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Se sigue afirmando que la ciencia y la fe no son compatibles.

Más aun, se dice que no es posible ser


científico y creyente. Este artículo, escrito por el Dr. Henry F. Schaefer, III, nominado al Premio
Nobel (¡y creyente!), nos demuestra lo contrario.

De la historia el autor extrae el testimonio de famosos científicos que compatibilizaron muy bien su fe
con su ciencia. De los científicos modernos nos comparte el testimonio de reconocidos investigadores
en diferentes ramas de la ciencia que, clara y directamente, se identifican como cristianos.

Este artículo es una lectura fácil y amena que le ayudará a conocer la verdad sobre una conexión que
nunca se ha perdido.

Los científicos y sus dioses


(o, La ciencia y el cristianismo: ¿conflicto o coherencia?)

El origen de esta conferencia


Empecé a enseñar Química a estudiantes de primer año en Berkeley (Universidad
de California, Berkeley, California, EE.UU.) en la primavera de 1983. Normalmente
dábamos las clases en auditorios grandes de una capacidad de unas 550 plazas. El
primer día de clase, la cantidad que hubo aquella mañana en particular era de unos
680. El auditorio estaba lleno. Los que hayan estudiado química de primer año en
una universidad grande tendrán sentimientos ambivalentes respecto a aquella
asignatura.

Nunca había dado una conferencia a un grupo de 680 personas, y me sentía un


poco preocupado. Pero había preparado una demostración fantástica para ellos. En
Berkeley, el auditorio para las conferencias de ciencias físicas tiene un escenario de
tres partes, y giraba en círculos, así que uno podía ir a su parte del escenario y
trabajar varias horas antes de la conferencia, preparando todo. Mi ayudante, Lonny
Martin que realizaba todas las demostraciones, estaba montando diez moles de una
gran cantidad de sustancias- 10 moles de benzina, de hierro, de mercurio, de
alcohol etílico, de agua, etc. En el momento idóneo, como el clímax de mi
conferencia, iba a darle a un botón y Lonny aparecería y les enseñaría los diez
moles de los varios elementos. Los estudiantes recibirían un gran conocimiento al
darse cuenta de que lo único que tenían en común estos elementos era que
aparecían en números iguales de moléculas.

Iba a ser maravilloso. Llegamos a ese momento de la conferencia, y dije, “Lonny,


vente para aquí y enséñanos los moles”. Presioné el botón para que girara el
escenario y no pasó nada. No me di cuenta de que Lonny estaba bloqueando mi
botón porque no estaba listo con los moles. Me dio una vergüenza terrible. Estaba
delante de 680 estudiantes y no tenía la más remota idea de lo que iba a decir, así
que hice algunos comentarios espontáneos. Dije, “Mientras esperamos a los moles,
les voy a contar lo que me pasó ayer en la iglesia”.

Estaba desesperado. Había un gran silencio entre aquellos 680 estudiantes. Habían
llegado con toda clase de ideas sobre lo que era la clase de química de primer año,
pero entre esas ideas no figuraban cuentos sobre la iglesia.

Seguía: “Permítanme contarles lo que dijo ayer mi maestro de la escuela


dominical”. El nivel de interés subió más todavía. “Yo quería que el grupo de la
iglesia me diera algo de apoyo moral, espiritual, o lo que sea, para llevar bien esta
clase de química tan grande, pero no me lo dieron. De hecho, el maestro les
preguntó a todos, en mi honor:

¿Cual es la diferencia entre un perro muerto en medio de la calle, y un profesor de


química muerto en medio de la calle?”

Mi clase disfrutaba mucho, y todavía no había llegado a la parte graciosa del chiste.
Se rieron a carcajadas. Sólo la idea de un profesor de química muerto y en medio
de la calle les resultó graciosísima. Estoy seguro de que algunos empezaban a
pensar: “Si este individuo muere justo antes del examen final, probablemente no
tendríamos que tomarlo. Todos aprobaríamos, y sería maravilloso”.

Les conté que mi maestro nos había dicho que la diferencia entre el perro muerto
en medio de la calle, y el profe de química muerto en medio de la calle es que
delante del perro hay marcas del frenazo.

La clase pensó que el chiste fue maravilloso. Se tranquilizaron, le di al botón, y


apareció Lonny con los moles. Fue un comienzo maravilloso para mi carrera como
conferenciante de química de primer año.

Después de la clase, se acercaron unos 50 estudiantes. La mitad tenían preguntas


normales como “¿qué casilla tengo que marcar en esta matriculación?” Siempre hay
preguntas así. Pero la otra mitad tenía otra pregunta. Básicamente querían saber
por qué estaba yo en la iglesia. Uno en particular dijo, “La persona que más
admiraba en la vida fue mi profesor de química del instituto del año pasado. Él me
había dicho con mucha convicción que es imposible ser químico practicante y tener
algún punto de vista religioso. ¿Qué piensa usted de eso?”

No pude contestarle a fondo en aquella ocasión, pero los estudiantes me pidieron


que hablara más sobre el tema. Aquello fue el origen de esta conferencia.

Presenté esta conferencia en Berkeley y en San Francisco muchas veces. Cuando


me trasladé a la Universidad de Georgia hace varios años, el interés por la
conferencia aumentó. Y algunos miembros del profesorado se quejaron a la
administración. Fue una época interesante en mi vida. El periódico de Atlanta, y el
más grande del sureste de EE.UU., The Atlanta Journal and Constitution, publicó
una editorial que apoyaba mi derecho de dar esta conferencia, declarando que “los
fanáticos están demandando un control riguroso sobre la diseminación de ideas”.

Una perspectiva sobre la relación entre la ciencia y el cristianismo


Vamos hablar de esta cuestión sobre la relación entre la ciencia y el cristianismo
con los términos más amplios y razonables posibles. La relación entre la ciencia y
las otras disciplinas intelectuales no ha sido siempre buena. Por eso, muchos creen
que ha habido siempre un estado de guerra entre la ciencia y el cristianismo. Pero
yo creo que esto no representa la historia completa.

Por ejemplo, el texto literario de Susan Gallagher y Roger Lundeen que salió hace
poco dice:

Durante los últimos años de la historia actual, la literatura a menudo ha parecido


estar en oposición a la ciencia. Pero para entender bien la literatura, hay que
entender que la ciencia ocupa un lugar primordial en nuestra sociedad. Durante los
últimos dos o tres siglos, los científicos han establecido las normas para la verdad
en la cultura occidental. Y su innegable utilidad al organizar, analizar y manipular
los hechos, le ha dado a los científicos una importancia sin precedentes en la
sociedad moderna.

Esto no ha sido agradable para todos. Por ejemplo, a John Keats, el gran poeta
romántico, no le gustaba la postura de Isaac Newton respecto a la realidad. Decía
que amenazaba con destruir todo lo bello del universo. Temía que un mundo en
donde los mitos y las visiones poéticas habían desaparecido, sería un lugar estéril y
poco atractivo. En su poema Lamia, habla de este poder destructivo. En este
poema, Keats utiliza la palabra filosofía en vez de ciencia, así que intentaré sustituir
la palabra “filosofía” con la palabra “ciencia”, porque eso es lo que quiere decir.

Do not all charms fly


At the mere touch of cold science?
There was an awful rainbow once in heaven
We knew her woof and texture.
She is given in the dull catalog of common things.
Science will clip an angels wings,
Conquer all mysteries by rule and line,
Empty the haunted air and gnome's mind,
Unweave a rainbow.

(¿No vuelan todos los encantos


al mero toque de la ciencia fría?
Hubo antaño un terrible arco iris en el cielo
Conocíamos su trama y textura.
La presentan en el catálogo monótono de las cosas comunes.
La ciencia quiere recortar las alas del ángel,
Conquistar todos los misterios con reglas y líneas,
Vaciar el aire encantado y la mente del nomo,
Desenredar un arco iris.)

Lo que quiero decir es que ha habido conflictos entre la ciencia y virtualmente todas
las demás disciplinas intelectuales. Así que no es de sorprender si existe algo de
conflicto entre la ciencia y el cristianismo.

¿ Ha desacreditado la ciencia a Dios?


Sin embargo, muchas veces se oye que “la ciencia ha desacreditado a Dios”. C. S.
Lewis, en su autobiografía Surprised by Joy (Sorprendido por el gozo), dice que
antes creía así. Habla sobre su ateísmo cuando era joven, y le echa la culpa a la
ciencia. Dice,

Entenderá usted que mi ateísmo se basaba inevitablemente en lo que yo


consideraba los descubrimientos de los científicos, y aquellos descubrimientos,
como yo no era científico, los aceptaba por fe; en realidad, por la autoridad de los
científicos.

Lo que dice Lewis, es que alguien le había explicado que la ciencia había
desacreditado a Dios, y él se lo creyó, aunque no sabía nada de la ciencia.

Un punto de vista un poco más equilibrado es el de uno de mis héroes de la ciencia,


Erwin Schrödinger. Fue fundador de la mecánica ondulatoria y estableció la
ecuación más importante de la ciencia, la ecuación Schrödinger. Dice,
Me quedo asombrado al ver que el retrato científico del mundo es tan deficiente.
Nos da mucha información sobre los hechos, ordena toda nuestra experiencia de
una forma maravillosamente consistente, pero es terriblemente silenciosa en
cuanto a todas las cosas que tocan nuestros corazones, y que nos importan de
verdad. No nos puede decir nada sobre el rojo y el azul, lo amargo y lo dulce, el
dolor o el placer físicos; no sabe nada de lo bello ni de lo feo, del bien ni del mal, de
Dios o de la eternidad. La ciencia a veces finge contestar a este tipo de preguntas,
pero las respuestas a menudo son tan tontas que no las tomamos en serio.

La gente sí que cuenta buenas historias. Los científicos a menudo cuentan historias
interesantes sobre la religión. La historia que cito a continuación viene de
Chemistry (Química) de gran Bretaña, una revista importante en el mundo de la
química. Al hablar sobre la publicación de un nuevo libro, exploran una idea
interesante:

Si Dios solicitara al gobierno una beca para hacer investigaciones, se lo negarían


por las siguientes razones:

* Su proyecto es demasiado ambicioso.


* No tiene ningún historial válido.
* Su única publicación ha sido un libro, en vez de un artículo en un boletín científico
controlado.
* Se niega a colaborar con la competencia.
* Su propuesta para la tierra y los cielos no se sustenta .

Las alternativas a la creencia en el Dios soberano del universo.

Lev Landau
Quiero poner a dos ateos como ejemplo. El primero es Lev Landau, el físico
soviético más brillante de este siglo. Fue autor de muchos libros famosos,
colaborando en ellos su colega, Lifchets. De hecho, yo utilizaba algunos de sus
libros cuando era estudiante en M.I.T. (Instituto de Tecnología de Massachusetts)
Este relato viene de su biografía, escrita por su buen amigo, Kolotnikov. Fue
publicada en Physics Today (Física Hoy). Cuenta algo que ocurrió al final de su vida.
Dice Kolotnikov:

La última vez que vi a Landau fue en 1.968, después de una operación que tuvo.
Su salud se había deteriorado apreciablemente. Nos llamaron a mí y a Lifchets al
hospital. Allí nos informaron de que no había prácticamente ninguna posibilidad de
salvarle. Cuando entré en su habitación, Landau se encontraba acostado, mirando
hacía la pared. Oyó mis pasos, giró la cabeza, y dijo, “Kollat, sálvame, por favor”.
Fueron las últimas palabras que me pronunció. Aquella noche murió.

Subrahmanyan Chandrasekhar
Chandrasekhar fue un astrofísico famoso. Recibió el Premio Nóbel de física en 1983.
Fue miembro del profesorado de la Universidad de Chicago durante muchos años.
Al final de su biografía, aparece una entrevista. Chandrasekhar dice,

En realidad, me considero ateo. Pero tengo una sensación de desilusión porque la


esperanza de contentamiento y de una visión de paz en mi vida que esperaba sentir
como resultado de haber tenido una meta ha quedado en general insatisfecho.

Su biógrafo queda atónito, y responde:


¿Qué? Pero si no entiendo. ¿Ud. quiere decir que la su dedicación exclusiva a la
ciencia, a entender las partes de la naturaleza y su comprensión con tanto éxito de
la naturaleza aun le deja con un sentimiento de desasosiego?

Chandrasekhar continúa de forma seria, diciendo:

Realmente no disfruto de un sentido de satisfacción. Todo lo que he hecho parece


ser poco.

El biógrafo intenta hacer que la conversación sea un poco más liviana, diciendo que
todo el mundo se siente así. Pero Chandrasekhar no le deja, diciendo:

Bien puede ser, pero el hecho de que uno mismo yo lo está experimentando. No se
me hace menos personal por eso.

Y la afirmación de Chandrasekhar al final:

Lo que es cierto en mi caso personal, es que no siento la armonía que había


anhelado de joven. He perseverado en la ciencia durante más de cincuenta años. El
tiempo que he dedicado a otras cosas ha sido minúsculo.

¿Es posible ser cristiano y científico a la vez?


Así que el tema que quiero desarrollar tiene que ver con la pregunta que aquel
joven me hizo después de la clase de química de primer año en Berkeley, “¿es
posible ser científico y a la vez cristiano?” El estudiante y su profesor de química del
instituto obviamente pensaban que no era posible.

C. P. Snow
Voy a empezar desde terreno neutral al citar a dos personas que no tienen ninguna
posición teísta. El primero es C. P. Snow. C. P. Snow tiene la fama de haber escrito
un libro que se titula The Two Cultures (Las dos culturas). Fue físico-químico en la
Universidad de Oxford. A la mitad de su carrera profesional, descubrió que era un
buen escritor, y empezó a escribir novelas. El tema principal de sus novelas, es la
vida universitaria en Inglaterra. Una se llama Masters (Profesores), y yo la
recomiendo. Snow se hizo bastante rico ejerciendo este don, y así pudo ocupar una
posición entre el mundo de las ciencias y el mundo de la literatura.

Escribió este libro, que en su época gozó de bastante fama, sobre las dos culturas:
las ciencias y las humanidades. Dijo que según las estadísticas, la cantidad de
científicos incrédulos es un poco más alta que la cantidad de incrédulos del resto
del mundo intelectual, aunque hay muchos científicos que son religiosos, sobre todo
entre científicos jóvenes, segmento en crecimiento. Así que, ¿es posible ser
científico y cristiano? C. P. Snow, que definitivamente no era cristiano, dijo que sí.

Richard Feynman
Richard Feynman, ganador del Premio Nóbel de física en 1965, fue una persona
muy singular. Unos 9 años antes de recibir el premio Nóbel, dijo: “muchos
científicos creen en la ciencia al igual que creen en el Dios del Apocalipsis, y de una
forma perfectamente consistente”. Así que, ¿es posible ser científico y cristiano?
Según Richard Feynman, sí.

Un buen resumen respecto a esto lo escribió Alan Lightman, autor de un libro bien
recibido que se llama Origins (Orígenes). Lightman es catedrático de M.I.T, y
publicó este libro con la editorial Harvard University Press. Él dice,

Las referencias a Dios, son comunes en la literatura científica hasta mediados /


finales del siglo XIX. Es probable que la falta de referencias religiosas después de
esto se debe más bien a un cambio en las formas sociales y científicas aceptadas
entre los científicos que no a cualquier cambio en el pensamiento fundamental de
ellos. En realidad, y al contrario de los mitos populares, los científicos suelen tener
la misma variedad de actitudes que tiene la población en general.

Ahora bien, lo anterior se podría entender como una aseveración estrictamente


anecdótica. A los americanos nos encantan las estadísticas. He aquí a los resultados
de una encuesta de la sociedad profesional, Sigma Zi. Tres mil trescientas personas
respondieron, por lo que las cifras no sufren de ninguna incertidumbre estadística.
El título del artículo en cuestión declara que los científicos se encuentran bien
anclados en la corriente de la sociedad. Además, dice que la mitad de ellos
participan regularmente en actividades religiosas. Según la encuesta, 43% de los
científicos doctorados se encuentran en la iglesia los domingos. De la población en
general, 44% asisten a la iglesia los domingos. Así que queda claro que sea lo que
fuere la cosa que precipita los sentimientos religiosos en las personas, no tiene
nada que ver con tener un título universitario en las ciencias.

Michael Polanyi
Vamos a profundizar un poco más al considerar una afirmación de Michael Polanyi,
catedrático de química y posteriormente de filosofía en la Universidad de
Manchester. Su hijo, John Polanyi, ganó el premio Nóbel en 1986. Yo creo que
cuando se haya olvidado por completo la obra científica de John Polanyi, aunque ha
sido magnífica, la obra de su padre seguirá siendo importante.

Michael Polanyi fue un gran físico-químico en la Universidad de Manchester. Cuando


llegó a la mitad de su vida profesional, cambió a la filosofía. Allí también se
distinguió. Sus libros no son fáciles de leer. Su libro de mayor influencia es el que
se titula Personal Knowledge (Conocimiento personal). Polanyi era de descendencia
judía, nacido en Hungría. Por las mismas fechas en que cambió a filosofía, también
se hizo miembro de la Iglesia Católica Romana. Dijo,

Voy a reexaminar las suposiciones que subyacen a nuestra fe en la ciencia, y me


propongo demostrar que estas suposiciones son mucho más extensas de lo que
normalmente se piensa. Parecerán entretejerse con todos los fundamentos
espirituales del hombre, y llegar hasta las mismas raíces de su existencia social.
Por lo tanto, propondré que nuestra fe en la ciencia se debe de considerar como
parte de unas convicciones mucho más amplias.

Si usted lee el resto del libro, llegará a la misma conclusión que yo. Me parece que
la hipótesis de Polanyi es que el observador siempre está allí en el laboratorio.
Siempre llega a conclusiones. Nunca es neutral. Cada científico trae suposiciones a
su trabajo. Un científico, por ejemplo, nunca cuestiona la solidez del método
científico. Históricamente, esta fe fue surgió de la creencia cristiana que Dios Padre
creó un universo perfectamente ordenado.

Ahora quiero mostrarles la evidencia de esto.

La ciencia se desarrolló dentro de un ambiente cristiano


Quisiera empezar con una declaración escandalosa que siempre causa una reacción.
Es algo que dijo Robert Clark, un científico británico. Le hará pensar. Él dice,
A pesar de cómo interpretemos el hecho, la verdad es que el desarrollo científico
sólo ha ocurrido dentro de una cultura cristiana. Los antiguos tenían cerebros tan
buenos como los nuestros. En todas las civilizaciones, Babilonia, Egipto, Grecia, la
India, Roma, la China, etc., la ciencia avanzó hasta cierto punto y entonces se
detuvo. Es fácil especular, diciendo que la ciencia a lo mejor habría podido avanzar
igual sin el cristianismo. Pero en realidad, no fue así. Y no es extraño que no fuera
así, porque el mundo pagano creía que había algo moralmente malo en la ciencia.
En Grecia, esta convicción se basaba en la leyenda de Prometeo, el portador del
fuego, y prototipo científico, que robó el fuego de los cielos atrayendo así la ira de
los dioses”.

Yo habría preferido que Clark dijera “desarrollo científico sostenido”. Creo que se ha
pasado un poco de la línea aquí, pero nos da algo en que pensar.

Francis Bacon
Vamos a explorar la idea que forma la base de las declaraciones de Clark y de
Polanyi, o sea, que la ciencia creció en un ambiente cristiano. A mí me enseñaron
que Francis Bacon había descubierto el método científico. Los críticos ahora
mantienen que lo robó de otro, y que sólo lo hizo popular. Pero esa polémica la
dejamos a los historiadores de la ciencia.

Una de las declaraciones de Francis Bacon se llama la declaración “dos libros”. Es


muy famosa. Bacon dijo:

Que nadie piense o sostenga que una persona pueda investigar demasiado o ser
demasiado erudito ni en el libro de la palabra de Dios, ni en el libro de las obras de
Dios.

Está hablando de la Biblia como el libro que contiene las palabras de Dios, y de la
naturaleza como el libro de las obras de Dios. Él está animando a aprender lo
máximo posible sobre los dos. De modo que justo en el comienzo del método
científico, nos encontramos con esta declaración.

Johannes Kepler
Johannes Kepler propuso la idea de las órbitas elípticas para los planetas. Á él se le
considera el descubridor de las leyes del movimiento planetario. Era cristiano
luterano devoto. Cuando le preguntaron, “¿por qué estudias la ciencia?”, respondió
que en sus investigaciones científicas, deseaba conseguir una prueba ejemplar del
deleite del Creador en su obra, y así participar en ese gozo. Esto se ha dicho desde
entonces de muchas maneras: para tener los mismos pensamientos que Dios
detrás de Él, para conocer la mente del hombre. Se podría considerar a Kepler
como deísta, sólo según la primera declaración. Pero más tarde dijo,

Creo solamente en el servicio a Jesucristo. En Él habita todo refugio y consuelo.

Blaise Pascal
Blaise Pascal fue un científico magnífico. Es el padre de la teoría matemática de la
probabilidad y del análisis de combinaciones. Proveyó el enlace esencial entre la
mecánica de los fluidos y la mecánica de los cuerpos rígidos. Es el único científico
físico que hizo contribuciones profundas al pensamiento cristiano. Muchos de estos
pensamientos se encuentran en el pequeño tomo titulado Pensées sur la religión
(1669), el cual yo tuve que leer en mi segundo año en M.I.T. (Estaban intentando
civilizar a los “geeks” de M.I.T., pero unos años más tarde se dieron cuenta de que
no funcionaba, y ya no teníamos que estudiar cursos de humanidades.)

La teología de Pascal se centra en el personaje de Jesucristo como Salvador y está


basada en la experiencia personal. Pascal declaró:

Dios hace al hombre consciente de su vileza interior, la cual la Biblia llama “pecado”
y de Su misericordia infinita. Se une a lo más profundo del alma del hombre, y la
llena de humildad y de gozo, de confianza y de amor, haciéndole incapaz de
cualquier fin que no sea Él mismo. Jesucristo es el fin de todo y el centro hacia el
cual todo tiende.

Pascal también dijo:

En el centro de cada ser humano hay un vacío en forma de Dios, que sólo
Jesucristo puede llenar.

Robert Boyle
Robert Boyle fue quizás el primer químico. Desarrolló la idea de los átomos. Muchos
de mis estudiantes de química de primer año conocen la ley de Boyle. De vez en
cuando veo a uno de mis ex alumnos de química. Les pregunto si se acuerdan de
algo de la clase. A menudo dicen: pv = nrt. Entonces sé que he tenido éxito. Esta
fórmula es la ley ideal de gases, de la que la ley de Boyle forma una parte.

Boyle fue un hombre muy ocupado. Escribió muchos libros. Uno de ellos fue The
Wisdom of God Manifested in the Works of Creation (La sabiduría de Dios
manifestada en las obras de la creación). Proveyó personalmente un fondo para
conferencias dedicadas a la defensa del cristianismo en contra de la indiferencia y el
ateísmo. Fue buen amigo de Richard Baxter, uno de los grandes teólogos del
puritanismo. Fue gobernador de la Sociedad para la extensión del evangelio de
Jesucristo en Nueva Inglaterra.

Isaac Newton
Aunque no estoy de acuerdo con ella, una encuesta de hace poco, sobre quién es la
persona más importante de la historia, le dio ese honor a Sir Isaac Newton. Newton
fue matemático, físico, descubridor junto con Leibnitz del cálculo, y el fundador de
la física clásica. Fue el primero de los tres grandes físicos teoréticos. Pero también
escribió mucho sobre otras cosas. Intentó hacer química también, pero en su época
todavía no había llegado el momento. Escribió más sobre teología que sobre
ciencia. Escribió un libro sobre la segunda venida de Cristo que se titulaba
Observations on the prophecy of Daniel and the Revelation of Saint John
(Observaciones sobre las profecías de Daniel y del Apocalipsis de San Juan). Dijo:

Este sistema tan bello del sol, de los planetas y cometas sólo podría proceder del
consejo y del dominio de un Ser poderoso e inteligente.

Se podría inferir de esta declaración, que Newton fuera deísta (del deísmo, un
sistema de religión natural que afirma la existencia de Dios pero que niega la
relación del mismo). Sin embargo, la cita a continuación demuestra que no lo era:

Hay más marcas de autenticidad en la Biblia de las que hay en cualquier otro libro
de historia profano.

La conclusión es que Newton fue literalista bíblico. No fue suficiente para él deducir
un artículo de fe de las Escrituras. Dijo:

Tiene que ser expresado de la misma forma, con palabras firmes, como lo
expresaron los Apóstoles. Porque los hombres son dados a formar divisiones por
culpa de las deducciones. La fe verdadera se encontraba en los textos bíblicos.

George Trevellian, un historiador secular, hizo este resumen de las contribuciones


de estos individuos:

Boyle, Newton y los miembros fundadores de la Sociedad Real fueron hombres


religiosos que refutaban las doctrinas escépticas de Thomas Hobbs. Pero
familiarizaron a sus compatriotas con la idea de la ley en el universo y con los
métodos científicos de búsqueda para descubrir la verdad. Se creía que estos
métodos nunca les llevarían a conclusiones inconsistentes con la historia bíblica y
con la religión de los milagros. Newton vivió y murió en esa fe.

Michael Faraday
Mi favorito – y seguramente el mayor científico experimental de todos – fue Michael
Faraday. El aniversario del 200 aniversario del nacimiento de Michael Faraday se
celebró hace poco en la Royal Institution (un laboratorio multidisciplinario de
investigaciones en Londres). Mi amigo Sir John Thomas publicó un artículo muy
interesante, que decía que si Michael Faraday hubiera vivido en la época del Premio
Nóbel, se habría ganado por lo menos ocho de ellos. Faraday descubrió la bencina
(éter del petróleo) y la radiación electromagnética, inventó el generador eléctrico, y
fue el principal arquitecto de la teoría clásica de campos.

Vamos a hacer un contraste con el final de su vida y el final de la vida de Lev


Landau. Faraday estaba cerca de la muerte. Un amigo que vino a verle le dijo, “Don
Miguel, ¿qué clase de especulaciones tiene UD. ahora?” Este amigo quería
introducir un poco de humor en la situación. Faraday siempre hacía especulaciones
sobre la ciencia, y en seguida se iría corriendo al laboratorio para probarlas. Fue un
comentario razonable.

Pero Faraday lo tomó muy en serio. Respondió:

Especulaciones, amigo, no tengo ninguna. Sólo tengo certezas. Le doy gracias a


Dios de que no tengo que descansar mi cabeza agonizante sobre las
especulaciones, porque “yo sé a quién he creído y estoy seguro que es poderoso
para guardar mi depósito para aquél día”.

James Clerk Maxwell


El segundo de los tres grandes físicos teoréticos de todos los tiempos fue James
Clerk Maxwell. Alguien ha descrito la carrera de Maxwell así:

Maxwell poseía todos los dones necesarios para los avances revolucionarios en la
física teorética: un entendimiento profundo de la realidad física, una gran capacidad
matemática, una ausencia total de ideas preconcebidas, y una imaginación
altamente activa. También tenía la capacidad de reconocer un trabajo digno de su
genio: la interpretación matemática del concepto de Faraday del campo
electromagnético. Uno de los logros más grandes de la inteligencia humana ha sido
este trabajo, cuyos frutos son las ecuaciones matemáticas de los campos
electromagnéticos que llevan el nombre de Maxwell.

De lo anterior, hay una cosa con la que no estoy de acuerdo. Si Maxwell hubiera
sufrido una ausencia total de ideas preconcebidas, habría logrado una total
ausencia de ciencia. Así que esto no fue escrito, desde luego, por un científico (un
“cabeza blanda”. Sin embargo, esta declaración es básicamente buena.

Maxwell dijo:

Considere lo que Dios ha pensado hacer con todos los que se someten a su justicia
y que están dispuestos a recibir su don [de vida eterna en Cristo Jesús]. Serán
conformados a la imagen de su hijo, y cuando se haya cumplido eso, y Dios vea
que están conformados a la imagen de Cristo, ya no puede haber más condenación.

Maxwell y Charles Darwin fueron contemporáneos. Muchos se preguntan ¿qué


habrá pensado Maxwell de las ideas de Darwin? De hecho, una vez Maxwell fue
invitado a asistir una conferencia en la Riviera italiana en el mes de febrero para
hablar sobre la Biblia y los nuevos desarrollos científicos de la época. Si Ud. ha
pasado tiempo en Cambridge, Inglaterra, sabe que el tiempo es muy deprimente en
invierno. Si yo hubiera sido catedrático allí, yo sí que habría aprovechado la
oportunidad de ir a la Riviera en invierno.

Maxwell no aceptó la invitación, diciendo:

La velocidad de cambio en las hipótesis científicas es naturalmente más rápida que


la de la interpretación bíblica. Así que, si una interpretación se basa en alguna
nueva hipótesis, puede ayudar a que la hipótesis siga a flote mucho tiempo
después de que tendría que ser hundida y olvidada.

Y esto es verdad. Un ejemplo de esto es la teoría “steady-state” (estado


permanente), hecha popular por Fred Hoyle y muchos otros. Es una de dos teorías
en conflicto sobre el origen del universo. La hipótesis “steady-state” dice
básicamente que lo que se ve ha estado siempre allí. Se hizo menos defendible en
1965 cuando Arnold Pansias y Robert Wilson observaron la radiación de fondo de
microondas. Ya no hay muchos que creen en la hipótesis “steady-state”. Es
interesante volver atrás a eso de 1960 y encontrar estudios sobre el libro de
Génesis para ver cómo reconcilian esta hipótesis con el primer capítulo de Génesis.
Cualquier persona razonable puede ver que el Génesis habla de un principio que
sale de la nada (ex nihilo), así que requiere explicaciones muy interesantes para
reconciliar un principio con la hipótesis “steady–state”.

Esta hipótesis será olvidada en cuestión de 20 años o así. Pero los estudios sobre el
Génesis seguirán disponibles en las bibliotecas sin que nadie pueda entenderlos.

La ciencia es por naturaleza una actividad tentativa


[Shaefer enseña al público un cómic muy conocido.]

Después de consultar con varios matemáticos, llegué a la conclusión de que la


ecuación de este cómic carece de sentido, pero el chiste es muy apropiado. [un
personaje] dice, "Lo más deprimente es la realización de que todo lo que creemos
ahora será refutado en pocos años”. Espero que no sea cierto en cuanto a mi
trabajo en la química cuántica. No creo que sea así, pero sí que hay algo de verdad
en esto porque la ciencia en sí es una actividad tentativa. Siempre llegamos a
conclusiones que necesitan por lo menos, algo de perfeccionamiento.

Alguien que desde luego no es admirador del cristianismo que confesaban Faraday
y Maxwell ha dicho:

Las decisiones religiosas de Faraday y de Maxwell eran evasiones efectivas, aunque


no elegantes, de los problemas sociales que distrajeron y destruyeron la calidad del
trabajo de muchos de sus contemporáneos más capaces,

Lo que está diciendo es que por ser cristianos Maxwell y Faraday no se convirtieron
ni en alcohólicos ni en mujeriegos como aparentemente hicieron sus capaces
colegas.

Los químicos orgánicos

William Henry Perkin


Necesito meter aquí un poco de química orgánica para que mis colegas del lado
orgánico sepan que también a ellos les he hecho algo de caso. William Henry Perkin
fue quizás el primer gran científico de la química orgánica sintética. Descubrió el
primer colorante sintético y se ha puesto su nombre a las transacciones Perkins de
la Sociedad Real de Londres. Vendió una empresa próspera y se jubiló para realizar
investigaciones privadas y para desarrollar iniciativas misioneras a la edad de 35
años en el año 1873.

George Stokes
Podemos leer de George Stokes en cualquier número de la revista Journal of
Chemical Physics (Boletín de la química física), la mejor revista en mi campo. En
números recientes, la “Coherent Anti–Stokes Romin Spectroscopy” (CARS)
[Espectroscopia Romin Anti-Stokes Coherente] ha sido el tema de mucha polémica.
Stokes es uno de los grandes pioneros de la espectroscopia, el estudio de fluidos y
de la florescencia. Ocupó una de las posiciones más distinguidas en el mundo
académico durante más de cincuenta años, la Cátedra Lucasiana de la Matemática
en Cambridge- la misma posición ocupada por Sir Isaac Newton y ahora por
Stephen Hawking. También era presidente de la Sociedad Real de Londres.

Stokes no sólo escribió de la química orgánica; sino también escribió sobre la


teología natural. Sobre los milagros, Stokes dijo,

Si admites la existencia de un Dios personal, en seguida entra la posibilidad de los


milagros. Si las leyes de la naturaleza funcionan según su voluntad, él que las hizo
existir, puede suspenderlas....

William Thomson
William Thomson fue conocido más tarde como Lord Kelvin. Thomson fue un
científico fantástico. Ha sido reconocido como el mejor científico físico y el mejor
profesor de ciencias de su época. Sus primeros trabajos sobre el
electromagnetismo y el calor son una prueba duradera de su genio científico. Era
un cristiano de una fe muy fuerte en Dios y en la Biblia. Dijo:

No tengáis miedo de ser libres pensadores. Si piensas con suficiente fuerza, la


ciencia te obligará a creer en Dios.

J. J. Thomson
En 1897, J. J. Thomson descubrió el electrón. Fue el catedrático Cavendish de física
en la Universidad de Cambridge.

El antiguo laboratorio Cavendish está ubicado en medio del campus universitario de


Cambridge. Tantas cosas se descubrieron allí que lo convirtieron en museo. Quince
premios Nóbel fueron el resultado de los trabajos que se realizaron allí. Sobre la
puerta se encuentra esta frase en latín: “El temor de Jehová es el principio de la
sabiduría”. Un nuevo laboratorio Cavendish fue construido en el campo. Sin
embargo, también lleva sobre su puerta esta misma frase de Proverbios, pero en
inglés en vez de en latín.

J. J. Thomson dijo lo siguiente en Nature:

A lo lejos se distinguen cimas [científicas] aun más altas que concederán a los que
las conquistan todavía más posibilidades, y que profundizará en ellos la sensación
cuya verdad es enfatizada por cada avance de la ciencia, que las obras del Señor
son grandes.

Los químicos teóricos

Charles Coulson
Charles Coulson es uno de los tres arquitectos principales de la teoría de la órbita
molecular. Habría recibido el Premio Nóbel, pero no aprobó la primera prueba. La
primera prueba para recibir el Premio Nóbel es llegar a los 65 años. La segunda es
la de haber hecho algo importante a eso de los treinta y pico. Coulson realizó
trabajos muy significativos a los treinta y algo, pero como murió a los 64, se
descalificó de recibir el Premio Nóbel.

Coulson, que fue catedrático de matemáticas en la Universidad de Oxford, durante


muchos años fue también pastor laico de la iglesia metodista. Fue un vocero para
los cristianos que trabajaban en las ciencias académicas y fue acuñó el término de
la teología del “Dios de las brechas”.

En las memorias biográficas de la Sociedad Real posteriores a la muerte de Charles


Coulson, leemos una descripción de su conversión a la fe en Jesucristo en 1930
como estudiante con 20 años de edad en la Universidad de Cambridge. Coulson dio
el siguiente testimonio:

Éramos unos diez estudiantes que juntos buscábamos a Dios, y juntos lo


encontramos. Aprendí por primera vez en mi vida que Dios era mi amigo. Dios se
hizo real para mí, absolutamente real. Lo conocía, y podía hablar con Él como
nunca me lo había imaginado antes, y mis tiempos de oración fueron el momento
más glorioso del día. La vida tenía un propósito, y ese propósito afectaba todo.

La experiencia de Coulson fue muy semejante a la que yo tuve en Berkeley. Me


gustaría poder decir que oí truenos desde los cielos y que Dios me habló en una voz
audible, y por eso me convertí al cristianismo. Pero no fue así, pero sí tuve esta
misma percepción de la que habla Coulson: un sentido de propósito y una
percepción más aguda de los colores de la vida.

El sucesor de Coulson como químico teorético de Oxford, fue Norman March, un


buen amigo mío. También es pastor laico metodista.

Robert Griffiths
Robert Griffiths, miembro de la Academia Estadounidense de las Ciencias, y
catedrático de física Otto Stern en la Universidad Carnegie Mellon, recibió uno de
los premios más buscados de la Sociedad Americana de Física en 1984 por su
trabajo en la física mecánica y en la termodinámica. La revista Physics Today (La
física hoy) reveló que es cristiano evangélico y teólogo de afición y que ayuda a
enseñar una clase sobre el cristianismo y la ciencia. Él dijo hace poco:

Si nos hiciera falta un ateo para celebrar un debate, yo acudiría a la facultad de


filosofía; la de física no nos podría ayudar en eso.

En la Universidad de Berkeley, entre 55 profesores de química, sólo uno se quería


identificar como ateo, mi buen amigo Bob, con quien sigo teniendo muchas
conversaciones sobre las cosas espirituales.

Richard Bube
Durante muchos años, Bube fue director del departamento de la ciencia material en
la Universidad de Stanford y realizó trabajos fundamentales sobre la física de los
estados sólidos referente a los semiconductores. Dijo lo siguiente:

Proporcionalmente hay tantos camioneros ateos como científicos ateos.

John Suppe
Fue miembro de la Academia Estadounidense de las Ciencias y profesor notable de
geología en Princeton; fue experto en el campo de la tectónica, y como catedrático
emprendió una larga búsqueda de Dios. Empezó a asistir a los servicios religiosos
en la capilla de Princeton, y a leer la Biblia y otros libros sobre el cristianismo. Se
entregó a Cristo y experimentó por primera vez el compañerismo cristiano en
Taiwan, donde sirve de catedrático visitante. Dice:

Algunos cristianos no científicos, cuando conocen a un científico, quieren en seguida


iniciar un debate sobre la evolución. Esto es una equivocación muy grave. Si Ud. se
diera cuenta de los problemas que los científicos experimentan en sus vidas – el
orgullo, la ambición egoísta, los celos, diría que son exactamente las cosas que
Jesús quería solucionar por medio de su muerte en la cruz. El campo de la ciencia
está lleno de personas con personalidades muy fuertes que a menudo se meten en
conflicto las unas con las otras. El evangelio es lo mismo para los científicos que
para los demás. El tema de la evolución es simplemente una distracción. Si un
científico está buscando el significado de la vida, no lo va a encontrar en la teoría
de la evolución. Nunca he conocido a una persona no cristiana que quisiera entrar
en debate conmigo sobre la evolución.

Charles H. Townes
Para mí, el científico del siglo es Charlie Townes. (Por supuesto es amigo mío y a lo
mejor tengo prejuicios.) Pero hizo algo bastante importante cuando descubrió el
láser. Casi ganó su segundo Premio Nóbel por la primera observación de una
molécula interestelar. Ha escrito su autobiografía, que se titula Making
Waves[Levantando olas] (un juego de palabras que se refiere al fenómeno de la
forma ondulada de los láseres, y que en inglés también quiere decir “causando
problemas”).

Aquí incluyo un extracto de la historia de su vida:

Usted preguntará, “¿y qué tiene que ver Dios con esto?”, y para mí es casi una
pregunta sin sentido. Si usted cree en Dios, no hay un “donde” – siempre está allí,
en todos los sitios... Para mí, Dios es personal y a la vez omnipresente. Es una gran
fuente de fuerza, y ha hecho una gran diferencia en mi vida.

A los ochenta años, Charlie Townes sigue con un programa muy activo de
investigaciones en Berkeley.

Arthur Schawlow
Schawlow ganó el Premio Nóbel de Física en 1981, es catedrático de física en la
Universidad de Stanford, y admite abiertamente su cristianismo. Formula esta
declaración, que para mí sólo la puede decir un científico:

Somos muy afortunados porque tenemos la Biblia, y sobre todo el Nuevo


Testamento, que nos dice tanto sobre Dios en términos asequibles y humanos.

Allan Sandage
El cosmólogo observacional más grande del mundo, es astrónomo en el Instituto
Carnegie. El periódico The New York Times le llamaba El Gran Viejo de la
cosmología cuando ganó un premio de un millón de dólares de la Academia Real
Sueca de las Ciencias. Dijo:

La naturaleza de Dios no se puede encontrar en ninguno de los descubrimientos de


la ciencia. Para eso, hay que acudir a las Escrituras.

En un libro, le hicieron a Sandage la clásica pregunta, ¿es posible ser científico y


cristiano? y él respondió, sí, yo lo soy. Sandage era de etnia judía, y se convirtió al
cristianismo a los cincuenta años- y si esto no confirma que nunca es tarde,
¡entonces no sé qué podría hacerlo!

Este hombre es el responsable de las mejores estimaciones sobre la edad del


universo: unos 14 mil millones de años. Pero cuando le piden a este cosmólogo
brillante que explique cómo es posible ser científico y cristiano a la vez, en vez de
acudir a la astronomía, acude a la biología:

El mundo es demasiado complejo en todas sus partes e interconexiones como para


ser el resultado de un accidente fortuito... Estoy convencido de que la existencia de
la vida con todo su orden y con cada uno de sus organismos está simplemente
demasiado bien armada.

William Phillips
Ahora en el campo de la física, es posible ser mucho más joven y recibir el Premio
Nóbel. Phillips no tiene ni 50 años, y ya lo tiene. Fue reconocido su desarrollo de
métodos para enfriar y atrapar átomos con luz de láser. En una rueda de prensa
después del anuncio de que había ganado el Premio Nóbel, Phillips dijo:

Dios nos ha dado un mundo increíblemente fascinante en que vivir y para explorar.

Según The New York Times, Phillips “canta en un coro gospel que él mismo formó
en la iglesia Fairhaven United Methodist Church, una congregación multirracial de
unos 300 miembros en Gaithersburg, Maryland (EE.UU.). También enseña una
clase de la escuela dominical y lleva estudios bíblicos”. Si Ud. sigue leyendo el
artículo, verá que cada sábado por la tarde, va en coche con su mujer al centro de
Washington, D.C. para recoger a una anciana ciega afro americana, de 87 años,
para ayudarla a hacer la compra y luego llevarla a comer.
David Cole & Francis Collins
Ya que mi área de conocimientos queda justo entre la química y la física, no puedo
hablar con tanta seguridad del campo de las ciencias biológicas. Sin embargo, mi
compañero de muchos años, David Cole, bioquímico de Berkeley, y Francis Collins,
pionero de la fibrosis cística, y Director del Proyecto del Genoma Humano, el
proyecto científico más grande de la historia, son cristianos activos y bien
conocidos.

¿Por qué hay tan pocos ateos entre los físicos?


Muchos científicos están considerando seriamente los hechos que ven a su
alrededor. Dicen lo siguiente:

El arreglo actual de la materia indica una selección muy especial de condiciones


iniciales.
—Paul Davies

En realidad, si consideramos todos las posibles constantes y leyes que podrían


haber emergido, las probabilidades en contra de un universo que produjera la vida
como el nuestro son inmensas.
—Stephen Hawking

Una interpretación de los hechos, usando sólo el sentido común, sugiere que un
“superintelecto” ha jugado con la física, al igual que con la química y la biología, y
que en la naturaleza no hay ninguna fuerza ciega que cuente para algo.
—Fred Hoyle

Como escribió el Apóstol Pablo en su Epístola a los Romanos:

Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas
hechas....

¿Por qué hay la percepción de una batalla continua?


La última pregunta que quiero hacer es ésta: ¿Por qué hay tanta gente que sigue
creyendo que hay una batalla entre la ciencia y el cristianismo? No niego que haya
un debate. Pero creo que, según los hechos, lo que Ud. piensa de Dios no depende
de si tiene un doctorado en las ciencias.

Y ¿por qué a algunos les gusta pensar que esta supuesta batalla sigue con tanta
furia? Yo creo que, en parte, es una falsa representación de la realidad.
Permítanme darles un ejemplo. Andrew Dickson White fue el primer presidente de
la Universidad de Cornell (estado de Nueva York, EE.UU.), la primera universidad
estadounidense fundada sobre principios estrictamente seculares. (Todas las demás
habían sido fundadas en el cristianismo.) En 1896 él escribió un libro famoso, The
History of the Warfare of Science With Theology, (Historia de la guerra entre la
ciencia y el cristianismo). Aquí les ofrezco un extracto:

Juan Calvino lo empezó en su comentario sobre Génesis al condenar a todos los


que no aceptaban a la Tierra como el centro del universo. Remató el asunto al
referirse, como de costumbre, al primer versículo de salmo 93 preguntando:
“¿quién se atreverá a poner la autoridad de Copérnico por encima de la del Espíritu
Santo?”

(¡Esto no le favorece mucho a Juan Calvino!) Pero, ¿cuál es la verdadera historia


detrás de todo esto? Alistair McGrath, el Conferenciante Brampton de la Universidad
de Oxford, y quizás el más grande experto académico sobre Calvino, ha escrito
hace poco una biografía erudita de Calvino, e investiga lo anterior con mucho
detalle. Dice:

Esta declaración de Calvino la repite hasta la saciedad cada escritor que alude al
tema de la ciencia y la religión, como por ejemplo Bertrand Russell en su History of
Western Philosophy (Historia de la filosofía occidental). Pero se puede decir con
autoridad que Calvino nunca escribió esas palabras en su comentario sobre
Génesis, y tampoco expresó ningún sentimiento semejante en ninguna de sus
obras conocidas. La declaración de que sí lo escribió se encuentra sin evidencia en
las obras de otros autores del siglo XIX....

Sería justo preguntar qué es lo que creyó Calvino sobre la teoría copernicana
heliocéntrica del sistema solar. Pues, la respuesta es que no lo sabemos. Lo más
seguro es que Calvino ni sabía de Copérnico. Su nombre no fue exactamente el
tema de las conversaciones domésticas en Francia o en Suiza en el año 1520. Pero
en el prefacio de su traducción del Nuevo Testamento al francés, Calvino escribió:

El propósito principal de las Escrituras es el de llevarnos al conocimiento de


Jesucristo, y después de conocerlo con todo lo que ello implica, deberíamos parar y
no aspirar a aprender más.

Conclusión
Espero que les haya dado una idea de la historia de la ciencia. Los que han tomado
clases de química y de física en el primer año de la universidad reconocerán a
muchas de las personas que he mencionado. En realidad, la razón por la que he
preparado esta conferencia, es que estas personas representan perfectamente a los
que he enseñado en tales clases.

Hay una tradición riquísima de científicos distinguidos que fueron y que son
cristianos. Espero que mis investigaciones sean lo suficiente importantes como para
incluirme a mí entre ellos. También espero que les haya dado la suficiente evidencia
para que nunca más crean que es imposible ser científico y cristiano a la vez.

Dr. Henry F. Schaefer, III


El Doctor "Fritz" Schaefer ocupa la posición de Graham Perdue Professor of
Chemistry (catedrático de Química de Graham Purdue) y es director del Center for
Computational Quantum Chemistry (el departamento de Química Cuántica
computacional) en la Universidad de Georgia (EE.UU.). Ha sido nominado para el
Premio Nóbel y hace poco fue nombrado el tercer químico más citado del mundo.
“El significado y el gozo de mis investigaciones vienen a través de los momentos
ocasionales cuando descubro algo nuevo y me digo: ¡así es como lo hizo Dios! Mi
meta es entender un pequeño rincón del plan de Dios.” --U.S. News & World
Report, 23 de diciembre, 1991.

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Traducción de Darío Fox
© Mente Abierta 2003

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