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JIA2010 UAB,
Es por todos conocido que el objeto de estudio de la Arqueología son las sociedades del
pasado a través de su cultura material. El estudio del pasado es una práctica social que
está imbuida de una ideología, de una lógica, por tanto, y de una interpretación. Y es
precisamente ese conocimiento del pasado el que legitima la posición actual de aquellos
–o de aquel– que lo estudia, porque se buscan los orígenes del tiempo presente. Por este
motivo, los restos materiales del pasado han sido interpretados de forma diferente
dependiendo del momento histórico y de las teorías o tendencias de los investigadores
encargados de su estudio. Podríamos, por lo tanto, decir que a diferentes momentos han
correspondido diferentes preguntas, y las repuestas, consecuentemente, han sido
también diferentes.
Desde el siglo XIX, la Arqueología fue utilizada para construir la Historia de Europa, en
un principio siguiendo el paradigma evolucionista dominante, que entendía que todas
las culturas debían pasar por una serie de etapas hasta llegar a la Modernidad europea.
Esta tendencia, que en sus inicios suponía que todas las sociedades evolucionaban de lo
“simple” a lo “complejo” de una forma lineal, fue poco a poco abriéndose hacia una
evolución multilineal e, incluso, contemplando como posibilidad la “involución” de las
sociedades que estudiaba. Este tipo de Arqueología –al igual que la Antropología y otro
tipo de ciencias sociales (Fabian, 1983)–, legitimó el “papel civilizador” de los
colonizadores europeos en el resto de continentes.
El difusionismo, que nació en un contexto plenamente colonial, entendía que existían
núcleos culturales difusores de los que partían todas las innovaciones hacia aquellas
culturas menos desarrolladas. A diferencia del evolucionismo, el difusionismo defiende
la no existencia de regularidades culturales.
A su vez, el marco histórico-cultural fue estableciendo cronologías y definiendo grupos
culturales a través de sus seriaciones y tipologías, aunque por sus propios principios
teóricos, no atendía a la diversidad cultural y social y el tipo de relaciones que se
establecían entre los grupos estudiados.
Hacia los años sesenta del siglo XX, hizo su aparición la Nueva Arqueología, que
defendía una visión “más científica” de la Arqueología: su objetivo debía ser la
búsqueda de leyes universales para explicar el comportamiento humano. Con ella se
JIA2010 [Sesión-La construcción del sujeto en Arqueología]
empezó a tener en cuenta el contexto en el que vivían los diferentes grupos. La Nueva
Arqueología o Arqueología procesual se caracterizó por unas interpretaciones
marcadamente positivistas y neoevolucionistas.
A partir de los años ochenta del siglo pasado, con la irrupción de la Arqueología Post-
procesual y de las diferentes tendencias postmodernas, el sujeto empezó a cobrar
importancia, quizá también por los abusos universalistas de la Nueva Arqueología. Así,
se puso de relieve el hecho de que la cultura material está simbólicamente constituida
(Hodder, 1982) y que las sociedades a las cuales representa habían de ser estudiadas en
toda su complejidad, esto es, teniendo en cuenta que sus parámetros de ordenación del
mundo diferían de los nuestros, por lo que cualquier interpretación de la cultura material
que partiese desde nuestras propias lógicas de entendimiento sería errónea. Estas
corrientes también comenzaron a deconstruir las narrativas arqueológicas creadas hasta
entonces, criticándolas duramente y desenmascarando los múltiples sesgos (positivistas,
de género, coloniales, etc.) que los anteriores y pretendidamente objetivos discursos
habían tenido.
Del mismo modo, debemos reflexionar sobre qué discurso se esconde detrás de nuestros
planteamientos teóricos (Said, 1996), así como analizar qué entendemos nosotros por
sujeto, es decir, cómo entendemos y construimos nosotros a las personas que están
detrás de la cultura material que registramos en las excavaciones. Hasta qué punto los
“pensamos” como semejantes a nosotros o como diferentes, y en qué sentido. Para ello,
hemos de definir previamente en nuestro estudio conceptos como sujeto, identidad,
individuo, agencia, estructura, etc. Sólo de esta manera podremos realizar estudios
críticos y reflexivos que tengan en cuenta la gran diversidad de matices que ha
caracterizado y caracteriza a la humanidad, partiendo de la premisa de que existen muy
diferentes modos de construir la realidad, siendo el nuestro uno más entre ellos. Por otro
lado, nos permitirá reflexionar sobre el tipo de asunciones implícitas que manejamos
respecto a la valoración de la gente del pasado –y en consecuencia de la no-moderna del
presente-, y profundizar en la reflexión sobre la responsabilidad ética de nuestra
disciplina.
La sesión que planteamos esconde un debate arduo y escabroso, pues hay investigadores
que no creen necesario plantearse este tipo de cuestiones al enfrentarse a un registro
arqueológico, pero tanto ellos como los que sí creen necesaria una reflexión al respecto,
son bienvenidos a participar en el debate que puede resultar, de esta manera, mucho más
enriquecedor para todos. Es precisamente por eso que consideramos interesante la
JIA2010 [Sesión-La construcción del sujeto en Arqueología]
existencia de una sesión en JIA 2010 en la cual los jóvenes investigadores puedan
reflexionar sobre los modos (conscientes e inconscientes) a través de los cuales
recreamos el pasado y los seres que lo poblaron, las teorías críticas que detallan el modo
de hacerlo (post-estructuralismo, post-colonialismo, estudios de género, etc.) y su
aplicación a estudios concretos; no tanto para fijar una lista de conclusiones sino para
abrir nuevos horizontes de interpretación en el estudio de ese pasado que a veces nos es
tan familiar y otras veces tan ajeno.
Por ello, animamos a todos los jóvenes investigadores no doctores que realicen sus
estudios usando una metodología arqueológica a que presenten comunicaciones en
donde se planteen, desde las premisas de la corriente teórica que enmarque su estudio, la
forma en que construyen el sujeto arqueológico o el modo en el que reconstruyen ese
pasado, sin importar, como hemos referido anteriormente, la temática, el área geográfica
de estudio ni la cronología, siempre y cuando la metodología usada sea la arqueológica.
FABIAN, Johannes (1983). Time and the other: how anthropology makes its object.
New York: Columbia University.
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CUESTIONES A DEBATIR.
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