces sélo estaba «presente» en las clase, entretenido en dibujar diagramas y piezas de ajedrez en sus libretas. Korsakov comenta: «Recuerdo que el profesor nos puso un problema de Algebra. Alekhi- ne se incorporé de repente, pasé la mirada de sus ojos sonrientes por la clase y se retorcié con la siniestra el flequillo que le caia sobre la frente, como lo solia hacer. El profesor Bachinski le pre- gunté: “:Lo ha solucionado?” A lo que Alekhine contesté: “jEn efecto...! jEntrego el caballo, el alfil se sitia en... y las blancas 14 ganan!” La clase se descoyuntaba de risa, y al discreto y correcto Bachinski se le movieron las guias de sus largos bigotes...». Al terminar el gimnasio, ingresé en la Facultad de Derecho. Korsakov cuenta que alli se encontré con él y con otros compafieros del gimnasio, y dice: «Entonces oi cémo los estudiantes de derecho se reian de la sorprendente “distraccién” de Alekhine, de su es- piritu “civil”, de su falta de bizarria y. buen aire en lucir el uni- forme estudiantil y, particularmente, de no beber vino ni otros lico- res, lo cual se consideraba reprobable en extremo, ‘segiin el cédigo no escrito referente al honor de los estudiantes de derecho». {Que no bebia vino ni otros licores? jLastima que el joven Alekhi- ne no conservara toda su vida este «defecto» social! Gran maestro a los veintiiin afios La obtencién del nombramiento de maestro en ajedrez le da de- recho a participar en muchas competiciones internacionales, y en el transcurso de los afios siguientes toma parte en varios torneos: en el de Hamburgo, en 1910; en el de Carlsbad, en 1911, y en el de Estocolmo, en 1912. Contrariamente al de Capablanca, su camino ajedrecista no fue, a! principio, liso y Mano. En el torneo de Esto- colmo conquisté el primer puesto en la tabla de clasificacién; pero en los dos restantes tuvo que conformarse detrds del décimo puesto. Se esforz6 en ir eliminando los defectos de su juego, en ir per- fecciondndolo constantemente, Pues atinque estaba dotado de un talento poco frecuente, era necesario pulirlo y desarrollarlo. Esto justifica el enorme trabajo que realiz6 de joven y que lo llevaria a la fama. En el citado juicio sobre Alekhine, Tartakower prosigue dicien- do: «En qué consiste el progreso de Alekhine? ;Qué’ factores psico- légicos y de otro tipo contribuyeron a la aparatosa evolucién de su talento artistico? »1) Ante todo, la aficién incondicionada al ajedrez, que consi- deré como un verdadero arte. 2) Un intelecto muy desarrollado y una s6lida instruccién. 3) Una inagotable fuente de ideas. 4) Un cons- tante trabajo en su perfeccionamiento; pero no por recopilacién de variantes, como hicieron Griinfeld 0 el doctor Euwe, sino por replan- teamiento artistico de esquemas, planes de juego y combinaciones. 5) El lema: plantear problemas al contrincante en casi cada movi- miento. 6) La serenidad, asi en los reveses como en los éxitos, y la consideracién de que cada logro era una etapa del camino a recorrer que lo conducia a Ja siguiente etapa superior a la precedente. Pues Alekhine dividié totla su carrera ajedrecista en etapas. yEstos nobles elementos formaron aquella serie de partidas. bri- Nantes y profundas, que nos producen gran satisfaccién estética». El afio 1909 constituye la primera etapa de su vida ajedrecista; la segunda y mds importante debe situarse en 1914. Su participa- cién en el torneo internacional, en que tomaron parte jugadores de 15 nota, atrajo hacia si la atencién de la generalidad. En aquel enton- ces se luchaba tenazmente por el derecho a enfrentarse con Emma- nuel Lasker, campeén del mundo. Los participantes favoritos fueron Capablanca y Rubinstein, porque se supuso que los dos iucharian con tenacidad por el derecho a disputarie el titulo a Lasker. Pero el joven maestro ruso se situé inesperadamente en uno de los puestos que le permitieron pasar a la siguiente fase. El torneo se constituyé de una forma original: primero jugaron once partici. pantes; después, los cinco mejor clasificados pasaron a la final, en que jugaron dos partidas cada uno. Se sumaron los puntos reunidos en las dos fases. En la primera, Alekhine gané tres partidas, perdid una y se clasificé en el cuarto puesto; en la segunda, obtuvo el cincuenta por ciento de puntos, adelanté a los destacados ajedre- cistas Marshall, Rubinstein y Tarrasch y ocupé el tercer puesto de- tras de Lasker y Capablanca. Esta conquista le valié el nombra- miento de gran maestro y lo situé en la lista de los mejores aje~ drecistas internacionales. En aquel afio, R. Spielmann escribid: «Alekhine posee una ri- queza de ideas sorprendente; de él se pueden esperar grandes Exitos. El memorialista B. Pischko dice que Alekhine empezd a pensar en la lucha por el titulo mundial el afio 1911. Acaso no se estd en condiciones de sofiar en algo a los dieci- nueve afios de edad. Pero lo mds probable es que movilizase todas sus fuerzas, se preparase para luchar por la consecucién de la corona ajedrecista después de haber participado en el torneo de San Pe- tersburgo. Lo curioso es que nunca pensé competir con Lasker; se dio cuen- ta de que Capablanca seria pronto campeén del mundo. Pedro Arsienevich Romanovski recuerda otra conversacién sos tenida con Alekhine en el afio 1914; éste le dijo que se preparaba para una competicién individual con Capablanca, para disputar el titulo mundial: «*jPero el campeén del mundo es Lasker!”, exclamé Momanovski, sorprendido. “Pronto lo seré Capablanca”, respondié Alekhine, convencido». En los’ afios que precedieron al primer conflicto bélico, Capa- blanca estuvo varias veces en Rusia e hizo amistad con Alekhine; los dos compartieron el ocio y el trabajo, Pero afios més tarde se enemistaron de tal suerte, que uno no podia soportar la presencia del otro y abandonaba el local donde se encontraba cuando el otro se presentaba alli. En 1914, los ajedrecistas rusos celebraron el éxito de Alekhine en el citado torneo; otro paso més, y cefiiria la corona ajedrecista. ‘Toma parte en el torneo de Mannheim y gana una partida tras otra. ‘Un nuevo éxito esta a la vuelta de la esquina; pero... el estruendo de las piezas de artilleria perturba la vida pacifica de los ciudada- nos: ha estallado la Gran Guerra. Por lo tanto, hemos de dejar temporalmente la actividad ajedre- cista de Alekhine y ocuparnos de la human: 16 = ‘Una persona fuerte con muchas flaquezas Al comienzo de 1a conflagracién, Alekhine se halla fuera de la patria y es internado; hace todo lo posible por regresar a ella, y lo consigue. Inmediatamente sienta voluntariamente plaza en ia sanidad militar y es destinado al frente de batalla. Una contusién lo retiene en un hospital de sangre de Tarnopol, donde le visita un grupo de ajedrecistas, y juega a ciegas la céle- bre partida con el ajedrecista Feldt. No vuelve al frente, y los acon- tecimientos de 1917 le sorprenden en Moscd. Apenas se tienen noticias de su vida y su conducta durante la revolucién. Segin unos testigos oculares (esto me lo conté el aje- drecista moscovita A. M. Iglitski), Alekhine se encontraba en Odesa, en 1917, y se disponia a salir para el extranjero. Pero recapaci- taria, y lo vemos de nuevo en Moseti, pues hay partidas jugadas con los ajedrecistas moscovitas de aquella época. En los primeros afios de la revolucién, Alekhine ejerce activa- mente su profesién de jurista. No hace mucho, uno de los altos fun- cionarios de 1d brigada de investigacién criminal de la jefatura su- perior de policia de Mosca me ‘proporcioné nuevos datos: en los archivos policiales hay una orden, fechada en 1920, en virtud de la cual Alejandro Alekhine es nombrado juez de instruccién con un sueldo de cuatro mil ochocientos rublos. Se tiene informacion de que 41 no levaba a término la instruccién criminal; su misién consistia en investiga detalladamente el lugar y las circunstancias del cri- men. En el Museo de Criminologia de Moscti se va a destinar un lugar especial para exponer la actividad de Alejandro Alekhine como funcionario del departamento de investigacién criminal en el aio 1920, No he logrado aclarar hasta cuando trabajé en dicho departa- mento; sélo se sabe que de alli pasé a ocupar el puesto de intér- prete en el Komintern y que quiso ser artista de cine, para lo cual se preparé en el estudio de Gardin. Como desde nifio conocia el francés y el alemén, trabajé entre extranjeros y conocié a Annaliese Riiegg,' destacada periodista suiza y personalidad publica. Contrajo matrimonio con ella y, en 1921, los dos partieron para Berlin por Riga; posteriormente se trasladaron a Paris? En mi archivo conser- vo una fotocopia del pasaporte que le fue extendido: «El Comisariado Nacional de Asuntos Exteriores autoriza al ciu- dadano Alehkine Alejandro Alejandrovich a viajar a Letona por el puesto fronterizo de Sobiosh. Lo que certifica y firma Karajan. Sub- secretario de Asuntos Exteriores. N.° 01139 - 23/IV/1921.» 1, El 16 de noviembre de 1920, Vladimir Tlich Lenin concedié una entrevista a Annaliese Riiegg. Conf. V. I. Lenin: Obras completas, t. XCU. 2. Annaliese Riiegg murié en Lausana (Suiza) el 2 de mayo de 193. Asta fue Ja segunda esposa de Alekhine, pues el futuro campedn mundial se habia casado por ver. primera en 1920 —para legitimar a su hija Valentina, que habia nacido en 1913— con la baronesa Von Sewergin, viuda de un hacendado muerto en Ia Primera Guerra Mundial. Con Annaliese tuvo un hijo que atin vive en Zurich. (Pablo Mordn.) 17 Este documento impugna la creencia de que Alekhine salié ilegal- mente de la Rusia soviética. De ese modo, abandoné la patria. Para explicar, no para justi- ficar, este y otros actos conviene tener en cuenta su origen y situa- cién en la vieja Rusia. Procedente de noble cuna y de familia po- tentada, pues hubiese heredadv una importante cantidad de las acciones de las Manufacturas Projorov, Alekhine no acepté en se- guida, como la mayor parte de los de su clase social, 1a revolucién de octubre; pero no decidié abandonar inmediatamente el pais por- que se sentia patriota. En Rusia se quedaron su hermana Barbara y su hermano Alejo; en Mosci pasé su infancia... Pero en su in- terior ardia en deseos de Uegar a ser campeén del mundo, de ver realizado el suefio de su adolescencia. Mas estimé que eso no era posible en Rusia, pues en el periodo de grandes convuisiones sociales nadie se preocupa por el ajedrez; esta circunstancia le indujo a partir para el extranjero. Quisiera sefialar que, al contrario de muchos emigrantes rusos, él no se manifesté contra el poder soviético después de haber aban- donado Ia patria. Es verdad que se le criticé severamente unas declaracionse hechas en su libro «El ajedrez en la Unién Soviética: publicado en Alemania en el afio 1923; pero la severidad de tal. eri- tica se debe a la falta de objetividad de los criticos. En dicho libro dice: «En Rusia reina el hambre y el frio, y los burgueses encien- den la estufa con piezas de ajedrez; los reyes chisporrotean en el fuego». {No fue verdad? Se ha de reconocer que. junto con estas lineas leemos una serie de excelentes articulos en que él se admira del entusiasmo con que los ajedrecistas soviéticos divulgan este arte entre las masas. Por aquellos afios sucedié lo que é1 habia previsto: Capablanca vencia a Lasker y le arrebataba el titulo de campeon. De acuerdo con el «programa de su viday se acercaba la hora de concertar una competicién individual con Capablanca y... ¥ Alekhine fue en busca de un mecenas. Gran maestro, si, pero ruso Con frecuencia se afirma que Alekhine hubo de emigrar a Occi- dente, para ser un gran maestro de renombre capaz de vencer a Capablanca y proclamarse campeén del mundo. Es facil rebatir estas afirmaciones absurdas. Crecié y se formé como gran maestro entre los mejores ajedre- cistas rusos y en Mosci. En su crecimiento y formacién colaboraron los maestros Blumenfeld, Dus-Chotimirsky y Nienarokov, a los cua- les se unieron posteriormente Léwenfisch y Romanovski. Estos ta- lentosos representantes de la escuela nacional de ajedtez estuvieron muchos afios relacionados con él y le enriquecieron con ideas nuevas e interesantes. Desde luego, en el] perfeccionamiento de Alekhine colaboré asi- 18 mismo la viva competencia entre él y Aaron Nimzovich, notable te6rico y practico; competencia que tuvo lugar en Rusia y en los afios que precedieron a la Gran Guerra. Los dos fueron juntos a competir en torneos y competiciones individuales.,Esta competencia continué después de que ambos hubiesen emigrado‘y fue un impor- tante estimulo para perfeccionarse. Que Alekhine se clasificase tercero en el torneo de San Pe tersburgo, celebrado en 1914, denota su clase de gran maestro; en aquel entonces ya era uno de los mejores ajedrecistas internaciona- les. Otra circunstancia que se debe tener en cuenta es que, en el extranjero, se clasificé el primero en casi todos los torneos en que tomé parte. Quiere esto decir que su capacidad de juego era muy elevada y que fue uno de los principales pretendientes al trono ajedrecista en los afios de la posguerra. Se conocen algunos procedimientos curiosos que empleé en los afios dificiles, con objeto de mantener su capacidad deportiva para su futuro encuentro con Capablanca. Ya en 1918, él y sus colegas discurrieron trazas y modos para jugar unos con otros. Dieron con un procedimiento sencillo y original: organizaban torneos sin pro- longacién determinada y los realizaban por turno en casa de cada participante. Jugaban alumbréndose con teas; unos las sostenian, y otros meditaban. Jugaban hambrientos y movian constantemente los pies debajo de la mesa, tratando initilmente de caientarselos. Fe Konstantinovna, viuda del maestro Nicolés Mijailovich Zu- bariev, me contaba que le cupo el honor, dificil en aque! tiempo, de recibir invitados en casa. Los obsequiaba con tortas de harina, de dudosa calidad, endulzadas con sacarina, y té sin azicar. La mujer comenté: «Alekhine nos visitaba para jugar al ajedrez y me sorprendia cada vez que se echaba mano al boisillo y sacaba un ca- ramelo olvidado para tomar el té. Esto era un intento de conser- var la capacidad del cerebro, érgano importante para sus futuras luchas ajedrecistas. jEl.cerebro deja de funcionar como tal cuando no tiene azicar's, 9 + 3 Junto con sus colegas, Alekhine luché heroicamente en ei I Cam- peonato soviético de 1920 y consiguié una merecida victoria. Fue el iinico gran maestro que superé a los demas en potencia de juego y soporté pacientemente las dificultades. Lo cual revela el hecho de que su nombre no figure en la lista de los participantes que formu- laron una peticién al comité organizador, exigiendo se les «entre- gase inmediatamente tabaco y queso». £1 no exigié nada de eso; se entreg6 incondicionalmente a la lucha ajedrecista, con objeto de per- feccionarse. Sus resultados deportivos, logrados en dicho Campeonato, nos autorizan a sostener que partié de Moscti, siendo ya un gran maes- tro de nota. 19 En pos de Chigorin Los principios doctrinales, preconizados por Alekhine, muestran ja continua relacién que tuvo con la escuela nacional de ajedrez. A comienzos de la segunda década se combatié implacablemente la doctrina Tarrasch, aferrada a las normas y reglas establecidas. La Juventud, al frente de la cual iban Reti y Nimzovich, se alzé contra la canonizacién de las regias y normas en uso y propuso unos pun- tos de vista que se llamaron «Hipermodernismos. Aiekhine poseia una individualidad artistica evidente, y desde el comienzo de su carrera ajedrecista tuyo un criterio muy particular sobre las regias de este juego; criterio que adopté de Chigorin y de otros maestros rusos, quienes no negaban las reglas en cuestién, pero tampoco las aceptaban incondicionalmente. Para ellos la tinica ley fundamental fue saber valorar una posicién concreta y determi- nar las particuiaridades inherentes a la misma. Si en los consejos dados por los teéricos se nota el deseo de ofrecer la panacea universal, Alekhine junto con sus antecesores y, Iuego, con sus sucesores, los maestros soviéticos, tuvo por principio fundamental resolver de un modo concreto y tactico los problemas que plantea toda posicién; principio que ha reconocido y aceptado el mundo del ajedrez. Esto nos autoriza a afirmar que él heredé y continu la obra de Chigorin, fundador de la escuela de ajedrez rusa. Como ajedrecista creador dio, en el transcurso de cuatro décadas, excelentes ejempios de maestria en la tdctica y la estrategia al mundo del tablero; cred partidas Nenas de ideas audaces, de originalidad y de fantasia. Pre- cisamente estas cualidades lo distinguieron de sus antecesores. En los afios de su proceso de formacién siguié el ejemplo inspi- rador de Chigorin; adopté sus ideas de maestro y artista, y se man- tuvo fiel a ellas en el transcurso de toda su actividad ajedrecista. Abandoné la patria a los veintinueve afios de edad. Aunque su juego tenia defectos, como los tiene el de cualquier ajedrecista, por grande que sea, habia alcanzado una alta maestria y era, ademas, un teérico erudito, un pensador que introdujo ideas nuevas en la concepcién del ajedrez. Para comprender mejor al campeén ruso de aquellos afios, es necesario analizar sus principios artisticos y puntos de vista de entonces, formulados en los comentarios de par- tidas y en articulos especiales, y cuyo contenido se refiere a los aspectos artisticos y deportivos, pues nunca los traté por separado. El lector observard que Ja creacién de obras de arte elevadas fue el objetivo principal de Alekhine en el ajedrez. EI arte predilecto, el ajedrez «Considero el ajedrez como arte y no como juego, y acepto todas las obligaciones que impone como arte a los aficionados», dice Alekhine. 20 En el transcurso de su interesante vida ajedrecista propagé siempre y en todas partes este criterio: «El ajedrez tiene por objeto lograr cientifica y artisticamente aquello que io sitéa entre las otras ramas del arte». Siendo asi, es légico que se rebelase contra Jos criterios que re- bajan el ajedrez y lo reducen a ia categoria de juego de mesa. Cri- ticd severamente a aquellos grandes maestros que consideran la victoria como ei tinico objetivo dei juego, y les advirtié que tal pa- recer conducia a la decadencia y degeneracién del ajedrez. Asimismo criticd severamente a ciertos maestros que habian tra- tado de modificar y complicar el juego. Como se sabe, lo propu- sieron Lasker y Capablanca después de perder el titulo mundial. ‘También les impugné decididamente sus conjeturas de que «as ta- blas serian la muerte del ajedrezs. Acerca de ello dice: «Los refor- mistas afirman que el proceso de la teoria anestesiara inevitabie- mente el juego de ajedrez y proponen modificar sus reglas para avivarlo. {Qué significa tai afirmacién? En primer término, una pos- tura despreciativa ante la intuicién y la fantasia, ante todos los elementos que elevan este juego al nivel de arte. Esto produciria inevitablemente el desmenuzamiento del arte ajedrecistay. La naturaleza adorné magnénimamente a Alekhine con las cuali- dades de ia personalidad artistica antedichas, con la capacidad para concebir lo individual por medio de Ja intuicién y la fantasia. Entre los ajedrecistas de su época no hubo ninguno que le igualase en ese aspecto. Por ello, se quejaba de que el adversario le impedia crear la obra que él tenia ideada, pues unas veces no daba con la réplica conveniente, Jo cual disminuia la belleza y el interés de la combinacién, y otras echaba a perder toda la idea de la misma al abandonar la partida. A este respecto comenta: «Seria feliz si pudiese crear completa- mente solo, para lograr asi algo que tenga valor; pero en toda par- tida tiene uno que acomodar su plan al del contrincante. jEste es el colaborador impuesto por las circunstancias; su concepto de la belleza no coincide nunca con el de su contrincante, y sus medios (potencia, imaginacién y técnica) son a menudo insuficientes para cooperar activamente con las ideas de uno! jEsto causa decepcién al verdadero artista que, mas que la victoria, pretende crear obras valiosas! jQué sufrimiento (desconocido en cuaiquier otra rama del arte o de la ciencia) produce ver que las propias ideas y fantasia estén irremisiblemente atenazadas, en virtud de la propia natura- leza de las cosas, por las ideas y la fantasia del otro, que suelen ser distintas e inferiores a las propias!». Alekhitie conservé toda su vida este amor a la creacién ajedre- cista. El lector veré mas adelante la aficién incontenible que tuvo al ajedrez, incluso en aquella edad en que otros se aburren de él y lo abandonan. Desde los anilisis realizados bajo la luz de un candil en su infancia hasta el ultimo aliento de su vida sentado frente al tablero estuvo ilimitadamente encarifiado con este arte, que fue el sentido y el contenido de toda su existencia humana. 21 Fisonomia deportiva de! ajedrecista Por més paraddjico que parezca, el deseo de crear y fundar explica la atencién que presté Alekhine al aspecto deportivo del ajedrez, su tendencia a lograr en él la perfeccién o, al menos, un nivel suficientemente elevado. El juego de un gran maestro se valora segin la profundidad de sus ideas y la brillantez de sus combinaciones, lo que pueden hacer s6lo los entendidos. El juego de un gran maestro se valora de acuer- do con su capacidad de rematar satisfactoriamente la idea de la victoria, lo cual pueden hacer los millones de aficionados, por cuanto conocen la suma de puntos que ha obtenido en su participacién en las competiciones. ;Cudl de estas dos ideas es mds importante? Las discusiones sobre este particular han sido muy debatidas y vienen de muy lejos. Entendié que las cualidades deportivas del ajedrecista son nece- sarias, pues le ayudan a crear composiciones perfectas. Cualquier combinacién se desbaratard si un gran maestro descuida una pieza en el momento decisivo, influido por el ruido de la sala. Por eso, conviene templar los nervios, acostumbrarse a soportar el ruido, la tensién de la lucha y la conducta del contrincante. Hemos hablado de la conversacién sostenida entre Alekhine y Romanovski, en la cual el primero sefialaba los defectos del caracter deportivo de Chigorin y prometié actuar de un modo distinto al de éste, Formulé su credo deportivo en unas cuantas frases claras y concisas; frases de que muchos ajedrecistas jévenes pueden servirse para forjarse como luchadores tenaces e inmutables en los torneos. Veamoslas: «Un rasgo junto con otro determinan la potencia ajedre- cista; esto es: una inquebrantable atencién que aisle al jugador del mundo externos.

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