Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Debe considerarse “novela de tesis” aunque ella la llama “novela de costumbres” (195)
“Es una construcción narrativa de ambiente indígena y, a la vez, una denuncia de nefandos casos
de injusticia y atropello (hoy lo llamaríamos casos de “derechos humanos”) que no pueden seguir
siendo acallados. Clorinda Matto practica la novela como un vehículo de exposición de algo que
era, en verdad, un secreto a voces y que esperaba un expreso tratamiento literario. Así, su
ficción tiene dos argumentos: la fábula que sirve para ilustrar el caso; y la presentación de las
conclusiones y propuestas morales—el importante factor “correctivo”—que debemos sacar de
aquélla. En este nivel, el libro funciona de un modo no muy distinto del de un ensayo
sociológico, un discurso de protesta o una lección edificante; ése es su rasgo definitorio y su
principal limitación literaria: el andamiaje expositivo adosado a la estructura narrativa, no
asimilado a ella, es un pesado lastre.” (194)
“Las costumbres y la situación históricas de esa ‘raza’ [indígena] se describen con bastante
detalle y objetividad, pero la retórica de la autora no puede evitar envolverlas en un aura
idealizada y convencionalmente ‘poética’ que las deslíe casi hasta la abstracción. El lazo
que puede ligar a esta ‘raza’ con el resto de la sociedad peruana es la educación, capaz de
‘modernizar’ las formas arcaicas de la cultura indígena, que es, precisamente por ello, presa fácil
de los poderes establecidos. La vía de redención no es, pues, la rebeldía, que está del todo
ausente en la novela, sino la asimilación a un patrón de cultura superior. Y mientras eso no
llegue, el libro predica la resignación, la fe en Dios o el alivio de la muerte como última
alternativa: ‘La muerte es nuestra dulce esperanza’, oímos decir a los explotados.” (195)
“El foco de la intriga es la relación amorosa entre Manuel y Margarita, una joven indígena
adoptada por los Marín; ellos constituyen la idílica pareja que la novela llama ‘aves sin nido’,
porque resulta estigmatizada por el incesto: ambos son, sin saberlo, hijos del mismo padre, el
obispo Miranda y Claros. Ya sabemos que el motivo incestuoso era frecuente en la novela
romántica: aparece, entre otras, en Sab, Cecilia Valdés y Cumandá; aquí sirve sobre todo
para justificar dramáticamente el alegato de la autora contra el celibato sacerdotal. Para
reforzar tanto su argumento como su argumentación, la autora insiste en la calidad realista
de su proyecto: su novela es ‘copia’ directa de lo observado, un conjunto de ‘cuadros del
natural’, según el citado ‘Proemio’. Pero si como retratista de ambientes y costumbres es
básicamente una realista, y en cuanto defensora de una tesis reivindicatoria opera como
una naturalista, como creadora de personajes y situaciones humanas no puede
desprenderse de las convenciones románticas, incluso de las más ingenuas.” (195-96).
“Las dos ideas principales de su tesis—la importancia de la educación para rescatar a los indios
de su estado y la más atrevida contra el celibato sacerdotal—tienen una raíz cientificista
‘moderna’ y están asociadas con el laicismo generado por la filosofía positivista: el buen
orden social no se rige con los criterios de la fe, sino con los de la razón aplicada al
mejoramiento de la colectividad. En eso sí se parece a González Prada [quien detestaba el
romanticismo], pero la autora le impone a todo ese discurso regenerador un claro acento
moralizante, que es su signo personal más reconocible como novelista y su mayor limitación
artística e ideológica. Y así como su planteamiento es elemental, su lenguaje narrativo es
recargado y grandilocuente: ambos, por razones distintas, defectuosos. Pese a ello, no cabe duda
de que Aves sin nido fue, en su tiempo, más osada de lo que ahora podemos creer y cuyo valor
testimonial no se ha borrado del todo. Es, además, una clara expresión del sentimiento
anticlerical de la novela del siglo XIX.” (196)
Originalmente este artículo formó el capítulo II de la tesis doctoral del autor de 1971. El libro
nunca se publicó y el capítulo II quedó inédito, por lo cual en 2004 Escajadillo se decide
finalmente a publicarlo. A pesar de que no se publicó hasta recientemente, contribuyó a perfilar
la crítica sobre la novela, aunque no siempre fuera reconocido como fuente, ni fuera debidamente
citado. (información tomada de la nota a alcance, 131)
Escajadillo nota en un aparte al final, titulado “¿Por qué decidí finalmente a publicar este
texto?”, que copias de su tesis doctoral empezaron a circular, a base de las copias que tenía el
comité (en el que estaba Antonio Cornejo Polar) y nueve copias que Escadajillo mismo repartió.
Debido a que se circularon tantas copias (y copias de copias) de un texto no publicado, hubo
problemas con el plagio, con lo cual otros críticos se aprovecharon de las ideas de Escajadillo.
Esto se evidencia en el hecho de que el un artículo publicado por Fernando Arribas García en
1991 tiene el mismo título que el capítulo de la tesis de Escajadillo, con sólo un cambio de
puntuación—aunque Escajadillo nota que el artículo de Arribas es muy bueno.
Mucha de la crítica (y Escajadillo cita un listado largo de nombres, incluso algunos críticos
bastante importantes) ha considerado Aves sin nido como la primera novela indigenista;
Escajadillo argumenta que, en cambio, debe considerarse como el antecedente más
importante del indigenismo. (133)
Es cierto que en ella aparece por primera vez el ‘tema’ de la denuncia contra los abusos
que sufre el indio, pero el tema no configura un tipo de literatura. (133)
Para Alberto Zum Felde, y para Escajadillo también, la primera novela propiamente indigenista
(‘indigenismo ortodoxo’, en las palabras de Escajadillo) es Raza de bronce (además de ser la
primera gran novela telúrica, o novela de la tierra). (134)
[El problema con el capítulo de Zum Felde sobre la narrativa indigenista: no menciona a José
María Arguedas, a pesar de que éste ya había publicado tres novelas antes de la publicación del
libro de Zum Felde en 1964] (134)
“Hago notar, sin embargo, que la misma estudiosa dice, media página mas adelante, que "esta
novela, aunque perteneciente el género romántico, [...] inicia en la literatura peruana el
advenimiento de una corriente realista que dibuja los personajes tal cual son y que plantea sus
problemas con entera franqueza", lo cual es una evidente contradicción, por lo menos en su
tajantes enunciado, carente de matización.” (133)
cita “algunos excesos de ‘didactica cientificista’, de cepa naturalista (del mal naturalismo), de los
que no se libró el libro” e.g.:
-Hay algo más, hija -dijo don Fernando-; está probado que el sistema de alimentación ha
degenerado las funciones cerebrales de los indios. (...) Condenado el indio a una alimentación
vegetal de las más extravagantes, viviendo de hojas de nabo, habas hervidas y hojas de quinua,
sin los albuminoides ni sales orgánicas, su cerebro no tiene dónde tomar los fosfatos y la lecitina
sin ningún esfuerzo psíquico; sólo va al engorde cerebral, que lo sume en la noche del
pensamiento, haciéndole vivir en idéntico nivel que sus animales de labranza. (citado en 138)
“Es precisamente por la confluencia de tantas ‘notas’ características, o ‘tonos’, procedentes de
escuelas tan diversas, que propongo para Aves sin nido la compleja designación de
‘indianismo romántico-realista-idealista’. (139)
“En lo que nos interesa capitalmente, es decir, en la caracterización de los indios, todos los
críticos coinciden en señalar en que se trata de criaturas borrosas, seres ‘lejanos’, personajes
‘planos’.” (145)
Como observa Francisco Carillo en Clorinda Matto de Turner y su indigenismo literario (1967),
Matto ha pintado mejor a los explotadores que a los explotados: "Aves in [sic] nido, a pesar
de su violento y repetido indigenismo, tiene una casi nula caracterización del indio. Clorinda
enfoca al explotador y el indio solo aparece en función de él." (citado en 146)
En conclusión Aves sin nido, su mejor novela, muestra la fuerza de su pluma, impulsada
por el propósito de acusar a los explotadores para mejorar la situación del indio
desamparado; su análisis psicológico, sin embargo, no se basa en la observación del
indígena a quien interpretó superficialmente a pesar de haber vivido con él desde su niñez;
mejor analiza los personajes que lo explotan, la trinidad aterradora. (citado en 146)
“Como bien comenta Carrillo, ‘Al indio lo amó y defendió sin observar su sicología, sin penetrar
en su alma; y, a pesar de haber vivido cerca de é1, ni en sus diálogos puede dar muestras de
autenticidad’ (48):
Con poner unas palabras quechuas, con describir algunas de sus costumbres, cree presentarlos
con realismo convincente. Y es que en el fondo, Clorinda no pudo desprenderse de su carácter
romántico, de su sentido melodramático, que la hacia ver todo con pesimismo; su
sentimentalismo se des-borda en cada pagina, su ingenuidad la hace simplificar la condición
humana del indio y de su enemigo (48).” (147)
“Nada puede hablarnos tan radicalmente de la ‘lejanía’ con que Clorinda Matto
caracteriza a los ‘indios’ de su novela, que esa asombrosamente fácil transformación de
Margarita (hasta el nombre es romántico ¿no es verdad?), de una niña india, hija de Juan
y Marcela Yupanqui (o por los menos de Marcela), indios de Kíllac, a esta señorita
‘lisonjera’, que con un ‘vestido gris con lazos azules’ se dirige ‘a una región de flores’, para
ser colocada, junto con su hermana, ‘en el colegio más a propósito para formar esposas y
madres’.” (148)
“Quedan así nítidamente separados los auténticos indigenistas, que ven en el indio algo más
que "un tipo, un tema, un motivo, un personaje" y buscan adentrarse verdaderamente en
las complejidades de la realidad indígena, de los exotistas, que utilizan al indio como marco
decorativo o folclórico, destinado a darle al relato un cierto ‘color local’, y de aquellos que,
pese a sus explícitas intenciones, quedan atrapados entre el exotismo y el romanticismo y
son incapaces de acercarse al verdadero indio.” (64)
distinción entre indigenismo e indianismo que acuña Aída Cometta Manzoni
“Cometta trata, con esta dicotomía, de separar a los escritores que, con palabras de Mariátegui,
sólo buscan en lo indio el "tipo o motivo pintoresco", de los que, superando el exotismo, logran,
conscientemente o no, una eficaz aproximación a lo indígena. Es a estos últimos a quienes
correspondería con propiedad el titulo de ‘indigenistas’" (64)
Los personajes de la novela: en general son estáticos y planos, pero esto se nota aun más
cuando de indígenas se trata; CMT nos presenta con la psicología de los opresores (el
gobernador, el cura, etc.) pero no la de los indígenas
Los indios aparecen, invariadamente, siempre buenos, generosos y resignados, “sin que ni
por un momento se nos presente evidencia del más leve conflicto ni la más ligera
contradicción o discontinuidad en su desarrollo sicológico.” (65) – se trata de buenos
salvajes rousseaunianos que soportan con resignación los abusos de los ‘notables’ del
pueblo; nunca asuma ni la idea de la rebeldía ni ninguna maldad o característica negativa.
“Al parecer, pues, por algún motivo, es más importante para la novela desarrollar y
caracterizar negativamente a los ‘notables’ y positivamente a los ‘forasteros’, que ofrecer
una visión medianamente verista de los ‘indios’” (66)
[[Contraste con Raza de bronce (comentario mío, no de Arribas García): CMT anuncia en
su proemio que quiere presentar un cuadro realista; sin embargo presenta más bien una
representación romántica; por ende no creo que podamos hacer precisamente el tipo de lectura
que Beverley hizo de Raza de bronce; tal vez esto sería otra razón para no considerarla una
novela indigenista: ni siquiera nos da acceso no intencionado al mundo de los indígenas; lo único
que evidencia es el maltrato de los indígenas pero no vemos nada de su cultura y costumbres ni
mucho menos su cosmovisión.]]
La “interpenetración lingüística entre el habla española ‘culta’ de la autora y las hablas quechua
y española popular de los personajes que le sirven de referente, [es] muy limitada, en realidad
casi inexistente” (71).
Así, los indios “aparecen permanentemente hablando un español absurdamente ‘correcto’, aun en
los casos en que los diálogos involucran exclusivamente a ‘indígenas’” (71).
“En contraste con la absoluta ausencia de intentos de dar cuenta de la fonética del habla de los
indígenas, encontramos en los diálogos de los ‘notables’, especialmente en los del juez Verdejo,
una representación, aunque pueril y poco consistente, de ciertos ‘vicios de dicción’” (71)
Esto sugiere la insuficiente preparación de estos personajes para los cargos que ocupan.
“Una vez más, la caracterización negativa de los ‘notables’ es más atendida y cuidada en la
novela que la representación medianamente verista—esperable dadas las declaradas intenciones
‘naturalistas’ y la supuesta vocación ‘indigenista’ de la novela---del pueblo quechua” (71).
“[…]diferimos de Francisco Carrillo cuando afirma que CMT fue incapaz de representar con
realismo convincente al indígena. En nuestra opinión, no se trata de incapacidad, sino de que tal
cosa estaría fuera de lugar dentro del contexto de la novela y de la sociedad peruana de ese
momento. El discurso profundo de ASN no se dirige al indigenismo, que aun tardaría algunos
años en aparecer, sino a otras dimensiones, por lo que no hay lugar en esta novela para una
presentación realista del indio.” (73)
** “Estamos, entonces, ante una variación de uno de los temas claves del romanticismo
latinoamericano: el enfrentamiento entre ‘civilización y barbarie’. Y, al igual que el propio
Sarmiento, CMT hace hincapié en la necesidad de la instrucción masiva como elemento
crucial que, en combinación con el rescate de los valores éticos y morales, debe abrir paso
hacia la ‘salvación’ y el ‘progreso’ nacionales. La fórmula de CMT es, en suma, una puesta
al día con un reajuste de contenidos de la máxima bolivariana de ‘Moral y luces...’.” (73)
Arriba García concluye, a base de todo esto, que lo que está proponiendo ideológicamente la
novela es un proyecto modernizador que asimilaría los pueblos salvajes al modelo ilustrado
de la capital. Así no se trata tanto de salvar a los indios de la opresión como de salvar la
nación misma de la barbarie, del estado inmoral en que se encuentran los pueblos
provinciales, que se debe más a la falta de educación de los que tienen poder en estos
ámbitos que a las masas incultas.