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José Canziani
Pero este tema se hace aún más rico cuando se aborda desde el punto de vista de la
identidad cultural, ya que automáticamente nos obliga a ser específicos, a establecer las
condiciones concretas de existencia de determinadas comunidades, con sus propias
singularidaes económicas sociales y culturales, es decir con la gente en un espacio o
territorio definido y con identidad, con dinámicas regionales y locales que deben ser
necesariamente articuladas con la realidad global.
Me parece por lo tanto, que el desarrollo territorial rural, constituye un tema de gran
actualidad. El enfoque de la identidad cultural, como el notable y diverso conjunto de
casos abordados, convierte la lectura del libro y las reflexiones que de ella derivan en algo
sumamente estimulante, especialmente en lo que se refiere al aprendizaje que de esto
resulta.
Y aquí debo ser honesto: creo que el título genérico de “el valor del patrimonio cultural”
elegido por los editores, no le hace justicia al contenido, ni lo transmite adecuadamente, en
suma no lo veo atractivo para todos los posibles lectores de un tema que trae y encierra
tanta potencia. (Mejor es dar las malas noticias primero y las buenas después!!!)
Esta preocupación creo encuentra una contraparte necesaria e ideal en quienes se proponen
entender y replantear el desarrollo del territorio rural. Para empezar entendiendo como lo
hacen Schejtman y Berdegué que lo rural no es solo lo agrícola, y que este desarrollo debe
estar referido a un ámbito territorial, que debe articular adecuadamente lo rural con lo
urbano y que, además, posee identidad y que esta contiene lo cultural para más señas.
Que tiene que ver, o que relación puede haber, entre las cualidades organolépticas del café,
una comunidad indígena de ancestros maya, una cárcel de Turín en Italia, una cadena
cooperativa de supermercados, y los entendidos consumidores de café expreso? Desarrollo
territorial rural con identidad cultural? Si, efectivamente.
Aun cuando los investigadores plantean para el caso de Huehuetenango (Guatemala) que no
es solo IC lo que aquí se promueve para el café en el mercado italiano, sino también lo
orgánico, la responsabilidad social y ambiental y sobre todo la notable calidad del café.
Bueno pero si aquí el tema es identidad cultural, y la identidad indígena no es lo más fuerte
y reconocible por el lado de los consumidores italianos, paradójicamente si lo es por el otro
termino de la ecuación, es decir la identidad cultural de estos exquisitos consumidores de
excelente café que proviene de una antigua área maya. Esta ya da cuenta de los diversos
matices que hay o puede haber en este tema. Es decir, puede haber identidades no
solamente en los territorios de proveniencia de los productos o servicios, sino también
debemos o podemos ponderar los territorios e identidades de los posibles consumidores.
Las 3 hipótesis propuestas con rigor metodológico por claudia Ranaboldo para DTR con
IC:
1- La dotación cultural y su valoración como estrategia para el desarrollo;
2- Demanda de consumidores por productos y servicios con IC en asociación con
territorios rurales;
3- La valoración de IC requiere de innovación en la gestión, políticas y gobernanza.
En cuanto a las reflexiones teóricas, me parece importante destacar del aporte de M. Fonte
el examinar el necesario entendimiento de lo territorial desde el punto de vista conceptual y
del re-conocimiento del territorio, y lo que asumimos como tal, en sus diferentes
acepciones: espaciales, geográficas, políticas y, por supuesto, culturales.
El examen del desarrollo territorial rural a partir de los estudios de caso que desarrolla
Alexander Schejtman, parte de su propuesta de concepción del DTR y constata que la
temática de la identidad cultural viene a llenar un vacío en la relación entre desarrollo
territorial y cultura. Efectivamente llena un vacío, pero creo que a su vez abre una
promisoria ventana sobre esta problemática.
Me parece interesante el llamado de atención que plantea Alexander Schejtman como otros
autores, sobre los riesgos de la recreación o reinvención de una identidad cultural, que
pueda llevar a la banalización de la misma, a la falsificación y carencia de autenticidad, o a
la profusión del pintoresquismo (Inti Raymy y templo solar en cotacachi; aquí también
tenemos en la costa norte muchos casos de portadas moche, estatuas del Sr. de Sipán
dirigiendo el tránsito, recreos decorados con el temible dios degollador alentanto el
sacrificio de cuyes; o el creciente caso de pueblos andinos pintados de múltiples colores, a
la manera del barrio de la boca en Buenos Aires!!! Evidentemente este es un serio riesgo
que debe ser evitado y concertado con los actores que participan del DTR con IC, ya que
atenta contra el eje medular de la IC.
Finalmente un breve comentario sobre las huacas de la costa norte. Una problemática muy
similar, pero a la vez muy diferentes en sus contextos y antecedentes. Después de un largo
recorrido por caminos diferentes, aprendiendo de los errores, se puede superar estas
desventajas o desigualdades en desarrollo territorial. El caso Sipán, el brujo, las huacas de
moche, Túcume.
Me parece extremadamente simbólico que monumentos que en su época fueron los centros
motores del desarrollo territorial en sus respectivos valles, después de siglos de incuria y
saqueos, recuperen la identidad y la autoestima de su gente y se repropongan como
modernos, y a la vez tradicionales, propulsores del desarrollo territorial.