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Neal A. Maxwell
La sumisin de nuestra voluntad es la nica cosa exclusivamente personal
que tenemos para colocar sobre el altar de Dios.
Cuando los miembros hablan de la consagracin, deberan hablar con
reverencia, reconociendo que estamos destituidos de la gloria de Dios
(Romanos 3:23), y algunos muy destituidos. Ni siquiera los que hacen un
esfuerzo consciente han llegado a la consagracin total, pero esos perciben lo
que les falta y se esfuerzan sinceramente. A modo de consuelo, la gracia de
Dios no slo alcanza a los que [lo] aman y guardan todos [Sus]
mandamientos sino tambin a los que procuran hacerlo (D. y C. 46:9).
Otro grupo de miembros son honorables pero no valientes; ellos no
perciben la diferencia que hay entre esas cualidades ni la importancia de
eliminar esa diferencia (vase D. y C. 76:75, 79). Las personas honorables no
son desgraciadas ni inicuas, ni injustas ni desdichadas su error no consiste en
lo que hayan hecho sino en lo que han dejado sin hacer. Por ejemplo, si fueran
valientes, podran tener gran influencia en los dems en lugar de conformarse
con dejarles solamente un recuerdo agradable.
En otro grupo estn los que se hallan excesivamente enredados con la maldad
del mundo, hacindonos recordar, como escribi Pedro, que el que es
vencido por las cosas del mundo es hecho esclavo (2 Pedro 2:19).
Los que piensan en las cosas de la carne (Romanos 8:5) no tendrn la
mente de Cristo (1 Corintios 2:16), porque sus pensamientos se hallan lejos de
Jess, as como los deseos y las intenciones de su corazn (Mosah 5:13).
Por otra parte, si el Maestro es un extrao para nosotros, terminaremos
sirviendo a otros amos; y el dominio de estos otros amos es real aunque a
veces sea muy sutil, porque ellos hacen marcar el paso a quienes los sirven. En
realidad todos somos los soldados que combaten en alguna causa (vase
Himnos, N 162), aun cuando slo sea la causa de los indiferentes.
Si no estamos dispuestos a dejarnos guiar por el Seor, nuestros apetitos nos
dominaran y mas nos ocuparemos de las pequeeces de la vida diaria. El
remedio, sin embargo, esta implcito en este lamento maravilloso del rey
Benjamn:
Porque como conoce un hombre al amo a quien no ha servido, que es un
extrao para el, y se halla lejos de los pensamientos y de las intenciones de su
corazn? (Mosah 5: 13.)