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David Wilkerson
18:48 03/02/2010
Los pastores ungidos de Dios, maestros y evangelistas son tan culpables como las
multitudes del redil que sólo buscan los placeres. Los mayordomos del evangelio
deberían estar redimiendo el tiempo y no malgastándolo en pasatiempos, deportes,
recreación y la televisión. Muéstrame un hombre de Dios que se sienta enfrente del
ídolo de la televisión, desperdiciando horas preciosas, perturbando su alma y su
mente con la corrupción del infierno, y yo te mostraré a un mayordomo injusto a
quien Dios traerá a cuentas y le despojará de toda autoridad espiritual.
Los reyes del poder en la casa de Dios son aquellos que malgastan el poder de su
amo para justificarse a sí mismos. Quieren ser conocidos y respetados como
profetas, como los hombres del momento, buscados como poderosos guerreros de
fe, acción y poder. Aman el aplauso de los hombres, la adulación como para un
héroe; les gusta ir por ahí oyendo esas palabras de autoaprobación. “¡Miren, ahí
esta! ¡Ahí va ese poderoso hombre de fe, acción y poder!” Pablo denunció esa
adulación a ministros. Debemos dar honor a quien honor merece, y ése es
¡solamente Cristo!
Un poco del santo poder de Dios que no es usado o aprovechado solamente para la
gloria de Cristo es un desperdicio. Es un mayordomo injusto gastando para sí
mismo lo que no le pertenece. Sin embargo, aún hay hombres que se levantan
grandes nombres para sí mismos, robándole la gloria y el poder al Señor, para
engrandecerse ellos mismos.
Uno de estos días, muy pronto, Dios nos va a poner de espaldas contra la pared y
nos va a pedir cuentas de la forma en que manejamos Su preciosa fe. ¿La
gastamos sólo en trivialidades, como si la fe sólo existiera para hacernos la vida
más fácil? ¿No nos preguntará el Señor, con ojos penetrantes, por qué no usamos
sus riquezas sabiamente? ¿Qué pasará en el tiempo que viene pronto, cuando
legiones de demonios sean soltados sobre esta generación, y los gobernadores de
las tinieblas extiendan sus reinos siniestros, y furiosas tentaciones; cuando los
ejércitos de Satanás vengan en contra de nosotros, y los burladores y los
torturadores y los anticristos se levanten para acosar a los hijos de Dios? ¿Estará el
pueblo de Dios, los mayordomos de Dios, en la línea del frente haciendo una gran
demostración de fe para la gloria de Cristo, o estarán de pie delante del Juez para
ser despojados y echados fuera por malgastarla? ¡Señor, ayúdanos!
LA GRAN LECCIÓN
La gran lección de esta parábola va más allá de la tragedia de una iglesia que
desperdicia las riquezas de Cristo en intereses egoístas; va hacia el pensamiento
corrupto de los mayordomos cristianos que han sido despojados de la autoridad
divina. Los mayordomos del evangelio que desperdician el tiempo, la fe, el poder y
otros recursos divinos van, por consiguiente, a perder su autoridad espiritual en
Cristo y van a ser libres para comprometerse con sus propios planes y proyectos.
Perderán su unción y se arrastrarán inventando un evangelio que perpetúe sus
propios intereses.
“Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita
la mayordomía” (Lc. 16:3).
Ya no es su interés principal: “¿Qué puedo hacer por el Señor?”, sino, “¿Qué puedo
hacer por mí?”. Esto incluye tanto a discípulos como a ministros.
Por toda la nación, oigo de gente santa de oración, la misma cosa que oigo de mi
Padre del cielo. Aquellos que están caminando con Dios, viviendo en el Espíritu,
instintivamente sienten que Dios ha descubierto, y que deplora, todas las
abominaciones en la iglesia, en el púlpito, en las predicaciones y en algunos
ministerios populares.
La mayor parte de los mayordomos modernos que han sido despojados por Dios de
todo servicio espiritual no son tan sabios como el mayordomo injusto, no se dan
cuenta de que ya todo terminó. No se han dado cuenta de que ya han sido
despojados de su mayordomía. Pero tú te puedes dar cuenta que se acabó, por los
planes y proyectos que presentan centrados en el hombre. Los intereses de Dios ya
no son lo más sobresaliente, ahora lo único importante para ellos es su próximo
proyecto. Terminan un proyecto de hombre solamente para lanzar otro más
espectacular que el anterior.
Algunos de ellos no recibirían un solo profeta hoy en día, están tan altos y son tan
poderosos, están tan confiados en sí mismos, tan ricos, tan influyentes, tan
establecidos en sus caminos, tan comprometidos con sus propios planes y
proyectos, que no pueden escuchar nada.
¡Sus ojos están cerrados, sus oídos no oyen, y no saben que la gloria se ha ido y
que Icabod ha sido escrito sobre sus puertas! Y tan cierto como que el mayordomo
injusto fue derrocado, así también ellos caerán. Dios va a cortar el suministro y va
a hacer una cosa tan sorprendente que los oídos de todos los que lo oigan van a
retumbar.
Llamo a todos los santos que oran en toda la tierra que empiecen a ayunar y a orar
por la limpieza dentro de la casa de Dios y entre sus ministros y ministerios. Que
empiece conmigo y con el ministerio a mi cargo. Yo necesito esta purificación tanto
o más que todos los otros. Ora porque el fuego santo de Su santidad llene de temor
todos los púlpitos. Ora para que Dios salve los ministerios que aún pueden ser
salvados, que Dios humille y rompa las voluntades necias de los hombres centrados
en ellos mismos, que haya arrepentimiento y un regreso a la pureza y a la
honestidad. Ora para que ellos respondan pronto. Únete a todos los otros santos
que oran. ¡Que ya no se malgasten los recursos de Dios! Ya no más alianzas con
aquellos que no tienen preocupación por los intereses de Dios, sino que usan a
otras personas para aumentar sus intereses egoístas. ¡Ya no más confiar en
aquellos que ofrecen un evangelio barato y de oferta!
Este mayordomo despilfarrador dijo: “Ya sé lo que haré para que cuando se me
quite de la mayordomía, me reciban en sus casas” (Lc. 16:4)
Procedió a llamar a todos los deudores de su amo y les ofreció tratos con tarifas
reducidas. Al deudor que debía a su amo cien medidas de aceite le decía que sólo
pagara cincuenta. El redujo el trato de otro deudor que debía cien medidas de trigo.
Le dijo que sólo necesitaba pagar ochenta medidas. Les ofreció a todos los
deudores atractivas rebajas en los tratos.
Ahora hemos llegado al corazón del mensaje de esta parábola. Estos mayordomos
que han sido despojados, van por ahí haciendo tratos rebajados con deudores que
andan buscando una forma de pago barata. ¿Quién quiere pagar el precio completo
de la redención cuando hay en pie una oferta de saldar la cuenta con una salvación
barata? ¿Quién quiere llevar los sufrimientos de Cristo cuando puedes “cumplir” con
menos? ¿Por qué soportar la muerte, la cruz, el oprobio y el rechazo cuando
simplemente, reclamas tus derechos y puedes volar justo hasta el paraíso sin pena
ni sacrificio? ¡Santos, alíniense -es tiempo del evangelio basado en tratos baratos-!
Que quede esto claro. Dios no está alabando el mal proceder del mayordomo, ni
está recomendado sus acciones como tales. El sólo recomienda la forma astuta en
que el mayordomo injusto se condenó a sí mismo. El amo alabó la manera en la
que selló su ruina. En otras palabras: “Tú pensaste sabiamente en ofrecer estos
tratos rebajados. Pero cuando todo se venga abajo, y se vendrá, tú y todos los que
participaron contigo en tus ofertas deshonestas, serán enviados a los lugares donde
habita Satanás”.
Lo que Dios nos está diciendo es que no hay atajos, no hay consagraciones a
medias, no hay caminos fáciles a la gloria, o sin dolor. Vamos a pagar el precio
completo, esto significa que tomemos nuestra cruz, nos neguemos a nosotros
mismos y lo sigamos a El hasta la plenitud de la vida de resurrección. En el día del
juicio todos los mayordomos despojados y sin poder se van a parar delante del
trono del juicio de Jesús, mirando no sólo sus ojos llameantes sino que también
verán a los pobres hijos perdidos del reino a quienes ellos engañaron con ese
evangelio parcial. ¡Qué alarido será oído! Ellos rechazarán a sus falsos profetas,
gritando: “¡Falso! ¡Impostor! ¡Pastor cruel! ¡Hijo de Icabod! ¡Inventor de mentiras!
¡Nos heriste con ceguera con tus medias verdades!”.
Todo lo que le puedes elogiar a algunos hombres de Dios y a ciertos ministros hoy
en día, es que su astucia y su ingenio están proveyendo para ellos y sus seguidores
un camino con Jesús a un precio de oferta. Y es astuta la manera en que las
Escrituras son torcidas y entrelazadas para hacer que suenen correctas y aprobadas
por Dios. Han ido ya tan lejos que muchos pueden pecar a voluntad y no ser
convictos de pecado. Pueden decir con el Israel apóstata, “Librados somos para
seguir haciendo todas estas abominaciones” (Jer. 7:10). Doctrinas de demonios y
doctrinas de falsa seguridad son ofrecidas a aquellos que escogen vivir vidas
carnales y sensuales.
El mayordomo injusto pensó que había asegurado su futuro, pero era una falsa
seguridad. El seguía siendo el mismo hombre permisivo, tramposo y sensual que
siempre había sido, y los amigos que iban con él eran de su misma naturaleza,
todos ellos cegados por una falsa seguridad. Puedes estar seguro que pagó un alto
precio por su engaño. ¿Quién puede dudar que el amo rechazó los tratos rebajados
que ofreció el mayordomo injusto? Yo creo que el amo demandó el precio completo.
Dios le dijo a la iglesia de Laodicea, tan llena de bienes y que alardeaba de no tener
necesidad de nada, en realidad eres desventurada, pobre, miserable, ciega y
desnuda. Y hasta que no renuncie a toda la tibieza, Dios la vomitará de Su boca a
ella y todo lo que representa. Este hecho espantoso ya está sucediendo.
¡Dios danos mayordomos fieles! Danos santos en el púlpito y en las bancas que se
vuelvan al Señor con todo su corazón, que rompan sus ídolos, y caigan contritos
delante de Tu presencia. Y Dios, vuelve a traer el evangelio de justicia, de
separación del mundo, y mandamientos santos de amor, y levanta ejércitos de
vencedores que alisten sus lámparas y se preparen para recibir al Novio. Dios,
llévanos a la Cruz, a la muerte de nosotros mismos, a reconocernos muertos al
pecado por fe, y a la resurrección en el reino de Vida Eterna en Cristo. Amén.
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