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A su sepelio sólo pudieron asistir unas 150 personas al sepelio, pues, ciudad
fue sitiada por miles de agentes y sus habitantes inmovilizados en sus
viviendas. En el trayecto entre la casa de la madre del difunto y el
cementerio se escucharon consignas de protesta y de dolor. El germen del
descontento no quedo tapado ni aplastado a pesar de impedir la presencia
popular en el sepelio. Su madre, Reina Tamayo, encabezó el cortejo. No
mostró un solo segundo de miedo o temor por las armas castristas. Su
actitud fue valerosa, como la de todas las mujeres latinas que son obligadas
a presenciar la muerte de un hijo para satisfacer apetitos políticos. Antes del
momento del inhumación, se mostró muy dura con las autoridades cubanas a
las que calificó entre otras de "asesinas". Acusó al gobierno de "dejar morir"
a su hijo y exigió mayor presión internacional por la libertad de los presos
políticos. El fermento de aspirar a la libertad plena ya está regado por toda
Cuba.
La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional
denunció que se ha desatado una "oleada de represión política". Se sabe con
absoluta certeza de no menos 25 detenidos y otros tantos retenidos en forma
ilegal en sus casas. Parece que a la dictadura la invadió la cobardía y se
asustan con su propia sombra". La repercusión internacional no se demoró.
El presidente del Gobierno español y jefe de turno de la UE, José Luis
Rodríguez Zapatero, exigió al régimen castrista que "devuelva la libertad a
los presos de conciencia y respete los derechos humanos". Se trata de una
"exigencia fundamental de la comunidad internacional. La UE debe estar a la
vanguardia de la defensa de los derechos humanos. Podemos suponer el
sufrimiento de los presos políticos cubanos y desde aquí debemos exigir al
régimen cubano que devuelva la libertad a los presos de conciencia y respete
los derechos humanos". La palabrería habitual del régimen cubano ya no es
escuchada por nadie, ya no surte el efecto de excusa y justificación de otros
tiempos,