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CARL SCHMITT EL CONCEPTO DE LO POLITICO CIENCIAS SOCIALES Alianza Editorial 48 Carl Schmitt nombre de revoluciones de Ambito mundial. Baste recordar la ma- xima con la que los ejércitos alemanes prusianos esperaban vencer al partisano: la tropa combate al enemigo, pero al merodeador. lo, climina la policia. : También en esa otra forma moderna de hacer la guerra ahora, la llamada guerra firfa, se quicbran todos los ejes conceptuales que so- portaban antes el sistema tradicional de delimitar y regular la gue- tra. La guerra fria se burla de todas las distinciones clasicas entre guetta, paz y neutralidad, entre politica y economia, entre militar y civil, entre combatiente y no combatiente; lo unico que mantiene es la distincién entre amigo y enemigo, cuya estricta consecuencia constituye su ofigen y esencia. No es de extrafiar que la vieja palabra inglesa foe haya desperta- do de su largo Jetargo arcaico de cuatrocientos afios, y que en los dos ditimos decenios haya empezado a volver a usarse junto a enemy, é¥ cémo podria mantenerse viva una reflexién sobre la distincién entre amigo y enemigo en una época que produce medios nucleares de aniquilacién y desdibuja al mismo tiempo la distincién entre guerra y paz? El gran problema es y sigue siendo la delimitacién de la guerra, la cual no sera sin embargo mds que un juego cinico, una representacion de dog fight, o un autoengafio sin contenido, si no se la vincula por ambas partes.con una relativizacién de la hosti- lidad. 4] prologo a la reimpresién-de un escrito breve no puede pro- ponerse tratar exhaustivamente de estos problemas ni compensar las obyias lagunas y deficiencias de un texto de hace treinta afios. Tampoco vale la:pena que intente reemplazar a un libro que esta por escribirse. Es mejor contentatse con ofrecer algunas indicacio- nes sobre Jas causas que explican que se: haya mantenido vivo el in- terés por esa obra y que'han hecho aconsejable su. reimpresion. Marzo 1963 Cart Scumirr EL CONCEPTO DE LO POLITICO (Texto de 1932) El concepto del Estado supone el de lo politico. De acuerdo con e} uso actual del término, el Estado es el status politico de un pueblo organizado’en el interior de unas frontetas territoriales. Esto es tan sélo una primera aproximacién, que no intenta determinar concep- tualmente el Estado, cosa que tampoco hace falta, pues lo que inte- resa aqui es la esencia de lo politico. Por el momento podemos dejar en suspenso cual es la esencia del Estado, si es una maquina o un or- ganismo, una persona o una institucién, una sociedad o una comu- nidad, una empresa, una colmena o incluso una «serie basica de procedimientos». Todas estas definiciones y similes.presuponen o anticipan demasiadas cosas en materia de interpretacién, sentido, ilustracién y construccién, y esto las hace poco adecuadas como punto de partida para una exposicién sencilla y elemental. Por el sentido del término y por la indole del fendmeno histérico, el Esta- do representa un determinado modo de estar de un pueblo, esto es, el mode que contiene en el caso decisivo la pauta concluyente, y por esa razén, frente a los divetsos sfatus individuales y colectivos teéricamenie posibles, él és el staéus por antonomasia, De momento no cabe decir mas. Todos los rasgos de esta maneta de representdr- selo -—sfatus y pueblo— adquieren su sentido en, virtud del tasgo \ 49 eee 50 Carl Schmitt adicional de lo politico, y se vuelven incomprensibles si no se en- tiende adecuadamente la esencia de lo politico. Es raro encontrar una definicién clara de to politico. En gene- ral la palabra se utiliza sélo negativamente, en oposicién a otros conceptos diversos, por ejemplo en antitesis como la de politica y economia, politica y moral, politica y derecho, y a su vez, dentro del derecho, entre derecho politico y derecho civil etc. Hs cierto que, dependiendo del contexto y de Ja situacién concreta, este tipo de contraposiciones negativas, en general més bien polémicas, pucden llegar a arrojar un sentido suficientemente claro. Pero csto no equi- vale todavia a una determinacién de lo especifico. Casi siempre lo «politico» suele equipararse de un modo u otro con lo «estatal», o al menos se Jo suele referir al Estado®, Con ello el Estado se muestra t La contraposicién de derecho y politica se confunde Crecuentemente con In de derecho civil y derecho piblico, por ejemplo, Blunstschli, Adgemeines Staalsrecht (1868), p. 219: «La propiedad es un concepto del derecho privado, no un concepto politico.» La significacién politica de esta antitesis quedé de manifiesto con paxti- cular nitidez en las explicaciones que se dieron de In expropiacion del patrimonio de las casas antes reinantes en Alemania en (925 y 1926; sirva de ejemplo la si- guiente frase tomada del discurso cel diputade Dietrich (Sesién del Reichstag del 2 de diciembre de 1925, informes 4717): «Somos de la opinién de que de lo que se trata aqui no es en ningda caso de cucstiones propias del derecho privado, sino Gnicamente de cuestiones politicas» (Gritos de «muy bient» entre los demécratas y la izquierda). 2 "También en Ins definiciones de lo politico que utilizan el concepto del «po- dem como tasgo decisivo, este poder aparece en general come poder del Estado, por ejemplo en Max Weber: aspizacién a participar en el poder o a influir sobre su distribucién, bien entre Estados, bien dentro del estado entre los grupos humanos que éste abarca; o bien: «La direccién e influencia sobre une asociacién politica, 0 To que es lo mismo en la actualidad: de un Estado» (Politié als Bernf, 2.2 ed., 1926, p. 7), 0 bien (en Parlament snd Regierang im nengeordneten Denschland, 1918, p. 51): ala esencia de Ia politica, como seguiremos teniendo que recordar con frecuencia, es lucha, competencia por hacerse con aliados y con seguicores voluatarios.» H. Tric- pel, Staatirecht und Poltit, 1927, p. 16, dice: «Hasta hace pocos decentos la politica sc ha entendido lisa y Ianamente como teoria del Estado... Waitz, por ejemplo, ca- lifica a la politica de elucidacién cientifica de las relaciones y cireunstancias del Es- tado, por referencia tanto a la evolucién histérica de los Estados en general como a las circunstancias y necesidades dei Estado actual Triepel procede a continuacién acriticar con argumentos vilidos y comprensibles ta aparieneia de apoliticidad, de consideracién apuramenten juridica, de Ia escuela de Gerber y Laband, asi como Ios intentos de proseguirls en la postguerra (Kelsen). No obstante, Triepel no llega aadvettir el sentido puramente politico de tal pretensién de «pureza apoliticay, ya que sigue aferrado a la ecuacién politico = estatal. De hecho, y como veremos mis * adelante una y otra vez, una manera particularmente tipica ¢ intensiva de hacer a i BI concepto de lo politico 51 como algo politico, pero a su vez lo politico se muestra como algo estatal, y éste es un citculo yicioso que obviamente no puede satis- facer a nadie, En la bibliografia jurfdica se encuentran muchas aproximacio- nes a lo politico de cardcter andlogo. Pero cuando no persiguen un objetivo politico polémico, suele haber que entenderlas.desde el in- terés practico-técnico propio de las sentencias juridicas o adminis- trativas sobre casos individuales. Por regla general su significado deriva del hecho de que presuponen que el Estado en cuyo marco se mueven no es problemitico. Existe por ejemplo jurisprudencia y bi- bliografla sobre el concepto de vasociacién politican o de la areu- nién politica en el derecho de asociaciones*; y por otto lado la practica del derecho administrativo francés ha intentado fundar un politica consiste justamente en calificar al adyersatio de politico y a uno mismo de apolitico (lo que en este contexto significa algo asi como cientifico, justo, objetivo, no partidista, etc.). 3 De'acnerdo con el articulo 3, parte 1 del Deutsches Reichsvereinsgesetz del 19 de abril de 1908, es asociacién polftica «toda asociacién que tiene por objeto in- Quir en Ins cuestiones politicas». I3n ta prictica, tales cuestiones politicas vienen a ser aquellas que se refieren a Ja conservacién 0 modificacién de ia organizacion es- tatal, oa Ia influencia sobre las funciones de! Estado o sobre Jas corporaciones de derecho piiblico integradas en él. En el marco de este tipo de especificaciones se produce habitualmente una transicién sin solucién de continuidad entre las cues- tiones politicas, las estarales y las publicas, Hasta, 1906 (Sentencia del Kammerge- richt del 12 de febrero de 1506, Jolow 31 C. 32-24) en Prusia ta peietica judicial contemplé bajo Ia VO, del 13 de marzo de 1850 (GesS, p. 277) toda actividad de asociaciones eclesiisticas y religiosas sin cualidad corporativa, incluso las sesiones de meditacién religiosas, como influencia sobre cuestiones piblicas o explicitacién de Jas mismas; sobre el desarrollo de tal practica, cft. H. Geffcken, «()ffentliche Angelegenhcit, politischer Gegenstnd und politischer Verein nach preuBischem Recht», Festschrift {-E. Friedter, 1908, pp. 287 y ss, Cuando se produce el reconoci- miento judicial del caricter no estatal de las cuestiones religiosas, culturales, soci: les, etc., ello proporciona un indicio importante, incluso decisivo, de que determi imbitos quédan apartados del Estado y su dominio en calidad de esferas de influencia ¢ interés de determinados grupos y organizaciones, Lo cual, en el len- guaje del siglo xux, significa que la «sociedad» se enfrenta con el «Estadon como Ambito auténomo respecto de él, Si Ja teoria del Estado, la ciencia juridica y las ex- presiones al uso siguen partiendo de que politico ¢s lo mismo que estatal, hay que Hegar a la conclusién (no por logicamente imposible menos inevitable, al parecer, en Ia prictica) de que todo fo que no ¢s estatal, lucgo todo lo «socials, jes por lo tan to apoliticol Esto es en parte un error debido a la ingenuidad, y que contiene toda una serie de cjemplos.ilustradores de la doctrina de V. Pareto sobre residuos y deri- vaciones (Titorie de Sociolagie générale, ed. francesa de 1917 y 1919, I, pp. 450 y ss., II, pp. 785 y'ss,}j pero es también, en union apenas discernible con ese error, un me- 52 © Cart Schmitt concepto del amévil politico» (mobile politique) con.el fin de poder distinguir con su ayuda entre actos gubernainentales «politicos» (ae-. Jes de gonternement) y actos administrativos «no politicos», y sustraer asi los primeros al control de la justicia administrativas. Este tipo de determinaciones conceptuales, que deben su origen a las necesidades de la prictica juridica, no pretenden-en el fondo otra cosa que proporcionar un asidero practico pata la delimitacién jo tactico de Ja mayor utilidad y eficacia dentro de Ja lucha politica interna con el estado vigente y su organizacién especifica, 4 Jéze, Les principes généraux du droit administratif I, 3.* ed., 1925, p. 392, para quien toda esta distincién ao es sino cuestion de opportunité politiqae, También R. Alibert, Le contrile jurisdictionnel de Padministration, Pacis, 1926, pp. 70 y ss. Mas bi- bliografia en R. Smend, Die poltinebe Gemalt im Verfussungsstaat and das Problem der Staatsform, Festschrift Kahl, Tubingen, 1923, p. 16; también Merfassung und Verfas- sunggrecbl, pp. 103, 133, 154, y cl informe contenido en las publicaciones del Insti- tut International de Droit Public, 1930; alli también los informes de R. Laun y P. Duez, Del de Duez (p. 11) tomo una definicién particularmente interesante cnt re- lacién con él criterlo de lo politico (orientacién segiin amigos y enemigos) pro- puesto en estas paginas: In del acte de gouvernement cspecificamente politico, y que procede de Dufour (ci ’époque le gran constructeur de la théorie des actes de gou- vernementy), Trai#é de Droit Administratif appliqué V, p. 128: ace qui fait lacte de gouvernement, c'est le but que se propose auteur, L’acte qui a pour but la défense de la societé prise en elle-méme ou presonnifié dans le gouvernement, contre ses ennenis intérieurs ou extérieurs, avoués ou cachés, présents ou 4 veniz, voild Pacte de gouvernement, La distincién entre «actes de gouvernement» y «actes de simple administrationy obtuyo una nueva significacién cuando en junio de 1851, en la Asambléa Nacional francesa, se discutié sobre la responsabilidad parlamentazia del Presidente de 1a Republica, y el Presidente pretendJa asumir la responsabilidad propiamente politica, esto és, la de los actas de gobiernd; cfc. Esmein-Nezard, Droit Cons- vitutionnel, 7.2 ed. I, p, 234. Distinciones andlogas en la elucidacién de las competen- cias y atribuciones de un «Geschiftsministerium» segtin art, 52, parte 2 de In Cons- titucién Prusiana a propésito de la cuestidn de si tal «ministerio ejecutivon slo de- beria evacuar Jos asuntos «corrientes» ene} sentido de asuntos pollticos; cfr. Stier- Soimlo, Arch, 3. R. 9 (1925), p. 233; 1. Waldecker, Kommentar zur PrenBischen Verfas- sung, 2.2 e0., 1928, p. 167, y la sentencia del Staatsgerichtshof del Deutsches Reich del 21 de noviembre de 1925 (RGZ 112, Apéndice, p. 5). No obstante, aqui se prescinde cn Ultima instancia de toda distincién entre asuntos cotrientes (no poli- ticos) y otros (politicos). Sobre In contraposicién entre asuntos corrientes (admi- nistracién) y politica reposa el articulo de A. Schiiffles, «(ber den wissenschaftli- chen Begriff der Politikn, Zeitschrift flr die gecante Staatsvissenschaft 53 (1897); Karl Mannheim, /deologie ud Utopie, Born, 1929, pp. 71 y ss., recoge esta contraposicion como «punto de partida y orientacién», De naturaleza andloga son también distin- clones como la de que la ley (0 el derecho) es politica solidificada, que la politica es ley (0 derecho) en curso de producctén, que lo uno es estitico y lo otro dindmi- co, ete, El concepto de lo politico 53 f de los diversos supuestos de hecho que se producen dentro de un Estado en el marco de su practica juridica, Su objetivo no es una de- finicién general de lo politico. Por eso su referencia al Hstado 0 lo estatal no causa mayores problemas mientras siga siendo posible considerar el Estado y sus instituciones como algo firme, légico y natural, Lo mismo ocurre con las determinaciones conceptuales ge- nerales de lo politico que se agotan en la referencia al'«Estadom se entienden, y ticnen en esta medida su justificacién cientifica, cn tanto en cuanto el Estado constituye de hecho una magnitud clara e inequivocamente determinada, en neta contraposicion a los grupos € instancias «no politicos», es decir, en tanto en cuanto el Estado mantenga el monopolio de lo politico. Asi ocurtia alli donde, como . en el siglo xvin, el Estado no reconocfa «sociedad» alguna como antagonista, o al menos donde (como en Alemania durante el xix y parte del xx) el Estado, como poder estable y distinto, se encontra- ba por encima de la «sociedad». Por el conttario la ecuacién estatal = politico se yuelye inco- rrecta ¢ induce a error en la precisa medida en la que Estado y socie- dad se interpenetran reciprocamente; en la medida en que todas las f, instancias que antes eran estatales se vuelyen sociales y, a la inversa, todas las instancias que antes eran «meramente» sociales se yuelven estatales, cosa que se produce con cardcter de necesidad en una co- , munidad organizada democraticamente, Entonces los ambitos an- f tes «neutralesy —religién, cultura, educacién, economia— dejan Bde ser naturales en el senticlo de no estatates y no politicos. Como f concepto opuesto,a esas neutralizaciones y despolitizaciones de im- f portantes dominios de la realidad surge un Estado sofa/ basado en la f identidad de Estado y sociedad, que no se desinteresa‘de ningiin do- minio de lo real y esta dispuesto en potencia a abarcarlos todos. De }acuerdo con esto, en esta modalidad de Estado éodo es al menos po- f tencialmente politico, y la referencia al Estado ya no esté en condi- yciones de fundamentar ninguna caracterizacién especifica y distin- Btiva de lo «politico», Este desarrollo tiene su punto de partida en el Estado absoluto del Bxviu, pasa por el Estado neutral (no intervencionista) del x1x y Hega al ¢ Estado total del xx (cfr, Carl Schmitt, Der Hater der Verfassung, Tibingen, 1931, pp. 78-79). La democracia se ve obligada a cancelar todas las distin- fclones que caracterizan al liberalismo decimondnico, y al eliminar la opo- sicién entre Estado y sociedad (entre lo politico y lo social) tiene que dejar 54 Carl Schmitt también en suspenso Jas contraposiciones y escisiones correspondientes a la situacién del xrx: teligioso (confesional) ... a politico cultural teens en oposicién a politico econdémico . + en oposicién a politico juridico v6.6... en oposicién a: politico Cientifico see... eee cn uposicién a politico asf como otras muchas antitesis desde luego polémicas y por eso mismo a su vez politicas. Los pensaclores mas profundos del xrx advirtieron esto tempranamente. En las Wellgescbichiliche Betrachtungen, de Jacob Burckhardt (de alrededor de 1870) se encuentran una serie de frases sobre la «demo- cracia, esto es, sobre una acepcién del mundo en la que confluyen mil fuentes diversas, y que posee a su vez un contenido muy diferente segiin cl estrato del que proceden sus adictos, pero que es consecucnte ey au punto: nunca le pazece suficiente el poder del Estado sobre el individuo. De ese modo desdibuja la frontera entre Eilado y sociedad, asigna al Estado todo cuanto supone que no va a hacer Ja sociedad, pero se empefia en que éedo sea slem- pre discutible y mévil, y acaba reivindicando para ciertas castas un dere~ cho especial al trabajo y a Ia subsistencian, Burckhardt advierte también con claridad Ja contradiccién entre democracia y Estado constitucional li- beral: «As pues el Estado debe ser por una parte la realizacién y la expre- sién de la idea de cultura de cada partido, pero por Ja otra s6lo debe consti- tuir el ropaje visible de la vida civil y ser ciertamente omnipotente, jpero sélo ad boc! Tiene que poder todo lo imaginable, pero nada le debe estar per- mitidos en particular no le debe estar permitido defender su propia forma vigente contra ctisis alguna... pero eso si, todo el mundo quisiera tomar parte en su ejercicio del poder, Y asi, mientras la forma del Estado se vuel- ye cada vez més discutible, el dmbite de su poder es cada vex mas extenson (Ed. de Krones, pp. 133, 135, 197). — En un principio la teoxia del Estado alemana se atuyo (bajo Ja influen- cia de] sistema de la filosofia del Estaclo hegeliana) a Ja idea de que ¢] Bsta- does cualitativamente distinto de la sociedad y algo superior a ella, Un Es- tado situado por encima de ta sociedad podria calificarse de universal, pero no de total en el sentido contemporanco de la negacién polémica de un Bstado neutral (respecto de cultura y economia), para el cual in econo- mia y su detecho son Titeralmente y ev ipso algo apolitico. Sin embargo a partir de 1848 la distincién cualitativa entre Estado y sociedad, que sostic- nen ain Lorenz von Stein y Rudolf Geist, empieza a perder su nitides original. Fin mi ttatado Aigo Preuss, sein Staatsbegriff und seine Stellung in der dentschen Staatslebre (Flugo Preuss: su concepto det Estado y sw posiciéy en la teorta del Estado alemana, Tubingen, 1930), he mostrado las lineas fundamentales de la evolucién de Ia teoria del Estado en Alemania, que a despecho de ciertas BI concepto de lo politico 55 restricciones, reservas y compromisos no deja en ultimo extremo de seguir el paso del desarrollo histérico hacia una identificacién democritica de Estado y sociedad. En A, Haenel puede advertirse un interesante estadio intermedio, de . corte nacional-liberal, dentro de este proceso. En sus Studien enn deutschen Staatsrecht IT (Estudios sobre el derecho politica alemin), 1988, p. 219, y en Deste« ches Staatsrecht I (Derecho politica alemin), 1892, p. 110, habla del «evidente error de generalizar el concepto del Estado hasta hacer de él un concepto de la sociedad humana en generals. Para él el Estado constituye una «orga nizacidn sociai de naturaleza peculiar», que se suma a otras organizaciones de naturalezas diversas existentes en la sociedad, pero «que s¢ eleva por en- cima de ellas y las abatcan; y si ef objetivo conuin a todas cllas es cierta- mente «universal», lo es sin embargo tan slo por referencia al cometido concteto de delimitar y articular las fuerzas y voluntades que actuan en la so- ciedad, esto cs, en Ia funcion especifica que conviene al derecho, Haenel des- califica también por incorrecia la idea de que, al menos ev potencia, e! Bsta- do tendzia también como objetivo propio todos los objetivos sociales de ia humanidad; el Estado es pues para él en efecto universal, pero en modo al- guno total, . El paso mas importante en esta evolucién es la teoria de la Genossen- schaft de Gierke (el primer volumen de su Dentiches Genassenschaftsrecht apa- recié en 1868). Aqui el Estaclo se concibe como'una corporacién de natu- taleza esencialmente ital a la de las demas corporaciones. Bien es verdad que junto a los elementos corporativos tenfan que integtarse en el Estado tam- bién elementos de dominio, y que éstos aparecen unas veces con més relie- ve y otras con menos, Pero como se trataba en cyalquier caso de una teoria de Ja corporacién, no de una teoria del Estado como estructura de domi- nio, las consecuencias democraticas de su posicién se imponian por si mis- mas, En Alemania extrajeron esas consecuencias Hugo Preuss y K. Wol- zendorff; en Inglaterra en cambio condujeron a teorfas del pluralismo (cfr. sobre esto inf, p. 40). A propésito de la doctrina de Rudolf Smend sobre la integracién del Estado, y a reserva de ulteriores investigaciones, creo poder afirmar que se corresponde con'una situacién politica en la que ya In sociedad no es obje- to de integracién en un'Estado preexistente (como ocurre con la burguesia alemana en ej Estado monarquico del xix), sino que es ella misma la que debe integrarse en el Estado incorporandose a él. Que una situacién de esta naturaleza lleva consigo la exigencia de,un Estado total queda de ma- nifiesto con Ja mayor claridad en la observacién de Smend (Verfassung und Verfasanngsrecht, Constitncitir y Derecho Conslitncional, 1928, p. 97, nota 2) propésito de una frase de H, Trescher (en Ia tesis doctoral de éste sobre Montesquieu y Hegel, 1918), que dice que la teoria de la divisién de pode- tes de Hegel representa «la mds viva penctracién de sodas las esferss socia- les por el Estado, con el objetivo general de ganar para la totalidad de éste 56 Carl Schmitt Jedas las Fuerzas vitales del cuerpo del pueblo». Pues bien, Smend afirma que éste es «exactamente el concepto de integracién» de su libro sobre la Constitucién. En realidad es el Estado total, que ya no conoce nada gue ueda considerarse como absolutamente apolitico, el que tiene que elimi- nat la despolitizacién cel xix, poniende asf final axioma de una economia libre (apolitica) y de un Fstado libre respecto de tn economia. 2 Sise aspita a obtener una determinacién del concepto de lo po- litico, la tinica via consiste en proceder a constatar y a poner de ma- nifiesto cudles son las categorias especificamente politicas. Pues lo politico tiene sus propios criterios, y éstos operan de una. manera muy peculiar en relacién con los diversos dominios mas 0 menos independientes del pensar y el hacer humanos, en particular por re- ferencia a lo moral, lo.estético y lo econédmico. Lo politico tiene que hallarse en una serie de distinciones propias ultimas a las cuales pueda reconducitse todo cuanto sea accién politica en un sentido especifico, Supongamos que en el dominio de lo moral la distincidn ultima es la del bien y el mal; que en lo estético lo es la de Jo bello y lo feo; en lo econémico la de lo beneficioso o lo perjudicial, o tal vez la de lo rentable y lo no rentable. El problema es si existe alguna distin- cin especifica, comparable a esas otras aunque, claro est#, no de la misma o parecida naturaleza, independiente de ellas, auténoma‘y que se imponga por si misma como criterio simple de lo politico; y si existe, scudl es? : Pues bien, la distincién politica especifica, aquella a la que pue- den reconducirse todas las acciones y motivos politicos, es la distin- cién de.amigo 3 enemigo. Lo que ésta proporciona no es desde luego una definicién exhaustiva de lo politico, ni una desctipcién de su contenido, pero si una determinacién de su concepto en el sentido de-un criterio. En la medida en que no deriva de otros criterios, esa distincion se corresponde en el dominio de lo politico con los crite- rios relativamente auténomos que proporcionan distinciones como la del bien y el mat en lo moral, ba de belleza y fealdac en lo estético, etc, Es desde luego una distincién auténoma, pero no en el sentido de definir por si misma un nuevo campo de la realidad, sino en el sentido de que ni se funda en una o varias de esas otras distinciones ni se la puede reconducir a ellas. El concepto de lo politico 37 Si la distincién entre el bien y cl mal no puede ser identificada sin mas con las de belleza y fealdad, o beneficio y petjuicio, ni ser seducida a ellas de una manera directa, mucho menos debe poder confundisse la oposicién amigo-enemigo con aquéllas. Et sentido de la distincién amigo-enemigo es marcar el grado méximo de in- tensidad de una unién o separacién, de una asociacién o disocia- cién. Y este criterio puede sostenerse tanto en la teorfa como en la practica sin necesidad de aplicar simultaneamente todas aquellas otras distinciones morales, estéticas, econédmicas y demas. El ene- migo politico no necesita ser moralmente malo, ni estéticamente feo; no hace falta que se etija en competidor econdmico; e incluso puede tener sus ventajas hacer negocios con él. Simplemiente es el otro, el extrafio, y para deteeminar su esencia basta con que sea exis- tencialmente distinto y extrafio en un sentido particularmente in- tensivo. En dltimo extremo pueden producirse conflictos con él que no puedan resolverse ni desde alguna normativa general previa ni en virtud del juicio o sentencia de un tercero «no afectadoy o «imparcial». En esto la posibilidad de conocer y comprender adecuadamen- te, y en consecuencia la competencia para intervenir, estin dadas tan sdlo en virtud-de una cierta patticipacién, de un tomar parte en sentido existencial. Un conflicto extremo sdlo puede ser resuelto por los:propios implicados; en rigor sélo cada uno de ellos puede decidir por si mismo si ]a altetidad del extrafio representa en el con- flicto concreto y actual la negacién del propio modo de existencia, y en consectiencia si hay que rechazarlo o combatirlo para preservar Ja propia forma esencial de vida. En el plano de ta realidad psicolé- gica es facil que se trate al enemigo como si fuese también malo y feo, ya que toda distincién, y desde luego la de la politica, que es la mis fuerte ¢ intensa de las clistinciones y agrupaciones, echa mano de cualquier otra distincién que encuentre con tal de procurarse apoyo. Pero esto no altera en nada la autonomia de esas oposi- clones. Y esto se puede aplicar también en sentido inverso: lo que es moralmente malo, estéticamente feo o econédmicamente perjudicial no tiene por qué ser también necesariamente hostil; ni tampoco lo que es moralmente bueno, estéticamente hermoso y econémica- mente rentable se convierte por sf mismo en amistoso en el sentido especifico, esto es, politico, del término. La objetividad y autono- mia propias del ser de lo politico quedan de manifiesto en esta mis- 58 Carl Schmitt ma posibilidad de aislar una distincién especifica como la de ami- go-enemigo respecto de cualesquiera otras y de concebirla como dotada de consistencia propia. 3 Los conceptos de amigo y enemigo deben tomarse aqui en su sentido concreto y existencial, no como metiforas 0 simbolos; tam- poco se los debe confundir o debilitar en nombee de ideas econdmi- cas, morales o de cualquier otro tipo; pero sobre todo no se los debe reducir a una instancia psicolégica privada e individualista, toman- dolos como expresién de sentimientos o tendencias privados, No se trata ni de una oposicién normativa ni de una distincién «pura- mente espiritual». En el marco de un dilema especifico entre espi tu y economia (y del cual nos ocuparemos en el ap. 8), el liberalis- mo intenta disolver el concepto de enemigo, por el lado de lo eco- némico, en el de un competidor, y por el lado del espiritu, en el de un oponente en la discusién. Bien es verdad que en el dominio eco-. némico no existen enemigos sino tinicamente competidores, y que en. un mundo moralizado y reducido por completo a categorias éti- cas quiz ya no habria tampoco otra cosa que oponentes verbales. En cualquier caso aqui no nos interesa saber si es rechazable o no el que los pueblos sigan agrupdndose de hecho segiin que se conside- ren amigos o enemigos, ni si se trata de un resto atdvico de épocas de barbatie; tampoco vamos a ocuparnos de las esperanzas de que algun dia esa distincién desaparezca de la faz de la tierra, ni dela po- sible bondad o conveniencia de hacer, con fines educativos, como si ya no hubiese enemigos. No estamos tratando de ficciones ni de normatividades, sino de la realidad éntica y de la posibilidad real de esta distincién. Se podrin compartir o no esas esperanzas y esos ob- jetivos pedagdgicos; pero lo que no se puede negat razonablemente es que los pueblos se agrupan como amigos y enemigos, y que esta oposicion sigue estando en vigor, y estd dada como posibilidad real, para todo pueblo que exista politicamente. Enemigo no es pues cualquier competicdor o adversario, Tam- poco es el adversario privado a] que se detesta por cuestién de senti- mientos o antipatia. Enemigo es s6lo un conjunto de hombres que siquiera eventuatmente, esto es, de acuerdo con una posibilidad real, se opone combalivamente a otro conjunto andlogo. Sélo es enemi- El concepto de to politico 39 go e] enemigo piblico, pues todo cuanto hace referencia a un conjun- to tal de personas, o en términos mas precisos a un pueblo entero, adquiete eo ipso caracter pab/ico, Enemigo es en suma hosts, no inimicus en sentido amplio; es noAépuog, no éxDpdcs. A semejanza de lo que ocurre también en muchas otras lenguas, la alemana no distingue entre «enemigos» privados y politicos, y ello da pie a multitud de malentendidos y falseamientos. La famosa frase evangélica «amad a yuestros enemigos» (Mt. 5, 44; Le. 6, 27) es en original «diligite Ari- micos vestrosn, dyan&te ToS #yDpode Uyuoy, y 0 adiligite Aastes vest rosy; aqui no se habla del enemigo politico. Bn la pugna mile- naria entre ¢l Cristianismo y el Islam jamds se le ocurrié a cristiano alguno entregar Europa al Islam en vez de defenderla de él por amor a los sarracenos 0 a los tutcos. A un enemigo en sentido poli- tico no hace falta odiarlo personalmente; sdJo en Ja esfera de lo pri- yaclo tiene algin sentido amar a su «enemigo», esto es, a su adversa- rio, La cita biblica en cuestién tiene menos que ver con la distin- cién politica entre amigo y enemigo que con un eventual intento de cancelar la oposicién entre bueno y malo o entre hermoso y feo. Y desde luego no quiere decir en modo alguno que se deba amat a los enemigos del propio pueblo y apoyarles frente a éste, La oposicién o el antagonismo constituye la mds intensa y ex trema de todas las oposiciones, y cualquier antagonismo concreto se aproximaré tanto mas a lo politico cuanto mayor sea su cercania al punto extremo, esto es, a la distincién entre amigo y enemigo. Dentro del Estado como unidad politica organizada, que decide por si misnia como un todo sobre amigo y enemigo, y jnn/o a las decisio- 8 En Platén, Politeia V, XVI, 470, se pone un fuerte acento sobre la oposicién entre mohgpuog y eyed, ysela correlaciona ademas con fa que existe entre mdhe- 0g (guessa) y owtoxg (revuclta, revolucién, rebelién, guerra civil) Para Platén, In guerm propiamente dicha sdlo puede ser entre griegos y idrlsaros (que son «enemi- gos por naturalezay); las luchas entre griegos, por el contrario, son para él ovéceig flo que Otto Apelt, en su edicién de Ia Phitosopbitche Bibliothek, tracuce por wZvie- trach», disensiéa), Lo que opera aqui ¢s la idea de que un pueblo no puede hacer la guerra contra sf mismo, y que una «guerra civil» sélo puede ser automasacre, no en cambio formacién de un nucve Estado o incluso de un nuevo pueblo, Para cl con- cepto de dastir acostumbra a citarse un pasyje del Digesto, 50, 16, 118, de Pompo- nio, La definicién mis clara ¢s ia que se encuentia, junto con otros testimonios, en cl Leviton totins lalinitatis de Forcellini, [1], 320 y 511: Hostis is est cum quo publi- ce bellum habemus ... in que ab inimico differt, gui est is, quocum habemus pri- vata odia, Distingui etiam sic possuat, ut inimicus sit qui nos odit; hostis qui oppugnat, f ‘60 +. Carl Schmitt nes politicas primarias y en su apoyo, surgen numerosos, conceptos secundarios adicionales de lo «politico». Esto ocurre en primer lugar con ayuda de Ia equiparacién de lo politico y lo estatal que mencio- nabamos mas artiba. Entre sus consecuencins esta el que se oponga por ejemplo una actitud de «politica de Estado» a otra de naturaleza partidista, o que se pueda hablar de una politica religiosa, educati- ya, comunal, social, etc., del propio Estado. Sin embargo también en estos casos el concepto de lo politico se sigue construyendo a partir de una oposicién antagsnica dentro del Estado, aunque eso si, relativizada por la mera existencia de la unidad politica del Esta- do que encierra en si todas las demas oposiciones*. Y finalmente Ilegan a producirse también formas ulteriores de «politican, aun mas debilitadas, degradadas hasta extremos parasitarios y caricatures- cos, en las cuales de la agrupacion original segin el criterio de ami- go y cnemigo no queda mas que un momento de antagonismo cual- quicra, que se express en tacticas y pricticas de todo género, en for- mas diversas de competencia e intriga, y que acaba calificando de «politicos» los mds extravagantes negocios y manipulaciones. Sin embargo la conviccién de que la esencia de las zelaciones politicas se caracteriza por la presencia de un antagonismo concreto sigue vi- gente en la forma usual de emplear el lenguaje en este terreno, in- cluso en aquellos casos en Jos que falta toda conciencia de hablar en setion. Hay dos fendmenos que cualquiera puede comprobar y en los cuales puede advertirse esto a diario. Ex primer gar: todos los con- ceptos, ideas y palabras poseen un sentido poltmico; se formulan con vistas a un antagonismo concreto, estén vinculados a una situacion concreta cuya consecuencia ultima es una agrupacion segin amigos y enemigos (que se manifiesta en guerra o revolucién), y se convier- ten en abstracciones vacias y fantasmales en cuanto pierde vigencia esa situacion. Palabras como estado, repuiblica?, sociedad, clase, o 6 Bxiste una apolitica social» tinicamente desde el momento en que una clase con suficiente significacién politica planted sus exigencias «sociales; la antigua asistencia a.los pobses y miserables no se entendia como problema politico, ai te~ nnfa esa denominacién. Del mismo modo, sélo habia una politica eclesiatica alli donde la Iglesia funcionaba como interlocutor politico releyante. 7 Maquiavelo, por ejemplo, lama repiiblica a todo Estado que 10 es una mo- narquia; esta forma de expresarse ha condicionado las definiciones hasta la actuali- dad. Richard Thoma define Ja democracia como Estado sin privilegios, con lo que todo Estado que contempla privilegios queda calificado como no demoeritico. BI concepto de lo politico 61 I también soberania, estado de derecho, absolutismo, dictadura, plan, estado neutral, estado total, etc., resultan incomprensibles si no se sabe a quién en conctreto se trata en cada caso de afectar, de comba- : tit, negar y tefutar con tales términos*. , " EZ] caricter polémico domina sobre todo el uso del propio tér- mino «politico», ya sea que se moteje al adversario de «apoliticon (en el sentido de estar fuera del mundo, de no tener acceso a lo con- creto), ya que se lo pretenda a la invetsa descalificar y denunciat como «politico», con el fin de mostrarse uno mismo por encima de 4 También aqui son posibles aumerosas formas y grados dentro del caricter polémico, pero siempre resulta zeconocible la condicién esencialmente polémica de Ja formacién de los conceptos y términos politicos. De este modo cuestiones terminolégicas se convierten en instancias altamente politizadas; una palabra, una | fornia de expresarse, pucde constituir al mismo tiempo un reflejo, una sefial, una caracterizacién y hasta un arma de Ja confrontacién hostil. Un socialista de la Se- gunda Internacional, Karl Renner, cn un estudio cientifico del méximo interés realizado sobre los «institutos juridicos del derecho privado» en Tiibingen, 1929, p. 29, califica de «tributo» Ia renta que paga el inquilino al propietario de una vivien- | da, La mayoria de los profesores de derecho, jueces y abogados alemanes conside- rarign esa dehominacién como una «politizaciény inaceptable de las relaciones de derecho privado, y Ins rechazarian como clistorsiéa de lo que debe ser clucidacién «puramente juridica y cient{fica», pues para cllos Ja cucstidn esta ya decidida en el «ierecho positivoy, y ia decisién politica del Estado que subyace ha sido reconoci- . da por ellos. Y a Ja inversa: numerosos socialistas de la Segunda Internacional | muestran un positivo interés en que ao se llamen «tributos» a los pagos a los que Ja Francia armada obliga a’una Alemania desarmada, y que sc hable tinicamiente de areparaciones», «Reparaciones» suena mis juridico, mis legal, mas pacifico, menos polémico y menos politico que «tributos», No obstante, a una mirada mas aterta resultard patente que «reparaciones» posee un cardcter mds intensamente polémico \ yen consecuericia politico, pues es un término que se sirve politicamente de un jui- cio de valor negativo, juridico ¢ incluso’moral, con el fin de someter al enemigo vencido, por medio de pagos coactivos, 2 una descalificacién simulrineamente ju- ridica y moral. En la actualidad In cuestién de si se debe hablar en Alemania de atributos» o de areparaciones» sc ha convertido en toma de controversia intraesta> tal. En siglos anteriores se produjo en cierto sentido una controyersia inversa entre cl emperador aleman (rey de Hungria) y el sultin de Turquia sobre si lo que debia “pagar el emperador al sultdn era una pensién o un utributo». Aqui el deudor tenia in- »# terés en pagar, no un tribute, sino une apensiém, en tanto que el acreedor preferia {que fuese un «tributo». Por aquella época parece que las palabras, al metios en las 5, telaciones entre cristinnos y turcos, eran mis abiertas y objetivas, y que los concep- ' tos juridices no se babian convertido atin en medics de coaccién politica ea un grado comparable. Ahora bien, Bodino, que es el que menciona esta controversia (Les ssc livres de la répnblique, 2. ed,, 1580, p. 84), afinde: cn general apensiénn se if Paga Gnicamente para protegerse, no de otros enemigos, sino del protector mismo, My para cvitar mediante rescate una invasion (pour se racheter de invasion), - 62 Carl Schmitt él en su calidad de «apoliticon (en el sentido de puramente objetivo, puramente cientifico, puramente moral, puramente juridico, pura- mente estético, puramente econémico, o en virtud de cualquier otra de estas purezas polémicas). Ex segundo lugar: en la manera usual de expresarse en el marco de las polémicas cotidianas intraestatales el término politico aparece muchas veces como equivalente a propio de ta politica de partidos; la inevitable «falta de objetividad» de toda decision politica, defecto que no es sino reflejo de la distincién entre amigo y enemigo inhe- rente a toda conducta politica, se expresa en las penosas formas y horizontes que dominan la concesién de puestos y politica de sine- curas de los partidos politicos, Cuando por refetencia'a esto se pide una «despolitizacién», lo que se estd buscando no es sino una supe- racién del aspecto partidisfa de lo politico, etc. La ecuacién politi- ca = politica de partido se hace posible cuando empieza a perder fuerza la idea de una unidad politica (del «Estadon) capaz de relati- vizar a todos los partidos que operan en la politica interior, con sus correspondientes rivalidades, con lo cual éstas adquieren una inten- sidad superior a la de la oposicién comin, en la politica exterior, respecto de otros [stados. Cuando dentro de un Estado las diferen- cias entre partidos politicos se convierten en «las» diferencias «poli- ticas a sécas», es que se ha alcanzado el grado extremo de la escala de la «politica interior, esto es, que lo que decide en materia de con- frontacién armada ya no son las-agrupaciones de amigos y enemi- gos propias de la politica exterior sino las internas de! Estado. Esa posibilidad efectiva de lucha que tiene que estar siempre dada para gue quepa hablar de politica, cuando se da un «primado de la politi- ca interior» como el descrito, ya no se refiere con plena consecuen- cia a la guerra entre dos unidaces populares organizadas (Estados 0 Imperios) sino a la guerra civil, . Pues es constitutiyo del concepto de enemigo el que en el domi- nio de lo real se dé la eventualidad de una lucha. Y en este punto hay que hacer abstraccién de todas las modificaciones en la técnica de la guerra y del armamento, que, al hilo del desarrollo:histérico, se han ido produciendo al azat. Guerra es una lucha armada entre unidades politicas organizadas, y guerra civil es una lucha armada en el seno de una unidad organizada (que sin embargo se vuelve jus- tamente por ello problematica). Lo esencial en el concepto del ar- mamento es que se trata de medios pata producir la muerte fisica de personas, Igual que en el caso de la palabra «enemigo», aqui debe to- Pe “ee” EI concepto de lo politico 63 matse la palabra «lucha» en su sentido esencial y originario. No sig- nifica competencia, ni la pugna «puramente intelectual» de la discu- sion, ni una «porfia» simbdlica que en realidad todo el mundo leva a cabo de una u otra forma, ya que toda vida humana no deja de ser una «lucha», y cada hombre es un «luchadom. Los conceptos de amigo, enemigo y lucha adquieren su sentido real por el hecho de que estén y se mantienen en conexién con la posibilidad teal de ma- tar fisicamente. La guerra procede de la enemistad, ya que ésta es una negacién dntica de un ser distinto, La guerra no es sino la reali- zacién extrema de la enemistad. No necesita ser nada cotidiano ni normal, ni hace falta sentirlo como algo ideal o deseable, pero tiene desde luego que estar dado como posibilidad efectiva si es que el concepto del enemigo ha de tener algtin sentido. No hay que entender por Jo tanto que la existencia pol{tica no sea sino guerra sangrienta, y que cada accién politica sea una accién militar de Jucha, como si cada pueblo se viese constante e ininte- rrumpidamente enfrentado, respecto de los demds, con Ja alternati- va de ser amigo o enemigo; y mucho menos atin que lo politica- mente correcto no pueda consistir precisamente en la evitacién de la guerra, La definicidn de lo politico que damos aqui no es belicista o militarista, ni imperialista ni pacifista. Tampoco pretende esta- blecer como «ideal social» la guerra victoriosa ni el éxito de una re- volucién, pues la guerra y la revolucién no son nada asocial» ni ideal’, La lucha militar no es en sf misma la eprosecucién de la politica con otros medios», come acostumbea a citarse de mado in- correcto Ja frase de Clausewitz", sino que, como tal guerra, posee > A Ia tesis de Rudolf Stammler, apoyada en argumentos kantianos, de que «el idea] social» es da comunided de hombzes dotados de libre voluntads, Erich Kauf- mann, Das Wesen des Volkerrechts sud die clansula rebus sie stantibts, 1911, p. 146, le opo- ne la siguiente propuesta: «El ideal social no es la comunidad de los hombres dota dlos de libre voluntad, sino Ia guerra victoriosa: In guerra victoriosn como siltimo medio para esc fin supremo» (que es la participacién del Estado en la historia uni- versal y su afirmacién dentro de ella), Esta frase se sitye de la idea tipicamente lis beral ¥ ncokantiana del «ideal social», con Ja que sia embargo las gucrras en gene- ral, iacluidas las victoriosas, son tan inconmensurables como incompatibles, y la asocia con In iden de la aguetza victoriosa», procedente del mundo de ideas de la fi- losofin de Ja historia de cuiio hegeliano y kantiano, dentro del cual no existe a su vez ningun «deal social», De este modo la antitesis, a primera vista tan llamativa, se deshace en dos porciones inconexas, y ni la agresividad retérica del oximoron logran ocultar la incoherencia estructural ni sanar la fractura tedrica, 1 Clausewitz, Vor Kriege M1, Berlin, 1934, p. 1400, dice: «La guerra no es sino la prosecuciés de la politica con otros medios.» Para é] Ja guerra es «mero instru- 64 ° Carl Schinitt sus propias reglas, sus puntos de vista estratégicos, tdcticos y de otros tipos, y todos ellos presuponen que estd dada previamente la decisién politica sobre quién es el enemigo. En la guerra los adver- satios suelen enfrentarse abiertamente como tales; incluso ¢s nor- mal que aparezcan caracterizados por un determinado «uniformen, de modo que la distincién entre amigo y enemigo no sea ya ningan problema politico que tenga que resolver el soldado en accién. En esto esttiba la razén-de la frase que dijo una vez un diplomatico in- glés; que el politico esta mejor entrenado para la lucha que el solda- do, porque se pasa la vida luchando, mientras que el soldado sélo lo hace excepcionalmente. La guerra no es pues en modo alguno obje- tivo o incluso contenido de la politica, pero constituye cl presnpuesto que esti simpre dado como posibilidad real, que determina de una manera peculiar la accién y el pensamiento humanos y origina asi una conducta espectficamente politica. Por eso el criterio de la distincién entre amigo y enemigo tam- poco significa en modo alguno que un determinado pueblo tenga que ser eternamente amigo o enemigo de otro, o que la neutralidad no sea posible, o no pueda ser politicamente sensata. Lo que ocutte es que el concepto de la neutralidad, igual que cualquier otro con- cepto politico, se encuentra también bajo ese supnesto ultimo de la posibilidad real de agruparse como amigos 0 enemigos. Si sobre la tierra no hubiese mas que neutralidad, no sdlo se habria terminado la guerra sino que se habria acabado también la neutralidad misma, del mismo modo que desaparecerfa cualquier politica, incluida la mento de la politica». ¥ ciertamente la guerra es también eso; lo que ocurre es que ga significacién pain el conocimiento de la esencia de lo politico no se agota con esa proposicién. Y sise mira mis ntentamente, tampoco para Clavsewitz os la guc- tra uno mas entre los diversos instrumentos de la politica, sino que constituye la ailtima ration de Ia agrupacion segiin amigos y enemigos. La guerra posee su pro- pia egramdtica» (gus propias roglas téenico-militares), pero la politica es y sigue siendo su «cerebron; la guerra no posee ninguna «légica propia», Pues tan sdlo po- dria obtenerla de los Conceptos de amigo y cnemigo, y es este nticleo de todo lo po- litico lo que queda de manifiesto en la siguiente frase: «Si la guerra forma pazte de la polftica, adoptant su caricter peculiar, Cuanto mas importante y poderosa se haga aquélla, mayor send también la guerra, y esto puede proseguirse hasta el punto en el que la guerra alcance su faz absoluta.» Numerosas otras frases demuestran hasta qué punto toda considezacin especificamente politica reposa sobre esas ca- tegorias politicas, sobre todo también las afirmaciones concernientes a guercis de coalicién y a pactos, op. cify pp. 135 y ssy cfr, también H. Rotfels, Car! non Clause wite, Politik. und Krieg, Berlin, 1920, p. 202. El concepto de lo politico 6s de Ja evitacién de 1a lucha, si dejase de existir la posibilidad de una lucha en general. Lo decisivo es pues siempre y slo la posibilidad de este caso decisivo, el de la lucha real, asf como la decisidn de si se da o no se da ese caso. El que este caso sdlo se produzca excepcionalmente no afecta a su cardcter determinante, sino que es lo que le confiere su naturale- za de fundamento. Aunque las guertas actuales ya no son tan nume- rosas y cotidianas como antes, puede decirse que se han vuelto tan- to mas arrolladoras y totales cuanto mas han perdido en frecuencia numérica y cotidianidad, La situacién de guerta sigue siendo hoy dia ¢] «momento de las yeras». También aqui, como en tantos otros casos, puede decirse que lo excepcional posee una significacién par- ticularmente decisiva, que es la que pone al deseubierto el nicleo de Jas cosas, Pues sdlo en Ia lucha real se hace patente la consecuencia extrema cle la agrupacién politica segtin amigos y enemigos. Bs por referencia a esta posibilidad extrema como la vida del hombre ad- quiere su tension especificamente politica, Un mundo en el que se hubiese eliminado por completo la posi- bilidad cle una lucha de esa naturaleza, un planeta definitivamente pacificaco, seria pues un mundo ajeno a la distincién de amigo y enemigo, y en consecuencia carente de politica. Bs posible que se diesen en él oposiciones y contrastes del mayor interés, formas muy variadas de competencia e intriga, pero lo que ya no tendria sentido serla una oposicién en virtud de la cual se pudiese exigir a los hom- bres el sacrificio de sus vidas, dar poder a ctertos hombres para de-. rramar sangre y matar a otros hombres. Tampoco en este caso afec- ta a la determinacién conceptual de lo politico el que uno se imagi- ne o no que vale la pena desear un mundo de esas caracteristicas, li- bre de politica, como estado ideal, El fendmeno de lo politico sdlo se deja aprehender por referencia a la posibilidad real de la agrupa- cidn segtin amigos y enemigos, con independencia de las conse- cuencias que puedan derivarse de ello para la valoracién religiosa, moral, estética 0 econémica de lo politico. . La guerra como el medio politico extremo revela la posibilidad de esta distincidén entre amigo y enemigo que subyace a toda forma de representarse lo politico, y por esa razén sdlo tiene sentido mien- tras esa distincién tiene realmente lugar en la humanidad, o cuando menos es realmente posible. Por el contrario, una guerra llevada a cabo por motives «puramenten religiosos, «puramente» morales, «puramenten jucidicos o apuramente» econdmicos seria un contra- 66 Carl Schinitt sentido. De las distinciones especificas que configuran estos 4mbi- tos de la vida humana no es posible derivar la agrupacién segtin amigos y enemigos ni en consecuencia la guerra. Una guerra no ne- cesita ser cosa piadosa, moralmente buena o rentable; probable- mente hoy en dia no sea ninguna de estas tres cosas. Esta verdad tan elemental acostumbra sin embargo a tergivet- satse cuando antagonismos teligiosos, morales o de algun otto tipo se hipertrofian hasta entenderse como confrontaciones politicas ca- paces de Hevar a la agtupacién decisiva de amigos y enemigos otientada hacia la lucha, Ahora bien, si llega a producirse esta agru- pacién combativa, la oposicién decisiva no ser4 ya de naturaleza meramente religiosa, motal o econémica, sino politica. La cuestién no es entonces otra que la de si se da o no tal agrupacién de amigos y enemigos como posibilidad real o como realidad, con indepen- dencia de los motivos humanos que han bastado a producitla. Nada puede sustraerse a esta consecuencia de Jo politico. Y si la oposicién pacifista contra la guerta llegase a ser tan fuerte que pu- diese arrastrat a los pacifistas a una guerra contra los no pacifistas, a una «guerra contra la guerra», con ello quedaria demostrada la fuer- za politica de aquella oposicién, porque habria demostraco tener suficiente fuerza como para agcupar a los hombres en amigos y ene- migos. Si la voluntad de evitar la guerra se vuelve tan intensa que no rettocede ya ante la misma guerra, es que se ha convertido en un motivo politico, esto.es, que ha acabado afirmando la guerra e€ in- cluso el sentido de la guerra, aunque sdlo sea como eventualidad ex- trema. . En la actualidad ésta se ha convertido en una de las mds prome- tedoras maneras de justificar la guerra. Cada guerra adopta asi la forma de «la guerra ultima de la humanidad». Y esta clase de gue- tras son necesariamente de intensidad e inhumanidad insélitas, ya que van més allé de to politica y degradan al enemigo al mismo tiempo por medio de categorfas morales y de otros tipos, convirtiéndolo asi en el horror inhumano que no sélo hay que rechazar sino que hay que aniquilar definitivamente; ef exemige ya no es aquel que debe ser recha-~ ado al interior de sus propias fronteras, Ahora bien, la posibilidad:de guerras de esta indole demuestra con particular claridad que toda- via hoy la guerra esta daca como posibilidad real, que es lo inico que importa para la distincién de amigos y enemigos y para el cono- cimiento de lo politico. BI concepto de lo politico 67 4 Todo antagonismo u oposicién religiosa, moral, econémica, ét- nica o de cualquier clase se transforma en oposicién politica en cuanto gana la fuerza suficiente como para agrupar de un modo efectivo a los hombres en amigos y enemigos. Lo politico no estriba en la lucha misma; ésta posee a su vez sus propias leyes técnicas, psi- coldgicas y militares. Lo politico esta, como deciamos, en una con- ducta determinada por esta posibilidad real, en la clara compren- sion de la propia situacion y de su manera de estar determinada por ello, asi como en el cometido de distinguir correctamente entre amigos y enemigos. Una comunidad religiosa que haga la guerra como tal, bien contra miembros de otras comunidades religiosas, bien en general, es, mas alld de una comunidad religiosa, también una‘unidad politica. Seria también una magnitud politica con sdlo que ejetciese de un modo meramente negativo alguna influencia so- bre ese proceso decisivo, si estuviese por ejemplo en condiciones de evitar guerras por medio de la correspondiente prohibicién a sus se- guidores, esto es, si poseyese la autoridad necesaria para negar efec- tivamente la condicién de enemigo de un determinado adversario. Lo mismo se aplica para una asociacién de personas basada en un fundamento econdmico, por ejemplo un consorcio industrial o un sindicato. También una «clase» en el sentido marxista del térmi- no deja de ser algo puramente econémico y se convierte en una magnitud politica desde el momento en que alcanza el punto decisi- vo de tomar en serio la /yeba de clases y tratar al adversario de clase como verdadero enemigo y combatirlo, bien de Estado a Estado, bien en una guerra civil dentro de un mismo Estado. La Jucha real no podé ya discurtir segtin leyes econdmicas, sino que, junto a los métodos de lucha en el sentido técnico restrictivo del término, po- seer’ sus propias necesidades y orientaciones politicas, y realizard las cortespondientes coaliciones, compromisos, etc. Si el proleta- tiado se apodera del poder politico dentro de un Estado, habra na- cido un Estado proletario, que no serA una unidad menos politica que cualquier Estado nacional, sacetdotal, comercial o militar, que un Estado funcionarial 6 que cualquier otra categoria de unidad po- litica, Si se Ilegara a agrupar de acuerdo con el criterio amigo/ enemigo a la humanidad entera partiendo de la oposicién entre burgueses y proletarios, formando Estados proletarios y estados ca- pitalistas, eliminando con ello todas las demas agrupaciones de 68 Carl Schmitt amigos y enemigos, el resultado setia que se pondsia de manifiesto la plena realidad de Jo politico que contenian estos conceptos en apatiencia «puramente» econdmicos. Y si la fuerza politica de una clase o cualquier otto grupo dentro de un pueblo tiene entidad sufi- ciente como pata excluir cualquier guerta exterior, peto es¢ grupo catece por su parte de la capacidad o de ta voluntad hecesarias para asumir el poder estatal, para realizar por si mismo ja distincién en- tre amigo y enemigo y, en caso de necesidad, para hacer la guerra, la unidad politica quedard destruida. oo. os Lo politico puede extraer su fuerz de los Ambitos mas diversos de la vida humana, de antagonismos teligiosos, ccondmicos, mora- les, etc. Por si mismo lo politico no acota un campo prop’o de ta realidad, sino sdlo un cierto grado de intensidad de \a asociacién o di- sociacién de hombres. Sus motivos pueden ser de naturaleza reli- giosa, nacional (en sentido étnico o cultural), econdmica, etc., y te- her como consecuencia en cada momento y época uniones y sepata- ciones diferentes, La agrupacién real en amigos y enemigos €s en el plano del ser algo tan fuerte y decisive que, en el momento en que una oposicién no politica produce una agrupacion de esa indole, pasan a segundo plano los anteriores criterios «puramenten scligio- sos, «puramente» econdmicos o «puramenten culturales, | y dicha agrupacién queda sometida a las condiciones y consecuencias total- mente nuevas y peculiates de una situacion convertida en politica, con Frecuencia harto inconsecuentes e ¢itracionales» desde Ja Sptica de aquel punto de partida «puramenten religioso, cpuramenten cco- némico o fandado en cualquier otra «pureza». En cualquier caso es politica siempre toda agrupacién que se orienta por referencia al caso «decisivon. Por eso es siempre Ja agrupacion humana que marca Ja panta, y de abi que, siempre que existe una unidad politica, ella sea la decisiva, y sen woberanay en el sentido de que siempre, por nece- sidad conceptual, posea la competencia para decidir en el caso deci- sivo, aunque se trate de un caso excepcional. ; Bl término «soberanian tiene aqui su sentido correcto, igual que el de eunidad». Ninguna de las dos cosas quiere decir que cada deta- le de Ja existencia de toda persona que pertenece a una unidad poll tica tenga que estar determinado por lo politico ° sometido asus Ot- denes, ni que un sistema centralista haya de aniquilac cualquier otra organizacién © corporacién. Puede ocurrir que las consideraciones de naturaleza econdmica estén por encima de cualquier otra cosa que pueda querer el gobierno de un Estado econémicamente neu- El concepto de lo politico oo tra] en apatiencia; y no es rato que el poder, en un Estado aparente- mente neutral-en lo confesional, tropiece con su propio Ifmite en cuanto entran en juego las convicciones religiosas. Lo que decide es siempre y sdlo el caso de conflicto. $i los antagonismos econdémi- cos, culturales o religiosos Ilegan a poseer tanta fuerza que determi- nan por si mismos la decision en el caso limite, quiere decir que ellos son la nueva sustancia de la unidad politica. Y si carecen de la fuerza necesaria para evitar una guerra acordada en contra de sus propios intereses y principios, eso significa que no han aleanzado todavia el punto decisivo de lo politico. Si poseen fuerza suficiente como para evitar una guerra deseada por la direccién politica pero contraria a sus intereses 0 principios, pero no tanta como para de- terminar por si mismos una guerra por propia decisién, es que ya no existe una magnitud politica unitaria. Sea ello como fuere: como consecuencia de la referencia a Ja posibilidad limite de la lucha efectiva contra un enemigo efectivo, una de dos: o la unidad politi- ca es la que decide la agrupacién de amigos y enemigos, y es sobera- na en este sentido (no en aigtin sentido absolutista), o bien es que no existe en absoluto. Cuando se descubrié hasta qué punto poseen importancia poli- tica las asociaciones econdémicas dentro del Estado, y se advirtié en particular la expansion de los sindicatos, constatando que contra su instrumento de poder politico, la huelga, las leyes del Estado resul- taban un tanto impotentes, se proclamé con alguna precipitacion la muerte y el final del Estado, Como doctrina propiamente dicha esto no aparece, que yo sepa, hasta los afios 1906-1907, entre los sindicalistas franceses"', De los tedricos del Estado que habria que 1) «Cette chose énorme ,,. la mort de cet étre fantastique, prodigicux, quia tenu dans Phistoire une place si colossale: Etat est mort» (1, Berth, cuyas ideas proce- den de Georges Sorel, en Le monsement socialste, octubre, 1907, p. 314). Léon Duguit cita este pasnje en sus conferencias sobre Le devil sncial, Je dratt individual ef la transfor sation de /'Etat, 1.4 ed., 1908; se limitaba a afirmar que el Estado soberano, pensado como personalidad, estaba muerto o agonizante (p. 150: L’Etat personal et souverain est mart ov suv te point de mourir), Bn la obra de Duguit, Z’Eia, Paris, 1901, no se en= : cucntman atin esta clase de afirmaciones, a pesar de que la critica al concepto de so- beranta es ya del mismo tenor, Otros ejemplos intercsantes de este diagnéstico sin- dicalista del Estaclo contemporanco pueden ballarse en Esmein, Droit constitutiannel (1.4 ed, ce Nézard), 1921, 1, pp. 55 y 8s., y sobre todo en el interesaatisimo libro de Maxime Leroy, Les transformations de la puissance publique, 1907. La doctrina sindica- lista debe mantenerse diferenciada de las construcciones marxistas también en lo que se reficre a su diagnéstico sobre el Estado, Para los marxistas el Estado no es 0 Carl Schmitt mencionar aqui el mas conocido es Diguit. Desde 1901 estuvo in- tentando refutar el concepto de soberania y Ja idea de que el Estado posee una personalidad propia, y aporto algunos argumentos atina- dos contra una metaflsica acritica del Estado y contta ciertas perso- nificaciones de éste que, en definitiva, no eran sino residuos del mundo de los principes absolutos. Sin embargo en Io esencial pasd de largo ante el sentido propiamente politico de la idea de sobe- ania. Algo parecico puede decirse de la lamada teoria pluralista del Estado, formulada algo mds tarde en los paises anglosajones por G. D. Ht. Cole y Harold J. Laski®, Su pluralismo consiste en negar la unidad soberana del Estado, esto es, la unidad politica, y poner una y otra vez de relieve que cada individuo particular desarrolla su vida en el marco de numerosas vinculaciones y asociaciones socia- les: es miembro de una comunidad religiosa, de una nacién, de un sindicato, de una familia, de un club deportivo y de muchas otras «asociaciones», que lo determinan en cada caso con intensidad ya- tiable y lo vinculan a una «pluralidad de obligaciones y lealtades», sin que quepa decir de alguna de estas asociaciones que es la incon- dicionalmente decisiva y soberana. Al contrario, cada una de las di- versas «asociaciones» puede resultar ser la mds fuerte en un domi- nio diferente, de modo que el conflicto entre los diversos vinculos, obligaciones y lealtades s6lo puede resolverse de caso en caso. Se algo muerto o agonizante, sino que constituye un medio necesatio para aleanzaz la sociedad sin clases y sin estado, motivo por el cual goza de una realidad provisio- nak en el Estado sovidtico, y con ayuda de la doctrina marxista, justamente ha ex- perimentado un nuevo empuje y vitalidad. 22 Una compilacién manejable y plausible de las tesis de Cole (formulada por él mismo) se ha impreso en las publicnciones de la Aristotelian Society, vol. XVI (1916), pp. 310-25; In tesis central es también aqui que los Hstados no difieren por su esencia de otros tipos de asociaciones hemanas. De entre los escritos de Laski mencioneros aqui: Studies in the Problem of Sovereignty, 1917; Authority in the Modern State, 1919; Foundations of Sovereignly, 1921; A Grammar of polities, 1925; «Das Recht und der Stat», Zeilschnifl fr afentliches Recht X. (1930), pp. 1-25. Mas bibliograffa en Kong Chuan Hsino, Poliical Phuralism, Londres, 1927; sobre Ia critica a ese phuralis- mo: W. Y, Elliott, American Political Science Review XVI (1924), pp. 251 y ss., y The yagmatic Revell in Politics, Nueva York, 1928; Carl Schmitt, «Staatsethik und plura- listischer Stat», Kant-Studicn XXXV (1930), pp. 28-42. Sobre la disgregacién pluzalista de! Estado alemén contemporinco y el desarrollo del parlamento como teatro de ua sistema pruralista: Carl Schmitt, Der Hiller der Verfassung, Tiibingen, 1931, pp. 73 y ss. te Sorte ar | Te 7 El concepto de lo politico n puede imaginar por ejemplo que un sindicato difunda entre sus miembeos la consigna de no volver a la Iglesia, y que éstos lo hagan a pesar de todo, pero que a su vez se nieguen a obedecer un requeri. miento a abandonar el sindicato emanado de la Iglesia, Este ejemplo muestra con especial nitidez la coordinacién entre sociedades religiosas y asociaciones profesionales, que a raiz de su comun oposicién al Estado pueden llegar a dar piea una alianza en- tre Iglesia y sindicatos. Esta forma de coordinacién es tipica del na- ciente pluralismo en pafses anglosajones; su punto de partida tedi- co fue, aparte de la teorfa de las corporaciones ( Genossenschaften) de Gierke, el libro de /, Neville Figgis sobre las iglesias en el Estado mo- derno (1913), El proceso histérico al que una y otra vez se refiere Laski, y-que produce en él evidentemente la mas fuerte impresién son las iniciativas de Bismarck, contemporineas ¢ igual de vanas, contra la Iglesia catélica y los socialistas. En la «guerra cultural contra la Iglesia romana se puso de manifiesto que ni siguiera an | Figgis, Churches in the Modem State, Londiees, 1913, quien por cierto cuenta en pagina 249 que Maitland, cuyas investigaciones sobre historia del derecho influ. ron también sobre los pluralistas, dijo wna yex a propésito del libro de Gi ke Deitsches Cenosenshafsnect (cfr. p. 25), que la dispota medieval entre Iglesia y Estado, esto ¢s, entre Papa y Emperador, o mds exactamente entre el estamento clerical y e) secular, no fue tna lucha entre «Gesellschaftens (societis) sino tne guerra civil en el seno de una misina unidnd eivils hoy en cambio serinn dos sock dade, dio popu, las que se hallarfan enfrentadas, En mi opinién, esto es corres Pues asf como en In época anterior al visma lt relacién enire Papa y Emperador po. dia resumisse en In fStmola de que el Papa posein la aeortar yc} Emperacior la po: ‘silat esto es, que habia uaa distribucién de funciones en el marco de una mixes unided, desde el siglo x la Iglesia Catia se ba mantenido en la doctrina de que Iglesia y Estado son cos states, y que incluso ambas son saetater perfetae cde una en su Ambito soberana y autdrquien); del lado de la Iglesia, obviamente slo s. Feconace esta condicién de seieas perfeta a una Gnica, en tanto que del lado extgtn| aparece hoy dia una pluralidad (sf no incluso una absusda dispersiOn) dle racietaree Petfttan caya aperfecciéno resulta no obstante algo problemética por el solo hecha de su cantidad numérica, Paul Simon, en su articulo «Staat und Kirchen (Devarber Volkstumy Wamnbargo, agosto, 1931, pp. 576-596), proporciona wna excelente pa. noxienien resumida de la docteina entétien al respecto. Claro esti que en la Iglesia Caisliea resulta impensable esn coorclinacién de iglesias y siadicatos tan tipsen de bn doetrina pluralisia aaglosajones tn Iglesia Catélica tampoco podla aceptar que se la entendiese como esencialmente equiparable a ninguna internacional eindiea, lista. Y es clarto que, como advieste Eliot, fa Iglesia slo le sirve a Laski de aude, 4orse para los sindicatos, Por io demés, falta tanto por ct lado catélico come por a de aquellos plusalistas una discusién clara y en profundidad de las teorins de ono otro y de sus relaciones reciprocus. , 72, Carl Schmitt Estado dotado de una fuerza tan inconmovible como la del Reich de Bismarck era absolutamente soberano ni todopodetoso; ese mis- mo Estado no vencié tampoco en su lucha contra las organizacio- nes socialistas de trabajadores, del mismo modo que no habia esta- do en sus manos, en el dominio econdmico, arrebatar a los sindica- tos el poder que ponia en sus manos el «derecho de huelga». Esta critica es en su mayor parte atinada. Los quieras a los que se ha ido viendo sometida la «omnipotencia»y del Es-ado no han sido de hecho muchas veces otta cosa que secularizaciones superfi- ciales de las formulas teoldégicas sobre la omnipotencia divina; la doctrina alemana del siglo xrx sobre Ja «personalidad» del Estado es cn parte una antitesis polémica dirigida contra la personalidad del principe «absoluto», y en patte una manera de eludir el ditema entre soberania del monarca y soberania del pueblo, atribuyéndosela al Estaclo como.a un «teccero superior. Pero atin asi sigue sin respues- ta la cuestidn de cudl es la eunidad social» (si se me permite echar mano aqui del poco preciso concepto liberal de lo «social») que de- cide en caso de conflicto y determina la agrupacién decisiva de am: gos y enemigos. La guerra que quecia hacer el Reich alemn bajo Bismarck no habria podido set evitada ni por una Iglesia, ni por unr sindicato, ni por una alianza entre ambos. Claro esta que Bismarck no habria podido declararle la guerra al Papa, pero tan sélo porque éste carecia ya de todo ius belli; y tampoco los sindicatos socialistas tenfan la menor intencién de aparecer como partie belligérante. En cualquier caso no es posible imaginat ninguna instanc'a que hubie- se quetido o podido oponerse a una decisién de! Gobierno aleman de entonces, sobre un caso’ realmente serio, sin convectirse al mis- mo tiempo en el enemigo politico y quedat afectado por el conjunto de las consecuencias que habrian derivado de ello, ya Ja inversa, ni la Iglesia ni ningin sindicato estaban por una guecta civil", Esto es 14 Dado que Laski toma postura también ante la controversia de los catdlicos inglescs con Gladstone, pormitaseme aduciz aqui algunas frases del qué més tarde seria cardenal Newman al duque de Nozfolk en carta privada (1874, y a propésito del escrito de Gladstone alos decretos del Vaticano y su significacién para a leal- tad de los sébditos»): Supoagamos que Ingluterra clecide enviar sus barcos en npo- yo de Italia contra el Papa y sus aliados; los catdlicos ingleses se sentirian a buen se- guro desmoralizados, aun antes de iniciarse la guerra tomatfan partido por el Papa, y harian uso de todos los medios constitucionales para impedir la guecra; ahora bien: zquién creeria que, si la guerra estalla pese a todo, su accién ibaa consistir en otra cosa que en oraciones y en esfuerzos por logear su terminacién?

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