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Michael K. Schuessler / Miguel Capistran (Coordinadores) Mexico se escribe con Una historia de la cultura gay temas ‘de hoy. aw Cantos Bavnisra (Chiapas, 1964). Poeta y periodista. ‘or de Lenguas en ereccién (1992), Cantar del Marrakech (1993) y stial (2003), entre otros. Rem Te RC ae CLS Ten Cnn Sareea es ess terete ES Reon eee eRe ew Toren To Ren tater ace eM ee eS Pr oe Meee On eee erence mre ternted peta: UNAM. Critica de arte en La Jornada, Autora, entre otros libros, de Las ideas estéticas de Freud. Tee eC re Milenio Diario y tiene el programa de TV Alta definicién. Sree ne er Ne Rao em Rn eee tc ad enna a eet ee one Se ert rr} Paver Gnaxanos (México, 197). Editor e investigador de cultura Seren it aoe ekc un recent Sead ea Re re eke ec Victor Jananns, Documentalista: Amor chacal (Premio del piiblico al mejor documental en el Festival Mix, 2000); La noche abre su flor, grabado en Cuba (2006). (Cantos Movstvats. Escritor y periodista. Su libro péstumo: Que se abra esa puerta. Crénicas y ensayos sobre la diversida CVA Do nra eater c) NOR eee en scent mS Tiree CoG al en La estatua de sal lo dice todo. Compositor, director musical y creador escénico, Pirecenntecs mene were ri tenn Rn ctere tenets especializacién en miisica para la escena en La MaMa ete. de Kroeber Penner Bravuo Prratza. Periodista y editor. Autor de Los nombres del arco iris, Premio Testimonio Chihuahua 2005. Escribe en Milenio Diario. ANS he CO Rc to ne a teatrales, trabajos periodisticos e investigaciones. ry oes a ae eee Te La sangre erguida, Fruta verde, Seforita México y ne ee tert) DU ecco CMCe er tec tener tere eer a totter erm narn tts cron Fenrnico Tornes. Bibliotecario ¢ investigador y editor Profesor en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras, Rou Renee rte Mrrotoen eke eteS arts? ONT Ce een Coe cee ee eee Cre ta en arte, editor de libros de artista, promotor cultural y periodista. \sayista y narrador venezolano, Colabora regularmente en prensa y revistas especializadas. Es profesor Cinna es er ene e manne hea Gres Treee Peer ee CEC areca Neer Ts Casi todas sus novelas son analizadas en este libro, Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte México se escribe con Mexico se eseribe con Michael K. Schuessler Miguel Capistran temas’de hoy. Diseiio de portada: arre © 2010, Miguel Capistran © 2010, Michael Schuessler Derechos reservados © 2010, Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V. Bajo el sello editorial TEMAS DE HOY™* Avenida Presidente Masarik nim. 111, 20. piso Colonia Chapultepec Morales CP. 11570 México, D.F. www.editorialplaneta.com.mx Primera edicién: noviembre de 2010 ISBN: 978-607-07-0578-6 ‘Ninguna parte de esta publicacién, incluido el disefio de la portada, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningdn medio, sin permiso previo del editor. Impreso en los talleres de Litografica Ingramex, S.A. de C.V. Centeno nim. 162, colonia Granjas Esmeralda, México, DF. Impreso y hecho en México / Printed and made in Mexico A la comunidad lésbico-gay de México iNDICE ZAPATA Prologo. Highlights de mi vida como gay ICHAEL K, SCHUESSLER Una macana de dos filos ............ MIGUEL CapPisTRAN Un dia como hoy hace mas de ciento . . LA “OTRA ONDA” Narrativa y poesia José RicARDO CHAVES Afeminados, hombrecitos y lagartijos Narrativa mexicana del siglo xix... . . VICTOR FEDERICO TORRES Del escarnio a la celebracion Prosa mexicana del siglo xx ........... MEXICO SE ESCRIBE CON J SERGIO TELLEZ-PON La fuerza oculta del otro amor La poesta homoerética BRAULIO PERALTA Soy lesbiana, soy hermosa Nancy Cardenas, guerrera del teatro LA IMAGEN DEL DESEO Artes plasticas, fotografia y cine TERESA DEL CONDE Eros se aproxima y es el maestro de Apolo DaviD TorREZ Los gays en la fotografia mexicana MICHAEL K. SCHUESSLER Vestidas, locas, mayates y machos Historia y homosexualidad en el cine . ‘VICTOR JARAMILLO Breve relacion del videoarte gay Atvaro CUEVA Tele marica LA MUSICA Y sus intérpretes ‘TAREKE ORTIZ con NAYAR RIVERA El éxtasis a una identidad del deseo La musica como experiencia de libertad - 101 iNDICE Un grito aqui en la sangre (Reflexiones sobre la obra de Gabriel Ruiz). LA VIDA SOCIAL Y SUS EXPRESIONES De la oscuridad a la luz del dia, del camp al kitsch CarLos BAUTISTA La noche al margen Brevisima relacin de la vida nocturna gay ........... DRO VARDERI “Masculinidad y cultura gay Apuntes para una mirada kitsch ..............005-- _ ALEJANDRO Brito Por el derecho a todos los derechos . . . TEXTOS FUNDACIONALES Anexo __ SALVADOR Novo Las locas y la Inquisicién. José JoAQuiN BLANCO Ojos que da panico sofar ............ CarLos Monsivais Diez y va un siglo ENRIQUE SERNA Primer desfile de locas 2023 209 229 240 249 254 “263, Prélogo HIGHLIGHTS DE MI VIDA COMO GAY EUGIbS: WeZeA5PeAcD a I Celebremos, sefiores, con gusto, cantaba Pedro Infante. Pues si, es tiempo de celebrar: nunca nos habia ido tan bien a los gays como ahora: ya nos po- demos casar, los que queramos, al menos en el D.F; ya podemos andar de la mano con otro hombre y besarlo en la calle, aunque s6lo en algunas ca- lles de la Ciudad de México; ya podemos ampararnos bajo las leyes contra la discriminacion; cada vez tenemos mas presencia en el cine y en las series de television, ahora mediante personajes menos esquematicos; ya nos pro- tegen las comisiones de derechos humanos; los activistas gays son (siempre han sido) emperiosos, combativos, perseverantes; cada vez hay mas libros que tienen a gays como protagonistas y mas estudios que los analizan. Pero de veras todo es celebracion? MEXICO SE ESCRIBE CON J La mayoria de las conquistas obtenidas en el D.E no han llegado a la provincia, lo cual significa que solo benefician a una parte del pais: salvo contadas excepciones, en todos lados se sigue mirando con desdén a los gays, y los actos de homofobia y los crimenes de odio estan lejos de ha- ber desaparecido. Es innegable, también, que continua habiendo mucha, muchisima hipocresfa y que la mayoria de las familias mexicanas aun son rigidamente tradicionalistas: muchos jévenes viven con culpa y pesar el descubrimiento de su orientacion sexual. Bueno, entonces celebremos a medias; celebremos las batallas gana- das, pero sin bajar la guardia ante lo que atin debe conquistarse. IL En un principio, todo era feo, mas que feo. Pero quiza no podia haber sido de otra manera en ese momento. Y como este apartado no es preci- samente un highlight, podria saltarmelo sin mas ni més. No obstante, cabria alguna observacion, para contextualizar mejor los verdaderos highlights. Es posible que mi homofobia internalizada me haya Ilevado a recha- zar todas las manifestaciones de la homosexualidad que veia, aunque, en honor a la verdad, tampoco habia mucho de donde escoger; es mas, no habia nada de donde escoger: lo unico que nos presentaban las revistas, el cine y el teatro era la imagen estereotipada del homosexual frivolo y amanerado, el lilo que sélo parecia interesarse por jotear. Por lo demas, se diria que esa imagen era un reflejo fiel de la realidad, pues no habia en ésta, o no llegaban hasta nosotros, representaciones al mismo tiempo na- turales y complejas de hombres que gustaran de otros hombres. Si uno queria identificarse con algiin arquetipo lejos del macho pendenciero y mujeriego, tenia que escoger sus modelos entre las figuras femeninas, y ahi si habia infinitas posibilidades. TL La primera novela con personajes abiertamente gays que conoci fue The Lord Won't Mind, de Gordon Merrick. La lei con avidez, y me identifiqué 2 HIGHLIGHTS DE MI VIDA COMO GAY _ por completo con sus protagonistas, jovenes como yo, 0 atin mas jévenes que yo. No recuerdo bien la trama (han de haber pasado muchas cosas, pues el libro era bastante gordo, como casi todos los best sellers gringos); “tampoco recuerdo si el libro tenia algunos logros estilisticos, aunque si _ que me resultaron estimulantes las descripciones de las escenas sexuales. "Se desprendia, sin embargo, un leve tufillo de culpa, pero la conclusion _ me parecié liberadora: si habia amor de por medio, a Dios no le impor- taba lo que hiciéramos de nuestra vida sexual (pero ¢y sino habia amor?). Solo unos afios después, cuando lei a Jean Genet y a Tony Duvert, des- cubri que el uso de la tematica homosexual no estaba rentido con la cali- dad literaria: fue un aliviane en todos sentidos. Pasarfan mas afios antes de que, gracias a José Joaquin Blanco, conociera los libros de Christopher __ Isherwood y algunos relatos de Paul Bowles y E. M. Forster, autores todos que se movian como peces en el agua de un amor que no parecia turbio y una literatura del mas alto nivel. Guardo, también, un excelente recuerdo de Valentin, de Juan Gil-Albert. No olvido, por supuesto, el Satiricon ni al- gunos relatos de Las mil y una noches que conoci en una antologia de Po- sada, a cuyo titulo habian afiadido el adjetivo “eroticas”. No me gustaron, en cambio, otras novelas que habia leido antes: Fa- brizio Lupo y El diario de José Toledo; tampoco disfruté mucho de Después de todo. No niego las virtudes literarias de estos libros, principalmente en el caso de la novela de Ceballos Maldonado, pero no me dieron lo que re- cibi de los libros arriba mencionados en materia de figuras atractivas de homosexuales. En el terreno de la teorfa, lef y relei El homosexual y su liberacion, de George Weinberg: en esa época no abundaban los titulos que abordaran de una manera objetiva la cuestién homosexual, 0, como siempre, yo es- taba pésimamente informado de lo que se publicaba. Por casualidad, di con el Coridén, de Gide, un libro menos convencional en su estructura y nada convencional en sus propuestas. Pero se me estaba olvidando, qué barbaridad, el Divino Marqués, a quien habia leido en los ultimos afios de mi adolescencia. Varios de sus libros inflamaron mi sexualidad juvenil con sus explicitas descripciones de encuentros homosexuales, aunque recuerdo especialmente Justine o los infortunios de la virtud, en la que los personajes masculinos se daban vue- lo acariciandose y cogiendo ante nuestros atonitos ojos y los de la inocen- te protagonista. MEXICO SE ESCRIBE CON J El Marqués de Sade, si la memoria no me engania, legitimaba la ho- mosexualidad como algo natural: al igual que otras manifestaciones se- xuales, formaba parte de la existencia humana: sus personajes si que eran unos verdaderos perversos polimorfos avant la lettre. También di la bien- venida a sus contundentes argumentos en contra de la religion. Otras lec- turas me ayudaron, igualmente, a irme despojando en ese sentido de lo que se habia convertido en un lastre que ya me pesaba mucho. Y, claro, estaban las espléndidas novelas de Manuel Puig: si bien solo uno de sus personajes era declaradamente homosexual (Molina, en El beso de la mujer arafa), se adivinaba en los demas una sensibilidad gay: pien- so, sobre todo, en el nifio protagonista de La traicién de Rita Hayworth. Aunque la conoci ya en la década de 1980, no quisiera dejar de mencionar Bom-Crioulo, la novela de Adolfo Caminha que presentaba a dos personajes gays nada estereotipados en una época tan temprana como el siglo xix. Tampoco me olvido de The City and the Pillar (1948), de Gore Vidal, ni de Giovanni’s Room (1956), de James Baldwin; ni paso por alto Ernesto (escrita en 1953, pero sdlo publicada después de que murio su autor), de Umberto Saba, que lei hace poco. Ni olvido dos ex- celentes novelas de José Joaquin Blanco que incluyen como protagonis- tas a personajes gays: Las puberes canéforas y Matame y verds, la primera publicada en la década de 1980, y la segunda, en la de 1990. Otro gran amigo, Olivier Debroise, escribid al menos dos novelas en las que utili- 26 con fortuna personajes gays: En todas partes, ninguna y Lo peor sucede al atardecer. Y mi también amigo Luis Gonzalez de Alba public, a prin- cipios de la década de 1980, El vino de los bravos, en el que, ademas de un texto en que me hacia un divertido guifio de ojo, incluia otros cuen- tos con personajes gays (pienso especialmente en “Hoy te he recorda- do”). Luis publicaria, afios después, varias novelas con personajes gays. Pero en este terreno hay mucha tela de donde cortar, y este textito no pretende ser exhaustivo. IV Puede afirmarse, en justicia, que los primeros personajes gays (en el sen- tido que le damos ahora a esta palabra) que hubo en el cine fueron En- colpio, Ascilto y Giton, protagonistas del Satiricén de Fellini. 14 HIGHLIGHTS DE MI VIDA COMO GAY ffcula narra los avatares de los tres jovenes, de una manera di- como en el libro en que “se inspira libremente”, segtin Fellini, y a propuesta visual deslumbrante, como acostumbraba hacerlo. No ningun tipo de censura hacia sus personajes, que se mueven por el mundo latino y hasta mas alla con una gran libertad, aunque esto imo es un decir, pues, en un momento dado, Encolpio y Ascilto son os esclavos. Es curioso que haya sido un cineasta heterosexual el pri- nero que lograra, acaso sin proponérselo, mostrar una vision desprejui- de los hombres capaces de enamorarse de otros hombres, lo que probaria que, en materia de arte, cualquier etiqueta y cualquier ientacion sexual salen sobrando. (Confieso un pecado menor, del que me redimi muchos afios después, ya en la era del DVD: cuando vi por imera vez el Satiricén, era yo tan pedante que no supe apreciarla y dije estaba ya harto de Fellini. Ahora la pelicula me parece una joya: cada “escena esta ejecutada con una gran delicadeza y es absolutamente disfru- “table; la fotografia y la direccién artistica son de las mejores que he visto “en mi vida, y cada toma es una obra maestra de la composici6n.) __ Seguramente antes del Satiricon habia visto yo Teorema, que plantea- | a dos situaciones homosexuales: cuando el Huésped seduce al padre y al hijo de la familia que visita (esta segunda es la que mas atractiva me re- _ sulté y la que mas recuerdo). Pero no podria hablarse de personajes “gays” en el caso de la pelicula de Pasolini, pues la experiencia se vuelve catastrofica tanto para el padre como para el hijo. Aunque Von Aschenbach, el protagonista de La muerte en Venecia (es- critor, en la novela de Mann; musico, en la pelicula de Visconti), no es homosexual, si lo es la ultima pasion que vive. En dos sentidos podria ca- lificarse de platonico el sentimiento que experimenta por el muy joven Tadzio: en el sentido que se le da comunmente al término, de los amores que no tienen consumacién carnal, y en el sentido de que Tadzio repre- senta la idea de la belleza. La pelicula tenia indudables virtudes estéticas, pero el protagonista, espléndidamente interpretado por Dirk Bogarde, estaba lejos de poder sa- tisfacer la necesidad de modelos homosexuales que tenia el chavo que era yo en aquella época. Ademas, el contexto de la peste en que se desarro- Ilaba la historia tampoco resultaba muy estimulante. Mucho mis cercanos me resultaron los personajes que interpretaban Michael York y Helmut Griem en Cabaret, que tenfan sus queveres a es- £ MEXICO SE ESCRIBE CON J paldas de Sally Bowles (y, por lo demas, de la camara) sin sentir la me- nor culpa. Los gays fueron teniendo una presencia cada vez mas solida en el cine: de ocasionales apariciones en personajes secundarios evolucionaron hasta alcanzar papeles protagonicos, muchas veces con visos tragicos, y muchas veces, también, en los personajes cémicos, superficialmente simpaticos (aunque no faltaba uno que otro muy pesado, claro), pero al menos ya le- jos de los patéticos estereotipos del cine de la década de 1960 y de antes. La lista de las peliculas en que aparecen personajes homosexuales se- ria interminable, y las hay para todos los gustos. A mi, en este terreno, como en general, me gusta més el cine francés, y, aunque no siempre vi estas peliculas en su momento, me quedo con homme blessé, de Patrice Chéreau; Les roseaux sauvages y J’embrasse pas, de André Téchiné, y Pres- que rien, de Sébastien Lifshitz, sin que por eso desprecie algunas pelfcu- las inglesas que también disfruté mucho: Sebastiane, de Derek Jarman; My Beautiful Laundrette, de Stephen Frears, y Maurice, de James Ivory, y varias mas de otras nacionalidades. De nuestros directores, Jaime Humberto Hermosillo es el que mas consistentemente ha presentado personajes homosexuales en sus pelicu- las, desde el inicio de su carrera en la industria cinematografica: ya en La verdadera vocacién de Magdalena aparece una lesbiana que trata de ligarse a otra chava (no recuerdo si a la protagonista) en un reventon, y en la re- lacion (no del todo filial, no del todo paternal) que se da entre los perso- najes que interpretan Héctor Bonilla y Jorge Martinez de Hoyos en El cumpleahos del perro hay una corriente erdtica insoslayable, 0 eso quise ver. Asimismo, mucho se ha hablado de que la amistad de los protago- nistas de Matiné no es del todo inocente, por decirlo de alguna manera. En Naufragio, ya aparece, en un papel pequeno, un muy guapo Ernesto Bafiuelos como un aeromozo que coquetea (creo) con otro hombre en el aeropuerto de la Ciudad de México. Pero es en Las apariencias engahan donde vemos por primera vez un personaje homosexual mas desarrolla- do (lo interpreta Manuel Ojeda) y un hermafrodita (que hace Isela Vega) con una marcada predileccién por los sefores; ni Gonzalo Vega sale bien librado de los lazos de esta seductora cogelona. Las apariencias enganan también cuenta con una participacion especial del otrora famosisimo tra- vesti X6chitl, en cuya historia se inspir6, a su vez, Margo Su para escribir su novela Posesién. HIGHLIGHTS DE MI VIDA COMO GAY Jaime Humberto filmaria después varias peliculas mas con protago- ‘nistas gays, como Dofa Herlinda y su hijo, que se basaba en un relato de Jorge Lopez Paez y que tendria éxito en varios paises, y la audaz en va- tios sentidos eXXXorcismos, con la que empezaria a experimentar con el ‘cine digital, en el que ha perseverado. Lamentablemente, estos nuevos formatos del cine independiente atin no cuentan con una distribucion " que les asegure una exhibicion masiva, y no he visto las nuevas peliculas de Hermosillo, pero sé que en algunas de ellas los protagonistas son gays. Menci6n aparte merece El lugar sin limites, la excelente pelicula de Ar- turo Ripstein basada en la novela de José Donoso. Si bien el protagonis- taes “el joto del pueblo”, la pelicula sirve de vehiculo para desenmasca- ar al personaje que interpreta Gonzalo Vega, un macho de doble moral _ que se ve amenazado en su virilidad. El lugar sin limites se ha vuelto, con el tiempo, una pelicula de culto, y Roberto Cobo recibio merecidisimos ~ elogios por su papel de La Manuela, Vi, como puede suponerse, una gran cantidad de peliculas en que ha- bia gays en papeles de mayor o menor importancia, en peliculas de mayor ‘o menor (y hasta nula) calidad. Pero sdlo hace unos cuantos afios conoct Victim, la pelicula inglesa dirigida por Basil Dearden y estelarizada por Dirk Bogarde, a la que podria atribuirsele el mérito de ser una de las pri- _ meras (si no la primera) que tuvo a un personaje homosexual en el papel protagonico. Victim es de 1961 y quizé no es una pelicula del todo logra- da, aunque las objeciones que podrian hacérsele son las mismas que se le podrian hacer a cualquier pelicula de la época: una marcada tendencia ha- cia el melodrama, poca sobriedad en el estilo y en las actuaciones y un de- sagradable tufillo moralizante, si mal no recuerdo. Pero tiene igualmente sus virtudes, y entre ellas se cuenta una trama cuyo interés no decae. Vv Aunque también me gustaban mucho, vi menos obras de teatro que pe- liculas en la década de 1970. Lo mas importante que sucedié en muchos afios fue la puesta en es- cena de Los chicos de la banda. Su directora, Nancy Cardenas, era, ademas de activista gay, una habil publicista, pero aun si no lo hubiera sido, el tema de Los chicos de la banda habria llamado la atencin y, mas que eso, 7 MEXICO SE ESCRIBE CON J escandalizado a la sociedad mojigata de esa época (y de épocas anterio- res y, sobra decirlo, posteriores): um grupo de homosexuales que se reti- nen para una fiesta en casa de uno de ellos. Estos Chicos dieron mucho de qué hablar: desde antes del estreno, aparecieron abundantes notas en los periddicos y comentarios y entrevistas en televisién con los que par- ticipaban en el montaje. Los chicos se estrend y estuvo en temporada en el teatro Insurgentes, uno de los mas grandes de México, y supongo que tuvo mucho éxito, pues el reparto estaba constituido por actores de séli- do prestigio. No sé por qué Nancy Cardenas (;tal vez a peticion de los ac- tores?) hizo el comentario de que ninguno de los que participaban en la obra era homosexual: ;o quiza fue para destacar las habilidades histrio- nicas de los integrantes del elenco, que podian jotear y ser joteados sin que se les tildara de lo que no eran? (aunque de todos es sabido que para esto de jotear también se pintan solos los bugas). En lo personal, la obra y el montaje me decepcionaron: al libreto no le encontré mucho chiste: todo sucedia, si recuerdo bien, durante una fiesta de homosexuales (deliberadamente evito el término “gay”); la ma- yor parte del tiempo los personajes se la pasaban joteando, y todos eran bastante estereotipados: no me parecieron muy diferentes de los jotos que salian en las peliculas de Mauricio Garcés. Para colmo de males, alguno de ellos terminaba con graves crisis de conciencia y quizés a alguno le provocaba enormes conflictos un forzado coming out. Vi también Los ojos del hombre, una obra canadiense que tenia uno o dos personajes homosexuales. Creo que la obra, ubicada en una pri- sion, atrajo al publico gay principalmente por el desnudo del muy gua- po Luis Torner, pero las propuestas y las situaciones del texto eran bas- tante convencionales. Mas afines con mis gustos literarios eran las delirantes y divertidisi- mas obras de Copi, que conoci dos 0 tres afios después. A peticion de Carlos Téllez, tradujimos Olivier Debroise y yo Eva Perén, que luego lle- v6 a escena nuestro amigo Carlos. José Antonio Alcaraz hizo la musica. En esta puesta en escena, vi por primera vez a Tito Vasconcelos: su talen- to y su simpatia me sedujeron. Supe que habia hecho hacia poco tiempo el papel de La Manuela en una puesta en escena de El lugar sin limites, pero me lo hab{a perdido. (Por suerte, nunca dejé de estar en contacto con los textos de Copi: traduje, para Tito, Loretta Strong, aunque no lle- go a ponerla; lef varias obras mas del argentino radicado en Francia y su 18 HIGHLIGHTS DE MI VIDA COMO GAY ‘novela Le bal des folles, que durante mucho tiempo quise traducir, pero 10 encontré un editor que se interesara, y, por ultimo, ya en la primera cada del siglo xxi, traduje para Ediciones El Milagro El refri y Loretta ong, que se publicaron, junto con otras dos de sus obras, en un volu- “men para el que escribi una introduccién, La piradez y el ingenio de Copi "siempre me resultaron muy sugerentes.) De Carlos Teéllez, acababamos de ‘yer una espléndida obra en la Casa del Lago: Solo conciencia de besar. Creo ‘recordar que habia en ésta algun personaje, algtin comentario gay, pero “no podria asegurarlo. (Alguin tiempo después, Carlos y yo tradujimos PD. Tu gato ha muerto, el texto dramatico de James Kirkwood —también no- yela del mismo autor— en el que un hombre y el ladron que entra a ro- barlo a su casa se enamoran; la obra ha tenido muchas puestas en esce- na, aunque solo vi la primera, con Manuel Ojeda y Humberto Zurita, que _ me gusto. Carlos Téllez, por su parte, pondria en 1986 Una cancién apa- sionada, la version en espatiol de Torch Song Trilogy, otra vez con Tito Vas- concelos: tengo un excelente recuerdo de esta produccién.) Destaco, también, la puesta en escena mexicana de El show de terror de Rocky, que produjo en 1976 Julissa; también participé en ella como ac- triz. Esta comedia musical result6 lo mas refrescante que habia visto yo hasta el momento en cuestiones sexuales, pues aqui si los personajes le entraban a todo, todos contra todos y siempre de manera festiva y libera- "dora; no exagero si digo que esa puesta de Julissa, con una muy afortu- nada traduccién de ella misma, me gusto mas que la pelicula, que vi al- _ gun tiempo después. El show de terror de Rocky hizo una temporada en un espacio del Hotel del Prado, donde podia uno tomar la copa y (desde lue- go) fumar. Habia mesas pequenias dispuestas en torno al escenario y a una pasarela por la que se contoneaba Gonzalo Vega en su numero “Dulce tra- vestista”. Creo que la vi dos veces ahi, y luego en un teatro en el que tam- _ bién hizo temporada la obra. ; Y sin embargo se mueven, la puesta en escena de José Antonio Alcaraz, _ fue otro momento culminante del teatro en México, y por varias razones. Sobresale el hecho de que, si no me equivoco, era la primera vez que se montaba un texto mexicano original con personajes gays. Todavia recuer- do la noche del estreno, al que seguramente asisti invitado por mi amiga _ Billy, notoria figura del ambiente gay, que actuaria después en Dona Her- linda y su hijo y en otras peliculas, y seria la protagonista de mi novela Los _ postulados del buen golpista. Fue la Billich quien me present6 ahi a Cuauh- MEXICO SE ESCRIBE CON J témoc Zufiga, quien dirigfa, si mal no recuerdo, el departamento de tea- tro de la UNAM y que se avento el boleto de patrocinar ese montaje en el Teatro de la Universidad: tanto el director como los actores (pero no las actrices: Delia Casanova y Carlota Villagran) eran abiertamente gays: el ya mencionado Alcaraz, Tito Vasconcelos, Gustavo Torres Cuesta, Homero Wimer y Fernando Lopez Arriaga. El espectaculo era toda una celebra- cion, en ese momento en que parecia haber mucho que celebrar y a dos © tres anos de que el sida hiciera su aparicion: abundaban los niimeros musicales y los momentos jocosos, pero no por eso faltaban las escenas serias 0 intimistas. No es necesario decir (pero lo digo) que Y sin embar- go se mueven tuvo un gran éxito, y cuando termino la temporada en ese teatro, Tito Vasconcelos la Ilev6 a otro mas grande, donde me invito a de- velar la placa de las 200 representaciones. Tito Vasconcelos ha trabajado muchisimo: puso después, como actor y director, Maricosas, Plastic Surgery (la obra de teatro que escribi con Ma- rio de la Garza, cuyas protagonistas tienen relaciones lésbicas) y Afectuo- samente, su comadre (la espléndida obra de José Dimayuga, que José Joa- quin Blanco incluyé en sus top ten del teatro mexicano del siglo xx), y ha participado como actor en innumerables obras teatrales, peliculas y espec- taculos de cabaret, no siempre, aunque muchas veces, interpretando per- sonajes gays. Dudo: gincluiré aqui al ya mencionado José Dimayuga? Quiza debi hacerlo al hablar de la literatura en general, puesto que tiene una exce- lente novela, éY qué fue de Bonita Malac6n?, en la que hay varios persona- jes gays y no faltan las escenas lésbicas. Sin embargo, la mayor parte de sus textos pertenecen al género dramatico. Dimayuga nos ha dado en sus obras teatrales una amplia galeria de personajes homosexuales: jovenes, maduros, viejos, poetas, lesbianas, travestis, declamadores, mayates, et- cétera, todos retratados con la habilidad y el ingenio caracteristicos de Di- mayuga. Todos nos han hecho reir o nos han conmovido de otras mane- ras, y cada texto que escribe José es una fiesta del talento y la alegria. VI Los personajes gays tardaron mucho tiempo en llegar a la television. No sé cuando habra aparecido alguno por primera vez. Sdlo recuerdo 20 HIGHLIGHTS DE MI VIDA COMO GAY lo haber sido en la década de 1980, pero también en la de 1990) 1a serie norteamericana sobre James Dean, en la que el protagonista aun bar gay. _ Nunca fui muy afecto a la television, 0, mejor dicho, a los programas isivos, porque con las peliculas de la tele si me di y me sigo dando lo. Sé que ha habido personajes homosexuales en varias telenovelas mexicanas, aunque ignoro qué caracteristicas hayan tenido. El nico que vi en alguna ocasion y no me simpatiz6 fue el que hizo Sergio Mayer en La fea mds bella: me parecio la caricatura de una caricatura. Por el contrario, en las series y programas extranjeros, los personajes ys si han salido mejor parados, y han proliferado y llegado a ocupar lu- es protagonicos. Los que se me hacen més simpaticos son los de Will Grace, y me gusté Queer As Folk, pero la version original inglesa: las as y las lesbianas de la serie gringa (de la que solo vi la primera tem- )) me aburrieron con su obsesién por las discos y los gimnasios, asi omo con su preocupacion por formar matrimonios sélidos y adoptar o ‘tener nifios. Me gustaron también, independientemente de que tengan "personajes y situaciones homosexuales, Six Feet Under y OZ: se me ocu- “rié que las series estadounidenses eran ahora mucho mejores que la ma- yoria de las peliculas de la industria. VIL ¢Como hablabamos los gays en la década de 1970? En general, como todo el mundo: nuestro lenguaje tenia mas que ver con el medio en que nos desenvolviamos que con nuestras preferencias _ sexuales. ___ Sin embargo, habia unas cuantas palabras que usabamos entre noso- _ tros. Deciamos “de ambiente” y “de onda’ para referirnos a nosotros mis- mos y a lugares. Utilizabamos las palabras “chichifo”, “buga” y “guaguis”. Tal vez unos cuantos empleaban el término “gay”, ahora tan extendido (a mi me parecia que podia adoptarse, en su lugar, su exacto equivalente en espafiol, “gayo”, y asi lo usé en El vampiro de la colonia Roma): incluso los _ hifios alivianados dicen “gay” para referirse a un homosexual. Unas ami- _ gas mias lesbianas decian la palabra “bichifia’, con el mismo sentido, Pero supongo que era un calco del portugués, pues se juntaban mucho 2 MEXICO SE ESCRIBE CON J con unas brasilefias. Recuerdo que deciamos “travesti” y no “travesti”, quizé por contagio del francés. Y cuando un gay queria decir que adop- taba en la cama tanto el rol activo como el pasivo, aseguraba: “Soy inter- nacional” (ahora, en las redes sociales de Internet, se emplea el término “versatil”, je). Se usaba, y se sigue usando mucho, “loca”, que ha ido per- diendo su intencién peyorativa; con la palabra “joto” ha pasado lo mis- mo, sobre todo si se emplea el diminutivo: “;Es jotito?” Como han hecho los angloparlantes con queer, nos hemos ido apoderando de estos térmi- nos, asi como de “maricén” y, en menor medida, de “puto”: al fin y al cabo, la lengua es de quien la trabaja. VIL Nunca me gustaron mucho las discotecas, ni los bares. Como yo no bai- laba, no me parecia divertido ir a un lugar a escuchar musica; tampoco bebia mucho (preferi siempre las sustancias quimicas: en aquella época, las benzodiazepinas). Y para ligar, estaban las fiestas privadas, la calle y otros espacios publicos. De un ligue emeritense surgio una de las relacio- nes més importantes que tuve. También gracias a otro ligue escribi El vampiro de la colonia Roma. Conoci a Osiris Pérez en 1975, en la Cineteca: él era cinéfilo y yo también. Cuando me dijo que era “vividor” (creo que ésa fue la palabra que uso), no le crei del todo, no sé por qué: a fin de cuentas, Osiris era muy guapo y tenia un cuerpo musculoso, de proporciones armoniosas; era también muy simpatico y buen conversador, por lo que no tenia nada de extrafio que aprovechara esos atributos para ganarse el sustento. Osiris me contaba anécdotas muy divertidas sobre su profesion, y un dia le dije que deberia escribir su vida. “gPor qué no lo haces tu, que a eso te dedicas?”, dijo, y quizds es lo que yo estaba esperando escuchar. Nos vimos cinco 0 seis veces para ese fin. Llegaba yo con mi grabadorci- ta de casetes y grababamos una hora por sesion. Al principio, mi intencién era escribir una novela-testimonio (creo que fue Miguel Barnet quien acuné la expresion), algo parecido a La can- cion de Rachel y la Biografia de un cimarrén, 0, aqui en México, Hasta no verte, Jestis mfo. (También habia leido yo con gran interés Los hijos de San- chez y Una muerte en la familia Sanchez, aunque estos dos titulos estaban a, HIGHLIGHTS DE MI VIDA COMO GAY mas asociados con la antropologia que con la literatura.) Pero cuando empecé a trabajar en la novela, descubri que la vida de Osiris (a quien lla- mé Adonis en el libro) tenia mucha similitud con la de los picaros de la jiteratura espatiola: compartian los temas de la orfandad, la necesidad temprana de ganarse el pan cotidiano, la astucia como un medio para so- previvir, el sentido del humor, la pertenencia sucesiva a varios amos, et- cétera. Decidi inscribir la novela, a la que desde el principio encontré ti- tulo, dentro de esa tradicion, y pensé que habria que modificar algunas cosas de la realidad para ajustarlas a mi proyecto. Poco a poco, el deseo de inventar fue imponiéndose a mi inicial propésito de ser fiel a la histo- “ria de Osiris. Incorporé, también, anécdotas que me contaron algunos amigos (Olivier Debroise, por ejemplo, me platicé en el trayecto a Patz~ ‘cuaro —creo recordar que en el tren, aunque no estoy seguro de que hu- biera trenes a Patzcuaro—, sobre la fiesta que aparece casi al final del li- bro y que, debido a la Iluvia, termina convertida en un lodazal), caracteristicas de otros amigos (Zabaleta se inspiraba en mi amigo pintor y le puse su apellido), algunas vivencias y hasta suefios personales. Tam- bién trabajé el lenguaje. Cuando atin no avanzaba mucho en la escritura de El vampiro de la _ colonia Roma, le ensefié a Osiris algunas paginas del inicio. Pensé que le iba a gustar. Me dijo, con un tono medio seco, “Esto no es mi vida” (atin _ ahora no sé qué lo llevo a hacer ese comentario, pues, segtin yo, en lo que le habia mostrado, si me habfa ceftido més a lo que me narré), y me su- girio que cambiara algunas cosas. No le hice caso. Nunca volvimos a en- contrarnos en la calle, ni tuvimos ningun otro tipo de contacto. No sé si le habra gustado la novela terminada, pero si estoy seguro de que, como biografia, la habria desautorizado. IX Cuando estaba terminando de escribir El vampiro..., me enteré de que un también joven escritor acababa de publicar una novela que tenfa por pro- tagonista a un chichifo. Se titulaba El desconocido, y su autor era Rail Ro- driguez Cetina. Tuve miedo de algo imposible: de que ambos hubiéramos escrito el mismo libro. En aquel momento, no pensé que el tema de un libro no constitufa su esencia, ni que la idea de escribir sobre esos pica- 73 MEXICO SE ESCRIBE CON J ros modernos estaba, por asi decirlo, flotando en el aire: ya John Rechy habia publicado 14 aftos antes La ciudad de la noche, pero solo la lei algu- nos afios después, y James Leo Herlihy narraba en Midnight Cowboy las dichas y desdichas de un hustler que se acostaba tanto con hombres como con mujeres (cito el libro porque no sélo vi la pelicula de John Schlesin- ger). Cuando algtin tiempo después let El desconocido, me dio gusto com- probar que el libro de Rodriguez Cetina y el mio eran distintos: aunque los hermanaba la profesion del protagonista, la accién de El desconocido tenia lugar en Mérida, y el tono, las anécdotas y el estilo eran por com- pleto diferentes. x Recuerdo 1979 como el afio en que muchas figuras destacadas de la lite- ratura y el teatro mexicanos salieron del cléset. No digo que antes nadie hubiera declarado su homosexualidad en publico, pero si asi fue, no me llegué a enterar. En marzo del 79, dos dias antes de cumplir 28 aitos, José Joaquin Blanco public en Sabado, el suplemento de unomdsuno, su hermoso y valiente ensayo “Ojos que da panico sofar”: me imagino que en esos dias habra recibido ms felicitaciones por su articulo, que con el tiempo se volveria un texto fundacional (como se dice ahora, quién sabe con cuanta fortuna gramatical), que por su cumpleatios. Seguramente el tex- to de Blanco irrité y escandalizo a algunos, pero para una inmensa ma- yoria, no sdlo constituida por gays, result6 emocionante e inspirador. En “Ojos que da panico sofiar”, José Joaquin Blanco hablaba por primera vez desde un yo y un nosotros que ya no se ocultaban tras ninguna fic- cién narrativa: José Joaquin hablaba de él, de nosotros, de nuestra reali- dad, de nuestros escenarios, en una forma inteligentisima y lidica, como en todos sus textos. José Antonio Alcaraz, José Ramon Enriquez y Tito Vasconcelos fue- ron otros personajes de la cultura que manifestaron sin tapujos sus pre- ferencias sexuales. Probablemente muchos mas hicieron publica su orientacion sexual durante ese afio y los siguientes, tanto en México como en el resto del mundo, pero sdlo recuerdo en este momento casos mas recientes. HIGHLIGHTS DE MI VIDA COMO GAY XI o tiempo ha pasado desde aquellos miticos afios, no siempre dig- de nostalgia. Muchas cosas han sucedido. La aparicién del sida en- bid, por un momento, el paisaje de los logros conquistados. Pero tam- sn la solidez de los grupos que han luchado contra esa amenaza nos ron motivos para seguir siendo optimistas, y, como dije al principio, ‘enormes logros en el terreno social son esperanzadores. La palabra “li- tad” esta adquiriendo nuevas tonalidades: los colores del arcotris. XI éndolo bien, si, celebremos con gusto, amiguitos, amiguitas y amigay- s: brindemos por (como dice José Dimayuga) los jotos y las lenchas nos dieron patria. Y festejemos con bombo y platillos la aparicion de ico se escribe con j, un proyecto de cuyos nacimiento y posterior desa- ollo fui un entusiasta testigo. Brindemos también por Michael Schuess- y por Miguel Capistran, que lo llevaron a cabo: jsalud! Magnolia (2), Juchitén, México, 1986. (Foto: cortesia de Graciela Iturbide y David Torrez) UNA MACANA DE DOS FILOS MMi CS wAGRiL ncKsenS (Galil) BeSesulaber - Como lo demuestra la historia cultural de todas las comunidades margi- madas —ya sea por motivos religiosos, sociales o raciales—, las inne- "gables contribuciones que ha aportado la homosexualidad a la cultura universal expresada en las artes plasticas, literarias, dramaticas, cinema- tograficas y populares han sido siempre relegadas por la mayoria hetero- sexual a constituir un discurso subterraneo, clandestino o, en el mejor de los casos, testimonial. Aunque las manifestaciones y representaciones de la experiencia homosexual occidental han sido parcialmente documentadas y analiza- das, en México, por desgracia, todavia existe una enorme laguna en cuanto al estudio y la revision de esta realidad, tal vez debido a las im- Posiciones tanto sociales como morales y religiosas propias de la cul- tura nacional. Pues, por un lado, la sociedad mexicana parece tolerar ciertas muestras superficiales de afecto entre hombres aparentemente heterosexuales, cuando se abrazan libremente en la calle y en contextos hipermasculinos como la cantina, donde se pellizcan las nalgas y juran su eterna devocion; por otro lado, esta misma sociedad habitualmente oh MEXICO SE ESCRIBE CON J castiga de manera absoluta una relacién entre dos hombres que vaya mas alla de una estrecha amistad, lo cual es producto del catolicismo introducido por la Conquista al unirse con las actitudes homofébicas presentes en la mayorfa de las culturas mesoamericanas, segun lo con- signaron cronistas y misioneros como Bernal Dfaz del Castillo y Bernar- dino de Sahagun, al hablar de los “sométicos” que pululaban en las cos- tas y en “tierra caliente” de lo que hoy es México. Si bien es cierto que estas peculiaridades han sido objeto de estudio en forma limitada ya desde los afios 50, por ejemplo los todavia timidos comentarios de Oc- tavio Paz respecto del hombre “pasivo” y el hombre “activo” que emplea en su ensayo sobre la psique nacional El laberinto de la soledad (1950) y no obstante la existencia en todas las épocas de numerosas obras de todas las disciplinas creativas hechas por (y para) homosexuales, nunca se ha presentado una vision global de este fendmeno cultural tal y como se manifiesta en México. Ahora bien, a despecho de esa carencia de una vision globalizado- ra de un asunto que siempre ha merecido el rechazo, y para sorpresa de muchos mexicanos y extranjeros, en el campo politico actual, a mas de cuatro afios de haber propuesto la primera iniciativa sobre el tema, el 9 de noviembre de 2006, el pleno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) aprobo la Ley de Sociedades de Convivencia, que per- mite la union juridica entre personas de diferente o del mismo sexo para establecer un hogar comun, disposicién que atafe tanto a parejas homosexuales como a grupos de monjas y parejas de ancianos que, has- ta ahora, habian vivido en concubinato. No obstante, hasta hace muy poco, esta ley no contaba con los mismos derechos de que siempre ha gozado un matrimonio “tradicional”, pues constituia solamente la union legal de dos personas y como tal no permitia derechos funda- mentales de la vida en pareja, como la adopcion de nifos. En un ar- ticulo publicado en La Jornada por Rafael Alvarez Diaz el 11 de noviem- bre de 2006, se presenta de manera elocuente el significado de este decreto, uno que “hace avanzar a toda la sociedad en la lucha contra la inequidad, la discriminacion y la estigmatizacion motivadas por visio- nes autoritarias, homofobas, independientemente de sus estilos de vida, elecciones y decisiones personales acerca de su intimidad”. El 11 de enero del 2007, al seguir la pauta de la legislacion aprobada en el Dis- trito Federal, el gobierno del estado de Coahuila aprobé por mayoria la 28 UNA MACANA DE DOS FILOS Pacto Civil de Solidaridad, que igualmente establece un compro- patrimonial entre parejas de cualquier sexo. A pesar de esta apa- » evolucion social y politica a nivel nacional referente a la protec- idica de la comunidad queer, seguin el diario La Jornada (18 de de 2007), en América Latina, México ocupa el segundo lugar en mero de crimenes contra gays, lesbianas y transgéneros, con mas muertes en los tiltimos nueve afios. Brasil ocupa el primer lugar asi 800 homicidios al afio. pesar de que la Iglesia catélica, entre otras agrupaciones anacréni- o retrogradas, en una palabra—, se opusiera de manera categ6rica, 5 de agosto de 2010 quedo avalada por la Suprema Corte de Justicia la Nacion la reforma al articulo 146 del Codigo Civil del Distrito Fede- L, ocho votos a favor y dos en contra, que legaliza el matrimonio de rejas conformadas por personas del mismo sexo —con todos sus efec- incluida la adopcion de nifios— con base en los principios funda- ales de igualdad y no discriminaci6n. Curiosamente, no ha sido en México, sino en Estados Unidos, don- ‘més atencion se ha dedicado a la cultura gay mexicana y donde ya e una creciente bibliografia integrada por libros y ensayos —aunque i siempre dirigidos al sector académico— que exploran, analizan e in- rpretan sus multiples manifestaciones. Dicho fenémeno también se ex- en las paginas de este libro, pues a pesar de ser expertos en esta de los “estudios culturales”, no todos los colaboradores de esta in- estigacion somos de México, incluido yo mismo, pues me formé en el ambito académico estadounidense. Ahora bien, de manera casi inexplica- , hasta donde llega mi informacion, en México no se ha publicado un tudio que abarque esta circunstancia de manera integral y que satisfa- por lo tanto esta inquietud de un lector comun tanto como la de un or especializado, cualquiera que sea su orientacién sexual. Dada esta ncia con la que me he tropezado a lo largo de mis estudios sobre la lidad mexicana, me aboqué a tratar de subsanar este vacio en la me- dida de lo posible. Con la publicacién de México se escribe con j se pretende atender este enorme (e inadmisible) vacio, aunque sea de manera tentativa, por dio de la recopilacion de ensayos consagrados a diversas manifesta- mes de la cultura homosexual en México. Estas son vistas desde la pectiva que nos ofrecen las expresiones provenientes, en su mayor 29) MEXICO SE ESCRIBE CON J parte, de la zona metropolitana de la Ciudad de México, lo cual no deja de ser una evidente limitacién que obedece mas a patrones historicos (y politicos) de la cultura nacional que a las preferencias 0 a los prejuicios de nuestros autores. Si bien estas colaboraciones se pueden leer de for- ma independiente, se han organizado de tal manera que facilite, e in- cluso impulse, su lectura corrida, pues los textos aqui reunidos, orga- nizados tematicamente dentro de sus respectivos apartados, también siguen un orden cronologico y de ese modo tienden puentes entre si para componer, igualmente, una serie de “vasos comunicantes”. Asimis- mo, hemos incluido al final del libro un anexo en el cual se recopilan los que consideramos algunos de los textos mas emblemiticos de la cul- tura gay en México, entre otros: “Las locas y la Inquisicién” (1972), de Salvador Novo, y “Ojos que da panico sonar” (1979), de José Joaquin Blanco. La a primera vista censurable exclusién del universo femenino ho- mosexual de este volumen no se debe interpretar como producto del desprecio, ni mucho menos de la ignorancia, respecto de las aportacio- nes a la cultura gay mexicana brindadas por parte de la comunidad lés- bica nacional. Mejor dicho, esta excepcion obedece al reconocimiento de que la suya es una historia que, por la singularidad de este tema tam- bién universal, debe ser escrita —de modo testimonial— por los miem- bros de su propia comunidad. Ojala que este libro constituya una sincera invitacion al conglomerado homosexual femenino mexicano (activistas, escritoras, artistas) a realizar un volumen que complemente el nuestro, porque solo asi se puede tener una vision profunda de la comunidad queer nacional. Mas atin, aqui deseamos reconocer publicamente la valentia de un reducido pero activo grupo de organizaciones lésbicas intelectuales, académicas, sociales y artisticas que son, al menos en parte, las respon- sables de que en el México de hoy se haya avanzado, si bien paulati- namente, con respecto a la creacién de una cultura y una identidad gay, elemento imprescindible para la formacion de una sociedad di- versa, dinamica, integrada y, sobre todo, tolerante. Cabe también men- cionar a otros grupos de la comunidad queer més silenciados (y degra- dados) incluso que los gays y las lesbianas, como las emergentes comunidades de individuos transgéneros, transexuales, travestis y bi- sexuales, para nombrar sélo algunas, cuya experiencia vital y aporta- 30 UNA MACANA DE DOS FILOS n cultural mereceria ser apropiadamente registrada, analizada, di- \dida y apoyada. Este proyecto de colaboracién que es, en realidad, México se escribe j, cuyo resultado es la elaboracion de un libro heterogéneo, al igual los colaboradores que nos hemos dedicado a este proyecto durante is de cinco afios de trabajo continuo, abarca desde las primeras repre- jones literarias del “hombre afeminado” del siglo x1x hasta lo ultimo videoarte gay. El libro esta integrado por ensayos escritos por cono- dores de algunos de los multiples aspectos que exploran e interpretan te riquisimo y por lo tanto casi inabarcable tema, en los cuales se pre- sntan y analizan las caracteristicas de representaciones culturales mexi- a menudo desatendidas, o incluso silenciadas, a veces en forma ital. Solo al reconocer la trascendencia de esta faceta de la cultura na- al, se podra llegar a una comprensién més profunda de la larga y mpleja historia de la experiencia y de la expresion cultural gay en Mé- . De modo que, mediante una publicacién de esta indole, se presen- fan al lector general y también al especialista los aspectos mas sobresa- entes de la “homocultura mexicana”. Aparte de ser nuestros amigos y colegas, los colaboradores de este ecto destacan por sus conocimientos de las multiples facetas de segmento imprescindible de la cultura nacional y con sus contribu- ones se ha armado un volumen que creemos original e innovador dedi- do a esta experiencia humana tan desatendida y amonestada. Un solo mplo basta, creo, para ilustrar la gravedad de la situacion actual de las itudes generales con respecto a la homosexualidad en México: si bien es verdad que en las clases educadas de América y Europa ya no se acep- ‘ta la discriminacion con base en raza, color, ni religion, por ser ésta una titud de explicita e insostenible ignorancia, en muchos circulos “edu- ‘cados” (digamos que la mayoria) mexicanos y extranjeros es atin admisi- . por no decir alentado, burlarse de los “putos,” “maricones” y “jotos” ‘de la manera ms natural y sin reparo alguno: “El que se raja es puto”, lo seas puto”, “Ay, ti, como dijo el puto”, “;Eh, putito?”, etcétera. De lo anterior se deriva el titulo de nuestro libro, ocurrencia éste de uan Carlos Bautista, también colaborador en el presente volumen, cuya neta es la de “invertir” el empleo peyorativo de uno de los mas comunes "de estos epitetos y, en consecuencia, apropiarlo, revindicarlo, encomiar- lo. Al mismo tiempo, el titulo responde a un debate histérico de arran- 3 MEXICO SE ESCRIBE CON J age MOAN Ae BED OSA, que ortografico a la vez que cuestiona y critica algunos conceptos trasng. chados de nacionalismo y xenofobia. Evidentemente, el titulo también | juega con una de las designaciones tradicionales peyorativas aplicadas al gay mexicano: “joto” o “jota”, sustantivo (ahora transformado también en: adjetivo y verbo) aparentemente nacido en la crujfa “J” del Palacio Negro de Lecumberri, pues era alli donde encerraban a los homosexuales, los invertidos, las lilas y las maricas, y de acuerdo con un lenguaje mas ac. tualizado, a las vestidas, las locas, las cuinas, las adelitas y, por supuesto, las jotas. El libro inicia con el ensayo fundacional “Un dia como hoy hace mas de ciento”, del investigador Miguel Capistran, experto en literatura mexica- na, especialmente la de los Contemporaneos, agrupacién cultural que incluia entre sus adheridos mas destacados a Xavier Villaurrutia (1903- 1950) y Salvador Novo (1904-1974), este tiltimo abiertamente “gay” en una €poca en que ese término ni siquiera existia, al menos con el signi- ficado que hoy tiene, y cuando reinaban el “buen gusto” y las “buenas maneras” heredados no solo del porfiriato, sino de tiempo atras, que a fin de cuentas se mostro intolerante y reaccionario. Fue también la so- ciedad “mocha” de esta época la que, irénicamente, como veremos, sem- bro la semilla para la paulatina construccion de la cultura gay moderna en México. Debido a su precoz inscripcién al mundo de las letras, durante ocho afios en que fue su asistente, Capistran goz6 de una productiva amistad con uno de los mas prominentes miembros de este “grupo sin grupo”, Salvador Novo, quien proclam6 al joven Miguel su apto heredero como cronista de la Ciudad de México y a quien le confié detalles fntimos de su vida personal y la de sus amigos escritores, artistas, actores e intelec- tuales. Bajo la tutela de Novo, Capistran fue el primero en publicar, en la revista Contenido, hace ya més de 30 afios, un articulo dedicado a los “Famosos 41”, como los bautizaron el editor finisecular Antonio Vane- gas Arroyo y su célebre ilustrador José Guadalupe Posada. Esta serie de grabados hace gala, si bien sarcéstica y ofensiva, de una singular fiesta que termino en redada, pero que realmente fue punto de partida de la noci6n de un aspecto de la realidad social que resultaba ser tan alarman- te para muchos mexicanos de aquella época que se horrorizaban, no sin José Guadalupe Posada:"Los 41 maricones encontrados en un baile de la Calle de la Paz el 17 de noviembre de 1901”. (Reproduccién autorizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2010.) sierto morboso deleite, por supuesto, al leer los pormenores mas llama- ivos de este singular baile y de sus participantes, muchos pertenecien- a la alta sociedad porfiriana, como se supo en su momento, pero nunca de manera abierta. Como veremos por medio de varios de los ar- “ticulos aqui recopilados, desde aquella madrugada del 17 de noviembre " de 1901 cuando debutaron los inglesitos, lagartijos y fiffes en los medios "de comunicacion masiva de su época y durante buena parte del siglo pa- " sado, en México el numero 41 goz6 de un poder simbélico como nin- "gin otro guarismo de la conciencia colectiva nacional al identificarsele " como sindénimo de homosexual. Ya establecida la emblematica fecha moderna del nacimiento de una actitud condenatoria hacia el homosexual mexicano, un despertar cultu- tal reflejado por los numerosos articulos de fondo, cartas al editor y el consabido corrido que aparecian en los rotativos de la época con referen- cia a Los 41, José Ricardo Chaves nos conduce en su texto hacia el siglo antepasado para asi inaugurar el primer apartado de nuestro volumen que se dedica a la literatura “gay”, y cuyo tema, que anticipa el escanda- lo de Los 41, es el de la representacion de “Afeminados, hombrecitos y R 3B MEXICO SE ESCRIBE CON J UNA MACANA DE DOS FILOS lagartijos: narrativa mexicana del siglo xix". En su texto, Chaves nos cuerda que si bien la homosexualidad es una realidad ecuménica e i morial, no siempre se ha conocido por el mismo nombre. Mediante detenido analisis de la representacion de estos hombres de “sexualid difusa” en varias obras mexicanas de la época, el investigador traza el de sartollo de la representacién de los reprochables (0 al menos burlescog “lagartijos,” “fiffes” e “inglesitos” de la calle de Plateros que evocan a un, suerte de Oscar Wilde capitalino, pasando por el caso curioso de un ma chocarrero, El anima de Sayula, obra popular atribuida a Tedfilo Pe. droza y compuesta alrededor de 1897. Su recorrido literario termina con la génesis de una irrefutable concientizacion de la condicion gay mexica. na, esto a raiz del escandalo de los consabidos “jotitos” de Posada qu dieron pie a los versos de Vanegas Arroyo dedicados a Los 41 y con el que se abre el siglo xx mexicano. El siguiente ensayo, a cargo de Victor Federico Torres, que lleva por titulo “Del escarnio a la celebracion: prosa mexicana del siglo xx”, se’ empalma con el texto de Chaves porque arranca con el andlisis de una obra terriblemente homofdbica y por eso a primera vista representativa de la “moral porfiriana” de su época, inspirada directamente en aquel) travestido baile de 1901 y que lleva por titulo Los 41: novela critico-so- cial, publicada en 1906 por el enigmatico escritor Eduardo A. Castre- | jon y recientemente reeditada por la UNAM. Si bien esta actitud obe- dece al patrén establecido por Chaves con respecto a la literatura decimonénica mexicana, en el caso de esta obra se descubre un proyec- to politico embrionario, puesto que “detras de esta novela con ribetes moralistas hay un texto panfletario, de corte socialista, encaminado a exaltar las virtudes de la clase obrera”, una actitud “revolucionaria” de fanatismo que, dos décadas mas tarde, difundirfa uno de los “tres gran- des” muralistas mexicanos, José Clemente Orozco, quien procedié a ri- diculizar a los hombres afeminados y por lo tanto antirrevolucionarios, como sus contempordneos Salvador Novo y Xavier Villaurrutia, en ima- genes ofensivas y, en su propia manera revoltosa, reaccionarias. Para estos “machos mexicanos”, portadores de la nueva politica nacional, los miembros infecundos (por su orientacién sexual) y decadentes (por herencia familiar) de la sociedad de su tiempo no tenfan nada que ver con los programas sociales y politicos de este llamado renacimien- to mexicano. n varias décadas hasta que, en México, otra obra literaria ha- rancamente y desde una perspectiva contraria a la de Castrejon jhomosexualidad masculina. Fabrizio Lupo, novela de Carlo Coc- ta originalmente en francés y publicada en Paris en 1952, fue n espatiol en 1956 por la Compania General de Ediciones, edi- icana de estirpe progresista que en 1952 habia publicado una n al espafiol de El homosexual en Norteamérica: estudio subjetivo, Id Webster Cory, entre otros libros de esta indole. muchos, el afio de 1969 se considera el punto de partida del to de liberacion homosexual” gracias, al menos en parte, al al- srovocado a nivel internacional por los agravios cometidos la no- 27 de junio de ese afio por la policia neoyorkina en contra de al- los concurrentes (vestidas, locas, jotos, mayates, chichifos o sus tes en Estados Unidos: fags, fairies, queens, etcétera) al Stonewall pequenio bar “de ambiente” ubicado en la calle Christopher del ich Village de Manhattan. Se habian reunido alli estos represen- e la fauna nocturna para conmemorar el tragico deceso de uno de venerados idolos de la farandula: la actriz y cantante Judy Gar- |, cuya muerte acaecida el 22 de ese mes habia estremecido a las aun onarias y ahora abiertas comunidades gays de Estados Unidos y Eu- Ja mayoria de las cuales se habian desarrollado en las grandes ciu- s portuarias con el regreso de miles de soldados una vez finalizada inda Guerra Mundial. San Francisco, Nueva York, Marsella y Lon- s recibieron, en aquellos afios y en mayor y menor grado, una ola de nigracién nunca antes vista, un €xodo que sembraria las semillas para centros de la vida gay que son estas urbes hasta la fecha. Claro esta, México, los puertos de Acapulco, Veracruz y Mazatlan, por ejemplo, nbién tienen la reputacion de ser zonas homoeréticas, pero su causa storica es distinta, ya que esta muy arraigada en las sociedades autoc- de estas regiones de “tierra caliente”. Es importante tener en cuenta que el afio anterior a Stonewall, en 968, México habia atestiguado una tragedia colectiva que cimbr6 su po- jlacién y que incito a grupos marginados de la sociedad mexicana duran- largo tiempo oprimidos: estudiantes, obreros, campesinos, en adicion los ancestralmente ubicados en la escala més baja de la opresion, las Mhujeres y, por supuesto, los homosexuales, odiados, al menos en parte, ir sus actitudes y gestos considerados afeminados. La infausta muerte y 35 MEXICO SE ESCRIBE CON J absurda detencion de cientos de estudiantes y otros ciudadanos mexigy nos ocurrida a partir de las seis de la tarde en la Plaza de las Tres Culty, ras de la Ciudad de México vivira siempre en el recuerdo colectivo de tg, dos los mexicanos, especialmente los que experimentaron en ca; propia lo que después fuera bautizado por Elena Poniatowska como 4 noche de Tlatelolco”. Un caso emblematico de liberacién derivada de eg circunstancia es el del lider estudiantil Luis Gonzélez de Alba, que, ade. mas de ser abiertamente gay, después consignara esta matanza en un | bro testimonial: Los dias y los afios, publicado en 1971. Con el pasar de | los anos, Gonzalez de Alba demostraria ser un tenaz poeta homoerotico, aparte de haber fundado El Taller, uno de los bares gays de més tradicion en la Ciudad de México, pues data de 1987 hasta la fecha y como tal es) uno de los mas perdurables del pais. Es precisamente en este ambiente de apertura, si bien incipiente y ry. dimentario, frente a la diversidad sexual, en el que Luis Zapata (1951) lanza su primera novela con un extendido titulo que la vincula intima mente a uno de los géneros narrativos mas antiguos de la lengua espatio- l la, la novela picaresca, esgrimida ésta, en su momento, para decir verda- | des incomodas sobre la religion, la sociedad y la politica de la Espafia | imperial: Las aventuras, desventuras y suenios de Adonis Garcia, el vampiro {i de la colonia Roma (1979). Con la publicacién de El vampiro, merecedor | del Premio Juan Grijalbo de Novela, surge en México un libro de incon- i fundible tematica gay que recibe excelentes y numerosas criticas y, mas importante atin, goza de amplia distribucién nacional, e incluso, pocos aftos después, la publica en inglés la Gay Sunshine Press (1982) i Al analizar algunas de las caracteristicas mas recientes de la narrativa | gay mexicana, como la inclusion privilegiada de otras voces del “arcoiris”, en particular la de la “vestida”, “el marginado por excelencia”, que se ad- My vierte en novelas como Brenda Berenice o el diario de una loca (1985), de | Luis Montafio (1955-1985), el autor seftala que la aparicion de estos per- | sonajes, unidos a otros “transgresores” como el protagonista hermafrodi- | ta de La hermana secreta de Angélica Maria (1989), de Luis Zapata, eviden- | | | cian la “aparicion en la wltima década del siglo xx de una pluralidad de | voces que representan la diversidad sexual que encierra la categoria gay”. De acuerdo con Sergio Téllez-Pon, autor del tercer articulo de este apartado que lleva por titulo “La fuerza oculta del otro amor: la poesia | homoerética”, el desarrollo de este género literario no ocurre de manera i)! 36 UNA MACANA DE DOS FILOS con el de la literatura mexicana heterosexual, ni tampoco consti- tema menor dentro de la poesia nacional; esto por la sencilla ra- e que siempre ha sido una parte intrinseca —si bien poco atendi- e la lirica mexicana. A pesar de su aparente invisibilidad, el autor e que es precisamente en la poesta donde, a la larga, los lectores tectado més referencias, si bien oblicuas, a su condicion intima, a as solitarias, a sus fantasias eroticas. Es importante sefialar que la existencia oculta de otro nivel de inter- ion poética no excluye obras que, a primera vista, podrian consi- anacrénicas, por la sencilla razon de que pertenecen a una €po- rica cuando no existia una desarrollada conciencia gay. En ico, este aparente desfase se manifiesta, por ejemplo, desde la poe- parroca, que florecio (y que fenecis) mucho antes de que existiera na marcada y estrecha identificacion entre el llamado sujeto poético, es cir, el “yo” del poema, y el de su autor(a). No obstante, su relectura al nos permite entrever algunos atisbos de una “otredad sexual” sub- ite, de deseos homoeroticos y saficos, de amores imposibles nunca imados, de una sefialada atraccion al destinatario del mismo sexo. este sentido, resultan emblemiaticas la vida y obra de sor Juana Inés sla Cruz (1648-1695), la monja jerdnima cuyos sonetos, décimas y li- fas estn indisolublemente unidas a su actitud vital ejemplificada por “la al negacion que tenia al matrimonio” y su deseo de “mudarme de tra- * para asistir a la universidad disfrazado de varon, como expresa ella nisma en su “Respuesta a sor Filotea de la Cruz”. Por esto, sus versos sido leidos, segtin el autor, “como fundamentadores y paradigmati- del lesbianismo”. Al abordar la época moderna, Téllez-Pon encuentra que en las pos- imerias del siglo xIx la poesia mexicana con tema gay fue surgiendo si- losamente, apoyandose en ejemplos aparecidos en otras latitudes que se abian manifestado igualmente en esa época. Con atin timidos atisbos "pero a veces con audacia, estos iniciales forjadores de un canon lirico gay “strictu sensu descubrian sus més intimos sentimientos en versos que si ‘bien atin estaban pergefiados de manera un tanto soterrada, representa- _ ban, no obstante, un enorme avance dentro de lo que fue la poesia lirica de tiempos anteriores a ellos, mientras otros, mas osados atin, declaraban voz en cuello ese “amor que no se atreve a decir su nombre”. Para México y el mundo, la mas destacada —y polémica— de estas 37 MEXICO SE ESCRIBE CON J UNA MACANA DE DOS FILOS figuras finiseculares fue sin lugar a dudas, el genig irlandés Oscar Wilde, cuyg enjuiciamiento y final en No obstante, estos asuntos carcelamiento, producto ales procedian, por un elecoide neque aa del nuevamente retoma- pasado grecolatino, y por | de los que se derivaban Ja tradicion cultural judeo- También cabe desta- nombrable que mantuyo durante varios afios con e} joven Lord Alfred Douglas (Bosie), alborot a la alta sociedad londinense de sy €poca. Noticias de su espec- J tacular cafda Ilegaron a este lado del Atlantico en forma J de notas periodisticas de J corte amarillista que en re- trospectiva parecerian ha- ber allanado el camino para la mencionada redada Reaenuce nny ice de Los 41 de 1901, exacta- y Lord Alfred Douglas (Bosie), c. 1893 : F mente un afio después de la muerte del escritor bautizado por Octavio Paz como “el sodomita / que Tho —amante del emperador jocleciano— san Sebastian, “exyo delicado y lampinio cuer- po amarrado al tronco de un ) arbol suele representarse per- forado por flechas paganas y como tal ofrecio a artistas de esta recatada época “victoria- ma’ la justificable oportunidad de representar el cuerpo des- mudo masculino, como en el San Sebastidn (1910), de Angel Zarraga. Cuadro del pintor mexicano _ (Reproduccién autorizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2010.) lleva por clavel en la solapa / un gargajo” > Angel Zarraga. Con todo, México no produjo una personalidad equivalente en esa Indudablemente, san Sebastian constituy6 un icono ideal para la sen- €poca que fuese capaz de abrir el camino literario y social para otros, mas sibilidad del artista homosexual decimonénico, cuyas actividades eran recatados, hombres de su condicion. Estos, en palabras del poeta José censuradas y castigadas por el imperante poder heterosexual Juan Tablada, eran “seguidores de Walter Pater”, aunque la obra literaria A principios del siglo xx, una figura atemporal vendria a suplir estas de autores simbolistas europeos como Stéphane Mallarmé, Paul Valéry y referencias todavia encubiertas al “amor oscuro”, incorporada por un per sus coetaneos latinoamericanos como el nicaragtiense Rubén Darto y el Sonaje que en aquel tiempo encarnaba al prototipo de la virilidad: el ma- mexicano Manuel Gutiérrez Najera (1859-1895) si les confirio a estos in- Tinero. Este ser fornido, hosco, independiente, pero a su vez compatiero cipientes bardos del “amor oscuro” un vocabulario tematico que fue muy intimo de una tripulacion exclusivamente masculina, se estrena, al me- socorrido por poetas homoerdticos como Amado Nervo (1870-1919) Nos en México, con la poesia del decadentista Porfirio Barba Jacob (1883- —temprano promotor de la obra de sor Juana Inés de la Cruz— y el poe- 1942), un ser enigmatico que nace en Colombia pero que vive y muere ta roméntico José Maria Facha Othon (1879-1956). Ello sin significar que en México. Una mirfada de otros poetas de generaciones posteriores y de estos autores hayan sido homosexuales, pues la imperante moda neo- diferentes latitudes —Fernando Pessoa, Alvaro de Campos, Federico clasica finisecular (por ejemplo, la escuela prerrafaelista inglesa) captaba la Garcia Lorca, Harold Hart Crane, Jean Cocteau, Jean Genet— cantaran a 38 39 MEXICO SE ESCRIBE CON J UNA MACANA DE DOs FILOS esta figura masculina y la blandiran en sus versos cada vez mas descrip- tivos y atrevidos y cuyo producto mas emblematico en México fue el poe- mario ilustrado por Garcia Lorca, Seamen Rhymes, de un lozano Salya- dor Novo. Seguin Téllez-Pon, si bien es cierto que las vanguardias artisticas y li- terarias surgidas a principios del siglo xx liberaron expresiva y sexual- mente a algunos poetas homosexuales, esta apertura no bast6 para que “se atrevieran a llamar a este amor por su nombre, con todas sus letras” Mas bien su poesia constituye una especie de dialogo entre iniciados, ca- paces de descifrar ese “secreto que los hombres que van y vienen cono- cen”, como lo refiere el joven Xavier Villaurrutia. Otro europeo, el francés André Gide, autor, filésofo, precoz defen- sor de los derechos de los homosexuales y conocido de Oscar Wilde (en quien se inspiro para su novela El inmoralista), ejercié una importante influencia sobre la siguiente generacién de poetas mexicanos que escri- bian en la época posrevolucionaria y cuyo mayor acierto, de acuerdo con Téllez-Pon, fue el de haberlos liberado de “asumir una postura ética den- tro de lo ‘inmoral’ que pudiera tener su condicién homosexual”. Eman- cipacion que dio paso a la creacién de una lirica directa, desenfadada y nada apesadumbrada, aunque el tono festivo, es decir gay (de acuerdo con su aceptaci6n original en inglés), tendria que esperar todavia varias décadas. Si bien es cierto que en la ultima etapa de su vida Salvador Novo se distancié de la abrumadora y segun él, anacronica figura de Wilde, en cierto sentido lo habia emulado toda su vida, incluso en aspectos tan mundanos como el adorno personal y, sobre todo, en su vestimenta. Este aparente rechazo tal vez se generé al advertir que, a pesar de considerar- se “jUn Proust que vive en México!”, no era al urbano narrador de En busca del tiempo perdido, ni tampoco al enfant terrible Jean Cocteau, sino al genio de Dublin, a quien més se parecia en la practica. Al igual que su precursor, en la ultima etapa de su vida Novo cultivaba el arte de su per- sona, engalanandose con ricos brocados, terciopelos y otras prendas dig- nas de un “fifi de Plateros” y muy evocadoras de la excentricidad sarto- rial del autor de El retrato de Dorian Gray. Su adorno més caracteristico eran los enormes anillos de plata ensartados en los flacidos dedos de cada delicada mano; algunos de éstos ostentaban piedras semipreciosas (jades, zafiros, turquesas) en forma de conejos, loros y otras figuras del ado prehispanico cuya historia el “maese Novo” dominaba como po- . En un encuentro repentino con su amiga Maria Félix, con quien se 6 Novo al salir del Café de Tacuba con un grupo de sus disctpulos, se admiré de la cantidad —y el volumen— de las sortijas que lucia cronista oficial de la Ciudad de México en casi cada dedo. Inmediata- mente, la diva del cine nacional alz6 al aire las manos de ambos y pro- clam6: “Salvador, jen México sdlo ta y yo podemos ostentar semejantes illos!” Como declara en su autoconfesional Elegia (1933), estas sortijas qui- ‘za hayan servido para encubrir “unas manos que no nos pertenecen, / grotescas para la caricia, inuitiles para el taller o la azada, / largas y flaci- das como una flor privada de simiente / 0 como un reptil que entrega su yeneno / porque no tiene nada mas que ofrecer”. Sin embargo, sus ma- nos yermas no le impedian al joven Novo enfrentarse de manera perso- “nal y cdustica a Diego Rivera, en quien se inspiré para un atrevido poe- ma satirico de 1926 llamado “La Diegada”, en el cual se burla del creador de murales fuertemente nacionalistas que, en aquella época, Rivera pin- taba en los corredores de la Secretaria de Educacion Publica. Semejantes actitudes discordantes hacia la cipula intelectual de la época, cuyas obras eran consagradas por los ideales de la Revolucion y convertidas en poe- marios como “La Diegada”, seguramente fueron las que inspiraron a su beneficiario poético Octavio Paz a declarar que Novo “no escribié con sangre, sino con caca”. Los poetas que siguen a los Contempordneos vienen a ser los del "grupo Taller, conformado por poetas particularmente homofébicos de la talla de Octavio Paz y Efrain Huerta. Como ejemplo de este notable des- precio hacia el gay, Téllez-Pon cita el poema “Declaracin de odio” de Huerta, donde el poeta enumera los habitantes menos atractivos de la capital mexicana: “Amplia y dolorosa ciudad donde caben los perros, / "la miseria y los homosexuales, / las prostitutas y la famosa melancolia de los poetas...” En la ultima parte de su ensayo, Téllez-Pon se ocupa de las genera- ciones liricas posteriores a Novo y su grupo sin grupo; la que resultara fundacional es aquella que nace a mediados de la década de 1940 y cu- Yos integrantes fueron influidos por los poetas norteamericanos de la ge- neracion Beat: Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William Burroughs. Los es- critores de esta generacion fueron testigos del decisivo movimiento 40 41 MEXICO SE ESCRIBE CON J UNA MACANA DE DOS FILOS estudiantil del 68, el “amor libre” de los aftos 70 y, principalmente, del surgimiento del sida en la década de los 80, plaga que dejara muchos muertos tras sus infaustas huellas. Los talentos de la “ultima camada” de poetas gays se hallan todavia en estado de prueba; éste es especialmente el caso de los que pertenecen a la uiltima generacion, como Victor Ortiz Partida (1970) y Omar Bravo (1979), nacidos en la década de los 70 y cuya poética esta todavia por juzgarse. Braulio Peralta, por su parte, cierra este apartado con “Soy lesbiana, soy hermosa, Nancy Cardenas, guerrera del teatro”. Los autores cuyos textos integran el siguiente apartado de México se escribe con j, que lleva por titulo “La imagen del deseo”, contemplan y analizan la representacion del homosexual y su iconografia simbélica en las artes visuales mexicanas para luego considerar su légico desenlace es- tético e ideoldgico: el arte gay strictu sensu, tal y como se manifiesta en la pintura, la fotografia, el cine, la television y el video; medios estos ulti- mos que definieron el siglo xx y cuyas derivaciones actuales han asegura- do ya un lugar importante en el quehacer artistico del siglo xx1. En su colaboracion, que lleva por titulo “Eros se aproxima y es el maestro de Apolo”, la historiadora de arte Teresa del Conde inicia con una provocacion al tema central de este libro, pues cuestiona la validez del concepto de una cultura gay en México o cualquier otra parte. Se pregun- ta si “a estas alturas del partido realmente se considera que puede existir una division entre la cultura gay y la cultura en general”, al cual responde tajantemente que “es imposible: no puede haber ya tal division”. No obs- tante, a lo largo de su texto, Del Conde sf traza el desarrollo de ciertas ma- nifestaciones mitoldgicas, historicas y sicologicas que tienen la homose- xualidad como asunto principal al emprender un fascinante recorrido por la manera en que se ha desarrollado este concepto, que es en si “un tér- mino hibrido, pues homo”, del griego, no quiere decir “hombre”, sino “igual”, tal y como sucede con la palabra “homogéneo”. En pocas paginas nos lleva desde la época de los griegos y romanos hasta los modernos psi- cdlogos como Freud y Kraft-Ebbing, haciendo escalas para contar anéc- dotas personales (y estéticas) al considerar al pintor Rodolfo Morales y Nahum Zenil, entre otros. Concluye que “hay que distinguir entre temati- ca gay, lésbica o lo que sea y la indole de los productos en si”, sin olvidar que “la llamada ‘cultura gay’ a la que alude esta publicacién se impone porque es cultura y lo es en un sentido planetario”. En sus “Apuntes sobre los gays en la fotografia mexicana”, David To- ofrece al lector un recorrido historico y visual de la representacion lel homosexual visto a través de la lente fotografica, cuyo prototipo, in- to de Louis-Jacques Mandé Daguerre (1787-1851), arribo a este pais ‘por el puerto de la Veracruz en 1840, a tan sdlo un afo de su estreno mundial en Paris. Sin embargo, de acuerdo con Torrez, no es sino hasta 860 cuando aparecen retratados, por vez primera, hombres cuya orien- tacion sexual ha sido tema de no pocos debates, esto en gran parte debi- doa la relevancia patridtica de dichos individuos. No obstante, esta notable invencién tecnoldgica (por no decir cienti- ‘fica, para referir a su funci6n original) no fue empleada tan solo para re- tratar a las clases dominantes, pues, en un registro de delincuentes que “data de la misma época (1860), el autor de este ensayo descubrié (en su pagina 41 nada menos) cuatro retratos en forma ovalada tomados a cri- minales y cuyos pies de foto ostentaban apodos sugestivos: La Chiringa, La Torcaza y La Angostita, entre otros motes afeminados que evidencian _la probable orientacién sexual de los individuos y cierta aficién por los aleites femeninos. Después de considerar al homosexual en su papel mas comtn, en este “caso, como objeto de la lente fotografica, Torrez se dedica a examinar el otro Jado de la misma moneda al contemplar al fotografo homosexual como un sujeto que imprime su concepto de la belleza masculina, por ejemplo, en las placas metalicas del naciente arte fotografico. Uno de los primeros de estos artistas “de ambiente” fue, sin lugar a dudas, Luis Marquez Romay (1899-1978), quien, aparte de crear imagenes claramente homoeréticas _(sin perder por ello su calidad artistica en ningtin momento) de efebos des- nudos, muchos de ellos retratados entre el tupido follaje del Parque Lira, también documentaba con su lente cines de pueblo y la indumentaria re- gional mexicana, la cual él coleccionaba con dedicacion. Seguin opina To- “rez, la estética masculina creada por Marquez en la década de los afios 20 influy6 a no pocos fotégrafos mexicanos de generaciones posteriores, entre ellos Armando Cristeto, Pedro Slim, Miguel Fermatt y Oscar Sanchez. Otros protagonistas de la fotografia en México, como Manuel Alvarez Bravo (1902-2002) y la italo-americana Tina Modotti (1896-1942), no _eran necesariamente homosexuales, pero se incorporaron a la intelectua- F lidad de la época al relacionarse con los ya mencionados y muy influyen- tes Contemporaneos, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo y otros miem- 42 43 | MEXICO SE ESCRIBE CON J bros de su circulo —intimos o alejados— como el cineasta ruso Serguei Fisenstein (1898-1948). En 1930 este ultimo viajo a México, atraido por el exotico paisaje y el dramatismo del pafs, y aqui fue retratado por Agus- tin Jiménez (1901-1974), otro fotégrafo de esa época, posando con una calaverita de azticar que lleva impresa en la frente el nombre “Dolly” (mu- fiequita), ello quiza como una alusién onomastica a la acreditada orien- tacion sexual del creador de El acorazado Potemkin (1925) y {Que viva Mé- xico! (1931), filme este tiltimo que practicamente forjé la estética visual del cine nacional y cuya poderosa influencia —con el apoyo de su cama- rografo Eduard Tisse— sobre artistas mexicanos posteriores, como Ga- briel Figueroa, es innegable. De nuevo atestiguamos como Ja representa- cion artistica e ideolégica inventada y diseminada por la comunidad homosexual mexicana y extranjera —en muchos momentos castigada o ignorada— ha sido definitiva para el desarrollo de la estética nacional mexicana, aportando en este caso una vision ideologica enérgicamente nacionalista y acorde con los preceptos de la Revolucion. Para los afios 80, las diversas ramas de la fotografia, arte que en Mé- xico experimento una suerte de renacimiento a mediados de los 70, hace su primera incursion en terrenos —y tematicas— antes considerados ta- btes, como es el caso de los travestis, asunto de tres series fotograficas de Agustin Martinez Castro, llevadas a cabo entre 1981-1986 y cuya presen- tacion en la galeria José Maria Velasco fue considerada la “primera expo- sicién travesti en la historia” de la Ciudad de México. En los albores de un nuevo siglo, la fotografia gay mexicana, forjada durante los afios 20 y 30, ya no conoce ningun limite —ni técnico ni te- matico—, y como ejemplo de esta absoluta libertad, amén de las posibi- lidades que brindan al fotografo las nuevas tecnologias digitales, Torrez analiza la obra digital de Omar Gamez, que documenta la vida nocturna de los gays contemporaneos de la Ciudad de Mexico al retratarlos (sin que éstos se den cuenta) en su entorno natural: normalmente en los ba- res leather como Tom’ y El Taller, espacios diseftados para la fauna noc- tura capitalina mas alternativa, ya que estan equipados con los notorios dark rooms, cuartos oscuros en donde el contacto fisico es intimo, inten- so y a su vez anonimo. Tal intensidad también se registro por la lente de otro medio tecnolégico-artistico, uno cuya influencia —al igual que su precursora fotografica— resultaria intrinseca del siglo xx: el cine. El prototipo del cine moderno —originario de Francia, como la foto- 44 UNA MACANA DE DOS FILOS grafia—, bautizado como el séptimo arte por Riccotto Canudo en 1911 ~ debuto en la capital mexicana en 1896, a solo un afio de su estreno ea Paris, con la llegada del famoso cinématographe de los hermanos Auguste y Luis Lumiére. Unos 30 anos después de su inauguracién en un local de la calle de Plateros en la Ciudad de México, esta innovacin tecnolégica seria el vehiculo mas poderoso para la representaci6n, difusion y fijacion de la imagen movil (estereotipada desde su inicio) del homosexual mexi- cano, una iconografia construida en el siglo veinte, como hemos visto, en parte por medio de los grabados de Posada que fueron publicados en ho- jas volantes (el medio masivo de su época). En mi texto que lleva por titulo “Vestidas, locas, mayates y machos calados: historia y homosexualidad en el cine mexicano”, documento y examino algunas de las multiples representaciones del homosexual en el celuloide nacional amén de las reacciones de los mexicanos ante lo que se percibia, por lo menos desde la perspectiva de las cipulas del poder heterosexual, como una inadmisible depravacion. Con este propésito, considero la manera en la que el cine mexicano ha caracterizado a sus personajes de esta orientacién sexual desde su primera aparicion en el cine sonoro. El objetivo especifico de mi investigacion es el estudio de los personajes homosexuales del cine mexicano y del contexto historico, politico y religioso que, en mayor o menor medida, ha definido y le ha dado forma a esas caracterizaciones. Si bien para mi resulta atin prema- turo formular una conclusion sobre la caracterizacion de los personajes _ homosexuales en el cine mexicano a lo largo de los ultimos 70 aftos, he edido confirmar, de manera provisional, que el cine mexicano muestra similitudes en muchos de los aspectos fundamentales en cuanto a la evo- lucion de este “tipo” dramatico con los del cine norteamericano y euro- peo —particularmente la evolucién del “joto”, que, de ser un personaje _ secundario y ridiculizado al principio del cine nacional, ha llegado a ser, a partir de cierto momento, un protagonista con auténticas fines humanas—. De acuerdo con esta vision, en México el primer ejemplo de una transformacion dramatica de la loca burlesca en un personaje con espe- sor psicologico se encuentra en La Manuela, antagonista infausta de El lu- ear sin limites (1977). Aqui la interpretacion hecha por Roberto Cobo (icono dramatico de los gays en México que hizo su debut en Los olvida- dos [1950], de Luis Bufiuel) de una “vestida” de pueblo logra elevar lo 45 MEXICO SE ESCRIBE CON J que antes habia sido exclusivamente un objeto de burlas y humor venga- tivo a la calidad de un sujeto de proporciones tragicas. A partir de esta pelicula, se puede argumentar que nace en México un cine verdadera- mente gay y, segtin mis investigaciones, los primeros ejemplos de esta transformacién son Las apariencias enganan (1983) y Dona Herlinda y sw hijo (1985), ambas cintas de Jaime Humberto Hermosillo, director cuya obra sera una piedra de toque para jovenes directores como Julian Her- nandez, cuya pelicula Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamds acaba- ras de ser amor (2003) fue el primer largometraje gay mexicano galardo- nado con varios premios internacionales. Una rama del arte cinematografico que ha disfrutado de gran acepta- cion y éxito en México y el resto del mundo desde mediados del siglo pa- sado, cuando fue inventado por el misico de origen coreano Nam June Paik, es el arte del video. En su ensayo “El videoarte gay en México”, el también videoasta Victor Jaramillo senala que esta forma de representa- cin filmica no prosperé de manera inmediata, pero es importante subra- yar que su génesis local se debe a la ocurrencia de Pola Weiss, quien, en 1976, insistio en recibir el titulo académico de “teleasta” y no la tradicio- nal designacién de licenciada en Periodismo y Comunicacion Colectiva. Un afio después ella organiz6, en el Museo Carrillo Gil, el IX Festival In- ternacional de Videoarte, que fue el primero de su naturaleza en México y cuya recepcion resulto ser polémica entre los criticos dedicados a las tradicionales “bellas artes”, pues algunos escribieron a favor de esta ma- nifestacién artistica mientras otros insistian en negarle calidad estética al- guna. Notablemente, el primer video de un artista gay mexicano coinci- de practicamente con la génesis del videoarte en México, ya que fue en 1978 cuando Ulises Carrion (1941-1989), narrador y coetaneo de escri- tores como Juan Garcia Ponce (1932-2003) y José Emilio Pacheco (1939), abandono esos medios expresivos para desarrollar un lenguaje artistico mas alla de la palabra escrita. Después de una sucinta introduccion a la historia del videoarte en México y el mundo, Jaramillo procede a enumerar algunos de los artistas gays y a creadoras lesbianas cuya obra ha forjado un espacio artistico en la comunidad mexicana de los ultimos diez afios: Fabian Castro, inven- tor de un mundo llamado “Planeta Fabian”, “un mundo con sus propias reglas y leyes gravitacionales, un planeta con una region llamada La Nue- va Galicia, donde los bugas son los raritos y los padres se preocupan por 46 UNA MACANA DE DOS FILOS ellos...”; Arturo Castelan, organizador del exitoso Festival Mix desde 1996 quien en “sus ms recientes trabajos irrumpe y se expone ante la ca- a, con la obsesion siempre presente de la reconstruccion de su pasa- o sentimental, ya sea con un prostituto o con su propio padre”. Tan im- ante ha sido su contribucion al videoarte que se puede —se debe— hablar de un antes y un después del Festival Mix, segin nuestro autor, festival equilibrado entre el cine y el video, entre lo tradicional y lo imental, entre lo frivolo y lo exquisito”. En su texto aptamente titulado “Tele Marica”, el periodista de espec- los Alvaro Cueva nos pinta un paisaje nada alentador con respecto a la relacion entre las comunidades queer y la television nacional, tanto li- como “de paga”. Resulta que en este desolado panorama no existi- mos, no contamos, y por lo tanto no hay ningun intento por representar- de manera digna en la pantalla chica. El autor explica que, como “el tor orientaciOn sexual ni siquiera se contempla como una variable para “Ja medicion de audiencias”, esta audiencia “no hace volumen, no existe”. Tal situacion discrepa mucho de la que se encuentra en otros paises, don- de por ser la mayoria de sus miembros DINK (double-income, no kids, 0 lario doble, no hijos), la comunidad gay ha abierto un espacio impor- ‘tante en los medios consumistas de las economfas capitalistas mas desa- olladas. Pese a la actual situacion nacional, en México se empieza a ha- blar del “dinero rosa” y ya en la capital y otras ciudades grandes (y de playa, claro esta) existen agencias de viajes, hoteles, spas y otros servicios “cuya meta es atraer a una clientela de este naciente sector socioecondmi- “co que ha demostrado contar con los medios para consumir una gama de productos y servicios. En cuanto a la escasa representacion del gay en la television mexicana, esto también se relaciona con cuestiones financieras porque muchos de los patrocinadores de la televisién mexicana no per- _miten que sus productos se anuncien en el contexto de un programa di- tigido a los gays (por miedo de perder su “dinero buga”) y las televisoras han dejado intimidar por estos grupos, que no excluyen al gobierno "federal. _ §Que significa la expresion “musica gay”? Este es tan solo uno de los _interrogantes que exploran Tareke Ortiz y Nayar Rivera en “El éxtasis a ‘una identidad del deseo. La mtisica como experiencia de libertad”, un en- _Sayo que abarca desde lo que se considera la “musica gay por adopcion” asta la “musica gay por autodeclaracion”. Un terreno resbaloso dada la 47 MEXICO SE ESCRIBE CON J definicién misma de la mtsica, que Ortiz explora por medio de sus pro- pios conceptos nacidos de su experiencia como musico y compositor. El estudio arranca con una meditacién sobre el poder de la musica, una creacion artistica que, de acuerdo con los autores, responde a las necesi- dades humanas més bdsicas. De aqui se desprende que la miisica de cual- quier tipo (clasico, jazz, pop, metal, etcétera), por medio de un poder que el autor considera capaz de producir éxtasis, tenga también el poder de situar al escucha (0 al compositor o intérprete) fuera de si mismo En cuanto a la musica por adopcién, tiene lugar una transposicién genérica que ha perfeccionado la comunidad gay: la de extrapolar los de- seos, rencores y sinsabores, por ejemplo, de un contexto (erdtico-amoro- so) heterosexual para colocarlos dentro de otra estructura erética, carnal, emocional. Estos conceptos estan, a su vez, apoyados por las ideas expre- sadas por el autor mediante varias entrevistas con algunos de los per- sonajes mas notables del mundo de la musica: el flautista y activista Ho- racio Franco; Humberto Alvarez, fundador del grupo Musica y Contracultura (MCC); amén del conocido “actor que hace musica” y es- timado empresario y activista de la cultura gay en México, Tito Vascon- celos. En cada caso se trata de dilucidar cuando y por qué dicho intér- prete o compositor fue “adoptado” y la manera y las razones por las cuales otros artistas se “autodenominaron” no solamente gays sino de otras formas cercanas como queers En su breve colaboracién “Un grito aqui en la sangre...”, dedicada al intérprete de musica romantica Gabriel Ruiz (1908-1999), el historiador de la balada popular mexicana Pavel Granados nos presenta una interpre- tacién alternativa de las canciones —algunas con letras de Villaurrutia, Novo y otros connotados poetas de ambiente— del artista tapatio al pro- poner que la que brilla por su ausencia en todas estas composiciones es la mujer. El autor argumenta que, al adoptar la forma neutral que permi- te el idioma espafiol, artistas como Ruiz podrian efectivamente esconder su verdadero destinatario tras referencias ambiguas que sélo un conoci- miento intimo de los compositores e intérpretes podria dar. Para Juan Carlos Bautista, autor de una cronica dedicada a la “fauna nocturna” de la capital mexicana que lleva por titulo “La noche al mar- gen”, la vida social de los gays en México siempre se ha definido por ser —al menos desde hace poco— un asunto compulsivamente nocturno, pues se requeria del manto del anonimato proporcionado por un fondo 48 UNA MACANA DE DOS FILOS sombrio “de cloaca, de desagtie” para encubrir las peculiares y por ello censuradas actividades de seres “marginales y marginados”: locas, putos, mayates y chichifos que, en estos a veces sordidos espacios, convivian con carteristas, cadeneros, soldados y alcahuetas. Esta “pavorosa sombra fugitiva”, como la tild6 sor Juana en su Primero suefo, constituye, por an- tonomasia, “el espacio donde los gays hemos podido ser. Donde pudimos encontrarnos ajenos a la mirada de los demas” Este espacio noctambulo también es duerio de sus propios mitos compartidos por los hombres que guardan, segtin un verso de Xavier Vi- Haurrutia, “el nombre de tu complice en los ojos”, puesto que, durante muchos afios, era esta modalidad de “ligue callejero” el unico modo “de reconocernos en otros, de no estar solos, asi fuera fugazmente”. En tal sentido el texto de Bautista constituye “un recuento de prodigios noctur- nos, de hechos de calle e historias de miradas. De nuestro accidentado transito de la noche al dia, de la clandestinidad ala normalidad, de la in- visibilidad a los dere- chos humanos” Después de analizar el germen cultural que disemin6 la fiesta de Los 41, Bautista contempla el alter ego urbano que halla en una Ciudad de México posrevoluciona- ria una cabeza janica he- cha visible por su mas destacado cronista, vador Novo. En un inti- mo retrato hecho por Manuel Rodriguez Loza- no, el poeta aparece “jo- tografiado” por el artista durante una noctivaga excursion urbana cuya iconografia gay (bata de Manuel Rodriguez Lozano, Retrato de Salvador Novo (1924). (Reproduccién autorizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2010.) 49 MEXICO SE ESCRIBE CON J casa, pelo lamido, cachetes y labios ligeramente ruborizados y, sobre todo, sus ojos distantes pero muy atentos) no sélo los entendidos pode- mos descifrar. En la segunda parte de su ensayo, Bautista da cuenta de los cambios habidos en la tolerancia social, en la imagen publica del gay y en las ma- neras como los homosexuales nos hemos relacionado entre nosotros. De acuerdo con el autor, los lugares de encuentro, en su paso de la clandes- tinidad absoluta a la permisividad tolerada y de ahi a la legitimidad res- tringida, han fungido no s6lo como los espacios que todo grupo social re- quiere para los rituales de la fiesta y del deseo. De manera mas acendrada que en los lugares heterosexuales, los antros, cines y barios frecuentados por los gays han sido un espacio vital y durante mucho tiempo los tni- cos lugares posibles donde se pudo eludir momentaneamente el hostiga- miento y la mirada de los otros: fisuras de la moral dominante, intersti- cios donde los gays podian ocultarse y, a su vez, manifestarse. La relacién con el antro y con la calle revela mejor que ningun otro proceso, cree Bautista, la manera en que los gays hemos ido emergiendo a la luz y de- finiendo al mismo tiempo las relaciones entre lo publico y lo privado en México, las transformaciones en la moral social y el devenir de la imagen del homosexual en el imaginario colectivo. Al contemplar en su conjunto las caracteristicas estéticas de muchos de los asuntos tratados por separado en este volumen y como una espe- cie de resumen critico de las multiples expresiones gays mexicanas docu- mentadas y analizadas a lo largo de nuestro libro, Alejandro Varderi nos ofrece su particular visién de la “Masculinidad y cultura gay: apuntes para una mirada kitsch”, al considerar que “la cultura gay mexicana y por extensi6n la latinoamericana, por su predisposicion al exceso, el senti- mentalismo, la nostalgia, el artificio, constantemente recurte a la estética del kitsch, al gesto camp, al ambito de lo cursi con y sin distancia ironi- ca”. El primero de estos dos conceptos, ambos derivados de los estudios culturales norteamericanos del siglo xx, proviene de una frase que se ori- gina del término alemdn-yiddish etwas verkitschen, es decir, “abaratar”. Consecuentemente, el adjetivo kitsch define al arte considerado como una copia inferior e incluso comercial de un estilo preexistente. Ejemplos re- presentativos de esta corriente artistica y con procedencia latinoamerica- na incluyen los cristos sangrantes y las virgenes dolorosas pintados sobre lienzos de terciopelo negro y los mufiecos de plastico de estrellas de la lu- 50 UNA MACANA DE DOS FILOS Jibre, amén de figuras, elaboradas en yeso policromado, de la Santa e, la Nifia Blanca y San Jestis Malverde —protector de los narcos—, otros prototipos regionales. No debe sorprender descubrir que tam- se utiliza este término en un sentido mas amplio para referirse a sualquier objeto artistico que es pretencioso o de mal gusto. El segundo ino (primero verbo, luego sustantivo y ahora adjetivo) fue lanzado a fama por la escritora Susan Sontag en su ensayo “Notes on Camp” lotas sobre el camp” ], originalmente publicado a mediados de los aftos . Frecuentemente, estos dos términos se emplean como sinénimos, mas bien forman una especie de mancuerna descriptiva de la estéti- ca gay, pues ambos se pueden referir a ciertas cualidades del arte, el cine, musica, la danza o cualquier representaci6n artistica. Sin embargo, “kitsch se refiere especificamente al objeto, mientras que camp es un modo de representacion, de performance. Si bien una persona puede consumir el objeto kitsch de manera intencional —o no—, la sensibilidad camp, como observ Sontag, es siempre una manera de consumir o representar Ja “cultura”, asi, entre comillas. Lo camp también puede resultar naif al caer en cuenta de la verdadera cualidad camp 0 a conciencia, es decir, ge- nerando deliberadamente una expresi6n artistica camp. Este ultimo tér- mino muchas veces contiene la parodia y el humor y, segtin el autor de este ensayo, el gusto por tal estética es una de las caracteristicas mas re- presentativas de la cultura (y la estética) gay. En su ensayo “Por el derecho a todos los derechos”, Alejandro Brito Lemus, director del suplemento Letra S del diario capitalino La Jornada, presenta una cronologia politico-cultural del movimiento gay en México al dividir nuestra concientizacion ideolégica en tres etapas. La primera comienza el 2 de octubre de 1978 con la primera manifestacion de “un nutrido contingente de hombres y mujeres homosexuales, formado sobre la marcha”, que acompafaron otros manifestantes reunidos en ese mitico espacio para conmemorar el décimo aniversario de la masacre de estu- diantes a manos del gobierno. Dos afios después, en 1980, miles de par- ticipantes se formaron frente al Hemiciclo a Juarez en la Il Marcha de Or- gullo Homosexual. La segunda etapa, subtitulada “En busqueda de la identidad”, comienza casi al unison con el “cancer gay”, o sida, plaga que por un lado, segtin Brito “reanima los argumentos de la homofobia, y por otro, contribuye a legitimar, a través de la tragedia y las politicas de pre- vencion”, las practicas y la orientacién homosexuales. La ultima etapa 5 MEXICO SE ESCRIBE CON J que considera el autor en este texto, que fue originalmente publicado en 2003 al conmemorar el 25 aniversario del movimiento gay, se subtitula “La reivindicacion de la diversidad” y subraya “la diversidad expresiva de lo gay, por mucho que los medios se empenen en reproducir la imagen que despierta el morbo”. Al mismo tiempo, esta oleada de liberaciones mucho se debe a la globalizacion (el Internet, la expansién de mercados, la inmigraci6n), algo que ha caracterizado el comienzo del siglo xxI. Ahora bien, sin mayor exordio, entremos al mundo de la cultura gay mexicana por el umbral del siglo xx, cuando una fortuita redada puso en evidencia la circunstancia bien conocida de que, en el aspecto social, los extremos se tocan, esto es, que tanto en la llamada clase su- perior como en la clase baja no existe el concepto de una “moral” tan alabada por una, en ese entonces, incipiente clase media. iy UN DiA COMO HOY HACE MAS DE CIENTO Mol. GUS Brl:.i-GyAuP: IvSrRiReAsN: El mexicano que vive en el numero 41 de una calle cualquiera invaria- _blemente hace algun comentario jocoso para adelantarse a la reaccion de las personas a quienes informa su domicilio. El que tiene 41 afios evita mencionarlo, o bien se atribuye 40 0 42. Cuando el numero del asiento en un espectaculo es el 41, nunca faltan los chistes para feste- Jar la coincidencia. Inclusive hubo una pelicula rusa que se exhibio en todo el mundo con el titulo de El 41 (el 41 es el ntimero del disparo con el cual una guerrillera que lleva 40 hazafias balisticas tiene que dar muerte a su amante) y en México tuvo que ser anunciada como El ulti- mo disparo. La raz6n de todo esto se encuentra en un hecho registrado en no- viembre de 1901, en la actual calle capitalina de Ezequiel Montes, Ila- mada de La Paz en la época, cuando el gendarme que estaba de punto en la esquina de la 4a. calle observé un continuo ajetreo de carruajes que Negaban a una de las casas cercanas y le parecié extrafia la catadura de las parejas que descendian de los vehiculos. 53 MEXICO SE ESCRIBE CON J Al espiar la casa, el policia se dio cuenta de que se estaba celebran- do un baile. Como las damiselas le siguieron pareciendo sospechosas, corrié a dar parte a la Octava Comisaria, que se encontraba en la 3a. ca- le de la Industria, hoy Serapio Rendon. Varios agentes fueron enviados al lugar y encontraron a las bailarinas en plena efusion de unos senti- mientos que no podian mostrar a la luz del dia. La fiesta era una mani- festacion de esa clase de amor que, como dijo Lord Alfred Douglas, el joven y fatidico amante de Oscar Wilde, en un poema suyo: “I am the love that dare not speak its name”, es decir, el amor que no se atreve a de- cir su nombre. Decentes y lagartijos Fue necesario pedir el refuerzo de altos jefes policiacos y numerosa gen- darmeria para que realizaran la aprehension de la concurrencia. La raz- zia fue la mas famosa del porfiriato, y en ella cayeron 41 individuos, 19 de los cuales iban vestidos de mujer, asi como una mujer auténtica que se encargaba de cuidar la casa. La mojigata sociedad porfiriana trepid6 ante el escandalo, maxime cuando se afirmo que entre los detenidos habia varios hijos de las “mejo- res familias” capitalinas y “lagartijos” muy conocidos en la prefiguracion de la Zona Rosa que fue la calle Plateros, hoy Madero. Los periédicos amarillistas se dieron vuelo comentando el asunto. Uno de ellos refirio que “entre los vestidos de mujer habia muchos con las caras de blanco y carmin, con negras ojeras, pechos y caderas posti- 20s, zapatos bajos con medias bordadas, algunos con dormilonas de bri- llantes y con trajes de seda caros, ajustados al cuerpo con corsé” Para colmo de la indignacion, se divulg6 que muchos de los trans- vestidos asistentes a la fiesta se hacian llamar con nombre de artistas famosas en la época, como Rosario Soler, La Patita, Maria Luisa Labal, La Argentinita, Luisa Ruiz Paris, Concha Bonfil (hermana de Esperan- za Iris), o de prostitutas muy conocidas, como La Francis, La Papele- To, etcétera. Circulé asimismo la especie de que la fiesta de “los 41” tenia como uno de sus atractivos principales la rifa que se iba a hacer de un efebo de 14 afios. UN DiA COMO HOY HACE MAS DE CIENTO Las aclaraciones Por lo pronto, a los detenidos se les obligé a barrer las calles inmediatas ala comisaria, pena que era aplicada a faltas como vagancia, embriaguez, etcétera. Seguidamente, el gobernador del Distrito Federal ordeno que 22 de los detenidos los que iban con indumentaria masculina— pasaran al cuartel del 24 batallon, donde ademas de filiarlos los raparon; fueron enviados al cuartel de Gendarmeria Montada para ser enrolados después en el servicio militar. Se dijo mucho que los familiares influyentes de los detenidos trata- ron de conseguir que el gobernador fuese menos severo en los castigos, pero que éste se mostro inflexible. Al principio, el diario El Imparcial, vocero de los intereses politicos y economicos de Porfirio Diaz y su camarilla de amigos y protegidos, guar- do sospechoso silencio en torno del asunto. Pero ante la magnitud que to- maba el escandalo, se vio obligado a declarar: “Hay quienes aseguran que entre los individuos aprehendidos habfa capitalistas y otras personas per- tenecientes a familias muy distinguidas... Creemos necesario rectificar esas opiniones. La verdad es que en la referida reunion, excesivamente in- moral y escandalosa, sdlo se encontraban un grupo de mas de 40 hom- bres, muy conocidos por sus costumbres depravadas, y que en mas de una vez han figurado en escandalos por el estilo. La mayor parte cambiaron de nombre al ser aprehendidos; pero la policia ha podido identificar a mu- chos, entre quienes se encuentran un individuo que ejercia como dentis- ta y otro que se decia abogado”. A Quintana Roo Un periodico ofrecié “decir con franqueza de qué personas se trata, pues es tiempo de impedir que escenas tan indecentes se repitan”, pero fue acalla- do con dinero o amenazas. Ademés, ya fuera por influencias 0 porque se compro el silencio oficial y periodistico, buena parte de los detenidos se sus- ttajeron a una accion penal que en rigor no podia habérseles seguido, por- que en México desde que hay estatutos constitucionales nunca ha sido de- - lito ni impedimento legal la homosexualidad o la conducta afeminada. 55 MEXICO SE ESCRIBE CON J Como chivos expiatorios para apaciguar a la opinion publica fueron escogidos 19 de ellos —no todos los disfrazados de mujer, sino de una y otra vestimenta— que carecian de recursos 0 influencias para defender- se. Aparentemente, algunos de ellos practicaban en efecto la prostitucion masculina, obligados a ello sobre todo por la pobreza y el hambre croni- cas de la época. El castigo no pudo ser mas duro: ser enviados a Yucatan para cubrir, como se dijo, “las bajas que por enfermedad esta teniendo nuestro ejér- cito en aquella peninsula donde se esta consiguiendo reducir al orden a los indios mayas”. Ese afio, la Guerra de Castas se recrudecia por la im- placable represién ejercida por el sanguinario general Ignacio A. Bravo, compadre de Diaz y gobernador militar del territorio de Quintana Roo, elegido precisamente en ese afio de 1901. Por supuesto, El Imparcial afirmo mentirosamente que los 41 presos, sin excepcion, habian sido enviados a Yucatan, y que éstos no estaban destinados “a formar en las filas de los valientes soldados que hacen la campania, sino que se les empleara en trabajos de zapa, como abrir bre- chas, rellenar bajos, abrir fosos y levantar fortificaciones pasajeras”. Mas aclaraciones Cuando salio de la estacion de México el tren que condujo a los infelices “enganchados” a Yucatan, una enorme concentracién de gente morbosa los esperaba y comenz6 a lanzarles proyectiles diversos, burlas e insultos. Como formaban parte de una “cuerda” de reos desterrados por multiples razones, abundaban los que se veian precisados a hacer aclaraciones como: “jNo me tiren! jYo voy por ladrén!”, “jYo voy por ratero!”, etcéte- ra. La escena se repitio en todas las estaciones donde hacia alto el ferro- carril y se identificaba a los especiales viajeros. Las consecuencias del baile fueron mas alla del bochorno y el cas- tigo para los participantes. Tanto en los teatros, como en chistes, hojas volantes del mismo tipo en que se imprimfan los corridos —dos de ellas publicadas por A. Vanegas Arroyo e ilustradas nada menos que por el genial José Guadalupe Posada—, hasta en una posterior y hoy me- recidamente olvidada novela de un sefior Eduardo Castrejon, llamada Los 41, se recogié el hecho y se le hizo penetrar de tal manera en la 56. UN DiA COMO HOY HACE MAS DE CIENTO ‘mentalidad popular que el numero 41 pas6 a convertirse en sinénimo de homosexual. Por algtin tiempo, los periédicos siguieron ocupandose del asunto. Se sefialé que aun en los mas selectos lugares de reunién era usual la pre- sencia de individuos distinguibles por ir vestidos de traje blanco —de donde tal color paso a ser simbolico de homosexualidad, sobre todo en representaciones de teatro revisteril— y que completaban su indumenta- ria con “choclos del mismo color, pafiuelo azul en el bolsillo de la ameri- cana, flor roja en el ojal, sombrerito de Panama con listoncito de color, ya sea rojo 0 azul o ambos combinados. Al caminar procuran exhibir lo mas posible del calzado” Toda mi curiosidad infantil, de adolescente y de parte de mi existencia adulta con respecto a la carga “infamante” que conllevaba el guarismo 41, al ser considerado sindnimo de homosexualidad, quedo cubierta el dia en que, de manera inopinada, al hojear las paginas de la obra de José Gua- dalupe Posada, editada por el Fondo Editorial de la Plastica Mexicana, adverti entre los trabajos del célebre artista, reproducidos en ese libro, las hojas volantes donde sus grabados acompajian el testimonio de un sona- do baile donde fueron sorprendidos personajes de las postrimerias del porfiriato en pleno jolgorio que, como antes se decia, era “contranatura” y a raiz del cual fueron detenidas 41 personas, muchas de ellas hombres con atavios femeninos. No obstante, esta informacion abrié nuevas expectativas para mi que solo quedaron satisfechas tras una investigacién que emprendi movido por el afan de aprehender ese incidente ocurrido en el contexto de una época de perfiles tan singulares como fue el México finisecular del xix y comienzos del xx. De esa busqueda surgio un trabajo de regular extension en el que vol- qué todo un rastreo que me llev6 a la revision de documentos, publica- ciones periédicas y una amplia bibliografia centrada en los aftos finales del régimen que encabez6 el “Héroe del 2 de abril”, esto es, Porfirio Diaz. Mientras hallaba donde publicar esa pesquisa que me llevo a tocar los mas disimiles registros, a raiz de una conversacion casual con Armando Ayala Anguiano, director de la revista Contenido, me propuso éste que le 57 MEXICO SE ESCRIBE CON J diera la oportunidad de publicar un extracto de ese tema de gran interés para el publico general y del que, no obstante, no se conocia mayor cosa més alla de las manifestaciones de un numero considerado tabu y que era motivo de bromas y aun de condena en el lenguaje popular. Esta version muy reducida, cuya esquematica extension obedecié a las exigencias de espacio de la revista, aparecio en la publicacion de refe- rencia en el ntimero correspondiente a febrero de 1974 y es la que en esta ocasi6n transcribo, por una parte debido a que el hecho tragico y rotun- do del terremoto de 1985 me arrebaté no slo a parte de mi familia sino, por una igualmente lamentable afiadidura, me hizo perder la casi totali- dad de, para entonces, mis incipientes biblioteca y archivo, acervo este ultimo en el que resguardaba mis indagatorias en torno al asunto de Los 41 y de las cuales solo sobrevive el articulo publicado en Contenido, trans- crito tal cual hasta antes de la separacién marcada con asteriscos. De otra parte, mi amigo el acucioso investigador Alejandro Garcia —cuya persecucién de ese mismo tema lo Ilev6 a un escrutinio de dicho asunto en las paginas de periddicos, revistas y libros a lo largo del siglo pa- sado y de lo cual fue producto su libro titulado precisamente Los 41: céle- bre baile del porfiriato (2006)— me hizo notar que las escasas cuartillas de mi colaboracion transcritas en estas paginas constituyen, de hecho, el pri- mer trabajo aparecido sobre el tema y en el que se da noticia sobre un su- ceso que atrapé la opinion publica nacional en los comienzos del siglo an- terior y tuvo repercusiones particularmente lingitisticas, hasta mas alla de la segunda mitad de esa precedente centuria y que, asimismo, dio lugar al surgimiento de las mas descabelladas versiones en torno al verdadero ori- gen de la aplicacién de dicha cifra a todo individuo considerado como practicante del sexo con personas del mismo género. Acerca de esa misma circunstancia, vale decir, de que mi texto “Los verdaderos 41” ha sido, hasta donde se sabe, el que por primera vez se in- trodujo en los meandros de un hecho a la luz de una perspectiva que per- miten los poco mas de 100 afios transcurridos desde que ello ocurrio, han aflorado nuevos elementos de juicio en torno a la homosexualidad en todo el mundo que le otorga al affaire de Los 41, proyecciones que era imposi- ble no sélo apreciar, sino advertir, hasta no hace mucho tiempo y, entre otros aspectos, cabe destacar que asi como en el momento en que aconte- cié fue motivo de escandalo y de condena, al cumplirse el centenario del caso se conmemoro éste, bajo una luz muy diferente, sobre todo sin la es- 58 UN DiA COMO HOY HACE MAS DE CIENTO tizacion que la homofobia y el male chauvinism, en gran medida de- initorios de una actitud vital mexicana en general, han impuesto a toda muestra que contravenga el cédigo de una conducta colectiva. Sobre el caso, a partir del centenario de la muy difundida reunion “gay” de aquellos tiempos, la cual para muchos constituye en gran medi- "da nuestro Stonewall, en la actualidad mas de un comentarista y analis- tas se han referido a esa circunstancia bajo la dptica de los tiempos pre- sentes y asi, por ejemplo, se pueden consultar los trabajos de Carlos " Monsivais, “Los 41 y la gran redada” (Letras Libres, abril de 2002), y de Miguel Hernandez Cabrera, “Los 41, cien afios después” (La Jornada Se- manal, 9 de diciembre de 2001), ademas del libro mencionado anterior- mente de Alejandro Garcia, los cuales, desde luego, no llevan ni explici- ta ni implicitamente mencion alguna de caracter despectivo para ese hecho, como ocurrié en su momento. Asimismo, la falta de estudios sobre la tematica gay, como se usa de- cir mayoritariamente en la actualidad, llamo la atencion de Michael Schuessler, por lo cual emprendié el abordaje del asunto en el curso de _ sus pesquisas por conocer més acerca de la homosexualidad en México, por lo que encontro también que mi texto es practicamente el primero en tratar el caso de Los 41 después de tantos afios de un practico silencio en torno al asunto. Y dada esta razon, hoy lo he recuperado para este volu- men al que me he integrado finalmente como editor al lado de este estu- dioso estadounidense de personajes de la realidad mexicana y de temas fundamentales, como el primigenio teatro novohispano del siglo xvi. Por supuesto, no hay que dejar de mencionar la existencia de esa no- vela que lleva el titulo de Los 41 justamente, pero la cual no puede soste- nerse narrativamente debido a sus intenciones moralizantes y de prédica que quiere prevenir a la “ejemplar” clase obrera de las degradantes prac- ticas de una clase dominante condenable por sus excesos y su amorali- dad; este desafortunado intento novelistico, por lo demas, no aporta ele- mentos para tener una idea de lo ocurrido verdaderamente aquella noche del mes de noviembre de 1901 en la Ciudad de México. No puede dejar de considerarse igualmente que una reunién como la convocada en la calle de la Paz no era extrafia en el México de afios ante- Tiores, inclusive en el decurso del periodo virreinal, como lo documenta el Diario de sucesos notables, de Antonio de Guijo, donde da cuenta de una tedada en el domicilio de un personaje apodado Cotita de la Encarnacion, 59 MEXICO SE ESCRIBE CON J al que acudian efebos y personas mayores a desfogar las urgencias de sy preferencia sexual, penalizada entonces tanto moral como fisicamente, y que conducian incluso hasta las hogueras de la Inquisicion En 1901, lo que marcé la diferencia con otras reuniones parecidas era la clase social de un numero impreciso hasta hoy de los circunstantes, pues asi como se documents el numero 41 que se volvié condenatorio, lo cierto es que, como me coments el maestro Salvador Novo en una con- versacion al respecto, se supo off the record que algunas de las opulentas familias de la época, y de las cuales algtin miembro de esa elite porfiria- na concurrié al sarao, optaron por exiliar en el extranjero a la oveja des- carriada, si bien ese alejamiento del seno familiar no fue siempre en con- diciones satisfactorias para los desterrados forzados, como fue el caso de Antonio Adalid, el unico asistente cuyo nombre se conoce realmente y que fue lanzado al ostracismo de manera fulminante y desprotegido por su parentela. Adalid era parte de lo que Vasconcelos llamo la “aristocra- cia pulquera”, que habia hecho su fortuna sustentada en los campos ma- gueyeros y su concomitante producto: el pulque, de enorme consumo en esos tiempos. Era tio del pintor Agustin Lazo Adalid, quien establecié re- lacion amistosa con el nucleo integrado por Salvador Novo y Xavier Vi- Ilaurrutia que se adheriria al primigenio conjunto de escritores que con- formarian el llamado “grupo sin grupo”: José Gorostiza, Jaime Torres Bodet, Enrique Gonzalez Rojo y Bernardo Ortiz de Montellano, y al que se sumarian finalmente Gilberto Owen y Jorge Cuesta, si bien debe acla- rarse que no todos estos escritores eran homosexuales. Adalid, como recuerda Novo en la Estatua de sal, introdujo a su so- brino Agustin Lazo con Novo y Villaurruta, lo que a la larga lo hizo uno de los mas activos participantes en las actividades de los llamados Con- temporaneos, junto a otros artistas como Julio Castellanos, Manuel Ro- driguez Lozano, Roberto Montenegro y Rufino Tamayo, miembros de esa unién de pintores y escritores. Adalid, en fin, confié a Novo muchos detalles acerca de Los 41, en- tre otros, el de que la inveterada corrupcién y el influyentismo mexica- nos permitieron que algunos concurtentes de la noche de marras eludie- ran la detencion, asi como que una prensa absolutamente controlada por el poder en turno silenciara la publicacién de la lista de apellidos nota- bles que estuvieron presentes en lo que prometia ser un festejo mas que placentero. UN DiA COMO HOY HACE MAS DE CIENTO _ Ahora bien, si este caso fue un incidente ocurrido en la capital del fs, sus repercusiones tuvieron alcance nacional, gracias a los medios mpresos, fundamentalmente por las hojas volantes impresas por Anto- o Vanegas Arroyo, cuyo ilustrador era Posada, y dada una cierta permi- idad que con respecto a la sexualidad se vivia en la Ciudad de México n los afios finales del xix, la reaccion del gran publico pareceria un tan- desorbitada si se tiene en cuenta el contexto social de esa época. Habia voces que, desde luego, desde una posicién moralizante, cla- an pot que se pusiera freno a una supuesta “intemperancia” domi- nte en la ciudad capital y asi, por ejemplo, se Ilamaba la atencién so- una homosexualidad que de manera rampante se manifestaba en las alles capitalinas, en particular, la que constituia la columna vertebral de ys paseos tradicionales de los habitantes de la gran ciudad en donde se podia advertir la presencia de hombres con traje blanco, tal como los des- ia algin periodista de esa época y que he mencionado anteriormen- : “Choclos del mismo color, pafiuelo azul en el bolsillo de la america- , flor roja en el ojal, sombrerito de panama con listoncito de color, ya jera Tojo 0 azul o ambos combinados, al caminar procurar exhibir lo posible el calzado”. Por lo demas, la capital, desde el ultimo tercio del xix, podia admirar , sin ninguna clase de prejuicios, los desnudos artisticos que en otras as eran motivo de censura y castigo. Al mismo tiempo, el modernis- ‘mo imperante en las artes habia introducido nuevas actitudes vitales de "parte de los creadores cuya obra era patrocinada, entre otros, por los me- ‘cenas de la época, como Jestis E. Valenzuela y Jestis Lujan, auspiciadores no solo de la célebre Revista Moderna, sino que costearon los desplaza- “mientos de artistas al extranjero, en viajes de observacion y de estudio, omo los emprendidos por Julio Ruelas a expensas de Lujan a Europa, donde murio el artista, para quien el magnate sufrag6 los costos del im- _ presionante monumento funerario en Paris donde reposan los restos del Existfa, por lo pronto, una “bohemia” que de varias maneras imponia la admiracion e influencia sobre el ciudadano comin y medianamente “ilustrado que ante el caso de pintores connotadamente homosexuales, _como Roberto Montenegro, no ponian ningun reparo y de manera pare- E ja se dejaba seducir por la impronta que el artista inglés igualmente gay Aubrey Beardsley, admirado por Oscar Wilde, trazaba sobre Montenegro. 61 MEXICO SE ESCRIBE CON J Esa, pues, cierta liberalidad que se vivia con respecto al hecho rotun- do del fenémeno homosexual, tan vivo y presente en la historia de la hy. manidad desde los comienzos de ésta, dentro del clima de malestar social agudizado por la feroz represion porfirista y de los gobiernos estatales y alentada por los grandes empresarios industriales, comerciantes y hacen- dados, malestar que ya se expresaba de distintas maneras de afios atras y del que es impresionante testimonio el libro que sobre el pais —México barbaro— escribié el periodista estadounidense John Kenneth Turner, en- contré en el baile susodicho una veta inmejorable para denunciar y ata- car a las clases dominantes que se presentaban como dechados de virtud y de moral ejemplar, como individuos ambiciosos, pervertidos y carentes de la mas elemental probidad. Dicha cuarteadura en la estructura del régimen de Diaz, que en el momento fue de hecho imperceptible, tuvo, por lo pronto, consecuencias terribles para una comunidad, esto es, la homosexual, que result6 satani- zada, y ante ello, si bien no todo el conglomerado gay, una gran parte de éste tuvo que replegarse y de la misma forma en que hubo un lapso no muy grande en que fue practicamente tolerado, sobre todo sin conse- cuencias mas alla de la burla y de ser Ilamados “mariquitas” 0 “jotos”, en- tre otros calificativos, lo cierto es que, le comentaba Adalid a Novo, hubo que enclaustrarse en un cléset del que sdlo la Revolucion de 1910 y to- dos los cambios que esto trajo los reubicd nuevamente en un mundo ex- terior que, sin embargo, ya no fue el mismo que hasta 1901 en que antes circulaban, pues la anatematizacion que se dio creé un ambiente homo- fobico, cruel, violento y sanguinario, que hasta fechas recientes sigue ha- ciéndose evidente no obstante los avances sociales y juridicos y de otra naturaleza que se han dado 100 afios después de que los afanes de diver- sion de un grupo citadino fueron truncados por la fuerza policiaca. 62 LA “OTRA ONDA” Narrativa y poesia _ AFEMINADOS, HOMBRECITOS Y LAGARTIJOS Narrativa mexicana del siglo XIX Jk On Sy BisseRed .GuAGR, DeOgnhGs BA wa ES) Lo que hoy se denomina homosexualidad 0 “gaydad” (en el caso de los hombres) no es algo fijo en el tiempo. Cada sociedad, en una cierta €poca, genera su propio modo de ver, tratar y nombrar la no aceptacién por un hombre del patron masculino (“heterosexual”) de su momento -y la consiguiente desviacion. De hecho, filologicamente “homosexual” se acumia en la segunda mitad del siglo xix, en el ambiente médico, mientras que “gay” es un término de la segunda mitad del siglo xx. Como las palabras no son inocentes, la primera designacién implicé una impronta taxonémica y psiquiatrica, la busqueda de un nombre para una “enfermedad”, mientras que la segunda, al ser una denomina- cion elegida por los propios aludidos, tiene un matiz de defensa y au- tonomia sexuales. En el siglo x1x mexicano, al menos en su literatura, el gay u homose- xual tal como se entiende hoy, a principios del siglo xxi (un hombre que 65 MEXICO SE ESCRIBE CON J tiene o quisiera tener relaciones sexuales con otro hombre), no aparece, no existe, pero hay su equivalente: el afeminado, un desviante de la nor- ma masculina hegemonica, que compite en coqueteria y locuacidad con las mujeres, sin llegar a tener relaciones sexuales con otro hombre. En este sentido, el afeminado se define por un comportamiento social (ges- tos, gusto por la ropa, el baile y los perfumes...) y no por una practica sexual. Eroticamente se mantiene en lo heterosexual, pero su conducta es anomala y ambigua. En una sociedad de vision naturalista donde los se- res humanos solo pueden ser hombres 0 mujeres, salirse de una de estas categorias s6lo puede hacerse incorporandose a la opuesta, degradando- se, lo que supone, desde el punto de vista imperante, aplicar la violencia a quien transgrede la convencién sexual, ya por la cara “benigna” (ridicu- lo, humor, burla, albur), ya por la faz oscura (represion, hoguera, lincha- miento, campo de concentracion). Es asi como en el siglo xix, sobre todo en sus ultimas décadas, otra preocupacion vinculada al afeminamiento de los hombres fue la mascu- linizacion de las mujeres, cuando éstas comenzaron a abandonar el am- bito privado y a acceder al dominio publico. En ambos casos funciona la misma critica heteronormativa de inversion de roles. Construir otra cate- goria mas alla de hombre o mujer 0 modificar desde dentro las dos exis- tentes era algo inconcebible (en México, pero no en otros paises como Francia, en donde el escritor Théophile Gautier habia planteado en su novela de mediados de los 30, Mademoiselle de Maupin, la posibilidad de un “tercer sexo”, o, en el ambito inglés, Edward Carpenter, que ya en la segunda mitad del siglo habia escrito sobre el “sexo intermedio”). En ge- neral, hay un velo de invisibilidad en las letras mexicanas del siglo xix so- bre el homoerotismo que, sin embargo, adquiere una expresion carnava- lesca en el afeminado. Durante la Colonia, el término para el “pecado nefando” (sexo en- tre hombres) fue “sodomia”, por lo que el afeminado decimononico se encuentra ubicado entre el sodomita colonial y el homosexual o gay de los tiempos modernos. Es interesante observar como el discurso colo- nial si alude directamente (para reprimirlo) al hombre que tiene sexo con hombres, mientras que el siglo xix calla, lo evade o lo ridiculiza sin nombrarlo por medio del afeminado. Por supuesto, el término so- domfa antes del xix tenfa un registro semantico mas amplio del que manifiesta hoy, en que alude basicamente al sexo anal (con lo que no 66 LA “OTRA ONDA” cesariamente implica una relacion homosexual, puesto que podria en una pareja heterosexual). Al decir del reconocido estudioso Jas transformaciones historicas de la homosexualidad J. Boswell: bablemente su etimologia sea un error de la historia, y en diversas ocas y en distintos lugares lo ha connotado todo, desde el coito he- rosexual ordinario en una posicion atipica, hasta el contacto sexual | con animales. En algunos momentos de la historia se refirié casi clusivamente a la homosexualidad masculina y en otros casi exclu- vamente al exceso heterosexual”. Como el mismo Boswell sefiala, so- domia también incluyo en sus acepciones herejia, idolatria, islamofilia, esto es, aspectos religiosos y no sexuales, todo lo cual la torna una ca- ‘tegoria escurridiza Habria que tener en cuenta que, aunque en el siglo xix, a nivel cul- to, en la expresion literaria no hay homosexuales aunque si afeminados, ‘definidos mas por el vestido que por la cama, esto es, mas por cémo yisten que por con quién se acuestan, a nivel popular la situacion es distinta, pues en las canciones dichas o impresas hay personajes “pu- tos” y “jotos”, como categorias que identifican a cierto tipo de hombres, tal como ocurre en El anima de Sayula (1874), de Teofilo Pedroza, o en las cuartetas asociadas con Posada (1851-1913) sobre Los 41, a pro- posito de la famosa fiesta de hombres vestidos de mujeres, unos, de hombres, otros, descubierta por la policia para gran escandalo social. Mas adelante retomaré este asunto de la percepcién popular del sexo entre hombres, frente a la elaboracion culta, que es la que desarrollaré de inmediato. Cuentos de vestidas Desde antafto sabemos de las posibilidades diabélicas del disfraz, su ca- pacidad de encubrimiento y engafio, sus vinculaciones con la mentira. A finales del siglo xvi, en plena insurgencia romantica, algunos escritores utilizaron el disfraz como estrategia de seduccion sexual y metafisica, por ejemplo en la literatura gética y fantastica. Entonces el demonio asumid una androginia proteica, una capacidad pansexual que se cristalizo en formas y antifaces femeninos y masculinos, con tal de convencer al incau- to y obtener su perdicion. El diablo enamorado (1772), de Cazotte, en 67 MEXICO SE ESCRIBE CON J Francia, y El monje (1796), de Lewis, en Inglaterra, son ejemplos de es. tos diablos multiformes y bisexuales que asumen el sexo que sea necesa- rio para ganar un alma. Después, escritores decadentes como Gautier 9 Rachilde continuaron estas ideas para fines mas mundanos de explora. cin sexual. En las letras de México también encontramos estas historias de hom- bres y mujeres vestidos con ropa del sexo opuesto, pero la razon de sy — cambio de vestido y de género es extrasexual, no lo hacen para sentirse como del otro sexo, como ocurrirfa con el travesti usual, cuya represen- tacion es también invocacién de la mujer y, si es posible, su encarnacién momentanea. Nuestros personajes se visten del otro sexo, no para asumir una nueva o soterrada identidad, sino por razones mas simples: para evi- tar una desgracia, para reconquistar al amado, para ganar una apuesta. Veamos el caso de un cuento, Manolito el pisaverde, publicado en 1838 por Ignacio Rodriguez Galvan (1816-1842), considerado por mu- chos como el primer romantico mexicano, no sélo por su obra sino por su vida: temperamento, incidentes, viaje a Sudamérica donde adquiere: una fiebre que lo lleva a morir en La Habana a los 26 afios. El cuento nos muestra al personaje del titulo, de belleza androgina que atrae tanto a mujeres como a hombres. El narrador lo presenta de la siguiente mane- ra, tras un largo parrafo en que describié las partes de su atuendo y su cuidada cabellera y haberlo anunciado como “el elegante”, “el pisaverde de México” (pisaverde, en lenguaje coloquial, es un joven muy presu- mido): “Tenia gran partido entre las damas, a pesar de que era un pisa- verde; porque sus modales no eran afectados ni descompuestos; porque su palido rostro era bello, interesante, magico; porque su apostura era elegante y noble, y tenia un aire tan melancélico y fantastico, que arreba- taba los corazones; en una palabra, no era uno de esos petimetres almi- barados y fastidiosos que son la diversion de las mujeres y la risa de los hombres sensatos, sino un joven, o mas bien, un nifo de figura delicada e ideal, dificil de dibujar.” Notese en esta descripcion el énfasis en su atractivo para las mujeres, més a un nivel intelectual (interesante, magico, noble, melancélico, fantas- tico son algunos de los adjetivos usados) que fisico (palido, bello, elegan- te). Incluso parecieran contrastantes todos estos atributos con aquel que lo identifica por antonomasia: su cardcter presumido, su vanidad, ser un. pisaverde. Sin duda no es un hombre comun: se le separa de los Ilamados 68 LA “OTRA ONDA” mbres sensatos”, aunque también de los “petimetres almibarados y fas- liosos”, que afios después seran Ilamados “lagartijos”. Por ultimo, mas un joven de 18 afios, es “un nitio de figura delicada e ideal, dificil de bujar”, algo que, aparte de su subtexto androginizamte, ya estaba impli- to en el nombre mismo del personaje, Manolito, un diminutivo de Ma- J, con lo que se indica que se trata de un hombre anifiado, que no es m adulto, condicién propia del ciudadano, sobre todo en una época de olidacion del estado nacional, después de lograrse la independencia Espafia. La Patria requiere, segtin este discurso, de grandes Hombres la consoliden, por lo que sus arquetipos son el Padre, el Militar y, a eces, el Trabajador (Campesino, primero; Obrero, después). Sin embargo, para otros personajes Manolito no resulta tan sublime, es se permiten bromear ante su soledad y aislamiento en un rincon del . Ya no es un narrador omnisciente quien lo describe, sino las voces andnimas de otros participantes en el chismorreo: “staré enamorado de alguna desdefiosa Dulcinea —dijo otro arre- dose la corbata. ”—O no habra acabado de aprender la gavota (cierto baile) —excla- 6 el tercero. ”—O tal vez el peluquero no fue a tiempo a peinarle. ”—0 le falta charol a sus zapatos.” La yoz tnica del narrador cede ante la irrupcion colectiva, ante el chisme y la risa. __ “Por otra parte, la belleza de Manolito no deja de perturbar a los otros hombres, pues incluso lo piropean y lo acosan. Véase esta secuencia, en a que Manolito enfrenta a unos agresores: ”—Vistase usted de mujer —dijo otro— y por mi vida que nos casa- ‘Mos mafiana. ”—(Cudntos te envidiarian una muchacha tan linda! ”—Por las pezutias de Satanas, que me dan ganas de arrancarle ese bigote que esta deshonrando, dijo un militar alto y grueso, y al mismo tiempo llevo su mano al rostro de Manuel.” ___ Lareaccion de Manolito es altiva y viril, reta a duelo al militar atrevi- y a tres mas que han participado en la platica: “—Para todos habra si tienen paciencia y quieren venir uno tras otro.” Estas palabras, que parecen mas una oferta sexual que un desafio, surten el efecto de asustar y disuadir, pues finalmente no hay ningun 69 MEXICO SE ESCRIBE CON J LA “OTRA ONDA" duelo. No es raro que la emision inicial de las ofensas provenga del mili- tar, arquetipo de virilidad bravia y convencional. En esta vision que los otros tienen de Manolito, pesa mucho, ademas de su belleza presuntuosa, su origen incierto. Resulta muy reveladora de violencia deseada aunque reprimida hacia el bello intruso su vinculacion con la bruja, personaje marginal a quien se combate con hoguera: {Pero qué sabemos de él? Aparece repentinamente en las tertulias, y se va quién sabe a donde. {Vivira debajo de la tierra? ”—No sefior, en la luna ”—Y subira como las brujas. ”—Si, como las brujas. dor presenta a un Manolito que, reconocido por el otro en algo que to- wwia se ignora, se lanza gimiente a los pies del agresor, cuando poco an- habia enfrentado como el mas macho a varios militares: _ “Piedad! —exclamo Manuel cayendo de rodillas y abrazando las su interlocutor. |Infeliz de mi! Ten compasion de mi suerte, de mis agudos tormentos. jAh!, no los aumentes mas...” En alguna medida el marido descubierto es consciente de que a nivel ‘de apariencias la escena de amor que su primera mujer le ha montado se ye como la de un hombre hacia otro hombre, al grado de que, ante la in- minente llegada de los otros paseantes, y las stiplicas amorosas de Mano- lito/Maria, aquél exclama: ”"—jOh!, si hubiera Inquisicion ya estuviera chamuscado. j _ “Ya vienen, ya se acercan, ya estén aqui... jsi me encuentran con- ”—Y quemado. tigo!... Satanas te confunda!” *—Y tostado, y hecho carbon, para mayor honra y gloria de Dios y Mientras él se esfuerza por romper el abrazo lacrimoso, la mujer ves- de su Santa Iglesia. tida de hombre se aferra y grita: ”—jEal, para honra de los inquisidores y nada mas.” “No me separo de ti: yo te amo: que vengan: yo gritaré que eres mi A medida que el cuento se desarrolla, la trama se complica con la re- " esposo, yo pediré tu perdon... ;Pero separarmel...” velacion de secretos: resulta que un extranjero que recientemente se cas6 Esta situacion combina el suspenso dramatico con el ridiculo de las con una dama local ya se habia casado en su pais de origen. Es Manolito apariencias. Entonces el marido actua rapido y lanza a su delator/a al pre- quien esto cuenta con discrecion a la joven esposa enganiada, en lo que a " cipicio: “sélo se oyeron algunos ayes y el golpe del cuerpo que se despe- primera vista parece una simple seducci6n, por su insistencia en verla a dazaba contra las pefias. ..” Sin embargo, en su accién, el hombre pierde solas para platicar mejor. Al ser descubierto el marido bigamo, éste bus- el equilibrio y también cae, no sin antes aferrarse a unas ramas que no lo- ca al delator y lo encuentra durante un paseo en un paraje peligroso por gran evitar su caida. Asf, el bigamo y el pisaverde terminan destrozados sus precipicios y de escasa visibilidad por la tormenta que se avecina. en el fondo del abismo. Con un espiritu muy propio del romanticismo, la narracién se puebla con Poco mas de medio siglo de que fuera escrito este cuento por Rodri- un paisaje que manifiesta el animo de los hombres y con augurios funes- guez Galvan, en pleno fin-de siecle, el novel escritor Amado Nervo (1870- tos en la naturaleza. En tal ambiente se enfrentan Manolito y el marido _ 1919) y futura columna del modernismo literario publica un cuento titu- delatado y, con sorpresa el lector se da cuenta, por los dialogos y reaccio- _ lado “Aventura de carnaval” (escrito entre 1890 y 1895 probablemente), nes de los personajes, de que Manolito en realidad es Maria, la primera en el que el disfraz juega un papel importante en la percepcion del géne- esposa abandonada y ahora disfrazada de hombre, que ha montado todo to sexual. En él, dos primos conversan. Uno de ellos, decepcionado en el ese teatro sexual de cambio de personaje para acercarse a su marido y amor, afirma que nunca volveré a enamorarse, ante la incredulidad del convencerlo de que vuelvan a su pats. otro, quien dice que en menos de una semana ya estara otra vez en ma- Esta revelacién de la identidad femenina de Manolito va acompatia- nos de una nueva amada. Ante la negativa rotunda del primero, estable- da de cierta solemnidad, con paisaje tragico y romantico, aunque al mis- cen una apuesta al respecto. Los primos se separan aunque cabe la posi- mo tiempo se carga de ridiculo, pues lo que visualmente se da al lector bilidad de que mas adelante se encuentren en un baile. es el encuentro airado de dos hombres que se hablan de amor y de odio. El decepcionado en amores llega a la fiesta y ahi halla a una mujer Momentos antes de que el secreto identitario sea revelado al lector, el na- enmascarada, de la cual destacan los ojos negros tras el antifaz y su sua- p z SPA eed) ul Deception A MRE MEXICO SE ESCRIBE CON J ve y voluptuoso perfume, que lo aturden y lo hacen tambalear en su pro- posito de no volverse a enamorar. El misterio que rodea a esa mujer lo atrae. Bailan una polka. El incipiente romance continua. Ella, sin embar- go, no quiere alentarlo demasiado, le advierte de que no se vaya a ena- morar, que es peligrosa para su tranquilidad, todo lo cual exacerba mas el impacto sobre el joven. Cuando ella ya se aleja, el muchacho corre y pide, al menos, ver su rostro sin antifaz, y hasta quiere arrodillarse para convencerla, pues ella titubea. Finalmente accede, y el enamorado grita de asombro: tras la mascara aparece el rostro varonil de su primo Carlos, El otro, atrapado en su deseo equtvoco, sdlo acata a decir: “Si en aquel momento hubiera tenido una arma cualquiera, habria matado a mi pri- mo, que se reia a carcajadas”. Todo el discurso previamente elaborado so- bre la mujer y sus misterios entra en crisis, pues al final se descubre que tras la mascara de la amada lo que se encuentra es un siniestro rostro masculino. El hecho de que al final todo se trate de una broma no neu- traliza el haber sentido un deseo que ahora se descubre malsano, dada la escala de valores del personaje. Pero no todo es broma. Ya antes el primo engariado habia descrito a su primo con paleta bastante erotica: “Carlos era un muchacho muy gua- po. Mediana pero gentil estatura, obscuro y rizado pelo, negros ojos ara- bes, llenos de expresion y fuego, poblada barba. Sus formas redondeadas y marméreas ocultaban, bajo un cutis de mujer, un tejido de musculos de hierro; sus manos eran aristocraticas y llenas de hoyuelos; pie pequefio. .. Una galana figura, en fin”. Obsérvese en esta descripcion la estrategia androginizante, que mez- cla elementos femeninos y masculinos: las formas redondeadas, el cutis de mujer y el pie pequefio, con la poblada barba y el tejido de musculos de hierro. Otros rasgos son bisexuales: estatura, cabellera, esos “negros ojos arabes” que lo seduciran a través del disfraz. De cierta manera, este primo ya estaba seducido antes de la aventura de la fiesta, aunque sea s6lo durante ese tiempo de excepcion que es el carnaval cuando el deseo oculto se manifiesta en la superficie, matizado en este caso con la risa. El disfraz ha sido de esta manera el vehiculo para hacer visible un deseo ve- lado en tiempos de normalidad. Es diferente la funcién del disfraz en los dos cuentos mencionados, el de Rodriguez Galvan y el de Nervo. En el primero una mujer se disfra- za de hombre y en el segundo un hombre se disfraza de mujer. En uno, n LA “OTRA ONDA” on para disfrazarse es tratar de recuperar un amor perdido y la apa- ia no engafia al ser amado; en otro, la causa es ganar una apuesta ipulando el deseo del otro, por medio del engario. En ambos cuen- el cambio de rol sexual no tiene que ver con asuntos de identidad pro- , pues la mujer disfrazada sabe que es mujer y quiere seguir siéndolo compafiia de su marido) y el hombre vestido de mujer sabe que es mbre y quiere seguir siéndolo (después de reirse y ganar la apuesta). ra ambos el disfraz es apenas un tramite intermedio para obtener otra . para nada es una via de evocacion de sexualidades ambiguas, al me- no para ellos, aunque si para los otros que con ellos se relacionan, 0 los militares acosadores de Manolito o el primo burlado. En ninguno de los cuentos el travestismo se fundamenta en una bus- queda de identidad sexual, aunque igual se generan consecuencias en el ‘campo del deseo (propio y ajeno). Ninguno de los personajes disfraza- "dos tiene que ver con un perfil de homosexualidad, aunque algunos de Jos que los rodean es muy probable que sf, aunque ellos no lo sepan ni quieran saberlo. Novelas con hombres que no quieren crecer Después de confrontar dos cuentos, comparemos ahora novelas en las que los hombres no se disfrazan de mujer y sin embargo se afeminan, se- gun afirman los otros, “los hombres sensatos”. De hecho, los afeminados del xIx son equivalentes a los homosexuales del xx, en términos de cues- tionamiento del binarismo sexual, pero no lo hacen con base en practi- cas sexuales que los diferencien y los identifiquen como una especie dis- tinta (como ocurriré en los discursos posteriores sobre lo homosexual y sobre lo gay, coincidentes en esto pero muy distintos en otras cosas), sino por medio de una conducta bizarra para su género, a través de una preo- cupacién desmedida por la propia imagen en términos de vestido, pelu- queria, cosméticos, zapatos, asi como por el gusto por asuntos munda- nos pero improductivos, como el baile, la fiesta, la seduccion... la lectura. Su conducta, no su gusto sexual, los asemeja al sexo opuesto, a las mu- jeres: de aqui su afeminamiento. No se acuestan con hombres, aunque tal vez algunos lo quisieran secretamente. La mayoria si lo hacen con muje- tes (seducirlas es su oficio) y algunos pocos, como Chucho el Ninfo, se- B MEXICO SE ESCRIBE CON J gun veremos, parecen gozar de una castidad narcisista. En todo caso, es- tos afeminados literarios del xIx no se definen por con quién tienen rela- ciones sexuales sino por unos rasgos de conducta considerados propios del sexo opuesto pero que, sin embargo, no los exilian del campo mas- culino, aunque si los disminuyen, los degradan, los tornan no hombres sino apenas hombrecitos. 8 Buena parte de esta disminucion de la masculinidad, de este anifia- miento, se da desde los nombres de los personajes, generalmente con di- minutivos o bien coloquiales: Manolito, segan vimos en el cuento de Ro- driguez Galvan; Josecito, en El fistol del diablo (1845-1846), de Manuel Payno (1810-1894), Pablito y Chucho el Ninfo, en José T. de Cuéllar, por ejemplo. Por su preocupacion excesiva por si mismos, por su imagen, pa- recen narcisos que no quieren (o no pueden) crecer, que se encuentran es- tancados en una etapa de infancia 0 adolescencia, lo que nos remite a la interpretacion freudiana de la homosexualidad. No en balde, todos estos afeminados se asocian con los espejos, por ejemplo el Pablito de Cuellar (1830-1894): “Pablito contaba con todo esto: creia tener bonito cuerpo, bonito pie, bonita mano y mucha gracia; todo esto lo ratificaba Pablito cada vez que pasaba frente a un espejo, y estaba seguro de que en aque- llos momentos su porte y su manera de bailar estaba llamando la atencion de muchas sefioritas y exaltando la envidia de algunos pollos feos”. También Chucho gusta de los espejos: “Cuando Chucho el Ninfo se retiré a su casa la noche del dia de campo, lo primero que hizo al llegar fue mirarse al espejo y obsequiarse a si mismo con una sonrisa”. Cons- tantemente tienen que usarlos para revisar su apariencia, para reafirmar su difusa identidad. Ahora bien, es cierto que en estos contextos litera- tios el espejo se asocia a la vanidad, tradicionalmente vinculada a las mu- jeres, pero también es cierto que el espejo simboliza no solo fatuidad sino también ansia de autoconocimiento, en este caso un conocimiento a tra- vés del cuerpo y de la sensibilidad que la sociedad negaba a los hombres del xix, que debian ser fuertes, duros y productivos. Por lo tanto, no de- bemos despreciar por fatuos a estos narcisos afeminados, pues en sus contoneos y extravagancias frente al espejo hay también una busqueda de conocimiento corporal, afectivo, libidinal, que Ilevara a algunos, en pos- teriores encarnaciones literarias, a descubrir (otros diran que a inventar) su propia homosexualidad, pero esto ya sera en el siglo xx. En El fistol del diablo, Payno presenta una vasta galeria de personajes, 74 LA “OTRA ONDA” en la cual los dos personajes masculinos principales son Manuel, el mili- tar, ejemplo de virilidad, y Arturo, levemente afeminado como rico nifo bien que es, pero sin riesgo de llegar al ridiculo. Se trata apenas de un ele- gante delicado. A su manera, ambos estan enfrentados al personaje diabo- lico, Rugiero, y ya sabemos que los diablos siempre se las arreglan para tornar ambiguas las fronteras sexuales. Los hechos fantasticos que ocurren en la historia son siempre racionalizados por el escéptico Manuel, mien- tras que en Arturo permanece la duda, rasgo que lo acerca a las mujeres, dispuestas a creer en lo maravilloso. Sin embargo, el gran afeminado en esta novela no es Manuel, sino un personaje mas bien secundario, Joseci- to, cuyo sdlo nombre ya nos indica que se trata de un hombre incomple- to, que pese a sus afios sigue siendo nifio. Su sueldo lo gasta “comprando papel de cartas, de todas formas y dimensiones, y en las peluquerias de la calle de Plateros, donde hacia gran consumo de esencias, pomadas, guan- tes y chucherias”. Compra papel para la correspondencia que mantiene con sus multiples conquistas, pues es un gran donjuan. Mas adelante rea- parece “acicalado, lleno de perfumes, con el cabello lustroso y perfecta- mente arreglado, con su bastén en una mano y sus guantes en la otra”. Josecito tiene como pareja amorosa a Celestina. Arturo lo ayuda en su conquista, por lo que aquél exclama: “—Sois, no mi amigo, sino mi hermano, mi protector, mi padre, mi todo —dijo Josecito saltando al cuello de Arturo—. Me habéis dado en un momento una dicha que yo no esperaba en la tierra... jCelestina! jbien mfo! jArturo!... jOh, yo me vuelvo loco de placer!” De hecho, el narrador apunta que “Josecito no se desprendia del cue- Ilo de Arturo sino para abrazar a Celestina”. Al final del capitulo, a Jose- _ cito parece habérsele hecho una costumbre eso de saltar sobre Arturo, pues se nos indica que “Josecito salto de nuevo al cuello de Arturo y poco falto para que lo ahogara”. {Fs el cuello de Arturo o la mano de Celesti- na lo que vuelve a Josecito loco de placer? Como si no bastaran tantas _ Muestras de efusividad, mucho mas adelante en la historia Josecito vuel- _ ve a repetir sus saltos, pero ahora al viril Manuel: “Josecito, [...] presen- tado por Arturo, se arrojo una, dos y tres veces al cuello de Manuel, pro- testandole su amistad, ofreciéndole sus servicios y asegurandole que él no _conocia ni dificultad ni peligro, cuando se trataba de servir a los amigos”. Otro rasgo afeminado de Josecito es su incapacidad de mantener un se- _Cteto, es decir, su proclividad al chisme. 75 MEXICO SE ESCRIBE CON J Otro donjuan afeminado en esta novela es don Francisco, seductor de Aurora, uno de los personajes femeninos importantes, tambien aficio. nado a la buena vida, al dolce far niente, cuya recamara denota sus gustos: “El cuarto del petimetre presentaba un aspecto muy singular: casacas, le- vitas, pantalones, chalecos, botas, todos los atavios con que dia por dia se engalanaba como un cémico estaban esparcidos sobre las sillas coloca- das en desorden en medio de la pieza. En el tocador habia multitud de frasquitos de pomadas y aceites olorosos, cepillos chicos y grandes, cos- méticos para tenir el bigote, colorete para la cara, fierros para rizar el ca- bello; y un observador curioso habria descubierto dos corsés y algunos pechos postizos”. Mas alla de la ropa y los cosméticos, la gran pregunta sin resolver en esta descripcion es para qué quiere don Francisco corsés y pechos posti- zos. jSer4 que va a ir al baile de Los 41? ;Tendra esto que ver con su fo- bia al matrimonio y a la condicién de marido?, pues segtin afirma el na- rrador: “le tenfa un positivo horror al casamiento y estaba resuelto a hacer una locura antes que sujetarse a tal humillacion, pues él llamaba indistin- tamente imbéciles a todos los maridos”. Pero sin duda el mas grande afeminado de la literatura mexicana del xix es Chucho el Ninfo, el personaje creado por Cuéllar, tanto que da ti- tulo a la novela de 1871. Aqui se desarrolla con mayor detalle el imagi- nario del afeminado y se reunen elementos sueltos en otros textos ya vis- tos y se les da una mejor organizacién simbdlica. Chucho es hijo unico de una viuda joven y guapa, por lo que se volverd el centro de atencion de su madre. La historia empieza con Chucho bioldgicamente nifio: do- cil, bonito, dulce, aunque también maleducado por la excesiva atencion materna, que lo afemina, no solo a nivel de gestos sino también de vesti- do, pues es tan lindo que su madre lo viste de nifia: “Elena [...] vefa con placer aquel desarrollo; y al notar que las formas del nifio se redondea- ban, abandonaba sin dificultad la idea del vigor varonil, tan deseado en el crecimiento del nifto, y se inclinaba a contemplarlo bajo la forma fe- menil. Elena habia agotado ya todas las modas, y su imaginacion se ha- bia cansado inventando trajecitos fantasticos para Chucho, hasta que un dia le ocurrio vestirlo de mujer. Chucho se exhibié vestido de china. Es- taba encantadora, segin Elena; y como Chucho era objeto de repetidos agasajos en traje de hembra, se aficionaba a esta transformacién que ha- lagaba su vanidad de nifio bonito y mimado”. 76 LA “OTRA ONDA" Es en la escuela donde los otros nifios lo apodan el Ninfo. Ya el advo- tivo Chucho indicaba cercania, familiaridad, una cierta falta de respe- . El agregado de el Ninfo implica una vuelta de tuerca mas, una inver- j6n semantica que alude a una sexual, una referencia culterana en que Jas ninfas siempre son mujeres y donde solo puede existir un ninfo si se ‘es un amujerado. Es una operacion lingiistica equivalente a decir a una mujer “Chucha la fauna”, puesto que los faunos suelen ser masculinos. ‘Dada esta monosexualidad de ninfas y faunos es por lo que suelen cru- _zarse entre ellos. Mas adelante, Chucho nino participa en una procesin religiosa como infantil San Juan Bautista, el santo decapitado, simbolo de castracién si _ nos atenemos a la interpretacién freudiana que iguala decapitar con cas- trar. Quizd como una suerte de augurio textual, Chucho encarna en su - infancia la suerte de quien murio por insultar a la mujer, a Herodias por el grito acusador, a Salomé por la castidad propia y el consiguiente recha- zo sexual (en la version de Wilde), por lo que terminé sin cabeza. Algo de este santo decapitado, castrado simbolicamente, cuando menos impo- tente, anida en el posterior Chucho, ya convertido en joven de 17 afios, preso de su propia apariencia y utilizando a las mujeres en sus constan- tes an/danzas eroticas para acrecentar su propio prestigio y la envidia aje- na de los hombres, cual Bautista travestido como Salomé. A la educacion afeminada, Chucho agrega el lujo y el ocio que le per- miten los recursos paternos, ingredientes necesarios para que se produz- ca un tipo social tan negativo como el suyo, esto a juicio del narrador, que compara a Chucho, a quien llama “gusano social”, con “un animal ponzorioso con alas” (el veneno es la educacién afeminada de la madre, las alas las debia a la riqueza ociosa) y con “esa pequeria vibora de la Tie- rracaliente, que se llama coralillo, vestida con hermosos colores, pero cuya picadura es mortal”. De mas esta mencionar los vinculos diabslicos que la tradicion cristiana asigna a la serpiente, que desde el Paraiso se las ingenia para que los humanos sucumban a lo prohibido. Para desgracia de la joven nacién mexicana, Chucho no es alguien excepcional, sino que tiende a multiplicarse en la sociedad: “Y no se crea que describimos en Chucho un ser fantastico, novelesco y que, a fuer de aparentar originalidad, le prestamos tintas de nuestra propia cosecha, no sefior; por desgracia en esta época y en esta sociedad abundan estos adep- tos del escandalo y de la inmoralidad”. 7 MEXICO SE ESCRIBE CON J Es decir, como Chucho comienzan a haber muchos en el pais y ello no esta bien. Los jovenes pueden ser educados, sin ser afeminados, como ocurre con Carlos, a cuya esposa sin embargo Chucho seduce. Ouro deta- Ile en esta oposicion entre Chucho y el recto Carlos es que, mientras el pri- mero muestra una gran piedad religiosa (rasgo femineo), Carlos es liberal y frio en asuntos religiosos. De hecho, en la oposicion entre liberalismo y catolicismo radica buena parte del clima ideolégico de la novela. Chucho anuncia al tipo del lagartijo porfirista, inmerso en la feria de las vanidades, sobre todo su faceta latente de afeminado. En este sentido queda asociado a las clases altas, como un defecto suyo, como un vicio de los ricos. Chucho es individualista, narcisista, “llego a tener un solo culto: su persona. Un solo deseo: parecer bien”. Su cortejo no se dirige a compla- cer a la mujer sino a acrecentar su prestigio: la otra no es una persona sino un trofeo. Galantea a las mujeres, no las enamora. Prefiere a las ca- sadas porque, por su situacién, son mas vulnerables y no hay que visitar- las tan frecuentemente. Es interesante que en la narracién nunca se men- cione el contacto corporal, ni qué decir sexual, de Chucho con sus conquistas femeninas; todo pareciera que queda a nivel de palabra amo- rosa que el joven sabe esgrimir a la perfeccion, tanto que las cautiva sin dificultad. Las mujeres reciben bien a Chucho, los “hombres sensatos”, los “caballeros”, lo detestan: “— Qué opina usted del Ninfo? ”No es él quien me llama la atencion sino las sefioras. ”—;Por qué? ”—Porque lo aceptan, en lo general, con entusiasmo. ”—Yo creo que se burlan de él. ”—Esté usted en un error, yo crefa lo mismo porque es natural creer que la mujer tiene formado otro bello ideal del hombre; pero no es asi: la mujer tiene sus aberraciones y ésta es una de ellas. Ese joven afeminado no slo es bien recibido, hay algo mas.” Pero jqué dicen las mujeres sobre Chucho? Mercedes, esposa del rec- to Carlos, si bien enamorada del Chucho, dice: “Ayer of decir que es fa- tuo, que es tonto y aun le tacharon de... no sé qué... Y esto en vez de alejarlo de mi memoria, lo acerca a mi, porque lo compadezco; es la en- vidia, porque no es brusco ni ordinario como los demas”. ;De qué habran tachado al pobre Chucho, cuando se le han endilgado tantos defectos e incluso se le ha llamado coralillo y animal ponzofioso con alas, tanto por 8 LA “OTRA ONDA" parte de otros personajes masculinos como por el propio narrador? ;Ten- dra que ver con ese “algo mas” que los “caballeros” perciben en él? Mer- cedes dice no saber, prefiere no recordar, y es algo mas grave que tonto y " fatuo, pero, sea lo que sea, no le importa y sigue adelante en su senti- miento hacia el joven. Sin embargo, Chucho es incapaz de amar a otra persona del sexo que sea pues esta centrado en si mismo, en una suerte de solipsismo erético, enel que un ingrediente clave es la envidia que pueda provocar en otros hombres, ser admirado por los otros “pollos” del medio masculino en que vive. El cortejo de Chucho no lo lleva a enamorarse de la mujer sino a sentir orgullo sobre los otros hombres. Solo entonces Chucho “el nifio”, como le llaman en el rancho, parece transformarse en Jestis el adulto, __ pero esto es espejismo y muy pronto retorna al jugueteo infantil. Chucho, como el don Francisco de la novela de Payno, también abo- rrece la condicion de marido y “juraba a mil cruces que jamas se casaria”, todo lo cual acrecienta su enfrentamiento con los patrones masculinos dominantes, pues no hay en su horizonte de vida fundar una familia ni hacer la guerra ni generar riqueza. En este destino de marginacion por el ocio asumido por Chucho y sus compinches, los “petimetres almibara- dos” segin Rodriguez Galvan, los lagartijos de don Porfirio, hay una ac- titud similar a la del artista finisecular que rechaza el mundo burgués y productivo y se lanza a la bohemia y a la creacion. No en balde también al artista se le acusara de afeminado en la centuria romantica. El siglo xix ve a Chucho y sus afines como hombrecitos, hombres anitiados, que no quieren crecer, ser adultos, tener familias, tiquezas, hacer patria, sino que prefieren asumir el estado narcisista del bello adolescente, aunque peinen (0 pinten) canas. Al ser nifios, entonces no son auténomos, son objetos del control ajeno, masculino, adulto, heteronormativo, igual que ocurri- ra con las mujeres y con los locos. Fantasmas putos y lagartijos jotos en la cancion popular En la literatura culta de la época no hay hombres que tengan sexo con hombres, pues este asunto es de suyo nefando, indeseable, por lo que ni siquiera se le nombra por cuestiones de buenas maneras literarias. Sera 79 MEXICO SE ESCRIBE CON J con el modernismo de los tltimos afios del siglo cuando se comience a escribir del asunto erético con més audacia. Que no se hable de ello en las bellas letras no significa que no hubiera una cierta conciencia social sobre estos hombres desviantes (afeminados) que todavia no son desvia- dos (homosexuales), pues este término se usar hasta el siglo xx, a la sombra de la psiquiatria. También el término “invertido” gustara en esos Ambitos psicologicos y sexologicos y alude a algo, a alguien que va en di- reccién contraria, al revés, de los otros, los “normales”. A diferencia del lenguaje culto, el popular usa 0 crea términos espe- cificos todavia imperantes hoy, como “puto” y “joto”, el primero de larga data en el espafiol, por lo menos desde el siglo xv, segiin Corominas, de espectro semantico variado aunque se perfila sobre todo como “sodomi- ta” o “pasivo” (en el acto sexual, sera), y que pasa a México con la con- quista espaiiola. De hecho el Diccionario de mejicanismos de Francisco Santamaria, en el siglo xx, lo incorpora (no asf joto) de la siguiente ma- nera: “Puto: invertido, afeminado puerco; tipo enfermizo y teratoldgico del pederasta o sodomita”. Notese en esta definicion de diccionario que parece mas bien insulto personal como la decimonénica palabra “afemi- nado” se presenta rodeada de un nuevo lenguaje, ya mas del siglo xx, vin- culado a la inversi6n, la enfermedad y la teratologia; aparecen también la antigua palabra “sodomita” y la intemporal de “puerco”, Si un puto es un afeminado puerco, entonces quiere decir que hay afeminados que no son puercos y que por lo tanto tampoco son putos: Chucho es un buen ejem- plo. Dado que la diferencia entre los dos tipos de afeminados es el con- tacto sexual con otro hombre, entonces la calidad de puerco estriba en te- ner 0 no dicho contacto. Un ejemplo de uso popular de “puto” lo encontramos en el mencio- nado relato en verso de fines del xix en Michoacan titulado El dnima de Sayula, de Tedfilo Pedroza, en que un vivo ansioso de fortuna enfrenta a un fantasma que, a cambio de la riqueza pedida, quiere su “fundillo”. Ast se presenta el fantasma: Me llamo Perico Surres —dijo el fantasma en secreto— fui en la tierra un buen sujeto, muy puto mientras vivi. LA “OTRA ONDA” : Y a continuacion hace su pedido de manera directa y casi procaz: Ando ahora penando aqui, en busca de un buen cristiano que con la fuerza del ano me arremangue el mirasol. El favor que yo te pido es un favor muy sencillo: que me prestes el fundillo tras del que ando tiempo ha. Las talegas que ti buscas aqui te las traigo colgando; ya te las iré arrimando ala puerta del fogon.... Aqui la condicion de “puto” esta inequivocamente relacionada con el contacto sexual de tipo anal, sodomia en su forma clasica, no con afemi- namiento, delicadeza o sensibilidad. En pleno porfirismo, en 1901, se produce el escandalo de Los 41, un “baile de sefiores solos”, de “afeminados”, “de vestidos de mujeres” —se- gtin los titulos periodisticos—, un baile tan depravado que supera inclu- so a los aquelarres medievales. Un articulo en el periddico El pats, con- servador y catélico, usa en un solo parrafo las siguientes palabras para explicar su sentir sobre tal fiesta: “mal”, “estragos del error”, “libertinaje”, “abismos de aberraciones”, “sensualidad”, “desenfrenada licencia”, “libe- talismo”, “degeneracion”, “frutos nefandos”, “depravacién”... Desde su Optica conservadora, el articulista aprovecha la ocasion para atacar al li- beralismo porfirista, cuando vincula tales aberraciones con liberales y progresistas: la modernizacién propiciada por el régimen serfa responsa- ble de tan lamentable estado de cosas. La autoridad responde con dure- za exacerbada sobre los 41 detenidos, como para aplacar a las voces acu- sadoras, y exilia a 19 de ellos a Yucatan, en medio de permanentes vejaciones, desde su detencion hasta su traslado. Si no se van todos, es porque hay influencias y dinero de por medio, pues buena parte de ellos son “hijos de buenas familias”. En La Patria se lee este pasmo burgués: “Lo vergonzoso y altamente irritante es que entre los aprehendidos hay muchos que han figurado en el boulevard de Plateros”, mientras El Pais 81 MEXICO SE ESCRIBE CON J habla de “jovenes que dia a dia paseaban por los boulevards ostentando sus trajes perfectamente pegados a moda y llevando ricas joyas”. Se trata, pues, de los famosos lagartijos, que antes eran afeminados y que ahora son jotos, 0 mejor en diminutivo, a la usanza mexicana: “jotitos’, como puede apreciarse en las cuartetas que acompafiaron los grabados de José Guadalupe Posada sobre tal evento. El primer grabado en hoja suelta Ilevaba los titulares: “Los 41 mari- cones encontrados en una baile de la Calle de la Paz el 20 de noviembre de 1901. Aqui estén los Maricones muy chulos y coquetones”. Vienen luego 14 cuartetas distribuidas asi: la primera es introductoria y nos avi- sa de “un gran baile singular”, y las dos siguientes nos presentan de for- ma directa el asunto: Cuarenta y un lagartijos Disfrazados la mitad De simpdticas muchachas Bailaban como el que mds. La otra mitad con su traje, Es decir de masculinos, Gozaban al estrechar A los famosos jotitos. Si alguien dudaba de la sospecha popular sobre la conducta sexual de los lagartijos, dandis del modernismo de clases medias y altas, pue- de ver esta composicion en que quedan vinculados “lagartijo” y “jotito”. Después hay un desarrollo de cinco cuartetas (cinco de 14 es una bue- na proporcion), en que viene la descripcion de los hombres vestidos de mujer (fascinacion masculina y fetichista por los objetos de la mujer): pelucas, abanicos, aretes, maquillaje, que me remiten al cuarto de don Francisco, el donjuén femieo de Payno, donde habian corsés y pechos postizos: Llevaban buenos corsés Con pechos bien abultados Y caderitas y muslos... Postizos... pues esta claro. 82. LA “OTRA ONDA” , Tras la descripcion fisica y gestual, viene una cuarteta que apunta a mostrar su aspecto moral, que, por supuesto, debera encender la indig- nacion del lector: Se trataba, segun dicen, De efectuar alegre rifa De un nino de catorce aos, Por colmo de picardias. En los aquelarres y misas negras los nifios son sacrificados. También en la fiesta de Los 41. Alla corrfa sangre, aqui semen. Quedan asi unidos enel discurso afeminamiento y pedofilia, asunto que no tenia que ver con el evento histérico, aunque si en la mente prejuiciada del autor. Tras una cuarteta de transicion se llega a otra que abre la represion: iPum, que los gendarmes entran Sorprendiendo a los jotones! Y aquello st fue de verse. iQué apuros y qué aflixiones! Atras quedaron los diminutivos de jotitos y mariquitos de cuartetas anteriores; ahora se tornan jotones a los que hay que reprimir y castigar, maricones y maricazos a los que hay que exiliar a Yucatan, como puede verse en otto grabado. Tras la represion, dos cuartetas para describir la teaccion de lagrimas, gritos y ladridos, y una ultima para decir que nin- gin joton se escapo. Puede el lector porfirista quedar tranquilo. Como vemos, ya sea en los sectores populares, o en los conservado- tes y catdlicos, se generan discursos de aberracion y castigo, centrados en los afeminados 0 jotos, en un caso para acusar a las clases altas de corrup- tas, en el de los otros para mencionar los males liberales. Después del es- candalo de Los 41, que torno visible una sexualidad masculina con los pares de género y no solo una conducta amanerada, la sociedad mexica- na se vio en la necesidad de nombrar eso que se esquivaba entre los tu- les y sedas del afeminamiento, para dar cabida a nuevas formas de pen- sar lo sexual y a una nueva categoria: al decir de Carlos Monsivais, se da “la invencion de la homosexualidad en México”. Mas adelante, en el am- bito de las polémicas estéticas y politicas se aplicara tal categoria, no tan- 83 MEXICO SE ESCRIBE CON J to a los modernistas sino a una generacion posterior, a los Contempora- neos. A lo més que llegaron los poetas del modernismo fue al dandismo amanerado, a cierto lagartijismo decadente, excepto en el caso de un au- tor mas bien tardio en ese movimiento, Porfirio Barba Jacob, quien ex- preso de forma clara y directa en poesia y vida su propio homoerotismo, vivido bajo el signo de la culpa, pero al menos vivido, no reprimido, como pudo haber sido en otros casos. La muestra de textos del siglo xix revisados presenta personajes ama- nerados, en cierta forma caricaturescos, como los jotitos de Posada, que pasan de ser una curiosidad masculina, mal vista por su afeminamiento pero tolerada con cierto humor, a un peligro para la nacion, encarnacion del vicio y la degradacién, pues sexo y moral iban de la mano tanto en la Inglaterra victoriana como en el México porfirista (y después revolucio- nario). Aqui, las letras de la época prefirieron ignorar, no nombrar el sexo entre iguales de género, como a su manera habia hecho la Colonia con el “sodomita” y como se hara en el siglo xx, primero con el “homosexual” y luego con el “gay”. Sin embargo, esta la figura del afeminado, que supo- ne el cuestionamiento de un cierto ideal masculino, una incipiente criti- ca de género, y, por supuesto, una condicién marginal y vilipendiable. éSera que el afeminado del xix es un homosexual que no puede de- cir su nombre pues no tiene palabras para ello? Si lo interpretamos retros- pectivamente, podria ser. De hecho el afeminamiento, pese a las nuevas categorias del xx (psiquiatricas o militantes), siguio y ha seguido siendo un elemento clave para la conformacién de identidades homosexuales, sobre todo a nivel popular, como puede apreciarse por ejemplo en los medios de comunicacién, que suelen mostrar como sindénimos homose- xualidad y afeminamiento, usan el ridiculo para caracterizar al otro: a la alteridad sexual debe corresponder una alteridad gestual. Pareciera que, sin gestos amujerados, el homosexual se torna invisible, indistinguible, y entonces puede ser mas peligroso. Hay que reconocer también que los propios involucrados retomaron en sus formulaciones de identidad estos aspectos afeminados, ya no como boba mimesis de lo supuestamente femenino (segun lo hizo el dis- curso literario del xix), sino como artilugio de imagen para transgredir el orden social, como a su manera habian hecho en el siglo xix dandis, afe- minados y lagartijos. La voz heteronormativa del xix ridiculiza y censura un modelo masculino disminuido. En el xx, las voces de los antes descri- 84 LA “OTRA ONDA” y que ahora se describen a si mismos, a veces retoman esos rasgos afe- jnados pero con connotaciones mas criticas y reivindicativas. Ya no se yusca la risa que denigra sino la que hace reflexionar. En el nuevo siglo antes afeminado solitario padece metamorfosis que lo multiplica, que transforma en legion de homosexuales, de gays, de travestis, de tran- les, en fin, el variopinto espectro de la diversidad sexual DEL ESCARNIO A LA CELEBRACION Prosa mexicana del siglo XX VAG ORs uF EXD-ER In GiO-* T-OuRiR ES: En los albores del siglo xx, el homosexual, aunque todavia no se emplee dicha categoria, aparece de forma inequivoca en la narrativa mexicana con la publicacién de Los 41 (1906), de Eduardo A. Castrején (;?-{?), no- vela que toma como punto de partida el arresto de 41 individuos, algu- nos con indumentaria femenina, ocurrido el 17 de noviembre de 1901 en la Ciudad México. Dicha “aparicién” no pudo ser mas funesta, pues la homofobia es una constante del texto a partir de la nota introductoria: “El autor del libro deja sentir la fuerza de su imaginacion, detalla cuadros y flagela de una manera terrible un vicio execrable, sobre el cual escupe la misma sociedad, como el corruptor de las generaciones”. Cuatro personajes dominan la accion: Ninén y Mim{, y sus respecti- vas novias, Judith y Estela. El texto, prodigo en emplear toda clase de epi- 86 LA “OTRA ONDA” etos hacia el homosexual: “rufianes”, “bastardos”, “parasitos”, “afemina- ”, “prostituido”, “monstruos”, “maricones”, condena por igual a arist6- tas y burgueses. Por eso, los tinicos personajes que se “redimen”, Ni- n y Estela, son justamente los que unen sus destinos a miembros de la trabajadora. No es de extrafiar que la obra lleve por subtitulo: “no- la critico-social”. Detras de esta novela con un claro tono moralista hay texto panfletario, de corte antiburgués, encaminado a exaltar las vir- sudes de la clase obrera. La novela repite los consabidos estigmas y clichés en torno al homo- 1, de forma que se le caracteriza como un invertido, un tercer sexo e asume una identidad femenina. Consona con el discurso dominante la €poca y las ideas populares en torno al homosexual, el afeminado del siglo xix es aqui un ser abyecto, cuyas “nefandas aberraciones” repre- ‘sentan una amenaza para la moral y las buenas costumbres. Mientras el discurso médico establece que la homosexualidad es una perversién y su- giere que el homosexual lleva los signos de su anomalia en su propio semblante —como sefiala Michel Foucault en Historia de la sexualidad (1977)—, Castrején postula su propia teorfa que coloca el origen de la homosexualidad en el ocio y la riqueza. Los prejuicios evidentes en el texto reflejan el repudio abierto que imperaba en la época hacia el homosexual. Segtin Ian Lumsden en su es- tudio Homosexualidad, sociedad y Estado en México (1991), en las prime- tas décadas del siglo xx, no obstante contar con la proteccién legal del _ Codigo Napolesnico, adoptado durante la ocupacion francesa, que esti- pulaba que los actos sexuales entre adultos no constitufan un crimen, el homosexual, en particular el de comportamiento afeminado, era objeto de prejuicios sociales. Por eso, es comin que el homosexual recurra a la clandestinidad para crear sus propios espacios, como lo testimonia Salva- dor Novo (1904-1974) en su libro de memorias La estatua de sal (1989). Si bien en la narrativa se observa un silencio en torno al tema, la pre- sencia se manifiesta en otros géneros, como afirmé José Joaquin Blanco en la entrevista que le realizo Clary Loisel, publicada en la Revista Mexi- cana de Literatura Contemporanea: “La influencia gay mexicana, escasa en relatos, ensayos y teatro, era sin embargo riquisima y magistral en poesia: _ Pellicer, Villaurrutia, Novo”. Este silencio se interrumpe en 1953 con la publicacion de la novela Fabrizio Lupo, de Carlo Coccioli (1920-2003), autor italiano radicado en México, que también fue colaborador del pe- 87

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