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no se han dado a través de ejército alguno, sino por medio de su entrega. Con su muerte
y resurrección, nos ha conseguido el derecho de entrar en su Reino sin fin. Él es más
potente que cualquier ejército, rey o estado. Y sus principios eternos, superan cualquier
ideología.
Con una mirada limitada y terrenal, nuestros artistas no han querido ver la necesidad
de la apertura al mundo celestial. Quieren ocultarle a nuestra mirada, la apertura a otros
reinos de eternidad. Han olvidado que en todo ser humano hay una sed de encuentro con
Dios. Han querido ignorar que el mundo de arriba influye sobre el de abajo. Con una
mirada reduccionista, han reinterpretado a Dante como a un hombre mundano. Pero en
realidad la genialidad del gran escritor está en haber abierto sus ojos a la realidad de
otros mundos, que sobrepasan la materialidad cotidiana. Más allá de la materia y este
mundo que pasa, se ocultan otras realidades, que nos esperan una vez que culminemos
nuestra vida terrenal.
De alguna manera, el arte, tiene algún destello de lo Divino y en él se refleja la
fecundidad del Creador. Reducirla a una mera consistencia material o histórica le quita
algo de su natural profundidad. Por ello, nos parece extraña esta ausencia, en un mundo
que se ha olvidado de su salvador. Para los cristianos, Cristo es el centro y el fin, tanto
del cosmos como de la historia humana. Es la luz en nuestro camino y el fin de nuestros
actos. Su presencia en el mundo, supera cualquier expectativa humana y da plenitud a
nuestra historia. No sólo ilumina el pasado en el que vivió, sino también nuestro
presente y nuestro futuro. Es quien le da sentido a nuestras vidas y nos conduce hacia su
Reino. Con su encarnación histórica; el tiempo humano alcanza su significado pleno. Su
Reino eterno y universal, nos brinda la plenitud de la justicia y la paz. Por ello, en
nuestra vida espiritual, ya no hay utopías que buscar o épocas ideales con las que soñar.
Todo ha sido consumado a través de Cristo que con su muerte y resurrección permanece
para siempre. Esperemos que en algún momento, las buenas obras de arte como esta,
sean capaces de agregar alguna referencia a aquél de quien proviene toda la belleza.
Horacio Hernández.
http://horaciohernandez.blogspot.com/