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supieras! Ven aca, no te han dicho tus Padres vn gran secreto, que te
tienen guardado para su tiempo? respondiendo el Angelito, que no.
Replicais: Mucho rigor es con hijo tan bueno, y tan noble como tu; y
luego con vna exc1amacioo aadis: qu lastima! que ests
cieguecito. En diziendote el secreto, se te abriran los ojos; pero no
te le han dicho, porque no sabrs guardarle. Despertaisle la
curiosidad, y el deseo, y quanto mas le veis ansioso por saberlo,
tanto mas le encareceis su importancia, y es la de su perdicion.
Finalmente, ya llegais, despues de muchas promessas, que ha hecho
el Pobrecito, de guardar secreto, a vertir en el seno de su alma el
veneno mortal de vuestro error, y a soplar en sus oidos el aliento de
todo el Infierno. El Innocente se queda confuso, y yerto; y entonces,
para que beba mas dulcemente su propria condenacion, entran
vuestras malditas artes: Simulaciones, engaos, persuasiones,
carios, halagos, donecillos, y entretenimientos, adormecindole con
estos bebedizos, para que no sienta la herida; y ya que la haveis
hecho bien profunda, le encareceis aquel vltimo encargo del secreto,
diziendole falsamente, que si le descubre, le quemaran en un pblico
cadahalso, a l, y a su familia: y con esto dezs, que ya le aveis
abierto los ojos, y para explicaros con disimulo, que ya v Fulanito,
Fulanita, y que tiene los ojos abiertos."