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28 de Julio de 2009

Memoria, trayectos recorridos


L. Nicolás Guigou

”La memoria es el punto de vista de la conclusividad valorativa; en cierto sentido, la


memoria no tiene esperanza, pero en cambio sólo ella puede apreciar por encima del
propósito y del sentido de una vida ya concluida y presente”.
Mijaíl M. Bajtín. Estética de la creación verbal.

A MODO DE (RE) PRESENTACIÓN heredamos de Durkheim, así como las diferentes


Estas escrituras intentan ser parte de un conjunto temporalidades presentes en un espacio
de entramados etnográficos que comienzan antes etnográfico.
y evidentemente, terminan después del que Estamos pues en la máquina del tiempo, con
escribe (e inscribe) este texto. Dar punto final a Mnemosina a la cabeza. Habrá que recordar – y
una investigación parece resultar una de las para ello, está Mnemosina, la propia diosa de La
tantas ficciones etnográficas. Memoria-, que la misma es la madre de las
Porque, ¿cómo librarse de los encuentros y musas. Ya con estos antecedentes familiares, la
desencuentros, los olvidos, las temporalidades, memoria se aleja de la figura de un mero depósito
las memorias y los recorridos que se van de recuerdos, para tomar el lugar que le
gestando en y durante el propio trabajo de corresponde: una fuente inagotable de creaciones
campo? y recreaciones.
No hay posibilidad para el punto final. Y el
duelo, que acompaña el final de una investigación, ***
también es percudido por un tiempo que está Lejos de las Musas, resulta comprensible que las
fuera del tiempo, pero que a la vez lo hace culturas que han pasado por períodos de Terror –
posible. Hay una temporalidad que no es ni como es el caso uruguayo- no dejen de cosificar a
remotamente social e histórica, pero que tampoco la memoria, transformándola así en un objeto que
puede dejarse abandonada a sí misma. En otro eventualmente puede perderse, ganarse, e
lugar1 hacíamos referencia a que los sujetos no inclusive rescatarse.
agotan sus posibilidades simbólicas bajo tal o cual
moldura socio-cultural. Emerge así la necesidad de rescatar ese
En esos mundos virtuales, en esas tesoro ocultado por prácticas represoras, que
modalidades que zigzaguean esta suerte de anidan (o anidaban) en un espacialidad
mundo real, es que puede apenas percibirse – intermitente, escondida entre las cámaras de
como en el relampagueo benjaminiano- las tortura y los campos de concentración.
temporalidades del afuera que atraviesan y El borrado de la huella por aquellos que
horadan tanto el manido tiempo social que tramaron las dictaduras militares o los
holocaustos, se transforma bajo esta operativa en
1
Ver sobre este punto: GUIGOU, L. Nicolás. la huella misma. Así, la memoria queda
Acerca de fronteras, nominaciones y efectos subsumida a los períodos de Terror en los que
teóricos. In: BASINIi, José; GUIGOU, L. Nicolás. tuvo alguno de sus pasajes- y todas las memorias
Fronteras, diálogos e intervención social en el serán únicamente esa memoria- o bien, se
contexto Pan-amazónico. Montevideo: considera al Terror como un estado de excepción
Universidad de la República, Universidad de y por lo tanto, se lo absolutiza, corriendo el riesgo
Guadalajara, Universidade Federal do Amazonas, de extraerlo de (inclusive) la propia reificación del
2008.

1
tiempo histórico. El Terror como estado de
excepción, esa ingenuidad ya refutada por Walter
Benjamin, solamente puede sostenerse bajo el
dispositivo de una ahistoricidad específica.
Por este recorrido, el Terror es tan absoluto -
los Terrores que han habido, los que vienen y los
que vendrán (¿pero cómo no aterrorizar los
rituales sociales que derivan del propio Terror?)-,
que el mismo solamente puede experimentarse
como un estado de excepción, una irrealidad. De
allí su vinculación con el mundo onírico y la
irrealidad que rodea –y constituye- los momentos,
períodos y situaciones de Terror que lo hacen
vincularse con lo indecible y lo inenarrable.
Hay con todo, un problema tal vez más
importante con los ejercicios de rescates de la
memoria. La memoria como un bien a rescatar, no
podría nunca dialogar con el conocimiento socio-
cultural implícito y el Terror descansa en ese
pliegue: es difícil (y duro) admitir que ese
conocimiento socio-cultural implícito sabía lo que
estaba sucediendo bajo el propio Terror. Si nos
adentramos en el perspectivismo del conocimiento
socio-cultural implícito, nos desacoplamos de la
idea de un sujeto de conciencia, que en esa breve
pantalla, “ganaría” o “perdería” la memoria. Pero
dado que es el propio Terror (ahora metafísico) el
que postula un sujeto de conciencia, una de las
maneras de salvar ese extraño producto socio-
cultural (curiosamente, también histórico) llamado
sujeto de conciencia, descansa justamente en las
estrategias del discurso histórico. Desde allí,
desplegando ese discurso, no tendremos más que
rescates, pérdidas y restituciones de la memoria.
Flaco, favor, sin duda, para las generaciones
que fueron y las que están por venir.

L. Nicolás Guigou es Profesor Agregado


(LICCOM, UDELAR) y Profesor Adjunto (Dpto. de
Antropología Social y Cultural, FHCE, UDELAR)
de la Universidad de la República. Sistema
Nacional de Investigadores, (SIN), ANII, Uruguay.
Hizo su Doctorado en Brasil. Tesis: “Religião e
Produção do Outro: mitologias, memórias e
narrativas na construção identitária das correntes
imigratórias Russas no Uruguai”.Programa de
Pós-graduação em Antropologia Social, UFRGS,
Brasil. Publicación electrónica con © :
http://hdl.handle.net/10183/14948

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