Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
obos EL FUNERARIO.
Avevo parlato dello sciamano e dell´eroe delle fiabe, della privazione sofferta
che si transforma in leggerezza e permette di volare nel regno in cui ogni
mancanza sarà magicamente risarcita.
Italo Calvino
necesario empujar cada cuento y cada dibujo, o más bien hurgar, coger sin escoger
una palabra o una línea y descuajarla de uno sin miramientos, luego pegarlo todo
malamente, en papeluchos.
Era desagradable violentar así las palabras y las líneas; esas pequeñas
estarlo?
vivir yo?
la "Soledad". "Soledad", también me pareció una palabra violada. Pero el sitio era
realmente barato porque nadie en este mundo vive al lado de una funeraria si
puede evitarlo. Llamé y en una sola mañana llevé todas mis cosas.
Pero no fue necesario en absoluto, porque Fobos era una persona gorda,
33
blandengue y muy poco vampírica, de mirada desproporcionadamente pequeña,
funerario. Pero sobre todo tenía unas maneras femeninas tan acentuadas y
- Torcuato - respondí.
nombre llegará nunca a ser una obra de arte por más que usted se esfuerce. Y sin
embargo advierto en usted cierto buen gusto, cierta sensibilidad en los detalles...
- Muy amable – dije -, y dígame, ¿qué hace usted? ¿pinta? ¿escribe tal vez?
de Paulino - hace tiempo que abandoné todas esas cosas; lo que yo busco es algo
más duradero, más definitivo, llevo quince años dedicado a lo que usted llamaría
"heterodoxia"
monólogo; tuve que ser su oyente, al fin y al cabo, él era el casero... me refugié en
creatividad, por muy heterodoxa que fuera, con aquel deprimente oficio de
hicieron suponer que era allí donde el amigo Fobos "trabajaba". Tal vez en aquel
los cafés turcos de Fobos, negros y fuertes como la misma muerte. Él siempre
hablaba monomaníaticamente del arte: de dónde salía, qué era, para qué servía...
en sus ojos de putilla, era que él creía ser el príncipe de los artistas.
impresioné...
Pensé con cierta amargura que siempre acababa en el papel del violador
equivocas amigo mío. Los muertos son una compañía muy grata para mí,
inmediatamente, a comprender.
36
- Ven Torcuato... Torcuato... qué nombre más horrible. Hasta que no lo
Cuando Fobos hablaba era inútil la replica. Le seguí. Pasamos por el tétrico
pasillo blanco y al fondo estaba la sala cuyo aspecto yo había imaginado tantas
veces. Amplia, fría, aséptica, con una camilla en el centro bajo un foco
unos veintitrés años, con la flaccidez de la carroña. Pensé, con un escalofrío, que
algo vagamente lujurioso en sus manos y ojos - este joven tan hermoso es más
quizás pienses que este joven es algo tan inerte como un mineral pero las
- Diría que en este cuento tuyo se nota al escritor, Torcuato, debes ser suave
y ligero; el cuento debe ser como una ola pequeña detrás de una grande. Y tú
cuando tú mueras esto quizás valdrá algo. Piensa que esto es más sagrado que tu
propia vida. Debes respetar tu obra, Torcuato, mucho más de lo que te respetas a ti
37
mismo.
- Puedo ver aquí, Torcuato, el deseo tan urgente de la protagonista, ese agua
de la que hablas es sin duda el agua de su propio sexo al despertarse, un agua que
tiene sed...
hay una vida propia, un sujeto íntimo que puede a la misma muerte.
atentado, es un suicidio.
trabaja. El arte tiene sexo, el arte tiene cara y tiene también voz, un lenguaje.
Yo seguía con mis modales fúnebres que no sé por que razón mantenía
siempre cuando estaba con él. Y Fobos seguía siempre hablándome del arte pero
ignorante absolutamente de esa cosa: del arte que tan fácilmente adjetivaba Fobos
y de la que hablaba como si le fuera propia, como la mano o el pie o las canas.
Una noche descubrí que tras una abominación pictórica que colgaba en la
pared de mi dormitorio había un agujerito a través del cual se veía la sala de los
muertos. Probablemente el agujero era obra del exhibicionismo del propio Fobos,
afeminado dentro de una túnica que parecía tener todos los colores. Se puso unos
guantes en una especie de trance y sin dejar de bailar, tamborileando con sus
El hombre que puso una moneda en la boca del muchacho y después besó
sus labios y lloró. El hombre que durante toda la noche vistió y desvistió,
maquilló, escribió, cantó, besó en largos y lentos círculos de dolor e hizo tantas
un pie del muchacho permanecía desnudo, con un sentido sublime del "respeto a
Fil
os.
40