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Posición conforme a las normas de Derecho Internacional vigentes en Costa Rica (art. 3
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; artículos 1, 2, 3 y 4.16 del Pacto
de San José; art. 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos7; art. 6 de la
Convención sobre Derechos del Niño8 y art. 21 de la Constitución Política)9, reflejo de
la cual la legislación costarricense plasma el art. 31 del Código de la Niñez y
Adolescencia, imponiendo la obligación de proteger el embrión contra los abusos a que
pueda ser sometido en un laboratorio, especialmente del más grave de ellos, el capaz de
acabar con la existencia (Acuña,s.f.,1).
Al tutelar la vida humana desde la concepción, la Sala Constitucional confirma las bases
romanistas que inspiran la interpretación de la normativa constitucional costarricense en
el tema que nos ocupa; pues en la jurisprudencia romana clásica11 son dos los principios
formulados en materia12, que parten de las Leyes Regias y de las XII Tablas pero se
desarrollan en el Edicto del pretor y en la jurisprudencia clásica, el primero (Digesto
1,5,26) según el cual «los concebidos existen» (Qui in utero sunt...)13. Será con el
cristianismo que el principio de la jurisprudencia romana según el cual el concebido ya
existe como persona humana14, se transforma en una de las bases universales de los
derechos inviolables del hombre: el derecho a la vida; vértice alrededor del cual giran
los razonamientos de los magistrados constitucionales costarricenses en la resolución
analizada (Acuña,s.f.,2).
Mientras que el segundo principio romano consiste en considerar «el concebido como si
hubiese nacido (in rerum humanis esse) para todo lo que lo beneficie (commodum)»
(Digesto 1,5,7)15; principio16 que la legislación costarricense17 incorpora a través del
Código Civil en su art. 31 al disponer: «La existencia de la persona física principia al
nacer viva y se reputa nacida para lo que le favorezca desde 300 días antes de su
nacimiento...»18; del Código de Familia en sus arts. 83 y 94, el primero al referirse a la
filiación de los hijos habidos por los mismos padres antes del matrimonio otorga los
efectos de dicha calidad desde el día de la concepción, mientras el segundo permite
investigar la paternidad del hijo por nacer19; del Código de la Niñez y Adolescencia 20 en
su art. 2 al considerar niño a toda persona desde la concepción21 (Acuña,s.f.,2).
El 19 de enero del 2001, el Dr. Gerardo Trejos presenta una denuncia ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, a nombre de Ana Victoria Sánchez Villalobos y
otros contra la República de Costa Rica, alegando responsabilidad internacional del
Estado costarricense en propósito de la resolución 2000-02306 de la Sala Constitucional
antes mencionada (Acuña,s.f.,3).
El Proyecto del Código Penal costarricense, aprobado por la Corte Plena en mayo del
2002, en su capítulo V, artículos 130 a 132, califica como delito la manipulación
genética26; y, el 21 de octubre del 2004 Costa Rica presenta una propuesta ante la
Organización de las Naciones Unidas, asumiendo el liderazgo en la lucha contra la
clonación humana con fines de reproducción, denominada Doc.A/C.6/59/L.227. Se
insiste en la urgencia, de que los países miembros sostengan una posición clara al
respecto; es así como, la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 24 de febrero del
200528, aprueba la Convención Internacional contra la clonación de seres humanos con
fines de reproducción, instando a los países miembros a ajustar sus legislaciones para
prohibir todo tipo de clonación humana con fines de reproducción (Acuña,s.f.,3).
Una resolución como la mencionada, se toma por una coherente consecuencia33, debida
a una vocación de libertad, respeto y tolerancia entre los ciudadanos costarricenses; no
es accidental como se pudiera pensar, sino el resultado de la ponderación de principios
fundamentales, que desde siempre ha defendido el pueblo costarricense, en este caso, la
tutela del concebido y por tanto de la vida humana (Acuña,s.f.,3).