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IGNACE LEPP

PSICOANÁLISIS
de la
AMISTAD

EDICIONES CARLOS LOHLÉ


IGNACE LEPP

PSICOANÁLISIS
DE LA

AMISTAD

EDICIONES CARLOS L O H L É
BUENOS AIRES - MÉXICO
Traducción del original francés:
LES CHEMINS DE L'AMITlÉ
por Alicia Balbina Gómez

PRÓLOGO

l/lE HA OCURRIDO, en el curso de mi ya larga


J.TJ- carrera de escritos, escribir sobre asuntos to-
talmente vírgines, y otras veces sobre otros que pocos
autores habían tratado antes que yo. No sucede lo
mismo esta vez. Pocos temas existen, en efecto, que
hayan sido objeto de las reflexiones de tan numerosos
escritores y pensadores como el de la amistad. Ya
Homero, en la Odisea, nos habla de ella. Por Platón
y Jenofonte sabemos que Sócrates conversaba a menudo
con sus discípulos sobre la amistad. Aristóteles, Cice-
rón, Séneca,- Horacio, Ovidio y tantos otros autores
célebres de la antgüedad grecorromana le consagraron
obras enteras y partes importantes de tal o cual de sus
libros. Lo mismo hicieron autores cristianos antiguos,
como los del Medioevo. Más próximos a nosotros,
Montaigne, Shakespeare y otros innumerables escrito-
res hicieron su elogio, en tanto que Nietzsche, Schopen-
hauer y sus émulos pusieron en duda su posibilidad.
No es que todos esos autores entiendan por amistad
Ünica edición debidamente autorizada por Editions Bernard Grasset, exactamente la misma realidad psicológica o afectiva.
París, y protegida en todos los países. Queda hecho el depósito Para los que se sitúan en la tradición socrática, la amis-
que previene la ley N ' . 11.723. Todos los derechos reservados.
© EDICIONES CARLOS L O H L É , Buenos Aires, 1965. tad significa ante todo una intensa comunión intelec-
febrero de 1976 tuah Para los autores cristianos, se trata principalmen-
Tirada 3 000 ejemplares. te de la comunión en Dios. Para otros, el término posee
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina. un sentido equivalente al de "camaradería de lucha",
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mientras que los románticos, siguiendo a J. J. Rousseau, a todos mis lectores. Quisiera ayudarlos a hacer amigos,
ponen el acento sobre la efusión sentimental. En nues- a hacer sus amistades cada vez más fecundas, a encon-
tros días se dice "mi querido amigo" a todo el mundo, trar en ellas cada vez más alegría creadora
hasta el punto de que la palabra acaba por perder todo
sentido concreto. *
Si después de tantos autores ilustres me propongo * *
analizar y desarrollar una vez más el tema de la amis-
tad, es porque ha desempeñado un gran papel en mi Nos ocuparemos ante todo del hombre solo, de la poco
propia existencia y querría saldar mi deuda a este res- envidiable suerte de quien no tiene amigos. A veces son
pecto. Ya en mi primera juventud, gracias a ella ex- las condiciones sociológicas las que hacen para ciertos
perimenté las alegrías más profundas y más puras y seres imposible o demasiado difícil ganar amigos. En
me fue posible triunfar sobre numerosos obstáculos ocasiones, y probablemente lo más a menudo, los obs-
que obstruían el camino de mi vida. Si hoy, en la edad táculos son más bien psicológicos, interiofes al sujeto
madura, continúo creyendo en el hombre y teniendo mismo. Analizaremos los rasgos específicos de la amis-
confianza en el porvenir de la humanidad, creo que es tad entre hombres, entre mujeres, entre hombres y
todavía a mis amigos a quienes lo debo. Por otra par- mujeres, entre esposos, entre padres e hijos, y tam-
te, mi larga práctica en la psicología profunda me ha bién entre maestros y discípulos. Después trateremos
permitido verificar, en numerosos seres, el importante de dar una respuesta satisfactoria a la debatidísima
papel que la amistad es capaz de desempeñar en la cue tión de si cada uno de nosotros puede tener varios
promoción de la existencia, y comprobar la penuria de amigos o si hay que contentarse con un único amigo.
quienes se ven privados de ella. Es, pues, también obra Compararemos las dos relaciones afectivas más inten-
útil la que querría hacer al escribir este libro. sas, la amistad y el amor, cuidando evidentemente de
En un principio, cuando uno de mis editores amigos no crear oposiciones artificiales. Tras haber discernido
me solicitó que escribiera un libro sobre la amistad, la naturaleza específica de la amistad entre otras rela-
me había propuesto escribir una obra más bien "poé- ciones interhumanas, como por ejemplo la solidaridad y
tica", para cantar sus sublimes bellezas. Pero a medi- la camaradería, analizaremos la función primordial de
da que el trabajo avanzaba, veía, cada vez más clara- la amistad en la promoción de la existencia humana,
mente que un asunto tan importante debía tratarlo llamando la atención al mismo tiempo sobre los escollos
como psicólogo y pedagogo; que no se trataba tanto de que la amenazan y sobre los medios de que hay que
cantar a la amistad como de enseñar su práctica. Hago valerse para paliarlos. Y nuestro más ferviente deseo
pues amplio uso de mi experiencia personal y de la de es que este libro contribuya en débil parte a promo-
quienes se han confiado a mí. Del mismo modo que mis ver un orden social en el cual los lazos de la amistad
demás obras de psicología profunda, éste no será un libro prevalezcan cuanto sea posible sobre los antagonismos
erudito. Convencido de que la amistad representa uno y los intereses.
de los valores existenciales más fundamentales, que
puede hacer la vida de los hombres infinitamente más
' bella y fecunda, me propongo persuadir también de ello
I

SOLEDAD Y DESARRAIGO
DEL HOMRRE MODERNO

^ | j L HOMBRE NACE Y MUERE SOLO, y únicamente


-I_J engañándose puede, "entre dos acontecimientos
capitales, creer que no está solo", afirman aproximada-
mente los portavoces del pesimismo, cuyo más eminente
representante en nuestros días es probablemente Jean-
Paul Sartre. ¿Semejante pesimismo puede extraer
de la experiencia existencial argumentos en su apoyo?
En nuestra opinión, no enteramente. En efecto, bas-
tantes niños vienen al mundo rodeados de una ternura
y un amor cuya marca se imprime profundamente en
su alma y los preserva del complejo de abandono a lo
largo de toda su vida, pese a todas las experiencias
decepcionantes,que puedan tener después. Igualmente
me ha ocurrido ver moribundos que hasta su último
aliento parecían mantener la más intensa comunión
con aquellos a quienes amaban. Y como hablamos en
nuestra condición de psicólogo y no de metafísico, sos-
tener que no se trata sino de comportamientos ilusorios
o nacidos de la mala fe, no significa para nosotros abso-
lutamente nada.
Dicho esto, no es menos cierto que a muchos hom-
bres y mujeres les ha tocado en suerte la más total
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soledad, no solamente en las horas de su nacimiento y tran plantadas centenares de otras tiendas, aun cuando
su muerte, sino en todo el trascurso de su existencia les sería posible acampar tranquilos no lejos de allí, en
en el tiempo. Esto ocurre en nuestra época probable- u n lugar más solitario.
mente más que nunca, tanto a causa del desarraigo Parece pues que el hombre jamás ha estado menos
social de u n número demasiado elevado de nuestros solo que en esta época, que si hubiera que compade-
contemporáneos como en razón de una toma de con- cerlo sería, más que por su soledad, por su falta de
ciencia más aguda de su individualidad y su singulari- soledad. En realidad, la paradoja es sólo aparente; no
dad por parte de cada uno. Mientras que la conciencia hay contradicción entre la soledad psicológica y la au-
de pertenencia al grupo social prevaleció, en la mayo- sencia física de soledad. En ningima parte, efectiva-
ría de los hombres, sobre la de su individualidad, no mente, se encuentra el hombre más total y dolorosa-
conocieron el sentimiento de abandono sino cuando al- mente solo que entre la multitud y la baraúnda. Los
gún avatar los separó del grupo social del que forma- eremitas retirados al desierto están infinitamente me-
ban parte, lo que sucedía, pese a todo, sólo bastante nos solos que los habitantes de nuestras grandes ciu-
raramente. En el actual estado de desarrollo de la con- dades, que se codean sin cesar en los ómnibus, los
ciencia individual ocurre a menudo lo que a primera subterráneos, los cinematógrafos y los bailes. Para
vista puede parecer tan paradójico, es decir, que en nin- no confundir el aislamiento físico del ermitaño con la
guna parte la soledad es mayor y más penosa que en soledad moral del ciudadano, con frecuencia nos ser-
nuestras grandes ciudades. Ciertamente, en ellas uno viremos, para designar esta última, del término inco-
vive en inmensos edificios o en habitaciones de hoteles, municación. Para poner fin a la incomunicación no
donde el menor ruido y todo sonido vocal son oídos basta de ningún modo romper el aislamiento físico
por vecinos, donde a menudo la menor intimidad se
zambulléndose en la muchedumbre anónima. Lo trá-
hace difícil. Uno se ve zarandeado sin cesar en la
gico en la condición del hombre moderno, lo que cons-
batahola de las calles, de los autobuses y del subterrá-
tituye su soledad, es la ausencia de diálogo, de comuni-
neo. Muchos son los que se quejan de no poder estar
cación espiritual con el prójimo. El ermitaño en su
jamás solos, de no encontrar jamás la posibilidad del
desierto puede comunicarse con Dios por la oración,
indispensable recogimiento. Lo peor es que, por la
y por el pensamiento con todos los que le son queridos,
fuerza de la costumbre, muchos hombres y mujeres de
con la humanidad entera, si su capacidad de amor ha
esta época se han vuelto psíquicamente incapaces de
estar solos y por lo tanto de recogerse, de tomar con- alcanzado las dimensiones de ésta. El solo no dialoga,
ciencia de su verdadera situación en el mundo. Expe- no se comunica con nadie. Lo más grave es que a
rimentan la imperiosa necesidad de ir al cine, al café menudo se vuelve radicalmente incapaz de verdadera
o al baile, no porque tengan deseos de ver una pe- comunicación existencial, de la que, por lo menos
lícula, beber una copa o bailar, sino sencillamente por- conscientemente, no experimenta ninguna necesidad.
que la vida lejos de la baraúnda se les ha hecho inso- En el curso de mi práctica psicoterápica me ha acon-
portable. Durante las vacaciones les es "absolutamen- tecido con frecuencia tener que alentar a hombres
te" necesario ir a los mismos lugares donde va "todo que vivían en una total soledad, a buscar la comunica-
el mundo", plantar su tienda allá donde ya se encuen- ción con sus semejantes, porque me parecía el único
medio de preservarlos de la enfermedad psíquica más
SOLEDAD Y DESARRAIGO DEL H O M B R E MODERNO 15
14 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD

grave. Bastante generalmente he chocado con la ne- de grandes institutos. Si pasan largas horas en torno a
gativa: el paciente declaraba que tenía horror a los una mesa de café, no es por el gusto de las bebidas fuer-
demás, que en ninguna parte se sentía más a gusto tes (lo más a menudo sólo consumen jugos de frutas), ni
que cuando podía permanecer solo. Y, sin embargo, por ser adictos al bridge o a la "canasta"; es sencilla-
cada vez que me ha sido dado penetrar más profunda- mente para estar juntos. Me he esforzado entonces por
mente en el psiquismo de tales enamorados de la so- saber cuáles son los temas de sus conversaciones. Les
ledad, se estableció que inconscientemente sufrían a he pedido relatos detallados, y pude así comprobar el
causa de ésta, que su sentimiento de infelicidad y su total vacío de la mayor parte de sus conversaciones.
visión pesimista de la humanidad y de la vida estaban "¿Qué tal?" "Bien, ¿y tú?" Su vocabulario usual es de
condicionados por ella. Sin ser conscientes de ello, es una pobreza extraordinaria, al punto de imposibilitar
no obstante la comunicación afectiva con los demás lo toda verdadera comunicación. La película que han vis-
que buscan casi todos los que llenan los cines, los to es "fabulosa" o un "bodrio", sin que nadie sea capaz
bailes, los cafés y otros lugares públicos. Y los que de explicar el por qué de este juicio sumario. Se dice
se llaman misántropos y se encierran en su habitación también una palabra sobre tal camarada ausente, so-
con la sola compañía de su gato o su canario, reprochan bre tal noche pasada fuera de la banda y . . . eso es
además inconscientemente a los hombres el que no los todo. Generalmente se separan con la sensación de ha-
hayan acogido. ber perdido el tiempo, decepcionados los unos de los
* otros por no haber dicho nada de lo que realmente im-
* * porta. Pero como no tienen a su alcance ninguna otra
comunicación, se apresuran a volver a encontrarse lo
La multitud que se encuentra en los lugares públicos, más pronto posible.
lejos de favorecer el diálogo y la comunicación, los hace La mayoría de las relaciones entre adultos no valen
en realidad difíciles, sino imposibles. Las relaciones mucho más. Es verdaderamente espantoso escuchar la
que en ella se establecen entre los individuos son fatal- conversación de personas cultas en una cena o cóctel.
mente superficiales e impersonales, puramente funcio- Lo más a menudo no tienen nada que decirse. El
nales. Cómo podría ser de otra manera, si casi todos éxito de ciertos juegos, como por ejemplo el bridge, se
los que las forman viven en la inautenticidad, sin haber explica sin duda porque proporcionan a la gente la im-
adquirido conciencia de lo que son ellos mismos, de lo presión de escapar de su soledad, sin tener que hacer el
que son los demás, de lo que buscan cuando se acercan gasto de la conversación. Pero estos paliativos no pue-
unos a los otros. den ofrecer una solución, por poco satisfactoria que sea,
Numerosos jóvenes que se confían a mí, puntualizan al angustioso problema que plantea la soledad del hom-
su incapacidad para soportar la soledad, así sea por al- bre moderno.
gunas horas. Para escapar de ella, se asocian a bandas La misma familia no es, a menudo, más que una yux-
que se reúnen los sábados y domingos, y en bandas pa- taposición de soledades. Creen conocerse porque están
san su tiempo libre y sus vacaciones. No se trata sin siempre juntos, mientras que en realidad nadie se abre
embargo de "pilluelos", sino de muchachos y mucha- verdaderamente a los demás. Evidentemente, se "quie-
chas de buena familia, de estudiantes universitarios o ren", pero con un amor puramente instintivo, animal,
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en el que las facultades propiamente humanas casi no él cumple sus deberes para con ellos, ellos lo obedecen,
participan. No se comprenden, no sospechan siquiera paro ni de una parte ni de otra hay ningún calor afec-
que haya algo que comprender en los padres o en los tivo. R. experimenta, pues, el penosísimo sentimiento
hijos, en los hermanos y hermanas. La gran mayoría de que ni su mujer ni sus hijos ni sus colegas y co-
de las desinteligencias conyugales de que he tenido oca- nocidos lo comprenden. En una sesión posterior, reco-
sión de ocuparme profesionalmente, no tenían su origen noce que él tampoco ha hecho nunca nada para com-
en la desarmonía carnal, sino en la falta casi total de prender a los demás, ni para darse a conocer a ellos
comunicación de los espíritus. El desacuerdo carnal en lo que cree ser más auténticamente él mismo. Más
aun, hasta una toma de conciencia consecutiva a la
mismo, como tendremos oportunidad de establecerlo en
psicoterapia (es su "neurastenia" la que lo ha hecho
otro capítulo, no es, lo más a menudo, sino la consecuen-
consultar al doctor), nunca se le había ocurrido la idea
cia de la falta de comunicación espiritual. Esta falta se
de que las relaciones interhumanas pudieran y debie-
hace sentir tanto más negativamente cuanto los seres
ran ir más allá de la "buena armonía". Durante mu-
poseen mayor desarrollo intelectual.
cho tiempo se había sentido perfectamente satisfecho
En numerosos casos, esta disparidad entre la madurez de su suerte. Cuando finalmente se sintió acuciado por
intelectual y la pobreza afectiva, causa principal de la el sentimiento de fracaso y desdicha, no estableció nin-
ausencia de comunicación, da lugar a neurosis más o guna relación entre este complejo y lo que él llamaba
menos graves. M. R., de cincuenta años de edad, me- su "salvajismo". En el curso del tratamiento aprendió
lancólico, no experimenta ningún gusto por la vida, a dialogar primero con su psicólogo, después con sus
ve todo con pesimismo; su juicio sobre los seres hu- familiares y finalmente hasta con sus colegas. Le na-
manos en general y sobre cada una de sus amistades en cieron amistades y toda su vida se encontró trasforma-
particular, es de lo más desilusionado. Ha realizado da, así como su concepción del mundo y de la huma-
varias tentativas de suicidio y atribuye a su cobardía no nidad entera.
haber osado llegar hasta el fin. Sin embargo, tiene una *
ocupación bien remunerada y socialmente bastante ha- * *
lagadora. Está casado con una mujer que está muy le-
jos de ser mala, que cuida muy bien de él y con la que
Dado que el hecho y el carácter nefasto de la extra-
casi no tiene choques. Sus hijos triunfan conveniente-
ordinaria soledad del hombre moderno parecen incon-
mente en sus estudios y moralmente le proporcionan
testables, se plantea el siguiente problema: ¿esta situa-
toda clase de satisfacciones. ¿A qué se debe entonces
ción es irreversible, irremediable, o existen siquiera
ese "complejo de infelicidad", ese disgusto por la vida?
medios de salir de ella? No es posible remitirse a la
En el curso de la psicoterapia se comprueba que M. R.
psicoterapia, tan sólo después que la gente haya alcan-
no ha tenido jamás, a lo largo de toda su vida, verda-
zado, como M. R., los umbrales de la desesperación.
dero contacto afectivo. Es "bueno", todo el mundo es
Conocida es la respuesta que brota de los análisis sar-
bueno con él, pero nadie lo ha amado nunca verdade- trianos: Todo hombre que haya sobrepasado la trivia-
ramente, como tampoco él ha amado verdaderamente lidad cotidiana y haya alcanzado la conciencia de sí
a nadie. Ha hecho un matrimonio de conveniencia; (de su "para sí"), no podría percibirse sino solo y
sus relaciones con sus hijos se basan en "principios":
SOLEDAD Y DESARRAIGO DEL H O M B R E MODERNO 19
18 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD '
probar que este encuentro, lejos de no poder ser más
abandonado. La palabra conciencia sería sinónimo de
que una fuente de ilusiones y decepciones, en muchos
conciencia desdichada, desdichada justamente porque
casos proporciona a los hombres la oportunidad por
se sabe en la imposibilidad radical de realizar esta
excelencia de realizarse, de cumplir plenamente su
comunión con el prójimo que todo ser -humano cree
vocación de hombres. Si por desgracia no siempre es
es la condición sine qua non de su felicidad. Amor,
así, si en nuestra época en particular el encuentro con
amistad, camaradería de lucha procederían por igual
el prójimo raramente arriba a una comunicación au-
de la mala fe inconsciente de los hombres, demasiado
téntica con él, la explicación debe buscarse no en una
cobardes para admitir su irremediable soledad. Desde
imposibilidad esencial cualquiera, sino simplemente
L'Étre et le Néant hasta Le Diablé et le bpn Dieu, pa-
en las condiciones de vida psicosociales de la humani-
sando por Les Chemins de la Liberté y Huis Clos, toda
dad moderna, en la desarmonía que existe entre su
la obra sartriana tiene, como uno de sus temas esencia-
desarrollo intelectual y afectivo.
les, la imposibilidad connatural a la condición humana,
de salir de su insoportable aislamiento por medio del *
encuentro con el prójimo. El otro no podría ser para el * *
yo más que un enemigo.
Erraríamos sin duda, al acordarle tanta importancia
La comunicación existencial con los demás puede
al pesimismo satriano, si sólo se tratase de un proce-
revestir muy diferentes modalidades, pero siempre y
dimiento literario o de la neurosis personal del filósofo.
necesariamente es de orden afectivo. Cuando se tra-
En rigor, si Sartre ha hallado tanto auditorio* entre
ta de u n intercambio únicamente intelectual, cada
tantos novelistas, vulgarizadores de sus tesis, y entre
uno pone en juego tan sólo sus pensamientos e ideas,
tantos jóvenes de nuestro tiempo, es porque su propia
pero no su ser mismo; la comunicación es entonces
experiencia coincide, parcialmente por lo menos, con
solamente extrínseca. Probablemente porque ciertos
la de muchos de sus contemporáneos. Es el portavoz
filósofos y sus discípulos no conocen más que esta es-
de una fracción importante de la humanidad de la
pecie de interminables discusiones, en una sala de re-
época que vivimos.
uniones o en torno a una mesa de café, sobre política,
La filosofía de la soledad fatal y de la consiguiente
literatura y arte, creen que deben afirmar la imposibi-
infelicidad no podría, con todo, pretender que es traduc-
lidad del hombre de salir de su incomunicación. Pero
ción de la totalidad de la experiencia humana. Con
como el ser humano es capaz de amar y ser amado,
referencia a nuestra propia experiencia existencial,
la incomunicación no constituye en modo alguno la
tanto directa como indirecta, creemos-.nuestro deber
fatalidad de nuestra condición en el mundo. La ener-
señalar la falsedad del pesimismo del existencialismo
gía afectiva, que se puede llamar libido en el sentido
sartriano, por lo menos en la medida en que éste pre-
que Jung da a esta palabra, no está, ciertamente, a
tende rendir cuenta adecuada de la condición huma-
disposición de todos los hombres en la misma canti-
na total. El encuentro con el Otro en su alteridad pro-
dad ni con la misma calidad. Existen seres afectiva-
pia se presenta, efectivamente, como el acontecimien-
mente ricos y otros pobres, así como hay seres más o
to central en la trama de la existencia de la mayoría
menos dotados intelectualmente. En razón de los con-
de los seres humanos. Pero nos ha sido dado com-
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l'l icios neuróticos, la energía afectiva puede hallarse y de la comunicación mística. En realidad, es Jung
fuertemente inhibida o reprimida aun en quienes quien ha visto con acierto. La energía afectiva es por
inicialmente estaban superiormente dotados, al punto naturaleza indiferenciada. De la cantidad y calidad
que en algunos casos se tiene razón al hablar de una de libido de que dispone, el individuo puede hacer, se-
verdadera atrofia afectiva. Además, la riqueza afecti- gún las circunstancias, tal o cual empleo. Por lo me-
va no siempre corre parejas con la riqueza intelectual. nos en teoría, el que hace un desgaste demasiado in-
Existen hombres intelectualmente sobredotados que tenso de energía afectiva en el plano del amor sexual,
padecen una asombrosa pobreza afectiva, así como los ya no dispondrá casi de ella para actividades creado-
hay de una gran riqueza afectiva cuya capacidad inte- ras, para el servicio de la comunidad, para el amor a
lectual es bastante mediocre. Dios. En la práctica, no siempre es así. No es r a r o
Teresa, joven agregée universitaria, se encomienda que el amor apasionado por una mujer acreciente con-
al psicoterapeuta porque se siente incapaz de amar. siderablemente la capacidad del hombre para a m a r a
No experimenta esos sentimientos fuertes, tiernos y Dios, a sus padres y amigos, renovando al mismo tiem-
apasionados, que ella sabe caracterizan al amor, ni por po su impulso creador. Y viceversa. Hemos tenido
sus copartícipes sexuales, ni por sus padres ni cama- ocasión de comprobar en numerosos casos que el ad-
radas. En el curso del tratamiento se comprueba, efec- venimiento del hombre a un auténtico amor por Dios
tivamente, que tiene un intenso egocentrismo, sin ser o la humanidad puede acrecentar su capacidad de a m o r
en modo alguno una egoísta. Pero el egocentrismo no erótico. En psicosíntesis nos ha sucedido que curamos a
es en ella más que la sobrecompensación de su com- impotentes y frígidos haciéndoles salir de su egocentris-
plejo de inferioridad, de su falta de confianza en sí mo, despertando en ellos un vigoroso interés por u n a
misma. Al no amarse suficientemente a sí misma, no "gran causa". Sólo el abuso de la energía afectiva en
podía amar a los demás. (Pues, contrariamente a la una esfera dada tiene consecuencias nefastas para el
opinión corriente, el egocéntrico, lejos de amarse con lolal de la vida afectiva. Efectivamente, el libertinaje
exceso, se ama poco o nada.) Una vez que la psicosín- perjudica la creatividad, las relaciones con la comuni-
tesis libró a Teresa de su complejo de inferioridad y le dad humana y con Dios. La beatería, que es al a m o r
dio una confianza normal en sí misma, sus relaciones a Dios lo que el libertinaje es al amor erótico, hace al
con los demás no tardaron en convertirse en vínculos sujeto inepto para el amor de los hombres y t a m b i é n
afectivos normales. Y se concluyó su soledad. para toda actividad verdaderamente creadora. Lo m i s -
mo ocurre con aquella desviación del amor por la
En varias de nuestras obras anteriores hemos denun-
acción creadora que llamamos activismo. Por o t r a
ciado el error de Freud y los freudianos, de considerar
parte, el libertino no ama en verdad eróticamente, corno
la energía afectiva, la libido, como de naturaleza es-
I¡impoco el beato ama realmente a Dios ni el activista
pecíficamente sexual. En efecto, en esta hipótesis la
la acción creadora. Todos ellos permanecen e n c e r r a -
única forma verdaderamente auténtica de comunica-
dos en su solipsismo; ninguno logra alcanzar ixna
ción entre los seres sería el amor sexual. Todos los de-
verdadera comunicación afectiva.
mas afectos y aficiones serían la resultante de desvia-
ciones, represiones o sublimaciones de esta libido se- *
xual. Ella sería la fuente de los diálogos platónicos
* *
22 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD

Hace algunos años, consagramos un largo estudio


al análisis del amor erótico 1 , de toda la miseria y gran-
deza que encierra, de sus posibilidades de éxito y de
sus riesgos de desviación. Sin embargo, la experiencia
atestigua que el amor erótico no puede satisfacer ple-
namente la necesidad de comunión existencia! que más
o menos oscuramente experimentan todos los seres hu-
manos. No a todos los hombres les es dado hallar la
compañera erótica adecuada, con quien puedan alcan-
zar una auténtica comunión interpersonal; demasiado II
a menudo parejas sexuales "perfectas" permanecen cada
una encerrada en su soledad. Además, existen voca- NACIMIENTO DE LA AMISTAD
ciones o condiciones de vida inconciliables con la co-
municación erótica. Por otro lado, en todos los huma-
nos hay períodos de la vida que no son propicios para
la unión erótica: la adolescencia, la v e j e z . . . Y por
fin, aun quienes viven un amor erótico casi perfecto
A L PARECER, LA AMISTAD puede establecerse en to-
dos los niveles de la condición humana. Ya e n
los jardines de infantes puede observarse que e n t r e
no podrían contentarse con él, ya que en estado puro los niños de cuatro o cinco años se establecen relacio-
revela una gran fragilidad. Para que dure, es necesario nes de preferencia. Sin embargo, unos días antes e r a n
que se alie con otras formas de afectividad, menos todos igualmente extraños unos a otros, quizás no se
sumisas a las mutaciones de la carne. habían visto jamás. Con frecuencia sucede que dos
La más universal y, en nuestra opinión, la más no- niños cuyos padres viven en la misma casa y que p o r
ble de todas las comunicaciones interhumanas, la úni- lo tanto se conocen desde siempre, no tardan en hacerse
ca capaz de arrancarnos de la soledad, es la amistad. de amigos diferentes en la escuela. Lo mismo ocurre
Quien no tenga amigos no podrá tener sino una con- a menudo.con hermanos y hermanas. Los amigos q u e
cepción pesimista de la vida y de la condición1 humana, los padres pretenden elegir para sus hijos r a r a m e n t e
cualesquiera sean, por lo demás, las satisfacciones que le agradan a éstos, y no es raro que los que eligen por sí
ofrezca la existencia. Una verdadera amistad, por el mismos no gusten a los padres, sin que se pueda afir-
contrario, permite disfrutar de felicidad y alegría aun mar a priori que se trate siempre de un comportamien-
en medio de las peores tribulaciones. Según que uno to reactivo de niños celosos de su independencia e n
crea o no en la posibilidad de una amistad auténtica, relación con la intervención paterna. Hay sólidas
considerará a la soledad como un desdichado accidente amistades entre criminales, como las hay entre genios
y como la fatalidad de la condición humana. Y no se y entre santos. Un escritor que estuvo internado u n
tratará de conclusiones del razonamiento abstracto, sino tiempo en un hospital psiquiátrico, describe en su n o -
de las de la experiencia existencial. vela los sólidos lazos de amistad que unían a dos d e
1
sus compañeros de desdicha. Éstos se comportaban
Psicoanálisis del amor, Ediciones Carlos Lohlé, Buenos Aires, como amigos no sólo en sus momentos de lucidez, s i n o
1960.
24 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD N A C I M I E N T O DE LA AMISTAD 25
aun cuando el delirio hacía presa de ellos. En este un grado relativamente elevado de madurez psíquica,
estado, ambos perdían por completo el sentido de la y que por ello son capaces de comprender incluso a
realidad, y uno se creía un caballo, el otro un perro. quienes no participan de su fe y sus convicciones. Como
Trotaban uno al lado del otro en cuatro patas; se veremos más adelante, en los seres menos evoluciona-
conducían uno respecto del otro como un caballo y dos, la amistad supone similitud de las condiciones de
un perro que se quisieran mucho, y parecían compren- vida e identidad de las opiniones o las creencias.
derse admirablemente. Tan sólo la amistad parecía Los humanos más evolucionados espiritualmente y
resistir la acción destructura de la locura. Nosotros más desligados de las cosas temporales y terrestres, por
mismos hemos podido observar la existencia de amis- lo general tampoco menosprecian el afecto amistoso.
tades electivas en uña institución para niños anorma- Conocemos, por los relatos evangélicos, la amistad de
les, cuya sensibilidad era, sin embargo, poco despierta. Jesús por su discípulo Juan, hijo de Zebedeo, así
Andró Malraux, en Les Noyeus de l'Altenburg, como por Lázaro y sus hermanas. Dado que le plugo
muestra que aun entre dos soldados enemigos puede asumir la condición humana, el Hijo de Dios mismo
establecerse una corriente amistosa, lo que también no desdeñó, por lo tanto, las alegrías de la amistad.
era, bajo otra forma, la tesis de Romain Rolland en su Éste es el caso también de la mayoría de sus mejores
célebre Jean-Christophe. La amistad no se deja detener imitadores, los santos y los ascetas. Y hasta es muy
ni por las fronteras nacionales ni por las barreras de significativo que muchos de ellos creyeran que debían
las clases sociales. En mi juventud conocí a dos jóve- romper todos los lazos humanos y llegar a despreciar
nes que eran amigos inseparables. Más tarde, bajo la todos los bienes de este mundo, pero que no se creye-
ocupación alemana, uno se encontró comprometido en ran de ningún modo obligados a renegar de sus lazos
cuerpo y alma en un movimiento de resistencia, y se de amistad. San Antonio, que pasa por haber sido uno
adhirió al comunismo. El otro, por el contrario, al pa- de los más austeros entre los "Padres del Desierto" y
recer con igual buena fe, militaba activamentp en un cuyas prácticas ascéticas nos parecen tan excesivas, se
partido fascista cuyas simpatías se inclinaban hacia la decidió a salir de su desierto sólo en nombre de la
Alemania nazi. En un combate entre los maquis y la amistad. Viéndose su amigo Atanasio, obispo de Ale-
milicia, no habrían traicionado, probablemente, la cau- jandría, expuesto a las persecuciones, Antonio acudió
sa que servían, por evitar el disparar uno contra otro. para prestarle ayuda. Aun en los monasterios de ob-
Y sin embargo, con gran escándalo de los camaradas de servancia muy estricta, en que la regla veda toda
partido respectivos, continuaron considerándose mutua- preferencia, las amistades logran, a pesar de todo,
mente amigos. Cuando se encontraban, bastaba que la nacer y florecer. Cierto es que los procedimientos de
conversación recayese sobre otro tema que la política, la enseñanza de la ascesis y del desasimiento hacen
para que la corriente afectiva se restableciese entre que muchos religiosos y religiosas crean que deben
ellos, para que vibraran nuevamente al unísono como combatir sus sentimientos de amistad "particular"
en otros tiempos. Vínculos de amistad semejantes exis- (¡como si pudiese existir alguna amistad que no sea
ten igualmente entre hombres de religiones diferentes, particular!) y se acusan de ellos como de un pecado, en
y hasta entre creyentes y ateos. Es verdad que en tales confesión o ante la comunidad. No creo que tal rechazo
casos se trata siempre de hombres que han alcanzado de uno de los más nobles —sino el más noble— sen-
26 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD NACIMIENTO DE LA AMISTAD 27
timientos del corazón humano pueda favorecer el En el primer caso es el amor a la pintura lo que crea
progreso espiritual. Pero ésta es otra cuestión, sobre una comunión suficientemente fuerte para resistir a
la que tendremos que pronunciarnos más adelante. las divergencias ideológicas, y en el segundo se trata de
creyentes que han superado el estadio sociohistórico
de la fe religiosa. Su madurez psicológica es suficiente
* * para permitirles comprender y amar a aquellos que
piensan y sienten distintamente de ellos, no a pesar,
Queda, pues, comprobado: la amistad es la más sino más allá de las divergencias. Cuando se trata de
universal de todas las relaciones interhumanas de or- seres psíquicamente menos evolucionados, el nacimien-
den afectivo. Los simples y los evolucionados, los san- to de la amistad presupone una similitud más tangi-
tos y los criminales, gozan de sus alegrías, encuentran ble de las condiciones de vida, así como una mayor
en ella el medio de salir de su soledad. La cuestión identidad de opiniones y creencias.
que ahora se plantea es la de saber sobre qué bases se La mayor o menor comunidad de intereses, sean és-
establece la amistad entre dos seres. Ya hemos visto tos "sublimes" o pedestres, no basta sin embargo por
que la amistad halla su fuente en la energía afectiva, sí sola para explicar el nacimiento de la amistad en-
en la libido. Cuanto más ricos son los seres cuantita- tre dos seres humanos. He aquí un joven que se une
tiva y cualitativamente en libido más fuertes y ricas a un grupo musical, cuyos miembros todos profesan
son sus amistades; hay una inmensa diferencia cuali- las mismas convicciones políticas o religiosas que él.
tativa entre la amistad que unía a Sócrates y sus dis- Si al cabo de un tiempo más o menos largo se hace
cípulos y la que prevalece en una banda de jóvenes amigo de otro joven perteneciente al grupo, no es ne-
pilluelos. Con todo, no es de esto de lo que se trata cesariamente porque su comunidad ideológica o mu-
por el momento, sino más bien de esto otro: ¿Por qué sical sea más perfecta, ni porque se hayan reconocido
nuestra libido se vuelve más bien hacia tal persona que mutuamente como "mejores". Se da en efecto en la
hacia tal otra? ¿Según qué criterios, conscientes o in- experiencia corriente que no siempre elijamos por
conscientes, elegimos a nuestros amigos, suponiendo amigo a aquel que objetiva o subjetivamente nos pa-
que realmente los elijamos? rece el mejor entre los que frecuentamos. Aun la su-
Hemos comprobado anteriormente que la amistad blime y dilecta amistad que Cristo consagró a su dis-
puede nacer entre hombres de religiones, de naciones, cípulo Juan no prueba en modo alguno que Él esti-
de profesiones muy diferentes. Con todo, puesto que mase a este último más que a los otros; y he aquí la
toda amistad implica cierto grado de comunión, debe prueba: a Pedro confió el gobierno de su Iglesia. Así
haber entre amigos cierta similitud, cierta comunidad como el enamorado puede m u y bien reconocer que
de intereses, más o menos esenciales. Un artista elige otra mujer es más hermosa que la que es objeto de su
sus amigos generalmente entre artistas; un hombre de pasión, y sin que de ello resulte ningún daño para
ciencia entre hombres de ciencia; un comunista entre ésta, yo puedo muy bien admitir que mi amigo no
comunistas, etc. Cierto que u n pintor comunista puede es el más inteligente ni el más generoso de todos los
ser amigo de un pintor católico, y yo conozco profun- que conozco, y que muy probablemente no rehusarían
das amistades entre creyentes cristianos y musulmanes. tampoco ser amigos míos. En todo caso, el joven mu-
28 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD N ACIMIENTO DE LA AMISTAD 29
sico de que acabo de ocuparme, confiesa que en su mente. Entre el otro y nosotros adivina un parentesco
grupo hay mejores músicos que su amigo y hasta que potencial de almas. También importa saber que las
con algunos otros intercambia ideas sobre asuntos re- motivaciones, tanto inconscientes como conscientes, de
ligiosos o políticos con mayor facilidad que con él, la amistad, lejos están de ser todas egoístas. Importa
que es más bien taciturno. ¡Sin embargo, es éste el que no sólo lo que tenemos derecho de esperar y recibir
se ha convertido en su amigo! del otro, sino por lo menos otro tanto lo que nos sen-
Cualquiera sea, pues, la importancia de las "cuali- timos más o menos capaces de darle. La amistad es
dades" del otro, no bastan por cierto para explicar por esencia generosa.
por qué lo hemos elegido precisamente a él por amigo. *
Existen por otra parte verdaderos "flechazos" de * *
amistad, psicológicamente muy semejantes a los del
amor. Nos encontramos con Fulano por primera vez, Con todo, para que pueda nacer y desarrollarse la
pocas cosas sabemos sobre él, apenas ha dejado entre- amistad entre dos seres, importa que uno y otro, se
ver lo que piensa y cuales son sus gustos, pero ya ex- encuentren en estado de disponibilidad. Me ha suce-
perimentamos por él un gran impulso de simpatía, que- dido a menudo encontrarme en presencia de personas
remos rhá o menos conscientemente atraer su atención, que se quejaban de no tener amigos; según ellas, na-
despertar en él un impulso análogo hacia nosotros. die las querría por amigas. Ahora bien, he podido
Ciertamente, esta especie de flechazo no engendra to- comprobar casi siempre que esto se debía a su propia
davía la amistad; es sólo la primera chispa y son necesa- falta de disponibilidad, porque estaban demasiado ocu-
rias numerosas condiciones para que de ella brote una padas para poder acoger al otro. Puede tratarse de un
verdadera llama de amistad, capaz de resistir a los estorbo exterior, es decir, que no se dispone de bastante
contratiempos de la vida. tiempo o de energía afectiva para las necesidades de la
amistad. Tal es el caso particular de tantos hombres
Por completo que supongamos el inventario de los de negocios, obligados por su profesión a tener innu-
móviles racionales que tendríamos para querer a merables relaciones, comidas de negocios tras comidas
Fulano, no es suficiente para explicarlo adecuadamen- de negocios. En ellas se habla de todo, menos de lo
te. Esto no ignifica, sin embargo, que el flechazo se verdaderamente personal de cada uno. Es raro que
produzca sin motivos ni móviles, pues éstos se hallan una verdadero amistad pueda florecer en tales con-
lejos de ser siempre y exclusivamente de orden racio- diciones. Lo más a menudo, sin embargo, la ocupa-
nal. Mientras nuestra conciencia quizás ignora todo to- ción que hace imposible la amistad es de orden inte-
davía acerca del otro, nuestro inconsciente puede ya rior, subjetiva. El otro en cuanto otro no interesa al
haber reconocido en él un amigo posible, adivinando en- egocéntrico. Éste bien que querría tener un amigo,
tre él y nosotros misteriosas afinidades que tardarán pero por las satisfacciones egotistas que sería capaz de
años quizás en hacerse plenamente conscientes. El procurarle. El narcisista sólo busca en el otro una es-
inconsciente parece adivinar a veces, no solamente lo pecie de espejo de su propio yo hipertrófico. Toda de-
que el otro ya es, sino también lo que es capaz de lle- semejanza, toda divergencia, le parecen obstáculos
gar a ser, quizás gracias a nuestra amistad, precisa- insuperables para lo que él entiende por amistad. No
30 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD NACIMIENTO DE LA AMISTAD 31
tolera ninguna contradicción, espera que el amigo lo pesar de todo logra hacer amigos, es porque la disponi-
escuche y lo apruebe, que esté siempre listo para aco- bilidad lleva en él generalmente ventaja sobre el nar-
gerlo. Cuando experimente la necesidad de hacerlo, cisismo. La necesidad y el deseo de la amistad triunfan
irá a verlo todos los días, no dejándole ninguna posi- del miedo de amar. El adulto, a menos que se encuen-
bilidad para su vida personal o para otras relaciones. tre inhibido por conflictos psíquicos, debería estar más al
Después, no se lo ve más durante días y semanas, sim- abrigo de la tentación del narcisismo. Y los obstáculos
plemente porque ya no lo desea. Poco importa que sea exteriores a la disponibilidad deberían dejarse vencer
entonces el otro el que está solo. Nada tiene de extraño más fácilmente, a condición, por su puesto, de qué su
que u n "amigo" semejante decepcione, y que uno evi- deseo de amistad no sea una simple veleidad.
te instintivamente tomarlo por amigo. A veces la in-
disponibilidad de origen egocéntrico deriva de la neu- *
rosis y entonces sólo una buena psicoterapia está en * . *
condiciones de volver al sujeto capaz de amistad. En
ocasiones, sin embargo, una toma de conciencia y es- El impulso amistoso, como hemos visto, brota a
fuerzos voluntarios pueden bastar para ello. menudo de las profundidades afectivas de nuestro psi-
En la disponibilidad de los seres hay grados, y en quismo, mucho antes que hayamos podido adquirir el
consecuencia más o menos oportunidades para ellos de conocimiento racional del otro. Nuestra libido se en-
vivir la amistad. Si la amistad surge más a menudo y cuentra estimulada por nuestra disponibilidad para la
más fácilmente en la juventud que en la edad madura amistad, por nuestra necesidad de amistad. Pero si
o en la vejez, se debe a que el ser joven se halla ge- nuestro impulso nos lleva hacia tal ser más bien que
neralmente más disponible. De esto resulta que mu- hacia los demás, es porque nuestro inconsciente cree
chos hombres y mujeres sólo tienen amigos de juven- reconocer en él una pareja potencial para el diálogo,
tud; si éstos desaparecen, se sienten incapaces de anu- para la comunión. Ha adivinado instintivamente que
dar nuevos vínculos amistosos. En verdad, la amistad hay algo en común, algún parentesco fundamental en-
no es en modo alguno privilegio de la juventud única- Ire el otro y nosotros; si no, el diálogo sería impensa-
mente. Yo conozco una anciana dama que pasa los ble. Sinvembargo, entre seres que se parecen dema-
ochenta años de edad y está siempre dispuesta a trabar siado, al punto de no ser más que un eco mutuo, no
nuevas amistades, y efectivamente todavía las hace, podría desarrollarse verdadero diálogo. Las diver-
tanto entre gentes de su propia generación como entré gencias, las divergencias complementarias, importan
los jóvenes. Se podría aducir, quizás, que la persona de en efecto tanto, por lo menos, como las similitudes,
edad capaz de hacerse de nuevos amigos ha conservado para que sea posible la comunicación amistosa. Por
joven su corazón, o que ha vuelto a serlo. Sin embargo, otra parte, para saber si nuestra amistad con otro es
normalmente, es decir, si supiese proteger su intimidad, viable, nuestro inconsciente hace el inventario, no tan-
al menos parcialmente, contra la agitación del mundo, lo de los y os estáticos del otro y nuestro, como del
el adulto evolucionado y no neurótico debería ser más ideal del yo de uno y otro.
apto para la amistad que el adolescente. En efecto, en
Innumerables factores entran en la formación de
este último es normal cierto grado de narcisismo, y si a
nuestro ideal del yo, de esta imagen ideal que que-
32 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD NACIMIENTO DE LA AMISTAD 33
rríamos realizar en nosotros y que da cierta conver- nosotros mismos, y más o menos asiduamente nos es-
gencia a nuestras energías y a nuestros esfuerzos dis- forzamos en ello. Pero es sobre todo en aquellos a
persos. En el niño, ese ideal del yo se compone casi quienes quisiéramos hacer nuestros amigos, donde bus-
por entero de lo proyección de la imagen que incons- camos su eco, su reproducción. Toda vez que nace en
cientemente se ha formado de sus padres, lo que no nosotros el deseo de tener por amigo a tal ser que
quiere decir que sea el exacto retrato de estos últimos. quizás hemos tratado por primera vez, es que nuestro
Ella quiere llegar a ser como mamá; él, ser en todo inconsciente ha adivinado ya que al menos por ciertos
semejante a papá. Pero tampoco es raro que el niño aspectos de su personalidad corresponde a nuestro ideal
se encuentre en conflicto afectivo con uno u otro de del yo, sea en acto, sea tan sólo potencialmente.
sus padres, sobre todo porque cree que lo quieren Sin embargo, no basta para que nazca la amistad,
poco o que no lo quieren. Entonces su ideal del yo que el otro sea más o menos conforme a nuestro ideal
es exactamente el reverso del progenitor con quien del yo. Hace falta además que este nuestro ideal del yo
está en conflicto, quiere llegar a ser radicalmente dis- coincida por lo menos en parte con el del otro. Si
tinto de este último. El niño elige entonces sus amis- falta esta coincidencia, el impulso amistoso que nos
tades no en función de lo que él mismo es, sino en fun- lleva hacia el otro cae a menudo en el vacío.
ción de su ideal del yo de origen parental. El mu- El amor erótico puede muy bien ser solamente uni-
chacito que está en su casa rodeado por un amor ma- lateral. Hasta es lo que ocurre con frecuencia en-
ternal demasiado protector, puede buscar en la escuela, tre los adolescentes, que ni siquiera se atreven a so-
como amigo, a alguno más fuerte y prestigioso, capaz licitar reciprocidad al objeto de su pasión. Entre los
de ejercer para con él el mismo papel protector. Pero mismos adultos, el amor unilateral estuvo muy de moda
también puede ocurrir que su inconsciente se rebele en la época romántica. Por otra parte, es más bien raro
contra esta protección maternal excesiva, aun cuando que el "flechazo" traspase a dos seres en el mismo mo-
conscientemente se sienta a gusto con ella. Entonces, mento. Por lo menos durante un tiempo, la mayor parte
por un proceso de sobrecompensación psicológica, se afi- de los amores son unilaterales. "Si te quiero, ¿qué te
cionará a uno más débil, al cual podrá a su vez proteger importa?", dice un enamorado romántico a la mujer
y dominar. que ama. La literatura y la vida abundan por igual en
Poco a poco, a partir de la adolescencia, el ideal del ejemplos de amor sin reciprocidad. Lo más a menudo,
yo se va haciendo más complejo, al alimentarse en otras cuando tal estado de cosas se prolonga, es que se trata
fuentes que la familia. Los héroes de las novelas y las de lo que se ha convenido en llamar "amor desdichado".
películas, los personajes históricos, los maestros admi- Pero conozco también casos en que el amante unilate-
rados, contribuyen, cada uno por su parte y en grados ral acepta sin sufrir demasiado la falta de reciprocidad,
diversos, a la formación de nuestro ideal del yo. Lo y hasta llega a encontrar en su amor la fuente de un
más a menudo, todo esto permanece muy confuso, pero gran enriquecimiento existencial. Así Max, joven que
no por ello influye menos en muchas de nuestras deci- habia caído m u y bajo moralmente, se enamoró de la
siones y elecciones, en particular en la elección de nues- esposa de su mejor amigo. Sabiendo que era una mu-
tros amigos. jer virtuosa y además enamorada de su marido, ni por
un solo instante pensó en que ella lo amase" y por otra
Este ideal del vo Querríamos, por cierto, realizarlo en
34 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD NACIMIENTO DE LA AMISTAD 35
parle nada hizo para lograrlo. Pero por lo menos quiso Irarla un día. Lo importante es no dejarse descorazonar
hacerse digno de la amada, y en su manera de vivir jamás por los fracasos, por mucho que se repitan.
se produjo un cambio radical.
La amistad, por el contrario, es inconcebible sin re- *
ciprocidad. Claro que puede uno decirse amigo de la
naturaleza o amigo de los animales, sin que entre en
juego la noción de reciprocidad. Pero se trata en tal La situación de aquel cuya amistad se solicita, no
caso de una extensión puramente analógica de la pa- siempre es más cómoda que la de quien se ha dedicado
labra amistad. En su sentido propio, la amistad implica ii la búsqueda de ella. Muchas veces he experimen-
siempre y necesariamente diálogo, comunión, y supone tado lo embarazoso de esta situación. Un hombre, que
entonces, por definición, dos términos. Yo no puedo es asiduo lector de mis libros, cree haber encontrado
llamarme amigo de Fulano, si no es cierto que él, a en ellos la explicación de sus problemas existenciales.
su vez, también está dispuesto a reconocerme a mí por Tiene la impresión de que nadie mejor que el autor
amigo. de esos libros está en condiciones de comprenderlo, y
Esta exigencia de reciprocidad hace, evidentemente, por lo tanto de ser su amigo. Me escribe, viene a ver-
más aleatorio el nacimiento de la amistad. Yo puedo me, pronto me ofrece su amistad. ¿Qué debo hacer
-creer que he hallado en Fulano la perfecta encarnación yo? Siento por él piedad, hasta cierta simpatía, y es-
de mi ideal del yo y sentirme llevado por un gran toy dispuesto a comprenderlo y ayudarlo. Pero es otra
impulso amistoso hacia él; pero si él no reconoce en cosa lo que espera de mí. Ahora bien, para mí es claro
mí su propio ideal del yo, o si, más simplemente, se desde un comienzo, que yo por mi parte nada espero
encuentra en ese momento indisponible para la amis- de él, y que por esto no es posible entre nosotros nin-
tad, mi impulso corre riesgo de no hallar ninguna aco- guna reciprocidad, ninguna verdadera amistad. La mis-
gida. Surge entonces la tentación, a la que muchos ma situación se produce de vez en cuando con personas
sucumben, de creer que la amistad es imposible, de que recurren a mí para la psicosíntesis. Lo más fre-
estimarse indignos de la amistad de aquellos a los que cuentemente, no se trata de ninguna manera de una
querrían tener por amigos. Sin embargo, es puro ro- "trasferencia" en el sentido freudiano preciso del tér-
manticismo creer que nuestro ideal del yo se encuentra mino, es decir, de un desplazamiento del conflicto neu-
encarnado en un solo ser, y que si éste no nos quiere rótico sobre el terapeuta. Más sencillamente, en el tras-
por amigos, estamos definitivamente condenados a la curso de las entrevistas terapéuticas, los seres toman
soledad. Ante todo, importa saber que ningún ser hu- más aguda conciencia de su soledad y de su consi-
mano realiza perfectamente nuestro ideal del yo; luego, guiente desdicha. Nace en ellos un vivo deseo de co-
que hay ciertamente muchos, quizás una multitud, que municación con los demás, y a medida que van ca-
lo encarnan parcialmente, en diverso grado, pero lo yendo sus inhibiciones neuróticas, se sienten cada vez
suficientemente para que entre nosotros y cada uno más disponibles para la amistad. ¿Qué cosa más na-
de ellos pueda establecerse una auténtica comunicación tural entonces que experimentar el deseo y creer en
existencial. El que busca la amistad con sinceridad y la posibilidad de una verdadera y profunda amistad,
perseverancia, tiene todas las posibilidades de encon- precisamente con aquel a quien se entregan como ja-
NACIMIENTO DE LA AMISTAD 37
36 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD
*
más lo han hecho hasta entonces, y que tan- bien pa- * *
rece comprenderlos? Para más, el psicoterapeuta es la
primera persona que los toma en serio, los escucha
La amistad debe ser querida. No basta, sin embargo,
atentamente y les manifiesta simpatía. Se inclinan,
quererla para que nazca, aun cuando sean dos los que
por lo tanto, a pensar que es también el único que
la desean. Yo he pasado personalmente por esta ex-
puede hacerlo, y en consecuencia el único amigo po-
periencia. Hace años, trabajaba en una misma tarea
sible. Existen casos en que, efectivamente, entre el
con u n hombre cercano a mí por la edad y la cultura.
psicoterapeuta y su paciente puede establecerse una
Yo lo estimaba mucho, tanto por su inteligencia como
verdadera relación amistosa, una amistad que se pro-
por sus cualidades espirituales. Nos sentíamos perfec-
longará mucho más allá de la conclusión de la terapia,
tamente al unísono, tanto en el plano ideológico como
y sin que se trate de cualquier "contra-trasferencia".
en el espiritual. Raramente he deseado convertirme en
Sin embargo, en la gran mayoría de los casos el sujeto
amigo de alguien como entonces; le participé mi deseo,
siente muy bien, y sin que el psicólogo tenga necesidad
y también en él era de todo punto evidente que exis-
de decírselo, que no podrá contar con una verdadera
tía el mismo deseo. Hicimos meritorios esfuerzos para
reciprocidad de parte de este último. Sufre más o me-
lograr un acercamiento, nos esforzamos por establecer
nos por ello, lamenta "no tener nada que dar en cam-
un diálogo tan íntimo como fuese posible, y nos com-
bio" de lo que recibe. El psicólogo debe alentarlo con
portamos en todo como amigos. Todo fue en vano, la
delicadeza a hacerse disponible para las amistades que
chispa afectiva no brotó jamás. Debimos resignarnos
pueden ofrecérsele en el ambiente natural de su vida.
a no ser más que buenos camaradas, "amigos" en el
Le hace comprender que, si antes no ha encontrado
sentido amplio de la palabra. Nos comprendíamos a
amigo, se debía a sus conflictos neuróticos, obstáculo
maravilla intelectualmente; pero en -lo afectivo no vi-
que de ahí en adelante no debe seguir existiendo. Y ob-
brábamos al unísono. Que quienes por su parte reali-
tendrá su libre consentimiento para ese particularísimo
cen una experiencia semejante, no infieran de ella la
género de relaciones afectivas que pueden y aun deben
imposibilidad de la amistad como tal, sino solamente
existir en el curso de un tratamiento psicológico, y
la imposibilidad de su amistad con Fulano.
que no son eróticas ni, propiamente hablando, amistad.
Con frecuencia me ha sido dado comprobar que esta ¿Puede presentarse i g u a l m e n t e el caso contrario?
relación afectiva sui generis con el psicoterapeuta, sirve ¿Puede uno hacerse amigo de alguien sin querer serlo?
a los sujetos para el aprendizaje de la amistad. Mu- No parece que ello pueda suceder. Ciertamente, he-
chos no esperan siquiera el final de la terapia para mos hablado antes del "flechazo" amistoso, pero éste
trabar sólidas amistades con personas que a veces co- no llega a ser verdadera amistad sino después de ha-
nocían desde hacía años, sin haber osado esperar que ber sido ratificado por los sujetos. Jamás es uno amigo
entre ellos pudiese surgir una amistad. Tanto es así, de alguien a pesar de sí mismo. Por oscura que sea
que el principal y a menudo el único obstáculo para una fuente, la amistad no puede adquirir forma más
el nacimiento de la amistad hay que buscarlo en el que a plena luz.
sujeto mismo que se queja doloridamente de no poder *
tener amigos. * *
38 P S I C O A N Á L I S I S DE LA A M I S T A D NACIMIENTO DE LA AMISTAD 39
Para que la amistad nazca y crezca son indispen- como el alumno aventajado tienen la sensación, más
sables, como hemos visto, ciertas similitudes, aunque o menos intensa, de que no merecen ser lo que son,
también ciertas desemejanzas. Al parecer, entre cier- y tener por amigos a la fea y al holgazán, es para
tos grupos de caracteres y temperamantos, es casi im- ellos un modo de "pagar". Pero, más sencillamente,
posible la amistad. Un hombre que los caracterólogos también puede ocurrir que el inconsciente de la niña
clasificaran entre los activos primarios emotivos, ten- hermosa y del alumno brillante hayan adivinado en
dería sin duda en vano a la amistad con un no activo la fea y en el mal estudiante cualidades más secretas,
secundario no emotivo. Es necesario que por lo menos que a ellos les faltan. En cuanto a la fea y al holga-
exista similitud en uno de los tres planos. Asimismo, zán, su inclinación puede emanar también de una
entre un introvertido y un extravertido, la amistad es necesidad inconsciente de compensación. En todo caso,
difícil, si no imposible. Con todo, en el primero puede nada nos autoriza a considerar a priori tales amistades
lograrse cierta extraversión, al menos mediante la psi- como inauténticas. Si bien existen sobrecompensacio-
coterapia, así como en el segundo cierta introversión, nes neuróticas, también las hay perfectamente sanas.
con lo que estarán en condiciones de formar la más
ideal pareja de amigos, desempeñando aproximada-
mente el uno cerca del otro el papel que Jung atri-
buye al anima respecto del animus, y viceversa. Una
identidad demasiado grande entre los caracteres o tem-
peramentos demuestra a menudo ser un obstáculo para
la comunicación amistosa. Ésta, al no tropezar en apa-
riencia con una dificultad, corre el peligro de dete-
nerse en la superficie entre dos extravertidos, de que-
dar en una sentimentalidad demasiado ineficaz cuando
se trata de dos introvertidos.
Con bastante frecuencia se observan amistades en-
tre seres que parecen radicalmente opuestos entre sí.
Tal linda niña tiene por "amiga del alma" a una
feota; el mejor de la clase es inseparable del más hol-
gazán. Los sujetos de esta situación serían lo más a
menudo los últimos que pudieran dar una explicación
racionalmente satisfactoria de tales amistades. Por otra
parte, no siempre es verdad, como lo afirma la opi-
nión corriente, que la niña bonita quiera hacer resal-
tar mejor su belleza, obligando a compararla con la
fealdad de su amiga. En el trascurso del análisis psi-
cológico, muy a menudo se revela que se trata mes
bien de una especie de compensación. La linda niñ3
III

LO QUE L A AMISTAD NO ES

P ARA COMPRENDER BIEN la realidad propia de la


amistad, es de evidente importancia distinguirla
de otras relaciones interhumanas que por algún as-
pecto se le asemejan. Porque, en efecto, como tantas
oirás, la palabra amistad se bastardea en nuestros días
terriblemente. Se dice o se escribe "mi querido amigo"
a personas con las que se mantienen apenas vagas
relaciones sociales. Con frecuencia, al pronunciarla o
escribirla se pone cierta nota de condescendencia: cier-
to patrón gusta tratar a sus subordinados de "queridos
amigos", pero consideraría incongruente que uno de
dios tuviese la idea de llamarlo a su vez "querido
nmigo". Es corriente decir, acerca de Fulano: "Es uno
de mis amigos", cuando se trata tan sólo de una per-
sona a quien se encuentra de tiempo en tiempo en
sociedad o en un club cualquiera.
De esta extensión excesiva del concepto de amistad
resulta que muchos no saben ya siquiera que la ver-
dadera amistad puede existir, esa amistad de la que
hablamos en este libro y a la que puede caber un
papel decisivo en la promoción de la existencia. Nada
hacen, por lo tanto, para hallarse disponibles para esta
'42 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD
LO QUE LA AMISTAD NO ES 43

amistad, y renuncian así a la única posibilidad de guna manera haber c u m p l i d o totalmente su deber
escapar de la soledad que sufren. cuando han satisfecho sus obligaciones respecto de su
No abrigamos de ningún modo la intención de idea- familia y de su país natal. Les conciernen personal-
lizar desmedidamente la noción de la amistad. Como mente la hambruna de China, la esclavitud de Arabia,
queda dicho en el primer capítulo de este libro, la el racismo de África del Sur, la persecución de los
amistad no es, en manera alguna, el privilegio de ra- protestantes en España y la de los cristianos en ge-
ras "almas bellas". Si bien en niveles diferentes, se neral en los países comunistas. Se sienten de algún
la ve embellecer la existencia de santos y de pecado- modo responsables de todos esos males y estiman que
res, de adultos y de niños, de sabios y de simples. No es su deber hacer lo posible por combatirlos. En algu-
se sigue de esto, sin embargo, que haya derecho a nos, la conciencia de la solidaridad llega más allá de
calificar de amistad a cualquier relación interhumana. la comunidad humana, toma dimensiones propiamente
Al proponernos diferenciar cabalmente la amistad de cósmicas. A ejemplo de un san Francisco de Asís, se
lo que no lo es, no tenemos el propósito de arrojar dicen amigos de los animales y de las plantas, del
por ello descrédito sobre esas otras relaciones inter- universo en su totalidad.
humanas. La mayoría de ellas desempeñan una fun- Verdad es que la conciencia de la solidaridad uni-
ción importante y muy positiva en la existencia in- versal no es absolutamente nueva. La han experimen-
dividual y colectiva de los seres humanos. Pero son tado en muy alto grado no sólo santos como Francisco
otra cosa que la amistad y el papel que les cabe es de Asís' y tantos otros, sino también la han profesado
diferente del que cumple ésta. los estoicos y otros filósofos de la Antigüedad, del Re-
nacimiento, de Oriente y Occidente. Sin embargo, se
* trataba entonces de individuos relativamente poco nu-
* * merosos y cuya evolución espiritual aventajaba sobre-
manera la del conjunto de sus contemporáneos y com-
patriotas. Lo que es, pues, una. n o v e d a d propia de
En la base de todas las comunicaciones interhuma-
nuestra época, es la extensión sin precedentes de la
nas se encuentra la solidaridad humana. En épocas
conciencia de la solidaridad universal. Cierto que no
pasadas, la conciencia de esta solidaridad tenía bien
es todavía cosa de todo el mundo, y aun asistimos de
precisos límites. Uno se sentía solidario de su familia,
vez en cuando a retornos tumultuosos del fanatismo
de su tribu, de su nación, más tarde de su clase. Di-
nacional o racial. Pero éstos no son, pese a todo, más
fícilmente se concebía, entonces, que se pudiese ser
que recaídas del impulso espiritual que hemos ana-
amigo de quienes no formaran parte de la misma co-
lizado en .muchas de nuestras obras precedentes. La
lectividad. El prodigioso desarrollo de los medios de
evolución de la noosfera es sin duda alguna irrever-
locomoción y de comunicación tiende de más en más
sible, y por esta circunstancia, la conciencia de la so-
a la abolición de todas esas fronteras. Cada vez son
lidaridad universal sólo puede difundirse más y más.
más numerosos los que se conciben espontáneamente
como miembros de la humanidad, antes de toda con- De esto se sigue que las relaciones interhumanas,
ciencia de solidaridad nacional, racial, de clase o de ya de orden económico y racional, ya de orden afec-
iglesia. Esos hombres y esas mujeres no creen de nin- tivo, se dejarán limitar cada vez menos por fronte-
44 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD
LO Q U E LA AMISTAD N O ES 45
ras. Ya son frecuentes las amistades entre hombres
que estudia decoración, se queja de aburrirse terrible-
que otrora habrían creído que debían combatirse y
mente porque se encuentra solo. Ahora bien, me en-
odiarse. Pero tanto más urgente es distinguir la amis-
tero de que forma parte de una pandilla, con la que
tad de lo que no lo es, puesto que la confusión sólo
va varias veces a la semana al cine o a bailar y con
podría perjudicar así a la amistad como a las restantes
la que pasa las horas muertas en los cafés de moda.
relaciones interhumanas.
Sin poder explicarse cómo puede sentirse solo, estando
rodeado por tantos camaradas (que por lo demás él
* * llama a veces sus amigos), es con todo consciente de
la insuficiencia afectiva de este tipo de relaciones. Un
día, tras unas vacaciones escolares de algunas sema-
Los jóvenes de hoy confunden fácilmente al amigo
nas, me topo con Marcos totalmente trasfigurado. Su
con el "amigóte". Sin embargo, se trata de realidades
alegría no es artificial, no está disgustado de la vida,
bien diferentes. Se llama amigotes a los miembros de
no se queja de que se aburre ni de estar solo. Es
una misma pandilla, la cual se asemeja, en general,
porque durante esas vacaciones ha hecho un "verda-
menos a una comunidad de personas que a un rebaño,
dero" amigo. Ya no tiene deseos de frecuentar su pan-
cuya conciencia es sobre todo gregaria. Los amigotes
dilla; ahora va al cine y a bailar con su amigo. La
salen juntos, frecuentan los mismos lugares de diver-
gran novedad de estas relaciones reside, para él, en
sión, pero son poco aficionados a conocerse unos a otros
que su amigo y él se "comprenden", aun cuando se
más íntimamente, más personalmente. A menudo he
pasen las horas juntos sin hablar de nada. De ahora
hecho hablar a jóvenes sobre sus relaciones con sus
en adelante ya no hay necesidad de explicarle a este
amigotes. Lo más frecuentemente ignoraban todo lo
joven la diferencia entre u n amigo y un amigóte,
referente a su familia, sus estudios, sus actividades
pues sabe que aun el mejor "amigóte" no equivale
profesionales, sus proyectos para el futuro. Sus con-
a un amigo.
versaciones se limitaban casi siempre a trivialidades.
Por lo general se han convertido en camaradas por * *
puro azar, por haberse conocido en un salón de baile,
en un "asalto", en la playa. Todo lo que hay de co-
Una de las relaciones interhumanas más difundidas
m ú n entre ellos es el gusto por el twist o cualquier
en nuestro tiempo es la que resulta del ejercicio de
otro baile de moda, o el ser todos "fanáticos" del can-
la misma profesión. Los que la ejercen no son, evi-
tor en boga. Por otra parte, los amigotes se sienten
dentemente, amigos, aun cuando ocasionalmente se den
más cómodos en pandilla que de a dos, pues en el
este nombre en público, sino colegas. Por lo general,
primer caso basta gritar y reír a coro, mientras que
las relaciones entre colegas son puramente objetivas,
siendo dos sería necesario decirse algo y ellos no tie-
sin prolongación alguna fuera del terreno profesional.
nen nada que decirse. A pesar de todo, entre dos ami-
Hay, sí, el banquete o el congreso anual de los no-
gotes brotan a veces sentimientos de amor o de amis-
tarios, de los ginecólogos o de los profesores de idiomas;
tad; pero entonces por lo general se alejan de la banda,
pero de ellos no resultan casi relaciones de hombre
dejan de ser compinches. Marcos, de diecinueve años,
a hombre. La solidaridad que puede haber entre co-
46 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LO QUE LA AMISTAD NO ES 47
legas, lo más a menudo sólo existe frente a terceros; camaradería, y estoy pues en condiciones de testimo-
entre sí son más bien competidores y en general se niar que Malraux no exagera su grandeza. Nuestra
conducen como tales. Por otra parte, los que trabajan camaradería se fundaba en nuestra pertenencia al mis-
juntos en una misma tarea y cuyos intereses son real- mo partido revolucionario, en cuyo seno teníamos la
mente solidarios, no se llaman colegas sino camaradas. conciencia de luchar por los "mañanas que cantan",
La camaradería se sitúa, sin duda, en un nivel exis- es decir, por una futura sociedad humana en la cual
tencial muy superior al de los amigotes y los colegas. no habría más desigualdades de derechos ni de for-
Los camaradas no se contentan con distraerse juntos tuna, ni explotación del hombre por el hombre, ni
y su relación tampoco se funda sobre el ejercicio de ninguna otra injusticia. Recuerdo un mitin en Moscú,
una misma profesión. Se tratan como camaradas por- en la Plaza Roja, en el cual participaban decenas de
que sostienen una lucha común por una causa que millares de jóvenes llegados de todos los países del
les es igualmente querida. Hay pues camaradas de mundo. Jamás experimenté más vivamente la signi-
lucha, camaradas de partido o de sindicato. Una forma ficación profunda de la camaradería que cuando to-
particular de camaradería existió en los campos de dos juntos, cada uno en su propia lengua, cantamos
prisioneros de guerra, la cual tenía por clima no tanto La Internacional. Si la palabra "mística" no hubiese
los combates en que se había intervenido conjunta- tenido entonces para nosotros un sentido netamente
mente, como los sufrimientos que se padecían enton- peyorativo, habría hablado de comunión mística en-
ces. Es significativo que los vínculos de la camaradería tre todos aquellos jóvenes. Entre camaradas, la dis-
nacida de la guerra o el cautiverio sobreviven a veces tinción entre lo "mío" y lo "tuyo" apenas existía, por
largos años a la situación que les ha dado nacimiento. supuesto que todo se compartía. Un fervoroso mili-
tante llegó a proponer a un propagandista profesional
Andró Malraux ha exaltado, en varias de sus no- del partido, a quien suponía privado de mujeres desde
velas, la comunión entre camaradas de lucha. Los hom- hacía mucho, en razón de sus actividades, que com-
bres que, tanto en el levantamiento de Cantón como partiera el lecho con la suya.
en la guerra civil española, luchan hombro con hom-
bro contra el mismo enemigo, pueden muy bien per- Por muchos de sus rasgos, la camaradería se parece,
tenecer a clases sociales, culturas, naciones, religiones pues, engañosamente a la amistad. Y sin embargo, no
y partidos diferentes; la camaradería de combate borra es amistad. Lo que en la camaradería cuenta es in-
todas esas divergencias individuales, hace latir los co- finitamente menos la persona del camarada que su
razones al unísono. Nada parece más normal que com- participación en la lucha común. Cierto que a me-
partir el último trozo de pan, y aun la última pildora nudo se establecen entre algunos camaradas lazos de
de cicuta con el camarada; no se vacila siquiera en afinidad particular, de p r e d i l e c c i ó n interpersonal, y
arriesgar la vida para salvar al camarada de una si- entonces cabe decir que esos camaradas son también
tuación peligrosa. Gracias a la camaradería, cada uno amigos. Pero esta amistad permanece siempre subor-
puede alcanzar un estadio superior de existencia; la dinada a las exigencias de la lucha y obedece nece-
camaradería elimina la trivialidad cotidiana. sariamente' a las directivas del partido. Pedro y Juan,
Durante cerca de diez años tuve ocasión de vivir a quienes conocí bien, eran desde hacía años cama-
personalmente con gran intensidad la mística de la radas amigos como los que acabamos de señalar. Un
48 PSICOANÁLISIS DÉ LA AMISTAD

día, la dirección del partido sospechó que Pedro man-


tenía relaciones con los "enemigos de clase", y fue
a Juan, su mejor amigo, a quien con toda naturalidad
encargó espiarlo y finalmente "desenmascararlo". Si
hubo alguna vacilación o algún pesar en Juan, en
todo caso él no lo demostró y encontró normal obe-
decer al partido. Se ha visto igualmente, después de
las grandes "purgas" stalinianas, a comunistas cono-
cidos por su valor, renegar de sus mejores amigos y
prestarse como testigos contra ellos en una parodia de IV
justicia. Y no obraban así por cobardía, ciertamente.
Aun en los países libres, donde no hay gran cosa que LA AMISTAD Y E L AMOR
temer por parte de las secretarías del partido, todos
aquellos que en un momento dado se han visto obli-
gados a romper con el comunismo, han perdido al
punto todos sus amigos, lo que desde el punto de vista
marxista se justifica perfectamente. Mientras que la
L ÓGICAMENTE, DEBERÍAMOS haber analizado las se-
mejanzas y diferencias entre la amistad y el amor
. en el capítulo precedente, a continuación de las com-
amistad es u n a relación subjetiva, la camaradería es paraciones de la amistad con la camaradería y las de-
d¿ orden objetivo, y el marxismo subordina siempre más relaciones interpersonales. Si, no obstante, le con-
lo subjetivo a lo objetivo. Con esta perspectiva, es in- sagramos un capítulo especial, es porque las relaciones
concebible que se pueda continuar siendo amigos cuan- entre la amistad y el amor son mucho más numerosas
do se ha dejado de ser camaradas. De ahí se sigue que e íntimas aún que las que hemos descubierto entre
también la camaradería, no obstante su belleza y gran- la amistad y la camaradería.
deza, constituye una comunidad "cerrada" en el sen-
Ante todo, ambos, la amistad y el amor, son rela-
tido bergsoniano del término. Puede ciertamente dis-
ciones subjetivas. Uno quiere a Fulano, o es su amigo,
cutirse, a fin de establecer si "objetivamente" no es
no porque pertenezca a la misma nación, al mismo
superior a la amistad; pero lo indiscutible es que no
partido o a la misma religión, sino a veces hasta a
es la amistad y por lo tanto no desempeña las mis-
pesar de todo eso, sencillamente por ser quien es. Mien-
mas funciones que ésta.
tras que es fácil precisar por qué consideramos a Fu-
lano nuestro amigóte, colega o camarada, a menudo re-
sulta mucho más difícil explicar, tanto a nosotros mismos
como a los demás, las motivaciones de nuestros sen-
timientos amistosos o amorosos. Estas motivaciones, en
efecto, son a menudo inconscientes. Amistad y amor
son ambos comunicaciones afectivas, mientras que la
camaradería puede m u y bien ser intensa y auténtica,
sin que los camaradas alienten uno por el otro ningún
50 P S I C O A N Á L I S I S DE LA AMISTAD
LA A M I S T A D Y E L A M O R 51

impulso nacido del corazón. Por otra parte es sabido Sabido es que los trovadores cantaron las bellezas
que en el siglo xvn, apenas se hacía en Francia dis- de la amistad amorosa. A pesar de todo, se trataba
tinción entre las palabras "amigo" y "amante", a tal en realidad de amor, un amor que la moral y las
punto amistad y amor parecían semejantes. Hoy. día, costumbres de la época obligaban a ser "platónico".
sin embargo, importa tomar conciencia tanto de las Este género de amor, que con toda sinceridad se lla-
similitudes como de las diferencias que pueda haber ma amistad, es todavía bastante común entre los ado-
entre estas dos formas principales de la comunicación lescentes, poco conscientes del íntimo lazo existente
afectiva. entre sus pulsiones sexuales y sus emociones afectivas.
Ocioso resultaría, sin duda, discutir si el primer lu- Entre adultos, la amistad amorosa no\ es, por cierto,
gar en las relaciones interpersonales debe reconocér- imposible, y en algunas circunstancias hasta puede re-
sele a la amistad o al amor. Lo indiscutible es que una comendarse. Es preciso, sin embargo, que quienes con-
y otro pueden hacer salir al individuo de su incomu- traigan esta relación posean estructuras morales y es-
nicación y promoverlo a un nivel superior de exis- pirituales sólidas, para que la amistad amorosa no se
tencia.. Una persona puede sostener muy legítimamente convierta, contra su voluntad, en amor sin más ni más.
que la amistad cuenta más en su vida que el amor, En este terreno, las ilusiones nacen muy fácilmente.
mientras que otra puede, con igual razón, afirmar lo Pero si es verdad que el amor puede, en algunos ca-
contrario. Y aun en ^la vida de una misma persona sos, disfrazarse de amistad, grave yerro sería el de
hay a menudo alternancia entre estas dos formas de no ver en toda amistad más que amor disfrazado.
comunicación afectiva. Entre niños y adolescentes, nor- Cierto que la misma energía afectiva alimenta el amor
malmente sólo existen lazos amistosos, y con razón y la amistad, pero como ya queda dicho, esta energía
se considera la adolescencia como la edad por exce- afectiva, la libido, es en sí misma indiferenciada y
lencia de la amistad. Los adultos jóvenes, sin desde- se colora con los sentimientos que nutre.
ñarla generalmente, se inclinan a conceder el primer
lugar, en su vida afectiva, al amor. En efecto, corrien- *
temente se comprueba que cuando un joven se ena- * *
mora, se aleja de sus amigos al menos durante un
tiempo, aunque unos años más tarde vuelva a encon- Para que una persona sea capaz de amar de amor,
trarse con ellos. Entre los adultos, la amistad y el es preciso que haya alcanzado cierto grado de madurez,
amor parecen igualmente indispensables para el equi- no sólo psíquica, sino también física. Si los freudianos
librio y la felicidad- de la persona, acordándosele la hablan del amor específicamente sexual entre los ni-
primacía ora a éste, ora a aquélla, según las situa- ños, no es, al menos en los casos normales, más que
ciones y los individuos. En la edad madura, sobre todo por postulado doctrinal, pues según ellos la afectividad
en los hombres de nivel espiritual elevado, la amistad toda, si no la vida psíquica en su conjunto, tiene na-
tiende nuevamente a ocupar el primer lugar. Esta turaleza sexual. En realidad, el ser humano no es apto
alternancia entre la amistad y el amor existe hasta para el amor hasta la pubertad. Cierto que no es ne-
en la vida ',de la pareja conyugal, como tendremos cesario que el amor tienda siempre conscientemente a
ocasión de comprobarlo. la unión sexual, y entre los adolescentes por lo general
52 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD
LA AMISTAD Y EL AMOR 53

no tiende a ella; pero hasta el más platónico de los mientras se halla bajo la influencia de la pasión, di-
amores es a pesar de todo de naturaleza sexual. fícilmente consigue ver a su amada con objetividad.
La madurez física no es en modo alguno necesaria Mientras uno ama apasionadamente, no es consciente
para la amistad. Si bien las forma superiores y su- más que de las cualidades del ser amado; más aun,
blimes de la amistad suponen un alto grado de madurez trasforma en cualidades hasta sus más notables defec-
psíquica, no hay razón sin embargo para considerar tos. Una muchacha de mi conocimiento encontraba
inauténticas las amistades de los niños y de los ado- "maravilloso" el tartamudeo del hombre que amaba,
lescentes, y hasta las que existen entre seres muy poco así como u n enamorado considera encantador que su
evolucionados. La amistad parece ser la más "natural" amada bizquee. Es más grave aún cuando el amor tor-
expresión de la afectividad humana, lo que explica que na en virtudes las más escandalosas deficiencias mora-
se la encuentre en todos los niveles del desarrollo afec- les del amado. Conocí una joven de buena familia,
tivo. Más aún, es lo que más eficazmente contribuye dotada de buena educación y de una perfecta moral
al desarrollo afectivo del individuo. A menudo he personal, que amaba a un crapuloso "iracundo", y veía
tenido ocasión de comprobar que los adultos incapa- actos de valor, casi proezas caballerescas, en lo que no
ces de amor son precisamente los que no han tenido era más que asaltos a las casas. Pero cuando la pasión
oportunidad de realizar su aprendizaje, en su infancia pierde intensidad o se extingue, a menudo se llega a
y su adolescencia, por medio de la amistad. aborrecer hasta las cualidades más positivas del otro.
El amor, por sublime y sublimado que se lo suponga, ¡Cuántos'maridos tachan de "manía" el afán de lim-
es necesariamente una pasión carnal. De aquí resulta pieza y orden de una esposa a la que han dejado de
que casi siempre entraña cierta confusión, cierto os- amar, y consideran grata bohemia la suciedad y des-
curecimiento de las facultades intelectuales y volitivas orden de su amante! Y de repente, ¡qué feo parece ese
del sujeto. Aun cuando no siempre revista ese carác- lunar, en el que la pasión hacía ver tanta belleza!
ter "demoniaco" con que aparece en las novelas de No sostengo que las cualidades físicas de nuestros
Dostoievski, la literatura de todos los pueblos abunda amigos nos resulten siempre indiferentes. Somos muy
en ejemplos de amor a pesar suyo, que cae sobre el legítimamente sensibles al encanto, la belleza .o la
sujeto como u n rayo, como la fatalidad. Tanto los fuerza de nuestros amigos, y estamos orgullosos de
sabios de la antigüedad como los moralistas más re- ellos. Fue quizás la melodía de la voz o la suavidad
cientes, han puesto en guardia a sus discípulos contra de la mirada lo que llamó nuestra atención sobre Fu-
la pasión del amor, cuya tiranía destructora perciben. lano y sirvió de punto de partida a nuestra amistad.
Sin duda por este mismo motivo, más o menos confusa- Con todo, la parte que desempeña lo carnal, aun en
mente conocido, muchas religiones, y entre ellas el el sentido extenso que damos aquí a esta palabra, es y
cristianismo, exigen de sus sacerdotes y otros candi- sigue siendo secundaria en el nacimiento y los progre-
datos a la perfección espiritual, la renuncia al amor sos de la amistad. De ello se sigue que ésta se halla
carnal. Con, razón o sin ella (en nuestra opinión más incomparablemente menos sujeta que el amor a las
bien sin ella), estiman a este último difícilmente con- alteraciones de la sensibilidad. Es por lo tanto más
ciliable con una vida espiritual verdaderamente inten- serena. Uno acepta al amigo sin ilusiones, con pleno
sa. De cualquier manera, lo cierto es que el amante, conocimiento de sus virtudes y defectos. Todos somos
54 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD Y EL AMOR 55

evidentemente más indulgentes con los defectos de otra parte a causa de su propia falta de disponibilidad.
nuestros amigos que con los de quienes no son indife- Algunas sesiones de psicosíntesis bastaron para amen-
rentes o, con mayor razón aún, antipáticos. No porque guar, sino eliminar, su narcisismo, y el joven no tardó
la amistad nos enceguezca, como se dice que ocurre en confesarnos, con una alegría en la que se mezclaba
con el amor; muy por el contrario, esta afección que no poca confusión, que acababa de hacerse amigo de
experimentamos por nuestros amigos nos permite ver un compañero de estudios conocido de hacía años, pero
más profundamente, y así nos encontramos en mejo- del que nunca había supuesto que tuviese tantas afi-
res condiciones para comprender las circunstarlcias nidades con él. Poco a poco, gracias a esta amistad,
exteriores y las motivaciones inconscientes que pue- todas las relaciones de Pablo con su ambiente se modi-
den influir sobre ellos y hacerlos desviar del camino ficaron. Dejó de juzgar sumaria y severamente a sus
recto. El finísimo psicólogo que fue san Agustín dice hermanos y hermanas, así como a sus camaradas. Si
con razón: Nemo nisi per amicitiam cognoscitur; sólo por acaso hablaba de las "extravagancias" de alguien,
gracias a la amistad se puede conocer a alguien. Ade- en seguida le buscaba "excusas". De este conocimien-
más, la clarividencia en profundidad que media en la to amplio de los demás resultó un saludable apacigua-
amistad no se limita a los amigos. Quien ha pasado miento de su tensión, al punto que de melancólico que
por la experiencia de una amistad auténtica y ha te- era no tardó en volverse alegre y optimista. Hasta en
nido por lo tanto la posibilidad de penetrar en la sub- el plano político, fue renunciando paulatinamente a
jetividad del prójimo, habrá adquirido una experien- su extremismo de otrora.
cia que le resultará muy beneficiosa para todas sus La amistad puede, pues, convertirse para nosotros en
relaciones con los demás. Dado que nos habremos una verdadera escuela de simpatía, capaz de exten-
negado a juzgar "objetivamente", es decir, según las derse progresivamente a todos los seres humanos y por
solas apariencias externas, el comportamiento de nues- fin al cosmos entero.
tros amigos, deduciremos con buena lógica, aun en los *
casos en que no se trate de nuestros amigos, que las * *
apariencias no proporcionan sino una mínima parte de
la verdad. Nos esforzaremos entonces por conocer y
Por su naturaleza, el amor no puede ser sino exclusi-
comprender los móviles secretos de todos los que tra-
vo, es decir, que en estado de reciprocidad sólo puede
tamos, aun de aquellos que en el primer momento nos
existir entre dos seres. Implica, en efecto, tanto el in-
sean antipáticos. Pablo, estudiante de veintidós años,
tercambio carnal como la comunión espiritual, y todos
se destacaba por la extrema severidad, y hasta male-
saben que la carne supone límites bien precisos. Por
volencia, con que juzgaba a su círculo. Sólo veía por
esto es difícil evitar que el amor sea celoso. Mucho
todos lados egoísmo y tontería, y afirmaba que en
"nuestra época" ha dejado de existir la grandeza mas que todos saben, por intuición o por experiencia,
de alma, la franqueza, la lealtad, la fidelidad en el que la atracción carnal carece de estabilidad: la que
amor. En el análisis se comprobó que Pablo había parecía tan hermosa ayer puede de pronto dejar de
fracasado lamentablemente en algunas tímidas tenta- atraer totalmente nuestra mirada, no porque haya
tivas de trabar relaciones amistosas y amorosas, por cambiado, sino simplemente porque nuestra libido
carnal se ha fijado sobre otro objeto. Psicológicamen-
56 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD Y EL AMOR 57
te, pues, nada tiene de asombroso que sea inherente todavía cierta confusión entre amistad y amor, pues
al amor u n sentimiento de mayor o menor inseguri- el instinto sexual no ha podido desligarse aún plena-
dad, aun cuando por lo demás no se pongan en duda mente de la afectividad general. Basta que el adoles-
las cualidades morales del amado, sobre todo su sin- cente o la adolescente descubran el amor, para que de-
ceridad. Una mujer puede afirmar que está absoluta- jen de ser celosos en sus amistades. Cuando los celos
mente segura de la autenticidad del amor que le tes- se manifiestan en las amistades entre adultos, nos en-
timonia su marido, y con todo sentirse incómoda cuan- contramos a menudo frente a personas que todavía no
do le ve interesarse por otra mujer o hablar de ella han conseguido superar el infantilismo en el plano
con entusiasmo. Esto explica, aparte toda perspectiva afectivo. Salvo que lo que llaman amistad sea en rea-
propiamente religiosa, por qué todas las sociedades lidad amor, un amor que los sujetos no quieren reco-
tienden a institucionalizar el amor, a rodearlo del má- nocer por motivos inconscientes.
ximo de garantías objetivas. En los primeros tiempos del
régimen comunista en Rusia se predicó el "amor libre", *
pero la inseguridad resultante fue a tal punto catas- * *
trófica, que el Estado soviético sintió vacilar hasta sus
cimientos. No le quedó entonces más remedio que vol- La amistad exige fidelidad tanto como el amor. El
ver a someter al amor a leyes y reglamentos. ser incapaz de fidelidad es tan poco apto para la amis-
En una amistad digna de tal nombre, no hay lugar tad como para el amor. Esta fidelidad no siempre es
para los celos. Como tendremos ocasión de analizarlo fácil y exige casi siempre cierto esfuerzo. Los enamo-
más de cerca, la amistad de nuestro amigo con otras rados consideran a menudo el esfuerzo de la fidelidad
personas no encierra ninguna amenaza para la que como una casi traición al amor, pues conforme a la
existe entre él y nosotros. Por el contrario, no podre- idea que se forjan de su amor, todos los sentimientos
mos menos que beneficiarnos con el enriquecimiento y todas las conductas que inspira deberían ser espon-
que haya adquirido en contacto con sus demás amis- taneidad pura. Ahora bien, dada la importante parte
tades. El terreno de la comunión amistosa es, en efec- que en el amor corresponde a la carne, la fidelidad
to, de orden espiritual, y está en la naturaleza del verdaderamente espontánea no dura por lo general
espíritu no conocer las limitaciones propias de la car- más que el ardor de la pasión. Yo he sido con frecuen-
ne. Pueden ser muchos entonces los que participen en cia testigo del asombro de amantes que habían com-
un mismo bien espiritual, sin que por ello disminuya probado por experiencia que su fidelidad estaba lejos
la parte correspondiente a cada uno. Y hasta el amor de ser "a toda prueba", que tanto ellos como su com-
erótico es capaz de superar su natural proclividad a pañera podían experimentar atracción por una terce-
los celos, cuando marcha a la par con la amistad. ra persona. Erróneamente deducían de esto que su
Las amistades celosas- existen, ciertamente. Son hasta amor había muerto. La mayoría de las parejas real-
bastante frecuentes entre los adolescentes, y aún más mente fieles reconocen que han llegado a ello gracias
entre las adolescentes. Pero esto no debilita en nada a u n esfuerzo y que la conciencia de la necesidad del
nuestra argumentación. Si en efecto es así, se debe a esfuerzo no ha afectado en nada la autenticidad de
que en esa etapa de la maduración afectiva persiste su amor.
58 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD Y EL AMOR 59
El amigo comprende mejor la necesidad del esfuerzo
para mantener la fidelidad. Al comprobar en su ami- * *
go el deseo de luchar contra todo lo que, en él y en
torno de él, podría conspirar contra la fidelidad pro- La amistad exige, tanto más que el amor, perfecta
metida, lejos de inferir que sus sentimientos son frá- sinceridad y rechaza la mentira. En rigor, se podría
giles, redobla su confianza en él. Además, la promesa admitir que los amantes tengan uno respecto del otro
de fidelidad entre amigos no tiene necesidad de for- una sinceridad intermitente, sin que el amor resulte,
mularse con palabras y el verdadero amigo tampoco no obstante, destruido. En el momento del éxtasis car-
lo exige. La simple toma de conciencia de nuestra nal pueden muy fácilmente y en resumidas cuentas sin-
amistad por Fulano, y del consentimiento que presta ceramente, exagerar el valor de los sentimientos que
el otro a ella, implica j a , sin necesidad de fórmulas, el recíprocamente experimentan. En ese momento son,
juramento de fidelidad. pues, capaces de prometerse una fidelidad que en otros
La fidelidad entre amigos resiste mejor que la de instantes- no tienen en modo alguno intención de ob-
los amantes las pruebas de la separación, la vejez, los servar. Con la amistad no podría ocurrir lo mismo. Es
cambios físicos e intelectuales. Podemos estar sepa- precisamente esta exigencia de perfecta sinceridad lo
rados de nuestro amigo durante años, en cuyo tras- que hace la amistad difícil, sino imposible, para ciertas
curso ambos quizás hayamos cambiado mucho. Al personas, demasiado habituadas a disimular su verda-
volver a vernos, basta por lo general un corto tiempo dero yo, a menos que no hayan tomado siquiera con-
y algún esfuerzo para que nos sintamos nuevamente ciencia de su existencia. No es que los amigos deban
amigos y reanudemos el diálogo existencial, como si entregarse a incesantes confidencias, del género de las
jamás se hubiese interrumpido. La razón de seme- que practican las adolescentes y las modistillas. La
jante fidelidad hay que buscarla en el hecho de que la concepción rousseauniana de la amistad, enteramente
amistad, contrariamente al amor, se funda en lo es- fundada en la efusión sentimental, no corresponde casi
piritual, en lo que hay de permanente en el ser huma- a las necesidades afectivas de los adultos de nuestra
no. Nuestras condiciones de vida, nuestro aspecto fí- época. Lo que cuenta para la sinceridad amistosa es
sico, incluso nuestras ideas y convicciones habrán cam- que uno se descubre al amigo tal como es, a cara des-
biado o evolucionado, pero en lo más profundo de cubierta, sin afectación ni aparato escénico. En. sus
nuestro ser seguimos siempre idénticos a lo que éra- actos y palabras, el amigo debe mostrarse por entero
mos hace años, decenas de años. El hecho de que la ante el amigo. Sin embargo, esta exigencia debe enten-
fidelidad en la amistad, tal como acabamos de descri- derse rectamente. El que, a pretexto de sinceridad,
birla, exista, podría servir como valioso argumento hace demostraciones de su mal carácter y de sus defec-
contra cierta "fenomenología" que sostiene que en el tos ante sus amigos, con riesgo de hacerlos sufrir, no
hombre •—como también en el universo material— no tiene ningún derecho al título de amigo sincero. En
existe ninguna sustancia permanente por debajo o más efecto, no se trata solamente ni ante todo de exhibir
allá de los fenómenos siempre cambiantes, y que por nuestro yo estático, que a menudo no es más que una
esto toda promesa de fidelidad es una prevaricación mentira. La sinceridad amistosa, así como la misma
contra la existencia. amistad, apela a nuestro dinamismo afectivo. En núes-
60 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD

tro hacernos y tal como somos en el trance de hacernos,


es como debemos mostrarnos a nuestros amigos. U n ser
que hubiese renunciado a hacerse, se volvería por ello
incapaz de verdadera sinceridad, y por lo tanto, de ver-
dadera amistad.
*
* *

Quiera el lector no deducir de estas comparaciones


entre la amistad y el amor que depreciamos éste para V
mejor exaltar aquélla. Estamos plenamente convenci-
dos de que la fidelidad y la sinceridad son indispen-
LAS AMISTADES "PARTICULARES"
sables para cimentar esta comunidad de amor por ex-
celencia que es el matrimonio. Pero, como lo veremos
en u n capítulo posterior, para que el amor pueda ser-
vir de fundamento a esta unión, es preciso que se aso-
cie a- la amistad.
L A EDAD MÁS FAVORABLE para el nacimiento de la
amistad, ya lo hemos dicho, es la juventud, la
adolescencia. La mayoría de las amistades sólidas, que
resisten victoriosamente a todas las tempestades de la
vida, se anudan entonces. Muchos adultos frustrados
en la amistad hallan como excusa y explicación de
su estado el hecho de que las condiciones de su vida
les impidieron hacerse de amigos en la adolescencia,
o bien que los han perdido, como si lo natural fuese
(cosa que no es cierta) que sólo pudieran hacerse ami-
gos en la adolescencia.
Y sin embargo, muchos educadores desconfían de
las amistades entre adolescentes. En muchos colegios,
internados y noviciados, el reglamento prohibe toda
conversación a solas entre dos, prescribe que se debe
estar "raramente solo, nunca a solas con otro, hallarse
siempre tres juntos, por lo menos". En cuanto se ob-
serva que dos adolescentes se buscan mutuamente y
mantienen conversaciones confidenciales, se sospecha
que tienen relaciones equívocas, si no homosexuales.
Para designar y exponer en la picota del ridículo es-
tas amistades de adolescentes, se há inventado la ex-
presión "amistades particulares". ¡Como si pudiera
62 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LAS AMISTADES "PARTICULARES" 63
existir amistad que no sea "particular"! Tratar de cuencia exacto. Corresponden a esta edad importantes
vedarla a los jóvenes es querer privarlos de la más modificaciones psicológicas y fisiológicas. El instinto
preciosa experiencia afectiva, que como ninguna otra sexual despierta, la necesidad de amar y de ser amado
puede contribuir eficazmente a su maduración psíquica, se hace imperiosa. Por lo general, el adolescente no
a la eliminación de su narcisismo y a la indispensable establece ninguna relación consciente entre los senti-
extraversión. mientos tiernos o apasionados que experimenta por su
Verdad es que a menudo la amistad reviste entre los amigo y los sueños y deseos "impuros" que por otra par-
adolescentes, sobre todo entre las niñas, un carácter ex- te lo asaltan. Recordamos la teoría de la "libido" que
cesivamente sentimental. Se las ve pasearse tomadas de nos ha parecido la más ajustada a la realidad psicoló-
la mano o por la cintura; besarse; escribirse todos los gica: la energía afectiva es en sí misma indiferenciada,
días cartas tiernas y hasta apasionadas. Muchos edu- capaz de desembocar tanto en la amistad como en el
cadores —y no siempre por culpa de los vulgarizadores amor erótico. Sólo hacia el final de la adolescencia,
de la doctrina freudiana—, profesan implícitamente la cuando la sexualidad ha alcanzado suficiente madu-
tesis de que toda sentimentalidad y toda ternura tienen rez, una parte más o menos importante de la libido,
origen erótico, que las "amistades particulares" sólo según los individuos, toma un colorido netamente eró-
pueden ser, por lo tanto, erotismo latente y, en conse- tico. En las amistades entre adolescentes reina más
cuencia, inmorales. bien la confusión, tanto mayor cuanto menor es la toma
Yo no sostengo que entre los adolescentes no existen de conciencia de las realidades propiamente sexuales.
en absoluto relaciones más o menos explícitamente eró- Una de las peores consecuencias del freudismo mal
ticas y homosexuales. Gran cantidad de homosexuales comprendido es la de hacer temer en esas amistades
cuyo confidente he sido, han hecho, efectivamente, el tiernas y sentimentales de la adolescencia, un comienzo
aprendizaje de su "parafilia" con los "amigotes" de la de homosexualidad. Pero es extremadamente raro
adolescencia, lo más a menudo en un internado. Pero, —siempre que no intervenga un educador torpe—
habida cuenta de las innumerables amistades juveniles, que tales amistades inhiban la evolución normal del
aquéllas no constituyen sino raras- excepciones, por instinto sexual hacia un compañero del otro sexo. Cier-
muy lamentables que se las considere. ¿Se deberían to que a veces en esas manifestaciones de la ternura
prohibir las ascensiones, a pretexto de que todos los amistosa puede mezclarse un poco de emoción carnal.
años algunos alpinistas encuentran la muerte en la Pero sería un error alarmarse más de la cuenta. Ocu-
montaña? Además, al parecer y según nuestras in- rre que los amigos adolescentes conceden mucho lugar
formaciones, no son por regla general las "amista- en sus conversaciones a lo erótico, y a veces hasta "se
des particulares" las que sirven de trampolín para las miran" y "se tocan". Sin embargo, la búsqueda de
desviaciones homosexueles en los colegios o interna- placer tiene en esto mucho menos lugar que la satis-
dos. Lo más a menudo el iniciador parece haber sido facción de una curiusidad al fin y al cabo perfectamen-
un camarada de más edad que no era justamente el te normal a esa edad. Sólo ocasionalmente, casi por
propio amigo. azar, puede la satisfacción de esta curiosidad conducir a
una satisfacción propiamente erótica. En todo caso, de
Que en las manifestaciones de ternura entre amigos
una manera casi general, esta especie de amistad de-
adolescentes pueda haber algo de "turbio" es con fre-
LAS AMISTADES "PARTICULARES" 65
64 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD

másiado exclusiva y más o menos equívoca, entre jó- chachos, no tardó en resurgir, después de algunas
venes, se normalizará sin dificultades y casi sin dejar fluctuaciones, revestida de u n estilo notablemente dis-
traumatismos, en cuanto uno u otro o ambos amigos tinto del anterior. De ahí en adelante estuvo exenta
hayan alcanzado el grado de madurez afectiva sufi- de sensiblería y excesivo sentimentalismo, hasta en-
ciente para estar en condiciones de amar en el sentido trando a veces en el plano de la emulación. Hoy, Mar-
propiamente erótico del término. Pongamos como cos y Miguel son hombres que han pasado la treintena;
ejemplo el caso de una pareja de amigos que he cono- ambos están casados y son padres de familia, pero su
cido recientemente. amistad persiste. Sólo en circunstancias bastante par-
ticulares uno de los dos debía recordar lo que en la
Marcos y Miguel, alumnos de un colegio religioso,
época de su adolescencia había habido de ligeramente
eran a los catorce años amigos inseparables. Durante
confuso en esta amistad. Sin embargo, apostaría a que
las vacaciones mantenían una intensa correspondencia,
si el padre, por temor de las "amistades particulares",
en la que hacían un verdadero abuso del vocabula-
se hubiese inmiscuido en ella indiscretamente, tratando
rio sentimental, copiado de sus lecturas de los román-
de separar a los amigos, la maduración normal de su
ticos. Se hacían mutuas "confidencias" y se habían
afectividad se habría inhibido y quizás desviado más o
comprometido a "decírselo todo". No es sorprenden-
menos gravemente. Si confiar demasiado en la natu-
te, por lo tanto, que a esta edad del despertar sexual,
raleza puede entrañar riesgos, desconfiar con exceso es,
sus confidencias versasen también, y hasta princi-
según nuestra experiencia, infinitamente más peligroso
palmente, sobre ese aspecto. Comparaban las seña-
todavía. No me parece provechoso exponer aquí los
les de su naciente virilidad y llegaron a veces, inclu-
numerosos casos de parafilia homosexual que hemos te-
sive, a "tocarse" mutuamente. En suma, aquello pa-
nido ocasión de conocer, y cuya causa había residido en
recía el prototipo de esas "amistades particulares" que
la desviación de la maduración afectiva a consecuencia
tanto temen los educadores. Sin embargo, nuestros dos
de torpezas de este género por parte de los educadores.
muchachos tenían la suerte de hallarse en relaciones
El exceso de culpabilización, en efecto, marcha casi
de gran confianza con uno de los padres educadores del
siempre en sentido opuesto al objetivo perseguido por
colegio, a quien hablaron francamente de su amistad
el educador. Éste, evidentemente, no tiene que aprobar
y de sus manifestaciones a veces confusas. El sacerdo-
lo que a veces puede haber de demasiado sensual y
te, suficientemente inteligente y psicológicamente in-
sentimental en la amistad adolescente. Que hable de
formado, no dramatizó las cosas, lo que con seguridad
ello objetiva y serenamente, y sobre todo que contribu-
habría traumatizado más o menos gravemente a am-
ya cuanto pueda a la maduración afectiva de los jóve-
bos jóvenes. Hacia los dieciocho años, Marcos se ena-
nes. Pero ante todo, que no exhorte a los adolescentes
moró de la hermana de Miguel. Este último, cuya pu-
a poner fin a su amistad, con el pretexto de que no todo
bertad se' desvanecía más lentamente, se mostró al co-
es en ella perfectamente "puro". Esto sería ir en contra
mienza celosísimo y padeció por la aparente disminu-
ción de intimidad con su amigo. El deseo de igualar del fin buscado.
a éste estimuló, no obstante, su propia maduración afec- *
tiva, y pronto también él se enamoró de una mucha- * *
cha. En lo tocante a la amistad entre ambos mu-
66 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LAS AMISTADES "PARTICULARES" 67

Menos justificada aún muestra ser la desconfianza amplias. Es excelente que cada adolescente tenga su
respecto de las tiernas amistades entre muchachas. Su amigo, pero también que tenga además amigotes y caL
despertar erótico se produce por lo general mucho más maradas. Los movimientos juveniles, en particular el
tardiamente que el de los muchachos. La mayoría.de scoutismo, nos parecen el marco ideal para la expansión
ellas adquiere conciencia de su sensualidad sólo gra- de la amistad entre adolescentes. Los padres que pre-
cias a u n iniciador masculino. Poco importa que los fieren que su "chico", en lugar de formar parte de u n
psicoanalistas acierten o yerren al considerar erotismo grupo, pase todo su tiempo libre en compañía de su
larvado la necesidad de efusiones sensibles y senti- único amigo, cuidadosamente elegido por ellos, come-
mentales que se manifiestan en casi todas las amista- ten un grave error psicológico y pedagógico.
des entre adolescentes mujeres. Sería absurdo consi-
derarlas "lesbianas que no saben que lo son". Aun
las amistades entre niñas m u y exclusivistas y celosas
se normalizan casi siempre cuando alcanzan madurez
afectiva suficiente para hacerse sensibles al homenaje
masculino. A lo sumo podría afirmarse que las mues-
tras de ternura que se prodigan ciertas amigas ado-
lescentes expresan el deseo y la espera inconsciente de
amar a un hombre y ser amadas por él. Si un escaso
porcentaje de muchachas pasa, a pesar de todo, por la
experiencia de la desviación sáfica, no es casi nunca
en compañía de una amiga de su edad; la iniciadora
es generalmente una persona algo mayor, ya confir-
mada en esta parafilia. 1

*
* *

El único escollo verdadero, desde el punto de vista


psicológico, de las "amistades particulares" entre ado-
lescentes de uno y otro sexo, es el de que amenazan
encerrar a los dos amigos en el narcisismo en pareja.
Ello puede resultar una traba más o menos manifiesta
a su extraversión, a su adaptación al mundo exterior.
Para aminorar este riesgo, los educadores no deben
contrariar las amistades particulares, sino cuidar más
bien que se integren en grupos o comunidades más
1
Véase el capítulo V de nuestra obra Psicoanálisis del amor.
VI

LA AMISTAD ENTRE HOMBRES

H EMOS COMPROBADO, por lo menos teóricamente, que


la amistad puede surgir entre seres humanos de
toda condición, de toda edad, de cualquier sexo. Impor-
ta no idealizar en demasía esta noción, al punto que
parezca asequible tan sólo a seres de élite. Para que ha-
ya amistad, basta que se encuentren realizadas por lo
menos algunas de las condiciones fundamentales que
hemos analizado en los capítulos precedentes; es raro
encontrarlas todas reunidas en una amistad humana.
Sin embargo, sigue en pie que no todas las amistades
se sitúan a la misma altura, que hay algunas más
merecedoras que otras de este hermoso nombre de amis-
tad. Si la "verdadera amistad" se encuentra más a me-
nudo entre cierta categoría de personas que entre otras,
se debe en nuestra opinión tanto al nivel de desarrollo
psicológico como a las condiciones sociológicas. La ma-
yor parte de los ejemplos célebres de grandes amistades
se dan entre hombres. La Biblia narra la extraordinaria
amistad existente entre Jonatán, hijo mayor del rey
Saúl, y el joven David, de quien Saúl sospechaba que
quería robarle el reino y a quien persiguió como rebel-
de. Jonatán sacrificó con alegre ánimo sus derechos al
trono en aras de su amistad, y cuando encontró la muer-
70 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD E N T R E H O M B R E S 71
te en la guerra, el dolor del poeta David inventó bellí- amistad entre niños y adolescentes, y en seguida ten-
simos acentos para llorarlo. También son hombres todos dremos ocasión de establecer la existencia de la amistad
los que los Evangelios presentan explícitamente como aun en el interior de otras muchas categorías de hu-
amigos de Jesús: Juan, Lázaro, los apóstoles y discípulos manos. Afirmar que no puede haber amistad auténtica
en general. Hasta a Judas, destinado a entregarlo a más que entre hombres equivale a restringir con exceso
sus enemigos en el jardín de Getsemaní, llamaba Jesús esta noción, a hacer de ella patrimonio exclusivo de las
"amigo", mientras que -jamás se sirvió de este vocablo élites. Que entre seres de excepción, como Jonatán y
al dirigirse a María Magdalena o a las hermanas de David, Jesús y el apóstol Juan, Montaigne y La Boétie,
Lázaro, de las cuales, sin embargo, parece haber sido la amistad aparezca más sublime que entre represen-
huésped con frecuencia. Igual cosa sucede con las amis- tantes del común de la humanidad, es indudable; pero
tades de que hablan los diálogos socráticos de Platón no obstante, entre estos últimos existe también y ejerce
y otras"innumerables obras de la antigüedad, no sólo una función existencial importante.
griega sino también latina, árabe y hasta oriental. Más Lo que es cierto, en cambio, es que la amistad des-
cerca de nosotros, ¡en qué términos de calurosa afec- empeña en la vida de los hombres un papel de prime-
ción habla un Montaigne de su amigo La Boétie! La rísimo plano, y esto en todos los niveles de su desarrollo
prematura muerte de éste le dejó inconsolable, y su intelectual y afectivo. Los santos y ascetas, los cuales
pérdida le parece infinitamente mayor que la de su mu- creen que deben renunciar al amor y a la mayoría de
jer y sus hijos. Fácil nos sería multiplicar los ejemplos los demás goces terrestres, no renuncian por lo general
de grandes y hermosas amistades entre hombres, expo- a la amistad. Jesús mismo, como hemos visto, tenía sus
rter "casos" tomados de la literatura u observados en amigos. Conozco, por otra parte, muchos hombres que
torno nuestro. encuentran gran placer en una compañía femenina,
El hecho de la amistad entre hombres y el impor- sobre todo cuando se trata de mujeres bellas y espiri-
tante papel existencial que desempeña ¿nos prmitiría tuales. Sin embargo, esta compañía no puede reempla-
deducir que sólo entre ellos puede haber amistad ver- zar para ellos, por lo general, la amistad con otros
dadera? Muchos autores así lo han pensado: Platón, hombres. La mayoría creen que pueden ser "verdade-
Aristóteles, Cicerón, san Agustín, Montaigne y tantos ramente ellos mismos" únicamente en presencia de un
otros afirman que no puede haber amistad auténtica amigo de su propio sexo; hablan y se comportan m u y
más que entre representantes del sexo masculino. Para distintamente con el amigo que con sus relaciones fe-
establecer esta tesis se apoyan en su propia experien- meninas, por íntimas que éstas sean. Cuando tal amigo
cia. En cuanto a la opinión corriente, está plenamente les falta, la mayor parte de los hombres se sienten efec-
dispuesta a adherirse a ella. Se supone que sólo los tivamente frustrados, pese a su éxito entre las mujeres,
hombres son capaces del desinterés, seriedad y fideli- incluso quizás pese a u n verdadero "gran amor". En
dad en la medida exigida por la amistad. Los modernos efecto, el mismo amor no reemplaza durablemente, en
dirían que sólo ellos se hallan en posesión de madurez el hombre, a la amistad con otros hombres. Muchas jó-
afectiva suficiente. venes esposas interpretan mal la imperiosa necesidad
que empuja a su marido a continuar sus relaciones de
La tesis presentada en estos términos nos parece ex-
amistad masculina. Se ofuscan, se celan, se creen poco
cesiva. En el capítulo precedente hemos hablado de la
72 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD

amadas. En realidad, no existe ninguna contradicción


entre el amor por la esposa y la amistad entre hombres;
son dos órdenes complementarios de comunicación exis-
tencial. Inclusive he podido observar que, de una ma-
nera general, los hombres que por complacer a su esposa
rompen con sus amigos, o que no tienen amigos, son
menos firmes y logrados en amor, que los demás. La
amistad enriquece el amor, en lugar de amenazarlo.
Verdad es que ciertas amistades masculinas están más
o menos teñidas de erótica homosexual. En particular,
VII
entre los griegos de la época clásica era así, y nos causa
algún embarazo el citar los más hermosos textos plató-
nicos para ilustrar la amistad entre hombres. Pero con- AMISTADES FEMENINAS
cluir de ello que toda amistad es u n amor homosexual
más o menos bien sublimado, constituiría con todo una
grave y muy ilegítima simplificación. Las más autén-
ticas amistades entre hombres que he tenido ocasión
A NADIE SE LE OCURRIRÍA poner en duda qne la amis-
tad entre hombres es posible y que desempeña un
papel importante en su vida. Por el contrario, a me-
de conocer tienen por sujetos, precisamente, personas nudo se muestra escepticismo en cuanto a la posibilidad
en quienes aun el más freudiano de los psicoanálisis de que haya verdadera amistad entre mujeres. Muchos
buscaría en vano el menor rasgo de inversión sexual. hombres consideran a priori a las mujeres demasiado
Además, la amistad entre invertidos se parece muy fútiles y egocéntricas para ser capaces de una amistad
poco a la amistad tal como la hemos descrito y definido. duradera y sólida. Conocen por cierto la existencia de
Es celosa y caprichosa, y proporciona más preocupa- adhesiones apasionadas entre mujeres adolescentes, pe-
ciones que paz y alegría. En lo que se refiere a los grie- ro se niegan a ver en ellas el germen de la amistad,
gos de tiempos de Platón, no me parece que las prácticas en comparación con sus propias amistades de la juven-
homosexuales entonces en uso nos autoricen a extender tud. Claro está que dos muchachitas que se besan con
un juicio peyorativo a todo lo que dijeron y escribieron ternura, se pasean teniéndose por la cintura y mur-
de sublime sobre la amistad. Reinaba alli cierta con- murándose confidencias, no buscan una cerca de la
fusión, sin que por ello cada realidad perdiera su natu- otra, más o menos inconscientemente, otra cosa que
raleza específica. En nuestra opinión, no habría nin- un sucedáneo del amor erótico. El único modelo no
guna falsedad psicológica en decir que su amistad exis- equívoco de amistad entre adolescentes, sería el de los
tía no a causa de su amor homosexual, sino más bien varones, que intercambian más puñetazos que confi-
a pesar de él. dencias. Mientras los varones amigos evitan los "me-
lindres" sentimentales y discuten con preferencia sobre
ideas generales, las amistades entre jovencitas pecan a
los ojos de los hombres, con razón o sin ella, por dar
demasiado lugar al intimismo. Lo mismo ocurriría con
74 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD

todas las amistades femeninas, cualquiera sea la edad y AMISTADES FEMENINAS ^5

condición de las amigas. mo no ejerce absolutamente ningún papel. Y aún pode-


Sin embargo, no son los hombres los que con mayor mos decir más: se trate de hombres o de mujeres, la
tenacidad dudan de la posibilidad y autenticidad de presencia más o menos consciente de factores homose-
la amistad entre mujeres. Muchas mujeres lo hacen más xuales en sus relaciones, no nos autoriza en modo al-
categóricamente aún. Cantidad de mujeres intelectuales guno a negar o poner en duda la existencia de verdadera
me han dicho que envidian a los hombres por sus re- amistad entre esas personas. En el psiquismo humano
laciones amistosas, que les proporcionan un goce que q las cosas se presentan raramente con la simplicidad a
ellas les estaría vedado para siempre. Simone de Beau, que tienen afición las categorías racionales.
voir, que pasa por ser el más autorizado portavoz de He tenido oportunidad de conocer cierto número de
la "mujer moderna", declara perentoriamente: "Las amistades femeninas en las que el safismo ocupaba
mujeres son, unas para otras, camaradas de cautiverio; efectivamente algún lugar. En la gran mayoría de los
se ayudan a soportar su prisión y hasta a preparar lg casos se trataba de u n safismo totalmente inconsciente.
evasión; pero el liberador llegará del mundo mascu- Así la amistad entre Teresa y Anita se prestaba m u y
lino." 1 Con esto quiere decir que entre mujeres podrá especialmente a la interpretación maliciosa y la pareja
haber cierta complicidad, pero jamás amistad. Com- era el hazmerreír de todo el barrio. Teresa exhibía
pórtense dos mujeres como amigaste inmediatamente todos los signos de u n "muchacho malogrado": bigotes,
despertarán en otras mujeres la sospecha de que man- espaldas anchas, voz tenante, etc., que ella acentuaba
tienen relaciones más o menos inconfesables. La sos- con su manera masculina de vestirse y el cigarro que
pecha de safismo se afirma cuando se trata de dos mu- jamás se le caía de los labios. Anita, por el contrario,
jeres solteras, sobre todo si viven juntas. tenía el aspecto de u n a femineidad casi infantil. Ambas
jóvenes se habían conocido siendo alumnas del mismo
* establecimiento escolar y no habían tardado e n hacerse
* * amigas inseparables. Como eligieran la m i s m a profe-
sión, les había parecido perfectamente n a t u r a l vivir en
¿Quién negaría que pueden existir desviaciones más el mismo departamento, tanto por motivos económicos
o menos abiertamente lesbianas de la amistad entre como por estar m e n o s solas. Cuando se p a s e a b a n iban
mujeres? Amores sáficos existen, indudablemente, aun del brazo, y habitualmente Teresa tenía p a r a con Ani-
cuando sean infinitamente menos frecuentes de lo que ta las atenciones d e u n hombre bien educado para con
sostienen las malas lenguas. Pero relaciones homose- su amada. En r e s u m e n , las apariencias e r a n tales, que
xuales hay también entre los hombres, y hasta son con yo mismo apenas abrigaba dudas sobre el c a r á c t e r sá-
gran probabilidad notablemente más comunes que entre fico de esta amistad. Ahora bien, un día T e r e s a se diri-
mujeres. Sin embargo, dejando a un lado a los fideístas gió a mí a causa d e ciertas dificultades con q u e trope-
del psicoanálisis, a nadie se le ocurriría valerse de este zaba en el plano profesional. Poco después a c u d i ó a mí
argumento contra la posibilidad y la realidad de muy también su amiga, y me convertí en c o n f i d e n t e y con-
auténticas amistades masculinas, en las que el erotis- sejero de ambas. E n el trascurso del análisis psicológico
de una y otra se h i z o claro que la virilidad psicofisio-
Le deuxieme sexe, II, p. 365. lógica de Teresa y la femineidad infantil d e Anita
AMISTADES FEMENINAS 77
76 P S I C O A N Á L I S I S DE LA A M I S T A D

habían desempeñado, efectivamente, una función deter- caso de las dos mujeres de que acabamos de ocuparnos),
minante en el nacimiento de su amistad. Anita tenía esta energía afectiva no puede hallar empleo en el amor
necesidad de ser protegida y mimada, pero su infanti- erótico, afluye normalmente, con mayor o menor abun-
lismo iba de la mano con su temor a los hombres: una dancia, hacia esta otra forma de comunión afectiva que
amiga virilizada resolvía perfectamente la situación. es la amistad. No hay pues nada de anormal, ni de
En cuanto a Teresa, se sentía en perpetua competencia "inmoral", en que la amistad entre dos mujeres solte-
con los hombres y por lo tanto se prohibía el buscar ras, es decir, frustradas en el amor erótico, se parezca
en ellos el calor afectivo de que tenía necesidad: la por algunos de sus rasgos a este amor, más que la amis-
pequeña Anita satisfacía plenamente su deseo de dedi- tad entre dos mujeres eróticamente realizadas. Lo mis-
carse a alguien más débil. Pero ambas estaban total- mo vale, aunque con diferencias no desdeñables, pa-
mente inconscientes de esas motivaciones de su amistad. ra los hombres. Esto sin duda explica, por ejemplo, la
En los diez años que duraba su convivencia, jamás fuerza y la intimidad de las amistades anudadas en
había habido nada propiamente erótico en sus relacio- los campos de prisioneros de guerra o de deportados
nes; su riguroso superyó religioso les impedía hasta políticos. Encontrándose allí los hombres frustrados en
pensar que pudieran ser una para la otra algo distinto amor, disponen de tanto más libido para la amistad,
de una amiga. En el curso del tratamiento adquirieron sin que en la inmensa mayoría de los casos pueda atri-
conciencia de la naturaleza "platónicamente sáfica" de buirse nada "sexual" a esta relación.
su amistad. ¿Era preciso, pues, que renunciaran a ella? Pero volviendo a las mujeres, en nuestra opinión
Yo las disuadí de esto categóricamente. Para mí no ha- sería una imperdonable crueldad querer arrojar el en-
bía duda posible en cuanto al aporte positivo de esta tredicho o el descrédito sobre su intimidad amistosa,
amistad en la vida de las dos mujeres. Existían además con el pretexto de que tales amistades hacen consumo
tantos menos motivos para una ruptura, cuanto que de una libido que "normalmente" debería encontrar
la psicosíntesis había llevado a cabo cierto equilibrio salida en relaciones amorosas con hombres. Es infini-
en ambas, y por esto los riesgos de una desviación les- tamente más peligroso para el equilibrio psíquico de
biana de su relación eran desde entonces incomparable- los sujetos dejar sin empleo la libido. Por mi parte,
mente menores. 2 he alentado siempre a las mujeres sexualmente frustra-
das a trabar con otras mujeres relaciones amistosas tan
Para comprender debidamente este género de amis- íntimas e intensas como fuera posible, enseñándoles a
tades, conviene referirse una vez más a nuestra con- aminorar, dado el caso, ciertos riesgos de desviación
cepción general de la libido, de la energía afectiva, parafílica que su conciencia moral desaprobaría. Mien-
que por su naturaleza no es sexual sino indiferenciada. tras que la libido reprimida expone al riesgo de la
Cuando por cualquier motivo, ya se trate de "falta de neurosis, o por lo menos al de la aridez afectiva, su
ocasión", ya de inhibiciones neuróticas (como en el sublimación en amistad le permite hacer hermosa y
2
fecunda la existencia de mujeres que sin eso serían la-
Es propio del espíritu psicoanalítico tender no a destruir, mentables despojos. Si la "solterona" de otrora se pres-
sino a corregir lo que parece desviado. Se trate de la amistad,
del amor, de la fe religiosa o de los principios morales, no nos taba al ridículo por sus pequeñas manías y por su estre-
proponemos jamás su destrucción, sino sólo la eliminación de sus chez de ideas, era menos, según nuestra experiencia,
motivaciones neuróticas.
78 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD AMISTADES FEMENINAS 79
por ser una frustrada sexual que porque su género de y preocupaciones que, equivocadamente o no, él juzga
vida casi no le permitía lograr la sublimación por la que no puede o no debe compartir con su mujer, aunque
amistad. M u y distintas son las cosas para muchas mu- sólo sea para no inquietarla. Tiene sus amigos y motivos
jeres solteras de hoy día, sobre todo cuando tienen la de interés que no son los mismos de su esposa. El ex-
suerte de ejercer una actividad profesional acorde con clusivismo afectivo de ésta origina a menudo, por lo
sus gustos. E n todo caso, hay que concluir con las estú- tanto, una penosa tensión capaz de comprometer más
pidas bromas o las sonrisas de inteligencia con que se o menos gravemente el amor conyugal. Esta tensión
abruma a las amigas que viven juntas y encuentran desaparece por regla general cuando la mujer entabla
en su mutuo afecto la fuerza y el valor necesario para relación y entra en comunicación amistosa con otra
enfrentar los duros combates de la vida. mujer.
De acuerdo con nuestras informaciones la amistad
entre una mujer casada y una soltera demuestra ser
* * particularmente fecunda, tanto para una como para la
otra. Para la soltera, en efecto, participar a través de
Sin embargo, sería erróneo hacer de la amistad u n su amiga en la vida de un hogar, sus alegrías y preo-
don reservado únicamente a las solteras. Hemos visto cupaciones, constituye una ocasión de expansión psí-
en el capítulo anterior que hasta los hombres perfecta- quica. ' Más particularmente para las solteras que no
mente felices y realizados en su vida conyugal expe- viven más con sus padres, es bueno ser. recibidas en
rimentan la necesidad y los beneficios de la amistad una familia en calidad de amigas, poder interesarse
con otros hombres, y que todo el mundo encuentra esto en sus hijos, etc. El temor de que tal intimidad con un
norrnal. ¿Por qué no habría de ocurrir lo mismo con hogar pueda hacer a ciertas solteras más dolorosamente
las mujeres casadas? Para su propia desdicha, muchas conscientes de lo que falta en su propia vida, no carece
son las esposas jóvenes que creen que el amor conyugal ciertamente de fundamento; pero me parece que este
puede colmar completa y definitivamente todas sus inconveniente queda ampliamente compensado con el
necesidades afectivas, y que consideran casi como una enriquecimiento afectivo que pueden obtener. Más aun
traición al a m o r toda otra forma de comunicación exis- puede aportar, quizás una amistad semejante a la mujer
tencial. De a h í se sigue que descuiden o aun rompan casada, sobre todo cuando no ejerce ninguna actividad
las relaciones amistosas que tenían antes de casarse, profesional o extrafamiliar. La intimidad con una mujer
mostrándose a l mismo tiempo celosas de las amistades que trabaja en una profesión y que por este motivo
veces al cabo de varios años de casadas, esas mujeres tiene más contactos con el mundo exterior, que nor-
adquieren conciencia del vacío que produce en su vida malmente se interesa más que una madre y esposa en
la ausencia de la amistad. Muchas veces he podido com- los acontecimientos del mundo y dispone de más tiempo
probar hasta q u é punto la amistad de la esposa con otra para la lectura y diversas actividades culturales, puede
mujer podía ser útil al amor conyugal. Una mujer que permitir a la mujer casada la ampliación de su hori-
todo lo espera de su marido no tarda por lo general zonte más allá de los cuidados y hechos menudos de la
en convertirse para éste en una carga. H a y problemas vida doméstica. Estimulada y enriquecida por su ami-
que su m a r i d o sigue cultivando. Sólo poco a poco, a ga, podrá también dialogar mejor con su marido y los
80 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD AMISTADES FEMENINAS 81
amigos de éste, y no sentirse completamente "fuera de ternura sentimental que generalmente falta en las re-
ambiente". laciones entre esposos. Es fácil comprender que esas
* amistades se prestasen más a la ironía y la chanza que
* * a la admiración.
Es evidente que las condiciones de existencia, así so-
Nada nos autoriza a suponer que la mujer media no ciales como psicológicas, de la mayoría de las mujeres
es apta para una auténtica amistad. Los que así lo evolucionadas apenas se parecen a las de las "preciosas"
afirman se refieren por lo general al pasado. Pero aun de quienes acabamos de hablar. Aquéllas realizan los
suponiendo que en el pasado las grandes amistades entre mismos estudios serios que sus camaradas masculinos
mujeres fueran efectivamente raras, sería absurdo de- y ejercen, cada vez con mayor frecuencia, actividades
ducir de aquí cualquiera posibilidad estructural. La profesionales semejantes. Se interesan por la filosofía,
naturaleza de la mujer no es, como tampoco lo es el la literatura, el arte y la religión, así como por la polí-
hombre ni el universo en su conjunto, un dato estático, tica y la economía, a menudo hasta con mayor pasión
definitivamente fijada de una vez por todas. Fueron que los hombres. De donde se deduce que en sus rela-
las condiciones de vida de la gran mayoría de las mu- ciones mutuas ya no las conforman las fútiles chacha-
jeres las que les hicieron difícil, si no imposible, vivir ras mundanas. Están, pues, plenamente dispuestas a
ese género de amistad que celebran Platón y Mon- comprometerse en esta comunicación dialogal que es la
taigne, y cuyas bellezas señalamos nosotros mismos esencia misma de la amistad. El principal obstáculo
aquí. Salvo magníficas excepciones, las mujeres apenas para que nazca y se desarrolle una auténtica amistad
habían alcanzado, hasta tiempos relativamente recien- entre mujeres, proviene de la supervivencia de pre-
tes, la conciencia de sí como personas. Eran educadas y juicios de otra época.
vivían en función del hombre; sólo de él esperaban toda
su realización, y creían que él necesitaba únicamente
su ternura, una buena madre para sus hijos y una
buena ama de casa. Las que no se casaban, se veían
destinadas, en nuestro mundo occidental y de tradición
cristiana, al convento, o bien vegetaban en el hogar de
u n hermano o una hermana casados. Cierto que las mu-
jeres de las clases llamadas "superiores", las que dis-
ponían de tiempo Ubre, se frecuentaban entre sí en el
pasado más de lo que lo hacen hoy. Para convencerse
de ello, basta remitirse a la literatura del siglo xvn,
o hasta a las novelas de Proust. Pero la esfera de in-
tereses y preocupaciones de esas damas era extremada-
mente restringida. Sólo podían "parlotear" sobre cosas
fútiles, a menos que buscasen unas en las otras, como
es corriente en los gineceos de los países islámicos, la
VIII

LA AMISTAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES

E N DOS CAPÍTULOS PRECEDENTES hemos analizado la


amistad entre personas del mismo sexo. ¿Tienen
razón los numerosos moralistas y psicólogos que piensan
que sólo podría haber amistad entre personas del mismo
sexo y sospechan que sea amor erótico más o menos
conscientemente disimulado toda tentativa de amistad
entre hombres y mujeres? Evidentemente, no es difícil
citar casos en que un hombre y una mujer han hablado,
uno al otro y a otros, de su profunda y "pura amistad",
hasta el día en que se han encontrado, "como por ca-
sualidad", uno en brazos del otro. Está bien claro que
se habían engañado sobre la verdadera naturaleza de
los sentimientos que experimentaban. En nuestras di-
versas obras de psicología profunda hemos expuesto y
analizado varios de esos amores que no osaban confesar
su verdadero nombre. Contentémonos con dar aquí un
ejemplo particularmente típico, del cual hemos tenido
que ocuparnos hace muy poco.
Hace cinco años que Andrés y Elena están casados,
y bien casados. Cierto día va a vivir en la misma ciu-
dad que la pareja, Elisabeth, amiga de juventud de Ele-
na. Elena se siente enormemente feliz, quizás hasta va-
84 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES 85

nidosamente feliz, recibiendo a su amiga en su hermosa tiran tentadas a concluir de este episodio, que no de-
casa, ostentando ante aquella soltera de treinta años de ben ser tan inocentes como Elena.
edad su dicha de esposa y madre. La invita a menudo, Pero lo más a menudo, Eros no se desliza en la
al punto de irritar a su marido, que a pesar de todo amistad entre el hombre y la mujer en u n clima de
preferiría pasar de vez en cuando u n domingo solo con tanta lealtad y buena fe como el del caso expuesto.
su mujer y sus hijos. Sin embargo, Elena no cesa de Con bastante frecuencia acontece que u n hombre pro-
llamar la atención de su marido sobre la inteligencia pone a una mujer su amistad, únicamente porque su-
y la cultura de Elisabeth. Poco a poco, Andrés va com- pone que ella rechazará sus avances amorosos. Ade-
probando que, efectivamente, la amiga de su esposa es más, a veces él se engaña al mismo tiempo que ella.
una "mujer superior"; es él quien, cada vez más, dia- "Puesto que no me está permitido ser su amante —se
loga con ella, mientras Elena se entrega a sus tareas dice—, que al menos la tenga por amiga." Y hasta
de ama de casa. Durante varios años une a los tres puede esforzarse sinceramente en no ser más- que ami-
una intensa y hermosa amistad; pasan juntos no so- go, sin dejar por eso escapar la ocasión propicia para
lamente los domingos, sino también las vacaciones de alcanzar su primer objetivo. En cuanto a las mujeres
verano. U n dia Elena descubre que de tiempo en tiem- que admiten este género de amistad, su buena fe su-
po, los otros dos se reúnen sin ella.. Ante esto, experi- pera por lo general a la de los hombres, sobre todo
menta un poco de celos, en verdad, pero estimándolos cuando carecen de experiencia amorosa. De acuerdo
indignos de su hermosa 'amistad, hace lo posible por con el conocimiento que hemos podido adquirir sobre
reprimirlos. Su brutal despertar se produce cuando su estas cosas, particularmente sospechosa resulta la amis-
marido le hace saber que ama a Elisabeth, que desde tad que hombres casados de cierta edad brindan a mu-
hace poco es su amante y que quisiera divorciarse de jeres jóvenes, lo más a menudo a su secretaria, con el
ella para casarse con su amiga. Fácil nos resulta com- pretexto de hacerse consolar de la incomprensión que
prender los reproches que Elena se hace a sí misma padecen por parte de la esposa. No siempre les falta
por su imprudencia; pero se equivoca al acusar a su sinceridad subjetiva; pero a pesar de todo, lo que en
amiga de embaucadora, de haber "maniobrado" para realidad buscan es u n género de afecto distinto de la
robarle su marido. Elisabeth creyó hasta el final en la simple y sincera amistad.
total "pureza" de su amistad con Andrés, y este mismo
no tuvo conciencia de la progresiva metamorfosis de
la amistad en amor hasta m u y tarde, cuando "casi por * *
casualidad" comenzó a besar a la amiga cada vez con
mayor ternura y frecuencia. Por otra parte, esto se Las dificultades y fracasos bien reales que acabamos
produjo después de ciertas decepciones y conflictos en de exponer, ¿son suficientemente probatorios para for-
sus relaciones con su esposa. Esta amistad entre un zarnos a concluir que la amistad entre hombres y mu-*
hombre y una mujer condujo, por lo tanto, a la des- jeres es imposible? No lo creemos. Si h a y fracasos, los
trucción de la armonía de una familia, sin que pueda éxitos son por lo menos igualmente numerosos. Podría-
ponerse en duda la sinceridad de ninguno de los ami- mos citar sin ningún esfuerzo numerosísimos ejemplos,
gos. Y pienso que muchas de nuestras lectoras se sen- cuyo éxito nadie podría poner en duda. En primer lu-
86 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES 87

gar se presentan en nuestra memoria las grandiosas y telectual y moral, mantiene desde hace muchos años
universalmente conocidas amistades que embellecieron íntimas relaciones amistosas con Enrique, sin que haya
la vida de tantos santos y santas y que han demos- habido jamás el menor equívoco sobre la naturaleza de
trado ser existencialmente de una extraordinaria fe- ambos. En su juventud, ha sido víctima de la polio-
cundidad. Clara y Francisco de Asís, Teresa de Ávila mielitis, cuyas graves marcas muestra su cuerpo. Qui-
y Juan de la Cruz, Juana de Chantal y Francisco de zás sin eso su amigo la habría amado también eróti-
Sales deben a su mutua amistad, por lo menos en parte, camente. Pero lo que hay de ejemplar en este caso para
el haber realizado tan grandes cosas para gloria de nuestro propósito, es el hecho de una larga, hermosa
Dios. -Que tales amistades fueron plenamente confor- y fecunda amistad entre un hombre y una mujer de
mes al espíritu cristiano, lo prueba el hecho de que ya nuestra época. En el caso de muchas otras amistades
en los primeros siglos de nuestra era los hagiógrafos igualmente duraderas y fecundas, no existe obstáculo
hacen su elogio. Así encuentran admirable la amistad físico para la erotización. Son amigos, y no amantes,
que habría existido entre san Jerónimo y santa Paula, por motivos de orden moral, o bien porque uno y otro,
y atribuyen una semejante, si bien con menor funda- o aun los dos, están comprometidos eróticamente con
mentó, a san Ambrosio con Mónica, la madre de san otro ser. U n hombre y una mujer desdichados en su
Agustín. Me parece que el espléndido éxito y la fecun- respectivo matrimonio son poco aptos para esta clase
didad espiritual de tales ejemplos pueden m u y bien de comunicación, mientras que quienes son felices en el
absolver a las amistades entre hombres y mujeres de amor pueden emprenderlo con u n riesgo infinitamente
sus pocos fracasos, en lugar de dejarnos impresionar menor de desviación.
por éstos al punto de declarar aquéllas imposibles. *
Pero los grandes santos y místicos están lejos de ser * *
los únicos que lograron tal comunicación amistosa. Mi-
guel Ángel y Colonna Vittoria no eran precisamente Sin duda, uno se expondría a penosas desilusiones
santos, como tampoco las numerosas parejas de ami- si pretendiera establecer su amistad con una persona
gos de distinto sexto que nos son conocidos por la li- del otro sexo sobre un terreno puramente espiritual.
teratura antigua, medieval y moderna. Aún en nues- El mismo gran pesimista La Bruyére considera viable
tra época, tan fascinada por el erotismo, conozco mu- la amistad entre un hombre y una mujer, sin que por
chos hombres y mujeres que no son santos ni héroes, ello el hombre deba dejar de ser hombre y la mujer,
pero que extraen, a pesar de todo, de la amistad que mujer. San Francisco de Sales, que vivió personalmen-
los une las mayores y más puras alegrías de su exis- te una de las más célebres y hermosas amistades en-
tencia. La amistad de tres de Andrés, Elena y Elisa- tre hombre y mujer, reconoce que los sentidos desem-
beth bien habría podido no fracasar, y conozco otras peñan cierta función aun en la más espiritual de estas
semejantes que persisten largos años sin sufrir en mo- relaciones. En efecto, ellos son los intermediarios de
mento alguno la menor interrupción. nuestra primera impresión del otro. Basta leer la co-
En ciertos casos, la no erotización de la amistad en- rrespondencia de san Francisco con su amiga Juana
tre un hombre y una mujer se ve facilitada por di- de Chantal para persuadirse de que ni lo sentimental
versos factores. Germana, mujer de gran calidad in- ni lo sensible faltan en esta amistad entre santos.
88 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES 89

En las amistades místicas entre hombres como Fran- *


cisco de Sales y mujeres como Juana de Chantal, Eros * *
no está por cierto ausente; pero la sublimación está Cualesquiera sean los obstáculos, alentamos la fir-
tan perfectamente lograda, que con razón se las con- me convicción de que la amistad entre hombres y mu-
sidera como "no carnales", en el sentido corriente de jeres no es en modo alguno un ideal irrealizable. Mas
la palabra carnal. En cuanto a los hombres y mujeres sólo es viable entre personas que hayan alcanzado u n
"ordinarios", vale más para ellos y su amistad que grado relativamente alto de espiritualización, en quie-
sean plenamente conscientes del papel, mayor o me- nes los valores llamados superiores prevalezcan mani-
nor según las personas, que Eros desempeña en su re- fiestamente. En ésta, más que en la que une a per-
lación. El antiguo adagio: "Quien quiera hacer el án- sonas del mismo sexo, es indispensable que la comu-
gel, hará el bobo", se aplica también a nuestro pro- nión entre los amigos se realice en la persecución de
blema. Evidentemente, no se trata de reprimir el Eros, un mismo ideal, en la realización de una obra común.
sino de sublimarlo. Esta palabra, sublimación, debe Aun entonces no hay garantía contra la irrupción más
entenderse en u n sentido bastante diferente del que o menos tumultuosa de la pasión erótica. Con todo, los
le da la psicología freudiana. En efecto, la verdadera beneficios de una relación semejante son tan grandes,
naturaleza afectiva del hombre no se limita a sus so- que en nuestra opinión no es imprudente aceptar con
las pulsiones instintivas. Nada hay de antinatural en todo conocimiento de causa los riesgos que encierra.
tratar de dirigir total o parcialmente la energía afec- Por otra parte, nada verdaderamente valiosos podría
cumplirse en la existencia humana sin riesgo de des-
tiva de estas pulsiones hacia facultades más específi-
viación o error. Quien no se atreve a arriesgar, no
camente humanas. Creemos haber demostrado suficien-
saldrá jamás de la trivialidad cotidiana. ¿Somos de-
temente en precedentes obras nuestras, 1 que la natu-
masiado optimistas al suponer que los progresos de la
raleza del hombre se encuentra mucho menos en su
noosfera y la maduración afectiva de la humanidad
pasado animal que en el porvenir cada vez más es-
se hallan en vías de cumplimiento, con u n ritmo su-
piritualizado hacia el cual marcha. La sublimación de
ficientemente rápido para que un número cada vez
la libido, es decir, su aducción hacia actividades cada
mayor de hombres y mujeres pueda alcanzar muy
vez menos carnales y más espirituales, se sitúa por pronto los beneficios de tal amistad?
entero en la línea de la naturaleza humana en deve-
nir. Tal sublimación, perfectamente legítima, es en la Por lo que se refiere a los jóvenes de sexo dife-
práctica más o menos realizable, según el grado de rente, una amistad de la que esté desterrado Eros es,
madurez afectiva y espiritual de los sujetos. Entre la en nuestra opinión, prácticamente imposible. Su expe-
"amistad amorosa" que cultivan los trovadores (en riencia de la vida es aún muy escasa para que estén
que la presencia de Eros estaba apenas oculta) y la en condiciones de efectuar la indispensable sublima-
de u n Francisco de Sales con una Juana de Chantal, ción. No se conocen bastante a sí mismos y evidente-
mente menos a los demás. A la espera de una mayor
hay innumerables matices.
madurez afectiva y espiritual, que se contenten, pues,
1
con la hermosa y franca camaradería, o con la amis-
Véanse en particular Teilhard et la foi des hommes y La tad de grupo cuyo elogio pronto haremos.
nueva moral, Ediciones Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1964.
IX

LA AMISTAD CONYUGAL

E N EL CAPÍTULO ANTERIOR se ha tratado de la amis-


tad entre hombres y mujeres que, por diversos
motivos, quieren o deben renunciar a unirse con los
lazos del amor erótico. ¿Significaría esto que la amis-
tad y el amor son por naturaleza inconciliables? Tal
es, en efecto, la opinión de u n La Bruyére, y el mis-
mo Montaigne afirma que el alma de las mujeres que
los hombres desposan no es bastante vigorosa para
soportar el peso de la amistad. La experiencia y la te-
sis de los dos grandes moralistas se ajustan al pen-
samiento y las costumbres de los antiguos. Los grie-
gos practicaban la amistad con las "hetairas", mujeres
libres entendidas a menudo en arte, filosofía y litera-
tura; pero jamás habrían soñado en buscar esta clase
de comunión espiritual con sus esposas. En el Japón,
los hombres cultos y refinados encuentran en las geis-
has la amistad con representantes del otro sexo. Ver-
dad es que los griegos, los japoneses y todos los que
juzgan a sus esposas indignas o incapaces de amistad,
por lo general tampoco les brindan u n amor apasio-
nado. Las aman por razón o por deber.
Sin embargo, la amistad y el amor conyugal están
m u y lejos de excluirse una a otro. A lo que sabemos,
92 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD CONYUGAL 93
Plutarco fue el primero en afirmar que la esposa era eróticamente no todo resultara óptimo, aun si el
tanto y más digna y capaz de amistad con el hombre amor-pasión no durara más que en los matrimonios por
que la hetaira. Si semejante amistad parece haber sido flechazo, la armonía entre los esposos no se destruiría.
otrora relativamente rara, en nuestros días se hace cada Continúan comunicándose en el mismo plano que
vez más frecuente, a medida que las conciencias evo- antaño, antes que naciera el amor, se habían encon-
lucionan y que las condiciones y motivaciones del ma- trado como amigos. Se conocen en profundidad y no
trimonio se trasforman. se dejan perturbar por lo tanto por los defectos super-
Ante todo se halla el caso, de más en más frecuente, ficiales del otro. Tienen algo que decirse, aun fuera del
del matrimonio entre amigos. En efecto, como lo hemos lecho conyugal. Pero sobre todo, el amor erótico ad-
dicho en el capítulo anterior, los hombres evoluciona- quiere generalmente entre los esposos-amigos mayor
dos de hoy no es con hetairas, geishas o sus semejantes intensidad y más larga duración.
con quienes buscan anudar relaciones amistosas. Las
gentes se conocen, se hacen partícipes del diálogo exis-
tencial, se convierten en amigos, en la universidad, * *
en los círculos de militantes políticos o religiosos. Me-
ses, años más tarde, los" dos amigos comprueban que Para ilustrar las precedentes consideraciones, permí-
se aman. Puesto que ningún obstáculo insuperable se taseme presentar dos "casos" que he tenido oportunidad
opone, con toda naturalidad deciden casarse. El amor, de observar de cerca.
evidentemente, no amenaza para nada su amistad, ni Eduardo y Fanny se conocieron en un "asalto". Bai-
ésta disminuye el ardor de aquél. Por el contrario, laron toda la noche, una viva pasión recíproca los infla-
ambos se estimulan, se nutren mutuamente. mó y esa misma noche se convirtieron en amantes.
Con demasiada frecuencia, la pareja que se ha for- Algunos meses más tarde, como la muchacha quedara
mado a causa de u n "flechazo", sobre la única base de encinta, se casaron. En ese momento sabían muy poca
la atracción carnal, comprueba al cabo de algunos me- cosa uno del otro, pues casi no se habían interrogado
ses de vida en común, que no tiene nada que decirse; acerca de sus gustos ni -de sus convicciones. Se "enten-
que son extraños uno para el otro. En efecto, es propio dían" sexualmente, y eso les bastaba para sentirse feli-
del ardor erótico ser m u y vivo en sus comienzos, pero ces juntos. Pero ¡ay! la vida conyugal no trascurre
tender a disminuir, sino a extinguirse totalmente, des- solamente en el lecho. Poco después de su matrimonio,
pués de obtenida la satisfacción. Es más bien llamarada cuando se encontraban solos, el mutismo se hacía total.
que fuego. Raro es que una pasión puramente carnal Eduardo reinició bien pronto sus salidas con camaradas
resista las inevitables dificultades y desencantos de la de su época de soltero, sin experimentar el menor de-
vida de todos los días. Es en esta categoría de "matri- seo de asociar a su mujer también. En esas condiciones,
monios por amor" donde se da la mayor proporción de la fidelidad conyugal sólo podía aparecer carente de
divorcios; a menudo la separación sobreviene después sentido; ni uno ni otro rechazaban las aventuras que
de sólo uno o dos años de unión. se les brindaban. Las relaciones sexuales entre ambos
Evidentemente, es m u y distinto lo que acontece con esposos no se hicieron menos frecuentes; pero en lugar
las parejas a las que une una sólida amistad. Aun si del amor no expresaban más que un odio sadomaso-
94 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD CONYUGAL 95

quista, y éste les impedía separarse definitivamente. un matrimonio feliz, mucha mayor importancia que
Cuando después de siete años de matrimonio, Fanny ahora. Y bien, hace quince años que Martín y Susana
recurrió a mi ayuda, padecíala la edad de menos de se casaron. Tienen varios hijos y no son m u y jóvenes
treinta años, una grave depresión nerviosa, mientras ya. Su amistad es siempre tan verdadera como en los
que su marido había perdido todo valor para continuar tiempos de su juventud, o más bien se ha profundizado
la necesaria lucha por la vida y se obsesionaba cada vez y embellecido, gracias a las preocupaciones y alegrías
más con la idea del suicidio. compartidas durante tantos años. En el terreno erótico,
Con seguridad, no todos los matrimonios por "fle- _ los comienzos, según su propia confesión, fueron bas-
chazo", en los que falta la verdadera amistad, llegan tante difíciles; pero su amistad triunfó sobre todas las
a una situación tan dramática como la de Eduardo y dificultades y poco a poco lograron la armonía también
Fanny. No obstante, bajo su forma excesiva, el "caso" en este plano. Teniendo en cuenta la situación afectiva
expuesto conserva todo su valor típico y encierra para pasada y presente de esta pareja, no creo que sea mucha
nosotros una preciosa enseñanza. Tanto más que se presunción suponer que, si por cualquier motivo —en-
trataba de dos personas no carentes, por cierto de cierta fermedad o vejez, por ejemplo— debieran un día re-
envergadura. nunciar a la comunión erótica, su unión continuaría
* consolidada por los firmes vínculos de la amistad.
* * Es evidente que no todos los matrimonios entre ami-
gos y sin pasión erótica inicial son tan afortunados
Cuando conocí a Martín y Susana, hace de esto como el de Martín y Susana. Con todo, de este ejemplo
veinte años, eran ambos estudiantes y desempeñaban se sigue que la amistad puede constituir una excelente
un papel activo en un movimiento universitario reli- base para el amor y que ambos, amor y amistad, se re-
gioso. Se complementaban recíprocamente: ella era más fuerzan mutuamente.
intelectual, él, más "práctico"; a menudo trabajaban También podría hablar de una pareja de ancianos
juntos. Ella lo inició en la filosofía y en una vida espi- esposos que conozco muy bien. Han alcanzado una
ritual más profunda; él, por su parte, le hizo descubrir edad en que el amor erótico apenas puede expresarse.
los placeres de la música y en cierta medida aun los Lo que constituye un vínculo inquebrantable entre ellos
del deporte. En resumen: constituían una ejemplar y embellece el ocaso de sus vidas, es la profunda amis-
pareja de amigos, entre los que no existía el menor tad que los une desde siempre. Sus intercambios inte-
vestigio de flirteo, tanto más cuanto que Susana care- lectuales y espirituales son siempre igualmente inten-
cía de toda coquetería y hasta del encanto indispen- sos, y son capaces todavía de entusiasmarse y de discutir
sable a una muchacha. Sólo cinco o seis años más tarde, con pasión sobre muchos asuntos. Y comparo a esta
cuando ya estaban profesionalmente comprometidos en pareja con otra, en que los esposos se han amado mu-
la vida, decidieron casarse. Yo me mostraba más bien cho en su juventud, pero no han sido nunca amigos.
escéptico acerca de las posibilidades de éxito afectivo Ya no pueden soportarse y se hacen mutuamente im-
de esta unión. En efecto, era bien evidente que había posibles los últimos días de su existencia.
m u y poca pasión erótica entre ambos amigos, y en esa
época yo adjudicaba a ésta, como condición previa de
* *
96 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD CONYUGAL 97
Normalmente, la amistad, asi como está llamada a otro, pues creen conocerse mutuamente "a fondo",
sobrevivir al amor, debería precederlo. Conozco, sin mientras que en realidad apenas se conocen, encegue-
embargo, muchas parejas de esposos que no eran ami- cidos como estuvieron al principio por el fuego de su
gos antes de casarse. Fue el flechazo o la simple comu- pasión mientras éste duró encendido.
nidad de intereses familiares y sociales lo que sirvió
de punto de partida a su unión. La amistad nació más
tarde. Sin que fuesen conscientes de ello en u n princi-
pio, había entre ambos bastantes afinidades para ser-
virle de base. Sobre todo en la generación de nuestros
abuelos, era bastante corriente, por lo menos en las
capas "superiores" de la sociedad, que el matrimonio
resultase de "arreglos" entre los padres, sin que los
jóvenes tuviesen la posibilidad de conocerse de cerca
previamente. A menudo, pues, no había en el comienzo
amistad ni amor; pero a pesar de todo ocurría que des-
pués del matrimonio nacían una y otro, o bien una u
otro. La pareja de ancianos esposos que he mencionado
más arriba pertenece a esta categoría.
El nacimiento de la amistad en el matrimonio sur-
gido del flechazo tampoco es imposible a priori, a con-
dición de que los esposos no se desalienten tan pronto
como vean disminuir el ardor de los sentidos que habían
tomado por la gran pasión de su vida. Al conocerse más
profundamente podrán muy bien lograr la comunión
amistosa. El mayor obstáculo para el nacimiento de la
amistad se encuentra, en tales casos, en la sobreesti-
mación del amor que motivó el matrimonio. Muchos
jóvenes enamorados creen en la eternidad de su pasión.
No buscan siquiera conocerse más profundamente y
apenas dan importancia al hecho de que no tienen gran
cosa que decirse. Creen más o menos conscientemente
que la carne constituye una realidad suficientemente
sólida para unirlos definitivamente. Cuando al cabo de
algunos meses o años desaparece la embriaguez carnal,
ya es generalmente demasiado, tarde para que pueda na-
cer la amistad. La acumulación de decepciones de todo
orden los habrá dejado indisponibles uno respecto del
X

LA AMISTAD ENTRE PADRES E HDOS

P ARA la formación del terreno en que puede ger-


minar la amistad no se requieren de ninguna ma-
nera los "lazos de sangre". Es, en efecto, una realidad
de orden espiritual, y todos saben que el parentesco
espiritual no es siempre idéntico al parentesco por la
carne, así como a menudo acontece que este último no
implica ninguna afinidad de los espíritus. Muchos son,
efectivamente, los hermanos y hermanas, los padres e
hijos que no guardan entre sí ninguna afinidad espi-
ritual, ninguna comunidad de ideas ni de tendencias.
Cierto que a veces existe una verdadera amistad entre
hermanos y hermanas; pero no nos parece exagerado
decir que ha nacido, no a causa de los lazos de sangre,
sino más bien a pesar de ellos.
Lo que generalmente hace más difícil la amistad-en-
tre hermanos que entre "extraños", es esa especie de

pudo" q"ue domina a menudo nuestras relaciones. Como
viven bajo el mismo techo, creen erróneamente cono-
cerse a fondo unos a otros, y por eso no se atreven a
comunicarse precisamente lo más hermoso y generoso
de sus aspiraciones; a esto se suman los pequeños ro-
ces de la vida cotidiana. No es raro que hermanos y
hermanas aprendan a conocerse gracias a terceros b
100 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD ENTRE PADRES E HIJOS 101

merced a grupos de los que forman parte. Conocí en obediencia y respeto. Eran raros los que intentaban
otro tiempo a dos hermanos que se tenían muy poca entablar un diálogo con sus hijos, aun cuando éstos ya
estima mutua. A la edad de veinticinco años, por cami-. hubieran llegado a adultos.- Si un hombre de treinta
nos distintos pero convergentes, se hicieron militantes años se atrevía a contradecir a su padre a propósito de
del mismo partido político. Con gran asombro descu- cualquier asunto, se lo acusaba inmediatamente de irres-
brieron entonces cuánta era su comunidad espiritual y petuoso. Conozco todavía familias "bien", en que en
cómo, desde su más temprana juventud, les inspiraba la mesa sólo el padre perora. En cuanto a la madre,
un mismo generoso ideal. No tardaron entonces en generalmente protegía y quería a sus "pequeños", pero
convertirse en grandes amigos. tampoco se comunicaba verdaderamente con ellos. En-
La amistad entre hermanos y hermanas no siempre tre padres e hijos jamás se trataba ninguna cuestión
parece muy deseable en la adolescencia, o por lo menos un poco personal o íntima. Casi no había hijos que
lo es sólo en ciertas condiciones. Los expondría, eri fuesen iniciados en los problemas sexuales, por ejemplo,
efecto, a encerrarlos en un círculo familiar demasiado por el padre o la madre. La víspera del casamiento, la
estrecho, favoreciendo así el narcisismo y obstaculizan- madre decía a lo sumo a su hija, con gran rubor y
do la necesaria extraversión de los adolescentes. Sería confusión, que debía "permitir" todo lo que el hombre
preciso entonces que a la amistad fraternal se añadiese quisiera, porque entre marido y mujer no habí a* pe-
siempre la de jóvenes ajenos a la familia. Mejor aún cado "en eso". El padre, cuando quería mostrarse par-
sería que hermanos y hermanas se hiciesen amigos, no ticularmente "abierto", daba a su hijo, en esta misma
en el seno de la familia, sino más bien por intermedio ocasión, algunas indicaciones útiles para que la joven
del mundo exterior. Las agrupaciones de jóvenes, como pareja no tuviese un bebé demasiado pronto. Muchas
por ejemplo el scoutismo, nos parecen particularmente personas que pasan la cuarentena, y no pocos joven-
adecuadas para favorecer el florecimiento de tales amis- citos, con los que he conversado acerca de sus relacio-
tades, sin que de ellas surjan obstáculos para la eli- nes con sus padres, me han confesado que no han tenido
minación del narcisismo juvenil. Al comprobar que jamás con éstos verdadero intercambio, que no han ha-
entre sus hijos existe una amistad demasiado exclu- blado nunca con ellos de hombre a -hombre, o de mujer
yente de lazos afectivos con el mundo exterior, los a mujer, sobre religión y política, arte y literatura. En
padres, en lugar de felicitarse deberían más bien in- general, su padre se habría contentado con proclamar
quietarse y tratar de poner remedio favoreciendo sus más o menos perentoriamente sus propias ideas, no
contactos con otros jóvenes. admitiendo que uno de sus hijos pudiera replicarle o
tener otras. Recuerdo la consternación, el escándalo,
* de cierta rica familia burguesa, al enterarse que uno de
* * sus hijos, de más de treinta años de edad, se había
afiliado al partido Comunista: nadie en la casa se ha-
bía dado cuenta de que tuviese semejantes ideas.. . ¡y
En tiempos no muy lejanos, la cuestión de la amis- con razón! Además, en otros tiempos, y todavía hoy
tad entre padres e hijos ni siquiera se planteaba. El en parte, es bastante corriente que un "hijo de familia"
padre era, o por lo menos quería ser, el jefe, el repre- se adhiriera a un partido revolucionario o a un movi-
sentante de Dios y de la patria, a quien los hijos debían
103 I-SICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD ENTRE PADRES E HIJOS 103

miento poco conformista, menos por íntima convicción carencia afectiva de la vida conyugal, pero por esto
que por reacción contra el autoritarismo paterno, aun- mismo hay algo de turbio en sus motivaciones. No es
que muy a menudo él mismo fuera inconsciente de las posible dudar de que es dañosa para los hijos. La ver-
verdaderas motivaciones de su actitud. En el terreno dadera amistad debe ser para y no contra algo o alguien.
religioso, los padres creyentes exigían a sus hijos la La amistad entre padres e hijos —más aun que la de
"práctica", sin preocuparse mucho por su estado de hermanos y hermanas— implica para los segundos el
alma y de conciencia. riesgo de poner obstáculos a su necesaria extraversión,
* a su orientación hacia ese mundo exterior en el que
* * tendrán que realizar su vocación de hombres y muje-
res. Esto es verdad para las amistades "positivas", y con
En nuestros días, son cada vez más numeíosos los mayor razón para las reaccionales o compensatorias,
padres que aspiran a una verdadera amistad con sus de las que mencionamos algunos ejemplos más arriba.
hijos. Conozco muchas familias en que ésta existe, efec- Estos bien reales escollos no deben interpretarse* sin
tivamente, entre padres que alcanzan la cuarentena e embargo, como una puesta en guardia contra la amistad
hijos que están entre los dieciséis y los veinte años, entre-padres e hijos, y menos aún como su condenación.
con gran beneficio tanto para los unos como para los M u y por el contrario, hemos insistido en presentarlos
otros. Sin embargo, es preciso reconocer que, aun en porque estamos firmemente persuadidos de la fecun-
la presente fase de desarrollo de la conciencia humana, didad existencial de este tipo de relación, tanto para
el logro de tal amistad no es siempre fácil. los padres como para los hijos. Para contar con todas las
Al decir esto pienso en aquella mujer que ha logrado posibilidades de éxito a favor, es necesario no ignorar
establecer relaciones amistosas con su hija mayor. Por las dificultades. Evidentemente, a los padres, más que
desgracia, su amistad se funda, manifiestamente, en a los hijos, toca la iniciativa de apartar los obstáculos y
su complicidad contra el marido y padre, al cual nin- vencer las dificultades.
guna de ellas puede soportar. Por otra parte, es la ma- Como lo dejamos dicho, la amistad de uno de los
dre, ciertamente, la que ha comunicado a la hija sus padres con uno de los hijos no debe ser, a ningún precio
propios sentimientos de desprecio y hostilidad contra el y ni aun inconscientemente, una complicidad contra el
hombre de la casa. Pienso también en ese hombre que otro progenitor o los demás hijos. Los más aptos para
jamás ha tenido la menor comunión espiritual con su entablar una auténtica amistad con sus hijos son, evi-
mujer, y que por vía de compensación, ha establecido dentemente, los padres que no sólo se quieren, sino
una muy íntima con su hija. Tal otro padre ha hecho que además son amigos entre sí. Por otra parte, esta
de su hijo adolescente u n amigo y un "compinche", amistad no debe hacerse exclusiva, sino que, muy por
con el que asiste a espectáculos deportivos y cabarets, el contrario, debe favorecer la amistad de los hijos
pero sobre todo para sustraerlo a la influencia de su con otras personas, ajenas a la familia y más próximas
mujer, que juzga nefasta y' que ha pesado gravemente a ellos por la edad. Por último, para que la amistad
sobre su propia vida. En todos estos casos, y podríamos entre padres e hijos lo sea verdaderamente en el sen-
ampliar la lista, la amistad con el hijo aporta segura- tido que damos nosotros al término, es indispensable
mente a uno de los padres cierta compensación a la que los üadres renuncien deliberadamente a todo auto-
104 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD

ritarismo, a toda voluntad de dominación. En la medida


de lo posible deben promover en sus hijos el senti-
miento de la igualdad y la responsabilidad, lo que no
excluye, claro está, cierta autoridad que los padres
deben poseer. Pero autoridad no es, en todo caso, lo
mismo que autoritarismo.
Confesemos que la realización de todas las condi-
ciones indispensables para la promoción de la amistad
familiar no es nada fácil. Sin embargo, estamos en
condiciones de atestiguar, sobre la base de numerosos
ejemplos que conocemos, que de ningún modo es im- XI
posible. Y el resultado que se puede descontar vale,
ciertamente, los esfuerzos que exige. LA AMISTAD ENTRE MAESTRO
Y DISCÍPULO

P ARA UN MAESTRO, tener un discípulo es cosa bien


distinta de tener un alumno. En efecto, uno puede
ser alumno de alguien, sin reconocerlo por ello como
maestro: aprende lo que le enseña, sin adherirse nece-
sariamente a sus ideas ni al espíritu de su enseñanza.
En cambio, entre maestro y discípulo existe siempre
cierto parentesco espiritual, cierta relación afectiva.
Bergson me decía un día que para ser su discípulo no
era en modo alguno necesario profesar todas las tesis
esenciales de su filosofía; bastaba experimentar el mis-
mo amor que él por la verdad y la misma pasión en
su búsqueda. Y que podía haber entre sus alumnos
algunos que repitieran dócilmente todas las tesis del
maestro, sin ser por este motivo sus discípulos, porque
podrían muy bien haberse adherido más a la letra que
al espíritu de su obra.
Cuando se habla de la amistad entre maestro y dis-
cípulo, ¿cómo no pensar en primer lugar en los mag-
níficos relatos evangélicos que nos muestran a- Jesús
entre sus discípulos y amigos? Él no enseña de la mis-
ma manera que los escribas de las sinagogas, que
tienen la pretensión de trasmitir fielmente el conoci-
106 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD
LA AMISTAD ENTÍIE MAESTRO Y DISCÍPULO 107
miento de las Santas Escrituras y de la Tradición. Más *
que a su inteligencia, Jesús se dirige al corazón de sus * *
discípulos. Con toda evidencia los ama, y ellos a él.
Viven Juntos, toman juntos sus comidas, pasan a me-
Evidentemente, no es maestro el que quiere, ni aun
nudo la noche bajo las estrellas, ninguno de ellos posee
entre los más eminentes hombres de ciencia y profe-
nada. Los evangelistas nos trasmiten una cantidad de
sores. El maestro debe renunciar, tanto por lo menos
conversaciones entre Jesús y sus discipulos que se des-
como el padre que quiere ser amigo de su hijo, al auto-
arrollaron a lo largo de los tres años de la vida pública
ritarismo, a todo espíritu de dominación, a lo que m u y
de Cristo. Tres cuartas partes de la enseñanza evangé-
justamente se llama "paternalismo". Tampoco es sen-
lica, por lo menos, se componen de estos diálogos amis-
cillo para u n alumno convertirse en amigo-discípulo
tosos entre maestro y discípulos, lo que explica el carác-
de un maestro. Si este último debe aliar el prestigio
ter a menudo fragmentario y otras veces paradojal de
y la humildad con el respeto profundo p o r la perso-
la misma.
nalidad de sus discípulos, no se podría ser u n auténtico
Otro sublime ejemplo de amistad entre maestro y amigo-discípulo más que a condición de e s t a r ya sufi-
discípulos nos lo proporciona la vida de Sócrates. Difícil cientemente estructurado en cuanto persona? °^e haber
es hallar una pintura más grandiosa de este género de alcanzado un grado relativamente alto de m a d u r e z inte-
amistad que la que se nos impone a la lectura de las lectual y afectiva. Si no, las tentativas de comunicación
últimas conversaciones de Sócrates con sus discípulos, profunda con alguien fuerte, lo que es por definición u n
en su celda de la prisión. ¡Qué profunda afección de maestro, corren el riesgo de llegar a la dislocación del
parte de uno y otros, sin que el maestro deje de ser yo del discípulo; en lugar de discípulo, s e r á sólo u n
el maestro ni los discípulos olviden que lo son! seguidor, y como tal, nada tendrá para ofrecer en
Si tuviéramos que proponer un texto que glorifique cambio al maestro. Ahora bien: jamás se r e p e t i r á bas-
la amistad entre maestro y discípulo, elegiríamos pro- tante que sólo puede haber verdadera a m i s t a d en la
bablemente aquel en que Platón habla de su amigo reciprocidad.
Dión. Pero entonces sería necesario hacer abstracción *
del contexto de homosexualidad que rodea con su halo * *
confuso esta amistad. Es preciso que nos situemos en las
costumbres helénicas de la época para comprender que
la amistad de Platón con Dión es, a pesar de todo, una La primera cualidad de que debe hallarse revestido
amistad entre maestro y discípulo, bien distinta del tipo un hombre para ser reconocido, como maestro por otros
de la que difundirán Gide y sus pálidos émulos. hombres, es el prestigio. El prestigio puede m u y bien
ser ficticio, fruto de una ilusión; en este caso^ n o podrá
También san Agustín en sus Confesiones, en los ca-
haber verdadera amistad maestro-discípulo, p o r la sen-
pítulos dedicados a la comunidad de amigos reunidos
cilla razón de que no hay maestro. En los verdaderos
en torno de él en Casiaco, nos brinda un hermoso ejem-
maestros, el prestigio se funda en una superioridad real,
plo de amistad entre maestro y discípulos. Y podría-
aunque no sea reconocida por todo el m u n d o . Nos pa-
mos prolongar la lista de tales amistades ejemplares
rece superfluo extendernos aquí sobre el p r e s t i g i o que
casi al infinito.
gozan ciertos cantores y primeras figuras q u e están en
108 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD ENTRE MAESTRO Y DISCÍPULO 109

boga, a los ojos de sus admiradores. En este caso se trata y recibida. Esto es aun más particularmente cierto en
de un prestigio creado para las necesidades de la pu- la amistad entre maestro y discípulo. Precisamente por
blicidad, y los admiradores de tales figuras no son de temor a sufrir la influencia de alguien más fuerte, mu-
ningún modo sus discípulos, como tampoco ellas son chos se niegan a darse un verdadero maestro y a con-
maestros. De una manera general, no existe casi amis- vertirse en amigos de él. Así sucede, sobre todo con
tad entre unos y otras; a lo sumo, vaga camaradería. seres débiles y vacilantes. Conscientemente o no, sien-
Lo más a menudo, lo que da lugar a la relación ten que si se ejerciera sobre ellos el prestigio de otro
existencial maestro-discípulo es el prestigio intelectual y aceptaran su influencia, no quedaría gran cosa de
y espiritual. Sin embargo, éste no es de orden pura- ellos mismos. Pese al aire ufano que a veces adoptan,
mente racional; no basta ser u n eminente hombre de quienes afirman que no tienen necesidad de, maestro
ciencia o un austero asceta para ser elegido como maes- y que se bastan a sí mismos, no son, por lo «-tanto, de
tro. En este género de elección intervienen general- ninguna manera fuertes ni se sienten tales. Por otra
mente factores de orden afectivo, y justamente por esto parte, se engañan creyendo que, por el hecho de- sus-
la relación maestro-discípulo puede dar paso a la amis- traerse a la influencia de u n maestro, no sufren nin-
tad. Se sabe por experiencia que una idea tiene una guna. La peor forma de influencia es la que se recibe
acogida muy distinta según que sea p r o p a g a d a por inconscientemente, y que proviene de personas que ño
alguien "simpático" o "antipático". Cuando los pesca- se querrían a ningún precio por maestros. El hombre
dores del lado Tiberíades abandonaron sin pensar sus verdaderamente fuerte y cuyo yo está bien estructu-
barcas y sus redes para seguir a Jesús en su vida erran- rado, sabe que ningún ser humano se basta, que cada
te, no fue única ni principalmente porque habían reco- uno de nosotros, para llegar a ser él mismo, necesita de
nocido la superior verdad de sus enseñanzas, sino más los demás. Encontrar un maestro que quiera conver-
bien en razón del misterioso ascendiente que Él ejercía tirse en nuestro amigo,-es una gran suerte en la vida.
sobre ellos. Sólo mucho más tarde, y en gran parte Gracias a él podremos actualizar al máximo nuestras
bajo la influencia de la amistad que se estableció entre principales virtualidades. El hombre que tiene confian-
ellos con Jesús, llegaron también a comprender aquellas za en sí mismo, lejos de rehusarse a ser discípulo, elige
enseñanzas. Casi lo mismo aconteció con Sócrates y sus libremente el maestro que cree más adecuado para
discípulos. De aquí se sigue que para comprender, por ayudarlo a convertirse en él mismo. Si h a y u n arte de
ejemplo, lo que es el cristianismo —o el socratismo—- ser maestro, lo hay también, apenas menos difícil,
es más importante conocer la persona de Jesús —o la de ser discípulo. Por otra parte, los que han llegado a
de Sócrates— que su doctrina. Ésta sólo adquiere todo ser los más eficaces maestros han comenzado, general-
su sentido para aquellos que en virtud de un impulso mente, por ser excelentes discípulos. Hasta Cristo co-
afectivo se han llegado a convertir en discípulos-ami- menzó por hacerse bautizar — y por lo tanto iniciar—•
gos del maestro. por el Precursor.
Para captar bien la naturaleza de la amistad maestro-
* * discípulo,, importa distinguir con claridad entre dos es-
pecies de influencias. Existen, efectivamente, influen-
Cada amistad es una fuente de influencia ejercida cias que avasallan a quienes las reciben. Éstas emanan
110 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD ENTRE MAESTRO Y DISCÍPULO 111

de u n prestigio de género m u y distinto del que debe maravillosas conversiones que diariamente se produ-
poseer el verdadero maestro. Es el prestigio que gozan cían en su iglesia.
entre las multitudes los agitadores y los dictadores, los Con todo, cuando se trata de la amistad entre maes-
Hitler y los Stalin. Cuando uno recuerda aquella ver- tro y discípulo, es normal que ambos sean conscientes
dadera histeria colectiva que se había apoderado de uno de la corriente de influencia que va del uno al otro.
de los pueblos más civilizados del mundo bajo la in- No es que el amigo-maéstro quiera necesariamente
fluencia de u n Adolph Hitler, comprende *ía reticencia influir en el amigo-discípulo para modelarlo conforme
que experimentan muchos, que están lejos de ser débi- a su propia imagen. El maestro digno de este nombre
les, respecto de hombres prestigiosos cuya influencia está más bien convencido de tener a su cargo un men-
podría llevarlos a donde no desean llegar saje trascendental, y es este mensaje lo que querría
Igualmente nefasta puede mostrarse la influencia que comunicar, en primer lugar, a los que ama. El discí-
emana del prestigio más o menos artificialmente creado pulo, por su parte, se muestra dócil y disponible res-
de ciertos cabecillas intelectuales. Basta recordar la que pecto del maestro, porque siente más o menos confu-
ejerció otrora un J.-P. Sartre sobre una parte impor- samente que el prestigio de éste provienen de una reali-
tante de la juventud francesa. Claro que no hacemos dad superior, que sobrepasa a uno y otro.
de ninguna manera directamente responsable a la filo-
sofía sartriana de los crímenes y abusos ','existencialis- *
t

tas" de la década del cincuenta. Pero el prestigio del * *


sartrismo se fundaba, menos sobre esta filosofía que
sobre la orquestación de la publicidad utilitaria que se Podría preguntarse el lector si la amistad entre maes-
hizo alrededor de su autor. tro y discípulo, tal como acabamos de describirla, es
No hay que olvidar, sin embargo, que al lado de la una verdadera amistad. ¿No hemos insistido a menudo,
influencia que somete está la que libera y eleva. Ésta acaso, en que la reciprocidad es su condición esencial?
es precisamente la que ejerce sobre sus discípulos todo Ahora bien, en apariencia el maeestro no hace más
maestro digno de este nombre. En ciertos casos se ejerce que dar y el discípulo recibe. Pero aun si fuese efectiva
con tanta discreción qué el mismo discípulo apenas lo y necesariamente así, la reciprocidad afectiva no se
advierte, y retrospectivamente cree de buena fe que su vería, con todo, imposibilitada. Ya en el plano de los
evolución espiritual se ha llevado a cabo independiente- bienes materiales, uno de los amigos puede ser rico y
mente de toda influencia exterior. Por otro lado, a el otro pobre; el primero hace partícipe al segundo de
veces sucede que el mismo hombre que ejerce la mayor sus riquezas, mientras que éste no tiene nada para dar
influencia sobre otros lo ignora, y es el primero en asom- —materialmente se entiende— en cambio de lo que
brarse por el papel decisivo que ha desempeñado en el recibe. ¿Por qué no habría de ocurrir algo semejante
destino de los demás. Tal fue, por ejemplo, el caso del con la participación en los bienes espirituales? La amis-
famoso Cura de Ars. Creía sinceramente que las mu- tad, en efecto, elimina todo sentimiento de inferioridad
chedumbres que acudían a Ars lo hacian para venerar en el que recibe; no hay en ella lugar para el cálculo.
las reliquias de santa Filomena, y que era esta santa Por lo que se refiere al que da, ¿no es cierto que se
desconocida de todos la que obraba los milagros y las encuentra más alegría en dar que en recibir? Pero en
112 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD LA AMISTAD ENTRE MAESTRO Y DISCÍPULO 113

la amistad maestro-discípulo hay más aun. Todos los tro. Esto se debe a que por lo general son intelectual-
que se creen, con cierta razón y sin demasiada presun- mente menos orgullosas y por lo tanto reconocen con
ción, investidos de la misión de maestro respecto de mayor facilidad su necesidad de ser guiadas. Se sienten
otros hombres, consideran como una insigne gracia felices admirando y amando al que las ha iniciado inte-
tener discípulos, y más todavía contar entre éstos con lectual o espiritualmente. La amistad entre un maestro
amigos. El maestro es por regla general de más edad de edad y su joven discípula ha demostrado ser, según
y más experimentado en la vida que sus discípulos. nuestra experiencia, la forma más exquisita de amistad
Estar rodeado por seres jóvenes que lo aman y acogen entre hombres y mujeres. La única dificultad reside en
con entusiasmo y reconocimiento el mensaje que les que la mujer, en su ardiente deseo de admirar y ser
comunica, no puede sino procurarle una gran alegría. guiada, tome por maestro a quien no posea las cua-
En tal amistad encuentra como un baño de Juvencia, lidades esenciales, a quien no trasmita algún mensaje
se siente revivir, hasta inmortal. Porque lo que con- trascendente a su propio pequeño yo. Los hombres,
sidera más importante en sí mismo, su mensaje, conti- como ponen menos sentimiento, si no sensibilidad, en
nuará viviendo y le sobrevivirá, gracias precisamente su admiración por el maestro elegido, por lo común no
a la amistad de sus discípulos. Si veinticinco siglos corren tanto riesgo de engañarse y son por ello más
después de la muerte de Sócrates, la humanidad puede fieles a su maestro-amigo. Pero en desquite, muchos
seguir beneficiándose con su enseñanza y en particular de ellos se conforman con apropiarse del mensaje o la
con la grandiosa lección de su muerte, ¿no es precisa- enseñanza del maestro, sin establecer con él ninguna
mente gracias a Platón y algunos otros discípulos ami- relación afectiva de amistad.
gos? ¿Qué habría sido de la Buena Nueva de Jesús
sin esos discípulos amigos que fueron los apóstoles y
los evangelistas? ¿No es gracias a sus amigos Vinoba
y Nehru que Mahatma Gandhi continúa su obra cerca
del pueblo hindú? Puede haber, ciertamente, vanidad
en la satisfacción que siente el filósofo, el hombre de
ciencia o el artista a quien un joven admirador dice
"mi querido maestro". En los verdaderos maestros, es
decir, en aquellos que conceden mayor importancia
al mensaje del que son portadores que a sí mismos, se
trata más bien de la alegría de ser así reconocidos y
como confirmados en su misión.

*
* *

Las jóvenes cultas, más a menudo que sus colegas


hombres, parecen dispuestas a la amistad con un maes-
XII

COMUNIDADES DE AMIGOS

H ABLAR de una comunidad de amantes o de enamo-


rados sería monstruoso. Verdad es que en las so-
ciedades "primitivas" se observa a veces la promiscui-
dad sexual o, con mucho mayor frecuencia, la poligamia.
Pero se trata de un nivel bastante bajo del desarrollo
humano, y en ese nivel no es posible todavía hablar
de amor. Más que en cualquier otro aspecto, la evolu-
ción se da en este dominio rectilíneo y unilíneo, en el
sentido de la relación de inmediatez entre un hombre
y una mujer. Los anarquistas y ciertos comunistas que
en otro tiempo preconizaban para el porvenir de la
humanidad el amor libre en forma de promiscuidad
sexual, desconocían profundamente la línea general de
la evolución humana. Aun suponiendo que, conforme
a sus esperanzas, los amantes no estimaran más útil
ratificar su unión mediante un procedimiento legal,
esta unión sería de todos modos rigurosamente monó-
gama. No ignoramos, por cierto, que en ciertos medios
ultrarrefinados se organizan "partidas" de promiscui-
dad sexual. Pero tales "partidas" no tienen nada de
común con el amor y proceden, con toda evidencia,
de la perversión sexual. Una persona más o menos
116 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD COMUNIDADES DE AMIGOS 117
psíquicamente normal no podría amar, en efecto, a y deseable, cuanto que es relativamente raro que uno
varias personas simultáneamente. se encuentre con uno de sus amigos en perfecta comu-
Otra cosa es lo que ocurre con la amistad. Sé bien nión en todos los planos de la existencia. De éste, por
que muchos opinan lo contrario, pues sostienen que ejemplo, me he hecho amigo, porque juntos luchamos
nadie puede tener más que un solo "verdadero" amigo. por u n mismo ideal religioso. La naturaleza humana
Es porque conciben la amistad demasiado estrechamen- es, sin embargo, una realidad muy compleja, general-
te ajustada al modelo del amor. Verdad que los adoles- mente tanto más compleja cuanto más evolucionada
centes, y sobre todo las adolescentes, no tienen más que es la persona en lo espiritual y afectivo. Yo no me apa-
un "amigo del corazón" a quien hacen sus confidencias. siono solamente por cierta concepción política o reli-
En esa etapa de inmadurez afectiva, como hemos vis- giosa del mundo; también siento vivo interés por los
to en capítulos anteriores, la amistad es esencialmente estudios psicológicos e históricos, por ejemplo, que no
sentimental, y posee numerosos rasgos comunes con atraen en lo más mínimo a mi amigo X. Para él, en
la intimidad amorosa, si bien excluye, con la mayor cambio, cuenta enormemente la música, para la cual
frecuencia, el erotismo propiamente dicho. Estas amis- por mi parte estoy m u y poco dotado. ¿Qué cosa más
tades son celosas como el amor, y así se conocen verda- normal y más deseable que yo tenga otro amigo, con
deros dramas de celos en las amistades de adolescentes el que pueda intercambiar ideas en el terreno de la
mujeres que llegan a veces hasta el suicidio; lo más investigación histórica y psicológica? Y es igualmente
a menudo, sin embargo, se contentan con hablar mal normal y deseable que mi amigo X tenga otro, músico
de la "rival", y aun con perseguirla. Este género de como él. Nuestra amistad no tiene que versé amenazada
amistad celosa y exclusiva se encuentra también a ve- en lo más mínimo por las otras, en las que no habrá nin-
ces entre los adultos; pero entre adultos cuya madurez gún motivo valedero de celos. M u y por el contrario,
afectiva es m u y escasa, a menos que se trate de homo- cada uno de nosotros puede lograr, por intermedio de
sexualidad más o menos consciente o de cualquier otro sus diversas amistades, el pleno desarrollo de sus facul-
fenómeno psicopatológico. tades espirituales y afectivas. La que nos une a X y
a mí saldría con ello beneficiada, mientras que si per-
Como lo hemos subrayado en varias ocasiones, la maneciéramos encerrados en un amistad narcisista de
amistad es por naturaleza más espiritual que carnal, dos, habría muchas probabilidades de que, tarde o tem-
sin desdeñar por eso lo que puede haber de sensible prano, experimentáramos insatisfacción y decepción,
en las relaciones entre los seres humanos, entre quienes por no poder comunicarnos con el amigo en todos los
hasta lo más puro espiritualmente arraiga necesaria- aspectos que cuentan para uno o el otro.
mente en lo carnal. Hemos visto también que, contra-
riamente al amor, la amistad no establece una comu-
*
nicación inmediata, de sujeto a sujeto, sino que los
* *
amigos se comunican por intermedio de algo trascen-
dente, u n ideal o una "causa" común. Ahora bien,
nada se opone a que al servicio de ese ideal, de ese Cuanto más rica, compleja y afectivamente madura,
trascendente, encontremos muchas personas capaces de "abierta", en el sentido bergsoniano de la palabra, es
convertirse en nuestros amigos. Y es tanto más posible, una persona, mayor número de amistades es capaz de
118 *. PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD COMUNIDADES DE AMIGOS 119
vivir simultáneamente. Conozco algunas que son o En mi juventud viví intensamente la amistad comu-
fueron verdaderos catalizadores, verdaderos centros de nitaria, cuyo punto de enlace y maestro era u n famoso
irradiación de la amistad. Tal fue, por ejemplo, el caso poeta revolucionario. Éramos bien distintos unos de
de un Emmanuel Mounier, del filósofo Jacques Mari- otros por los orígenes sociales, la cultura y el tempe-
tain, del padre dominicano Maydieu, y en tiempos an- ramento, y procedíamos de países m u y extraños entre
teriores, de un Mersenne, de una señora Swetchine, y sí. Pero todos comulgábamos en nuestra común admi-
hasta de una Clara Schumann. Los que no creen en ración por el amigo-maestro y en este ideal de una fu-
la posibilidad de la pluralidad de comuniones amistosas, tura sociedad humana y fraternal que tenía en él uno
decían a veces que los "irritaba" oir a esos hombres de sus más puros y entusiastas protagonistas. Y era
hablar de muchas personas llamándolas amigos. Les amistad lo que nos .unía, no una simple camaradería.\
parecía que desvalorizaban la hermosa palabra amistad. Camaradas, y excelentes, todos los teníamos fuera de
Se equivocaban: Mounier, Maritain, Maydieu, tenían, este círculo de amigos. El cimiento de este último era,
efectivamente, muchos amigos, no en el vago sentido como el de toda amistad, de naturaleza afectiva, mien-
que hemos visto usar para designar a simples cono- tras que a los buenos camaradas los apreciábamos de
cidos, sino en el sentido propio y recto de la palabra. una manera objetiva.
Y con cada uno de esos muchos amigos comulgaban
Muchos años más tarde, fui yo al que una veintena de
existencialmente.
jóvenes cristianos eligieron como eje de su comunidad
Nada impide, por otra parte, que mi amigo X y mi amistosa. Yo los quería, efectivamente, a todos como
amigo Y se hagan igualmente amigos. Puede haber amigos y todos ellos me devolvían esta afección amis-
entre ellos un plano de comunicación al que yo, por tosa; la amistad con muchos de ellos todavía dura,
mi parte, no tengo acceso. De este modo pueden cons- triunfante sobre veinte años de vida y movimiento.
tituirse verdaderas comunidades de amigos. Sin embargo, más significativa aún que la de cada uno
de esos jóvenes conmigo era la que los unía entre sí
y que también ha resistido en general al tiempo. No
* *
obstante, altas barreras sociales los separaban a veces
en el comienzo. Hijos e hijas de ricas familias burgue-
Las comunidades de amigos se forman generalmente sas se codeaban con jóvenes de orígenes muy modestos.
en torno de un maestro, de uno de esos catalizadores Aparte el pequeño núcleo inicial, la mayoría de los,
de la amistad de que nos hemos ocupado más arriba. miembros de la comunidad sólo conocían, antes de
Así aconteció, por ejemplo, con el grupo de discípulos adherirse a ella, a uno o dos de sus demás componen-
reunidos en torno a Jesús, antes de constituir, a la tes; más raro todavía era que fuesen amigos de antes.
muerte del Maestro, la Iglesia. Un vínculo semejante Gracias al estilo y a las actividades de investigación
parece haber unido también a los discípulos de Sócrates, intelectual y espiritual de la comunidad, m u y pronto
así como a los de san Agustín en Casiaco. Inclusive se estableció entre todos una auténtica y personalísima
muchas grandes órdenes religiosas han tenido como amistad.
punto de partida una comunidad de amigos reunidos
No es que no importe quién se adhiera a una comu-
alrededor de un maestro querido y admirado.
nidad de amigos, con la certidumbre de llegar a serlo
120 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD COMUNIDADES DE AMIGOS 121
pronto de todos. Deben preexistir ciertas afinidades pro- esposos que se constituyeron en aquel grupo, siguen
fundas, a menudo inconscientes, menos quizás entre ostentando la marca comunitaria. Su amor no las ha
todos los sujetos que entre cada uno de ellos y la hecho encerrarse en sí mismas: las familias que han
comunidad, pues es ésta la que obra como interme- formado no son narcisistas sino que se muestran aco-
diaria de la amistad. La comunidad de que estamos gedoras y abiertas al mundo.
hablando, pasó muchas veces por esta experiencia. Jó-
venes que habían oído hablar de ella solicitaban, de *
alguno de nosotros, ser recibidos en su seno. Pero algu- * *
nos no tardaron en alejarse, porque no había brotado
la chispa de la amistad. En muchas cartas, Teilhard de Chardin habla con
En efecto, la amistad, en una comunidad de amigos, gran fervor de la comunidad amistosa que se había
no pierde de ningún modo su carácter de relación afec- constituido entre los hombres de ciencia con los cuales
tiva de T ú a Yo. Cada uno de los veinte o treinta miem- trabajaba. Pertenecían éstos a naciones, razas y reli-
bros de la comunidad tenían en ella y gracias a ella, giones muy distintas; pero todos estaban animados por
veinte o treinta amistades diferentes entre sí, pero el amor al conocimiento y a la verdad y creían con
todas rigurosamente personales. Merced al "clima" alta fervor en el progreso. Y este amor y esta fe les permi-
y dinámicamente espiritual e intelectual que allí rei- tían trascender todas sus divergencias.
naba, resultaban particularmente propicias las condi- La acción común —y es preciso que sea una acción
ciones para que floreciese la amistad entre todos. El positiva y en lo posible, creadora— es, en efecto, la
encuentro se producía inmediatamente, en el plano de primera condición para que un grupo se convierta en
lo esencial, mientras que en los contactos inmediatos una comunidad de amigos. Puede tratarse de la inves-
entre los seres se precisa por lo general mucho tiempo tigación científica o espiritual, de la acción social,
para pasar de las futilezas sociales a la comunicación política o apostólica; pero en ningún caso basta encon-
auténtica. trarse en el simple plano de los ocios. En esto funda-
Como ya lo dijimos en otro capítulo, la amistad entre mentalmente se distingue una comunidad de amigos de
jóvenes de ambos sexos sólo nos parece viable en el una banda de "amigotes". La primera tiene por base
marco de estas comunidades de amigos. La pluralidad lo esencial, por lo menos lo que es subjetivamente
de las relaciones amistosas que allí se establecen, así esencial para todos sus miembros. La segunda, por el
como el nivel relativamente elevado de la comunica- contrario, se funda en lo inesencial; forma por ello
ción, constituyen la garantía casi segura de que la no un edificio sólido y durable, sino un simple con-
amistad no servirá de pantalla inconsciente a Eros. Con glomerado de existencias yuxtapuestas.
seguridad, no se excluye de ningún modo que en tales Teóricamente, no debería haber ningún límite cuan-
comunidades el amor venga a agregarse a la amistad titativo para el amor amistoso. No es en absoluto por
entre algunos de sus miembros. Así ocurrió en la comu- piadosa metáfora que se dice de Cristo que es el amigo
nidad de que hemos hablado a título de ejemplo. Pero universal de todos los hombres sin excepción. De nin-
tal amor se funda sobre la sólida base de la amistad. guna manera se excluye a priori que un día, u n día
Veinte años más tarde, la mayoría de las parejas de que quisiéramos lo más cercano posible, la humanidad
122 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD COMUNIDADES DE AMIGOS 123

llegue a ser lo que soñaba en su visión optimista Teil- muerte le había quitado. Era irreemplazable en el
hard de Chardin, y que entonces cada uno pueda ser corazón de Agustín; pero ello no le impidió en absoluto
verdaderamente amigo de todos los demás humanos. .considerar a sus demás discípulos igualmente como
Por ahora y sin duda por mucho tiempo todavía, la auténticos amigos. En efecto, el bien que comunica la
conciencia y el corazón de la inmensa mayoría de los amistad es de naturaleza espiritual. Se puede por lo
hombres son demasiado estrechos para ser capaces de tanto dar "más" a uno, sin que por eso la parte de los
amistad verdaderamente universal. Las únicas comu- otros quede disminuida.
nidades de amigos hoy día viables deben tener las
dimensiones de nuestra capacidad de conocimiento y de
amor; sólo algunos seres excepcionales pueden alcanzar
la casi universalidad. En la práctica, y según mi expe-
riencia, aun para seres espiritualmente evolucionados,
la comunidad amistosa no parece que pueda abarcar
más de veinte o treinta personas.
Pues aun en el seno de una comunidad, la amistad
sigue siendo un lazo afectivo interpersonal. Hablar, por
ejemplo, de "naciones amigas", como se hace en los
discursos oficiales, no quiere decir gran cosa, por lo
menos en el estadio actual del desarrollo humano. Ad-
miramos, ciertamente, a los estoicos, los primeros sin
duda que preconizaron el establecimiento de vínculos
de amistad no sólo entre individuos sino también entre
pueblos y Estados. Pero por el momento nos parece
más realista imitar, en la medida de lo posible, a un
Leibniz, que aspiraba a constituirse en todo el mundo
una comunidad de amigos íntimos, ambición no muy
distinta de la de Teilhard de Chardin.
Insistimos una vez más en que la pluralidad o comu-
nidad de amigos no encierra ningún debilitamiento,
para nuestro espíritu, del sentido de la palabra "amis-
tad". Por otra parte, tampoco excluye cierta jerarquía
afectiva. Uno puede muy bien ser "más amigo" con
Fulano que con los demás, sin que éstos puedan sen-
tirse frustrados. Cristo mismo tenía su amigo preferido
en la persona de Juan, y con Sócrats aconteció otro
tanto. En sus Confesiones san Agustín habla con pro-
funda emoción de la desaparición del amigo que la
xm
PROMOCIÓN DE LA EXISTENCIA
POR LA AMISTAD

D ESDE LA MÁS REMOTAS antigüedad, innumerables


moralistas, filósofos y pensadores han afirmado
que un solo amigo verdadero vale infinitamente más que
la posesión de todas las riquezas y honores del uni-
verso. Parece, efectivamente, que mientras u n hombre
no haya vivido la experiencia de una firme y profunda
amistad, no puede tener sino una visión pesimista de la
naturaleza humana. Lo más a menudo, el aconteci-
miento decisivo en la vida de u n hombre no lo cons-
tituye el azar que lo ha puesto en posesión de una
gran fortuna, ni los éxitos obtenidos en el terreno de la
competencia deportiva, política o intelectual, sino más
bien la adquisición de u n verdadero amigo. Por agra-
dables que sean el poder y la riqueza, contribuyen es-
casamente a la realización de nuestra vocación humana;
pueden inclusive convertirse en un obstáculo para nues-
tra realización; en todo caso, nada agregan a nuestro
yo solitario. El espíritu de posesión origina casi infali-
blemente avaricia en el sujeto y celos en los demás.
Ahora bien, es indudable que sólo gracias a la genero-
sidad y al olvido de sí puede haber pleno desarrollo
del ser humano. El amigo es por excelencia aquel que
126 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD PROMOCIÓN DE LA EXISTENCIA POR LA AMISTAD 1 2 7

se abre a nuestra generosidad y que nos hace participar en el juego y otras distracciones, sucede que nos damos
de la suya; por su intermedio, por lo tanto, es como cuenta de que entre nosotros y Fulano existen profun-
podemos ejercitarnos en la práctica de la generosidad y das afinidades, que vibramos con el mismo ritmo y so-
olvido propio. La comunicación con el amigo, es decir, mos capaces de experimentar emociones, aspiraciones,
con la vida íntima de otro, trasciende en efecto, nece- pensamientos e intuiciones más o menos idénticas. Esta
sariamente, el dominio del tener, de esos intercambios realidad objetiva, que sirve de medianera a la amistad,
de orden objetivo que son esenciales para la camara- puede ser la naturaleza, el arte en todas sus formas, la
dería y hasta para el amor erótico. Lo que exige y historia de nuestro país o de la humanidad, las luchas
promueve la amistad es el intercambio directo de ser por la liberación de pueblos o clases, la filosofía y la
a ser, es decir, la verdadera comunión. ciencia, las lecturas y las meditaciones. Todas éstas no
constituyen, seguramente, otras tantas causas de la
* amistad, pero con todo son infinitamente más que sim-
* * ples "lugares" de encuentro; por intermedio de ellas
la amistad se da un cuerpo y puede promover la exis-
La amistad es por naturaleza una comunión espiri- tencia de los amigos.
tual, y tiende a impulsar nuestro ser y nuestra riqueza
espiritual. Sin embargo, no debemos perder nunca de *
vista que los humanos no son ni serán jamás puro espí- * *
ritu. Por alto grado de espiritualización que hayamos
alcanzado, no dejaremos de ser seres carnales, por lo No basta a los amigos comprobar que conocen y tie-
que nuestras amistades deben fundarse igualmente nen afición a las mismas cosas; ésta no es más que la
tanto sobre nuestra condición espiritual como sobre primera fase. Para que la amistad crezca y se haga cada
nuestra condición carnal, si no la amistad dejaría de vez más profunda, es necesario impulsar la experiencia
ser una realidad concreta y sólo raros seres de élite adquirida. Progresivamente, a medida que se profun-
tendrían acceso a ella. Ahora bien, el hombre común diza e intensifica su coexistencia, los amigos adquieren
tiene necesidad de la amistad, en la misma medida al la firme certeza de que no son dos soledades que se han
menos que los santos y los héroes, para poder alcanzar encontrado por azar, sino que en ellos circula una mis-
formas superiores de existencia. ma savia espiritual, que todo lo que eventualmente pue-
La amistad entre seres que no son puro espíritu, sino da separarlos, no puede ser más que accidente relativa-
que se hallan en vías de progresiva espiritualización es, mente fastidioso. Una misma luz los ilumina; marchan
ciertamente, un diálogo de ser a ser, pero necesita hacia un mismo fin, y tanto peor si no lo hacen siempre
contar con la mediación del universo sensible. Esta por los mismos caminos.
mediación se realiza por el conocimiento y el amor Al amigo estamos dispuestos a comunicarle, no sola-
comunes hacia alguna cosa que nos sobrepasa y en la mente cuanto poseemos, sino también y sobre todo,
cual nos encontramos. En esto, como en lo demás, lo cuanto somos. Sin embargo, es propio de la comunión
objetivo y lo subjetivo, lejos de excluirse, se complemen- amistosa no sólo dar sino también recibir. El que esté
tan. En ocasión del trabajo o de la lucha común, y hasta dispuesto a darlo todo a sus amigos, pero no quiera
128 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD PROMOCIÓN DE LA EXISTENCIA POR LA AMISTAD l ü y

recibir nada de ellos, obtendrá m u y pocos beneficios de sobrepasa por mucho la suma de capacidades de todos
la amistad. En efecto, estamos hechos de manera que los amigos.
las potencias y riquezas que se encuentran en nos- *
otros en estado de virtualidad, difícilmente pasan a ser * *
acto si las fuerzas de la inercia que hay en nosotros
no se ponen en movimiento por un llamado o solici- Las amistades más "verdaderas" y fecundas tienen
tación exterior. Para que nuestra inteligencia, nuestro en vista, siempre y necesariamente, otra cosa que la
corazón, nuestras facultades de acción se pongan en amistad misma. El narcisismo no es privilegio única-
marcha, es preciso que otro hombre, semejante a nos- mente del yo: puede también haber u n narcisismo de
otros y sin embargo diferente, nos haga llegar el lla- dos o de varios, un Nosotros narcisista. Cuando la amis-
mado, nos comunique el mensaje. Por otra parte, puede tad se encierra en el culto narcisista de sí misma, sin
ser que ese Otro que nos trasmite el mensaje, lo haya proponerse otro fin que su propia promoción, la con-
recibido de nosotros mismos. La amistad se hace fe- templación de su propia belleza, grande será el riesgo
cunda cuando acogemos generosamente el mensaje o el de fracaso. Esa "otra cosa" a cuyo servicio se consagra
llamamiento que nos llega del amigo, y cuando éste, por la amistad, puede ser la práctica del arte o la filosofía,
su parte, recibe el que nosotros le proponemos. Ade- la lucha por un mundo mejor, el servicio de nuestros
más, el llamado de que se trata apenas se deja distin- hermanos humanos, el de Dios. Cuanto más trascen-
guir del amigo mismo: al acoger a éste en su realidad dente sea el punto de encuentro de los amigos, más
profunda, acogemos el mensaje de que es portador pri- hermosa y firme será su relación. Sin embargo, en nin-
vilegiado con respecto a nosotros. gún momento podemos pretender que nuestra amistad
En la amistad y por la amistad hacemos la expe- con Fulano es tan profunda y sólida que ya no existe
riencia de nosotros mismos; merced a ella podemos ad- ninguna necesidad de sobrepasarla en un trascendente.
quirir conciencia de nuestra propia trascendencia en Para que perdure, hay que rehacerla, renovarla, pro-
relación con las pequeneces y miserias que constituían fundizarla, sin cesar, exactamente como la vida.
nuestro destino mientras no éramos más que un yo soli- Los amigos comparten la existencia; cada uno vive,
tario. Gracias a ella descubrimos en nuestra existencia no sólo la propia sino también la de sus amigos. Pero
una nueva dimensión; de ahí en adelante vemos con no se trata de la apropiación de la vida del otro, del
otros ojos, no sólo nuestra propia vida, sino también el modo como el amo se apropia de la existencia del es-
universo entero. ¡Qué maravilla volver a ver en com- clavo o el conductor de masas subyuga a aquellos que
pañía de un amigo paisajes y cuadros que ayer había- experimentan su ascendiente: hacemos nuestra la exis-
mos admirado solos, oír junto con otro la sinfonía que tencia de nuestro amigo dentro del más absoluto respeto
ya nos había deleitado! Ahora miramos y oímos no sólo por su alteridad. Esto supone, en primer lugar, que de-
con nuestros propios ojos y oídos, sino además con los jamos al amigo participar exactamente de la misma
de nuestro amigo. Y no se trata de una simple acumu- manera en nuestra existencia. Gracias a su peculiar
lación cuantitativa de las capacidades individuales de dinamismo, la amistad nos hace pasar del estado de la
cada uno: el Nosotros amistoso posee su propia vista, su existencia particular al estado de la existencia compar-
propio oído, una capacidad de conocer y apreciar que tida, lo que significa una verdadera metamorfosis de
130 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD PROMOCIÓN DE LA EXISTENCIA POR LA AMISTAD 1 3 1

nuestra vida. En los jóvenes, esta metamorfosis se reali- indigencia. Efectivamente, como la generosidad es su
za, por lo general, en forma espontánea y fácil; basta a condición y su esencia, es preciso que sepamos qué po-
veces cruzarse las miradas, el intercambio de algunas demos ofrecer a nuestro amigo. No tardamos entonces
frases, u n apretón de manos, un pequeño servicio hecho en darnos cuenta de que lo que poseemos y somos está
o recibido, para que dos personas adquieran conciencia m u y por debajo de lo querríamos darle. Es necesario
de que entre ellas ha nacido una misteriosa comunión entonces que continuemos adquiriendo, y merced en
y se abran a una mutua osmosis. En cambio, cuando se gran parte a nuestro amigo, podremos acrecentar nues-
trata de adultos que han experimentado fracasos y de- tras riquezas, tanto en la esfera del tener como en la
cepciones en sus relaciones afectivas con sus congéneres, esfera del ser.
por lo general sólo logran vencer su desconfianza y va- La amistad no se conforma con promover los tesoros
cilaciones y llegar a esa metamorfosis de su existencia y bellezas "interiores" de los amigos; en igual medida,
por la amistad, en forma paulatina. por lo menos, impulsa su capacidad de acción. Existir
quiere decir obrar y crear, pues sólo actuando se reali-
* za el hombre, cualquiera sea el género de su acción.
* * Cuanto más actúa, más facilita la actualización de las
virtualidades de su ser. El mismo pensamiento se nutre
La amistad no exige para nacer, como tampoco para y toma forma en la acción; de otro modo estaríamos
crecer y cumplir su papel de propulsora de la exis- frente a un pensamiento puramente abstracto, sin asi-
tencia, la perfecta igualdad en cuanto a cultura y edu- dero alguno en la realidad. Del mismo modo nuestra
cación, medio social y nivel intelectual de los amigos. capacidad de amar se experimenta y fortalece en la
Una igualdad aproximada en alguno de esos planos acción y por ella. La amistad puede acrecentar conside-
puede, todo lo más, facilitar los encuentros de donde rablemente la capacidad de acción y creación de los
brote la chispa de la amistad. En efecto, puede haber hombres. Los amigos pueden, actuando uno con otro
auténtica amistad entre amos y esclavos, entre maes- y uno por otro, alcanzar un nivel espiritualmente ele-
tros y discípulos, entre hombres y mujeres, entre ricos vado de existencia, que aisladamente nunca podrían
y pobres. Sin embargo, no podría cumplir aquella mi- haber pretendido alcanzar.
sión de promotora de las existencias sino tiende a crear La acción de que aquí se trata y que constituye como
cierta igualdad entre los amigos. En esta igualdad, que el esqueleto de la amistad, no es en absoluto la vana
hemos designado con el nombre de existencia compar- agitación ni el "acto gratuito", tan loados ayer por
tida, queda dialécticamente superado cuanto separa al Gide y sus émulos. Tampoco tiende a la aprobación
patrón del obrero, al amo del esclavo, al hombre de la egocentrista de una parcela del universo, como la con-
mujer. En la amistad, antes de experimentar al otro y cibe por ejemplo la filosofía sartriana. La verdadera
a sí mismo en cuanto rico o pobre, hombre o mujer, amistad no se satisface con "hacer algo juntos", sino
maestro o discípulo, uno se experimenta a sí mismo y que propende a la co-creación. Al trasformar juntos el
al otro como HOMBRES. mundo, propulsando la "noosfera", actuamos cretiva-
Gracias a la amistad logramos la toma de conciencia mente al mismo tiempo unos sobre otros, promoviendo
simultánea tanto de nuestra riqueza como de nuestra nuestro ser espiritual.
132 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD PROMOCIÓN DE LA EXISTENCIA POR LA AMISTAD 1 3 3
La acción creadora de los amigos se produce por su es agente. Los demás no pueden aportarles ningún enri-
común esperanza, por su compromiso común al servicio quecimiento, como tampoco ellos pueden brindar nada
del trascendente. Cuanto más fuerte y noble esta espe- existencialmente valioso a los demás; sólo pueden pro-
ranza, más profunda y coherente la acción, y más au- vocar en éstos una reacción de autodefensa.
téntica la amistad de los que a ella se entregan. Fundada sobre el amor, toda amistad verdadera no
Los amigos actúan unos con los otros, unos sobre sólo tolera y salvaguarda la autenticidad personal de los
otros y también unos por otros. La amistad lleva a su amigos, sino además la impulsa y exalta. Nada más
más alto grado la conciencia de la solidaridad inter- falso y peligroso para la amistad que el difundido pre-
humana. Los camaradas de lucha combaten juntos por juicio de que para favorecerla es preciso renunciar a
el triunfo de una causa; los camaradas de trabajo actúan los ragos distintivos de la propia personalidad, esfor-
unos con los otros; ni éstos ni aquéllos se proponen zándose por imitar servilmente al otro. La amistad no
explícitamente actuar unos por los otros. En la amistad, es de ningún modo una esfera anónima de repeticiones
la obra común no se deja separar del actuar en común, e imitaciones; para que florezca y dé fruto, importa que
ni los dos de aquellos que actúan juntos. cada uno de los amigos se convierta al máximo en él
mismo. Si el otro no encuentra en mí más que una
* pálida imagen o u n débil eco de él, ¿qué podrá esperar
* * de su amistad conmigo que ya no posea?
Ser capaz de amistad, de comunión espiritual con
H a y seres radicalmente incapaces de amistad, y no otro no es en absoluto indigno del hombre superior.
a causa de su indigencia, sino, podría decirse, de su Muy al contrario, es lícito ver en tal capacidad preci-
excesiva riqueza. A veces^ hombres espiritualnierrte samente el signo de la superioridad espiritual y de una
evolucionados y generosos no logran hacerse de amigos, fuerte personalidad. Los mediocres están demasiado
porque creen que nada tienen que esperar de los de- apegados al éxito y la eficacia inmediatos, son dema-
más, pues piensan que poseen todo cuanto les hace siado egocéntricos y por lo tanto m u y poco respetuosos
falta. Por ello están dispuestos a dar y no a recibir. de la personalidad del otro. Si no son bastante fuertes
O bien son seres demasiado autoritarios, que no toleran para subyugar a los demás, se someten servilmente a
ninguna originalidad en los seres a quienes aman o a ellos, y en ningún caso puede haber entonces amistad.
los que querrían tener por amigos. No es la comuni- La verdadera amistad sólo es posible a condición de
cación dialogal lo que querrían realizar con estos úl- que reconozcamos y aceptemos las diferencias que más
timos, sino más bien la fusión, es decir, la destrucción bien que separarnos, nos distinguen de los demás. Cier-
del yo de los demás, su absorción por su propio yo. 1 oda to que el orgullo y el amor propio ponen obstáculos a la
afirmación de s¿ de los otros les irrita y provoca su comunión amistosa; necesariamente tendremos que des-
agresividad, y si no consiguen subyugar a aquel a quien pojarnos de ellos. Pero hay que tener cuidado para no
querrían por amigo, lo rechazan, declaran que la amis- arrojar, juntamente con esas escorias, lo que constituye
tad es imposible y se repliegan en su orgulloso solip- precisamente la riqueza de nuestra personalidad, por-
sismo. Tales hombres no conocerán nunca los goces de que la amistad es, en efecto, más bella y fecunda cuan-
la amistad ni disfrutarán de la promoción de que ella do uno de los amigos es verdaderamente él mismo. Aho-
134 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD

ra bien, haciéndonos cada vez más disponibles para los


demás, nos volvemos cada vez más nosotros mismos.
En la amistad descubrimos lo que somos, pero más aún
quizás, lo que somos capaces de llegar a ser.
Verdad que es normal y necesario que el amigo ejer-
za influencia sobre el amigo. Pero esta influencia no
tiene por finalidad principal comunicar al otro nuestras
riquezas, sino más bien hacerle descubrir las suyas. De
aquí que la amistad exija gran discreción, mucho des-
interés, olvido de sí y renuncia al amor propio. De-
bemos escuchar a nuestros amigos, incluso y sobre todo XIV
cuando no dicen gran cosa, estar atentos a todas las
manifestaciones de su ser íntimo. En la práctica esto PLENITUD DE TODO LO HUMANO
demuestra ser, a menudo, mucho más difícil que darles
lo que ya poseemos y recibir lo que tienen de acabado.
Si nos abandonáramos a semejante facilidad, seríamos
ineptos para una amistad auténtica.
T RAS TODO CUANTO HEMOS dicho de bueno, a lo largo
de estas páginas, acerca de la amistad, de la fide-
lidad y de la espiritualidad que la caracterizan, inicia-
mos este último capítulo, no sin vacilaciones. Sin
embargo, teniendo en cuenta la finalidad eminentemen-
te "práctica" de este libro, resultaría peligroso hacerse
demasiadas ilusiones. Cierto que la amistad nos pro-
mete goces, descubre el sentido de nuestra existencia y
el de la existencia de los demás. Pero, por perfecta que
pueda ser, no puede estar libre, como tampoco lo están
las restantes formas de comunicación interhumana, del
riesgo de fisura y acabamiento.
No es en absoluto cierto que la amistad aun la más
hermosa no pueda concluir en fracaso y decepción. El
amigo con quien creemos haber logrado la más completa
unión es susceptible de dejarse solicitar por otros lla-
mados que resultan ser inconciliables con la forma
alcanzada por nuestra amistad, o de evolucionar en una
dirección en que nos será imposible seguirlo. Es de te-
mer, entonces, que se aleje paulatinamente de nosotros,
que nuestros vínculos amistosos se debiliten y final-
mente se rompan.
La muerte del amigo es sin duda el fin menos catas-
136 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD PLENITUD DE TODO LO HUMANO 137

trófico de una verdadera amistad. Basta recordar las mejor será no forzar nada, y guardar por lo monos u n
inmortales páginas en las que Montaigne elogia a su tierno recuerdo de la amistad muerta. En cuanto al
difunto amigo Etienne de la Boetie, para persuadirse amigo de ayer, hay que conformarse con tener en 61, de
de que, por lo menos en casos privilegiados, la amistad ahí en adelante, u n buen camarada.
puede sobrevivir a la muerte. En mi escritorio, mi mi-
rada se posa a menudo en el retrato de mi antiguo *
amigo Emmanuel Mounier, muerto hace ya catorce * *
años. Pues bien, lo siento tan próximo y presente como
en la época de nuestros interminables diálogos. Sin ha- No es raro que la amistad entre dos hombres tenga
blar de Cristo y sus amigos, la amistad entre maestro fin a causa de las mujeres. Antes de casarse con Juan,
y discípulo especialmente, como lo testimonia en par- Matilde había sido novia de su amigo Jorge. Este úl-
ticular el caso de Sócrates, puede triunfar de la prueba timo había roto su compromiso por motivos que ella
de la muerte. Y hasta se puede experimentar una au- misma reconocía que eran honestos y valederos. Ade-
téntica amistad hacia un maestro muerto largo tiempo más quería sinceramente a su marido. Pero esto no
atrás y cuyo discípulo se ha llegado a ser por mediación impedía que experimentara respecto a Jorge u n vivo
de su obra. Así, innumerables fueron los amigos que rencor y que no parara hasta conseguir que su marido
Jesús llegó a tener en regiones muy remotas de Pales- rompiera su relación con su amigo de siempre. Segu-
tina en la época del Imperio romano. ramente, este fin de sus relaciones amistosas, bajo la
U n a separación física prolongada demuestra ser una presión de factores exteriores a ellos, les resultó pe-
prueba mayor para la amistad. Verdad que en muchos noso; pero al menos ambos hombres pudieron conservar
casos la amistad sobrevive a tales separaciones; los ami- en lo recóndito de su corazón, sentimientos de estima
gos vuelven a encontrarse después de diez o veinte y afecto, pues no se habían engañado uno al otro.
años como si se hubiesen separado la víspera. Esto su- También puede ocurrir lo contrario, es decir, que la
cede con tanta mayor facilidad si el intercambio de una amistad entre dos mujeres concluya a causa de un
intensa correspondencia ha mantenido el diálogo entre hombre. Nicolasa y María eran amigas inseparables
los amigos. En este terreno es m u y lamentable que el desde la infancia. Su amistad continuaba aun después
precipitado ritmo de la vida moderna no favorezca el del casamiento de Nicolasa, al punto de inspirar celos
intercambio de esas íntimas y extensas cartas usuales a su marido, quien tenía la impresión de que su esposa
en otro tiempo. Hoy día, uno se conforma con dar no- comulgaba espiritualmente mucho más con su amiga
ticias suyas de vez en cuando, pero ya no tiene tiempo que con él. Como María no le desagradaba, empleó toda
de dialogar por carta. El peligro de que la separación su "ciencia acerca de las mujeres" para conquistarla.
física llegue a la paulatina separación de las almas es, Tras muchos esfuerzos lo logró, y entonces se ingenió
pues, mucho mayor que antaño. La evolución de cada para que su mujer lo sorprendiera en la compañía, al
uno se ve sometida a condiciones de vida y a relaciones menos sospechosa, de María. Esto, evidentemente, puso
diferentes, y de ello puede derivar tal alejamiento espi- fin a la amistad entre ambas mujeres. Nicolasa no
ritual entre los amigos, que al volver a encontrarse ya ignoraba, por cierto, que su marido había intentado
no les sea posible reanudar el diálogo. En este caso, lo seducir a María por celos. Lo odió u n poco por ello,
PLENITUD DE TODO LO HUMANO 139
138 PSICOANÁLISIS DE LA AMISTAD
tos, los "apóstatas" del partido habían traicionado a
pero no tardó en perdonarle su poco limpia treta; en
éste al mismo tiempo que a la amistad.
cambio, a su amiga de toda la vida no se lo perdono,
En el seno del cristianismo, el espíritu de tolerancia
aunque sabía que era más bien víctima que culpable.
ha hecho en los últimos tiempos muchos progresos. Co-
Este tipo de reacciones es bastante general entre las
nozco padres de una fidelidad sin tacha a su Iglesia,
mujeres, mientras que u n hombre reaccionaría de ma-
que sin embargo no dejan de ser íntimos amigos con
nera muy distinta en una situación análoga: aborrecería
antiguos cofrades que rompieron con ella. En esto puede
a su mujer y perdonaría con facilidad a su amigo.
verse un signo de madurez psicológica y afectiva.
* No es posible sentar como tesis que todas las amis-
* * tades que, por una razón o por otra, han fracasado o
concluido, fuesen falsas amistades. En esto como en
todas las cosas, no hay que perder nunca de vista que
El peor desengaño resulta, evidentemente, de la trai- todo lo humano es frágil, más o menos frágil según los
ción de la amistad por el amigo. No nos es difícil individuos y las situaciones. Hasta sería peligroso for-
imaginar cuánta debió ser la tristeza y el dolor de jarse de la amistad una idea inhumanamente elevada.
Jesús cuando dijo a Judas, que llegaba para entregarlo En efecto, muchos no se atreverían entonces a enta-
con su beso a sus enemigos: "¿Qué hacer aquí, amigo blar amistades y renunciarían así a una de las más
mío?" La tragedia de la vida de Cristo habría sido profundas fuentes de felicidad de la vida. Por otra
infinitamente menor, si el que lo entregó al Sanheürín parte, aun en las amistades más logradas, queda siempre
y a Pilato hubiese sido uno de sus enemigos fariseos. No un dejo de insatisfacción. Querríamos compartirlo todo
es éste el lugar para que intentemos analizar el proceso con nuestros amigos, no guardar nada para nosotros
psicológico que hizo de este amigo de Jesús un traidor. solos. Ahora bien, la experiencia demuestra que todo
Lo cierto es que Judas existen siempre, y bajo todos ser humano posee un núcleo central tan íntimo, que es
los cielos de la tierra. prácticamente incomunicable. De ahí que, incluso en
Hay hombres que se identifican de tal modo con la las más hermosas amistades, haya un sentimiento más
"Causa" a la que sirven, que experimentan algo así o menos confuso de que no somos queridos y compren-
como una traición personal cuando su amigo abandona didos en forma total, de que nosotros mismos no que-
dicha causa. Los comunistas, en particular, han sufrido remos y comprendemos a nuestros amigos "a fondo".
a sus expensas esta dolorosa experiencia. Nada nos
Pese a todo, no obstante sus imperfecciones y limi-
autoriza a poner en duda la autenticidad de las amis-
taciones, la amistad representa uno de los bienes más
tades que habían anudado con algunos camaradas de
preciosos de la condición humana. Lejos de dejarnos
partido. Pero cuando su conciencia les obligó a aban-
inhibir por sus imperfecciones y limitaciones, merece
donar éste —digamos, después de las grandes "purgas"
ciertamente la pena que nos comprometamos en ella
stalinianas o de la sangrienta represión de los levanta-
valerosamente.
mientos populares húngaro y polaco de 1956—, hasta
sus mejores amigos, entre aquellos que creyeron que
su deber consistía en permanecer fieles a él, renegaron
de ellos y rompieron todo vínculo con ellos. Según és-
ÍNDICE

PÁG.

Prólogo 7
I. Soledad y desarraigo del hombre moderno 11
II. Nacimiento de la amistad 23
III. Lo que la amistad no es . . . . . . . 41
IV. La amistad y el amor 49
V. Las amistades "particulares" 61
VI. La amistad entre hombres 69
VIL Amistades femeninas 73'
VIII. La amistad entre hombres y mujeres . . . 83
IX. La amistad conyugal 91
X. La amistad entre padres e hijos . . . . . . . 99
XI. La amistad entre maestro y discípulo . . 105
XII. Comunidades de amigos 115
XIII. Promoción de la existencia ppr la amistad 125
XVI. Plenitud de todo lo humano 135

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