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GRADOS DE ORACION Y PRINCIPALES FENOMENOS QUE LES ACOMPANAN CUESTIONES MISTICAS POR EL P. Fr. Juan G. Arintero, O.-P. Teol., Lic. en Cleacias : ra.en San Esteban de Salamanca Mtro. Prof. de Sda, Bs CON LICENCIA DEL ORDINARIO Y DE LA ORDEN SALAMANCA ESTABLECIMIENIO TIPOGRAPICO: DR CALATRAVA a cargo de Manuel P. Criado 1916 APROBACIONES NIBIL OBSTAT Fr. Pedro N. de Medio, ‘L. de Teslogia i y Censor del Obispado y de la Orden. E, de Teologia | Fr. Justo .F. Palacios, y» Censor de la Orden. IMPRIMATUR fr. Vincentius flvarez Cienfuegos, Prior Prov. Hisp. O. P. IMPRIMATUR 88 El Obispo de Salamanca. PROTESTAS DEL AUTOR 1,2 Todas nuestras'opiniones van sometidas ala correccién y al in« felible dictamen de la S. M. Iglesia Catélica, cuyo sentido es el nues- tro, y en cuyo seno queremos vivir y morir. 2." En conformidad con los decretos Pontificios, las calificaciones de santo o venerable y otras anélogas no tienen més valor que el de una piadosa apreciacién privada, sin énimo de prevenir el inapelable fallo de la misma Iglesia. ‘GRADOS DE ORACION Arricuto I y pretminar.—MISsTERIOS DE LA VIDA CRISTIANA Y VIDA MISTICA - La vida mistica, podemos decir, abarca en cierto modo toda la vida propiamente cristiana (1); puesto que todo fiel cristiano, por el mero hecho de bautizarse en Cristo—que es como despojarse misticamente de sf mismos y revestirsé de E]—(2), simboliza su propia muerte a todo, su espiritual sepultura y resurreccién, y su nueva vida escondida con Cristo en Dios (3). —Y esa misteriosa vida-asi ocu/ta en Dios es la vida mistica, que en cada cristiano, para que sea per- fecto y como otro Cristo—cAristianus alter Christus—debe reproducir, segtin luegé veremos, todos los adorables mis- terios de nuestro Salvador (4). (1) Cir. Evolucién mistica, p. 608; Weiss, Apolog., 1X, Cf.* IV. (2) Gal. 3, 27. 8) Rom. 6, 4; Col. 2, 12 3,3. 44) I Petr., 1, 1315; 2, 21-25; Gal, 2, 192031] Tim., 2, t1- 6 GRADOS DE ORACION.—aRrT. 1.° Por el bautismo, en efecto, nos ingertamos en Cristo (1) para formar con El un solo cuerpo, que es su cuerpo misti- co (2), animado de su mismo Espiritu y poseido cada vez més de sus divinos sentimientos, a medida que nos despo- jamos de los propios (3). Y asi es como recibimos la adop- cién de hijos de Dios mediante la infusién del Espiritu San- to, el cual, con su don de piedad, nos mueve a invocar al Todopoderoso con el dulce nombre de Padre, y a servirle, amarle y honrarle como a tal, orando como conviene (4). Y asi mora én nosotros no sélo se//éndonos con ta viva imagen de Cristo, cuya fisonomia nos imprime (5), sine también ungiéndonos e ilustréndonos con la suavidad,.dul+ zura y claridad de su gracia, que es en: substancia toda la vida mistica y la misma vida eterna, oculta e inmanente en nosotros (6).—Le recibimos como fuente de agua viva que, por imputso o instinto divino, nos hace saltar hacia la vida eterna (7); y en nosotros mora no sélo como vivificador que nos purifica, nos fortalece y renueva, destruyendo en nos- otros todos los elementos de muerte (8), sino también como Sefior (9) con pleno derecho a dominarnos, dirigirnos y go- bernarnos (10), imponiéndonos sus dulces leyes de amor (c) que nos dan la espiritual y gloriosa libertad de los hijos de Dios y nos libran de las tiranias y esclavitudes mundanas y de la vida rutinaria (11). Todo nuestro bien consiste, pues, en adherirnos a Dios (12) hasta hacernos unsoloespiritucon El(13);en serle verdadera- mente déciles y docbiles (14), sin nunca contristar a su amo- roso Espiritu, sin resistirle ni menos extinguirle (15), dejan- dole dar voces en vano; sino procurando estarle muy aten- tos, recogidos en nuestro interior, para oir bien, deseando cumplirlo fielmente, !o que en nosotros se digne hablar el Sefior, nuestro Dios, porque habla palabras de paz a sus 1) Rom., 6, 5; 9, 24 (3) Rom. "(3, 5° Cor., 12,12 Q) 2, 4 27 : 3) 8,5, 1g, 16; Cor. by 19; Gal. 5, 25; Phil. 2,5;Eiph. 4, 2204. ( Rom., 8, 15, 26; Gal. 4,5. : (3) Eph. 1, 13; ll Cor. i, 21-22; 3, 18. u; ef. ib., 3, 15. (6) Rom. 6, 23; 1 Joan. a, 20; 5, (7) Joan. 4, 147 7, 37-39. (8) Rom.6, 6. oF (9) Credo... in Spiritum, Dominum et vivificantem. (fo) 1 Cor. 6, 19-20. £2 Rom. 8, 14, 21; Gal. 4, 597; 5, 18: Il Cor. 3, 17. (12) Ps, 72, 28. : 13) Cor. 6, 17. 4) Jn. 6, 45. 13) Act. 7, 51; Eph. 4, 30; I Thes. 5, 19. VIDA CRISTIANA ¥ VIDA MisTICA 7 santos.y a cuantos se convierten al corazén (1): Y-enton- ces, morando en nosotros, conforme ‘dice San Juan de la Cruz (2), «agradado», no tardaré en constituirse de hecho dulce Duefio, Director, Consolador y Maestro de nuestras almas, que en todo nos mueva y gobierne como a perfectos hhijos de Dios, haciéndonos proceder, no segun la carne y sangre—non secundum hominem—, sino de un modo so~ brenatural, sobrehumano y verdaderamente divino, es de- cir, misticamente o secundum Deum. A esto se ordena todo el trato fntimo, amoroso y fami- liar con Dios mediante la oracién y contemplacién, a ir co- piando é imitando lo mejor posible—y dejar que el divino Espiritu imprima «sobrenaturalmente» en nosotros—las ado- rables perfecciones del Padre Celestial, procurando al efec- to configurarnos con su Unigénito, esplendor de su gloria y nuestro ejemplar y modelo (3), (1) Ps. 84,9. .(Q) Llama de amor viva, canc. 4, v. 3. (3) La oracién, dice Santa Teresa (Vida, c. 8), es «tratar de amis~ tad... a solas con quien sabemos nog ama>.--«jQué cosa es oracién, regunta a su vez San Alfonso Rodriguez (Declaracién del Padre- ete ey rear een Sere api cones meee ‘contemplando sus perfecciones?, Mas «la perfecta contemplacion, dice el P. La Puente (Gu/a, tr. 3, . 4), proporcionalmente consiste en formar dentro de nuestro espiritu, que abraza entendimiento y voluntad, una viva imagen de la gloria del mismo Dios. Esto es, de su Divinidad y de sus infinitas excelencias y perfecciones». Y quien nos acaba de formar y nos imprime esa . © Y en efecto: «Ratio formalis 7 cognoscit istas causas, dice Juan de Santo Tomas (in 1-2, 4,20. di, 18 0. 4, § VI), est experimentum ‘quoddam internum, quod habetur de Deo, et rebus divinis in ipso gus- tu, seu affectu, et delectatione, seu tactu voluntatis interno de istis re~ bus spiritualibus. Ex hac enim unione, quasi connaturalizatur anima ad res divinas, et per gustum ipsum discerit eas.a rebus sensibilibus et creatis». «Cum ergo donum sapientiae non quaelibet sapientia sit, sed spiri- dus sapientiae, id est, ex affectu et spiritu, et donatione ipsa qua expe- rimur in nobis quae sit voluntas Dei bona, et beneplacens, et perfecte judicans de ipsis rebus divinis, oportet quod ratio formalis qua donum ‘sapientiae attingit causam altissimam, id est, causam divinam, sit ipsa 8 GRADOS DE ORACION.—aRT. 1,° . Para saber, pues, los grados que ofrece esta divina vida y los fendémenos que presenta desde que la recibimos en el bautismo hasta que se despliegue plenamente en la Gloria, hay que tener muy presentes los misterios todos—gozosos, dolorosos y gloriosos—de la vida de Nuestro Seftor; y por eso nos conviene tanto meditarlos. al lado de Maria, en el Santo Rosario; pues todos ellos—desde la misma Encarna- cién de Spirita Sancto, ex Maria Virgine, y desde el naci- miento hasta la pasidn, muerte, resurreccion, ascensién y ndel mismo divino Espiritu—, que esdonde secon- suman las maravillas de la vida cristiana, han de reproducir- se a su manera, como en otros tantos Cristos, en todos les cristianos perfectos (1). Y aquellos en quienes no se hayan’ reproducido de algun modo, seraén siermpre muy imperfec- tos y pequefiuelos, segun advierte San Bernardo (Serm. 4). APENDICE a) La participacién de los misterios de Cristo.—Toda alma cristia- na, dice el V. Olier, debe participar en general de todos los misterios de Jesucristo y de un modo especial de estos seis: La Encarnacién, la Crucifixién, la Muerte, la Sepultura, la Resurreccién y la Ascensién. 1° “EI misterio de la Encarnecién obra en nosotros la gracia del aniquilamiento a todo interés yemor prepios s decir, que asi como por el sagrado misterio inefable de la Encarnacién la Santa Humanidad de Nuestro Sefior Jesucristo qued6 aniquilada en su propia personali~ dad, de suerte que ni se buscaba ni tenia ningun interés particular, ni obraba por Si misma, habiéndosele substituido la personalidad del jo de Dios, el cual buscaba siempre el interés de su Padre; asi nosotros ‘dehemos aniquilarnos a todo propio designio, a todo interés personal, pora no tener mas que los de Jesucristo, que esté en nosotros a fin de vivir alli también para su Padre y como diciéndonos (cf. Joan. 6, 58): Asi como mi Padre me envid cortando toda raiz de buscarme a Mi mismo, no dandome Ja personalidad humana, sino uniéndome a una Persona divina para hacerme vivir por El;—asi, cuando me coméis, vivis por Mi, y no por vosotros, pues Yo lleno vuestra alma de mis deseos y de mi misma vida, la cual debe consumir y aniquilar en vosotros todo lo que sea pro~ pio: de suerte que Yo sea quien en vosotros viva y lo desee todo; y asi . aniquilados en vosotros mismos, quedaréis revestidos de Mi. —Este re~ vestimiento de Jesucristo es una segunda gracia del misterio de la En» notitia quae habetur experimentaliter de Deo, quatenus unitur nobis, et invisceratui, et donat seipsum nobis: hoc enim est ex spiritu scire, et non solum ex lumine, aut ‘discursu monstrante quidditatem, sed ex affect experiente uniionem,. id. \bid., § IX.—-Cf. S. Thom., 2-2, q. - 8. 2. : [ (3) ‘ein Christo omnes crucifixi, omnes mortui, omnes sepulti, om- nes etiam resuscitativ. San Leén M., Serm. 64, 7. . 2.° El misterio de Ja Crucifixion nos da gracia y fortaleza para cru cificar todos nuestros miembros con la virtud del divino Espiritu, que es el ejecutor de la sentencia pronunciada contra la carne. Los clavos de que se sirve son las virtudes que sujeten el amor propio y los deseos carnales — Este estado supone, pues, que el alma estd aun viviendo a si misma y luchando, y que el divino Espiritu usa de violencia para tmortificar y crucificar el cuerpo. 3.° Del misterio de /a muerte de Nuestro Sefior participamos por . Ja Comunién, donde le recibimos en estado de victima y recibimos la gracia que en ese misterio nos adquirié. - En él estado de muerte el ‘corazén no se conmueve en su fondo por més conmociones 0 impresio- nes que de afuera le vengan; el cristiano esté entonces como insensible a todo, por estar muerto en Nuestro Sefior.—Mortui enim estis (Col. 3, 3).—Pueden sentirse los ataques y haber gran turbacién al exterior, pero el interior esté en paz, y sin alterarse por nada; por estar como . Tmuerto e insensible a las cosas del siglo a causa de esa intima vida di~ vina que absorbe en si todo lo que es mortal (II Cor. 5, 4). 4-°. La Sepultura difiere de la muerte en que el muertoesté adn ala vista de todos, mas al ser enterrado, desaparece por completo y viene a quedar olvidado y pisoteado... El estado de muerte dice tan sélo un estado de consistencia, de firmeza y de insensibilidad; mas la sepultu- ra guiere decir podredumbre, destruccién total de nosotros mismos y produccién del germen de una vida nueva. As{ como del grano de tri- go sepultado nace una nueva planta, asi al ser en nosotros sepultado y destruido el viejo Addm, renacemos a la vide del espiritu para resu~ citar a esa nueva vida divina que el Espiritu Santo alli produce con to~ dos los efectos y movimientos de santidad que la acompafian... En el misterio dela sepultura de Nuestro Sefior vemes renacer su vida divi~ na debajo de la tumba donde habia sido encerrado este admirable trix de los escogidos. : 5.° El misterio de le Resurreccién nos da una gracia de alejamien« to de las cosas de este mundo y de todo lo que no es Dios, y de un desapego de la vida presente que nos hace suspirar de continuo par la patria, a semejanza de Nuestro Seftor Jesucristo, después de resucitar, que deseando ardientemente estar con su Padre, no podia apenas vivir con sus mismos discipulos ni permitié que Magdalena se le acercase. cpr rar pee peng or te a noe PT miento de todo lo presente. : 6.° El misterio de la Ascensién implica un estado de triunfo y de consumacién en Dios, en gue ya no se ve nada qué parezca miseria o flaqueza humana. —Nada de esto tenia Nuestro Sefior resucitado; pero conservaba atin ciertas sefieles, como despojandose a veces en parte de su gloria y haciéndose visible y palpable a sus discipulos. Mas des- puss de su Ascensién ya no tolera interrupcién su gloria, cuyo resplan- lor es tal que no lo pueden soportar ojos humanes, - As{ permanece escondido en el seno de su Eterno Padre, y en unién con El nos envia al Espiritu Santo.—De ahf también el gue un alma, cuando con la gra~ cia que dimana de ese admirable misterio, entre en el sublime estado 10 GRADOS BE ORACION.—-akT. 1.° de la divina ascensién, reciba del Salvador una maravillosa patticipa~ cién de su Divinidad, quedando tan luminosa con su misma claridad, tan abrasada en su amor, tan transformada en El y tan deificada, que con sus transportes de caridad enyia también a su manera al Espiritu Santo a los corazones de los demés fieles, alcanzéndoles copiosas gra~ cias. - Tal es el estado de un alma ya consumada en la virtud y perfec~ tamente configurada con Cristo.—Cf M, Olier, Catéchisme chrétien pour Ja vie intérieure, 1.° P., leg. 20-25; Santa Maria Magdalena de ‘e2zis, Obras, i * P., c. 2-4; en Bvolucién mistice, p. 512-3, b) La muerte mistica y fe vida nueva. «La vida de Jesucristo, ob~ serva el P. Grou (Manuel de ames intér.; Sur la vie nouvelle en J. C.),. fué una continua muerte, es decir, una muerte mistica cuyo tiltimo acto HM consumacién fué la muerte natural. Asila nueva vida que las almas fervorosas debén llevar en J. C. no es otra cosa sino un continuo morir a si mismas; es morir a los mas leves pecados y aun a las menore: erfecciones; morir al mundo y a todas las cosas exteriores; morir a los sentidos y a los cuidados inmoderados del cuerpo; morir al caréc- ter y @ los defectos naturales; morir a la propia voluntad, a la estima y. al amor de nosotros mismos, y aun a las consolaciones espirituales; morir alos apoyos y seguridades con respecto al estado de nuestra al- - ma; en fin, es morir a toda propiedad - 0 apego - en las cosas concer nientes a la santidad.~ Por estos diversos grados de muerte es por donde la vida mistica de J. C. va estableciéndose en nosotros; y cuan= do se haya dado el iltimo golpe de muerte, entonces J. C. nos resuci~ ta comunicdndonos las cualidades de su vida gloriosa, en cuanto es po~ sible en este mundo. Veamos en pocas palabras esos diversos grados de muerte. “Muerte a los més leves pecados y a !as menores imper fecciones: es decir, que la primera resolucién que debe formar un alma que quiera, ser toda de Dios, es'el no cometer jams advertidamente ni la menor falta...; y no negat a Dios nada que vea que Je pide, ni decir: «Esto es poca cosa, Dios me dispensard esta bagatelay. Esta resolucién es esen- cial, y hay que mantenerse en ella con fidelidad inviolable. Esto no quiere decir que no se le escapen faltas de primeros movimientos, de inadvertencia, de fragilidad; pero éstas, por lo mismo quc no son ni previstas ni advertidas, no bastan para detenernos en el cumino de la perfeccién. : “Muerte al mundo y a todas las cosas exteriores: es decir, que no se debe amar mas al mundo ni buscarlo; sino concederle tan sélo aquello que no se le puede negar y que Dios mismo quiere que se le conceda; pero gimiendo en el pee y sufriendo por tener ata con él ese trato indispensable. No hay, pues, que respetar al mundo, ni tener cuenta con sus juicios, ni temer sus desprecios, burlas y persecuciones, ni avergonzarse ante él de nuestros deberes y practicas evangélicas, ni suprimitles por el qué dirén... “La muerte a los sentidos exige que estemos alerta contra la moli~ cie, el amor a tas comodidades y la sensualidad; que no demos al cuer po mas de lo necesario en alimentos, suefio y vestidos; y que lo morti- fiquemos con privaciones y ademés, si la salud lo permite y Dios lo inspira y el confesor lo aprueba, con ciertas penas aflictivas... _ *“La muerte al cardcter implica su dificil reforma, de modo que se conserve lo que tenga de bueno y se corrija lo defectuoso... E] medio de conseguirlo es velar sobre la guarda del corazén y contener sus pri- meros movimientos, no obrando ni hablando segtin el primer impulso, sino manteniéndonos en paz y en posesién de nosotros mismos. .. “La muerte a la propia voluntad y al propio juicio es un punto de mucha extensin ¥ de difiel practica. Ante todo, en las cosée ordine= VIDA CRISTIANA Y VIDA M{STICA ae rias, hay que procurar someter el propio gusto y la propia voluntad a ta razén, no dejandose llevar de caprichos y fantasias, y respetando el ae Page aera erg er erp tual, recibamos con sencillez lo que Dios nos da y estémonos como nos pone, sin desear otra cosa..,; practiquemos la obediencia a nuestro di- rector y reprimamos la actividad de nuestra mente, manteniéndonos siempre bajo la dependencia de Dios y sin reflexionar sobre nosotros mismos... En general procuremos tener nuestro entendithiento y cora~ zén en cierto vacio, a fin de que pueda Dios alli poner a su gusto lo que quiera... - “La muerte a la estima y amor de nosotros mismos, debe ser cada vez mis intima; puesto que lo mas arraigado que tenemos es el orgu« Mo y amor propio, que son los grandes enemigos de Dios y nuestros. El los combate y persigue sin tregua en un alma que se le ha entrega~ do, y ella debe dejarle hacer y aun secundarle cuando sea ocasién. “Muerte a los consuelos espirituales.—Cuando Dios los retira, que~ tiendo como destetar al alma, ésta no halla gusto en nada: todo le pe~ sa, le fastidia y la cansa, y ya nosiente la presencia de Dios,.y aunque tiene la paz no se da cuenta de ella ni aun cree que {a tiene... Es pre- ciso que el alma sea generosa y acepte estas privaciones, acostumbrén~ dose a no buscarse en nada, amendo @ Dios con puro amor y sirvién~ dole por Si mismo y a expenses propias. Entonces el servicio de Dios cuesta mucho a la naturaleza, la cual grita y se queja... Y hay que de- jarla gritar y ser més fiel que nunca, hay que llevar arrastrando la vic« tima al sacrificio, sin hacer caso de sus repugnancias. “Muerte a los apoyos espirituales... Mientras que el-alma, en me- dio de sus tentaciones y pruebas, tiene algiin spoyo en el fondo de su conciencia o en las palabras de su director..., no le es tan dificil sopor~ tar las mayores penas. Mas cuando se encuentra como suspendida en el vacio, viendo el inferno a sus pies, sin nada que la apoye y proxi- ma a caer en cada momento; en una palabra, cuando se persuade que Dios !a ha abandonado y que se halla perdida sin remedio, y en vez de ° tener quien la desengafe, todo concurre a afianzarla en esta persua~ sién, entonces son extremadas sus angustias y necesita un valor herdi~ co para perseverar y someterse a lo que Dios quiera disponer para siempre de ella. : J “Muerte a toda propiedad concerniente a la santidad.—Como el alma se habia apropiado—en cierta manera—los dones de Dios, las virx tudes con que Ei la habia enriquecido, y habia tenido alguna compla~ cencia en su pureza, la despoja Dios de todo, no en cuanto a la reali~ dad, sino aparentemente, reduciéndola a una completa desnudez; de modo que ya no vea en sini dones, ni virtudes, ni nada sobrenatural. No sabe ella ya lo que es, ni lo Ee, fué, ni lo que vendré a ser. Sus pe~ cados, su nada, su reprobacién: he ahi lo que veen si, y.de lo que se cree digna. He ahiel comienzo de la consumacién de la muerte mis~ tica. Pero cerca esté la resurreccién al estado glorioso>. ©) La generosa entrega total y las leyes de amor.—sjAh, mi Sefior, exclamaba la V. Ana Marfa de Son José (Autobiografia, n. 48), si nos dejamos verdaderamente en vuestras manos y ponemos toda nuestra fe, esperanza y amor en Vos, mi Rey, todos Eee en june tos, todas las dichas, las felicidades, los aciertos! ;Cémo page Dios una determinacién resuelta y confiada que con generoso animo se determi~ na de buscar fa Margarita precioga, que es el mistno Dios! Y después que con amor, por amor lo deja (el alma) todo del todo, por abrazarse con el Todo, jamas le parece que ha hecho nada, ni dejado nada, ai pa~ decido nada: todo se lo dan de balde, todo de gracia,.como lo ensefia el amor a estimar el servir por amor. Pues el divino Maestro jcémo la 12 GRADOS DE ORACION. art. 1.° regalal jCémo la mortifical {De qué manera Ia saca de: las inclinacio~ nes, ya con regalos para que no pierda el animo y desmaye en el ca- mino, y después de fortalecide en ja virtud con ausencias y-soleda~ des! Porque gusta de que le busque por amor y buscando la gloria de Dios y no sus comodidades espirituales—que de otras ya se ve.que no se admiten en las leyes del amor -, porque toda la comodidad es aco- modarse a to 0 y renunciar todo lo que hay de-Adén. Pues jcon qué artificio la rige el que es la suma sabiduria y prudencia, cémo la Consuela, cémo le sufre sus desigualdades y villantast La favorece de manera, que parece que con los efectos que quedan de las mercedes, estd ya todo vencido, que ya'no sdlo no hay enemigos, sino que no se atreveré ninguno; y cuando esté en esta alegria, lo que le parece que estd vencido hace ruido, emprende desasosiegos, guerras y temorcs; porque como este Sefior gusta tanto de que sus dones se estimen y po~ sean con humildad, cuando por el ejercicio y por la gracia se hubieren ganado las virtudes, y se hubieren mortificado las inclinaciones, levan- taré guerra y batallas sobrenaturales. Que siendo el mismo Rey de la pez y hablondo con su gracia vencido la naturaloza, porque la piedra se labre bien (la prueba), no sélo con el vencimiento de fos vicios, six no con la guarda de los aranceles del amor, que tiene reglas muy es~ trechas-.. Y si naturalmente se descuida, amor la hace en medio del descuido recatada y cuidadosa; y siendo por amor sencilla como palo~ ma, la hace juntamente cautelosa; y finalmente, siendo Ilana, céndida y simple, la hace celadora de si misma, recatada; estando siempre en suefio de oracién, anda velando sobre si, porque amor es el que junta~ mente adormece y hace los recuerdose. Arricuto II.—Los prversos GRADOS DE ORACION Y DE VIDA SPIRITUAL Aunque en realidad la reproduccién que acabamos de ver de los misterios de nuestro Salvador es lo que consti- tuye la verdadera substancia de la vida mistica, y asi nues- tro aprovechamiento esté en «crecer en gracia y conoci- miento de El» (II Petri, 3, 18); sin embargo, como todo esto se logra de un modo especial en la oracién, y ésta es la es- cuela de la vida religiosa~pues conforme decia San Agustni (Serm. 90): Bien vive el que bien ora: Recte novit vivere, gui recte novit orare—de ahi que, para reconocer los diver- sos grados de la vida espiritual—que debe ir siempre en aumento (1) -, baste saber los de la oracién que le sirven como de norma; ya que ésa vida es un eco de la misma ora- cién, 0, mejor dicho, una oracién continua, una incesante conversacién en los cielos (2). Los diversos grados 0 maneras de oracién son, pues, como los diversos talentos espirituales que Dios nos da pa- (1), «Nemo infima deserens, advierte San Gregorio (Moral. 1. 22, ¢. 19), repente ft summus, quia nd obtinendum perfectionis meritum, - dum quotidie mens in altum ducitur, ad hoc, procul dubio, velut ascen= sionis quibusdam gradibus pervenitur>. : (GQ) Buc. 18, 1; 216 36; 1 Thes. 5, 17; Phil, 3, 20. ~ LOS DIVERSOS GRADOS DE ORACIGN 13 ra tratar y negociar con El el unum necessarium, que es la asecucién de su reino y su justicia. Cada cual debe, pues, orar segtin la manera especial de oracién que Dios le day, le sefiala, y no de otro modo; porque esto seria salirse -del * orden y. plan divino (1).—Mas quien emplee bien los talen- tos recibidos, luego los encontraré duplicados y aun cen- tuplicados (Mt. 25, 14-29). . Orer es conversa: con e/ mismo Dios, entrando en inti- mo trato y familiar sociedad con El (2), mediante las tres virtudes teologales—que, haciéndonos participar del mutuo conocimiento y.amor de Jas tres Divinas Personas, nos unen mas y més con Ellas—, y mediante los siete dones de! Espi- ritu Santo que nos ponen bajo la amorosa direccién y mo- cién de este divino Consolador, y que son los misticos ojos con que el Cordero inmolado nos permite penetrar las ma- ravillas del libro de sus misterios (Apoc. 5, 6) (3). Arricuro II].—Grapos DEB ORACIGN ORDINARIA © ASCETICA El primer grado de oracién lo constituye la vocal, en que esa conversacién se mantiene con los signos habitua- les de nuestro lenguaje articulado; y asi vemos que esta siempre-al alcance de todos, mientras que ese hablar exte: rior no es sustituido por el silencioso y expresivo de los co- razones y por el completamente sobrenatura/ del Espiritu que omnia scrutatur, etiam profunda Dei (I Cor., 2, 0). Hay muchas personas sencillas que, para exponer ante el Sefior sus humildes sentimientos, apenas pueden prescin- dir de las palabras, de tal suerte que, cerrando los labios, segtn advirtié Santa Teresa, les parece que se les cierran también los ojos del entendimiento. Pero esas mismas, conforme afiade muy bien la Santa, aunque toda su vida se sientan incapaces de meditar, no por eso quedan excluidas de entrar a su tiempo en el mis- tico reposo, o sea en la cémara regia de la contempla- cién (4). Antes, perseverando con fidelidad en esta sencilla (1) Véase el hermoso tratado Espinas del alma, coloq. 7, en Obras de San Juan de la Cruz. t. 3, P: 259; y en Figuera, Suma espiritual. (2) IJoan. 1, 3; cf. Santa Teresa, Vida, c. S. i @) CE. La Puente; Guia espiritual, tr. 3, c. 3, § 1; Nouet, Introd. ala vie d'oraison, |. t, entret. 7. (4) Por aqui se ve cudn inexacta es esta afirmacién de Rodriguez (Tr. V, c. 18: La contemplacién Y sin embargo, afade (6. 194: «Conoci a.un Padre... muy gran pre- dicador, que su oracién por mucho tiempo fué decir con mucha humil~ dad y simplicided a Dios: «Sefior, yo soy una bestia y no sé tener ora~ 14 GRADOS DE oRACION.—aRT. 3.°° “ manera de oracién que tienen, aunque se limiten a repetir simplemente, pero con toda su alma, las compendiosas pe- ticiones del Padre Nuestro, en sélo ellas, y especialmente en las tres primeras, hallarén tesoros inagotables y tales que, cuando menos !o piensen, las hagan quedar suspensas. en altisimo grado de contemplacién y de unién (1). Pero lo-ordinario, sobre todo en personas algo instruidas, es mantener mejor el fervor y recogimiento cerrando los la- bios y orando con sdlo la mente y el corazon (cf. I Cor., 14, 15); cuyos pensamientos, deseos y afectos oye Dios muy bien, sin necesidad de que se los expresemos verbalmente~ Y esta conversacién interior, 0 de corazones, que suele ha- cerse ya mas en «espiritu yen verdad», es la oracién mental, Ja cual puede ofrecer muy diversas formas, y constituir nu- merosos grados, segtin iremos viendo, Al segundo grado de oracién pertenece la que llama- mos meditacién, conside:acién de los divinos misterios, o bien oracién mental discursiva, a la cual suelen dedicarse més 0 menos casi todos Jos que con cierta instruccién em= prenden la vida espiritual (2); y donde ordinariamente, y sobre todo en un principio, conviene proceder metédica- “cién, ensefiadme Vos a tenerla>; y con esto... vino a tener muy subida oracién, (es decir, contemplacién y no meditacién.. .) «De la oracidn vocal imperfecta, decia el Eterno Padre a Santa Cata~ lina de Sena (Didlogos, c. 65), llegard el alma, perseverando con el ejercicio, a la oracién mental perfecta (que es a contemplacién infusa); mas no podrd nunca llegar, si sdlo trata de llenar el numero de sus ora~ ciones vocales, y por ellas deja la mental. ¥ hay almas tan ignorantes. que, puestas a recitar cierto numero de oraciones, aunque Yo entonces las visite de muy distintas maneras, no quieren aceptar mi visita por no interrumpir lo comenzado, lo cual (a no ser esas orsciones de obli- gacién), es un manifiesto engafio. Pues tan pronto como sientan mi vi- - sita, deben suspender sus devociones... La oracién perfecta no se ad- - quiere con muchas palabras, sino-con el afecto de deseo que se levan« ta.a Mi, con conocimiento de si mismo y de mi bondad, y asf junta mente tendré oracién vocal y mentale. (1) «Es cosa espentosa, dice Sante Teresa (Camino, c. 37), cudn subida en perfeccién es esta oracién evangelical; bien como el Maes tro que nos le ensefiu. Espantébame yo hoy hallando aqui en ten po~ cas palabras soda /a contemplacién y perfeccién metida, que perece no hemos menester otro libro, sino estudiar en éste, porque hasta agui ha ensefiado el Sefior todo e/ modo més alto de contemplacion, des~ de los principiantes en oracién mental, hasta la muy encumbrada y perfecta contemplacion>. De esta suerte, conforme afade (c. 42), esta maravillosa oracién encierra en si «todo el camino espiritual desde el principio, hasta engolfarlos Dios y darlos abundosemente a beber er Ja fuente de agua viva>. : . (2) La meditacién sobre todo de la Pasién, dice la misme Santa Te~ tesa (Vide, c. 13), «es el modo de oracién en que han de comenzar y de mediar y acaber todos (los letrados), y muy excelente y siguro ca~ mino, hasta gue el Sefior los lleve a cosas sobrenaturales, + GRADOS DE ORACION ORDINARIA © ASCETICA 15 mente y por partes, para aprender a emplear bien y con fru- to aquel precioso tiempo. De ahi el tener casi siempre que + empezar por los actos preparatorios, o sea por la composi- cién de lugar, leccidén, meditacidn, reflexidn, etc., que son como /nstrucciones pata luego saber conversa: con Nues- tro Sefior y sus Santos, mediante los afectos, suplicas, ala- banzas, acciones de gracias, resoluciones practicas, etcéte- ra, en que esté lo esencial de la oracién y lo que, por lo mismo nunca debe. faltar, aunque faltare lo demas. Asi, cuando el alma logra hacer esto expeditamente, sin apren- dizajes, debe ir suprimiendo ciertos actos preparatorios qué resultan ya inutiles y atenerse a lo principal, que son los afectuosos coloquios y las stiplicas (1). Sin embargo, la mocién de afectos hay que lograrla casi siempre a fuerza de consideraciones que nos obligan a to~ mar firmes resoluciones, con que podamos cada dia, ayu- dados de las luces y auxilios que alli imploramos, corregir- nos de algtin vicio.o defecto especial y adelantar en la vir- tud, para servir a Dios con mas fidelidad y fervor, que es lo que alli vamos a negociar y aprender. —Mas la luz, fervor, uncién y devocién que asi saquemos, y la misma firmeza de nuestras resoluciones, aunque producida de un-modo Au- (1) «Tornando a los que discurren, digo que no se les vaya el tiem= po.en esto, porque aunque es muy meritorio, no les parece, como es oracién sabrosa, que ha de haber... rato que no sea trabajar. Luego les parece es perdido el tiempo, y tengo yo por muy ganada esta pér~ aida; sino que, como he dicho, se representen delante de Cristo, y sin cansancio del entendimiento, se estén hablando y regalando con él, sin cansarse en componer razones, sino preséntar necesidades». Santa Teresa, Vida,.c. 13. «Este—coloquio amoroso—advierte el V. Granada (De /a O1ac., ¢. 8, § 1), Haman los Santos ejercicio de aspirar al amor divino. Ya este fin se ordena la meditacién y la oracién y todos los otros buenos ejercicios: por donde se da por regla general a todos los que oran, que procuren cuanto les sea posible levantar'su espiritu a este divino colo~ quies gue es hablar y tratar con el mesino Dios, mayérmente en tratos le amor y ejercicios de aspiracién>. : «Para orar bien, decia el B. Cura de-Ars (Vie, por Monnin, t. 5, c. 4), no se necesita hablar tanto. Puesto que sabemos que Dios esta alli, en el sagrado Tebernéculo, descubrémosle nuestro corazén, alegrémo~ nos de st santa presencia, y ésta es la mejor oracién». «AL ir a la oracion, dice M. Olier (Catéch. chrét. 2." P. leg. X), el alma no tiene otra cosa que hacer sino unirse con Jesucristo, que es la oracién y la alubanza de toda la Iglesia; de tal suerte que, estando el ~ alma unida a Nuestro Sefior y asintiendo de corazén a toda Ja alaban~ za que El da a su Eterno Padre y a todas las peticiones que le hace, no esta sin fruto: al contrario, hace mucho més que si orase con su propio espiritu, queriendo mezclarse en adorar, amar, elabar y orar.a Dios por si misma y con sus propios actos. Por esta unién hacese el alma més extensa que la mar; pues se extiende como el alma y como el Es~ Pfritu de Jesucristo, que ruega en toda le Iglesia. 16 * GRADOS DE oRACION.—arT. 3.° mano, 0 sea a la manera de las otras resoluciones ordinarias, mediante grandes reflexiones y consideraciones, con un tra- baja comparable—segtin la hermosa imagen empleada por Santa Teresa (Vide, c. 11-18)—al de quien a fuerza de bra- zos va sacando un poco de agua de un pozo; todo esto, di- go, no depende tanto de nuestros esfuerzos, con ser por lo comtn indespensables, como de Quien alli deposité, en la abundancia y altura convenientes, esa misteriosa agua espi- ritual—aquam sapientie salufaris—que buscamos para que nos lave y refrigere, y nos fortalezca y sane de las enfer- medades del alma.—Y estas virtudes y preciosas condicio- nes, asi como también la misma abundancia y buena pro- porcién de esta agua de vida, dependen exclusivamente, como depende todo don precioso, del Altisimo Dador de todos los bienes y Padre de las luces (1). De ahi eJ que, a pesar de.todos nuestros esfuerzos, a ve- ces no acertemos a sacer ni una sola gota de esa agua mis- teriosa, porque el Duefio de ella ha querido aquel dia que no manase, o dejar el pozo del todo seco; mientras que al dia siguiente, quizé al primer esfuerzo—y aun sin esfuerzo ninguno—nos la ofrecerd en abundancia... Asif es como, aunque podemos, por regla ordinaria, te- ner esta manera de oracién discursiva, o sea la meditacion, siempre que queremos y ala hora que queramos—porque a todas horas, con la gracia ordinal jue esté como a nues- tra mano, podemos reflexionar sobre Jos misterios de nues- tra fe y ejercitarnos mejor o peor en actos y afectos de ella, de esperanza y de caridad—lo cual seré una excelente ora- cién mental (2), sin embargo, no podemos -tenerla como queremos, sino como nos sea dado, con el fervor, uncién, ternura y otros sentimientos que el Sefior se digne comuni- carnos con algtin disimulado influjo de sus dones de temor, piedad, ciencia, consejo, etc. Y este influjo de los dones le da ya cierto aspecto «sobrenatural» o mistico (3). je esta suerte vemos que, con ser la meditacién (por lo que en ella concurren obrando y esforzéndose todas nuestras potencias) la forma de oracién més caracteristica de la vide ascética, pues lo es aun més que la misma ora- cién vocal (la cual suele a veces hacerse misticamente, o sea del todo en espiritu, sin advertir cémo); con todo eso puede en ella misma notarse, en medio de nuestra ordina- tia actividad y de todas nuestras iniciativas, cierta pasivi- 1) Jac., 1, 17; cfr. Grawapa, De /a Devocién, ¢ 5, § 17. (2) +Fides credit, spes et caritas orant, et orando impetrant+. S. Au- gust., De orando Deum; Epist. 121, ¢. 8. @) Cf. La Pusnre, Gu/a espiritual, tr. 3, c. 3, § ts GRADOS DB ORACION ORDINARIA 0 ASCETICA eae fe dad, cietto modo _sobrehumano, propio de los dones con que el Espiritu Santo se digne intervenir para refrigerar nuestras almas sedientas, y darles ya algun descanso (1). Y a veces interviene tan pronto y en forma tal, que nada més empezar a prepararnos, o al comenzar la lectura o la consideracién, nos sentiremos ya llenos de grandes afectos y sin gana de ejercitarnos en otra cosa sino en seguir Jas dulces mociones e inspiraciones con que tan ‘bondadosa~ mente nos previene entonces el divino Consolador, para que casi sin ningtin trabajo logremos gozar mas pronto de. sus dulces frutos. Y entonces claro esté que no debemos proseguir buscando penosamente lo qué ya tenemos halla- do sin trabajo. ‘ : Si esto sucede con frecuencia, de modo que raras veces podamos ya detenernos en Ja meditacién ni aun atender a Ja leccién; o si nos esforzamos en ello, nos secamos més en vez de enfervorizarnos, y acabamos por no entender Ia lec- tura o por olvidarla enseguida tan completamente que ni en. el punto preparado ni en nada podemos pensar, ni menos reflexionar; entonces debemos contentamnos con ofrecer a Dios los afectos que El mismo se digne depositar o sugerir en nuestro corazon, entreteniéndonos con El en dulces y tiernos coloquios y stplicas (2).—Y esto es lo que consti- (1) «In donis Spiritus Sancti mens humana non se habet ut movens, sed _moagis ut mota».—S. Txom., 2-2, q. 52, a. 2, ad I. De este modo podria la misma meditacién ser entoncés mirada co~ mo una forma inicial de contemplacién.—<«Meditatio, dice Vallgornera (Theol. myst. q- 2, 4. 6, a. 3), est primus gradus vitae contemplati- vae, et ordinate non possumus sine illa ascendere ad contemplatio~ nem>. (2), ¢Las almas de las Moradas pasadas—dice Santa Teresa al em- pezar la IV, en que entra ya en Io oracion sobrenatural~—van casi contino empleadas en discurrir con el entendimiento y en meditacién, y van bien, porque no se les ha dado més, aunque acertarfan a ocuparse un rato én hacer actos y en alabanzas de Dios, y holgarse de su bondad ¥ que sea el que es, y en desear.su honra y gloria; y estén con gran avi~ 30 cuando el Seftor les diere esto, no lo dejar por acabar la meditacién que se tiene de costumbre.. Para aprovechar mucho en este camino y subir a las Moradas que deseamos, no esté la cosa en pensar mucho, ne ee amar mucho, y ansi lo que més os despertare a amar, eso aceds. . «Aungue toda Je oracién, dice el P. Massoulié, O. P- (7r. de la vé~ titeble oraison, P. 3, ¢. 3); se pasara en el ejercicio de una sola vir~ tud, por ejemplo, de! divino amor a la vista de un Crucifijo, seria muy perfecta; pues el alma poseeria lo que es fin de todas las oraciortes, a saber, la unién con Dios, que se hace por el amore. 7 ‘Asi como en llegando al puerto.cesa la navegacion, y alcanzado el fin cesan los medios; asi, dice Molina (De /a Oracion, tr. 2, cap. VI, $2, cuando el hombre, mediante el trabajo-de la meditacién, llega al reposo y gusto de la contemplacién, debe por entonces atajar los dis~ cursos y consideraciones, y contento con una simple vista de Dios y 18 GRADOS DE ORACION.—aRT. 3.° tuye el tercer grado de oracién, donde ya empieza a notar- se algo de «sobrenatural» o infuso, APENDICE a) Cudn excelente, provéchoso y necesario sea el ejercicio de la oracién, y dificultades gue ofrece.- «Por oracién entendemos, dice et Beato Juan de Avila (Audi Filia, c. LXX), una secreta e interior habla con que el énima se comunica con Dios, ahora sea pensando, ahora pi- diendo, ahora haciendo gracias, ahora contemplando; y generalmente por todo aquello que en aquella secréta habla se pasa con Dios... »Si ciegos no estuviesen los hombres, bustaria decirles que daba Dios audiencia para que todos los que quisiesen pudiesen entrar a heblarle una vez enel mes, o en la semana, y que les daria audiencia de muy buena gana y remediaria sus males, y haria mercedes, y habria entre ELy ellos conversacin amigable de padre con hifos: y st diese esta li ‘cencia para que te pudiesen hablar cada dia, y si la diese para que mu~ chas veces al dia; y si también para que toda la noche y el dia, o todo To que deste tiempo pudiesen y quisiesen estar en conversacién del Se~ fior, El lo habria por bueno; 2quién seria el hombre, si piedra no fuese, que no egradeciese tan larga ¥ provechosa licencia, y no procurase usar della todo el tiempo que Je {uese posible, como de cosa muy con~ veniente para ganar honra, por estar hablando con su Sefor, y deleite, por gozar de su _conversacién, y provecho, porque nunca itfan de su presencia vactos? )Por qué-no se huelgan los hombres de estar con Dios, pues los deleites dél son estar con los hijos de los hombres¢ «No tiene su conversacion amargura, sino alegria y goz0» (Prov. 8), ni su condicién tiene escasez para negar lo que'le piden. Y Padre nuestro es, con el cual nos habiamos de holgar conversando, aunque ningun. provecho dello viniera. Y si juntéis con esto que no sélo nos da licen- cia para que hablemos con El, mas que nos ruega, aconseja, y slguna vez manda, veréis cudnta es su bondad y gana de que conversemos con El, y cuénta nuestra maldad, de no querer ir rogados y pagados a lo que debiamos ir rogando y ofreciendo por ello cualquier cosa que nos fuese pedida. Y en esto veréis cudn poco sentimiento tienen los hom- bres de las necesidades espirituales, que son las verdaderas; pues quien verdaderamente las siente, verdaderamente ora y con mucha instancia pide remediov. «En més estimo Yo.su amor, decia el dulce Jestis a su sierva Sor Ma- tiana de Santo Domingo Riosoto (1743-1794), dominica en Sevilla (cf. Vida, 1901, p. (32), que ellos el mio: ando por sus puertas mendigan= do y pidiendo, y dando mucho si ane dan los corazones; y con verme cansado, esoleado y sudedo, no me los dan... y por no obligarse aello apartan la consideracién de Mi y me dejan sin respuesta. No quieren, de sus verdades, descansa miréndole y amandole, y adiirdndose 0 go~ zindole, o ejerciténdose otros afectos... En cualquier tiempo de la oracién que el hombre sintiere este recogimiento interior, y a la volun~ tad aficionada y movida con algiin afecto, no le debe desechar por co dicia de proseguir otras consideraciones 0 puntos que lleva prevenidos, sino detenerse en aquello lo que durare, sunque sea todo ef tempo del ejercicio. Mas en paséndose aquella luz y afecto, y sintiendo el alma que se distrae o se seca, debe volver a su meditacién y al curso ordi- nario de sus ejercicios». GRADOS DE ORACION ORDINARIA O ASCETICA 19 hija, mi amor; y asi me vengo a consoler contigo. Apértate de las cria~ turas, y me tendrds siempre contigo». «Todo el bien del alma, advierte la V. M.* de Jess Agreda (Esca~ Ja para subir a la perfeccién, § VI), esta en tencr oracién. Y con ser ‘esto asi, hay muy pocos que la tengan. - Esta fué la queja que mi Rey y Sefior ine did en una ocasién... Dijome, eran muy pocos los que bus- caban la comunicacién con Su Majestad... yQué es esto, Senor miot zAcaso esta comunicacién es de alguna criatura que cause enfado? 3Es ‘acaso trato en que se puede perder algo, para que le quieran tan pocos? No por cierto; antes de esta comunicacién y trato nos ha de venir todo el bien. Trato es con el gran Rey y poderoso Sefior de todo, con el que a los pecadores perdona, a los ignorantes alumbra, a /os amigos rege~ Jay a los justos premia: tiene él poder y el querer, ama y enriquece. Pues jquién hay que no lkegue? lOue sea tan poca nuestra luz que no. veamos esto y squemos tanto bien! Aqui hallaremos descanso en Jos trabajos, alivio en las enfermedades, medicina para nuestras llagas y alas para gue el espiritu vuele asu Criador, jOh, qué.de males se nos pueden seguir de no ir a esta fuente, y qué de bienes si con ansia ta buscamosl» : : Mas, por lo mismo que tanto vale, debe costarnos algo; y Dios per- mite que sintamos en ella miles de dificultades, suscitadas en gran par~ te por la envidia del enemigo. «Como e! demonio—prosigue—conéce el-bien que conseguimos en tenerla y lo que él pierde, pone todos sus cuidados en estorbarla o im~ pedis. ¥en particular, procura poner gran remisién y cobardia en jas almas que comienzan. Introduce temores, a unos de que no han de conseguir el tenerla, que no es su natural para esto; @ otros, que no se pueden apremiar las potencias, que les dafie la salud. Pone montes de dificultades... Toda esta confusién trae el demonio; y todo ello causa mucha afliccién y desmayo grande en el alma. Todo aflige en este tiem~ po, tanto que tomaria el alma antes ir a cualquier otro trabajo por grande que sea, aunque fuese a remar, que a la oracin... Muchos son * ts que no pasan de aqui; no se vence el demonio, y quédase el alma vencida... 2|Quign pudiera remediar estos dafios, y animar a todas las almas del mundo a que no se dejen este tesoro, y que se alienten conlas espe~ ranzas de hallarle! Lo que es menester, es una determinacidn grande, y vencer todo esto. Otros han alcanzado este bien, y asi no es razén que ninguna alma deje de procurarlo. Siquiera para alcanzar tan dichoso estado como el de especiales amigos de Dios, )quién no se determina~ ré por anhelar a esta dicha? En esta determinacion consiste todo el bien y en trabajar fielmente mucho». : «El ser dificultoso, afiade (§ 19), no es después de,haber gustado la suavidad del Sefior, sino antes de gustarla; y aun por gustar cosa tan suave habiamos de comenzar y trabajar mucho. Por’ dificultades que ‘se ofrezcan de tentaciones, que serén_ muchas y diversas, no hay que desmayar, sino fiar de la fidelidad de Dios, Y, esperar en. su tusericor~ die, gue E/ seré maestro y lo pondré todo de su case. El alma se lle~ gue y se resigne en la divina voluntad y con determinacién resuelta comience y persevere, que cierto y mas que cierto es gue Dios favore- ce y ensefia,. ‘¢2Qué os hago Yo en la oracién? gNo os oigo? jno os regalo? gno os alumbro? sno os enternezco? yno os perdonot... 3No inflamo vuestras voluntades? gno regalo vuestras memorias? sno endulzo vuestras almas? 3no purifico vuestras conciencias?... sPues por qué huis? sPor qué no me tratdis? ...Ea, tratadme, que soy como la flor, que cuanto mas se trata y manosea, arroja; més fragancia. Si queréis sentir mis olores, 20 GRADOS DE ORACION.—aRT. 3,° tratadme, no me dejéis de la mano, y veréis cémo camindis al olor de estas fragancies, camo lo hacen las espasas... Orad, que si sois males, os haré buenas; si tibias, os pondré fervorosas; si imperfectas, hallaréis feccién... Orad y conoceréis lo que soy pera con vosotras».—Beato rancisco Posadas, Carta de! Esposo, § XX. «Le oracién, dice el P. Faber (Progreso de! alma, c. 15), es verda~ deramente el abismo que separa de ja vida del mundo la vida espiri- tual. Cuando el suave impulso de la gracia nos mueve a orar, entramos en el santuario, y alli la oracién nos trueca, nos renueva, y ten fntima~ mente nos persuadimos a gue ella es nuestro aire vital, que ya no sa- hemos ni podemos respirar otro: nuestra vida entera es una perpetua plegaria... son viva plegaria todos nuestros actos y todos nuestros ofectos. La vida de oracién, pues, nota caracteristica de la persona es+ piritual, consiste en orar incesantemente,.. Orer incesantemente es sen tir a toda hora la dulce necesidad de hacerlo; es tener sed de oracién. Este influjo de la oracién trasciende a todas nuestras opiniones y a to~ dos nuestros juicios sobre personas y cosas; dicta todos nuestros dis~ cursos; sella con cierto sello de aplomo toda nuestra conducta..., y és* ta es verdaderamente la causa de que nos tengan por apaticos... A los ojos del mundo, les lees animadas de ese espfritz son como ex~ ~ tranjeros por su habla y su continente>. b) Avisos muy importantes para la oracién mental.—E| V. Grena- da, en el Compendio de /a vida espiritual (tr. 1, de la Oracién mental, cs 27), da entre otros los siguientes: I. «Cuando nos pusiéremos a con siderar alguna cosa de las sobredichas..., no debemos ester tan atados a ella, que tengamés por mal hecho salir de aquella a otra, cuando ha~ Iéremos en ella mas devocidn, més gusto, o més provecho... Aunque esto no se debe hacer por livianas causas, sino con ventaja conoscida>. (Casi lo mismo dice el B, Avila, Audi Filia, c. 75). Wl. «Trabaje el hombre por excusar en este ejercicio la demasiada es~ Pegalacion. slo cual més es derramar el espiritu, que recogerlo... Jéguese el hombre con corazon de una viejecita ignorante y humilde, yimis con voluntad dispuesta y aparejada para sentir y aficionarse & las cosas de Dios, que con entendimiento despavilado y atento para escudrifiarlas; se be esto es propio de los que estudian para saber. ...V. Entre todos estos avisos el principal sea que no desmaye el que cts. i desista de su ejercicio cuando no siente luego aquella blan= ura de devocidn que él desea. Necesario es con longanimidad y per~ severancia esperar la venida del Sefior; porque a la gloria de su Majes~ tad, y ala bajeza de nuestre condicién, y a Ja grandeza del negocio quetratamos, pertenesce que estemos muchas veces esperando y aguar- lando a las puertas de st palacio sagrado.—Pues cuando desta ma~ nera hayes aguerdado un poco de tiempo, si el Sefior viniere dale gre~ cias por su venida; y si te paresciere que no viene, humillate delante dél, y conosce que no meresces lo que.no te dieron; y conténtate con haber hecho alli sacrificio de tf mismo... Créeme cierto, que este es el paso més peligroso desta navegacién, y el lugar donde ‘se prueban los verdaderos devotos; y que si deste sales bien, todo lo demés te ir présperamente>. : En otro Inger, o sea en el principal tratado De /a Oracién (cap. 9, § 1) advierte con gran discrecién que, atin cuando suele convenir mu- cho, sobre todo a los principiantes, tener materia sefialada para cada meditacion, «mas con todo esto, si a medio camino se ofresciere algun otro pensamiento donde halle mas miel y mas provecho, no le debe desechar por cumplir con su tarea; porque no es razén desechar la lumbre que el Espiritu Santo nos combenza a dar en algdn buen pensa- miento, por ocuparnos en otro donde por venturk no se nos dard. Y @RADOS DE ORACIGN ORDINARIA 0 ASCETICA 21 como el fin principal destas meditaciones sea alcanzar al- guna devocién y sentimiento de /as cosas divinas, fuera de razén se~ ria, alcanzado éste con alguna buena consideracién, andar a buscar por otro camino Jo que ya tenemos alcanzado por éste+. «Procure, afiade (ib. § 2), de tratar este negocio més con afectos y sentimientos de la voluntad, que con discurso y especulaciones de en tendimiento... Porque son el entendimiento y la voluntad como dos balanzas de nuestra énima;'las cuales estén dispuestas de tal manera, que el subir de la une es bajar de la otra... . +En este ejercicio més nos llegamos a escuchar que a parlar; pues, como dijo el profeta (Deut. 33), los que se llegan a los pies del Sefior recibirén de su doctrina; como la recibia aquel que decia (Ps. 84): Oiré Jo gue habia dentro de mi el Sefior Dios. Pues por esto sea todo su ne gocio parler poco y amar mucho, y dar lugar a la voluntad para que se ayunte con todas sus fuerzas a Dios>. ‘Ademés, prosigue (§ 3), «la devocién que pretendemos. alcanzar no ‘es cosa que se ha de alcanzer a fuerza de brazos, como piensan algu- nos». ‘Comparando el P. La Puente (Guia, tr. I, c. I, § 6) la otacién con la escala de Jacob, dice asi: eLos que suben por estos soberanos ejer~ cicios hasta lo supremo de ellos, han de ser 4ngeles en la pureza de vida, desnudéndose de los afectos terrenos... No has de presumir su~ bir de un vuelo a lo alto de lu contemplacién..., sino primero te has de ejercitar con quietud y reposo en los demds actos que disponen pa~ ra ella .. Has de continuar cada dia estos ejercicios, sin parar ni ha~ cer quiebras en ellos. Pero de tal manera que nunca desmayes por ver~ te que estés muy lejos de ser como angel y de llegar a la cumbre de la escala; porque la misma oracion tiene virtud de trocar a los hom- bres en, angeles y les ayuda a subir por todos estos escalones. Y aun- que no llegues a lo més alto, no quedarés sin mucho provecho». ‘A estos avisos, afiade otro, quizé el més importante para las almas fervorosas; y eg que: ede tal manera has de leer las reglas y documen~ tos que se dieren, que principalmente has de estribar en el magisterio del Espiritu Santo, haciendo mas caso de ejercitarlos que de saberlos, sin atarte siempre al orden con gue los decimos. Porque aunque sea muy importante saber todo esto y al principio.guardarlo con puntuali~ dad; mas después... el que perfectamente ora y contempla, esté ejer- citando esta obra sin acordarse de las reglas ..; porque atender a esto con demasfa suele impedir lo principal que se pretende.. La perfecta oracién arrebate el espiritu de modo que no hace estas reflexiones, ni se acuerda-de otra cosa que de su Dios con quien trata.—Y por esta causa, entre otras, los menos letrados suelen ser mas devotos, porque son menos reflexivos, y con sinceridad oran sin mirar el modo como discurren, y tanto mas gustan la suavided de esta mitsica del Cielo, cuanto menos se ocupan en mirar por entonces las reglas del arte» «Advirtiendo, pues, el alma, escribe San Juan de la Cruz (Llama, canc. 3, v. 3, § 4), que en este negocio es Dios el principal agente y el mozo de ciego que la ha de guiar por la mano a donde ella no sabra ir, todo su principal cuidado ha de ser mirar que no ponga obsticulo al que la gufa segiin el camino que Dios le tiene ordenado en perfeccién de amor... ¥ este impedimento le puede venir si se deja llevar y guiar de otro ciegos. «Por poco que uno se sienta tocado de la gracia, dice el P. Grou (Maximes, X), lo mejor que puede hacer es entregarse a ella y gozar en paz de los sentimientes que Dios nos de; cuando cese la impresion, se reanudaré la lectura, ctc.—Estos toques pasajeros son un pequefio comienzo de oracién infusa, al cual debemos corresponder con la ma~ 2 : 22 GRADOS DE ORACION. ~ART. 3 yor fidelidad; son visitas momentdneas en que Dios se nos comunica “de paso. Y estas visitas, aunque breves, son mas ttiles al alma.que cuantos pensamientos y afectos pudiera ella misma tener.—-jPara qué lee, en efecto, y para qué ora, sino para llamar a Dios?—Asi cuando El se digna venir y por cierta secreta impresién advierte al alma que esté presente, ya tiene ella lo que desea. Aténgase, pues, a esta im- presién todo el tiempo que le dure; lo demés seria faitar al respeto de~ bido a Dios, privarse del fruto de sus visitas y hacer que éstas resulten més raras... >El principal efecto de este recogimiento es inclinar el alma:a lo in= terior y desprenderla de los objetos exteriores .. Este recogimiento es propiamente la entrada en Ia vida interior, y la tegla mas segura para ver si un alma se halla en el estado 'pasivo>. Santa Chantal daba por su parte estas instrucciones para hacer bien. ja oracién: «1.*, nunca gustaremos de le familiaridad con Dios, si no nos resolvemos a seguirle—con la abnegacién y la fiel practica de todes las virtudes—’... Quien se atiene a gustos y sentimientos interiors, no sabe qué cosa es imitar a Jesucristo... 2.%, lo que més importa es le sencillez ante Dios... )Dichosas las almas que con fidelidad siguen el impulse divino! El mal esté en que muchas veces queremos especular,” y Dios no quiere que hagamos més que amar: abandonémonos sim~ plemente en su bondad, como un nifio en los brazos y pecho de su ma~ dre... 3.", las (excesivas) industrias del humano espirita no hacen sino deaarnos, iguisndonos por nuestros caminos y no por los de Dios. 4.°, cuando se ha movido ya el afecto, no conviene multiplicar palabras, sino detenerse un poco’ gusténdolo e imprimiéndolo dulcemente en Ruestros corazones. : b) Influencia salubérrima de los dones de/ Espiritu Santo desde los primeros grados de oracién. «Porque la meditacién y contemplacin, ‘observa el P. La Puente (Guia, tr. 3, c, 3, § (), han de ser précticas, y se ordenan Ao solamente a conocer y amar, sino a obrar 2 ejecutar las cosas que Dios manda y aconseja; para esto son ayudadas con admi~ rables ilustraciones por medio de los otros cuatro dones (aparté de los tres que més intervienen en la contemplecién). El don de consejo es una luz con que el Espiritu Santo nos descubre e inspira !o que hemos de hacer en su servicio asegurandonos que El lo manda y nos esté bien hacerlo. Ej don‘de piedad es otra luz semejante a la de la caridad, con que el Espiritu Sento nos pone pie aficién a las cosas que pertenecen a las obras del culto divino y de la misericordia con el préjimo .. Para lo cual ayuda el don de la fortaleza, con la cue! el divino Espiritu nos inspira algunas cosas arduas en su servicio, que exceden a nuestras fuerzas ordinarias, con gran confianza de salir con ellas, sin temor de la misma muerte... Finalmente, con el don de temor nos inspira el Es~ piritu Santo la reverencia que hemos de tener en su divina presencia, y 40 que hemos de huir para no ofenderle... Estos son Jos siete dones con que el Espiritu Santo esclarece la fe y aviva la caridad, por medio de Jas ilustraciones e inspiraciones que nos comunica conforme @ ellos; y cuando acudieres a los ejercicios de la vida contemplativa para orar, Jeer, neditar 0 contemplar, siempre has de suplicar:al Espiritu Santo que avive y atice estas lémparas, porque sin su ilustracién estén como amortiguadas, diciéndole con David (Ps. 17, 29): Tit, Sesior, eres el que enciendes mi candela: Dios mio, alumbra mis tinieblas< \Oh Espiritu divino que elumbras y ubrusas como fuegol enciende los dones que has puesto en mis potencias, para que con ellos fe vea y contemple, de modo que te ame y obedezca, siguiendo tu direccién en todo lo que por ellos me inspirares>. 5 GRADOS DE TRANSICION . 23 ~Arricuro IV.—Grapos DE TRANSICIGN DE LA ORACION SORDINARIA® A LA SOBRBNATURAL? ” Tercer giado de o1acién y primero de transicion: la afec- tiva.—En esta manera de oracién, segtin el simil de Santa Teresa, podremos decir que e] agua, aunque sigue sacén- dose de un modo aparentemente connatusal y casi cuan- do queremos, sin embargo es ya con poquisimo trabajo y en mucha mayor abundancia, como quien la saca dando a una bomba, o bien no de un‘ pozo hondo y pobre, sino de uno alto y. tan leno que casirebosa. . Asi, aunque el modo todavia parece Aumano—y por eso la Santa considera esta oracién como ordinaria, «natural» 0 ascética,—sin embargo, esa mayor facilidad de conversar con Dios, y la abundancia y diversidad de afectos que en- tonces se logra sentir—al mismo tiempo que la creciente dificultad o verdadera incapacidad para discurrir—prueban cierta misteriosa influencia sobrenatura! que, para nuestro mayor bien, nos pone en esa venturosa pasividad, hacien- do que con menos trabajo se recoja mucho més fruto (1). En este caso, logrdndose asi el fin de la meditacién més pronto y mucho mejor que si con toda escrupulosidad siguieran empledndose los métedos y procedimientos ordi- narios, es claro que deben irse suprimiendo éstos en la me- dida que dejen de ser titiles y, de medios, vayan convirtién- dose en impedimentos (2). Asi verhos cémo se suprimen (4) «No hay duda que esta dificultad deno poder discurrir en la ore~ cién, decia Santa Chantal (Pensées et Lettres, Paris,’ 1899, p. 50), es camino para una oracién mas sencilla; y por poco que‘el alma, con esa dificultad, se sienta inclinada a estarse con reverencia ante Dios, debe afianzarse en esa via por donde Dios segaremente la lama; y por més qué sufra pobrezes y distracciones, no debe alejerse de allf, sino estarse con calma ante Dios, sin detenerse voluntariamente en Jas distraccio- nes; y cuando se vea demasiado molestada debe decir de vez,en cuan~ do ciertas palabras de sumisién, abandono, confianza y amor a la divi- na voluntads y esto sin esfuerzos y suavemente... Por poco que Dios nos atraiga a esta oracién sencilla, quiténdonos los discursos del en~ tendimiento, debemos seguir su atractivo; pues de otro modo nada con seguirfamos sino quebrarnos le cabeza». (2) «Muchos se engajian, dice San Francisco de Sales (Directorio de Religiosas, c. 45), juzgando que para tener bien Ja oracién sea new cesario gran método; y se inguietan buscando un arlificio que creen in dispensable... No digo que no se hayan de valer de los medios ense~ fados por los Santos; lo que digo es que no se ha de atar el alma to talmente a ellos, como sucede a algunos que nunca piensan haber he~ cho bien la oracién, sino pasan por sus consideraciones antes de los afectos que les da el Sefior; los cuales son el fin de las consideraciones. Parécense éstos, a los que, halléndose cerca del lugar adonde cami~ nan, se vuelven sin entrar en él, por no haber tlegado por ef camino que les habian ensefiado». ; oo 24 GRADOS DE oRACIGN.—aRT. -4.° las andaderas cuando ya se aprendié bien a andar y sélo pueden servir de estorbo; y como no se trata tampoco de perder el tiempo en pensar y aprender de memoria el modo de conversar con algiin personaje, cuando ya sabe uno he- cerlo expeditamente y mucho mejor segun dicta el corazén co la oportunidad del momento 1). Mas si el alma inocentemente se figura que debe seguir siempre con esos métodos que en un principio le ensefia- ron, entonces el mismo Espiritu Santo, como interior Maes- tro de toda verdad y muy en especial de esta ciencia de Jos caminos de Dios, misericordiosamente ira desenganandols, si ella, mal aconsejada (a), 0 con obstinada presuncién, no le resiste; y précticamente la ensefiaré ligandole las poten- cias cuyo ejercicio le habia entonces de perjudicar (d), e induciéndola suavemente a que se entretenga en lo que mas le conviene, que sera ora en suavisimos coloquios y afec- tos, ora en exhalar gemidos inenarrables, reconociendo su propia nada, y suspirando por el que es Todo.—Asi, unas ~ veces la ciega el entendimiento para que no divaguée me-. ditando en vano sobre lo que habré alli de negociar, cuan- do El mismo le da todo ese negocio ya hecho, y sélo quie- . re que le sea décil y atienda bien a lo que en secreto le esta sugiriendo, y que no le hable ya de férmula, sino'de la abun- dancia del corazdn (2). Y otras veces le cogerd este mismo (1) «Cuando voy ala oracién, decia con tal ocasién Marfa Lataste (Ocuvres, t. 3, let. 19), no me propongo un punto tomado de antema~ no, ni me valgo de:libro; nada de esto podria convenir al atractivo que cada vez siento, y por lo mismo, lejos de serme util, esta eleccién o Preparacién me Seria dafiosa o molesta.—Me pongo, pues, en la ora~ cién con la tinica disposicién de recibir el atractivo que me sea dado. A veces, enseguida me siento inclinada a buscar a Dios, y lo busco con docilidad y humildad. Pero otras veces tarda en llegar ese atractivo, y entonces descanso en el seno de Dios, humilléndome y anonadéndome en presencia de suinmensa sentidad... y permaneciendo sumisa, aun- que El no se haya de dejar hallar. Mas no, que tarde o temprano, vie~ ne a decir a mi almo: . : (a) at orar, decia Sor Teresita del Nifio Jesus (Sa Vie, ch. X), yo me contento con decir sencillamente al buen Dios lo que quiero; y El siempre me entiende,—La oracién, para mi, es un arvanque del cora~ z6n, una simple mirada dirigide al cielo, un grito de reconocimiento y de amor en medio de las pruebas como en medio del gozo. Es, en fin, ‘una cosa elevada y sobrenatural que dilata el alma y la une con Dios. A veces, cuando me encuentro en tanta sequedad que ‘no puedo tener GRADOS DE TRANSICION 25 y_se lo secaré para que no se derrame en su presencia con afectos demasiado tiernos y sensibles, cuando es tiempo de estarse en silencio escuchando (h), o cuando El quiere im- primirle, entre aprietos, sequedades y angustias—viéndose incapacitada para todo—otros sentimientos mas puros, sin- ceros y espirituales, conformes en todo a los mismos de Je- sucristo, con Quien, sin advertir cémo, viene a quedar uni- da y configureda (1). De este modo es como empieza el divino Espiritu por incapacitarla para que no pierda el tiempo en vanos prepa- rativos, ya intitiles o embarazosos—cuando no ridiculos~ como serian los dé] que quisiera ir en busca de la fuente es- tando ya en ella} pues-con el andar no lograria sino alejar- se y frustrar su objeto, que era coger agua; o bien como el que teniéndola ya a mano, se empejjara, sin embargo, en sacarla de un pozo con grandes esfuerzos. Cuando esta incapacidad para unas cosas y la mayor fa- cilidad para otras comienzan a ser habituales, son ya ma- nifiesta sefial de un principio de vida mistica, o de algo asi como estado mistico incipiente, a la manera que es en rigor un acto mistico el producido, aunque sea muy de tarde en tarde, de un’ modo sobrehumano por cualquiera de los do- nes, y como lo es en general el sentimiento de fervor que viene cuando el Espiritu sopla encendiendo en amor y mo- viendo a orar y obrar segtin le place (2). ni un buen pensamiento, rezo muy despacio un Pater roster o un Ave Marfa; porque sélo estas oraciones me encantan, alimenten divina~ mente a mi alma, y le bastan>. «Decirlo todo a Nuestro Sefior, escribia en Abril de 1901 Maria del Agnus Dei, Hervé-Bazin (Une Relig. Réparatrice, 1912, p. 323), sin li- bros, sin métodos, sin mas regla que la de un amor humilde y fuerte, es el secreto de innumerables gracias> - : «Que Nuestro Sefior te ensefie el secreto de la verdadera oracién en que estén escondidos todos los bienes...; esta oracién del corazén, intima, penetrante, que lo alcanza todo y que transforma la vida>. Id. thid., p. 331, Y en efecta, gusta Nuestro Sefior de tratar y ser tratado con una fa~ miliaridad asombrosa: stupenda nimis.—«No conocéis, decia poco ha el mismo divino Saivador a su fiel sierva, Sor Gertrudis Maria (30 Jun. el Corazén de Dios, no sabéis acercaros a El; no sabéis excla- /Padiel Pocas almas tratan a Dios en Ja tierra con esta familiari~ dad que El, sin embargo, desea le tengan sus hijos». — «jSi supieras lo que sobre mi Corazén puede un alma que suavemente se entrega a es- ta familiaridadl... No puedo negarle nada. Y quisiera que esta disposi- cién de mi Corazén fuera mejor conocida, y mejor practicada esa dul- ce familiaridad>. (/d, 24 Mayo, 1907). (1) «Si yo viera.lo que pasa en mi, decia la angelical Sor Catalina de Jesus, Carmelita descalza (cf. Vie, 1631, p. 52-3), estaria dividi- da, y eso no conviene, sino estar del todo ocupada en sufrir y amarv. (2) «A dos sefiales, dice el V. Falconi (Camino, /.'/, cap. V), se rex 26 GRADOS DE ORACION, - ART. 4.° Siendo estos afectos y stiplicas lo mas esencial, si faltan no hay verdadera oracién; y uno de ellos bien mantenido, aunque no se haga otra cosa més, constituird una oracién muy buena y provechosa. : ¥ tal es, en efecto, esta que acabamos de describir con el nombre de afectiva y que otros—como el autor de Esp/- nas del alma (colo. 7), y el P. Figuera (Suma espiritual), ilaman de actos de virtud, en que suele ser ya muy dificil y a las veces hasta imposible, el meditar, y que, por lo mis- mo, constituye en todo rigor, a nuestro juicio, el primer grado de transicién manifiesta. Cuando en ella, oscurecido el entendimiento y oprimi- do'y seco el corazén, se sienta tal ar/dez y dificultad para todo, que ni se puede pensar en nada, ni se ocurre ningtin afecto ni resolucién, entonces hay a veces que tratar de ex- citarlos con nuevas reflexiones, si es que se pueden tener, y_si no con breves lecciones. Pero si aun éstas mismas se olvidan o no se entienden, habré que atenerse a repetir una y mil veces un mismo afecto que més nos convenga, el cual podra llevarse preparado de ante mano, o bien tomarse del Padre Nuestro, valiéndonos principalmente de la segunda y tercera peticién, diciendo con toda el almaa Nuestro s_y Sefior que se digne venir a reinar en nuestros cora- zones y tomar plena posesién de nuestra voluntad, para que siempre en nosotros se cumpla la suya; y a fin de poder asi glorificar su santo nombre, le rogaremos nos alimente y re- nueve, y nos purifique y conforte con el pan de vida (1). Pero si esto mismo nos disipa; y nos encontramos des- ganados y como del todo incapacitados para decir ni aun sentir la menor cosa en particular, y a Ja vez con cierto oculto deseo de estarnos alli en silencio ante Dios, como esperando a ver qué quiere de nosotros; esto es sefial clara de que El. mismo es realmente quien no sélo nos, ciega el entendimiento, sino que nos seca el corazén y nos ata Ia ducen las... de conocer cuéndo es tiempo dé no porfiar en la medi - tacién y pasar ala contemplacién; que son: el no poder ni gustar de meditar, y el aplicarse a ester en silencio en aquella noticia general de Dios, sin discursos». «La més.cierta sefial de la contemplacién sobrenatural e infusa, di-- ce el Conocimiento obscure de Dios, cap. 1, n. 6, es no tenerla siem~ pre que queramos, ni cesar de ella cuando es nuestra voluntad, sino e] venir cuando Dios quiere, y falter cuando Dios se sirve>, (1) «Pato ergo, observa Ricardo de San Victor (De Contempl., 1. 4, c. 6), in hoc opere opus esse, intima potius compunctione, quam profurida investigatione..., crebris potius gemitibus, quam copiosis ar gumentationibus... Heati, inquit Scriptura, mundo corde, guoniam ip- si Deum videbunt. —Studeat ergo cordis munditiae, qui cupit Deum vi- dere, qui in divinorum contemplatione festinat assurgere>. ORADOS DE TRANSICION a7 misma voluntad, para que no logremos movernos por pro- pia iniciativa, sino sdlo a merced de su Espiritu, que quie- re ya cautivarnos e ir tomando posesién de nosotros, para juego poder en todo gobernarnos y dirigirnos por Si mismo, como nuestro tmico Duefio (1). Cuarto grado de o1acién y segundo de transicién: la de simplicidad, o de simple vista amorosa y contiada entre- ga.—Cuando el alma asi se halla como entenebrecida y | seca, quédese en esa dulce presencia de Dios a que tan mé~ gicamente se siente atraida, y no turbe su paz tratando en - vano de ejercitar las potencias que el Sefior le quiere tener cautivas. Resignese en esa cautividad; gécese de ver cémo Dios empieza a reinar en ella reduciéndola a esa impoten- cia, y.ofrézcase, en cuanto es de su. parte, con los mas vi- vos y puros deseos, ya que no pueda con palabras, a que haga en ella y de ella lo que més le guste; y en su afliccién espere contra toda esperanza, y fiada siempre de la Divina Piedad y Misericordia que vendré a socorrerla en el tiempo oportuno, ponga en Ella los ojos‘corio un pobre muy nece- sitado pidiendo limosna, o como un enfermo ante el Gnico médico de quien espera la salud y la vida; y asi hallaré paz, refeccién y consuelo, mientras de otro modo, se afligiré en vano, y quedaré cada vez més seca y desabrida (2). Deje que el corazén sélo hable en silencio con ese su lenguaje mudo, pero del todo sincero, que al Sefior tanto le complace; y escuche lo que alli adentro le esté hablando el _ Dios de su corazén y su eterna herencia, en quien ha pues to toda su esperanza y en quien encuentra todo su bien, su gusto y Su tinico reposo (Ps. 72,26, 28); pues El esté alli cautivandola y uniéndola intimamente consigo, habléndole en secreto palabras de paz, sugiriéndole toda verdad, y ‘ensefidndola a estarse en esa calma de los sentidos y pasio- nes, a quienes les ha impuesto tanto silencio, para que asi (1) «Oh, pues, alma espiritual, advierte San Juan de la Cruz (No- che Il, c. 16), cuando vieres oscurecido tu apetito, tus aficiones secas y apretadas, e inhabilitadas tus potencies para cualquier ejercicio in- terior, no te penes por eso, antes lo ten a buena dicha; pues te va Dios librando de ti misma, quitandote de las manos la hacienda; con las cua~ les, por bien que ellas te anduviesen, no obrarias tan cabal, perfecta y seguramente como ahora, que tomando Dios la mano tuya, te guia @ oscuras como a ciego, a donde y-por donde tu no sabes, ni jamds por tus ojos y pies, por bien gue anduvieras, atinaras a caminar». (2) «Los negocios que miran direetamente a la gloria de Dios, decia Ja Beata Margarita Maria (Ocuvres, t. 2, p. 233), son muy.diferentes de los del mundo, en los cuales hay que hacer mucho; pues en tos de Dios hay muchas veces que contentarse con seguir su inspiracién, y luego dejar que obre la gracia, y seguir sus movimientos con todo nuestro poder, 28 GRADOS DE oRACISN.—aRT. 4.° pueda el alma atender tan sdlo a lo que El quiere de ella, gozar de su presencia amorosa, y aprender a hacer en todo lo que es més de su divino agrado (1). Esto, como se ve, participa ya mucho més ‘de la con- templacién infusa, o sea de Ja “oracidn sobrenatural, redu- plicative, que no de ta meditacidn o de la simple oracion mental (1). Puesto que entonces més bien debe decirse que esta obrando la gracia en el aima y por el alma, que no és- ta obrando con fa gracia; no siendo ya tanto la propia inicia- tiva de nuestra mente la que obra y dirige, como el Divino Espiritu que en ella esté ya como Duefio y Maestro, obran- do, moviendo, ensefiando, inspirando y dirigiendo median- te sus dones de temor, piedad, ciencta, foitaleza o consejo. Mas para que estos dones se desarrollen y obren libre- mente, y con ellos logren mostrarse a las claras los dos més elevados—el de inteligencia y el de sabidurfa—, es menes- tar toda la purgacién de la noche del sentido, y aun parte de la del esp/ritu; pues hay que apager estes luces inferiores para que brillen o puedan percibirse las superiores, asi como no podemos ver las estrellas del cielo si a nuestros ojos no desaparece la luz ordinaria. Y esa iluminacién que, mediante los misticos dones, de tal suerte purifica, enciende, eleva y conforta las potencias + del alma, que le permite conversar con Dios de un modo verdaderamente sobrehumeno, celestial y divino, es la que muy pronto empezaré ya claramente a notdrse en la oracién infusa de secogimiento, y se notaré mucho més en la de guietud y de unién; y por fin aun sin comparacién m\ jor, y como de continuo, en la union transformativa.—Aqui es, pues, donde esta el mistico 1eposo con que se nos con- vida a todos, y donde tinicamente nos seré dado encontrar el-verdadero descanso para nuestras almas. Desde que se entra de Ilenq en los estados misticos, ha- biendo perfecta docilidad, el mismo Espiritu Santo se constituye como en perpetuo director, gobernador y maes- tro; y con su uncién ensefa, dirige, ilustra, purifica y da vigor y acierto y facilidad para todo, llenando los corazones de luz y pureza,-y de fortaleza y de vida (2). Mas asi como por nada se debe resistir al Espiritu Santo cuando llama a entrar en el mistico reposo, y seria miuy re- (1) «Este tan alto modo de orar, se llama contemplacién, la cual se alcanza con /os discursos del misterio; y cesando, contempla ei alma con grande admiracién y sentimiento de lo que en ella Cristo Nuestro Sefior se le comunica, halléndose el alma con su Amado en silencio, Dios y el alma, gozando ella de su Dios».—San Atronso Ropxiauez, Union y Transformacion, ¢. 7. 2) Cf. nuestro libro Bvolucion mistica, p. 640-641, GRADOS DE TRANSICION 29 prensible e] director que, con cualquier especioso pretexto, tratare de poner en ello dificultades, tampoco debe nadie adelantarse a la accién divina, dejando el don presente por otro aun no recibido (b). ae Y'las sefiales ciertas de que un aima no debe fatigarse por meditar, obstindndose en ejercitar las potencias, sino dar lugar a la secreta accién de Dios, son estas tres: 1.°, la misma dificultad para meditar, sin haber dado pera ello es- pecial motivo con disipaciones.—2.* El sentir pena en las involuntarias distracciones que padece, y disgusto en las: vanas conversaciones y el frecuente trato con las criaturas. —3.* y principal: el insistente atractivo a estarse quieta en un solo sentimiento o pensamiento que le impresiona, 0 bien del todo.en silencio ante Dios: en lo cual, aunque ten- ga cierto temor de engafiarse perdiendo el tiempo ociosa- mente, no por eso tiene verdadero remordimiento; pues ve que aquello es cosa buena, que no puede mas, y que si tra- ta de salirse de ese espiritual ocio con actos distintos, lejos. de enfervorizarse, se disipa y se llena de turbacién (g). - Y¥ luego, al terminar, notaré que, de ese aparente suesio, sale con ms fruto, mas recogida y con mucho més amor a la virtud y disposicién para todo lo bueno, que si se hubie- ta ejercitado en grandes consideraciones y en hacer muy hermosos propésitos.—-Al paso que, si por pereza se estu- viese en culpable ociosidad sin querer ejercitar las poten- cias, en doliéndose de esta falta y procurando vencer la pe- reza con actos distintos, es decir, con reflexiones, afectos o siplicas, etc., ird recobrando el fervor; y si no, saldra sin ningun fruto y con verdadero remordimiento de no haber hecho lo que era de su parte (f). : APENDICE 2) Lo gue debe hacer agui el director.-«Debe e} confesor, decia la V. Marina de Escobar (Vide, 1.5, ¢. 32, § 2), persvadir con grondes veras al penitente que desea eprovechar, af estudio de la continua ore= Gdn, pohiéndole y sent&ndole cuanto pudiera a las puertas de la divi- na misericordia, pidiendo limosna como otro pobre Lazaro; y debe en~ camminarle en este ejercicio por el camino ordinario que ios ensefian Ios Santos, de oracién y meditacién, hacimiento de gracias .. y la conti= nua memoria de ‘Dios y su presencia. ¥ si caminando de esta manera por'este ejercicio santo, bueno y provechoso, el Seior, que es duefio fe todo, tomare la mano y metiere al alma por otro camino no ten on- dinario, debe el confesor ho diverticla de él, pero debe ester a la mirn de lo que el Sefior obra, y guerdar aquella heredad suyav. *Apertarles de la contemplacidn, decia @ sus religiosas la V. Ma- dre Angela Maria de la Concepcion (Riego espirituai, c. 28), fuera pre- tender se quedaren en los medios y no pesersn al fine. «La regle ge~ neral, afiede (c. 30), es que nadie se ponga s contemplar sino cuando s 30 GRADOS DE oRACIGN:—AuT. 4.° no pudiera meditar; y si Dios por sf mismo la diere otra ocupactéi, recibala y con sus.obres no impida las divinas; porque cuando Dios quiere poseer un alma y obrar en ella graciosamente, no se le ha de po~ ner impedimente: y el alma se le pondré, si quiere para este fin valerse de su propia diligencia, pues de este modo no recibe con pureza las hu- ces de Dios. Tampoco sera verdadera_humildad no seguir la mocién de} Espiritu Santo, cuyo amor y dones se dan a los perfectos y a los imper~ fectos; n unos puru aumentarlos ‘més en la perfeccién, y a otros para sacartos de lo imperfecto. . Cuando el alma ha gozado el bien espiri~ tual que da Dios en la meditacion, quiere Su Majestad que goce los de la contemplacién. .. De lo que el alma-no recibe nuevo provecho, tampoco recibe gusto. . . »Aun los mas contemplativos aconsejan que al principio de la ora~ cién se medite, haciendo algunos discursos convenientes para llegar al conocimiento del amor del Extedor, pues la contemplacién también da lugar a que se medite; pero si acaso puestas con humildad con este fin, no pudiesen discurrir, resignense en la voluntad de Dios, correspon~ diendo a sus toques y vocacién: fien de su bondad, que viéndolas tan amantes suyus, mo las dejard sin el premio de su trabajo: pidan y supli- quen, que serén ofdas». «En general, dice el P. Grou (Afanuel; Sur /es réflex. dans !’ orai~ _son, p. 320), mientras se esté en la via ordinaria y se conserva el li- ~ bre uso del entendimiento, hay que conducirse por reflexién, aplicdn» dose a la meditacién, aunque sin fatigatse demasiado. .. Pero hay una via en gue son dafiosas las reflexiones; y esu es la de la oscura fe. -- En esta via no puede uno meterse por si mismo, sino que toca a Dios solo el introducir alli las almas... Y la principal sefial de que una es jntroducida, es ver que ya no tiene [a libertad de antes en usar de sus facultades en la oracién; cuando ya no puede aplicarse a un asunto pe~ ra sacor refleviones y afectos, y gusta de clerta paz sebrosa que oxce- de a todo sentido, que la tiene absorta y la obliga, por decirlo asf, a mantenerse en reposo y en silencio. - Cuando un discreto director ha- ya comprobado suficientemente esta disposicién en un alma... no tie ne por gué dudar de que ésta se halla introducida en la via de la fe». o Cada cual debe seguir su camino y no otro.—cSi mirasen mis siervos, dice en nombre de Nuestro Sefior el hermoso tratado Espinas del alma (colog. Vil), que son, no uno (Ps. XV, 11), sino muchos los caminos por donde Yo traigo a Mi las almas; y si mirasen que la Celes- tial Jerusalén tiene no una, sino doce puertas (Apoc. 21, 11)... que en Ja casa de mi Padre no hay una, smo muchas morades (Joan. t4, 2); y... que la tierra de los corazones fructifica en diversas partes divers sos frutos (Luc. 8, 15), ymo uno: no se cansarfan en baide en querer Jlevar las almas todas por un camino, y entrar por una puerta, y tener -una misma morada, y fructificar un mismo fruto... No sé para qué se cansan algunos siervos mios en querer que tenga dos talentos a quien Yo no di més que uno (Mt. 25, 15). . Mas fuerte es mi vocacién que Ia suya, y asi, aunque ellos jlamen las almas a uno, poco les servird si Yo las amo a otro: salvo de traerlas arrastradas y en tormento, que~ riendo ellas seguir su doctrina como humildes y obedientes, y no pu- diendo resistir, por otra parte, a Ia fuerza de mi espiritu, que las ense~ fa y lleva a otro. —Esta es la causa que, después de haberse quebrado- las cabezas en amonestar al alma temor, obra al fin por amor. Porque por demés es ladrar (a. vocear) al ofdo: temor, si Yo hiero al corazén con amor; y por demas llamar a la meditacién de mi Humanidad, si Yo consumo y abraso el alma con el fuego de mi Divinidad; y aun por demés es.ladrar la-contemplacién de mi Divinidad, si Yo regalo'y en~ ternezco con la,presencia demi Humanidad.-.De' manera que si mi: slervos y,ministros no procuran entender por dénde Yo Ilevo al alitia;y GRADOS UE TRAMSICION - 31 si ellos después no se conforman conmigo.dando doctrina conforme, y. no diferente y contraria, en vano trabajan; porque se ha de hacer al fin Jo que Yo quiero, y no Jo que ellos». : De San Francisco de Sales refiere Santa Chantal (Oeuvres, i, p: 200-1), que sera admirable e incomparable en dirigir las almas segiin, jas respectivas vocaciones, sin nunca hacertes violencia: asi les comu~ nicaba cierta liberted con que les quitaba todos los escrtipulos y difi~ cultades. :- Gustoso dejabe obrar en ellas con gran libertad al Espiritu de Dios, siguiendo, é} mismo el atractivo divino, y conduciéndolas con forme veia que Dios las llevaba. dejéndolas proceder segiin las inspi- raciones divinas, més bien que por su particular instintos. . : Nuestro Seftor, advierte et V. Palconi (Camino, /. 1, cap. X/V), sue, Je a algunos desde los primeros dias darles ese don de contemplacién: de tal suerte, que de ninguna manera pueden aplicarse a meditar aun que més fuerza se hagan. Y mientras més porfian a quererlo hacer, se hallan mas secos, diros y atormentada la cabeza. Y estos tales no hay por qué porfien més en meditar, sino que se dejen llevar del espiritu y. camino por donde Dios los llama, y perseverar en él; pues da Dios este don... a algunos en sus principios... +He dicho esto, porque hay muchas personas. ..: muy despechudas y @ pique de dejar la oracién; y no son pocas las que la dejan de puro -desconsoladas que,se hallan, viéndo que no pueden meditar:.., y asi piensan que Dios no las quiere para oracién... Coma por una parte se -ven imperfectas, y por otra, que no pueden hacer nada ni discurrir, no. se acaban de persuadir que-aquel no poder meditar es Ilamarlas Dios a la contemplacién, por parecerles muy presto para ellas; y asi dan y to» man en que ellos no hacen nada, y que no tienen oracién, pues no me~ ditan, y que alli todo es perder tiempo. Y suelen topar con otras per~ + sonas que Jas desconsuelan y afligen, diciéndolas que pierden tiempo. mientras no meditan; y asi que lo hagan aunque revienten, que lo dex ands no es oracién: como si este negocio se hubiera de hacer a fuerza de brazos y con violencias. ¥ asi, no tienen los tales, que no pueden: meditar, por qué inquietarse ni dejar por eso la oracién, sino perseve~ . Tar en estarse alli con Dios, rendidos a su voluntad, aunque por otra parte se vean mas secos y més duros que una. piedra: que con eso tie~ nen oracién y van bien, y verdn en sus ulmus, con la perseverancia, los frutos y efectos de ella». : «Con esta doctrina, afiade, queda entendido cémo el comim y ordi- nario modo que han de guardar los, principiantes, y los maestros con ellos, es imponerlos en la meditacién...; que por esto no se quite qua Nuestro Seftor a algunos a los principios los 1! lame ala contemplacidn.. Y quede también entendido, cémo no hay que atarse las almas, ni que aiarlas, a que vayan por este modo 0 el otro, sino dejarlas ir por el ca ‘mino que mejor se hallaren y a que més se aplicaren con provecho de ‘sus interiores: esto es, por donde salieren con mayores alientos de ven~ erse a si y al demonio, ejercitando todas las virtudes; porque éste es, ‘el cierto; el que gusta Dios que leven, y al que Su Majestad las llama, Porque unas se aplican a meditar y no a contempiar; y en esto de mex ditar, unas a la Pasién. .., otras... a considerar sus miserias..., otras a pensar en las cosas celestiales. . .; otras hay que todo se les va en de- ‘cir sieinpre jeculatorias y palabras amorosas a Dios, pidiéndole mise~ sicordia, rindiéndole el corazén y haciendo otros actos y afectos devo~ tos; otras no saben qué decir ni qué pedir, ni aciertan a hacer otra co~ sa en la oracién més que desear agradarle y amarle,.. Pero otras ha} jue por ningtn caso pueden mediiar... ni aciertan a hacer una consi racién y sélo saben estarse a solas en silencio, creyendo que estan eon Dios,-y rendidas a su volunted;—¥ todos son maravillosos modos 32 GRADOS DE ORACION.—aRT. 4.° de oracién, aunque tan diferentes y varios. Porque no esta el caso de- aprovechar en la oracién en que sea de este modo, o de otro; sino en que cada alma vaya per ‘aquel camino a que mejor se acomoda y de que saca mas aprovechamiento y més constantes y_vivos deseos de radar a Dios y de imitar a Cristo>, Cfr. V. Fr. Bartolomé de los. i Cua P. Comp. myst.,2.2P.,c. 20; Granada, Devocién, ¢- § 17-18. : ©) El vivir en Dios, y el vivir y reinar Dios en nosotros. ~ «Hay un tiempo, dice el P. Caussade (Abandon a Ja Prov., \. 2, ¢. 1, § 1), en que el alma vive en Dios, y un tiempo en que Dios vive enel alma. Y Jo que es propio de uno de estos tiempos, es contrario al otro. Cuan~ do el alma vive en Dios (vida ascética}, se provee cuidadosa y muy re~ gularmente a si misma de todos los medios de que puede disponer pa~ ra llegar a la unién: todo lo tiene marcado y regulado... Mas cuando Dios vive en el alma, ésta debe abandonarse totalmente a su Provi-: dencia; ya neda tiene de si misma, nada tiene sino lo que en cada mo- mento le de el principio que Ja anima; ya no hay provisiones, ni cal no trazedo; y esté como un nifio en manos de quien Jo lleva. «Asi, cuando el alma ha encontrado la mocién divina, prosigue (§ 2), deja todas las obras, todas las prdcticas, los métodos, los libros, Jas ideas, las personas espirituales, a fin de estar solituria bajo la di- teccion de Dios, y de esta mocién que viene ahora a ser el unico prin- cipio de su perfeccién. Esté en manos de Dios, como tados /os Santos Jo han estado siempre; y sabe que esta accion divina sola conoce la via que Je es propia, y que si buscara medios creados, no le servirfan sino- para extraviarse e impedir lo que Dios obra en ella». «Nuestro buen-Maestro, decia la Beata Margarita Maria (Oeuvres, t. 2, p. 141), es muy sabio Director, y cuando del todo nos entregamos a su: direcci6n, nos hace andar en poco.tiempo mucho camino sin que ape~ nas lo notemos sino por los continuos combates de su gracia contra nuestro natural inmortificado», - «No tengdis, pues, reservas, afiade (p. 261), para con Aquel que quiere ser dentro de vosotres como un germen de vida eterna. Alli quiere reinar, regir, gobernar y dar movi~ miento @ todas vuestras operaciones, y ser objeto de todos vuestros- afectos». «Pues eres mia, decia Nuestro Sefior.a la V. Isabel de Jess (1611+ 1682: Vida,1 3, c. L), quiero que vives en Mi y para Mi, y que no- vivas en tu juicio ni voluntad.. ., sino que mi Espiritu viva en ti». 4) Ligadura de las potencias. «Como Dios conduce a estas alas inmediatamente por su Espiritu, encargéndose El mismo de santificar= las y concediéndoles mayores gracias que a los otros, se aplica tam= bién, observa e! P. Grou (Moximes, XXM), a convencerlas més intima- mente de que no son nada, y nada pueden, y de que El es quien en” ellas obra todo lo bueno... Para producir en ellas este sentimiento de impotencia y de dependencia, se apodera de sus facultades, no dején= doles disponer libremente de ellas en las cosas espiritualés. Asf vienert a sentirse como atadas e incapecitadas para ocupar su memoria, en. tendimiento y voluntad en ningun objeto particular; no se Jes permite ninguna mira ni proyecto; y si alguno conciben que’no Sea por inspi~ racin, se complace él en desconcertarlo y trastornarlo. Por éso les im=: pide toda practica y todo método elegido por ellas; les prohibe todo es~ fuerzo, y ni aun les tolera que se apliquen como los demés a ta adqui~ sicién de tal o cual virtud..., reservandose E] el gobernarlas y santifix alas a su manera, prescribiéndoles oportunamente lo que deben hacer! penton, ¢ infundiéndoles El mismo las virtudes sin que dllas puedar? isonjearse de haber contribuido... Estado suniaimente molesto y hu maillente para el hombre, que mortifica on extremo sit amor proplo'y lé GRADOS ‘DE TRANSICION, 33 sujeta a la més exacta fidelidad; en el cual no podté mantenerse sin -gran amor y sin un valor a toda prueba... Quien asi navega a merced lel viento—a diferencia de quien va remando—no puede menos de re~ “conocer que se lo debe todo a él, y que lo tinico que esté de su parte -es desplegar las velas y dejarse llevar sin resistencia.—Asi, en el esta~ do pasivo se siente mejor todo el valor y eficacia de la gracia». «Nuestro Seftor, décfa la admirable salesa Sor Bernarda Ezpelosin (1850-1883; cf. Vida, 1906, Madrid, p. 160-61), me dié a conocer que algunas veces me concederia la memoria para que recordase los bene~ ficios de Dios y mis miserias; pero que no tendria entendimiento ni vo~ lunted para agradecer lo primero y aborrecer lo segundo, y que esto ‘me causaria penas indecibles. Otras veces me concederfa el entendi~ miento, pero sin memoria ni voluntad; y, finolmente, me dejarta la vo~ luntad (algunas veces), pero sin memoria ni entendimiento, y éste scr uno de mis mayores tormentos. Me dijo, por ultimo, que alguna vez -me fo concederia o retiraria todo, y siempre seria pare-hacerme sufrir mass. «De improviso—después de sentir grandes impetus de amor, refiere 4a V. Sor Filomena de Santa Coloma (ide y escritos, p. 167-8) -, me _ hallo como quien no puede tener ni deseos ni propia voluntad en nada; y asi me reprendo a mi misma viendo que tan pronto he dejado los aenos deseos de padecer grandes trebajos por mi Redentor. Pero no puedo lograr nada hasta que el mismo que me los quité me los devuel- ve... He recibido- noticia que no, hay que temer, porque esta paraliza- cién de deseos procede de la unién perfecta del alma con Dios, de mo~ -do que no hay mas que un querer y no querer ,entre el Sefior y su in- digna esclava>. «Esas insensibilidades, decia la Beata Margerita Maris (Oeuvres, t. 2, p. 402), son para ensefiaros que, para ser capaz del amor de Dios y su gracia, hay que ser insensible a todas las cosas criedes y sobre todo a los movimientos que os sugeriré vuestro amor propio y Vuestra voluntad>. ‘i «Para llegar la total transformacién de la criatura en el Criador, es preciso que aquélla esté muerta a su vivir, a su sentir, a su saber, a su poder y aun a su mismo morir, viviendo sin vivir, muriendo sin mo~ rir, sufriendo sin sufrir y resignandose sin resignarse.—No conmover~ se por nada, es estar felizmente muertos». V. Juan de Saint-Samson (Maximes espir., 22) «Toda su obra y mivimiento natural, advierte San Juan de la Cruz (Noche Il, c. 14), antes estorba que ayuda a recibir los bienes espiri- tuales de la unidn de amor.... que Dios por sola infusién suya pone en el alma pasiva y secretamente y en silencio. Y asf es menester que le tengan todas las potencias y se hayan pasivamente para recibirle, no ‘entremetiendo alli'su baja obra y vil inclinacién>. : «Entonces, afiade (c. 16), conviene que tampoco le quede operacién ni gusto acerca de las cosas espirituales, porque tiene las potencias y -apetitos impuros, bajos y muy naturales; y asi, aunque se les dé sabor y trato a estas, potencias de las cosas sobrenaturales y divinas, no le podrian recibir sino muy baja y naturalmente, muy a su modo... De -donde porque estas naturales potencies no tienen pureza ni fuerza, ni caudal para recibir y gustar las cosas sobrenaturales al modo de elias, -que es divino, sino sd/o al suyo gue es humano y bajo, como habemos -dicho, conviene que sean también oscurecidas acerca de esto divino. Porque destetadas y purgadas y aniquiladas en aquello primera, pier- dan aquel bajo y humano modo de obrar y recibir, y asi vengan a que~ ‘dar dispuestas y templadas todas estas potencias y apetitos del alma, ‘para poder recibir, sentir y gustar \o divino y sobrenatural alta y subi- 34 GRADGS DE oRacION. —aRT. 4.° ‘damente; lo cual no puede ser si primero no muere el hombre viejo. De aqui es que todo lo espiritual, si de-atriba no viene, comunicado- del Padre de las lumbres sobre el albedrio y apetito humano, aunque: més se ejercite el gusto y potencias del hombre con Dios, y por mucho. que Je parezca gustan de El, no le gustardén divina y espiritualmente, sino humana y naturalmente». : e) La simple vista amorosa.—. : : ‘Sante Chantel en las instrucciones que daba a sus hijas, detallendo més, les indicaba hasta siete «sefiules por donde conocerdin, dice, si st ‘ocio y quietud en la oracién es de Dios: La 1.” sera, si leyendo, segin se practica, su punto, no se pueden servir de él; mas sentirdn, sin usar por su parte del menor artificio, su corazén, su espfritu y lo intimo de su alma, suavemente inclinados 4 este sacro repaso.—La 2.°, si entre estas suavidades aprenden @ obedecer mejor a Dios y a sus Superiores sin ninguna excepcién; a no depender sino de la divina Providencia; y 8 no querér sino lo que Dios quiere.—La 3.°, si este reposo las sepa ra del afecto de fas criaturas y de todas Jas cosas criadas, para unirlas. al Criador... La 4.", si las hace més sinceras y caéndidas para mani- festarse como wn nifio a sus Superiores. La 5.*, si no obstante la sua- vidad que reciben en este.dulce reposo, se hallan prontas a suftir la . aridez y esterilidad cuando Dios se la enviare, y a volver a las medita> ciones y considgraciones, cuando agradare a Su Majestad. - La 6.", si este impulso las hace més pacientes y descosas de padecer, sin preten~ der otro alivio o consuelo que el de su-divino Esposo.—La 7:*, si este ocio y amoroso sueiio las hace mis humildes; si las hace despreciar més el mundo y a si mismas, para no estimar sino los trabajos, la cruz las humillacionese. ‘ i «La més cierta sefal, advierte a su vez le V Angela Maria (/. cit.), es, cuando el alina gusta de estarse a solas con Dios con una amorosa atencién, sin tener perticuler consideracion; sino con una paz interior y quietud de potencias; porque entonces se comunica Dios al alina'con una luz espiritual de su inefable y divina esencia; sin la distincién de los atributos y personas, sin género de imaginaciones ni pinturas, ni otras cosas intelectuales, sino con una sencilla y pure luz .. Suele no conocerse esta sefial en fos principios: lo uno, porque esta noticia amo~ rosa, como ton espiritual en si, suele ser muy delicada, y lo otro por= que como el alma esté tan acostumbrada a lo sensible de las consola~ ciones en la meditacion, no percibe a los principios esta noveded, lo ctial es tan sensihle:al alma, que por no entender cémo es, suele no de~ jarse gobernar; pero no se desconsuelen, que el ejercicio y costumbre hard que lo. conozcan y goten,y que vayan creciendo en este amorose noticia de Dios, sintiendo el alma con efla mucha paz y descanso>.” 36 GRADOS DE ORACION.—aRT. 4.° #) ‘Elocio santo de la contemplacién.—En la oracién propiainente dicha, advierte el P. Grou (Maaimes, XIV), 0 sea en la contempla~ cida, sel alma ni ceflexiona ni forma afectos y resoluciones. Sin embar~ go, hi el entendimiento ni la voluntad estén ociosos. Pues si la conten placién es clistinta, el entendimiento ve, aunque sin discurrir, el objeto que Dios le presenta. Y si es con/usa, aunque no ofrezca al alma nin~ giin objeto particular, la atencién del entendimiento a estar en presen~ cia de Dios, a humillarse ante la suprema Majestad, a escuchar en sin lencio lo que El le ensefia sin ruido ni distincin de palabras (que es la manera ordinaris que Dios tiene de enseitar); esta atencién es una acx cién verdadera, aunque no percibida por causa de su extremada senci- llez. Mas por ser directa y no refleja, no deja de ser real>. : «Mira, advierte el P. Osuna (3. Abec. esp., tr. 2/,¢. 5), que este no pensar nada es mas que suena, y que en ninguna manera se puede explicar lo que ello es, porque Dios, a quien se ordena,-es inexplicable: antes te digo que este no pensar nada es pensarlo todo, pues que en~ tonces pensamos sin discurso en aquel que todo lo es por eminencia maravillosa; y el menor bien que tiene este no pensar nada de los va~ rones recogidos es una atencidn muy sencilla y sotil e so/o Dios, h) El silencio espiritual. —+He estado ante Jest, decfa Gemma Gal- gani (cf. Biografia, c. 17): nada le he dicho, y El nada me dijo tampo~ co: hemos estado ambos en silencio; yo le miraba y El_me miraba a mi. Mas jsi supiese, Padre mio, qué dulce cosa es estarse esi ante Je~ ist... No se querrfa salir de alli_- Mas luego, en un instante... se div sip6 aquella luz, yéndose Jesis. Pero el corazén no se enfria nada tan Fonto» . e PreK veces—advertia él V, P. Baltasar Alvarez (ef. Vide, por La Puen te, c. 23), estoy ante el Sefior «callando y descansando; y este callar en su (aan descansando es gran tesoro; porque al Sefior todas lus cosas heblan y 208 abiertas a sus ojos: mi corazon, mis deseos, mis fi- nes, mis pruebas, mis entrafias, mi saber, mi poder; y son ojos los de su divina Majestad, que pueden quitar mis defectos, encender mis de- seos y darme alas para volar, queriendo El mds mi bien y su servicio que Yo mismo. .. Si no alcanza (el alma) lo que desea, consigue otra cosa mayor, que es la conformidad de su voluntad con ja de Dios; pues vive en su querer, no queriendo saber més de lo que El quisiere dar; ni més a priesa ai por otros caminos de los que El quisierg tomar: Conforme a esto cantaba la V- Sor Maria de la Santisima Trinidad (1610-1653; ef. Vida por el P. Serratosa, 1912, cap. 3: : i Si callando se oye # Dios, El no cesa, El no cesa de ensener: + No hay cosa como calor! Articuto V.—Los piversos GRADOS DE ORACION NOTORIAMEN- TE “SOBRENATURAL», SEGUN SANTA TERESA, ¥ LA TRANSICION GRADUAL BN TODO. Santa Teresa en su Vida (c. 14) compara los dos prime- ros grados de la oracién que llama «sobrenatural», o infusa, al riego de un jardin— que es el de nuestras almas~ hecho no con la escasez, dificultad y trabajo de quien saca el agua a fuerza brazos, segin sucedia en la meditacién, sino con la facilidad y abundancia de quien lo riega mediante una buena noria. GRADOS DB ORAGION NOTORIAMENTE ¢SOBRENATURALY a Tal'sucede, dice ella, en las dos maneras de oracidn Ha~ amadas de secogimiento infuso y de quietud; pues aunque éstas nos son dadas por Dios sin casi ningun trabajo nues- tro, y hasta a veces cuando menos lo pensamos ni procu- ramos (1), sin embargo, todavia suelen ser menester cier- tas diligencias para recogernos y sobre todo para no expo- nernos a perder demasiado pronto esa gracia y para utili- zarla lo mejor posible. —De suerte que, con ser ya: notoria~ mente el mismo Espiritu Santo quien produce ese riego, to- davia —para no romper del todo la continuidad—to suele- dejar en gran parte a nuestra industria e iniciativas. El tercer grado, 0 sea el de la simple unién, le Santa lo compara a regar con agua que no necesita ya de ninguna ‘manera de esfuerzos ni industrias para sacarse, sino que ella sola se nos viene como encauzada del rio o de una fuente, y todo el trabajo humano del jardinero se reduce a -distribuirla y conducirla por donde mas convenga. . En la unién plena o extética, que viene a constituir come el cuarto grado, advierte que son ya por demés estas mis- mas diligencias y hasta resultan imposibles; pues Dios es quien lo hace todo, como cuando copiosamente nos llueve del cielo, y al alma le baste con dejarse toda empapar, a manera de una esponja, por ese celestial agua viva que la ‘bafta, la sacia, la refrigera y purifica, y la inunda por dentro y por fuera dejéndola llena de vigor y de gozo y de vida Mas en su segunda Relacién al P. Rodrigo, la misma ‘Santa Doctora descubre otra suerte de oracién sobrenatu- zal—es decir, tal que de ningin modo podtia adquirirse con solas nuestras industries y diligencias—, y anterior ala de recogimiento; y consisté en cierta presencia de Dios que viene a ser casi continua, de suerte que baste recogerse un ‘poco para lograrla. Este verdadero preludio de la contemplacién bien po- driamos hacerlo coincidir con la misma oracién arriba des- -crita que otros Ilaman de simplicidad, de ocio espiritual 0 de simple vista amorosa de Dios; \a cual, al prolongarse entre dia y hacerse como habitual, se convierte en cierta manera de piesencia de/eitosa, mientras que luego, ei las sequedades y desolaciones de la noche del sentido, se tro- cara en vista o presencia dolorosa, donde el alma se purifi- ca maravillosamente. : ae (1) «Como no se ha de traer esta agua por arceduces, como la pasa~ da, dice Santa Teresa (Mor. IV, 2), si el manantial no la quiere produ- cir, poco aprovecha que nos cansemos. Quiero decir,que aunque més meditacién tengamcs, aunque més nos estrujemos y tengamos ldgri- mas, no viene esta agua por aqui: sélo se da a quien Dios quiere, y cuando més descuidada esté muchas veces el alma. : 38 + -GRADOS DE ORACION.—ARY. 5.°- Aqui el acto mistico—, que-era al principio tan raro y hiego quedaba tan interrumpido con los. que'son propios. del estado. ascético—, va haciéndose cada vez mas frecuen- te, y hasta convirtiéndose paco a poco en habitual, aunque siempre interrumpiéndose también més o menos con.nu- merosos actos na misticos, o sea hechos, como antes, & nuestro modo y por nuestrs propia iniciativa, si bien cada vez con mayor perfeccién y mas en espiritu. : Asi veremos cémo—desde !a orecién de simple viste amorosa—se acenttian cada vez més las séfiales de vida mistica iniciadas ya en la oracién afectiva: y cémo de esta manera se-va pasando casi del todo insensiblemente, o por transicién gradual, desde un estado tan notoriamente ascé- tico, cuales el de la consiaeracién o ‘meditacién laboriosa, hasta e] tan marcadamente miéstico, como el de la unidn, y sobre todo el de Ja unidn estable, donde cesa ya casi to- da propia iniciativa-y todo esfuerzo que no sea simplemen- te-a‘cooperar a las dulces mociones de la gracia. —Entre tanto, mientras prepondera el estado. ascético, va interpo- léndose con actos y luego con breves estados misticos;.los . cuales al fin serén ya los preponderantes y acabarén por ser sélo de cuando en cuando interrumpidos por breves actos ascéticos, aunque éstos ya nunca: rutinarios, sino siempre lenos de valor y vida. : En gu monumental Castillo interior, donde la gran Doc- tora mistica expone més claramente su pensamiento ya ma- duro y definitivo, vemos cémo va introduciendo las almas sucesivamente y por orden, sin ninguna interrupcidn, en sus siete famosas Moradas, que representan. otros. tantos gre- dos de oracién y los correspordientes de perfeccidn 0 p10- greso en la vide espiritual, desde los primeros pasos, o des-. de que salen del abismo del pecado, hasta que logran la mas plena unién y transformacién que en esta vida cabe. : Las tres primeras Morddas Jas dedica a las almas aut de! todo imperfectas, que todavia no pueden gozar de un tra- to'intimo con Dios. La 1.* es la propia de los pecadores re- cién convertidos que no sdlo necesitan grandes purgaciones. activas y penitencias para limpiar bien sus almas, sino gran- des preservativos para no recaer; para lo cual-les conviene mucho penser en los Novisimos y fundarse bien en el pro- + pio conocimiento. Mas sin perjuicio de disponerse a la vez. para ir entrando por orden en las demas moradas (1). s(t) Aunque este'-del. propio conocimiento, observa Santa Terese, (Mor. \, c. 2}, «es la primera Morada, es muy rica, y de tun gran pre tio; que.si se'descabulle de las sabandijas.de ella, no se quedara sin paser adelante... Y conviene mucho para haber de entrar en las sen GRADOS DE ORACIGN NOTORIAMEATE *SOBRENATURAL? 39 ‘Le 2.*'es para los‘que ya faécilmente sé abstienen de: pe- cados graves, pero aun tienen poco reparo en caer en los leves.~-Y a éstos les conviene meditar sobre la Pasién del Salvador y sobre los males increibles que nos causa la tibie- za, para animarse a servir a Dios con todo fervor y fideli- dad y. ser déciles a las -divinas inspiraciones (1). - En la 3.* entran los ya-de algun modo «bienaventura- dos», cuales son los verdaderos temesosos de Dios que, de- séando complacerle y servirle de veras (Ps. 111, 1),,empie- zan‘a Jlevar una vida recogida y a dedicarse a toda suerte - de obras de piedad.—Y asi, con el temor de Dios, que es el principio de la mistica sabiduria, y con esa piedad que para todo es util, y tierie promesas de vida» (I Tim. 4, 8), van mereciendo que Dios los trate como a fieles hijos, y asf Jo'introduzca en su més intima comunicacién. : De ahi el que no haya completa separacion o incomuni~ cacién de unas moradas a otras; y asi, a cuantos son fieles a lo que en una de ellas se pide, no hay, dice la Santa, por qué se les niegue el pasar a su tiempo a la siguiente, y ast heste llegar-a la ultima. *’ La4.* es ya para los aprovechados que, entrando dé Iléno en ls vida espiritua/, empiezon a gustar las dulzuras de la:contemplacién infusa; mediante Ja oracién de recogimien- to y la de guietud. La 5." pertenece a }a oracién de unidn yal éxtasis. En Ja 6.* describe el mistico Desposorio y Jos grandes favores—junto con las correspondientes angustias y purga- ciones—que le preceden y siguen: como son, por una parte, gundas Moradas, que. procure dar de mano a las cosas y negocios no necesurios, cada uno conforme a su estado. Que es cosa que le impor ta tanto para llegar a la Morada principal, que si no comienza a hacer €50, lo tengo por imposible». ti) La Morada 2.°, dice la Santa, en la cual cree que todavia hay algo de adquirido junto con lo infuso—; el 4.° la de quietud, del todo infusa;—y el 5.° la unidn extatica junto- con la transformativa; la cual por lo mismo considera como . : > -,Segtn el P. Dosda (L’ Union avec Dieh, 4." P. c. 19), en la unién -'mistica hay sélo cuatro grados: |.° La anidn incipiente, que compren de el recogimiento y la quietud; 2:°la unién sencilla; 3.° Ieunion ex 4dtica y 4.° lq union transformante o matrimonio espiritual. wd a2 " Gragos pe oracién.—arr..6.° : 3.° Escrituza del curazén.— Alli giaba Dios su ley, que es la gra- cia del Nueva Testamento, para que el alma le medite, la halle y la ‘cumple; y tratando asi de porerle a El mismo por sello, Hegaré « soi. tir su presencia amorosa. 4° Recogimiento.~-Desde aqui el Espiritu Santo es ya quien diri~ ge; da luz para conocer ta fealdad de nuestras faltas y ala vez consue~ lo, aliento y moderacién en todo. : 5.° Silencio espiritual. ~Suspensién ante Dios sin perderse en El. —Siéntese un gran vacio de todo; y es sefial de que Dios quiere Ile narnos. : : 6.° Quietud.—En que el alma siente mucha paz, roposo y suavi- dad interior, y de donde sale con grandes afectos de amor y deseos de alabar © Dios y fundarse en la humildad y demés virtudes. _. 78 Bmbriaguez de amor.—8.° Sueno espirituel.—9.° Ansias ¢ i quietud de amor. 10. Toques ‘de Dios en el elma, que Ia encienden en amor, la ilus tren el entendimiento y le comunican virtudes. 11. “Incendios.y languidez de amor. 2, Union, en que no se pierde el uso de los sentidos. ~Visiones imeginarias.—Extasis. 7 Ropto e impetus de amor. . Desposorio.~Cembio de corazones.—Unis a Heridas, con grandes ansias y sed de amor. : + Antes-de Santa Teresa apenas se conocian, segtin queda dicho, sino ciertas gradaciones de fenémenos que pueden figurar en un mismo gra~ do.de orucién, a que @ lo sumo indican los progresos-de une! misma virtud. “Asi Ricardo de Sen Victor (De guatwor' grad. viol. charitatis), dit ‘ce: «Attendo ad opera violentae charitatis, et invenio.. alios vulner: tos, alios ligatos, alios languentes, alios deficientes... In primo itaque gradu Deus intrat in animum, ét-anitnus redit ad seipsum; in secindo, ascendit supra seipsum et elevatur ad Deum; in tertio, animus elevatus ad Deum, totus transit in ipsum; in quarto, animus exit Propter Deum, - et-descendit sub semetipsum>. - nt El opiisculo titulado De septem gradibus contemplationis,: dice: «Septem gradus... censui deducendos... Primum igitur dicamus ignemty secundum unctionem, tertium extasim, quartum speculationem, quin ~ tum gustum, sextum quietem, septimum gloriam. Primo enim anima ignitur, ignita ungitur, uncta rapitur, rapta.speculatur et contemplatur, contemplans gustat, gustans quiescit, Haecin via possunt adquiri, non. tamen subito, sed gradatim. Citius autem haec experitur, gui frequeh? tius spiritualibus se exercet. Septimus in patria confertur ‘aburdantiug dis qui se in praecedentibus § gradibus exercuerunt», : * Gersén (Myst. theol. spec., P. 7, consid. 35), fundéndose on lise’ ‘propiedades del amor, reduce los grados ‘de la contemplacién a tres: éxtasis, unién y quigend,, que. vienen asta. quedar_en orden inverso més intima. CEASIFICACION DE OTROS AUTORES . 43 Amor enim, dice él, rapit, unit, satisfacit.’ Primo quidem amor rapit ad amatum, et inde extasim facit. Secundo amor jungit cum amato et ‘quesi unum efficit. Tertio sibi sufficit, nec aliud preter amare quaerit>. Los misticos posteriores a Santa Teresa que no se inspiraron eh ella, sfguen proponiende gradaciones inaceptables. Asf, con acercarse en ‘parte a la Santa, Alvarez de Paz (De grad. contempt, 1 5, P. 3, [n= trod.), considera hasta 15 grados, funddndoge en 15 denominaciones que hallé en los autores, diciendo: «Quindecim nomina ad contempla- tionem pertinentia in ascetis invenio, quae mihi videntur totidem con- iemplationis gradus designare. “Haec auterh sunt: ¢.° intuitio veritax 2.° sevessus virium animae ad interiora, 3.” sileatium, 4.° quies, 5.° unio, 6.° auditio loquelae Dei, 7.° somnus spiritualis, 8.° extasis, 9.° raptus, 10, apparitio corporalis, 1. apparitio imaginaria, 12. ins~ pectio spiritualis, 13. divina caligo, 14, maniféstatio Def, (5. visio in- tuitiva Dei». : Godinez se funda en la division. general de la. contemplacién en guertbica y séréfica, que hoy ya nadie admite,’ pues no indica sino el predominio que en un mismo grado pueden tener, respectivamente, los. dones de inteligencia y ‘de sabiduria.— Ast la primera tiene que subdi~ vidirla casi unicamente atendiendo a los misterios 0 atributos' divinos* a que se refiera, incluyendo en ella, sin embargo, la oracién de silen- cio y de guietud. En la seréfica distingue 10 grados, que son: contem~ placién ignea, flimea, confirmativa y resignativa, abnegacién o desnu- dez, soledad afectiva, soliloquios del alma, niebla espiritual, libertad~ -del espfritu,’contemplacién oscura y amor vulnerante>. (Teologia mis~ tica, 1. 5 y 6). . Arricuto VII.—Grabos PUNDAMENTALES: OBSERVACIONES ,_ Prescindiendo de estas clasificaciones, tan infundadas:y desordenadas, y ateniéndonos a la simplificacién hecha en las’ magistrales descripciones de Santa Teresa, podremos reducir los diversos grados que hoy suelen admitirse en la contemplacién a estos cinco fundamentales: recogimiento, ‘quietud, union, desposorio y_ matrimonio espiritual; perte- neciendo los tres primeros, segiin hemos dicho en la Bvolu- cidn mistica (p. 491), a la unién conformativa, y los otros dos (entre los cuales bien podria intercalarse la contempla- cion caliginosa) a \a union tiansformativa. ae ~ Estos cinco o seis grados principales, creémos que la ‘primera vez los van recorriendo todas las almas con riguro~ -80 orden, no pasando a ninguno de ellos sin haberse dete- nido mas o menos en el inmediato inferior, ni, por to co- min, sin experimentar una nueva crisis en que se pruebe la ‘fidelidad y se merezca ese ascenso.— Pero después de.pues- ‘ta el‘alma-en-un grado, puede recibir-casi. indistintamente, 44 GRADoS De ORAGION.~aRr. 7.° ; ora la oracién propia de él, ora la perteneciente a cualquie~ ra de los grados inferiores, segtin mas le convenga, sin ex- cluir la misma meditacién u oracién discursiva; a la cual debe el alma recurrir para no estarse ociosa— como los guie- tistas—, sino andar como pueda por su pie o remar, siem- pre que se le plieguen las misticas alas o cese el soplo divi- no. (Cf. Santa Teresa, Vida, c. 18). Sin embargo, ciertas almas parece que van poquito a po- co llegando hasta el mismo grado de uni6n, por una transi- cidn insensible, o bien entre tan continuas pruebas y oscu- ridades que, por pasar répidamente los momentos de luz, no aciertan a reconocerse en ninguno de los precedentes. grados, y asi quiza les parezca que su ttnico estado es una. perpetua noche, sélo interrumpida o surcada por breves ra- yos de Juz y consuelo que no aciertan a explicar.—Mas al. Negar a la unién y establecerse por algtin tiempo en ella, mientras va cesando la noche de/ sentido para dar lugar a la'del espiritu, al descender de cuando en cuando a los gra- dos precedentes o ver su descripcién en algun libro, empie- zan a caer en la cuenta de que eso-no se les hace nuevo, y~ de que, aun sin advertirlo, realmente tuvieron ya varias ve- ces esa manera de oracién.- Asi es como pueden muy bien reconocer que el recogi- miento precedié a la quietud, por més que muchos misti- cos—y a veces.la misma Santa Teresa—lo asocien a ella o lo describan después, sin duda por no haberse fijado bien. en él 0 por considerarlo tan sdlo como un repentino relém- pago en medio de Ia oscura noche del sentido, o bien.como un simple rayo de luz més clara entre Ja habitual presencia de Dios, de que ya antes gozaban. Mas al sentir claramen- te el descanso del alma en !a guietud, y ver como en ella les va quedande cautiva la voluntad, advierten que para esto venian prepardndose con actos més o menos repenti nos de recogimiento infuso. Y puesto que las otras suertes de oracidn que los misti- cos sefialan—tales como la de silencio, suefio espiritual, em- briaguez, jubilacién, etc.— conforme advierte el P. Poulain (Graces ‘a’ oraison, ch. 3, n. 8), no son sino como ciertas maneras de ser de estas 5 principales,—o bien fenémenos. que suelen acompajiarlas 0 efectos que a:veces pueden se- guirse—, nos atendremos por ehore a indicar, para mayor claridad, en qué consiste lo esencial de esos grados, que consideramos como principales, y cuéles son los fenéme- nos gue por lo comin les acompaiian; y luego completere- mos esta breve noticia con algunos ejemplos, 0 sea con des- cripciones hechas por almas Eien experimentadas, con las. GRADOS FUNDAMENTALES: 45 cuales podra el lector formarse una idea mas cabal de estas admirables operaciones de la gracia. Arricuro VIII.—Breve ied De LOS PRINCIPALES GRADOS’ DB LA UNIGN CONFORMATIVA Y DE LOS FENGMENOS QUE SUELEN ACOMPANARLES.- El primer grado de la mistica unidn, o de manifiesta contemplacion (y 5.° de oracién) ~ lo constituye el Recogi- miento infuso:— Este es la unidn del simple entendimiente . con Dios, el cual, con su hermosura y claridad infinita, lo atrae y embelesa por de fuera, o sea objetivamente; mien-" tras por dentro, con su omnipotente virtud, lo posee, cauti- va y conforta, enriqueciéndole con los preciosos dones de ciencia, consejo e inteligencia, mediante los cuales le hace penetrar como de un golpe en ese mundo superior donde resplandecen sus inefables maravillas... ‘ De este modo, uniéndolo cada vez mas intimamente con- sigo, aunque sea tan sdlo por breves instantes, lo deja pu- tificado e «iluminado para que no duerma jamés en la muer- te» (Ps. 12, 4), sino que viva ya renovado y como deifica- do con los resplandores de su misma claridad (d). A este recogimiento infuso suele preceder, segtin queda dicho—o a veces seguir—una viva presencia de Dios, tam- bién infuse, con que el alma viene a sentir en todas partes cierta impresién, como de la divina inmensidad, ora de una manera gozosa, como cuandosuavemente es atraida de cier- tos atributos o de los misterios de la fe (1); ora triste y do- lorosamente, como cuando Je parece estar a oscuras y mu: ausente de El, y ‘que todos le estén preguntando: sDénde esté ti Dios? (2). Esta presencia, ola de la luz sobrenatu- ral que esté invitando a la contemplacion, se muestra mu- chas veces en Ia porfiada insistencia con que asalta al alma un mismo pensamiento santo, o enla profundaimpresién que (1) «Acaeciame, dice Santa Teresa (Vide, c. X), venirme a deshora um sentimiento de la presencia de Dios, que en ninguna manera podia dudar que estaba dentro de mi, u yo toda engolfada en El». - Cf. Car- ta 2.*, al P. Rodrigo. (2) «Mi alma, decia la V. Maria de la Encarnecidn (Vie, por Cha~ pot, 1 P., c. 4), no cesaba de tender hacia Dios de una manera cons- tante y del todo espiritual. Me veia atormentada del deseo de poseer- Ie de una manera nueva, que yo atin ignoraba, y que no podria definir. Lo veia en todas las criatures». *Unio olia est obscura, arida et insipida seu tristis queedais rerun, divinarum cognitio cum amore quodam poenali sociata; quae etiam unio dispositiva ad contemplationem dici potest, et fit per derelictionem seu purgetionem passivam .. Alla est unio suavis quae fit per contem- plationem, vel per illapsum, vel per transformationem», Schram, Theo/. mnyst. § 172, schol. t. 4, 46 GRADOS DE ORACION. ~axr. B.° acierta a producirle una sentencia o maxima espiritual, don- de por muchos dias tiene fijo el corazén, hallando alli toda la luz y aliento que necesita (1). Esto y !a presencia dolo- yosa, se notan muy principalmente en la noche del sentido Al 1ecogimiento se asocian como feridmenos parciales 0 como simples efectos, a veces, una admiracion deleitosa que ensancha el alma y la lena de gozo y alegria, al des- cubrir en Dios tantas maravillas de amor, de bondad y de hermosura; otras veces cierta suspensién (2), 0 un profundo silencio espiritual, en que ella se queda aténita, absorta, abismada y como anonadada ante tanta grandeza.—De aqui Jos afectos y efectos‘de sdlida humilded y de profundo res- peto a las cosas divinas que esta oracidn produce (3). De esta suerte, en un momento y sin trabajo alguno ad- quiere el alma unas luces tan grandes, como no hubiera po- dido lograrlas con afios enteros de estudio y meditacién.— Por donde se ve cuén estimable y deseable y preciosa se muestra ya desde’sus primeras comunicaciones esta celes- tial sabiduria. Con estas luces va siendo sobrenaturalmente excitada, atraida, encendida y purificada la misma voluntad, que asi - vendra también a quedar cautiva. 2.° grado de contemplacion y6.° de oracion: - La Quie- tud,—Esta es.la unidn de /a voluntad con Dios, que, come sumo Bien, la atrae enérgicamente para que sélo en El ha- lle su reposo; y como infinita potencia, bondad, suavidad y dulzura, con sus dones de temor, piedad, fortaleza y sabi- durfa, la anonada y e la vez Ja cautiva, la abraze, la colma {t) . Este encendimiento de amor, dice San Juan de la Cruz (Noche Il, ¢. 12), con unién de estas dos potencias, entendimiento y voluntad, que s¢ unen aqui, es cosa de gran riqueza y deleite para ef elma. Por- que es cierto toque en la Divinidad y ye principios de la perfeccién de Ya unién de amor que espera. Y a este toque de tan subido sentir y- amor de Dios no, se Ilega, sino habiendo pasado muchos trebajos y gran parte de la purgacion>. (2) «No sin misterio, este reposo se llama suefio del medio dia, que auele ser breve, no més que para descanser un poco y volver al pasto eal trabajo; porque ia contemplacién sosegada suele ser breve... De Yo cual se quejaba San Bemardo diciende (Serm. 32 in Cant.):Rara hora, brevis moia. Viene de tarde en tarde y dura poco tiempo. ¥ es menes~ ter pedir a Dios juntamente nos descubra el lugar donde apacienta donde sestes, para que, en faitando el reposo de la contemplacién, vol~ vamos al pasto de la meditacidny. ~(La Puente, Guia, tr. 3, c. 6, § 2). (3). : «Este gozo interior, afiade (Relacién J), debia ‘sentir San Prancisco cuando le toparon Jos ladrones que andaban por el campo, dando vom ces y les dijo que era pregonero del Gran Rey; y_ otros Santos que se iban por los desiertos para pregonar lo que San Francisco: estas ala~ banzes de Dios. Yo conoci uno, llemado F Pedro de Alcéntara (que creo fo es segtin fué su vida), que hacia esto mismo y le tierien por Jo~ co los que alguna vez le oyeron. jOh, qué locura, si nds la diese Dios!» . *(2) «Differt oratio quietis ab oratione unionis, advierte Vallgorneres tq. 4, 4.2, 0. 16, n. 11), quia in oratione unionis ad spiritualem sui re= fectionem habet se anima velut passive, nec‘in sumendo laborat alimen~. to, illud intra se reperit, nesciens quomodo hoc fiat. In hac autem ora-. tione quietis aliquantulum laborat anima, quemwis tam-suaviter et tren-" qguille, quod laborem non sentiat. Deinde in oratione unionis omnes: anime potentiae seepius a sta connaturali operotione suspenduntur,..>: (3) «Pija Dios a Si_ mesmo en lo interior de aquel elma de manera... GRADOS DE LA UNIGN CONFORMATIVA 49 Por eso este grado se llama, por excelencia, de unién, porque lo es de todas nuestras potencias a la vez, y no de anas solas de la inteligencia o de la voluntad o de estas dos solamente — conforme sucedia en los grados anteriores. Mas aunque todas las facultades del alma estén asi mas o menos unidas ya con Dios, y como atonitas ante tanta andeza, sin embargo, en le simple unidn, o unidn senci- la, en que la cautivided de amor no es tanta, se concentra ésta muy principalmente en la voluntad, dejando las poten- ° cias sensitivas, aunque cautivas, no tan ligadas, que no pue- dan percibir sus respectivos objetos y aun atender a ellos, si conviene para mayor servicio de Dios. A-veces hasta las ‘acompaiia el mismo entendimiento, pudiendo asi una per- sona estar ocupada en santas obras exteriores, mientras su alma—o mejor dicho, su . 50 GRADOS DE oORACIGN.=anT. 8,° A esto se aftadirén los grandes’ smpetus de amor, los raptos y los vuelos del espiritu, donde se le muestran al al- ma nuevos mundos de maravillas. Tales fendmenos suelen a veces ir acompaiiados de Jevitacién o bilocacién, partici- pando el cuerpo de la mocién del espiritu. De este modo también las heridas de amor, aunque producidas directa- mente en el corazén o en la misma alma, pueden a su vez traducirse exteriormente en Ja éstigmatizacidn,_o sea en Ja impresién de les sagradas llagas (1). Asi, los efectos de esta oracién llegan con frecuencia a ser verdaderamente portentosos, y siempre son desde. lue- go sin comparaci6n mejores aun que los la de quietud; pues dejan al alma como renovada y hecha otra, participando ya en cierto modo de los atributos divinos (n) y exhalando en todo su proceder el buen olor de-Cristo:(II Cor., 2, 15). En cada uno de los tres referidos grados de la unidn, hay forzosamente que entrar por las estrecheces, oscuridades,. aprietos y privaciones de la pavorosa noche de/ sentido. — «Cuando el Sefior deja que ésta tienda sus negras sombras, entonces saldraén de las selvas y cruzaran por todas partes. Jas fieras»; esto es, las tentaciones y tribulaciones. --Mas acrisolado en ellas, luego «al amanecer, saldré él hombre a su labor—que es principalmente la contemplacién de las maravillas divinas —, y a sus operaciones ordinarias, con el fiel ejercicio de las virtudes, hasta la tarde» (Ps. 103, 20, 23), en que, con e] nuevo oscurecer, sobrevendrén nuevas prue- bas que dispongan al alma para nuevos progresos en cami- no de la perfeccién y santidad. Esta primera noche se ordena ante todo a someter las. facultades sensitivas a la razén, y a disponer esta misma para gue, a su vez, venga décilmente a someterse én todo. al Espiritu Santo, que en adelante habra de gobernarla y dirigirla con otra prudencia que no conocen los hombres. mundanos y carnales.—-Mas para esto es preciso corregir y reparar muy bien, mediante las diversas suertes de cruces, © purgaciones pasivas, los defectos e imperfecciones que no pudieron serlo bastante con las activas (b). Consiste, pues, esta’ mistica noche en una total sustrac- ~ Q) ELDr, Imbert (La Stigmatisation, ¢. 1, al fin); dice que entre los 321 estigmatizados que pudo mencionar en su obra, 93 pertenecieron 9 diversos institutos religiosos. y sélo 49 son varones. «Va a la cabe~ za, afiade, la orden de Santo Domingo con sus 109 estigmatizados; si- ue la Franciscana, con 102; luego vienen los Carmelitas con 14, las: rsulinas también 14, las Visitandinas 12 y la orden de Sen Agustin 8; y¥ ademas hay 5 Cistercienses, 4 Benedictinos, 3 Jesuitas, 3 Teatinos, 2 riniterios, 2 Jerénimos, 2 Concepcionistas; y por fin, 13 pertenecienn: res cada cual @ una de otras distintas congregaciones religiosas». GRADOS DE LA UNIGN CONFORMATIVA ST cién de las luces, apoyos y consuelos sensibles (c), con que viene a quedar el alma a oscuras, temerosa, drida, seca y como en el aire, sin sentir el menor gusto ni arrimo, ni apo- yo en nada, ni atractivo para nada (1). Y sin embargo, una imperceptible luz y fuerza interior, del todo espiritual, la hace ser'més fie! y diligente que nunca, marchando asi, por la secreta senda que le han trazado, «a oscuras y segu- ta—sin otra luz ni guia —sino la que en el corazén ardia». Esta la guia y la hace acordarse constantemente de Dios, y alegrarse espiritualmente en El, sin querer consolarse en otra cosa, desedndolo ardientemente y de todo corazén y" suspirando siempre por verle y gozarle (2). * , Pero cuanto mas lo desea y lo busca, tanto mas dificil y aun imposible le parece poderlo hallat, viendo cémo todo. viene a conspirar contra ella y ponérsele en contra: las pa- . siones para humillarla, los enemigos y falsos amigos para ejercitarla (a), y los mismos directores para desconcertarle en vez de alentarla, y las enfermedades y desgracias para probarla y acrisolarla como a Job y Tobies (3). —Mas quien (1) De esta purgacién del sentido, dice Vallgornera (Myst., - 2, d. 8, a. 1), vcausa tormalis est substractio gratiae sensibilis..., ex qua subs~ tractione variae et’ admodum angustae desolationes, et continuae in sensu tam affectivo quam cognoscitivo procedunt ariditates... Causa efficiens seu effectiva est ipse Deus bonus et misericors, quamvis tunc incipienti austerus et plurimum iratus appareat... Causa finalis purga- tionis passivae in parte sensitiva est, ut haec pars inferior apte purifi- cata cor.formetur parti superiori, cui subordinatur, etiam a pravis dis« positionibus suis purificundae, ut sic utraque bene disposita, simulque consentiens facile ad intimam Dei concurrat unionems. In oratione, seu meditatione, afiade (ib., a, 3, n- 448), inveniuntur tria bona, nempe devorio, suavitas et consolatio; et in purgatione passi~ va inveniuntur tris mala opposita, nempe faedium, aridites et desola~ tio; ot sunt male poenaes. (2) -Ps. 20, 8; 76, 3. «Lo que no pierdo, decia la V. Sor Barbara de Santo Domingo en Septiembre del 72, es la memoria de mi Dios... pe~ ro me sirve para mas pener, porque como parece esté tan disgustado, conmigo, sufro mucho de ver que no puedo desenojarlo. En estas tis nieblas puedo descubrir en lo mas oculto de mi alma cierta calma, o sea una paz muy interior, acompanada de una seguridad cierta de mi salvacién... Pero esto es tan oculto, que apenas se divisa. Es para stener, pero no para alivier en lo més minimo el padecer>. ~* (3) «Se agregaban, dice Sor Catalina.de Jess Maria, O. P (Autob., 3 P.-c. 2), las muchas enfermedades, que en este tiempo han crecido sobre manera. . De Ja mucha desolacion padecia tanto el corazén, que siento que de alli se derraman dolores terribles a todo el cuerpo... y calentura que nunca me falta... A poco que camino me fatiga y detie~ ne la respiracién, originéndome terribles accidentes.~-Esto es por me: yor... que esto de males exteriores soy-elgo perezosa para referirlos. 1s del alma los digo hasta donde puedo, que el decirlos todos no se puede, porque apenas se puede dibujar un bosquejo; y sdlo los sabe guien fos pasa y los entiende quien los experimenta: pero no se puc- jen sujetar a la narrecién>. : 52 Grados pe oRAcIéN.—arT. 8." en todas estas pruebas permanece fiel y persevera hasta el fin, hallaré cuanto desea, e incomparablemente mas. Esta noche, en resumen, segtin dice el P. Poulain, .—Amés, 5, 4, 8 (2) Quid niteris bonam ostendere viam tuam ad quaerendam dilec~ - ane + 1Quam vilis facta es nimis, iterans vias tuas! (Jerem., 2, GRADOS, DE LA UMN CONFORMATIVA 53 lantar y trepar cuesta arriba, hasta lo alto del monte santo, wetroceden y descienden hasta... abismos y abismos.. . El! P. Godinez afirma que el 99/00 de los que empiezan a entrar en la noche del sentido, no logran pasar adelante sobre todo porculpa demalos directores que, en vez de alen- tarles para que venzan la cobardia y estimularles a seguir y perseverar, con los vanos miedos que,. por el contrario, les ponen, les hacen retroceder y extraviarse (1). Y de los po- quisimos que.de ahi pasan, casi que otros 99/00 van que- dando por tas mismas-causas en cada una de las numerosas ‘crisis. Aunque los animosos y esforzados siempre triunfan. Muy conforme a esto afirma la misma Santa Teresa (Vi- da, c. 15), que vid muchas almas, relativamente, que lle- gaban a la guietud, y muy pocas que, permaneciendo siem- pre firmes, merecian pasar adelante y no volvian atras. “Timeamus ergo, ne foite, relicta pollicitatione introeun- di in requiem ejus;, existimetur aliquis deesse,,.(Hebr. 4, 1). APENDICE a) Persecuciones, desprecios y tribulaciones que es menestet su- frir para poder entrar en el.mistico reino (Act , 14, 21; MI Tim. 3, 12).— Un peligro que hay en esta soledad, observa con gracie e) P. Osuna Be aes arg eae ene ceri nie rete nape ee aria en escondido murmurando de ti: juizgante por hipdcrita; creen que les cumple guardarse de t{ como de un hombre doblado; no piensan que te recoges sino para juzgar dentro de ti sus derramamientos .. No te disimularé la menor culpa del mundo, sino guardértela ha para su tiem~ diciendo que, pues presumes de recogido, no parece de sufrir que agas esto y esto: reduce todos tus hechos a presuncidn; el recogimien~ to, dice que es fingimiento y fantasia honesta con que menosprecios a Jos otros. En llegandote a Dios has de ser notado por sofoliento, y tu sosiego sera llamado pereza, y dirén que adrede te haces nescio, como sino te entendiesen que lo haces mas por holger que por orar. Serés. notado en el comer y vestir, como si fuese de la hacienda de sus pa- -dres; y cuando por aqui no te pudieren entrar, pondrén tacha en tu linaje © en la edad, y traerén ala memoria los pecudos de tu juven= tud. y entre burlas y veras te andarén motejando.con palabras odiosas... ¥ si por ventura muestras ira, alegarte han que has perdido Ia pacien~ cia, no mirando que ellos han perdido Ia justicia. Dicen que no imitas a Jesucristo en padecer, y ellos imitan al diablo, cuyo oficio es tentar... En lo que mas estudio ponen los disolutos es en achacar las pelabres de los recorgidos y destindarlas para las entresncar y condenar, o por de shombre fatto de seso o endiablado: lo que ellos no entienden juzgan per error.—No temas las persecuciones de los hombres, aunque son Jas peores; porque-en este torbellino podras, como otro Elias, subir al cielo de la contemplacién+ : (1) «Grex perditus factus est populus meus: pastores eorum sedu~ ‘xerunt eos, faceruntque vagari in miontibus: de monte in collem tran~ ‘sierunt, odfité sunt cubilis sui,..~(Jerem., L. 6). 54 orapos pe onacién. - ant. 8." Asi, al verse menospreciada, burlada, censurada y hasta odiada y persegaida de los suyos y de-quienes més deberfan animarla, consolar~ la y defenderla, el alma ficl, en medio de sus trabajos, oscuridades y desolaciones, se animaré diciendo con el Profeta (Mich. 7, 5-10): «Los enemigos del hombre son sus domésticos. Mas yo al Sefor miraré, es- peraré a Dios mi Salvador; que mi Dios me oiré. - No te alegres, ene miga mia, sobre mi, por verme éaida; pues me levanteré: cuando estu- viere sentada en tinieblas el Sefior es mi luz. Llevaré ls ira del-Sefor, porque pequé contra El, hasta que juzgue mi causa, y se declare en mi favor; me sacaré a luz y veré su justicia.—Y lo veré mi.enemiga, y seré cubierta de confusién la que me dice: 3En donde esté el SeRor Dios tuyo?> * «Si tardare, espéralo, porgue sin falta ho de venir; y no tardaré. + Mira que el que es incrédulo, no podré tener en si un alma recta; mas- el] justo en su fe viviré*.—(Habac., 2,,3-4). Todas estas pruebas las dispone él Sefor para mayor bien de sus fieles siérvos «No te esponte, decia E! a Sor Mariuna de Santo Do-. mingo (1743-1794), dominica en Sevilla (cf. Vida, 1991, p. 23:-4)-, eb que jes criaturas se vuelvan contra ti; pues a Mi, con ser el Criador de, ellas, me niegen y huyen... Mi hija eres, y por eso te maltre- tan..., porque no quieren a los que tratan conmigo. . Ten por excusa~ do buscar el trato y consuelo de Jus criaturas; pues Yo pongo acibar para ti, y pecinito que ninguma guste.de ti, para que busques tu con~ suelo en Mi... Ya sabes que Yo tengo que ser tu solo a solas, y que todo lo que te quitares en las criaturas, lo has de hellar en Mi..: No. hay cosa que mas me.traiga al alma, que ver que las criaturas la per- sigen y huyan de elle... Quien te solicita y ama, ycéme tendré cora z6n para verte unsiar buscindome; estando despreciada de Jes crietu- ras? El alma que asi esté, si algun tiempo la dejo, no son largas mis ausencias, que no puedo dejar por mucho tiempo Sola 8 la que no quie- re més que mi compaiifa y amor, a que Yo tanto la convido». +Acaba de negarte del todo; le aftedia (ib.\, y pon debajo de tus. pies Ja propia honra: todas las cosas, asf présperas como adverses, re~ cibelas de mi mano...; y asienta en tu corazdn que nada de lo-que te sucede es acasv, sino que Yo lo permito para mayor bien tuyo,.. ¥ no- porque lo sientas pierdes luego las fuerzas, pensando estas perdida sin. remedio, que me costaste ‘mucho, y te escogi para Mi. Siente bien de ‘Mi, ven con tus faltas, no temas, que soy Padre més paciente que todos los hijos de tos hombres: acuérdate de M{ cuando estuvieres afligida, que Yo te consolaré 5 te ensefiaré: acude a mi ministro, que para eso- te lo he dado. . »Aunque te veos desamparada y afligida, y juzgares que ya Yo te tengo dejada, no lo creas; que cuanto més lo estuvieres, mas cerca es~ toy de ti.—No desees que te venga la consolacién, sino que en todo se: cumple mi volunted. Aunque te tenga asi toda la vida, nunca dejes de recibirme, por afligida que te veas; que es.lo que pretende tu adversa~ Tio Hija, si cuando uno se siente-enfermo y debilitedo, se apartase de Jo que le habia de dar la salud... Yo me quedé para sustento del hom- bre y para darle vida». bi Ventajas, rigores y misterios de las purgaciones pasives. «Bt purgar Dios a un alma, dice la V. Isabel de Jestis (1611-1682: cf. Vida, . 6, ¢, 4), es soberanisima merced, porque .. ni sabremos nosotros mor= tificarnos, ni con la mortificacién ordinaria se arrancan de ra{z los vi~ cios y males inclinaciones. Por eso Dios toma la mano y.lo compone todo, hesta los humores naturales, por que no hayga quien le resist; y-asi cuando Ja mortificacién es pasiva y sobrenatural, estimala, y apro~ véchate mucho, si es a mortificacién de las pasiones; mas si las penas: GRADOS DE LA UNIGN CONPORMATIVA 55 ‘y purgaciones son en et espiritu mismo, es todo para purificar el alma y Mevarla al Cielo limpia y pura>. Y afiade que, habléndole su Santo Angel «de las purgaciones inte- Hiores que mas de cerca purgan al amar, fa dijo: «Suele Dios quitar et discurso de tal manera. que aunque quiera el alma no puede orac, ni prede usar del que tenia, y hillase con una torpeza y rudeza increible; ja cual por més que la quiere sacudir de sf, no puede, porque ya no la ayuda el Sefior para ello, porque la quiere mas recogida. ¥ como ella no entiende'los fines de Dios, piensa que va perdida y que vuelve atraa, y esto le causa una pena que no se puede explicar; porque padece un Tecocimiento de los huesos, junto con un desabrimiento interior, que ‘no le sabe nada bien, y no puede tener quietud sino es cuanto se reco» ge alo intimo y ensefiada por la misma necesidad, halla el remedio en ‘escucher a Dios, y cesar de la obra natural que solia hacer, dejéndose gobernar en silencio y esperanza. Otras veces la entrega Dios a unas rabias interiores, y todo to hace el demonio para apurerte de pacien- cia: i esos disparates tha le oyes decir, no te turben, que no eres ta la ue los dices ni quien lo piensa, sino el mismo demonio. ¥ no respon- Sa estos pensdmientos porfiados, que no acabarés neda por ahi; ‘sufre tu purgatorio en pena de la soltura que en su tiempo tuvo tu alma, y ten esperanza en la misericordia de Dios, que todo esto ha de parar en tranquilidad y paz soberana. Quiere el Sefior que por aqui estimes Ta paz que después te ha de venir, y que conozcasclaro y por experien- cia, y como por vista de ojos, tumiseria y que eres nada de todas ma- “neras. Todo lo que padeces esté todo en los sentidos interiores, y el alma en una contemplacién obscura, que si to sosegases lo echarias de ver sin procurarlo> : ae ¢) Penosa crisis y remores nocturnos ~+Hn el tiempo de las seque~ @ades de esta noche del sentido, advierte San Juan de la Cruz (Noche J, c. X), en la cual hace Dios el trueque.. sacando al alma de la vide .del sentido a la de! espiriar, que es de meditacién a contemplacién..: padecen los espirituales grandes penas,no tanto por las sequedades, co: mo por el recelo que tienen de que van perdidos por este camino. En~ tonces se fatigan y procuran arrimar con algtin gusto las potencias 0 al~ gin objeto de discurso. Eno cual estragandose en lo uno, no aprovechan enlo otro; porque por usar su espiritu, pierden el espiritu que tenfan de trenquilided y, paz. Y asi son semejantes al que deja lo hecho pera volverlo a hacer... En este tiempo, sino hay quien los entienda, vuel- ven atrés, dejando el cumino y aflojando, oa lo menos estorban de ir adelante, por las muchas diligencias que ponen de ir por el primer ea- mino de meditacién y discurso... Lo cual es ya excusado, porque les leva ya Dios por otro camino, que es de contemplacién, diferentisimo: del primero .. Los que de esta manera se vieren, conviéneles que se con- stelen perseverando con paciencia, y no teniendo pena confien en Dios, que no deja a los que con sencillo y recto corazén le buscan; ni les de~ Jara de dar lo necesario para el camino». : «Luego gue el alma sienta Ilevarse al desamparo y sulrimiento in~ terior, y a la suma desnudez de lo sensible, no ha de buscar alivio nin~ guno en semejante cruz, sino, para hacerse mds a Dios, esterse des~ nuda y desamparada todo el tiempo que agradare al divino Esposo Estas obscuridades de la oracidn en fe hacen que el alma conozca que Dios no pueda ser conocido, porgue infinitamente excede nuéstros co~ nocimientos, y que el conocerle mejor, es confesando que no se puede conocer. Las Juces que en otros tiempos servian de guiar el alma a Dios pera unirla con Su Majested, ‘ahora en esta oracién todo se deshace, + porque sus tinieblas hacen’ que el alma se pierda y se anegue en los ‘abisinos de] soberano sér de Dios, dandole bien a entender que le supe 56 GRADOS DE OMACION. — art. B.° atior otacién esté en la privacién de las cosas criadas»: tia de la Concepcién, Riege espiritual, cap. 37. - d) &/ recogimiento infitso y sus efectos.—“Recollectio,. escribe Vallgornera (Theol. myst., 9. 4, d. 2,4. 15), nihil aliud est quam se~ cessts, quo anima, cum omnibus suis viribus, ad interior recipitur, et ab exterioribus elongatur.. Solct ergo Dominus animam contempla~ tricem exterioribus vacantem, aut vocaliter orantem, vel aliquid utile considerantem in memento vocare per sanctam inspirationem, et intel~ tectum, et affectum, et cogitationem, ipsa quasi nihil faciente, ad in~ teriora colligere, et ante illam mensam lucis et amoris quibus abunde reficiatur apponere. Tunc ipsa non grabate, sed lubenter; immo quasi tracta..., exteriora deserit, et quasi naturaliter ipsos corporis oculos claudit, et visum, et auditum, et reliquos sensus ad interiora conver~ tit. Est jam per virtutum exercitationem, et assiduam cum Deo comue -nicationem quasi coelum Dei, in quo ipse grantanter habitat». Este secogimiento, segun dice Santa Teresa, lo causa el duice silbo del Buen Pastor, que atrae a Si las potencias del alma. Por lo cual, ex» plicando Santo Tomés aquellos palabras: Oves vocem ejus audiunt (loan. ‘4, 3), dice: «Christus Pastor est animae, et ut bonus pastor, si~ ilo inspirationis suae, omnes potentias in unum colligit, et ad suam -praesentiam adducit». cuiGee ‘«Parecidme, refiere conforme a esto la V. Agreda (Escala, § 23). -que el Sefior habie entrado.en mi alma, y gue se habia hecho duefo de ella, y que alli como superior a todo mandaba, y por su bondad cuan~ do era servido Ilamaba a toda la gente de esta casa, y la recogia con* ‘Su Majestad y Sefior. Digo que la llamaba, porque yo por mi no padia adguirir tal recogimiento.—Lo que mi alms aqui pasé con Su Mejes~ tad no se puede numerar... A mi memoria. ... 110 sé qué voz la dieron o -cémo Ia entraron allé dentro o Ja pusieron en este Sefior de tal for~ ma, que jamés se olvideba de tal huésped, como tan cerca y dentro de sie tenia. El entendimiento lo conocia asi, y entendia mas de lo que sabré dec : los efectos que hacia en mi alma era aniquilarme mucho: débame grandes deseos de servir al Senior, obligéndome a gran paz y quietud; olvidéme de las cosas terrenas. Paréceme que alld dentro del alma ha~ fa un horno de fuego donde se purificaba todo... La entrada en este recogimiento, algunas veces lo hace el Sefior dando algtin aviso con su presencia y asistencia eri el alma; otras, le hace (disponiéndose} el al- ma engolosinada de lo bien que en este recogimiento lo pasa. Aqui no dejan de obrar o trabajar las potencias, aungue hay intervalos, y al ‘guna vez oye el alma al Seftor que habla al corazén’ Aviso provechoso es, que cuando el Sefior lame a recoger el in- terior con alguna inspiracion, respondamos; y no nos acontezca lo que a la grosera esposa, en que no reparemos que es la voz del Sefior que nos Hama, y no le abramos, reparando en algin impedimento que im-. porta tan poco, como salir descalza (Cént. 5, 3)... Grande seria le fal- ta si Dios llamase, y... una niferia nos entretuviese... Por nuestro pro= pio interés habfamos de responder. Hav mayor consuelo que aquel re~ cogimiento y mayor gloria? Porque si alli esta Dios... alii esté la glo- tia. Cierto que es ldstima que las criaturas racionales carezcan de tan~ to bien, 10h, si todos lo procuréramos! Siempre es esta mi ensia, y digo que.es necia ignorancia no darse todos a la oracién. }Oh, Dios anfo, y qué engafio es este! jVlgame Dios, de los bienes que carecen dos Gue no tienen este ejerciciol» e) Le guietud y sus frutos. - «Oracién de guietud, dice la misma V. -Agreda (Escala, § 25), no es otra cosa ni lo parece, que un rayo o vis» qumbre de la bienaventuranza, tum rastrico de lo de alld, porque comion~ V. Angela Max GRADOS DE LA UNIGN CONFORMATIVA 57 6 a entrar y gozer el alma de una guietud suavisima, y les fotencias no andan ya tan afanadas. Lo que causa esta quiétud suave es el mis- imo Sefior...; porque 3qué otra cosa sino es su misma presencia nos: pudiera causer esta dulzura en el alma? Hécese en este modo al punto que las potencies caminan a obrar y discurrir, quedindose las dos, me~ moria y entendimiento, quietas en la presencia e inteligencia de Dios, y la voluntad amando én esa quietud . : ‘aLos bienes que este modo de oracién tiene y trae’a) alma no se pueden numerar. Concedidéme el Sefior por su bondad le oracién de re~. cogimiento y esta de-quietud desde que después de religiosa comencé ‘a tener oracin entregdndome toda a ella. Fueron grandes las miseri~ , cordias que el Sehior me comunicé: los favores. y jubilos tal vez no los podia disimular... El efecto que a mi siempre me hizo la oracin, fué este... jamas me pusé en ella y delante de mi Sefior, que si tenia im~ perfecciones no me Jas reprendiese. {Qué reprensiones (an particulares son las del Sefior! |Qué misteriosas y cuanto es lo que ensefian! Sdlo por recibirlas, y el gozo de cumplir lo que ensefian, parece que se po~ dia servir a Su Majestads. En esta infusa y quieta oracién es adonde el alma, Iena de amor & tanto bien como le dan, escribe Ia V. Angela Maria de la Concepcién (Riego esp., cep. 38), aprende a trabajar en las mortificaciones de cual-: quier pasién y apetito, aquf donde gusta ejercitar las virtudes; aqui. donde sabe sufrir por Dios y amarle; aqui donde conoce su voluntad ton cautiva, que teme volver a gozar de su libertad; aqui sabe bien: agradecer al Seftor las cruces interiores y exteriores que por su amor sufre; ¥ aqui por fin aprende a no querer més que a Dios, sin ningin asimiento de su voluntad, porque esta presta @ no gozar nada de lo di- cho, si Dios no quiere que lo goce, y esto por no hacerse infiel y que el Sefior la desampare por otra més fiel; por Jo cual quisiera el alma estarse siempre retirada dentro de si misma, haciéndose retrete al Se~ fior; porque con la luz que se le da, conoce que aunque no cabe en el mundo, gusta y se atempera a que el alma se haga trono de su sobera~ nia y grandeza:—Son tan grandes las gracias y mercedes que en este estado recibe el alma, que gustando de ellas una o dos veces, la dejarén tan rica ya sus potencias, que el entendimiento gozari la cer- tidumbre de las cosas de fe, y la voluntad con ardientes ansias de amor’ a las virtudes, porque quedan estas dos potencias del alma tan ilustra-- des einclinedes al amor de Dios y al suftimiento de las bejezas del mundo, que en poco tiempo genan mds que lo que podian ganar por mucho en las meditaciones. .. . = 2La dificultad mayor y que es més martirio, es juzgar que en aque~ lla quietud no hace nade, aunque le parezca que es camino muy segue ro; pero como esto se le esconds, xpor el espiritu humano nada se yea’ ni se conozca, padece grandes tinieblas, y esla de martirio grande aque! temor que padece de si le faltaré aquella amorosa unién de su Amado; no obstante que se Je da a conocer que, para que la conserve, es nece~ sario todo el Vacio que no fuere Dios, muriendo a todo lo entiguo para. resucitar a esta tan nueva vide del espiritu del Sefior, en que Su Me~ jestad obrasin que lo sepa, concediéndosele sélo una obscura viste que la guia a Dios, y esto la baste». f)_ Dulce embrieguez de emor y hartura divina.—+El Seftor, refiere- Sor Mariana de Sunto Domingo. (Vide: Pp. 289), me comunicaba tanta dulzura y suavidad, que esta misma me embriagabs; y me incorporabe con Su Majestad diciéndome:—Amada mia, asf regalo a los que se mortifican y todo lo dejan por Mi. Yo te hartaré, y seré de ansies de Mi, que esta es la més alta y subida mesa, y cuando de ella més co- mas..., hallards por postre Jo'insaciable hembre y ansias, las cuales 58 GRADOS DE oRACION.—art. 6.° Yo no ie“quitaré, porque... es este ‘mejor y més gustoso bocado.-.. Gusta, hija mfa, y goza cuén suave soy para los que me aman. g) Cémoen el Kucno mistico, ducrme el alma y el corazén velo. - «Yo no pienso ni sé nada, escribia en Junio det 81 Sor Bernarda Ez~ pelosin(Vida, p. 1#8), sdlo siento que amo a Dios, que le amo mucho, ¥ que El me ama més, mucho més: yo no sé otra cosa, aqui me pierdo y nada mas hago... Se me ocurria que perdia el-tiempo, que no hacia nada, que mis sentidos y potencias estabon dormidas y tal vez embor padas por mis pecados; pero todo esto que se me ocurriano me inquieta~ ni me seca, cuando estoy asi, de ese estado tan particular, al que parece me arrastra y me sujeta en él una fuerza sobrenatural. Yo me pierdo, me abismo: mientras menos entiendo, més siento, y cuanto mas siento, mas parece al mismo tiempo que dejo de sentir; y cuando yo me veo sin hacer nada y como dormida y muerta, entonces, como con una luz sobrenstural—como es todo lo que entonces me sticede--, pa~ rece como gue entiendo o me dicen que entonces, no sdlo na estoy sin hacer nada,-sino que asf hago muchos. : «Cuando, pues, te hallares en esta simple y puta conflanza filial ante Nuestro Seiior—como un nifio en ej seno de su madre=advierte San Francisco de Sales (Amor de Dios, 1. 6, c. 8), estéte ahi sin moverte de ningtin modo para hacer actes ‘sersibles ni del entendimiento ni de le voluntad, porque este amor simple de confianza y este adormeci~ miento amoroso de tu espiritu entre los brazos del Salvador, compren~ de por excelencia todo cuanto andas buscando por tu gusto». «Y'sia este simple modo de estar delante de Dios, edvierte luego (c. (1), fuere su voluntad afiadir algun corto sentimiento de que somos todo suyos y El todo nuestro, joh gran Dios! jqué gracia tan deseable y preciosa éstal» sFigdrese, dice Gemma, (Biografia,c. 17), una nifia que se va que~ dando dormida en el regazo de su madre. - Alli se queda olvidada de si misma y de todo; no piensa en nada, pero descansa y duerme sin sa~ ber ella cémo ni por qué: asi esté mi alma en ese tiempo. Pero es un swefio muy dulce» (1). : : sQuod externum est, soporatus, ct omnis attentio ad inguirendum et cognoscendutn abjicitur, sed soli amori et amplexibus castissimis in~ haeret. In hoc gradu, Dominus ipse, qui vinum ad ebrietatem praebet, soranum ad quietem et exultationem immittit. Inebriat ahimam amoris. ~ 10, caritatis potu, et inde facit ut omnium obliviscatur, et dormiat et in sinu Sponsi requiescat*. - (Alvarez de Paz, 1.5, P. 3, c. 7). . «Con esta comunicacién que este Sefior tiene alla.dentro con ella y ella con El, afiade (c. 6), esta transformada en El, lo cual causa el amor de los dos: y asi el alma no mira a su amado Jestis defuera, sino den- tro de si, por tenerle y sentirle todo en todo su cuerpo, gozando de El ‘yde todolo que en si misma le comunica de si mismo, particularmen= te do sus dolores y trabajos: Porque como esta en ella, vistela de esta librea de Si mismo; como el sol que embiste una nube, que la comuni~ ca desu grande resplandor y hermosura. Ya no discurre, por tener consigo lo que buscaba, que era a su amado Jesiis; y asf estan los dos en wo améndose el und al otro y gozando el uno del otro, Ella con EL

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