Sei sulla pagina 1di 9

Lenguaje y Poder en la Sociedad del Conocimiento

XIII

En Educación, hasta ahora el cognitivismo y/o el conductismo habían tendido a ver el


conocimiento como externo al aprendiz; y el proceso de aprendizaje, como un acto de
aprehender el conocimiento, el que estaría “fuera” como un “objeto” a internalizar,
respondiendo así a una lógica en la que algún “poder experto” sería quien lo organiza
ex ante para el educando y este lo integra a su propio corpus cognitivo como hechos
válidos y útiles para su desempeño. Es decir, se trata de escuelas surgidas bajo la
égida significativa de la era industrial, jerárquica, vertical y mecánica.

En una visión alternativa, el constructivismo, por su parte, ha tendido a interpretar el


fenómeno de “enseñar-aprender” apuntando al hecho psicosocial emergente que “los
estudiantes crean conocimiento mientras tratan de comprender sus experiencias”
(Driscoll, 2000,), es decir, asume que los aprendices no son simples recipientes vacíos
para ser llenados con conocimiento. Por el contrario, los aprendices están intentando
crear significado activamente.

“Los aprendices a menudo seleccionan y persiguen su propio aprendizaje. Los


principios constructivistas reconocen que el aprendizaje en la vida real es caótico y
complejo”1, motivo por lo que, como método, se adecua más a una concepción en la
que el conocimiento constituye una creación colectiva, democrática, más horizontal
que vertical, más cercana a las NTIC, y por tanto, más directamente asociada con un
proceso de aprendizaje de redes, conectivo, en la que el “poder” como significación
experta tiende a diluirse, porque el poder oligopoliza su concepción del mundo para
mantenerse; mientras que las personas, con sus propias experiencias e impulsos de
libertad, buscan ampliar perspectivas más allá de la explicación “oficial”, cuando está
expuesta a juicios o valores contrapuestos.

Si tal oposición de juicios proviene de fuentes confiables de “valor” equivalente, el


receptor tiende a optar emocionalmente por aquella que se ajuste mejor a su
información previa. En el evento de igualdad, tenderá a buscar una síntesis propia,
impulsado por las exigencias de homeostasis interna de su sistema cognitivo. El

1 Siemens, George “Conectivismo: Una teoría de aprendizaje para la era digital”. Diciembre 12, 2004.
Traducción: Diego E. Leal Fonseca. Febrero 7, 2007
cerebro siempre está generando hipótesis de los hechos no conocidos con propósitos
de ajuste al entorno y supervivencia.

Pero para que una comunicación educacional sea efectiva y transfiera eficazmente la
información y conocimientos “pertinentes” para la acción, exige como precondición un
“marco común de experiencias” que viabilice la “comprensión comunicativa”; es decir
adecuaciones semánticas o adaptadores de variedad que permitan la “correcta”
codificación y decodificación (con la intención expresa que le da el maestro) de las
señales lingüísticas de toda naturaleza, por parte de los sistemas en interrelación.

Este es un fenómeno altamente complejo, dados los múltiples entornos en que los
sistemas y subsistemas en interacción realizan sus “poiésis” hermenéuticas, todas
ellas, no obstante, “integradas” por las estructuras de autoridad de la sociedad en que
se desenvuelven y que viabilizan la existencia del colectivo comunicacional como tal.
Esta dialéctica entre diferencias y semejanzas obliga a permanentes ajustes
contingentes de los sistemas, que buscarán siempre reducir la complejidad, como una
forma de ahorrar energía y conseguir la debida comprensión comunicativa.

Las diversas teorías de enseñanza-aprendizaje no habían hecho, hasta hace muy poco,
referencia al tipo de “aprendizaje” que ocurre fuera de las personas (p.ej. el
almacenado y manipulado por la tecnología) y casi no describen cómo ocurre el
aprendizaje organizacional en torno a estas nuevas fuerzas productivas, porque se han
mantenido en la lógica de las apreciaciones según las cuales, tales características se
asumen como estrictamente humanas (asentadas en el cerebro).

El surgimiento de la Internet y la Web, como una pseudomemoria universal, ha tendido


a hacer revisar tales definiciones, en la medida que se puede hablar de “conocimiento
almacenado” en bases de datos, con la sola condición de que dicho “conocimiento” sea
“accesado” por la persona que lo requiere, en la oportunidad y lugar correspondiente y
que, como resultado de la vinculación, surja una nueva correlación entre elementos
que implique conocimiento. Es cierto que el “insight” se suscita únicamente en el
cerebro biológico, pero en la interacción del hombre con el ordenador, ese nuevo
conocimiento puede ser digitado e integrado a la memoria de silicio, generando un
movimiento de información que, además, podrá ser conocido por otros que accedan a
la red, si la información está bien codificada.
Este vínculo interactivo entre entidades de carbono y silicio, hace variar, además, la
concepción de comunidad, que ahora puede ser atópica y asíncrona, pero intermediada
a la velocidad de la luz a través de la red, produciendo y almacenando conocimientos
compartidos y prácticas que también impactan en el conocimiento global de la
organización, en un proceso de aumento de expertizaje que avanza a ritmos que no
habrían sido posible mediante los anteriores medios de comunicación, instrumentos de
producción y almacenamiento de información, como por ejemplo, los libros, de
transmisión infinitamente más lenta.

A esta intercomunicación habrá que sumar aquellas que se producen entre artefactos
con memoria de silicio -si es que se puede llamar a aquello “comunicación”- aunque
por cierto, es una interconexión que ya podemos observar en instalaciones en línea
para el teletrabajo industrial; el perfeccionamiento de una robótica destinada a cubrir
las necesidades diarias de las personas mediante el desarrollo de la “domótica”
(digitalización y automatización de los hogares), donde múltiples artefactos hogareños
coordinan informaciones con propósitos de mantener el funcionamiento de los sistemas
de mantención, cuidado y provisión de las casas del futuro.

Tales “comunicaciones”, no obstante, no requerirán seguramente de una “ética”


inscrita en los chips de silicio para proteger al hombre de la máquina, porque no serán
“comunicaciones” en el sentido que hemos usado en este trabajo, es decir, con
“intención”, sino simplemente conexiones operativas entre los diversos programas
algorítmicos que se coordinen.

Las previsiones de una ciencia ficción basada en la proyección “ideológico-lingüística”


de la idea-palabra “cerebro artificial”, como adelantos forjados sobre una especie de
imitación del funcionamiento del sistema nervioso humano se han visto superadas tras
los fracasos de las investigaciones y aplicaciones sobre máquinas que comprendan
instrucciones múltiples en lenguaje fonético humano -dada su polisemia-, apuntando
ahora en la dirección del concepto de “complementación” (y no reemplazo), en el que
la actividad de los ordenadores está inmersa de modo “natural” en las actividades
diarias del hombre.

Con el conocimiento actual, difícilmente se podrán construir máquinas con software


autopoiéticos unidos a percepciones-emociones –pulsiones humanas anteriores al
lenguaje- de adecuación sensorial “empática” a los cambios del entorno. Tampoco es
esperable a corto plazo el surgimiento de máquinas que, coordinando softwares de
diversas características y propósitos, pudieran reemplazar la complejidad del sistema
nervioso humano, al grado de sustituir la voluntad de ser del hombre, operando en
“comunidades de artefactos” que pudieran actuar “creativamente” en la transformación
del mundo sin la presencia de aquella voluntad directiva, tal como, en cambio, una
comunidad de práctica enseña, aprende y conoce, gracias a la complementación entre
memorias de carbono y silicio.

El aprendizaje es una actitud-conducta de entidades biológicas superiores cuyo impulso


básico –no cognitivo- es su interés o deseo de integrar determinadas informaciones al
corpus de conocimientos personal con la intención de responder mejor a diversas
necesidades de supervivencia, por lo que producir un software que indujera tal
compleja intención en una máquina, no es más que, por ahora, una ficción. La
reproducción de emociones en máquinas pasa por entender sus características en los
seres humanos y aquello está lejos aún de ser conseguido en todas sus dimensiones
(físico-química, endocrina, fisiológica, psiconeurobiológica, conductual y antropológico
social-cultural), y menos aún como sistema.

Las escuelas cognitivistas o behavioristas tampoco repararon en las nuevas


concepciones de enseñanza-aprendizaje -entendidas como estado de cambio duradero
(emocional, mental, fisiológico, v.gr., habilidades) y obtenidas como resultado de las
experiencias e interacciones del educando con contenidos o con otras personas-,
debido a que en sus desarrollos tampoco consideraron el factor “poder” en la intención
implícita de los actores de la comunicación en la ecuación enseñanza-contenido-
aprendizaje. Es decir, esta limitación sigue las pautas de las posibilidades que hasta
ahora otorgan los avances de las fuerzas productivas y el conocimiento, definidos por
el sentido del poder que las significa y orienta, tal como un programador opera un
robot productor y ensamblador de tapabarros en Japón y como éste responde a las
exigencias de su software: acríticamente.

Cognitivismo y conductismo nos hablan del proceso de enseñanza-aprendizaje en sí


mismo, no del “valor” de lo que está siendo enseñado, porque se lo supone implícito –
dadas ciertas pautas culturales definidas socialmente por los poderes establecidos-,
aún cuando aquello no sea necesariamente así en la interpretación del educando. Este
hecho es relevante a la hora de la motivación y probablemente es una de las
principales causas de los malos resultados de las pruebas para medir aprendizaje en
Chile y otras regiones del orbe. Mientras los jóvenes están experimentando un mundo
nuevo y diverso, los adultos insisten en impartirles información estandarizada cuya
función de utilidad no alcanzan a comprender.

“En un mundo interconectado, la necesidad de evaluar la pertinencia de aprender algo


es una “meta-habilidad” que es aplicada antes que el aprendizaje mismo empiece.
Cuando el conocimiento es escaso, el proceso de evaluar la pertinencia de aprender
algo se asume como intrínseco al aprendizaje. Cuando el conocimiento es abundante,
la evaluación rápida del conocimiento es importante. En el entorno actual, a menudo
se requiere acción sin aprendizaje personal (sin necesidad de incorporación), es decir,
necesitamos actuar a partir de la obtención de información externa a nuestro
conocimiento primario. La capacidad de sintetizar y reconocer conexiones y patrones
es, pues, una habilidad valiosa”2.

Dicha interpretación, no obstante, si no está dirigida por intención o sentido asociado a


la búsqueda de aquella información, que le da teleonomía (sentido) a la acción humana
en el mundo, se transforma en conocimiento inútil y no otorga al usuario ventaja
alguna en su desempeño en el mundo del trabajo. La capacidad de interpretación es,
como hemos visto, un fenómeno propiamente humano y deviene del instrumento en el
que habita, es decir, su habla y lenguaje, que es polisémico por necesidad, como
forma de ajuste permanente a entornos cambiantes. Este sólo se pretende
monosémico por acción de un poder que busca significarlo de una determinada manera
para la mantención de un determinado orden de las cosas.

La Sociedad de la Información y del Conocimiento, empero, amenaza esta tranquila


concepción industrial jerárquica y vertical del orden y preanuncia un proceso de
cambios sociales de grandes magnitudes que ya puede observarse en los ajustes que
emergen en la educación y los modelos y métodos para la enseñanza y el aprendizaje.
Estas mutaciones se están viendo también en los organigramas de las empresas.

Cada vez más, son el conocimiento, la experiencia y la creatividad los factores que
generan valor simbólico, pero aquellos sólo pueden expresarse en el poseedor de estas
potencialidades productivas, es decir, la persona y, a través del lenguaje, en la

2 Siemens, George “Conectivismo: Una teoría de aprendizaje para la era digital”. Diciembre 12, 2004.
Traducción: Diego E. Leal Fonseca. Febrero 7, 2007
organización productiva. En todo caso, sólo la persona puede crear, manifestar y
compartir conocimiento, experiencias y creatividad, mediante su habla y/o,
transfiriendo tales conceptos materialmente a bases de datos, de modo que sea
accesible a otros, aunque recordando siempre la enorme pluralidad de usuarios que
interactuarán con los textos indizados y que los interpretarán desde múltiples
perspectivas que pueden o no crear nuevo valor o innovación.

El actual creador de valor pertenece a segmentos sociales diversos y se ubica en


múltiples posiciones dentro del aparato productivo, hecho que distingue a la nueva
sociedad de la industrial, más rígidamente estamentada y jerárquica. Las comunidades
de conocimientos en todo el mundo se conforman, gracias a las NTIC, con personas de
diversas nacionalidades, edades, género, extracción socioeconómica, especialización y
hasta cultura, rompiendo así las rigurosas estructuras de relaciones establecidas en el
período anterior.

Estas comunidades intercambian telemáticamente no sólo conocimientos y


experiencias, sino gustos y estéticas, costumbres y éticas, que van confundiéndose en
un mix que, partiendo del lenguaje va transformando las concepciones del mundo de
cada cual, haciendo emerger nuevos tipos de empatías respecto de lo que se pudiera
considerar valioso. Estas hermenéuticas tienen y tendrán un enorme impacto en las
conductas y preferencias de las personas, lo que, consecuentemente, afectará las
actuales concepciones de símbolos relevantes para la estabilidad y validez del orden
social industrial, tales como precio, propiedad, liderazgo, jerarquía, riqueza o fama.

Desde luego, la concepción de propiedad de la era industrial comienza a mutar, porque


en la abstracción del servicio, la creación e inteligencia, el bien pierde parte de su
consistencia: el valor conceptual es tan equivoco como el propio lenguaje que lo
manifiesta, así como sus orígenes y tracto de creación, tan colectivos como el lenguaje
mismo. Esta inmaterialidad de los nuevos productos impide claridad en la identidad de
los creadores, confunde los sistemas de costeo de producción al modo industrial, así
como la posibilidad normativa y real de “empalizar” la creación intelectual para
impetrar su propiedad privada ante el conjunto social. La complejidad de costear
precios de, por ejemplo, nuevos medicamentos, al intentar medir el aporte de la
investigación científica, es una muestra de lo que ocurrirá luego en muchos otros
ámbitos productivos.
En materia de liderazgo, por su parte, dado que la creación es propiamente humana,
las nuevas empresas tienden cada vez más a organizarse en torno a las personalidades
de sus fundadores que como sociedades anónimas, cuya existencia se instala sobre
una marca y productos reconocidos, así como de una tecnocracia ejecutiva que cambia
según las decisiones de las juntas de accionistas, traspasando los límites de tiempo de
vida de sus creadores, sin que ello afecte el corazón de sus negocios y productos.

Si bien dicho fenómeno se podría igualar a lo ocurrido con empresas de la era


industrial con formador conocido como Ford, Toyota o Daimler-Benz, en el caso de la
Sociedad de la Información y del Conocimiento, dado el énfasis en la innovación y
creatividad, así como en la personalización de los mercados, el Customers Relationship
Managment (CRM) que permiten las NTIC y las nuevas estéticas derivadas de los
cambios empáticos, la empresa tiende a valorarse más según el estilo de su gestor
(Apple o Microsoft), por lo que su éxito depende mucho de la presencia o no del
espíritu del creador en sus bienes y servicios.

Tal como en un buen restaurante, el “chief” gestor determina la calidad del servicio y
producto y la respuesta de sus clientes está definida por su “manifestación” en las
comidas, las nuevas empresas son mejor o peor evaluadas por los mercados según si
los conocimientos, experiencia y creatividad del líder se expresan en los productos,
aún cuando ellos sean, en los hechos, obra de una comunidad. Un ejemplo de tal
comportamiento se observa en los programas de TV, donde el anchorman suele
determinar los rating de aquellos; o en las líneas de producción de vestimentas y
artículos femeninos, en los que el valor surge de la estética personalísima y
reconocible de su creador.

Esta mayor personalización de las empresas tiene un simbolismo evidente que pasa
por un proceso de validación que es lingüístico-conceptual y emocional, lo que suscita
un fuerte cambio en los modelos de precios de los mercados industriales, pues un
mismo producto (ej. un MP4) puede encontrarse a valores muy distintos, dependiendo
del prestigio, fama y connotación de la marca y estilo del creador incorporado al bien.
La estabilidad y éxito de las empresas en la nueva Sociedad dependerá pues, en gran
medida, de la calidad de coordinación del productor con las estéticas en boga, su modo
de comunicaciones y relaciones, y, por consiguiente, de la fluidez de información con la
que el colectivo opere para responder a consumidores con gustos y deseos
hipercambiantes y cada vez más personalizados, infieles y/o tribalizados.
La cualidad única del creador o innovador se puede ver hoy en los mejores precios que
ofrece el mercado por diseños realizados por determinados trabajadores del
conocimiento, los que cuando emigran a otras marcas, se trasladan con dicho capital
hacia los nuevos productos, sin importar mucho la casa industrial que los acoge. Esta
portabilidad del capital-conocimiento tiene un poderoso influjo en las relaciones
sociales y en la forma que adquirirán las estructuras de poder empresarial del
porvenir.

“Las tendencias recientes en gestión se apartan de la estructura jerárquica vertical y


adoptan un modelo holográfico con flujo de información multidireccional. La pantalla
del ordenador ha creado grandes posibilidades para que la información circule en
forma multidimensional en vez de desplazarse hacia arriba y hacia abajo, por una ruta
vertical acorde con la posición que cada parte ocupa en la jerarquía. El interés en el
flujo multidimensional de información indica una distensión del rígido sistema de
división de funciones que conspiraba contra la comunicación de información específica
a divisiones cuya función no tenía relevancia directa”3

Dado que el conocimiento y la innovación son productos de la combinación de


conceptos-ideas organizados de modos diversos (al modo del caleidoscopio), la no
participación de divisiones sin funciones directas sobre un proceso industrial, atrasó en
el pasado muchas soluciones que luego se lograron cuando los problemas se abordaron
con pensamiento multidireccional, superando al de la correa transportadora industrial.
Los círculos de calidad japoneses en los años 60, que integraron horizontalmente a los
trabajadores en la búsqueda de mejoras productivas en las empresas y el concepto de
calidad total de Williams Deming (1900-1993), fueron gérmenes de estas nuevas
tendencias y que Japón conoció como la “Tercera Revolución Industrial”.

Las citadas apreciaciones de Sakaiya muestran la dimensión sociológico-económica del


fenómeno de introducción de las NTIC en la industria, pero es posible, a través de
ellas, imaginar el dramático cambio que estas consideraciones suscitarán en los modos
de comunicación de decisiones, así como en el sistema de jerarquías y poderes
adecuada para tal organización y, por cierto, los inevitables cambios significativos que
tendrá el lenguaje y hablas particulares en entornos horizontal-cooperativos.

3 Taichi Sakaiya. Historia del Futuro. La Sociedad del Conocimiento. Editorial Andrés Bello. 1994
La reciente crisis financiera mundial ha permitido constatar que el poder del puro
capital tiene límites y en su colisión con las nuevas realidades, parece estar dejando el
lugar de privilegio que ocupó en las últimas décadas a una mayor autoridad de los
“conocedores sistémicos”, es decir, políticos y cientistas sociales, quienes han debido
asumir el liderazgo para enfrentar la crisis desde una perspectiva global y holística,
mediante el poder normativo de los Estados que han retomado las riendas de la
economía, aunque ya no al modo de los socialismos reales, sino una mezcla de
mercado libre, con un Estado que proteja a los consumidores del enorme poder de las
megacorporaciones.

Este es un proceso de profundas consecuencias en la medida que resignificar


confianzas desde organismos y actividades que fueron desvalorizadas en los últimos
años, será una tarea titánica que obligará a grandes esfuerzos por parte de la clase
política mundial para reposicionarse. Siendo la crisis económica una desvalorización
promedio de activos de alrededor del 50% -según valoraciones de índices que, como
en Dow Jones, son por lo demás discutibles en su efectiva capacidad de medir valor-,
la recuperación será un trabajo sobretodo simbólico, de liderazgo y poder, que retorne
confianzas, movilizando en torno a esas resignificaciones, la nueva oferta y demanda.

Esta reinterpretación del valor de uso y cambio se observa además en la evolución de


las remuneraciones de ejecutivos y directores: hoy se valora más a aquellos que
apuntan al conocimiento e innovación, que a la mera reproducción. Diversas empresas
en crisis, como la automovilística, paradigma industrial, si bien han agregado valor e
innovación al producto, no han mostrado en esta coyuntura la flexibilidad, ni
rentabilidad de firmas apuntadas al conocimiento (Google, Facebook, Youtube, etc),
debiendo recurrir a las ayudas de los Estado para supervivir. Muchos bancos –
entidades que requieren de la información por excelencia- que operaron con lógica
industrial y productos en serie aumentando sus riesgos, también cayeron en falencia,
mientras que los que adecuaron su información a una correcta interpretación de los
múltiples mercados específicos, han permanecido estables.

Por lo demás, las empresas del conocimiento emergentes, basadas en la inmaterialidad


del conocimiento, podrán o no requerir de socios dueños de capital, dependiendo de si
los productos o servicios que ofrece, exigen o no de grandes cuotas de estos recursos.

Potrebbero piacerti anche