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Es una evidencia que los medios electrónicos nos han obligado a cambiar la
manera de concebir la relación que tenemos con la música, el cine, la cultura,
la información y hasta las relaciones sociales. De ahí que he formulado una
tesis algo aventurada, pero que me gusta pronunciar en cada oportunidad que
tengo. Esta dice más o menos así: hoy en día leemos y escribimos más de lo
que hace diez o veinte años se leía y se escribía. Digo que es aventurada
porque al menos por el momento no tengo la suficiente cantidad de
información, como se suele hacer en estos casos, para sostenerla con total
seguridad; sin embargo, creo que soy lo suficientemente sensato, y estoy
seguro que todos ustedes también, como para no percibir lo que sucede a
nuestro alrededor. La cantidad de dispositivos que tenemos a la mano,
mediante los cuales podemos leer y escribir, son más de los que poseíamos
siquiera diez años atrás. Algunos analistas sugieren que pronto, si no es que ya
está sucediendo, la tecnología realmente cimbrará el mundo de los libros y la
información. Sabemos que ya existen periódicos y revistas en línea, blogs,
chats, correos electrónicos y que también, en la red, podemos encontrar libros
en formato PDF sin costo alguno; pero seamos honestos, ¿cuantas personas
realmente frecuentan ya todos los periódicos en línea a los que puede tener
acceso, o quién prefiere leer en la pantalla de la computadora si tiene el libro
impreso? La gran novedad en los terrenos informativos o librescos aún no ha
llegado. Para poner esto en términos más claros, digamos que lo que el Ipod
fue para la música, aún no aparece en las áreas informativas y
epistemológicas.
¿Por qué será esto? Pregunta paréntesis que nos servirá para entender un
poco más los terrenos en los que nos movemos.
Al principio dije, sin dar mayor explicación, que el libro impreso tampoco
desaparecerá. Bien, ya es tiempo de explicarlo, el libro impreso no
desaparecerá así de simple debido a que hay una industria grande y, aunque
nos parezca extraño a nosotros que somos el lugar 107 de lectores en el
mundo, también muy poderosa. Pero hay más, los libros impresos no
desaparecerán básicamente porque son un gran invento. Ya sé que dije que no
han evolucionado gran cosa desde Gutemberg, pero nunca mencioné que no
hayan sido un gran invento. Pues bien, el libro tiene entre otras ventajas, como
dice Juan Villoro, no necesitar baterías, propiciar la experiencia de pesar y
acariciar las palabras, vivir la auténtica portabilidad, ver los días pasar en un
sólo sistema operativo que, además, no necesita actualizaciones. Vamos, aún
siendo un país de no lectores, a pesar de tener presidentes que sugieren no
leer los periódicos para ser más felices, de líderesas de “maestros” que no
pueden pronunciar AH1N1 sin trastabillar o sucumbir ante una palabra como
“epidemiológica”, o secretarios del trabajo que prohiben a sus hijas que lean
novelitas de Carlos Fuentes; a pesar de todo eso, hay gente que sí lee, y que
sabe apreciar no tanto un formato como sí un estilo de vida. Pues como decía
Kafka, un libro debe ser como un pico de hielo que rompa el mar congelado
que tenemos dentro, algo que no desaparece de ningún texto sólo por verterlo
en un nuevo formato.
Ramón Castillo.