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Para poder responder a nuestra pregunta ¿Es correcto hablar inteligencia emocional o
manejo inteligente de las emociones? comenzamos nuestro trabajo buscando definiciones de
Inteligencia y de Emociones.
Según la RAE el término Inteligencia proviene del latín Intelligentĭa y hace referencia a la
capacidad de entender o comprender y de resolver problemas.
Las emociones “… son impulsos para actuar, planes instantáneos para enfrentarnos a la
vida que a evolución nos ha inculcado. La raíz de la palabra emoción es motere, el verbo latino
«mover», además del prefijo «e» que implica alejarse, lo que sugiere que en toda emoción hay
implícita una tendencia a actuar”.1
Goleman en su libro “La inteligencia emocional” dice que “…son las emociones —afirman
[los sociobiólogos]— las que nos permiten afrontar situaciones demasiado difíciles —el riesgo, las
pérdidas irreparables, la persistencia en el logro de un objetivo a pesar de las frustraciones, la
relación de pareja, etcétera— como para ser resueltas exclusivamente con el intelecto. Cada
emoción nos predispone de un modo diferente a la acción; cada una de ellas nos señala una
dirección que, en el pasado, permitió resolver adecuadamente los innumerables desafíos a que se
ha visto sometida la existencia humana.
Howard Gardner define inteligencia como “…la capacidad de resolver problemas o de crear
productos que son valorados en una o más culturas”.
1 GOLEMAN, D. “La inteligencia emocional. Por qué es más importante que el cociente intelectual”.
Ediciones B, S.A, 2009.
[Psicología de la Educación]
Hasta hace muy poco tiempo la inteligencia era considerada un atributo innato e inamovible.
Se nacía inteligente o no, y la educación no podía cambiar ese hecho.
Al definir la inteligencia como una capacidad, Gardner la convierte en un potencial que se
puede desarrollar, sin negar el componente genético de la misma (todos nacemos con unas
potencialidades marcadas por la genética u otros factores orgánicos. Pero esas potencialidades se
van a desarrollar de una manera o de otra dependiendo del contexto socio-cultural-económico, las
experiencias particulares de vida, la educación recibida, etc.)
Ningún deportista de elite llega a la cima sin entrenar, por buenas que sean sus cualidades
naturales. Lo mismo se puede decir de los matemáticos, los poetas o de gente emocionalmente
inteligente.
En 1983 Howard Gardner presentó su teoría en el libro Frames of Mind: The Theory of
Multiple Intelligences, donde señala la diferencia entre capacidades intelectuales y capacidades
emocionales. Propuso un modelo muy difundido llamado “Inteligencia múltiple”, afirmando que
hay tantos tipos de inteligencia como tipos de problemas por resolver. En este modelo la
inteligencia no es vista como algo unitario sino como un conjunto de inteligencias múltiples,
distintas e independientes.
Inteligencia lingüística: la que tienen los escritores, los poetas, los buenos redactores.
Utiliza ambos hemisferios del cerebro. Involucra la sensibilidad a la lengua hablada o escrita, la
habilidad de aprender idiomas y la capacidad de usar la lengua para cumplir con ciertos objetivos;
para expresarse retóricamente y poéticamente.
Es evidente en los alumnos a los que les encanta redactar historias, leer, jugar con rimas,
trabalenguas y en los que aprenden con facilidad otros idiomas.
Inteligencia espacial: Consiste en formar un modelo mental del mundo en tres dimensiones.
Involucra la capacidad para reconocer y usar las estructuras de amplios y pequeños espacios.
Es evidente en los alumnos que estudian mejor con gráficos, esquemas, cuadros. Les gusta
hacer mapas conceptuales y mentales. Entienden muy bien planos y croquis.
Inteligencia interpersonal: tiene que ver con la capacidad de entender las motivaciones,
intenciones y deseos de otra gente. Permite que algunas personas trabajen más efectivamente con
otras.
Observable en los alumnos que disfrutan trabajando en grupo, que son convincentes en sus
negociaciones con pares y mayores, que entienden al compañero.
La mayoría de los individuos posee la totalidad de estas inteligencias pero desarrolladas cada
una de ellas de una manera particular, producto de la componente biológica particular, de su
interacción con el entorno y de la cultura dominante. Estas inteligencias se combinan y se utilizan
en diferentes grados, de manera personal y única.
El concepto de I.E destaca el papel que ejercen las emociones dentro del funcionamiento
psicológico de una persona cuando ésta se ve enfrentada a momentos difíciles y tareas importantes:
los peligros, las pérdidas dolorosas, la persistencia hacia una meta a pesar de los fracasos, el
enfrentar riesgos, los conflictos con un compañero en el trabajo.
Las emociones tienen diversos grados de intensidad: algunas son lo suficientemente intensas
como para poder percatarnos de ellas en forma consciente, pero otras están por debajo del umbral
de percepción consciente. Estar consciente de nuestras emociones nos permitiría poder modificar
este umbral que separa las emociones conscientes de las que no lo son, haciendo que éstas últimas
puedan ser percibidas. Y al ser percibidas pueden ser controladas, pudiendo modificar los estados
de ánimo desfavorables
2. Equilibrio anímico. Goleman llama así a “la capacidad de control del mal humor para
evitar sus efectos perjudiciales, entendidos estos en términos de conductas indeseables”.
Las emociones, como la ira, pueden llevarnos a tener conductas indeseables. Goleman
propone recurrir a nuestra inteligencia emocional, y a varios recursos para controlar sentimientos y
emociones indeseables, como la ira, la ansiedad o la depresión.
Señala Goleman que la predisposición al optimismo o al pesimismo puede ser innata, pero la
práctica puede revertir esta situación si la persona es capaz de detectar el pensamiento derrotista y
reconsiderar el problema desde un ángulo menos sombrío.
Goleman afirma que cuanto más hábiles seamos para interpretar las señales emocionales de
los demás, mejor controlaremos las que nosotros mismos transmitimos. Un profesional puede tener
grandes conocimientos sobre su materia y un alto CI, pero si no sabe relacionarse con los demás sus
posibilidades de éxito se verán muy disminuidas.
Para Goleman mantener bajo control nuestras emociones perturbadoras es la clave para el
bienestar emocional. Una adecuada gestión de nuestros pensamientos y sentimientos se traduce en
una buena calidad de vida, bienestar psicológico, y felicidad.
A esta altura creemos que estamos en condiciones de responder la cuestión que dio origen a
nuestro trabajo.
aprender las habilidades prácticas basadas en uno de las cinco competencias vistas.
La competencia emocional, muestra hasta qué punto hemos sabido trasladar este potencial a
nuestro vida.
El hecho de poseer una elevada inteligencia emocional no garantiza que la persona haya
aprendido las competencias emocionales, sino que está dotada de un excelente potencial para
desarrollarlas. “…Una persona, por ejemplo, puede ser muy empática y no haber aprendido
[Psicología de la Educación]
todavía las habilidades basadas en la empatía que se traducen en un buen servicio al cliente, un
pupilaje excelente o la capacidad de saber orquestar adecuadamente los esfuerzos de las personas
Es decir, debemos procurar desarrollar nuestra inteligencia emocional, convertir en acto las