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LA REGULACION ECONOMICA EN AMERICA LATINA: PROFUNDAS

DIFERENCIAS CON EL SISTEMA DE “AGENCIAS” QUE SE PRETENDE


TRASPLANTAR
Inés A. D’Argenio1

Hay que exigir a cada uno lo que cada uno puede hacer – explicó el
rey -. La autoridad reposa, en primer término, sobre la razón. Si
ordenas a tu pueblo que vaya a arrojarse al mar hará una revolución.
Tengo derecho a exigir obediencia porque mis órdenes son razonables.
Antoine de Saint Exupery “El principito” Capítulo X

Por conocida y repetida, la expresión transcripta no pierde vigencia ni se


transforma en redundante. En los tiempos que corren, la razonabilidad se vincula
estrechamente al consenso, orientado por filósofos y sociólogos que, analizando el
periodo de la modernidad que concluye, proponen comprender la naturaleza exacta del
proceso de desposesión de los ciudadanos, y hablan de la democracia como el control
que los hombres pueden ejercer sobre sus propias vidas2

El consenso es una noción ausente en los conceptos autoritarios que en el ámbito


del derecho administrativo se han instalado durante más de dos siglos complaciendo el
pensamiento de los estudiosos de la disciplina. La vigencia plena del acto administrativo
de autoridad como decisión o única expresión de voluntad posible de la administración
pública concebida como poder esencialmente discrecional para la eficaz realización
inmediata del bien común, es prueba evidente de ello. El derecho administrativo, de
origen continental europeo, brinda letra en América Latina a los gobernantes que
ejercen autoridad desde sus despachos, instalados en el autismo de un poder central que
se considera monopólico, con su séquito de tecnócratas, en la evaluación del contenido
del interés general.

Un autor francés explica magistralmente esta situación en una obra que titula “El
derecho sin el Estado”3 revisando los conceptos estancados del régimen administrativo
francés que sustenta su desarrollo autoritario como exorbitante del derecho privado en el
mito de la satisfacción burocrática del interés público. Analiza en él, de manera
comparativa, la naturaleza ideológica y cultural de los sistemas de regulación jurídica
instalados en Francia y en los Estados Unidos de Norteamérica, proponiendo la
posibilidad de un modo alternativo de regulación social en Francia en reemplazo de la
regulación estatal centralizada4. En Francia – dice – con su regulación estatal, la
sociedad está enteramente estructurada por y alrededor del Estado que juega un rol de
impulsión y ejerce, en contrapartida, su puesta de mano sobre la sociedad que vive bajo
tutela5; en Estados Unidos en cambio, con su sistema de autorregulación de la
sociedad, la sociedad tiene una vía autónoma en relación al Estado, y dispone de sus
propios instrumentos de regulación reflejando una mayor madurez de ella. La
concepción americana del Estado de Derecho no se reduce a la sumisión de la
“puissance publique” a la regla de derecho, explica Cohen-Tanugi quien aclara: “La
exigencia americana del Estado de Derecho extiende la empresa de regulación
jurídica a la esfera de la sociedad civil”. Coincide con la elocuente expresión de
Agustín Gordillo, conocedor exhaustivo y trasmisor auténtico del sistema de “agencias
reguladoras” norteamericanas, cuando analiza la fractura de poder que consagra la
Constitución Nacional Argentina a partir de 1994, destacando la tendencia progresiva a
la fractura múltiple del poder como garantía de libertad6. La fragmentación
institucional que caracteriza a los Estados Unidos – dice Cohen-Tanugi en la
introducción a la tercera edición – está organizada por la Constitución.

En el sistema de “agencias reguladoras” la sociedad dispone de sus propios


instrumentos de regulación por lo que es imposible, en América Latina, trasplantar ese
sistema en el marco de un derecho administrativo regido por principios autoritarios del
régimen administrativo francés. En el esquema de ese régimen que nuestros publicistas
continúan aceptando a ultranza, no hay fractura de poder ni fragmentación institucional
posible.

He leído con gran interés el artículo de Farlei Martins Riccio de Oliveira en


“Direitto Administrativo em Debate” del 28 de marzo de 2008 en el que expone que el
precandidato a la presidencia de los EUA Barack Obama, frente a la crisis inmobiliaria
norteamericana, propone medidas que tienen como base una mayor reglamentación del
mercado de crédito.7 Sobre tal base, Farlei Martins Riccio de Oliveira remite a las
distintas fases históricas de intervención del Estado en la economía para ubicar la mayor
intensidad de la regulación en la propuesta a que se refiere, y se pregunta acerca
de los cambios posibles tendientes a una mayor regulación en este sistema. Me permito
responder, aunque acotada la cuestión a la temática que vengo desarrollando. Me parece
que – sin perjuicio de su trascendencia en materia de política económica – la mayor o
menor intensidad de la regulación no interesa tanto como la comprensión de las
profundas diferencias que informan a un modo alternativo de regulación ajeno por
completo a la regulación estatal centralizada; en el que por ende, no tiene cabida la idea
anquilosada de un acto administrativo de autoridad como expresión de un “poder
administrador”. Los estudios más recientes en Latinoamérica que proponen la adopción
de este nuevo sistema de agencias reguladoras, por lo general, no ponen el acento en
esta diferencia en el desarrollo del proceso de regulación que apunta al consenso como
elemento esencial para el acatamiento y la consecuente vigencia de la norma. La
presencia de un acto administrativo de autoridad como único modo conocido en
América Latina para el ejercicio de la función administrativa, solo permite la
participación ciudadana en el marco de un procedimiento de creación del acto que no se
desprende de la emanación final de un acto de autoridad. De tal modo, las audiencias
públicas o las conferencias de servicio o como se llame a los modos establecidos para la
participación, no trasuntan una auténtica autorregulación o implementación del
consenso. En el régimen administrativo francés que tiene como eje al instituto del acto
administrativo desconocido como tal en los Estados Unidos, el ciudadano, para
intervenir, debe esperar “a que los actos le atañan”, en incomparable expresión de
Grégoire Bigot8; razón por la cual es imposible estudiar la implantación en América
Latina del sistema de “agencias reguladoras” al estilo norteamericano, en la medida en
que permanezcan vigentes como esenciales en la disciplina las instituciones
provenientes del régimen administrativo francés9. Ambos sistemas son incompatibles,
en tanto el derecho como instrumento de regulación social resulta imposible en un
ámbito en el que “todo programa decidido por la autoridad legítima se encuentra por
naturaleza al servicio efectivo del interés general”10

He acudido con anterioridad, para la mejor comprensión de mi propuesta –


sustentada en la doctrina de Bartolomé Fiorini - acerca de la necesaria revisión
conceptual del derecho administrativo y, en particular del acto administrativo, al estudio
también comparativo de ambos sistemas efectuado por Joel Romero con referencia
específica a la regulación de las concentraciones económicas por parte de la Federal
Trade Comission11. La norma conocida en Estados Unidos como “Clayton Act”,
señala Romero, establece la prohibición de adquisiciones que pudiesen perjudicar la
competencia y luego, simplemente, crea herramientas jurídicas, poniendo en manos de
las agencias gubernamentales pertinentes, así como de aquellas personas que se
consideren afectadas, la posibilidad de accionar judicialmente para evitar que se
concreten operaciones en violación de la ley. No media ningún acto administrativo que
resuelva autorizar o denegar la operación, como se exige en el sistema legal argentino
(ley nacional 25.156 de Defensa de la Competencia) donde todos los actos que
configuren concentraciones económicas deben ser obligatoriamente notificados para su
examen por ante el órgano administrativo de aplicación y, en el procedimiento
administrativo consecuente solo pueden tomar parte las compañías involucradas sin que
puedan participar ni los consumidores, ni los organismos que representan a éstos, ni los
competidores12. De tal manera explica Romero con relación al sistema norteamericano,
y esto es fundamental para comprender la ausencia de acto administrativo de autoridad
en ese sistema, no necesariamente los agentes gubernamentales deben desafiar cada
fusión, cuando el Congreso consideró a las acciones ejercidas por los privados como
parte integral del plan para la protección de la competencia; y a la inversa, el fracaso
de las agencias gubernamentales para objetar la fusión no debe ser considerada como
una conclusión definitiva de su legalidad.

Lo sucedido en Argentina en marzo de 2008 pone en evidencia las


consecuencias del ejercicio de un poder inconsulto. Las denominadas “medidas” para el
agro pergeñadas por tecnócratas de la administración nacional – sin perjuicio de su
mérito intrínseco que no estoy en condiciones de evaluar por carecer de formación
específica en materia de política económica 13– no fueron aceptadas por los destinatarios
de la orden. Una orden que, además, en cuanto regulación del derecho de propiedad y de
otros derechos fundamentales consagrados en la Constitución Nacional, debió
imponerla el Congreso de la Nación en virtud de la “reserva de la ley” que, en tales
casos, consagran los artículos 14 y 28 de la Constitución Nacional14. El conflicto
generado en consecuencia en el ámbito de los destinatarios de la orden, productores
agropecuarios, continúa sin modificación a la hora en que escribo estas líneas; y lo más
notorio, es que ha sido apoyado por otros sectores de la comunidad ajenos al campo, a
pesar del desabastecimiento que el corte de rutas ha impuesto a los centros urbanos. Los
periodistas de opinión que escriben al respecto, interpretan el comportamiento social en
general como un hastío frente al ejercicio del poder sin consenso. “Soberbia”
titula Jorge Lanata un artículo en el diario “Crítica” del 27 de marzo: “El martes a la
noche – dice en alusión a la noche del 25 de marzo – algunas decenas de miles de
personas en todo el país protestaron contra la soberbia. La mayoría no tenía ni tendrá
jamás negocios en el campo…Pero están hartos de la soberbia, de los que siempre
tienen razón en todo, de los que se apuran a señalar al enemigo, de los que dicen que
quieren dialogar pero primero dictan los decretos”. “La revuelta campesina y urbana de
los últimos días – dijo Joaquín Morales Solá en “La Nación” del domingo 30 – fue el
aviso de que la voluntad general le ha puesto límites definitivos al poder”; antes, ya
había opinado sobre “El verdadero mensaje de las cacerolas”, señalando que constituyó
“el rechazo a un método arrogante de gobernar” y anticipando la necesidad de poner fin
a un “estilo de monólogos desde el poder” (mismo diario, 27 de marzo). Carlos Pagni
habló del “déficit de sensibilidad de un gobernante para comprender el modo en que se
perciben sus políticas”, acotando que el argumento justificante posterior “oculta que las
retenciones se fijan mas por razones políticas que económicas” en alusión directa a que
la Casa Rosada consigue con ellas fondos que no debe coparticipar con las provincias
(“Un discurso cargado de deslices”, mismo diario, 27 de marzo; también “Una forma de
actuar que se agotó”, diario del miércoles 26), opinión esta última en la que coincide
Fernando Laborda al afirmar que “si las retenciones no existieran o si fueran
sensiblemente menores – hoy superan el 40% para la soja – los productores tributarían
un mayor impuesto a las ganancias que, a diferencia de las retenciones, se
coparticiparían con las provincias” (en La Nación del domingo 30).

Creo que estos sucesos brindan una buena base para analizar con mayor cuidado
la adopción en nuestros países del sistema de agencias reguladoras. No porque este
sistema no sea bueno (vaya si lo es en la medida en que constituye una fractura
auténtica al ejercicio de un poder central inconsulto), sino porque su mérito está
íntimamente vinculado al necesario abandono por nuestra parte de preconceptos del
derecho administrativo tradicional que le son opuestos. Su instalación eficaz requiere un
esfuerzo mayor al mero traslado de instituciones: el de admitir que tales instituciones
son incompatibles con los conceptos tradicionales que queremos imponerles. El
propósito de la obra de Cohen-Tanugi es, según sus propias palabras que comparto
plenamente15, “à inciter les juristas à sortir de leer retraite et à persuader quelques
autres de l’intérêt d’une approche juridique de la démocracie”. Con la
concreción de ese solo propósito, añade, ella habrá cumplido ampliamente su objetivo.

Referência bibliográfica para este artigo:

D´ARGENIO, Ignés A. La regulacion economica en America Latina: profundas diferencias con


el sistema de “agencias” que se pretende trasplantar. Direito Administrativo em Debate. Rio
de Janeiro, abril, 2008. Disponível na internet:
<http://direitoadministrativoemdebateartigos.blogspot.com> Acesso em : xx de xxxxxxxxxx de
xxxx.

1
Profesora en el Post Grado de Derecho Administrativo de la Universidad de Buenos Aires y de la
Universidad de La Plata. Socia honoraria de la Asociación de Derecho Administrativo de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires; Socia honoraria de la Asociación Bonaerense de Derecho Administrativo y
socia fundadora de la Asociación Italo Argentina de Derecho Administrativo.
2
Marshall Berman “Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad” Siglo XXI
editores, undécima edición en español 1999, primera edición en inglés 1982; Cornelius Castoriadis “Lo
que hace a Grecia 1. De Homero a Heráclito” Seminarios 1982-1983 en École des Hautes Études de
Sciences Sociales, Paris, Editado por Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006; Michel
Mafessoli “Elogio de la razón sensible. Una visión intuitiva del mundo contemporáneo”, París, 1996,
Edición Paidos, Barcelona, 1997 y “El instante eterno. El retorno de lo trágico en las sociedades
posmodernas”, Paris, 2001, Paidos, Buenos Aires reimpresión 2005; Luc Ferry, autor de “Familia y
Amor”, quien analiza, precisamente, la desposesión democrática que padece el ciudadano de hoy en
“Grandezas y miserias de la globalización” adn cultura “La Nación”, sábado 29 de marzo de 2008.
3
Laurent Coheb-Tanugi “Le droit sans l’Etat. Sur la démocratie en France et en Amérique” Quadrige,
Presses Universitaries de France, premier édition, Paris, 1985.
4
En Avant-propos de la obra citada, que inicia con una cita elocuente de Jean-Jacques Rousseau de 1735:
“Es cierto que los pueblos son, a la larga, lo que los gobernantes les hacen ser”. Explica muy bien Stanley
Hoffmann en el préface de la obra, que el autor sabe bien de qué habla: no precisamente de la Francia
socialista opuesta a una Francia neoliberal practicante de la economía de mercado, sino solamente, de la
Francia constituida por siglos de dominación estatal, en la que el derecho constituye un instrumento de
tutela del Estado sobre la sociedad y la superioridad del Estado se expresa por la presencia de un derecho
administrativo distinto del derecho civil.
5
Un Estado “tentacular”, dice en el primer capítulo, sin llegar a evocar a los regímenes totalitarios,
significa una sociedad débil; y propone “el debate jurídico frente a la simple retórica política del
unilateralismo tecnocrático”.
6
Tratado de Derecho Administrativo, octava edición, 2003, tomo I IX-2 y nota 1.9; IX-33 y IV-12, entre
otras muchas apreciaciones de su extensa obra.
7
http://direitoadministrativoemdebate.blogspot.com/2008/03/nova-regulao-da-economia.html
8
“Introducción historique au droit administratif depuis 1789” PUF, París, 2003, página 188.
9
Alberto B. Bianchi “La regulación económica” Editorial Abaco, Buenos Aires, 2001; Gustavo
Binenbojm “Agências reguladoras independentes, separaçao de poderes e processo democrático” en
Directo Administrativo Brasil Argentina, Estudos en Homenagem a Agustín Gordillo, coordinador Farlei
Martins Riccio de Oliveira, Del Rey, Belo Horizonte, 2007, especialmente, su estudio acerca de que la
administración pública está autorizada a tomar decisiones en espacios de discrecionalidad abiertos por la
propia ley, con especial referencia al contenido volitivo de las decisiones administrativas y las
valoraciones acerca de la procedencia o no de un recurso jerárquico impropio para cuestionar las
decisiones que adoptan las agencias, así como la subordinación de éstas a la administración central con
remisión a Santos de Aragao
10
Cohen-Tanugi, obra citada, página 118.
11
“El control judicial sobre las concentraciones económicas” La Ley Actualidad del 8 de mayo de 2003,
citado en Inés Anunciada D’Argenio “Un enfoque erróneo en la concepción del derecho administrativo”
Derecho Administrativo-Revista de doctrina, jurisprudencia, legislación y práctica Lexis Nexis Desalma,
Director Juan Carlos Cassagne, número 48.
12
También Héctor Mairal alude a esta exigencia, aunque solo para destacarla por su incidencia directa
sobre la corrupción “Frecuentemente – dice, incluyendo también las reglamentaciones del Banco Central
cuando se trate de entidades financieras – las normas exigen que ciertos actos jurídicos realizados por los
particulares no produzcan efectos jurídicos hasta que hayan sido aprobados por un organismo
administrativo…El acto de control pareciera ser mas importante que la actividad controlada” (“Las raíces
legales de la corrupción: ó de cómo el derecho público fomenta la corrupción en lugar de combatirla”, en
Directo Administrativo Brasil Argentina, ya citado, en homenaje a Agustín Gordillo, coordinador Farlei
Martins Riccio de Oliveira.
13
Lo cierto es que, al sábado 29 de marzo, la pérdida económica para el país que provocaron los días de
conflicto (2.350 millones de pesos) equivale casi exactamente a todo lo que el Gobierno tiene previsto
gastar durante dos años para compensar a la agroindustria por la suba de los precios internacionales. Así
lo informa Martín Kanenguiser en el diario La Nación de ese día, quien agrega: El costo del paro también
es equiparable a la recaudación impositiva del mes pasado en concepto de retenciones a las exportaciones,
las mismas que detonaron la crisis político-económica” ¿Qué opinaría de esto el rey que dialoga con el
principito de Saint-Exupéry?
14
Hablando de crisis de la representación dominante: el Congreso se reunió sí, el 26 de marzo, para
rechazar las protestas del campo y emitir declaraciones de fuerte respaldo al Gobierno. Dicen Laura Serra
y Gustavo Ybarra en “La Nación” del día 27: “Primó la obediencia partidaria, con lo cual se eludió
discutir una solución concreta al conflicto. Así el debate, se redujo a simples declamaciones”. Es el
mismo Congreso que desistió de su facultad de crear impuestos, el que otorgó superpoderes al Ejecutivo
que le han dado la posibilidad de gastar en todo 2007, 27.781 millones de pesos – 68 millones de pesos
por día – sin control parlamentario.
15
Al igual que comparto su pedido de disculpas a todas las disciplinas visitadas en virtud de la
generalidad de su propósito (Avant-propos, diciembre de 1984).

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