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Resumen
Desde hace más de una década se vienen desarrollando diversas experiencias de observación
mediática en la multicultural América Latina. En general, ellas nacen de la preocupación que
tienen tanto la academia como la sociedad y el personal de los propios medios masivos
respecto a la pérdida de legitimidad y a la caída de la calidad del trabajo periodístico. Sus
esfuerzos tienen el propósito de mejorar el desempeño de los medios en beneficio de la
ciudadanía y la democracia. Hace casi dos años, con el fin de coordinar tareas de alcance
regional y buscar una mejor incidencia, nueve países del área se han reunido en la Red
Latinoamericana de Observatorios de Medios y ya han llevado a cabo un importante
monitoreo crítico de la presencia de los temas del desarrollo en la prensa. Sus resultados, que
en varios casos fueron complementados con consultas a sectores representativos de la
población, ofrecen importantes pautas para la formulación de políticas de comunicación
asentadas en la interculturalidad.
En ese sentido, los cuestionamientos surgidos al papel del periodismo y sus operadores
se han venido sucediendo casi sistemáticamente. Así, por ejemplo, en agosto de 2004, más de
70 periodistas de toda Latinoamérica reunidos en México por la Fundación Nuevo Periodismo
1
Coordinador nacional de la Iniciativa de Comunicación de la Fundación Unir Bolivia y fundador del
Observatorio Nacional de Medios, en Bolivia. Correo electrónico: etorrico@unirbolivia.org
1
Iberoamericano expresaron su desazón por la creciente desvinculación entre periodismo y
sociedad que hace que aquél trabaje en función de intereses corporativos particulares y que ésta
busque nuevos modos de informarse. También cuestionaron el resquebrajamiento de las reglas
tradicionales del oficio y la consiguiente pérdida de calidad de los productos noticiosos2.
Ese mismo año (2004), el informe del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo acerca de la democracia latinoamericana hizo explícita la inquietud de los expertos
participantes en dicho documento respecto a la potencialidad de los medios masivos para
actuar como una amenaza contra el funcionamiento del orden democrático. “Los medios
tienen la capacidad de generar agenda, de predisponer a la opinión pública a favor o en contra
de diferentes iniciativas y de erosionar la imagen de figuras públicas mediante la manipulación
de denuncias” (PNUD, 2004:156), señaló ese informe al referirse a la capacidad mediática para
limitar la autonomía y el poder de las instituciones políticas.
Otros dos estudios del año 2005 relativos a coberturas específicas de la prensa
latinoamericana, con base en pruebas empíricas, insistieron en el tono y la dirección de las
2
Cfr. Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (2005:11-39, especialmente).
3
Cfr. Corporación Latinobarómetro (2005:54-55).
2
críticas ya formuladas: uno de ellos, que trató el tema de la violencia en los medios, concluyó
que la mitad de las noticias presenta insuficiencias básicas que suponen “una falta de respeto al
derecho que tienen los lectores a recibir información propositiva y de calidad” (ANDI, 2006:6);
el otro, centrado en el enfoque de género y que no sólo comprendió a diarios y televisoras de
Latinoamérica sino de los cinco continentes, sostuvo que existe “un claro déficit democrático
en los medios de comunicación” porque marginan a las mujeres del protagonismo informativo
y “refuerzan los estereotipos de género” (GMMP, 2005:104).
Cabe sumar a ello los resultados de análisis efectuados por el especialista noruego Teun
van Dijk sobre la reproducción mediática del racismo en Argentina, Bolivia, Colombia, Cuba,
México, Perú y Venezuela. Dice él: “El discurso televisivo, las imágenes, las películas y las
telenovelas tienden, por lo general, a ignorar a los pueblos indígenas y a exhibir en forma
marginal su exotismo cuando son pacíficos, o a tildarlos de violentos cuando oponen
resistencia; los negros suelen ser del todo invisibles y, de representarlos, es siempre en papeles
negativos o subordinados, asociados a alguna problemática, a la pobreza y a la discriminación,
como si de fuerzas inevitables de la naturaleza se tratara” (Van Dijk, 2003:190).
En 2007, el Programa Medios de Comunicación y Democracia en Latinoamérica de la
Fundación Konrad Adenauer impulsó un ejercicio de observación mediática en Brasil,
Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, para evaluar la contribución de los medios al desarrollo
democrático en esos países. En sus conclusiones generales, entre otros aspectos, el informe
correspondiente destacó que “Los medios cabalgan sobre la coyuntura sin líneas estratégicas en
relación con los valores de la democracia, lo que deriva en un menú informativo circunstancial,
limitado y poco profundo” (Zukernik, 2008:130).
3
Bolivia, Ecuador y Venezuela mantienen una franca disputa con los medios privados que están
considerados por ellos como la nueva oposición política.
En general, entonces, América Latina presenta una atmósfera poco contemplativa con
el trabajo de los medios, que los pone en cuestión y se expresa tanto en importantes niveles de
descontento ciudadano como en el incremento de la autocrítica desde el periodismo en sí y las
universidades o en acciones discursivas y de hecho contra el mundo mediático provenientes de
los representantes del Estado o de sectores de la misma sociedad.
Las primeras experiencias de ese tipo surgieron a principios de la década de 1990. Fue
en 1992 que nació en Brasil la Red ANDI para monitorear las noticias sobre niños,
adolescentes y jóvenes, y cuatro años después, en ese mismo país, el Observatório da
Imprensa. Casi inmediatamente, en 1997, fue establecida en Perú la Veeduría Ciudadana de la
Comunicación y en los años posteriores se desarrollaron más de veinte observatorios de
medios en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala,
Honduras, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Además, el tema de la calidad periodística
dio lugar a líneas de investigación en la Universidad de Los Andes (Chile), en la Universidad de
La Sabana (Colombia) y en la Pontificia Universidad Católica de Chile, al igual que promovió la
constitución de la Red Periodismo de Calidad, respaldada por la Fundación Trust for the
Americas de la Organización de Estados Americanos.
4
Como señala la experta peruana Rosa María Alfaro, las veedurías y observatorios están
renovando la crítica latinoamericana sobre los sistemas y procesos de comunicación e
información, pues a diferencia de lo que la distinguía en los decenios de 1970 y 1980, cuando
más bien denunciaba la concentración propietaria de los medios y la índole alienante de sus
contenidos, en la actualidad canaliza las demandas sociales de mayor profesionalismo y de
compromiso con los valores y los derechos democráticos que la gente plantea a la
comunicación masiva y al periodismo en particular5.
Otra especialista peruana, Susana Herrera, indica que los observatorios mediáticos
latinoamericanos tienen en común, entre otros aspectos, su reconocimiento de la importancia
de la comunicación y los medios para la democracia, su insatisfacción ante la actual situación
de esos medios, su reivindicación de otra forma de entender la práctica periodística y su
intencionalidad revisionista y reformista6. En cuanto a sus diferencias Herrera destaca la
diversidad de su naturaleza —los hay no gubernamentales, universitarios, periodísticos y
sindicales—, la multiplicidad de sus intereses temáticos, sus recursos metodológicos y sus
estructuras de funcionamiento, así como las formas que adoptan para relacionarse no sólo con
los medios y los periodistas sino también con sectores de los públicos.
Y es este concepto, periodismo de calidad, el que a su vez sintetiza el norte hacia el cual
se orienta el trabajo de los observadores, pudiéndose entender la calidad periodística como la
excelencia profesional en la obtención, procesamiento y comunicación de la información
5
Cfr. Alfaro (2005).
6
Cfr. Herrera (2006).
7
Fundación Nuevo Periodismo iberoamericano (2005:18).
5
noticiosa y en la construcción de sus subproductos de opinión e interpretación. Esta noción
implica, por una parte, que el periodismo debe hacerse en sujeción a las reglas técnicas y éticas
de la profesión —que no se modifican aunque los soportes materiales o tecnológicos de los
contenidos sean distintos al clásico papel impreso— y, por otra, que en consecuencia la
honestidad y el rigor intelectuales siempre deben estar presentes al lado del sentido de servicio
de interés público que informa la profesión.
Más allá de los diferentes niveles de desarrollo económico que presentan los países de
América Latina y de las variaciones que es posible encontrar en su configuración geográfica y
en sus estructuras culturales, lo cierto es que dichas naciones comparten una historia semejante
y los problemas derivados de ella, como la falta de conocimiento y reconocimiento recíprocos
o el estado de exclusión social de importantes sectores de su población.
6
su infravaloración o estigmatización noticiosas, en tanto que dentro de cada país se manifiesta
en similares prácticas de discriminación localizada y en violaciones a los derechos a la
información y la comunicación.
A propósito, en 2005 Rosa María Alfaro expresaba una especial preocupación por la
dispersión de la labor de dichos centros y afirmaba que “la presión articulada de observatorios
y veedurías latinoamericanos es más un deseo que una realidad”8. Quizá por eso, poco más
tarde, haya sido ella misma la propulsora de la “plataforma continental” que reclamaba en ese
momento y que comienza a dar sus primeros frutos.
Necesidad de convergencias
Casi un año después, el 16 de julio de 2007, quedó conformada en Lima, Perú, la Red
Latinoamericana de Observatorios de Medios9 bajo los auspicios de la Veeduría Ciudadana de la
Comunicación, encomendándose su coordinación general a Rosa María Alfaro. La integraron
inicialmente la Veeduría (Perú), el ONADEM (Bolivia), el Observatório da Imprensa y la Red
8
Alfaro (2005:9).
9
Su denominación actual es Observatorios en Red y se encuentra en proceso de legalización con sede en
Lima.
7
ANDI (Brasil), el Centro Civitas (Guatemala), el Instituto de Investigación de Medios
(Argentina), el Observatorio FUCATEL (Chile) y la Fundación Social de Medios (Ecuador).
Pasado un tiempo se incorporó el Centro de Investigación de la Comunicación de la
Universidad Católica Andrés Bello (Venezuela). En junio de este año se han integrado a la Red
el Observatorio de Medios de Comunicación de Nicaragua y el Observatorio Nacional de
Televisión de Colombia.
8
diarios de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Guatemala, Perú y Venezuela entre el 9 de
noviembre de 2007 y el 8 de agosto de 200810.
10
El texto completo del informe respectivo puede hallarse en los links correspondientes de
www.calandria.org.pe o www.unirbolivia.org
9
comunicacionales, con el aditamento de una característica que hoy les debe ser indispensable:
la interculturalidad.
Fue en 1974 que el comunicólogo boliviano Luis Ramiro Beltrán Salmón introdujo el
concepto de “políticas nacionales de comunicación”11 en el marco general del debate mundial
en pro de un Nuevo Orden Informativo Internacional que cuestionaba las estructuras
transnacionales de control de los flujos, los procesos, las tecnologías y los contenidos de la
comunicación y demandaba su democratización. Tras la aprobación del informe de la
Comisión MacBride por la asamblea general de la UNESCO en 1980, y luego de la retirada de
Estados Unidos y Gran Bretaña de ese organismo multilateral, el tema fue desestimado así
como fue abandonada la consigna tercermundista del “libre y equilibrado flujo de
información” que en ese momento pretendía reemplazar al principio de “libre flujo” inscrito
en la Carta de fundación de la UNESCO. Con ello, por supuesto, desapareció también de la
agenda internacional la cuestión de las políticas de comunicación o, cuando más, fue
recuperada por algunos modelos de la comunicación corporativa.
Ahora, sin embargo, frente a las múltiples circunstancias de déficit que registran las
democracias —compendiadas en el “desmantelamiento de lo público” de que habla Jesús
Martín-Barbero12— y ante la desconexión de los medios respecto a la realidad social plural,
América Latina requiere restituir la vigencia de la noción de políticas públicas de comunicación para
la diversidad13, pues es de diversidad que está hecha la región y ella sólo puede proyectarse y
constituirse en la interacción comunicacional.
Es por eso que los trabajos de observación de medios y de sus consiguientes contornos
de operación, como los que lleva adelante la Red Latinoamericana, devienen insumos útiles
para la formulación y puesta en vigor de ese tipo de políticas que defiendan y promuevan la
11
En su versión original este concepto consideraba “…una política nacional de comunicación como un
conjunto integrado, explícito y duradero de políticas parciales, organizadas en un conjunto coherente de
principios de actuación y normas aplicables a los procesos o actividades de comunicación de un país”
(Beltrán, 1974:4) a fin de “…poder acelerar el desarrollo” (ídem).
12
Cfr. Martín-Barbero (2008).
13
Son pertinentes a este fin los principios que señala el Informe de la Comisión Mundial de Cultura y
Desarrollo de la UNESCO cuando se refiere al nuevo mundo “más mediático”. Cfr. UNESCO (1996:25-27).
10
diversidad y la diferencia y que lleguen a propiciar campos de interlocución dialógica dentro de
los sistemas de alteridad que se conforman a escala regional, nacional o local.
Fuentes consultadas
11
- FUNDACIÓN NUEVO PERIODISMO IBEROAMERICANO (2006): La
búsqueda de la calidad periodística en los medios audiovisuales y las demandas
sociales en América Latina. Gráficas Lauki. Caracas.
- FUNDACIÓN UNIR BOLIVIA (2009): Medios a la vista. Informe sobre el
periodismo en Bolivia 2005-2008. ONADEM. La Paz.
- GMMP (2005): ¿Quién figura en las noticias? Proyecto Global de Monitoreo de
Medios 2005. Creative Commons. Sudáfrica.
- GORE, Al (2007): El ataque contra la razón. Debate. Buenos Aires.
- GRIMSON, Alejandro (2001): Interculturalidad y comunicación. Edit. Norma.
Buenos Aires.
- HERRERA, Susana (2006): “Funciones de los observatorios de medios en Latinoamérica”,
Global Media Journal. Edic. Iberoamericana. México. En:
http://gmje.mty.itesm.mx/herrera_damas.htm 33 pp.
- MARTÍN-BARBERO, Jesús (2009): “Políticas de la comunicación y la cultura: claves de la
investigación”, Sala de Prensa. Nº 114, México. En: www.saladeprensa.org 6 pp.
- PNUD (2004): La democracia en América Latina. Hacia una democracia de
ciudadanas y ciudadanos. Alfaguara, S.A. Buenos Aires.
- REY, Germán (2003): “Ver desde la ciudadanía. Observatorios y veedurías de medios de
comunicación en América Latina”, en Veedurías y Observatorios. Participación social
en los medios de comunicación. Edic. La Tribu. Buenos Aires.
- UNESCO (1972): “Informe de la Reunión de Expertos sobre Políticas y Planeamiento de la
Comunicación”. UNESCO. París, 1 de diciembre.
- UNESCO (1996): Nuestra diversidad creativa. Informe de la Comunicación
Mundial de Cultura y Desarrollo. Edic. UNESCO. París.
- UNESCO (2008): Indicadores de Desarrollo Mediático: Marco para evaluar el
desarrollo de los medios de comunicación social. PIDC. París.
- UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA (2007): Propuesta de indicadores para un
periodismo de calidad. Red Periodismo de Calidad. México. 2ª edic.
- VAN DIJK, Teun (2003): Dominación étnica y racismo discursivo en España y
América Latina. Gedisa Edit. Barcelona.
- ZUKERNIK, Eduardo (Edit., 2008): Observador de medios de comunicación en
América Latina. Prensa, ciudadanía y democracia en Brasil, Colombia,
Ecuador, Perú y Venezuela. Fundación Konrad Adenauer. Buenos Aires.
etv/2009
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