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12.2.

Sexenio democrático (1868-1874)


En septiembre de 1868 el almirante Juan Bautista Topete se pronunció en Cádiz, y pronto se le
unieron sublevaciones populares en diversas zonas del país. Isabel II huyó a Francia, rumbo al
destierro. La que los progresistas vinieron a denominar "Revolución Gloriosa" había triunfado
después de la batalla del Puente de Alcolea contra las tropas del gobierno.

El Gobierno provisional (1868-1871)

Inmediatamente se estableció un gobierno presidido por el general Serrano, con Prim en el ministerio
de Guerra. El nuevo gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal. En
ellas vencieron los progresistas y marcaron con su ideología la nueva constitución que se aprobó al
año siguiente. También en las elecciones había triunfado la opción monárquica, aunque muchos
políticos del Partido Demócrata, disconformes, acabarían pasándose a las filas del Partido
Repúblicano, que atraía bastantes simpatías en los núcleos urbanos, proclamando su anticlericalismo
y sus ataques a la estructura del ejército.

Las nuevas cortes, procedieron a elaborar una nueva Carta Magna, la Constitución de 1869, que
establecía la Soberanía nacional, libertad de cultos, sufragio universal directo y la monarquía
democrática como forma de gobierno. El poder ejecutivo recaería en el Consejo de Ministros, y el
legislativo en unas cortes bicamerales, elegidas ambas por el cuerpo electoral.

La Monarquía democrática: el reinado de Amadeo I (1871-1873)

Tras aprobarse la constitución en la que se establecía la monarquía como forma de gobierno, el


general Serrano fue nombrado Regente y Prim pasó a presidir un nuevo gobierno, que se impuso la
tarea de buscar monarca. Finalmente las Cortes eligieron como nuevo rey a Amadeo de Saboya,
hijo del Víctor Manuel II, rey de la recién unificada Italia, y perteneciente a una dinastía con fama de
liberal.

Pero el mismo día de la llegada de Amadeo a España fue asesinado el general Prim. El general
progresista era el principal apoyo del nuevo rey y su ausencia debilitó grandemente la posición del
nuevo monarca, que solo llegó a poder velar el cadáver del que había sido su principal valedor.
Amadeo se encontró inmediatamente con un amplio frente de rechazo. En este, destacaban la
aristocracia y los terratenientes que temían la pérdida de sus privilegios; los sectores industriales
asociaban la figura del rey a la del liberalismo económico, lo que perjudicaría a la débil industria
española; y, por último, el clero no olvidaba que el padre del monarca, Víctor Manuel II, había
obligado al Papa a renunciar a sus posesiones territoriales en los Estados Pontificios.

Además, había otros grupos variopintos y enfrentados: los carlistas, todavía activos en el País Vasco
y Navarra; los "alfonsinos", partidarios de la vuelta de los Borbones en la figura de Alfonso, hijo de
Isabel II; y, finalmente, los republicanos. Tan solo un sector del Partido Progresista, los radicales,
dirigidos por Ruiz Zorrilla, le prestaron su apoyo para la formación de gobierno. Por eso los dos años
que duró su reinado se caracterizaron por una enorme inestabilidad política, con disensiones cada vez
más acusadas entre los partidos que habían apoyado la revolución. Impotente y harto ante la
situación, Amadeo I abdicó a principios de 1873 y regresó a Italia.

Sin otra alternativa, era impensable iniciar una nueva búsqueda de un rey entre las dinastías
europeas, las Cortes proclamaron la República el 11 de febrero de 1873

Los escasos republicanos pertenecían a las clases medias urbanas, mientras las clases trabajadores
optaron por dar su apoyo al incipiente movimiento obrero anarquista. La debilidad del régimen
republicano provocó una gran fractura política. Cuatro presidentes de la República se sucedieron en el
breve lapso de un año: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.

Estanislao Figueras fue el primero en dirigir un nuevo régimen que solo fue reconocido
internacionalmente por EEUU y Suiza. En el interior, la mayoría de las fuerzas políticas pasaron a la
oposición y, por si fuera poco, los propios republicanos se dividían en unionistas y federalistas. Estos,
finalmente, acabaron triunfando, y consiguieron la proclamación de una República Federal . Figueras,
casi al mismo tiempo, presentó su dimisión y fue sustituido por Francisco Pi i Margall que, a lo largo
del verano de 1873, impulsó los trabajos de una nueva Constitución, mientras intentaba, en vano,
hacer frente a los problemas de España:

a) La nueva guerra civil carlista - Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro, encabezó
una nueva insurrección carlista en el País Vasco y Navarra. Aprovechando el caos
general, los carlistas llegaron a establecer un gobierno en Estella, Navarra.
b) Las sublevaciones cantorales - Los republicanos federales más extremistas se
lanzaron a proclamar cantones, pequeños estados regionales casi independientes en
Valencia, Murcia y Andalucía, sublevándose contra el gobierno republicano de
Madrid. El ejército consiguió reprimir la insurrección. La resistencia del cantón de
Cartagena le convirtió en el símbolo de este movimiento en el que las ideas
republicano-federales y anarquistas se entremezclaron.
c) La guerra de Cuba - En 1868 se inició en isla caribeña una insurrección anticolonial
que derivó en lo que los cubanos denominan la “Guerra Larga”, que se inició con el
llamado “Grito de Yara”
d) Las conspiraciones militares alfonsinas - Entre los mandos del ejército se fue
imponiendo la idea de la vuelta de los Borbones en la figura del hijo de Isabel II,
Alfonso.

Aún con todo, los gobiernos republicanos impulsaron varias reformas, tales como:

• Supresión impuesto de consumos, aunque ello agravó la situación de la Hacienda.


• Eliminación de las quintas. De nuevo una medida popular propició el debilitamiento del
estado republicano frente a la insurrección carlista.
• Reducción edad de voto a los 21 años
• Separación de la Iglesia y el Estado. Este dejó de subvencionar a la Iglesia.
• Abolición de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico.
• Proyecto constitucional para instaurar una República federal, en la que:
a) España quedaba organizada en diecisiete estados, uno de los cuales sería Cuba
(Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla La
Nueva, Castilla La Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra,
Puerto Rico, Valencia y Provincias Vascongadas.
b) Cada uno de ellos tendría su propia constitución, que no podrá contradecir a la
Constitución federal, y al presidente de la república le correspondería un cuarto poder,
llamado “poder de relación”, para mantener el equilibrio de todo el funcionamiento
constitucional. El Presidente de la República será elegido cada cuatro años por
sufragio universal indirecto.
c) Los poderes de la federación serían el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial y el Poder
de Relación entre estos poderes.

Pero los problemas eran demasiados. A Francisco Pi i Margall le sustituyó Nicolás Salmerón, al
frente de la Presidencia de la República y, a éste, Emilio Castelar, quien, para salvar al régimen y
como medida desesperada, decidió devolver el poder a los militares (Jovellar, Martínez Campos,
Fernando Primo de Rivera,…) con el fin de restablecer el orden público y la unidad del estado.
Además, suspendió las garantías constitucionales hasta que se celebrase una sesión en el Congreso,
el día 4 de enero de 1874. En dicha reunión, los diputados deberían decidir si las medidas llevadas a
cabo por Castelar habían tenido éxito o no.

Ese día se celebró la prometida sesión plenaria, pero el general Pavía encabezó un golpe militar. Las
Cortes republicanas fueron disueltas y se estableció un gobierno presidido por el general Serrano que
suspendió la Constitución y los derechos y libertades.

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