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realizada en I932, cuando apenas tenÍa poder, los preceptos antisemitas y expansionistas del
prograrna con el que años más tarde conseguiría el respaldo de las masas. Ésta es la quinta entrega
de la serie de entrevistas que publica E País Semanal con los grandes protagonistas del siglo,
Adolf Hitle¡ (1889-1945), el dictado¡ alemán, nació en Aust¡ia. do¡as Ia ma¡cha de las tropas dr
Era hilo de un oficial de aduanas que cambió su apellido de asalto nazis y Hitler pasó nueve
Schiddgrüber a Hitler. Desde muy joven, su ambición fue con- meses en la cárcel, du¡ante Io¡
vertirse en artista y arquitecto, pero sus deseos se vie¡on frust¡¿- cuales dictó a Rudolf Hess Meir,
dos por el f¡acaso académico. Vivió va¡ios años en Viena, donde Kanzpf (Mi lucha), su credo politicc
germinó su rechazo hacia los judios y los sindicalistas. Se t¡asladó autobio-gráfi co. T¡as su libe¡ació¡
a Múnich en I9l3 para lib¡arse del servicio milita¡ pero al año si empezó a atraer el respaldo de lar
guiente, cuando fue declarada la guera, se alistó en el Ejército bá- masas hacia el Partido Nazi. En
va¡o. Cuando había alcanzado el grado de cabo, fue galardonado plena depresión económica, Hi
con la C¡uz de Hie¡¡o -primera clase- por su valor como correo, tle¡ ¡ecu¡¡ió a su comprensión in.
pero cuando llegó el final de la guerra era un inválido. Había sido tuitiva de la psicologia de las ma.
herido ¡ como consecuencia de un ataque con gases, perdió tem- sas, a la manipulación de la para.
poralmente la vista. Su amargura por la derrota, de la que culpa- noia antisemit¿ (que él mismc
ba a los judíos y a los socialistas, Ie indujo a infiltrarse como espía compartía) y a su fo¡¡na de enten.
del ejército en partidos políticos mino¡itarios. Finalmente se unió der la propaganda y la "gran men.
a uno de ellos, haciéndose rápidamente con el control y rebau- tira", para c¡ea¡ una coalición de obreros, industriales del Ruhr i
tizándolo con el nomb¡e de Partido Nacionaisocialista Alemán de linancie¡os descontentos. Se presentó, sin éxito, a las eleccione¡
los Trabajadores. En 1923 tomó parte en el "putsch de la ce¡vece- presidenciales de 1932, pero su contrincante en las mismas, PauJ
¡ía" en Múnich, un conato de golpe de Estado cont¡a el Gobier- von Hindenburg, Ie nomb¡ó cancille¡ en enero de 1933. En pocar
no republicano de Bavie¡a. La policía ba¡¡ió con sus amet¡alla- semanas había organizado la quema del Reichstag, culpando de
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viética. Pero él parece decidido a impedir como sea que el bol-
chevismo arraigue en Alemania."
Hasta el momento, Hitie¡ ha respondido con recelo a las pro-
puestas del canciller Bruening y otros poiíticos, que deseaban for-
mar un frente poiítico unido. No cabe duda de que ahora, a la vis-
ta del constante aumento de 1os votos favo¡ables al nacionalso-
cialismo, Hitle¡ estará más predispuesto a llegar a acue¡dos sob¡e
asuntos esenciales con otros partidos.
-Las combinaciones políticas de las que depende un frente
unido -me señaló Hitler- son d€masiado inestables. Hacen prác-
ticamente imposible una política claramente definida. En todas
Partes obsefvo un permanente vaivén de conpromisos y conce-
SENCILLO;:ii;:#i:i,i::"i'..J'#i,,il:'3;i,",", siones. Nuest¡¿s fue¡zas const¡uctivas se enfrentan a la ti¡anía de
Ias núme¡os. Cometimos el e¡¡or de apiicar la aritmética y los me-
sir pero-ar y r1 colas adhesivaa.
canismos del mundo económico a la vida. Estamos amenazados
por un crecirniento constante de las cif¡as y una progresiva dis-
minución de los ideales. Los núme¡os como tal ca¡ecen de im-
portancia.
-Pero suponga que Francia tomase represalias invadiendo sue-
lo alemán. Ya 1o hizo antes en el Ruhr; puede l.¡acerlo de nuevo.
-No importa cuántos kilómetros cuad¡ados ocupe el enemigo
-respondió Hitle¡ eno¡memente soliviantado- si despierta el espí-
¡itu nacional. Diez miliones de alemanes libres, dispuestos a mo,
¡i¡ a cambio de que su país pueda vivi¡ son más poderosos que
cincuenta millones cuya voluntad está paralizada y cuya concien-
cia ¡acial está infectada por extranjeros.
RAP I D O ;dnr"""5$ilt¡i:ffi::::- -Qreremos una gran Alemania que unifique todas las t¡ibus
germánicas. Pero nuestra salvación puede tener su origen en el
un dossier perfedro; adernás tiene la
posibilidad de desencuadernarlo. más pequeño de Ios ¡incones. Aunque sólo dispusiéramos de cua-
t¡o hectá¡eas de ter¡eno, si estuviéramos empeñados en defende¡-
las con nuest¡as vidas, esas cuatro hectáreas se convertirían en el
foco de la regeneración. Nuestros trabajadores tiene¡ dos almas:
una es alemana, la otra es marxiana. Hemos de hacer que des-
piene el espíritu alemán. Debemos extirpar el cánce¡ del marxis
mo. El marxismo y el germanismo son antitéticos.
-En mi visión del Estado alemán, no habrá Iugar para ei ex'
traño, para el derrochado¡ el usurero o el especulador, ni para na-
die que sea rncapaz de realizar un hJb¿jo productivo.
Las venas de ia f¡ente de Hitler se hincharon amenazado¡a-
mente. Su voz Ilenaba la habitación. Hubo ur.r ruido en Ia puerta.
u LTA D O
Sus seguidores, que pe¡manecen siempre cerca de él como una
rEs :iff 5i i J1'"',:fi; JinJ::¡ l":"',ñ" o
" ", guardia personal, ¡eco¡da¡on al líder que debía asisti¡ a un mitin
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Rec¡ba
graluilamente y
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una muestra de
f ta calro¿o de
¡sentación del sistema
annel. Rellene y envie ENTREVISTAS PUBLICADAS:
:e cupón al
Al Capone, 1 1 de felnro. Pablo Pica¡s¿t, 2) fu febren.
SELTE S.A. cod 90 tutr:: _ r€ré
¡ Augusta 20-26 Dos r,tnas, 10 dt ¡¡¡atzo. Signrnd Frend,24 dc ¡¡¡¡rxt.
006 Barcelona
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