El presente comunicado pretende ser un documento de reflexión sobre
la problemática actual existente en torno al proyecto de construcción de un Almacén Temporal Centralizado de Residuos radiactivos (ATC) en Villar de Cañas. Por ello, creemos imprescindible poner sobre la mesa todos los elementos a favor y en contra de dicho proyecto con el fin de llegar, desde el conocimiento y la reflexión, a un posicionamiento que va más allá del sí o del no. Consideraciones que, desde nuestro punto de vista, deben hacernos pensar en otros aspectos que no debemos obviar y que hemos de valorar de manera individual.
1. DATOS A TENER EN CUENTA
Villar de cañas es un municipio de unos cuatrocientos cincuenta
habitantes, que está a camino entre la Serranía y La Mancha, y su candidatura para albergar el ATC fue aprobada por la mayoría del pleno de su Ayuntamiento. Este municipio limita al norte con Montalvo, Zafra de Záncara, el Congosto y Villares del Saz, al este con Cervera del Llano y Montalbanejo, al sur con Alconchel de la Estrella y al Oeste con Villarejo de fuentes. Está situado a unos 8 kilómetros de la autovía A-III Madrid-Valencia y desde Las Pedroñeras podemos llegar a él por la carretera nacional 420 que va a Cuenca y pasa por Belmonte, tomando el desvío por la carretera comarcal 3009 a la altura de Villaescusa de Haro y cogiendo posteriormente la carretera comarcal 3118 que conduce a Villares del Saz. En total, Villar de Cañas dista unos 48 kilómetros de Las Pedroñeras y está a unos 40 kilómetros en línea recta y dirección norte. El ATC almacenará residuos radiactivos de alta actividad, compuestos por el combustible gastado de las nueve centrales nucleares españolas y otros residuos procedentes del reprocesado de combustible y del desmantelamiento de instalaciones nucleares. Se ha calculado que un almacén centralizado es más seguro y económico que la construcción de emplazamientos (siete en total) en las propias centrales nucleares. Es un hecho es que el almacenamiento de estos residuos en las propias centrales nucleares está llegando a su nivel de saturación y que algo debemos hacer al respecto. Como su propio nombre indica, el almacén temporal tendrá una vida útil de unos 60 años, período tras el cual debería haberse buscado un destino definitivo para los residuos almacenados en él, destino que posiblemente sería un almacén geológico profundo (actualmente no existen en Europa instalaciones de este tipo).
Los residuos radiactivos de alta actividad generan radiaciones ionizantes
que, al arrancar electrones de los átomos que atraviesan, pueden producir cambios físico-químicos y estructurales en los medios que atraviesan (entre ellos los materiales biológicos como células, tejidos u órganos, y cuyos efectos son cambios moleculares en su ADN y que pueden originar mutaciones y aparición de enfermedades como el cáncer). Estas radiaciones pueden ser de tipo alfa (el espesor de una hoja de papel la retiene), beta (es detenida para una lámina de aluminio) y gamma (se necesita una barrera de plomo de cierto espesor para detenerla). No hay que olvidar que el 88% de las radiaciones recibidas tienen un origen natural. Estos residuos permanecen activos durante miles de años. Un gramo de plutonio 239 (uno de los elementos de estos residuos y que supone el 1% de su composición) podría desencadenar cáncer en más de un millón de personas (dependiendo del tiempo de exposición y la distancia al punto emisor). Las consecuencias que sobre la salud tiene la exposición directa a este tipo de radiaciones pueden ser inmediatas, tales como la aparición de eritemas en la piel, pérdida de apetito, náuseas, vómitos diarrea, abortos, malformaciones congénitas, esterilidad, caída del cabello, cataratas, hemorragias, infecciones por afección de la médula ósea y la muerte. Otros efectos a largo plazo son la aparición de distintos tipos de cáncer (leucemias, de tiroides y pulmón, etc.), abortos y malformaciones congénitas; estos efectos dependerán, en mayor o menor de la cantidad de radiación recibida. El radio de acción de un posible accidente en esta instalación superaría los ochenta kilómetros de radio. Hasta la fecha no se han producido en el mundo accidentes debido al transporte de este tipo de residuos, aunque el riesgo potencial de accidente por transporte y manipulación en el propio almacén no desaparece. Hay otra serie de consecuencias negativas de este tipo de radiación sobre el medio ambiente, como la contaminación de las aguas, el aire y el suelo y que, de manera irremediable, acabarían afectando a los ecosistemas y al ser humano como parte integrante de dichos ecosistemas. Por otra parte, aunque la probabilidad de sufrir accidentes en las centrales nucleares es muy baja, no existe el riesgo cero.
El proyecto traerá consigo la creación de trescientos empleos en su
construcción y cien empleos estables durante sesenta años. Se prevé una inversión inicial de setecientos millones de euros, y seis millones de euros anuales entre el municipio y localidades vecinas (situadas a menos de diez kilómetros). Las centrales nucleares suponen el 18% por ciento de la producción eléctrica española total. El 6,5% de la electricidad consumida proviene de la energía hidráulica, el 15% del carbón, el 30% se obtiene del gas natural por ciclo combinado y el 10% de la eólica. Las energías renovables suministran el 21% del total de la energía eléctrica consumida. Actualmente España tiene una dependencia energética del exterior del 80%, lo que nos hace especialmente vulnerables a las fluctuaciones de los mercados internaciones. Por otra parte, la energía nuclear no emite gases de efecto invernadero y, al contrario que la energía eólica o solar, funciona de manera continua los trescientos sesenta y cinco días del año.
2. REFLEXIÓN
Villar de Cañas es un municipio situado relativamente cerca de Las
Pedroñeras, y esta cercanía podría tener consecuencias negativas sobre nuestro estado de salud (en caso de accidente en la instalación), o sobre nuestro desarrollo económico y social. No obstante, hemos de considerar que la opción de no construir este tipo de instalación no existe, es decir, se tendrá que buscar de manera irremediable el mayor consenso para solucionar este problema, consenso que debe hacer olvidarnos de la individualidad, los regionalismos o las ideas políticas, para pensar en la solución más idónea para el bien común. De sobra son conocidos los efectos negativos de la energía nuclear, como el riesgo de accidentes en las propias centrales nucleares o los derivados del transporte y manipulación de sus residuos, aunque también es cierto que las mejoras tecnológicas han minimizado mucho este tipo de eventualidades; otro aspecto negativo a valorar es la incertidumbre de qué hacer definitivamente con los residuos almacenados en esta instalación temporal transcurridos sesenta años, incertidumbre que sin duda ninguna, podría hipotecar a largo plazo el municipio de Villar de Cañas y sus alrededores. En el lado opuesto de la balanza está el hecho de que la energía nuclear no emite gases de efecto invernadero, con lo podría mitigar en parte los efectos que sobre el cambio climático tiene la utilización de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), además de reducir nuestra dependencia energética exterior y garantizar un suministro más continuo de energía. A nivel local, la inyección de dinero que este proyecto traería a la zona no es un asunto nada desdeñable, más si tenemos en cuenta su situación económica y social, situación que se ha vista acrecentada por la reciente crisis económica.
Desde esta asociación ecologista pensamos que el debate que debe
suscitarse desde la calle es, entre otros de gran calado e inexorablemente relacionados y que esbozamos más adelante, si queremos o no la energía nuclear. No podemos reducir la presente situación, a una simple protesta a favor o en contra de ubicar un almacén temporal de residuos radiactivos a cincuenta kilómetros de nuestra localidad; si desde la sociedad y las instituciones le damos este enfoque, lo único que hacemos es parchear el problema y dejar en el aire nuestro futuro a medio y largo plazo. Es necesario un debate desde la colectividad (pensando en el bien común de todos), la serenidad y la claridad de las instituciones públicas y privadas. Necesitamos evadirnos de los condicionamientos políticos que, lejos de velar por el interés común, lanzan ideas y planes que satisfacen sus necesidades más recientes, pero que no solucionan los problemas de los ciudadanos. Este debate, si queremos que sea eficaz, debe establecerse desde la información, sabiendo en todo momento qué queremos conseguir y a qué estamos dispuestos a renunciar. Hemos de tener la perspectiva de que la pregunta no es si queremos o no un ATC en Villar de Cañas, ya que ya que hay otras cuestiones relacionadas con lo anterior y sobre las que hemos de reflexionar. Todo el mundo ha oído hablar del cambio climático y hay quienes, o no creen que sea por la acción humana o simplemente desconocen sus causas. Necesitamos saber que todos nosotros somos responsables de ese cambio climático, y que la repercusión de sus efectos negativos sobre la Tierra y nosotros mismos, vienen como consecuencia de nuestro afán por un consumo irresponsable, irracional y poco solidario. Es un contrasentido no querer centrales nucleares, cuando por otra parte consumimos mucha más energía de la que realmente necesitamos. Nuestros hábitos en casa y a la hora de hacer la compra, la técnicas agrícolas y ganaderas, la excesiva utilización y dependencia del carbón, el petróleo y el gas natural; todo ello nos ha convertido en unos insaciables consumidores que estamos destruyendo el planeta. Si no queremos un almacén de residuos radiactivos no queremos la energía nuclear, y si no queremos la energía nuclear, debemos suplir ese 18% de energía suministrada por las centrales nucleares, mediante otras fuentes energéticas; ¿Pero lo hacemos con los combustibles fósiles que, como ya sabemos, son muy contaminantes y escasean en nuestro país? ¿Estamos dispuestos a pagar más por lo que consumimos si ello implica utilizar en un mayor porcentaje las energías renovables? ¿Queremos renunciar a nuestro estilo de vida?). Es racional y legítimo utilizar los recursos de la Tierra y los avances tecnológicos para mejorar nuestra calidad de vida, pero hemos de ser capaces de llevar a cabo dicho desarrollo sin comprometer el futuro de la Tierra o, lo que es lo mismo, el futuro de nosotros mismos y de las generaciones que vendrán detrás. Por tanto, debemos aprovechar la coyuntura creada para realmente tomar una decisión de consenso y de futuro. Hemos de iniciar ya una transición y una apuesta clara por el uso de energías renovables como la solar, la hidráulica, la eólica o la biomasa. En esta transición debemos ser cada vez menos dependientes de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) y de la energía nuclear, energía que quizás en este proceso de cambio, podría ser el menor de los males. Pero lo que verdaderamente necesitamos es alejarnos definitivamente de la hipocresía y ser más consecuentes con nuestros actos y decisiones; necesitamos un cambio de mentalidad y de conducta, y para ello se hace imperioso rediseñar nuestros hábitos de consumo y aspiraciones si queremos un futuro mejor para todos. No debemos dejarnos llevar por intereses individuales o partidistas. Es imprescindible que cada uno de nosotros, desde nuestra propia responsabilidad y convicción individual, nos posicionemos en uno u otro sentido. La asociación, por tanto, no puede promulgarse a favor o en contra de la ubicación de un Almacén Centralizado Temporal de Residuos Radiactivos en Villar de Cañas, por considerar que se trata de un debate sesgado, basado en intereses partidistas y falto de información. Consideramos que se obvia el trasfondo de la cuestión y que se simplifica el tema hacia la búsqueda de una solución parcheada y sin futuro. Por todo ello, informamos objetivamente sobre el problema suscitado y apelamos a la reflexión para que cada cual se posicione de acuerdo a sus propias convicciones. Lo que sí creemos firmemente es que si no conseguimos una conciencia colectiva y no somos capaces de conseguir el bien común en el presente y en el futuro, de nada sirve salir a la calle para pedir por algo que ni es colectivo ni es de futuro.