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CIESPAL

Seminario “Periodismo, ética y democracia”


Quito, 20 a 22 de octubre de 2009

La observación mediática como insumo para políticas de comunicación


intercultural
—La experiencia de Observatorios en Red, la Red Latinoamericana de
Observatorios de Medios—

Por Erick R. Torrico Villanueva1

Resumen
Desde hace más de una década se vienen desarrollando diversas experiencias de observación
mediática en la multicultural América Latina. En general, ellas nacen de la preocupación que
tienen tanto la academia como la sociedad y el personal de los propios medios masivos
respecto a la pérdida de legitimidad y a la caída de la calidad del trabajo periodístico. Sus
esfuerzos tienen el propósito de mejorar el desempeño de los medios en beneficio de la
ciudadanía y la democracia. Hace casi dos años, con el fin de coordinar tareas de alcance
regional y buscar una mejor incidencia, nueve países del área se han reunido en la Red
Latinoamericana de Observatorios de Medios y ya han llevado a cabo un importante
monitoreo crítico de la presencia de los temas del desarrollo en la prensa. Sus resultados, que
en varios casos fueron complementados con consultas a sectores representativos de la
población, ofrecen importantes pautas para la formulación de políticas de comunicación
asentadas en la interculturalidad.

La reiterada y convergente preocupación de organizaciones representativas de la


ciudadanía, la academia, la política y el propio campo periodístico en torno a que los medios de
información masiva no sólo se han apartado de las funciones sociales que les estaban asignadas
sino que, al mismo tiempo, afrontan una compleja desprofesionalización es un tema que se ha
hecho evidente y cotidiano en la escena pública de América Latina en los últimos años.

En ese sentido, los cuestionamientos surgidos al papel del periodismo y sus operadores
se han venido sucediendo casi sistemáticamente. Así, por ejemplo, en agosto de 2004, más de
70 periodistas de toda Latinoamérica reunidos en México por la Fundación Nuevo Periodismo

1
Coordinador nacional de la Iniciativa de Comunicación de la Fundación Unir Bolivia y fundador del
Observatorio Nacional de Medios, en Bolivia. Correo electrónico: etorrico@unirbolivia.org

1
Iberoamericano expresaron su desazón por la creciente desvinculación entre periodismo y
sociedad que hace que aquél trabaje en función de intereses corporativos particulares y que ésta
busque nuevos modos de informarse. También cuestionaron el resquebrajamiento de las reglas
tradicionales del oficio y la consiguiente pérdida de calidad de los productos noticiosos2.

Ese mismo año (2004), el informe del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo acerca de la democracia latinoamericana hizo explícita la inquietud de los expertos
participantes en dicho documento respecto a la potencialidad de los medios masivos para
actuar como una amenaza contra el funcionamiento del orden democrático. “Los medios
tienen la capacidad de generar agenda, de predisponer a la opinión pública a favor o en contra
de diferentes iniciativas y de erosionar la imagen de figuras públicas mediante la manipulación
de denuncias” (PNUD, 2004:156), señaló ese informe al referirse a la capacidad mediática para
limitar la autonomía y el poder de las instituciones políticas.

En agosto de 2005, una nueva reunión de periodistas latinoamericanos propiciada por


la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano en México se ocupó de la calidad informativa
en los medios audiovisuales y, entre otros aspectos, manifestó que la agenda de tales medios se
ha distanciado de las demandas de los públicos, que “hoy la sociedad mira críticamente y
cuestiona la confiabilidad, autonomía e independencia de los periodistas” (Fundación Nuevo
Periodismo Iberoamericano, 2006:11) y que “la plutocracia es ley en la radio y en la televisión”
( :12).

Para el año 2005, igualmente, el reporte de evaluación de una década de las


percepciones ciudadanas en 18 países de América Latina presentado por la Corporación
Latinobarómetro mostró que la confianza colectiva en los medios informativos en la región se
caracterizó por una tendencia descendente desde 19953.

Otros dos estudios del año 2005 relativos a coberturas específicas de la prensa
latinoamericana, con base en pruebas empíricas, insistieron en el tono y la dirección de las

2
Cfr. Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (2005:11-39, especialmente).
3
Cfr. Corporación Latinobarómetro (2005:54-55).

2
críticas ya formuladas: uno de ellos, que trató el tema de la violencia en los medios, concluyó
que la mitad de las noticias presenta insuficiencias básicas que suponen “una falta de respeto al
derecho que tienen los lectores a recibir información propositiva y de calidad” (ANDI, 2006:6);
el otro, centrado en el enfoque de género y que no sólo comprendió a diarios y televisoras de
Latinoamérica sino de los cinco continentes, sostuvo que existe “un claro déficit democrático
en los medios de comunicación” porque marginan a las mujeres del protagonismo informativo
y “refuerzan los estereotipos de género” (GMMP, 2005:104).

Cabe sumar a ello los resultados de análisis efectuados por el especialista noruego Teun
van Dijk sobre la reproducción mediática del racismo en Argentina, Bolivia, Colombia, Cuba,
México, Perú y Venezuela. Dice él: “El discurso televisivo, las imágenes, las películas y las
telenovelas tienden, por lo general, a ignorar a los pueblos indígenas y a exhibir en forma
marginal su exotismo cuando son pacíficos, o a tildarlos de violentos cuando oponen
resistencia; los negros suelen ser del todo invisibles y, de representarlos, es siempre en papeles
negativos o subordinados, asociados a alguna problemática, a la pobreza y a la discriminación,
como si de fuerzas inevitables de la naturaleza se tratara” (Van Dijk, 2003:190).
En 2007, el Programa Medios de Comunicación y Democracia en Latinoamérica de la
Fundación Konrad Adenauer impulsó un ejercicio de observación mediática en Brasil,
Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, para evaluar la contribución de los medios al desarrollo
democrático en esos países. En sus conclusiones generales, entre otros aspectos, el informe
correspondiente destacó que “Los medios cabalgan sobre la coyuntura sin líneas estratégicas en
relación con los valores de la democracia, lo que deriva en un menú informativo circunstancial,
limitado y poco profundo” (Zukernik, 2008:130).

Finalmente, el denominado “giro a la izquierda”4 que se registra en varios países


latinoamericanos ha abierto, asimismo, un frente de cuestionamiento al desempeño de los
medios, esta vez por razones ante todo políticas, al punto de que los gobiernos de Argentina,
4
Este es, de todos modos, un apelativo discutible, pues algunos análisis consideran que los movimientos
políticos que se vienen registrando en la región no corresponden exactamente a un modelo convencional de
izquierda. En el caso boliviano, por ejemplo, se advierte la presencia de una combinación entre las nociones y
aspiraciones revolucionarias de tinte marxista con otras más bien nacionalistas, además de que los
protagonistas centrales no corresponden al proletariado sino a la población de origen indígena y tampoco
tienen la dirección de una intelectualidad surgida de una organización partidaria.

3
Bolivia, Ecuador y Venezuela mantienen una franca disputa con los medios privados que están
considerados por ellos como la nueva oposición política.

En general, entonces, América Latina presenta una atmósfera poco contemplativa con
el trabajo de los medios, que los pone en cuestión y se expresa tanto en importantes niveles de
descontento ciudadano como en el incremento de la autocrítica desde el periodismo en sí y las
universidades o en acciones discursivas y de hecho contra el mundo mediático provenientes de
los representantes del Estado o de sectores de la misma sociedad.

Información para la democracia

Teniendo en cuenta la significación de las instituciones informativas y de la labor


periodística para la vida en democracia, es comprensible que se haya fortalecido la convicción
sobre la necesidad de preservarlas a la vez que de cualificarlas en un marco de libertad de
pensamiento, expresión y prensa. De allí que la reflexión y el debate hayan conducido en la
región a la emergencia de una variedad de espacios de supervisión del desempeño mediático,
en particular en el campo noticioso, aunque sin que estén descuidados del todo los ámbitos del
entretenimiento y la publicidad.

Las primeras experiencias de ese tipo surgieron a principios de la década de 1990. Fue
en 1992 que nació en Brasil la Red ANDI para monitorear las noticias sobre niños,
adolescentes y jóvenes, y cuatro años después, en ese mismo país, el Observatório da
Imprensa. Casi inmediatamente, en 1997, fue establecida en Perú la Veeduría Ciudadana de la
Comunicación y en los años posteriores se desarrollaron más de veinte observatorios de
medios en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala,
Honduras, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Además, el tema de la calidad periodística
dio lugar a líneas de investigación en la Universidad de Los Andes (Chile), en la Universidad de
La Sabana (Colombia) y en la Pontificia Universidad Católica de Chile, al igual que promovió la
constitución de la Red Periodismo de Calidad, respaldada por la Fundación Trust for the
Americas de la Organización de Estados Americanos.

4
Como señala la experta peruana Rosa María Alfaro, las veedurías y observatorios están
renovando la crítica latinoamericana sobre los sistemas y procesos de comunicación e
información, pues a diferencia de lo que la distinguía en los decenios de 1970 y 1980, cuando
más bien denunciaba la concentración propietaria de los medios y la índole alienante de sus
contenidos, en la actualidad canaliza las demandas sociales de mayor profesionalismo y de
compromiso con los valores y los derechos democráticos que la gente plantea a la
comunicación masiva y al periodismo en particular5.

Otra especialista peruana, Susana Herrera, indica que los observatorios mediáticos
latinoamericanos tienen en común, entre otros aspectos, su reconocimiento de la importancia
de la comunicación y los medios para la democracia, su insatisfacción ante la actual situación
de esos medios, su reivindicación de otra forma de entender la práctica periodística y su
intencionalidad revisionista y reformista6. En cuanto a sus diferencias Herrera destaca la
diversidad de su naturaleza —los hay no gubernamentales, universitarios, periodísticos y
sindicales—, la multiplicidad de sus intereses temáticos, sus recursos metodológicos y sus
estructuras de funcionamiento, así como las formas que adoptan para relacionarse no sólo con
los medios y los periodistas sino también con sectores de los públicos.

Un buen resumen de las finalidades que guían la observación mediática en


Latinoamérica es el que ofrece el colombiano Germán Rey, por años defensor del lector del
diario “El Tiempo” de Bogotá, quien dice: “Todos estos observatorios están entendiendo que
la sociedad tiene mucho que decirle a los medios, pues ella es la primera influenciada por sus
aciertos o afectada por sus errores. Saben que la información es un lugar de aplicación de los
derechos civiles, que la democracia es imposible sin que sea un gobierno de opinión y que el
interés común y la controversia de los ciudadanos requieren de un periodismo de calidad”7.

Y es este concepto, periodismo de calidad, el que a su vez sintetiza el norte hacia el cual
se orienta el trabajo de los observadores, pudiéndose entender la calidad periodística como la
excelencia profesional en la obtención, procesamiento y comunicación de la información
5
Cfr. Alfaro (2005).
6
Cfr. Herrera (2006).
7
Fundación Nuevo Periodismo iberoamericano (2005:18).

5
noticiosa y en la construcción de sus subproductos de opinión e interpretación. Esta noción
implica, por una parte, que el periodismo debe hacerse en sujeción a las reglas técnicas y éticas
de la profesión —que no se modifican aunque los soportes materiales o tecnológicos de los
contenidos sean distintos al clásico papel impreso— y, por otra, que en consecuencia la
honestidad y el rigor intelectuales siempre deben estar presentes al lado del sentido de servicio
de interés público que informa la profesión.

Las veedurías y observatorios de medios, por tanto, buscan contribuir a la superación


permanente de la calidad periodística para alimentar las competencias de una ciudadanía bien
informada que sea capaz de participar crítica, creativa y proactivamente en los procesos de la
democracia. Se tiene que agregar que este propósito genérico, relacionado con la idea de
“mayor información para la democracia”, no puede ser separado de dos condiciones que son
fundamentales: la democratización de la información y los medios y la vigencia constante de la
democracia para el ejercicio del periodismo.

A propósito de esto último, el Programa Internacional para el Desarrollo de la


Comunicación de la UNESCO propone como un indicador clave del desarrollo mediático la
presencia de organizaciones de la sociedad civil que hacen monitoreo regular “…del contenido
y la propiedad de los medios en aras de promover el pluralismo y la diversidad” (UNESCO,
2008:53).

Diversidad común, problemas compartidos

Más allá de los diferentes niveles de desarrollo económico que presentan los países de
América Latina y de las variaciones que es posible encontrar en su configuración geográfica y
en sus estructuras culturales, lo cierto es que dichas naciones comparten una historia semejante
y los problemas derivados de ella, como la falta de conocimiento y reconocimiento recíprocos
o el estado de exclusión social de importantes sectores de su población.

En el campo de la información noticiosa, en el contexto regional latinoamericano eso


se traduce en la pervivencia y reproducción de estereotipos y prejuicios sobre los vecinos o en

6
su infravaloración o estigmatización noticiosas, en tanto que dentro de cada país se manifiesta
en similares prácticas de discriminación localizada y en violaciones a los derechos a la
información y la comunicación.

Indirectamente o no, los centros de observación mediática establecidos en


Latinoamérica someten a examen los comportamientos de los medios frente a tales
circunstancias, pues existen bastantes semejanzas en los preconceptos y tipos de dificultades
que identifican en sus monitoreos e investigaciones. No obstante, si aún tienen una debilidad,
la misma está dada por su insuficiente poder de influencia para promover los cambios
requeridos.

A propósito, en 2005 Rosa María Alfaro expresaba una especial preocupación por la
dispersión de la labor de dichos centros y afirmaba que “la presión articulada de observatorios
y veedurías latinoamericanos es más un deseo que una realidad”8. Quizá por eso, poco más
tarde, haya sido ella misma la propulsora de la “plataforma continental” que reclamaba en ese
momento y que comienza a dar sus primeros frutos.

Necesidad de convergencias

La propuesta de la conformación de una red de observación mediática fue hecha por


Alfaro en oportunidad de la creación del Observatorio Nacional de Medios de Bolivia
(ONADEM), en La Paz, en abril de 2006, y fue reafirmada en ocasión del Colóquio Latino-
Americano sobre Observação da Mídia que en septiembre de ese mismo año organizó el
Observatório da Imprensa, en São Paulo, Brasil.

Casi un año después, el 16 de julio de 2007, quedó conformada en Lima, Perú, la Red
Latinoamericana de Observatorios de Medios9 bajo los auspicios de la Veeduría Ciudadana de la
Comunicación, encomendándose su coordinación general a Rosa María Alfaro. La integraron
inicialmente la Veeduría (Perú), el ONADEM (Bolivia), el Observatório da Imprensa y la Red
8
Alfaro (2005:9).
9
Su denominación actual es Observatorios en Red y se encuentra en proceso de legalización con sede en
Lima.

7
ANDI (Brasil), el Centro Civitas (Guatemala), el Instituto de Investigación de Medios
(Argentina), el Observatorio FUCATEL (Chile) y la Fundación Social de Medios (Ecuador).
Pasado un tiempo se incorporó el Centro de Investigación de la Comunicación de la
Universidad Católica Andrés Bello (Venezuela). En junio de este año se han integrado a la Red
el Observatorio de Medios de Comunicación de Nicaragua y el Observatorio Nacional de
Televisión de Colombia.

A pesar de tratarse de instituciones de naturaleza diversa, cada componente de la Red


comparte el objetivo mayor de propiciar cambios positivos en el desempeño de los medios de
cada país para beneficio de la democracia y el desarrollo, al igual que el interés de potenciar su
propia capacidad de incidencia y de coordinar la ejecución de acciones. Para hacer realidad sus
intenciones, con apoyo de la cooperación española, representantes de los observatorios de la
Red han efectuado reuniones de planificación y evaluación en cinco ocasiones: en 2006 en
Lima (Perú), en 2007 en Bogotá (Colombia), en 2008 en Santiago (Chile) y en 2009 en Santa
Cruz (Bolivia) y en Lima (Perú), pero además llevaron a cabo un monitoreo regional de prensa
entre 2007 y 2008 en relación a la presencia de los temas del desarrollo en los diarios de ocho
países de la región y actualmente ejecutan una investigación regional sobre las imágenes que la
prensa latinoamericana construye de aquellas naciones en que ocurren procesos electorales
nacionales (Ecuador, Bolivia y Chile).

La Red Latinoamericana de Observatorios de Medios está demostrando que la


convergencia de esfuerzos es posible y que se puede avanzar en el conocimiento y la
colaboración recíprocos, en el aprendizaje metodológico, en el intercambio de mecanismos de
divulgación y uso de resultados y en el potenciamiento de la presencia, la posición y la
influencia de cada uno de sus miembros en sus correspondientes naciones.

El desarrollo según la prensa

El primer producto de esa tarea concertada, como ya se indicó, fue el monitoreo de


7.955 noticias relacionadas con la temática del desarrollo y que fueron publicadas por 41

8
diarios de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Guatemala, Perú y Venezuela entre el 9 de
noviembre de 2007 y el 8 de agosto de 200810.

En términos generales se halló que la dedicación periodística a las cuestiones del


desarrollo no supera el 13,7% de los espacios informativos, que la prensa concibe al desarrollo
predominantemente como crecimiento económico y de infraestructuras a la vez que lo
considera una responsabilidad gubernamental casi en exclusiva. Asimismo, los materiales
analizados evidenciaron que la información pura y simple —la noticia— es la que prevalece
frente a textos de mayor complejidad como las entrevistas, análisis, opiniones editoriales y
reportajes, más bien notoriamente ausentes. Además, el monitoreo confirmó otros aspectos
antes conocidos: las noticias son fundamentalmente citadinas, visibilizan sobre todo a actores
de las élites política o económica y tienden a fundarse en las versiones proporcionadas por
fuentes masculinas.

Otros dos elementos igualmente relevantes que se desprenden de los resultados


alcanzados fueron, primero, que los medios periodísticos latinoamericanos no parecen estar
interesados en construir una cultura política ciudadana y, segundo, que no acuden a una visión
regional cuando abordan temas en los cuales la información y la opinión tanto como la
situación de los países vecinos podrían ser enriquecedoras. Los medios, así, dan la impresión
de pensar al público apenas como consumidor pasivo, a la par que de tener una mirada de
corto alcance, confinada en las fronteras de su propio lugar de residencia.

La interculturalidad que falta

El diagnóstico aportado por el ya comentado monitoreo de la Red Latinoamericana


remite a la urgencia de volver a la discusión y a la lucha respecto a las políticas

10
El texto completo del informe respectivo puede hallarse en los links correspondientes de
www.calandria.org.pe o www.unirbolivia.org

9
comunicacionales, con el aditamento de una característica que hoy les debe ser indispensable:
la interculturalidad.

Fue en 1974 que el comunicólogo boliviano Luis Ramiro Beltrán Salmón introdujo el
concepto de “políticas nacionales de comunicación”11 en el marco general del debate mundial
en pro de un Nuevo Orden Informativo Internacional que cuestionaba las estructuras
transnacionales de control de los flujos, los procesos, las tecnologías y los contenidos de la
comunicación y demandaba su democratización. Tras la aprobación del informe de la
Comisión MacBride por la asamblea general de la UNESCO en 1980, y luego de la retirada de
Estados Unidos y Gran Bretaña de ese organismo multilateral, el tema fue desestimado así
como fue abandonada la consigna tercermundista del “libre y equilibrado flujo de
información” que en ese momento pretendía reemplazar al principio de “libre flujo” inscrito
en la Carta de fundación de la UNESCO. Con ello, por supuesto, desapareció también de la
agenda internacional la cuestión de las políticas de comunicación o, cuando más, fue
recuperada por algunos modelos de la comunicación corporativa.

Ahora, sin embargo, frente a las múltiples circunstancias de déficit que registran las
democracias —compendiadas en el “desmantelamiento de lo público” de que habla Jesús
Martín-Barbero12— y ante la desconexión de los medios respecto a la realidad social plural,
América Latina requiere restituir la vigencia de la noción de políticas públicas de comunicación para
la diversidad13, pues es de diversidad que está hecha la región y ella sólo puede proyectarse y
constituirse en la interacción comunicacional.

Es por eso que los trabajos de observación de medios y de sus consiguientes contornos
de operación, como los que lleva adelante la Red Latinoamericana, devienen insumos útiles
para la formulación y puesta en vigor de ese tipo de políticas que defiendan y promuevan la

11
En su versión original este concepto consideraba “…una política nacional de comunicación como un
conjunto integrado, explícito y duradero de políticas parciales, organizadas en un conjunto coherente de
principios de actuación y normas aplicables a los procesos o actividades de comunicación de un país”
(Beltrán, 1974:4) a fin de “…poder acelerar el desarrollo” (ídem).
12
Cfr. Martín-Barbero (2008).
13
Son pertinentes a este fin los principios que señala el Informe de la Comisión Mundial de Cultura y
Desarrollo de la UNESCO cuando se refiere al nuevo mundo “más mediático”. Cfr. UNESCO (1996:25-27).

10
diversidad y la diferencia y que lleguen a propiciar campos de interlocución dialógica dentro de
los sistemas de alteridad que se conforman a escala regional, nacional o local.

La reflexión propositiva acerca de estos asuntos está comenzando ahora en


Latinoamérica en la línea político-cultural de pensar desde la esperanza (Martín-Barbero, 2008) y
para emancipar las presencias de pueblos y culturas que intereses excluyentes no sólo habían
declarado ausentes (De Souza Santos, 2008) sino que también, como sostiene el pensamiento
decolonial, fueron clasificados hasta ahora como premodernos y, por tanto, predestinados a la
subordinación “naturalizada”14.

Fuentes consultadas

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alteridad. Azul Edit. La Paz.
- ALFARO, Rosa María (2005): “Observatorios de medios: avances, limitaciones y retos. ¿Una
nueva conciencia crítica o una ruta de cambio?”. Veeduría Ciudadana de la Comunicación.
Lima. 17 pp.
- ALFARO, Rosa María (2008): “Nuevos compromisos de la Prensa con el Desarrollo. Monitoreo
Latinoamericano”. Red Latinoamericana de Observatorios de Medios. A.S.C. Calandria.
Lima.
- ANDI (2006): “La cobertura de la violencia contra niños, niñas y adolescentes en los medios de
comunicación latinoamericanos”. Red ANDI. Brasilia.
- BELTRÁN, Luis Ramiro (1974): “Reunión de Expertos sobre la Planificación y las Políticas de
la Comunicación en América Latina, que ha de celebrarse en Bogotá (Colombia) en 1974”.
Documento de trabajo. UNESCO. París, 21 de enero.
- CASTRO-GÓMEZ, Santiago y GROSFOGUEL, Ramón (2007): El giro decolonial.
Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global.
Siglo del Hombre Edit. Bogotá.
- CORPORACIÓN LATINOBARÓMETRO (2005): “Informe Latinobarómetro 1995-
2005: Diez años de opinión pública”. Latinobarómetro. Santiago de Chile.
- DE SOUSA SANTOS, Boaventura (2008): Conocer desde el Sur. Para una cultura
política emancipatoria. Edit. Plural. La Paz.
- ERAZO, Viviana (2006): Panorama de la observación crítica de los medios de
comunicación en América Latina. Visión global y local – Perspectiva de género
– Participación ciudadana. FUCATEL. Santiago de Chile.
- FUNDACIÓN NUEVO PERIODISMO IBEROAMERICANO (2005): La
búsqueda de la calidad periodística y la transformación del periodismo
profesional. Gráficas Lauki, Caracas.
14
Véase a este respecto los trabajos de Walter Mignolo, Santiago Castro-Gómez, Ramón Grosfoguel o
Aníbal Quijano en Castro-Gómez y Grosfoguel (2007).

11
- FUNDACIÓN NUEVO PERIODISMO IBEROAMERICANO (2006): La
búsqueda de la calidad periodística en los medios audiovisuales y las demandas
sociales en América Latina. Gráficas Lauki. Caracas.
- FUNDACIÓN UNIR BOLIVIA (2009): Medios a la vista. Informe sobre el
periodismo en Bolivia 2005-2008. ONADEM. La Paz.
- GMMP (2005): ¿Quién figura en las noticias? Proyecto Global de Monitoreo de
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Buenos Aires.
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Global Media Journal. Edic. Iberoamericana. México. En:
http://gmje.mty.itesm.mx/herrera_damas.htm 33 pp.
- MARTÍN-BARBERO, Jesús (2009): “Políticas de la comunicación y la cultura: claves de la
investigación”, Sala de Prensa. Nº 114, México. En: www.saladeprensa.org 6 pp.
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América Latina. Gedisa Edit. Barcelona.
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América Latina. Prensa, ciudadanía y democracia en Brasil, Colombia,
Ecuador, Perú y Venezuela. Fundación Konrad Adenauer. Buenos Aires.

etv/2009

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