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REFERENCIAS BUENOS DIAS SABIDURIA Esta conferencia se public en BARCA! revista de poesia, politica y psicoanalisis, n° 4, Paris, mayo 1995, dedicada a Los enigmas de lo masculino. Agradecemos a Jacques-Alain Miller la autorizacién para publicar este texto en COLOFON 14. Bajo et titulo “Koféve, fa sabidurta del siglo, esta conferencia fue dada el 27 de junio de 1994 en Ia ultima velada del ‘Seminario de la Biblioteca 1993-94 de la Escueta de la Cause Freadiara, en el local de la calte Hluysmans de Paris. El titulo de este Seminario animado este afto universitario por Jacques Adam y Catherine Lazarus-Matet, era Lacan y el saber del siglo, C. Lazarus-Matet queria combinar el anhelo de hablar de Kojéve (despues Koyré, Sartre, De Clérambault y Gédel) con el de hacer un lugar al ultima Seminario aparecido, La relacion de objeto. Jacques Lacan, en Ja sesién del 3 de julio al despedirse de sus alunos les aconsejaba la lectura de un articulo de Kojéve, “Pl ultimo mundo nuevo’, para descubrir fo que un autor ten austero sacaba de a Jectura frivola de las novelas de Francoise Sagan, Buenos dias tristeza y Una cierta sonrisa. Esta velada puede ser lamada: “Lecture de vacaciones 1957, en 1994", Texto y bibliogratias redactadas en francés por Catherine Bonningue. Para esta tertulia he releido a Francoise Sagan, ~ Buenos das tristeza” y ~ Una cierta sonrisa”(I), y también un articulo de Kojéve publicado en la revista Critique (2) titulade "E/ ultimo mundo nuevo" (3) Un problema Para Kojive este nuevo mundo, ef new world, no es tanto Estados Unidos de América como el mundo que comienza con y después de Napoledn, el mundo del que Hegel es el filésofo, e! mundo del saber absoluto. Es lo que Kojeve llama ef verdadero nuevo mundo, Este articulo, que tiene bastante gracia, inscribe a la jovencisima Frangeise en el mundo del saber absoluto, Kojéve ve en sus novelas la revelacion de 10 que son las consecuencias del saber absoluto en fa relaci6n sexual Curiosamente, al principio de este articulo, Kojive inscribe tres “nombres del padre”, los nombres de los padres de este mundo nuevo, Come lo ha identificade Kojeve en la “Fenomenologia del espiritu'(4) en el origen, el padre, es Napoleén, Napoleén en Ia batalla de Jena. Si ustedes no quieren consultar la “Fenomenologia”, lean la pequeria novela de Queneau, "E/ domingo de Ia vida" (5): por medio de una sesién de espiritismo, el héroe entra en comunicacién con su ancestro que participé en esta bata- Ila, Napoledn es, entonces, el padre del nuevo mundo: y despuds de él habria sl se puede decir, tres sub-padres, Elprimero, cr alemain de talento, insinué que el pa- dre del nuevo mundo podria ser el Gran Corso, bien entendir do, se trata de Hegel. En tercer lugar, Kojéve escribe Sade. Napoleén Hegel x Sade {Por qué Kojeve ve en Sade uno de los sub- padres del mundo nuevo? Por la razén siguiente: Hubo en Francia un Marques, encarcelado por unr Tirana, pero libera- do por ef Pueblo, que comprendio, ét también, que et ef nuevo mundo Libre todo debia ocurrir de ahora en adelante en Io privado. Sade es el héroe de lo privado. Lo que cuenta a partir de ahora, ocurre, no en la esfera publica, sing en la esfera privada, concretamente ios erfmenes. de hecho abligato- riamente concebidos coma actos (noblemente gratuitos) de Libertad igualitaria y eterna, etc. Auin hoy df, Jos pocos horn bres de élite que Jo leen y hablan de él seriamente son tachados de poco serios por fa masa de aquellos que Jo son mucho. Estamos en 1956, Antes, cuando se queria leer a Sade habia que ir a buscarlo a Ia trastienda de Jean-Jacques Pauvert -"Conoci eso algunes afios mds tarde! te lo erivol- vian en un papel opaco. No era todavia La Piéiade” Hegel, sin comentarios. Sade, admitamos que sea como uno de los faros del nueve mundo. Pero entre los dos existe un segundo que no es féeil de identificar, y que no es nombrade por Kajeve. ‘34 Les voy a leer este parrafo y ustedes buscarin quién es ese x. “En Inglaterra, sin embargo, un contempord- neo parece también haberlo visto. En cualquier caso, clerta- umente se dia cuenta del hecho de que incluso a rate de las pro- ezas de su oponente franco-italiano (Napoledn), ef honor (que nadie pretende que sea vano) del heroismo civil (aungue sélo se trate de Ja vestimenta) sélo puede ser adquirido en civil (color del duelo evidentemente). Pero ese genio pacifica murié como martir desconacide por su sensactonal descubrimiento (que tuvo un eco inalvidable en ef mundo propiamente dicho) sin dejar huellas literarias, y sus bidgrafos Jamds revelardn a Jas no iniciadas el sentida y ef alcance verdaderos de str doloro- 0 testimonio (del cual un convento francés de mujeres alberga ain las religuias materiales). Volveremos sobre este personaje ntimero dos. El hombre ya no existe Veamos de qué se trata explicitamente en el pequefio articulo de Kojéve. Y para empezar, {por qué Lacan lo trajo al final de su Seminario 1V? Lacan lo trae precisamente en el limite de su andlisis del pequerio Hans, en el momento en que, en el tiltimo capitulo, explica que el sujeto se mantiene en una cierta posicién de pasividad desde el punto de vista sexual. Hay, legalidad heterosexual, por él objeto al cual se liga, a saber, el objeto femenino. Sin embargo Ia legitimi- dad de esa eleccién es dudosa. Lacan opone aqui legalidad y legitimidad. El pequefio Hans estd en conformidad con el orden estableci- do puesto que como nifio se interesa por las nifias y. segu- ramente, continuaré en esta via a lo largo de su vida, Sin embargo, no parece ocupar esta posicién de una manera que, a los ojos de Lacan, sea viril -la ocupa de forma pasi- va. Es entonces cuando Lacan, quincuagenario, se refiere a los jévenes, para explicar que las relaciones sexuales con- tempordneas le parecen mas bien del estilo pequefio Hans, Hace del pequefio Hans el paradigma de un tipo de rela- cién sexual, del cual dice que no es extravio en nuestra época, es el estilo de fos atios 45. Reconozcamos ahi, en aquél que habla, a alguien que pertenece a la generacién de “los afios locos”. Lacan fue Joven, no después de la segunda guerra mundial, sino después de Ja primera guerra mundial, con un Paris reco- rrido per una pulsacién erdtica muy diferente, y donde los discursos moralizantes na tenian el peso que tienen en la Juventud posterior a la Liberacién. En el marco de esta guerra generacional, Lacan nos explica lo que piensa de la Joven generacién del cuarenta y cinco. Fsas simpéticas gen- tes esperan que las inielativas vengan de la otra orille- dejan- do la iniciativa a las damas - esperan, para decirlo tode, que Jes bajen los calzones. Y hablando sin ambages dificilmente se puede ir mas lejos. Después de haber lanzado asf el retrato de la juventud de 1945, pasa a la juventud de 1957, esa que se lamard Za nueva ola, inventada por una amiga de Lacan, otra Frangoise; para situar esta juventud del 57 se refiere a las primeras novelas de Sagan -" Buenos dfas tristeza" aparecié poco tiempo antes - y al comentario que Kojeve hace de ellas. Lacan admite que tenemos ahi la pura imagen de las relaciones sexuales de la época. Participa de la idea de que existiria una evolucién en las practicas sexuales, una fluctuacién de la moda en las relaciones sexuales, en su estilo, hasta el punto que esté decidido a sefialar una evo- lucién entre Ia generacién del veinticinco y la del cuarenta y cinco e, incluso, la del cincuenta y siete. Se trata enton- ces de una evolucién delicada y matizada, que indica la existencia, desde la ¢poca de Freud (en el 45 no estamos lejos de su muerte), de un cierto nimero de cambios pro- fundos en las relaciones entre el hombre y la mujer. En ese momento se lanza a un pequefo desarrollo sobre Don Juan que aparece como un peloen la sopa, pero que estd ahi come alguien que no tenfa la nece- sidad de que las iniciativas vinieran de la otra orilla, alguien-que no se hacia bajar los calzones por el otro sexo, sino que, de una manera imperiosa y decidida, iba a buscar al otro lado. ZY a buscar qué?. Seguin Lacan, a buscar el falo femenino. Lo buscaba verdaderamente, El no se con- tentaba con esperaria ni con contemplario. Y como no encuentra a esa mujer félica, no cesa de ir de mujer en mujer. Y, al final, encuentra, No encuentra a La Mujer, en su lugar encuentra al padre. Y ahora, he aqui los lectores de Lacan lanzados al estudio del texto de Kojéve. Este localiza desde el inicio su estudio en el marco majestuoso del mundo del saber absoluto donde inscribe e ilumina las primeras novelas de Francoise Sagan, de la cual conocemos el empuje que la ha traido hasta nuestros dias. {Qué ensefia Sagan a Kojeve, al filsofo de a- bordo del saber absoluto? Le ensefia la figura contemporé- nea de las relaciones sexuales, Eso se sostiene en una verdad y una sola: la época del saber absoluto es correlativa del declive e incluso de la desaparicién de lo viril. La leccién que Kojeve saca de Sagan es qué ef hombre no existe. El hombre, lo viril, no existe, ya no existe. Ya no hay hombres. Nos encontramos en un mundo sin hombres. Seguramente, no faltan tios que circulen en sus mé- quinas, que expongan sus parres. Precisamente existen entre losescritores, a los cuales les cuelga el titulo de profésionales de Ja virilidad, esos que vienena demostrar lo que es ser un hom- bre. Ahi Kojéve se mofa de atro trio -al lado de: Hegel, (x) y Sa- de- compuesto de Malraux, Montherlant y Hemingway, que en las afios cincuenta dieron, en efecta, -y eso se prolongd unos afios después- una figuracién totalmente honrosa de lo que era un hombre viril en laera moderna. El combatiente de loabsoluto, Malraux: la tauromaquia de Montherlar.t, pic el toro; y luego Herningway, de hecho, él también en los toros, seductor y guerrero. Y Kojeve se rie de él en el momento de una cierta decadencia, encontrando el modelo de la virilidad en la lucha entre el viejo pescador contra el gran pez~en cuan- toa la mujer jni caso!(6) 35 c Al final del articulo, la unica cosa que queda es una cferta sonrisa ~ retoma el titulo- Ia sonrisa resignada a la desaparicton de lo viril en este mundo. Y esto no le viene mal a Lacan, para ese tiltime capitulo, donde evoca a Leonardo da Vinci, pintor de la Mona Lisa (7). Esa cferta sonrisa, que esta ya ahi en el articulo de Kojéve, es para parodiar el titulo de Sagan - Buenos dias tristeza, la sabidu- ria resignada a la desaparicién de to viril. Kojéve encuentra el indice especial de esta desa- pariciGn de lo viril en el hecho de que en la playa los sefio- res van sin ropa y las dames les miran, y dice: Se dan curen- fa, antes habla que empesiarse err ver a los setiores sirr ropa. No se paseaban ast como ast por Ja playa para que las damas Jos miraran. Cuando Mevaban tas grandes armaduras de hie- ro, desnudarias era todo un problema y, luego, cusndo eran caballeros para quitartes las botas habia que tirar de ellas seriamente. Pero ahora corren por Jas playas y las jovenes tos diquelan en cuanto pueden. Sin armaduras se acab6 lo viril. Esta tesis se acomparia de una descripcién sarcés- tica de las relaciones sexuales en esa época, 1957 -En un momento, Jos hombres tomaban a las mujeres sin pedirles su cpinién. Mas tarde las mujeres se daban, Y ahora, estamos en Ja época en ia que se dejan hacer- esto contradice la frase de Lacan sobre las iniciativas que vienen de la otra orilla. Sagan permite a Kojéve continuar con su letania: desde la batalla de Jena, ya no es como antes, ya no hay verdaderas guerras. Ya no hay revoluciones serias. Y, en definitiva, ya no existe el sufrimiento, s6lo existen sufri- mientos residuales; la medicina tecnificada esta en marcha, el dolor es cada vez mds escandaloso, su desaparicin esté en perspectiva. Y apenas existe atin la muerte, se suprime la pena de muerte puesto que ya no soportamos la mostra- cién de la muerte. De abi esa cierta sonrisa que flota en el mundo que ya no tiene el sentido de lo absoluto y ademas se bebe Visgui escrito fonéticamente al modo de Queneau -bebida que, en 1957, es vista como signe de la americani- zacién de la vida francesa. Sin duda, la idea del declive viril, incluso su desaparicién del mundo contemporaneo, no es pensable sin el declive del padre. Bx Ox Wx Ox {Qué es la desaparicidn de lo viril? Es lo que queda de la formula de la sexuacién mascutina si oblitera- mos la parte izquierda de la formula. Entonces queda sim- plemente el cados, todos juntos, ef todos lo mismo de la democracia. Es el dafio hecho a la funcién paterna lo que explica el sentimiento de desaparicién de lo viril. Detras de la desaparicién de lo viril est el declive del padre que Lacan sefalaba ya en los Camplejas familiares al final de su primer articulo (8), Lacan evocaba -es el término de entonces- ef declive soctal de la Imago paterna que veia condicionade por el pro- gresa social, por e! hecho de que se trasplantan las poblaciones y/se las concentra en las ciudades, Esos efectos extremos sobre laestructura familiarretornan sobre el individuo. Dialéctica de Ja familia conyugaly, precisamente, erecimiento de las exigencies matrimoniales que reenvia a la vida americana, es decir, pro- testa de la esposa al marido. Se pone un limite a lo que tradi- cionalmente eran las comodidades de la virilidad. La ética ma- trimonial, de inspiracién mas protestante que latina, induce progresivamente la decadencia de lo viril, poniendo en su lu- gar el ideal del buen marido, Lacan sefialaba que ese declive de Ia imago paterna constitufa una enisis psicolggicaa la cual po- driamos, de hecho, seferir Ja aparicién del psieoandlisis. En 1938, Lacan diagnostica, después de otros, la crisis del padre, de la funcién paterna. Evoca su personali- dad sempre de alguna manera carente, ausente, humillada, dividida o postiza, Dificilmente se puede ser mas completo, El articulo de Kojéve sobre Sagan en cierta forma comple- ta esta descripcién, mostrande que la crisis del padre ha derivado en crisis del hombre, He aqui el centro de la tesis de Kojeve. Esta tesis retuvo la atencién de Lacan en el Seminario IV, cuando mostraba al pequefio Hans como un hombre, un viril dudoso, que aborda el objeto hetero- sexual bajo el modo de una cierta obediencia, sumisién que -es Ia confesién que aqui nos hace Lacan- ne constitu- ye segtin él un ideal de la virilidad. La cuestién es saber si la virilidad puede tener un lugar en el nuevo mundo que no sea tinicamente el de la comedia. La tesis de Kojeve es: Fa sdlo tenemos semblantes viriles, Existe una mascarada viril encarnada par el barbudo americano con su fusil, matador de tares, pescadar de peces, seductor de mujeres y gran bebedor irente a Io eterno, He aqui todo Jo que ustedes pueden obtener de los hombres de hay en dia, este semblante viril. La tesis central de Kojéve es enton- ces la desvirilizacién del mundo contemporaneo. Es Hercules cayendo a los ples de la bella. Del lado de para tade x, formula de Ia igualdad, del derecho para todos, que absorbe de hecho también a la feminidad en el mundo contemporineo, solo nos queda un resto de hombre. La igualdad de derechos y, precisamente la igual- dad de derechos entre los sexos, que en 1957 sélo empieza a despuntar -el derecho de las mujeres al voto data de la liberacién- hoy dia se extiende, Es de nuevo la vida ameri- cana Ia que nos da las indicaciones més valiosas, Alli, la reivindicaci6n de la igualdad de derechos llega al punto de que ya no es necesario interpretar, sélo hay que mirar con admiracién. EI presidente de los Estados Unidos, Jeader de la primera potencia del planeta, fue sometido a una querella Judicial por una dama que le acusé de haberle hecho pro- posiciones, que ella rechaz6, Tres afos més tarde, la histo- ria se expande en toda la prensa, ella es una victima y nose sabe si el presidente deberd comparecer. Respetemos este hecho, pues tiene su grandeza, Seguramente estamos muy por delante de lo que nos des- cribe Kojéve. La funcién que dice no ahi esté evacuada desde hace tiempo. Este episodio se produce en nombre del todos iguales, sin ningtin privilegio para el Presidente, que es como tado el mundo. No merece la pena que evoque la extenuacién de los privilegios de lo viril a través del con- 36 cepto de acoso sexual y la préctica del politically correct que apunta a rectificar en la lengua misma lo que queda marca- do por el dominio del macho, precisamente del Wasp (White Anglosaxon Protestant) Ustedles saben que hoy en dia existen biblias donde. ya no se dice Dios ha querido que, sino que se debe altermar ‘entre psirrafo y parrafo.o bien éf a qureridoo bien ell ha que- rido, De igual modo, la palabra mankind (humanidad), que ‘contiene Ia palabra hombre para designar a.los dos sexos, a la ‘especie, es motivo de una objecin en cuanto a su.utilizacion por parte de una academia feminista -con fuertes apoyos gay- . que intenta expulsarla del vocabulario americano, y reem- plazarla por no se qué invento que estarfa suficientemente des- ‘virllizado y asf designar al hombre y a la mujer a la vez. Por tanto, se va bastante lejos sacando de la lengua los privilegios del género viril, No culpo a nadie, restituyo en la linea que nos indica Kojéve, un clerto numero de fenémenos contem- poréneos que no se han manifestado atin -jatin no?- en Francia y en Europa. La Tesis de Kojive -lo virii ya no existe- puede por consiguiente servir para interpretar estos fenémenos y pademos también relacionarla con Ia afir- macién -La mujer no existe-, que proferiré més tarde Lacan. El dandy {Quién es ese contemporaneo de Napoleén, de Hegel y de Sade que en Inglaterra supo ver que el honor y el herofsmo viriles s6lo pueden adquirirse a partir de ahora desde lo civil -y cuyos restos se encuentran en unt convento francés de mujeres?. Si, curiosamente, el nombre del medio de esa cadena de tres es George Brummell. Su nombre ha quedado entre nosotros come el parang6n, el arbitro de la elegancia, que reiné como un amo en la Corte de Inglaterra al principio det siglo XIX. Entonces: Hegel, Brummell, Sade. Esta coyuntura se verifies en un interview conce- ido diez aftos més tarde por Kojeve a La Quinzaine lie raire (9) donde indica, esta vez con todas las letras que tres hombres ban comprendido que el nuevo mundo habia nacido, Hegel, Sade y Brummell. Si, si, Brummell sabia que des- puss de Napoledn ya no se podia ser un soldado, Esta referencia me condujo a retomar con placer la historia de Brummel y la literatura que la rodeé -no la Suya, puesto que como sefiala Kojéve, no dejé nada, sino la que él suscit6. De Brummell, Stendhal escribe que fue ef rey de Ja moda en Inglaterra desde 1796 hasta 1810 y que es la exis- tencia més curtosa que ef Siglo XVII haya producide en Angiaterra y quizds en Europa (10) Ven que cuando Kojeve lo eleva hasta esa alta dignidad, no est lejos de lo que los contemporéneos podi- an pensar y escribir. ¥ Barbey d’Aurevilly -que consagré una obra a Brummell, De/ dandismo y de George Brummelt, que siempre me encanté- recuerda que Byron decia que preferta ser Brummell que el emperadar Napoledn (11). 37 Entonces, la comparacién de Brummell y Napoleén no comienza con Kajéve pero éste, bien informado, la hace repercutir a'su manera. Lo que se admira en Brummell es la aventura de un hombre solo. Nacido casi modestamente -se ha pretendido que era el hijo deun pastelero, Sin embarge, su padre habia si- do el secretario del primer ministro, como él dijo, urrertado su- perior. No era aristécrata. Y en esa sociedad dorninada por los privilegios de cuna, he aqui que durante una veintena de afios Jo vemos hacer y deshacer con una sola palabra las reputacio- nes mundanas. Entonces, un imperfo-es la palabra que emplea Barbey d’ Aurevilly- el imperio de Brummell. Barbey ve en la ascensién de Brummell un asunto de omnipotencia indivi- dual. Es un autécrata de la opinién cuyo juicio, con una sola palabra, elevaba o hacia caer las reputaciones. Nada que ver con un imperio milicar, Comienza por ilevar uniforme pero muy pronto, al-conocer al Principe de Gales, tira el uniforme de un modo bastante caballaresco y se instala en Londres pa- ra inventar su propio uniforme, tinico, ya todoe! mundo ha- ceexclamar: /Nadfe.se viste como Brummell! Su elegancta es ini- mitable, Es muy dificil captar exactamente en. qué consis- te esta elegancia. Contrariamente a aquellos que fueron sus émulos, huia del detalle vistoso. Era una especie de grado cero de la elegancia. Simplemente, él traje estaba mejor cortado sobre él que sobre ningtin otro, y Ia tela de su ropa era una pizca superior que la ropa del principe de Gales. Byron -que rein en las imaginaciones de la pri- mera parte del siglo XIX, que fasciné a las muchedum- bres, que era, digamos, Hemingway, Malraux y Marlon Brando en un solo hombre, expresé su admiracion por Brummell. Barbey considera que una de las musas de Don Juzn(12), invisible para el poeta, fue Brummell. Escribe: Exe poerna extratio tiene el tono esencialmente dandy de prin~ cipto a fin (13). Existen un cierto mimero de obras sabre el dan- dismo; he tomado de la mds reciente (14) algunas referencias que muestran como se torné en lugar comin del siglo XIX comparar Brummell y Napoledn, Bukwer-Lytton -el autor de Uitimos Dias de Pompeya-presenta un dandy desu cosecha pero inspirado en Brummell. E.contempordneo y rival de Na- poledn, él autdcrata del gran Imperio de Ja fashion y de las cor- bbatas, el paderesa talento frente al cual se habia pastrada hu- ‘mildemente ta artstocacla, frente al cual las genites de buen tone quedaban bequiablertas, guien on un sole gesto dictaba leyes a Ja mds alta nobieza de Europa (15). He aqui eémo se deseri- be al joven Brummell, En 1836, un articulo de la Kewue de Paris, “Napateén y Brummelt: estas dos hombres han sido a me- ‘nude comparads con razén (..). Su destino ha sido el del vue- Jo del dguila que planea despoticamente sobre las masas. Los des tienen esa grandeza en las maneras, ese augusto dominio de Ja ‘compostura, una dignidad sublime para ievar una puirpura que séla estaba hecha para elas” (16) y luego, en La Revue des Deux Mondes se dice que existian tres hombres en el mundo, Napolén, Byron y Brummell. Seria injusto negar que tes des primeres, Napoleon y Byron, hayan ejercido una influencia en sus cantempordnees, pero ninguno de les dos cumplié en el orden politico o Hiterario una revolucién tan radical como fa que Brummell efectud en el dmbito de ia corbata(17) Este punto mereceria por si solo todo un estudio. Parece que en efecto, el nico rasgo, aparte de su elegancia absoluta, era la manera de anudar la corbata. Esta corbata era una tela de muselina ligera. Después de pasar dos horas para arreglarse por las mafianas, Brummmelll anudaba esta tela con un arte tal, que en todos los salones se dedicaban a intentar anudarla. como él sin conseguitlo. Hay que distinguir con cuidado el dandy que procede de Brummell (siendo 1 el primer ejemplar), de las ‘otras formas. Por ejemplo, el dandy fue precedido por el bello. El ejemplar mas celebre es el belfo Nash del cual se guarda su recuerdo en Bath en Inglaterra. Les aconsejo la visita, es Ia ciudad de Jane Austen. {Cual es la diferencia entre el dandy y el belfo? Es que el bello hace circunlo- ‘quios, quiere agradar. El dandy que procede de Brummell prefiere asombrar més que agradar, asombrar aunque desa- grade; desagradando fascina atin més. He aqui el tema lanzado; una cierta relacién con la sorpresa. Dejo de lado la comparacién entre el dandy y el snob. No tienen nada que ver. El snob es s6lo una degra- dacién del dandy, el snob se aglomera, el snob hace grupo, ‘el snob imita, mientras que el dandy -al menos en su esen- cia- esta solo. jLa fastidio. Duquesal De hecho, Brummell pasaba su tiempo ejercien- do una groseria notable entre lo més brillante de la aristo- cracia. Incluso fue un poco lejos con el principe de Gales, més tarde Jorge [V, diciendo casas como: {Quid es ese gordo que pasa por el jardinA18). En cierto momento, se encontraria en la miseria en Calais y, luego, més miserable atin en Caen donde terminé sus dias no estando en sus cabales, Parece que fue Hevade al Hospicio del Buen Salvador, donde se hallaron sus reliquias. Brummell en Calais, su locura en Caen. El dandy en la decadencia mas. completa es punzante y continua en el suefio, cuando: estando mugriento y no teniendo de nada, hace abrir la puerta y dice: Buenos dias Milord. ‘Con la aristocracia de su tiempo fue muy caballeroy revolucionaria a su manera. No hay gran cosa de sus chistes. Cuando lo hay no son casi nada, El gran critico inglésde la se~ gunda mitad del siglo XIX, William Hazlitt, consagro un estu- dio a las palabras de Brummell (19) y lo que parece la quintae- sencia del chiste de Brummell es esto: una Duquesa le pregun- ta-Serior Brummell usted come leguinbres?y él responde -Ma- dam, Fonce ate a pea, una vez comf un guisante, He aqui la quin taesencia del chistede Brummell. Es una gracia muy especialen laeconomfadela gracia, todo est en lacorrespondencia casi mi- mologica del significante y de Ta referencia, Sirve para ilustrar su frugalidad, pero sobre todo en esta circunstanecia, la ofensa hecha a la dama de rango elevade que le cuida amablemente, Como dice Barbey, el dandisme es sobre todo una manera de ser, no es el culto de Ia ropa -que tlende también a una cierta perfeccion, Todo esta estudiado en su apariencia. Por ello Barbey comienza su obra con un élo- gio de la vanidad, donde ve la esencia del vinculo social. 38 ‘La vanidad es la reverencia que se tiene por la opinién que Jos otras van a tener de nuestra apariencia. Evidentemente, esto no hace de los dandys grandes amantes. A Brummell no se Ie conocen amantes, lo ocupa todo la figura que él tallaba en soctedad, El autor de esta obra reciente sobre el dandisme, Mme Coblence, sefala con justeza que contra- riamente al dicho que muestra que no hay héroe para un ayuda de camara, Brummell es ef unico héroe que es tambien héroe para su ayuda de cdmara puesto que es grande, subli- me en tados los actos de la vida cotidiana; esto le deja completamente aparte (21). Pero {por qué tenemos pocas palabras de Brum- mel!?. Noes tanto la palabra por lo que brilla camo por el as- pecto, la mirada y por su arte del silencio, Barbey d’Aurevilly. sefala muy bien que gran parte del poder de Brummell. desu ascendencia, tenia que ver consu silencio. Fl silencia de Brum- mell, dice, era-un instrumento més para hacer efecto, la coquete- fa guasone de los seres que estein segures de gustar y que saben: por donde encender ef desea (22). El dandy. que siempre es un ma- cho -no hay mujer dandy- es aque! que sabe por donde en- cender el deseo, mientras que él se mantiene impasible. Antes hablaba de la sorpresa -el dandy pone todo su esfuerzo en ser sorprendente para el otro- como dice Barbey, en produecir siem- pre ef imprevisto, en no ser sorprenctido por nada (23). Es, por consiguiente, un ser esencialmente hastiado que al mismo tiempo impide que el otro se hastie de él. Unilateraliza la sor- presa del lado del otro. Se habla de él por el hecho de Aacer efecto, Si, el dandy desea ser causa, de parte a parte, una causa que hace efecto. Asi se describe a Brummell cuando alcanza su esta tuto-desarrollado. Antes, cuando esta atin en el baile, baila, con una y otra, eseupe una que otra maldad, su comenta- rio se divulga -la dama que enlaz6 mal su foufard, el caba- llero cuyo pantalén esta mal cortado, se retiran avergonza- dos. Es aun el joven Brummell. Al gran Brummell, se lo describe quedandase en la puerta del baile, sin entrar, juz~ gandolo todo, y, todo el mundo, jah!, espera -;Qué va a decir?, Lanza una palabra y desaparece, respondiendo al principio: Quedense en el mundo mientras que no hayan producido un efecto: una vez producide, vayanse, Brummell pasé el tiempo jugando a ser el invitado de piedra, En el momento en el que el mundo se da a sus placeres, toc-toc, Brummell Hega, terror, nada le sorprende, estd por encima de todo, desdefia a la asistencia, se abre paso y se va. ‘Si quisiera escribir la posicién de Brummell, escribiria, a nuestro medo: a —> 8. En efecto, viene como ‘objeto causa y la divisién es para el otro. En el momento en el que la divisién cesa de ser para el otro y vuelve sobre él, parte para Calais, y echa la cortina, Dicho de otra forma, su posicién tiene un parentesco con la de Sade. Hay una crueldad que divide en Brummell y se puede constatar que al final es él el que sera evacuado como dese- cho de su propia aventura. Dena clerta manera, con su eleganeia suprema, el dandy se pone aparte de los atros. Esta, como excéntrico, en la posicién del que dice noyy que deese mode da el tono. A par- tir de ahi, no parece excesivo ver en la aventura de Brummell una tentativa heroica en el mundo contemporaneo. No es ya #1 herofsmo militar cuyo final fue consumnado por la aventura napolednica, e5 un heroism especial. Es esta lo que retiene a Baudelaire (24) en su articulo sobre Constantin Guys. Bau- -Eldandismo esel tltimo destelto del heroikao en Ja decadencia. Define no al dltimo nuevo munde sino al ulti- mo héroe del nuevo mundo, Pera, jlistimal, Ja marea montan- fede la democracia que invade y que nivela todo, se lieva cansiga ‘ambién ai dandy, Es esa reststencia heroica del dandy ala pro- sadel mundo modemo, asu desencanta, la que ha hecho cé- lebre al dandy en la primera mitad del siglo XIX. Como una forma de sabiduria moderna como existia en la Antigiedad con los fildsofos, para resistir al malestar de la civilizacién. De hecho, como Baudelaire. Barbey dAurevilly intenta colocar al dandy entre el cfnico, el estoco, ete. delaire escri Elanti-dandy El haber distinguido al dandy en el ultimo nuevo mundo nos permite comprender enseguida la articulacion de este texto-de Kojeve con el que le precede en Critique. Antes del articulo dedicado a los libros de Sagan, Kojéve habia consagrado un texte a tres libres de Raymond Queneau, Pierrot mi amigo, Lejos de Rueil, y EF domingo de la vida, bajo el titulo Las novelas de Ja sabiduria: (25). Lacan también se detuvo en este articulo, puesto que menciona en los Escritos, la interpretacién hecha por Queneau de Ia expresién de Hegel ef domingo de Ja vida De nuevo, se trata de una bufonada seria que encarna el saber absoluto bajo las especies de tres granujas holgazanes, Como dice Kojeve, he aqui unos heroes muy poco heroscos. Tamemos £/ damingo de Ja vida. El héroe es un militar napolednico, es decir, un soldade profesional anti- millitarista, que atraviesa esa novela haciendo de inutil, 0 al menos de gigolo de su esposa. Coma lo describe Kojeve, he aqui una novela que nos presenta el tran-tran cotidiano de la vida banal de un granuja sin oficio ni beneficio que ademas emplea un lenguaje checante por su vulgaridad. ‘Tenemos problemas para situar a esos personajes si no per~ cibimos que Valentin Bri, el héroe de Domingo de ta vida, es exactamente la antitesis de George Brummell. Esto afade falta de distincién sobre su dejarse ir, es Ja ultima for de la evolucién del heroismo. Quizas hay que partir de muy lejos. El héroe es una figura que empieza lejos. como nos lo recuerda Baudelaire en su Salan de 1846: Pues tas heroes de tr Ittada no te Hegan ni a fa suela del zapate, joh Vautrini, jot Rastignac!, jok Honoré de Balzac!. tu, el mas heroico, el més singular, ef mas notable y el mds poético entre los personajes que tu hayas extraido de tu seno! (26). Es un hecho que durante todo el siglo XIX -ese ‘siglo postnapolednico, ese siglo hegeliano y “estupide deca el horrible Leon Daudet-, no se cesé de Morar la desaparicién de lo hereico y de reinventarlo. Piensen en Stendhal, que inventa una Italia que a diferencia de Francia y. peor alin, de América, escaparia a la masifica- cién democratica, una Italia de ninguna parte en la que los 39 héroes estuvieran iluminados atin por tados los prestigios de! Renacimiento, véase, de la Edad Media. Hay que fijar- se en los maquillajes de Stendhal que traslada en El rojo y ef negro ese episodio legendario de la vida de la reina Margot (27), sus amores con La Mole, inventande que Mathilde, descendiente de tos La Mole, como Ia reina Margot, leva la cabeza cortada de su amante entre sus roditlas (28). La referencia de un episodio del XVI, llevado. al XIX, nutre un herofsmo anaerénico. Esta Cronica de 1830 es una anacronia, Piensen también en Balzac que ve héroes por ‘todas partes en Ia vida moderna -como dice Baudelaire, incluso los conserjes tienen talento en Balzac. Balzac hace ‘como si, en la vida urbana contemporanea, los héroes estu- vieran atin por todos lados, Otros encuentran a ese héroe en el dandy, cosa que acerca a Baudelaire y Barbey ’Aurevilly, No olvidemos a Flaubert que llora el final del heroe y echa una maldicién violenta sabre la democracia, Nos ha interesado mucho saber, como Maurice ‘Barrés y otros habian podido pasar de la posicién de dandy a la posicién de patrioteros de la primera guerra mundial. Si pereibimnas que esas escritores tienen como unico pen- samiento: hacer revivir a fos héroes, se comprende muy bien el paso del dandismo a la celebracién de la defensa nacio- nal. El fascismo, después de la primera guerra mundial, promovié con fines abyectos el retorno de lo heroico. Al mismo tiempo, encontrébamos en Francia ‘otra literatura, la de Céline, Et viafe al sin de la noche(29) 0 La nausea de Sartre -con los que, sin duda, hemes sido rebeldes pero sin pretender nada de heroico, El héroe de La nausea intenta escribir la vida de un héroe historico y na lo consigue -la biografia heroica se deshace bajo la mirada de la existencia. Los personajes de Queneau se ins- cribirfan en la misma linea, sino fuera porque no son ni siquiera rebeldes. Queneau sabe tan bien que estamos en la época fen que se acabaron los héroes y que todavia son demasiado ppeligrosos los rebeldes -y el ejemplo de Céline puede ser invocado como prueba, Los héroes de Queneau son por consiguiente de lo mas democritico que nos podamos imaginar, unos no-héroes, unos antidandys del mundo del saber absoluto, Dicen si, Son proletarios conservadores. El mismo Kojeve decia si, Podria haber traido aqui la sobre- cogedora interview de Raymond Barre (31) contande sus conversaciones con Kojéve, y la alta estima en la que tenfa a Kojéve, alto funcionario de la Comunidad europea hasta su muerte. Kojéve era ciertamente un funcionario de la Co- munidad europea con el espiritu de Valentin Bra, salvo que él, seguramente, trabajaba mucho, pero con Ia idea de que er la épocadel saber absoluto, el verdadero coraje es el decir quest. ‘Hayen él una desconfianza e incluso un adio con respecto a la postura heroica, La decadencla de la postura heroica, la emer- gencia de la posieién liberal resuenan con lo que Kojive su- bbraya de la desaparicidn de lo viril, Es ahi donde su referencia a lasarmaduras cobra toda el sentido, Los valores heroices, caballerescos, los encontra- mos expresados en nuestra cultura en la Edad Media. No se esconde Ia afirmacién de su superioridad. Al contrario, la superioridad exige ser anunciada, y se trata de forzar al otro a reconocerla. Lo que ha sido teorizaclo por Hegel y por Kojéve come la lucha del amo y del esclavo se encarna histéricamente en los valores de la aristocracia, cuando existia una, hace ya mucho tiempo. Es lo que recientemente recordaba él disefpulo de Kajéve, Fukuyama, que conmovié durante un tempo a Ja intelligentsta americana con las tesis mismas del Ultimo mundo rwevel32). La lucha de pure prestigio de donde surgen, a partir de dos conciencias de si, el amo y el escla- vo, se encama en el culto aristocratica de la gloria. Es la prueba de que el hombre puede superar el instinto de con- servacién, arriesgar su vida, a cambio de nada material, nada del orden de la necesidad. Frente a la eleccién forza- da La gloria o Ja vida, puede elegir la gloria, la gloria a ries- go de la wida, En nuestra literatura, esos valores estén presentes en Corneille. Es eso Io que tan bien escribe Henri Heine en su estudio sobre Ey alma roméntice -En Corneilte atin respira Ja Edad Media (el espiritu caballeresco y el ideal aristocratico). En él y en la Fronde (la Fronde es la revuelta aristocrética que rechazé el orden de Luis XIV) grusie la voz de [a vieja caballeria ... Pero err Racine jos serstimientas de Ja Edad Media estén completamente apagados (33). Digamos que en la literatura francesa el rechazo del herofsmo se Juega, en efecto, entre Cornetile y Racine y asistimos ya a una cierta desvirilizacién del héroe, El amor cesa ya de estar bajo el yugo de la generosidad para tomar los valores de Ia agresividad. Lo que acurre es que bajo la continuidad aparente del género trigico, acontece una verdadera revo- lucién de las costumbres, una revolucién cultural y a la aristocracia caballeresca sé sustituye la nobleza elegante. Las virtudes heroicas del pasado se atemperan, se disuelvert en la atmésfera de la corte. La desvirilizacién ha comenzado desde hace ya tiempo desde Baldassar Castiglione y EY libro del Cortesano(34), ese tratado del siglo XVI italiano que ense- fia al caballero no simplemente a mantenerse en el caballo y @ galopar haciendo sonar sus chatarras sino, por el con- ‘rario, a bajarse, a llevar un pequerio calzado, a saber dar una flor, tocar la lira ya hablar de un modo galante. La desvirilizacién estalla, segun Kojeve, en Francoise Sagan, pero estd ya ahi con Baldassar Castiglione -y eso es mucha antes que Napoledn Bonaparte. Pero en fin, no estoy aqui para criticar a Kojeve. En Moliére, Ja aristocracia es domesticada -lo vernos en la reprobacién que afecta al personaje de Don Juan y es la entrada del burgués con sus ridiculeces, sus tonterias, su avaricia, su cobardia lo que impone en el tea- tro el reino del tener; por esto E/ Avaro queda como el paradigma del teatro. El reino teatral del tener abre la via a la comedia del adulterio. Tienen que ser propietarios los que suban a escena para que el adulterio devenga un tema de teatro y ocupe con constancia la escena francesa. Moliére tiene una posicién dudosa sobre la igual- dad de sexos. Por un lado, siempre sostiene la reivindica~ cién femenina con respecto al poderio paterno. El padre molieresco porta ya en ¢l todos los estigmas del declive de la imago paterna que sefala Lacan en 1938, mientras que las jévenes mantienen la tradicién galante, intentan expli- car a los cernicalos camo se habla a las nifias. Al mismo tiempo, en Las mujeres sabias por ejemplo, Molitre se mofa de la obsesin de Ia igualdad sexual -jno osamos pen- sar en la obra que habria hecho de Catherine MacKinnon!. Sefialo, a raiz de Paul Bénichou en sus Morales det Gran Sigio,(35) que les recomienda, la obra de Poulain de la Barre en 1673 sobre La [gualdad de tos dos sexas. Env el siglo XVIL, un sefior profesé la necesidad racional, carte- siana, de reconocer por completo la igualdad de los sexos, La vemos ahora desplazarse en todos sus efectos. Entonces, el caballero, el cortesano, el dandy. El analista Podria pasar por el hombre distinguido del cual habla tan bien Sartre en su Critica de Ja razdn dialéctica (36), pero concluiré en un tipo que quizds podemos inscri- birlo después del caballlero, del cortesano, del dandy. Ese tipo es lo que llamamos el analista. El analista tiene algo que ver con el dandy. Se dice que Lacan habria tenido ribetes de dandy. En cual- quier caso, tal como Lacan creé el tipo del analista, hay algo de non plus ultra. Es amo de su palabra, amo de su ser yde su apariencia. Es causa. Sin duda no es un hombre prudente, sabio, puesto que mantiene la diferencia entre principio de real dad y principio de placer, mientras que para el sabio esta diferencia se desvanece, pero no es tampoco un rebelde. Lacan ne se queda ni con una cosa ni con Ia otra. Como el foal y 1 knave en inglés. Al mismo tiempo, si no tiene nada de revolucionario, se las da de ser subversiva, es decir, que piensa en hacer temblar a los semblantes. El analista serfa ese semblante que hace temblar a los sem- blantes. Al mismo tiempo, no rechaza la pastura heroica, totalmente sensible en Lacan cuando se trata de la recon- quista del campo freudiano. Pero tampoco se puede decir que el analista sea héroe, sino por esto, que aleanza al tér- mino de cada cura que autoriza e incluso en su conclusi6n, su estatuto de objeto a, es decir, de desecho del destino. Quizds ésta sea la unica postura heroica que esté permitida en la épaca del saber absoluto, pues no es una postura que se apoye en Ia identificacién. Si el analista esté aparte no es fundamentandose en su identificacién, incla- so la de su rasgo de excepeién sino fundamentindose en su destituci6n subjetiva, No es un azar que el estatuto del analista como objeto en Lacan encontrara la manera de ilustrarlo con una novela francesa, la de Jean Paulhan, Le guerrier apliqué (37). Se trata de un guerrero, figura eminente, clasica del héroe -pero ya no ¢s un héroe, ya no-es singularidad triun- fante que afirma su superioridad, s6lo es ya aplicada, fun- sionari 40 Jacques Alain Miller respondié a preguntas de Ia asistencta en dos siguientes términos (resumen); Kojeve ve en los tres héroes de Queneau algunas versiones posibles del sabio moderno. Mientras que el dandy trabaja para ponerse aparte, el encanto de los héroes tan poco heroicos de Queneau, es que hablan como todo el mundo, y se funden en la masa. Tienen un ideal del anonimato muy pronunciado. El sabio kojeviano se eleva al final de los iempos, cuando el hombre ya no tene que afirmarse por la negatividad. Kojéve no dice que ya no pasa nada. Dice simplemente: £/ programa se mantiene. Es la extineién de la falta, la reabsorcion de las diferencias, el camino de lo homogéneo, Aun van a ocurrir muchas cosas 1 mo agradables. Pero se trata sin embargo del final de ta historia. {Quién queda aparte? El pueblo snob, decia Kojéve, los japoneses. Seria bonite afiadir: el pueblo anali- tico. Jacques-Alain Miller ‘Traducctén: Carmen Cuftat Bibliografia y Natas 1 Sagan F., Bonjour eristese, Paris, Julliard, 1954 & Lr certain sourire, Paris, Julliard, 1956. 2.CE. Lacan J.. Le Seminatre, livre IV, La relation dobjet, Paris, Seuil. 1994, pp. 414-419 3 Kojtve A.. “Le dernier monde nouveau”. Critique, n° 111+ 112, aodt-septembre 1956, Paris, Ed. Minuit pp. 702-708, 4.Cf, Kojeve A.. Inireduction & Ia lecture de Hegel, Paris Gallimard, 1947. SCE, Queneau R., Le dimanche de la vie, Paris, Gallimard, 1952, chapitre X, pp, 122-123, 6 Cr, Hemingway., Le viet homme et ta mer, Paris, Gallimard, 1952. TCE Lacan J., Le Séarinaire, livre IV; La relation d'abje, op. ct, pp. 419-435. 8 Lacan J., Les complexes familiaux, Paris, Navarin, 1984, pp. T2- 73, 9. Cr. Kojeve A., “Entretien exclusif avec Alexandre Kojeve", Lr Quinzaine fiteraire, n° 500, Paris, 1988, pp. 2-3. 10 Stendhal, “Lord Byron en Italte", Reve de Paris, octobre 1830; in Stendhal, Oeuvres conmpieves til, Geneve, Club du bibliophile. 1972, T. 46, p. 245. 11 Barbey 4’Aurevilly., “Du dandysmo y de George Brummell”, Occivres completes T. 2, La Plétade, Paris, Gallimard, 1966, pp. 667-733, et particuliérementa p. 677. 12 Lord Byron, Don Jiran, Paris. Ed. Florent Massat, 1994. 13 Barbey d'Aurevily J., op-cit., pp. 698-699. 14 Cf, Coblence F., Le dandjame..., Paris, PUF, 1988. 15 Lytton B., Pelham ou tes avencures d'un gentleman (1828), ‘Hochette, 1874, ¢. 1, p. 150, 16 Frémy A., “Le roi de la mode”, Revues de Paris, octobre 1836, pp. 256-257, 17 Frémy A., “Brummell”, Revue des Dewe Mandes, aoat 1844, p. 471 18 Barbey dAurevilly J, op. cit, p. 702. 19 Hazuitt W., “Brummelliana”, The complete works af Wiliam Hazlit, ed. P-P, Howe, Londres, Dent, 1930-1932, t. 20, pp. 152-154, 20 Barbey d’Aurevilly J., op. cit, p. 673. 21 Coblence F., Durdandysme.... op.cit., pp. 158-159, 22 Barbey dAurevilly J, opel, p. 23 (Cita no encontrada en “Dudandisme...”. Baudelatres, en “Le peinue de la vie moderne”, op.cit., n°24, eseribe “Es el pla- cer de sorprender y la satisfacclon orgullosa de jams ser sor prendido” 24 Cr. Baudelaire, “Le peintre de la vie maderne (IX Le dandy)", ‘Oeuvres completes T. H, Pacis, La Piétade, Gallimard, 1976, pp. 709-712, 25 Kojéve A.. “Les romans de la sagesse”. Critique n® 60, mai 1952, Paris. Ed. Minuit, 1952. pp. 387-397 & Queneau R.. Lois de Ruel, Paris, Gallimard, 1944; Pierrot mon ami, Paris, Gallimard, 1945. 26 Baudelaire C., “Salon de 1846 (XVIII De L’heroisme de la vie moderne)", op. cit., p.496. 27 Cf. Dumas A., La Reine Margot, Paris, Gallimard, 1994, chap. LXL, p. 737 & Chéreau P.. pour son film Lar Reine Margot, 1994, 00 Margot quitte Paris pour le royaume de Navarre avec la tte de son amant sur les genoux. 28 Stendhal, Le rouge et Je notr, Paris, Gallimard, 1972, Coll folio, p. 876, 29 Céline L.-F., Voyage aur bout de Ja nuit, Paris, Gallimard, 1982. 30 Sartre J.-P. La aausée, Paris, Gallimard, 1938. 31 “Entretien avec Raymond Barre, mars 1989", in Dominique Auffret, Alexandre Kojéve, La philesophie, IEtat, la fin de Uhis soir, Paris, Grasset & Fasquelle, 1990, pp. 416- 423. 32 Cl, Fukuyama F., La fin de UHiscoire ec le dernier homme, Paris, Flammarion, 1992. 33 Haine H.,. Die romantische Schule, Hambourg, 1836, p. 131, eité par Bénichou P., Morates du grand sitcle, Paris, Gallimard, 1948, Follo essais, p. 208-209, 34 Cr. Castiglione B., Le Livre du Courtixan, présenté par Alain Pons, Paris, Ed. Lebovicl, 1987 (ou Flammarion 2991) 35 Cf. Bénichou P... Morales du granet see, op. cit. p. 271, 36 C8. Sartre J.-P., Critique de ia raison dialeetique, Paris, Gallimard, 1960, notamment p. 717 qq 37 Pauthan J., Leguecrier applique, Paris, Gallimard, 1930 (La redaceién ha creldo conveniente dejar La Bibliografia y las Notas en francés, al ser muy excasos los textos que hay edita- dos en espanol), 41

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